Friday Night Bites / Capítulo 23

CAPÍTULO VEINTITRÉS

GOLPÉAME CON TU MEJOR TIRO

Me volteé rápidamente, pero no necesitaba cambiar de posición para saber que estaba viniendo. Quién estaba viniendo. La piel de gallina en mis brazos, el cosquilleo incómodo en la parte de atrás de mi cuello, fueron advertencia suficiente.

La escena parecía salida de una película de Bogart. Ella se veía tan glamorosa como nunca la había visto, el cuerpo esbelto metido en un par de pantalones anchos de color negro y top también negro de manga larga, su cabello negro ondulado en suaves rizos sobre los hombros. Pero mientras que ella podría haberse parecido a Katharine Hepburn estéticamente, yo sabía quién era realmente, su esencia nihilista.

Se dirigió hacia mí con gracia felina, tacones resonando sobre el asfalto mojado, brillando a la luz de las farolas.

Tragué, miedo y adrenalina disparando mi corazón en un ritmo rápido y entrecortado, y agarré la vaina a mi lado.

“Podría haberte tenido antes de que la desfundaras,” advirtió.

Me forcé a mi misma a mantener la barbilla en alto, mi cuerpo flexionado y listo en caso de que se moviera. Me tomó cada pizca de fuerza que tenía para no retroceder, para no tomar un paso hacia atrás, para no correr. No podía (cortado)

“Tal vez,” dije, dándole una pequeña sonrisa. “Tal vez no. Qué quieres?”

Inclinó la cabeza hacia mí, metiendo una mano alrededor de un lado de su cadera ladeada. Tenía el aspecto de una fingida supermodelo confundida, o un vampiro levemente intrigado. Era casi la misma expresión. “No lo has descubierto todavía, ¿verdad?”

Arqueé una ceja hacia ella, y soltó una risa en respuesta, el sonido bajo y gutural. “No creo que te lo diga. Pienso que voy a dejarte descubrirlo. Pero disfrutaré cuando el momento llegue.” De repente se cuadró, con las manos en la cintura, barbilla empujada hacia delante. Con una mirada de control y desafío. “Y el tiempo vendrá.”

Celina amaba hablar, sonar profética. Tal vez me daría algo para utilizar, algo con lo que me diera una pista de sus futuros planes, algo con lo que informar a Ethan y a Luc, por lo que pregunté lo siguiente. “El momento? Para qué?”

“Tomaste a Navarro de mí. Todo ello, todos ellos, de mí. Ciertamente hay beneficios de tomar la Casa de un Maestro, de un miembro del Presidio, y es difícil de hacer. Eso no me daba ni un poco de simpatía. Así que gracias, mascota, por eso. Sin embargo, Navarro era mía, ladrillos y mortero, sangre y hueso. Lo tomaste de mí, lo tomaré de ti.”

“Es por eso que hiciste lo de Peter?” Le pregunté. “Porque estás molesta que tu plan de apoderarte de las Casas de Chicago no salió bien? Supusiste que provocar una guerra entre cambiaformas y vampiros era la siguiente mejor opción?”

Sonrió con picardía. “Oh, me gustas, Merit. Me gusta tu . . . coraje. Pero la guerra no será entre cambiaformas y vampiros, cierto? Era la Casa Cadogan quien amenazaba al niño Breckenridge. La guerra sería entre Nicholas y Ethan. Entre el amante viejo y el nuevo, sí?”

Casi le gruño.

“En cualquier caso,” dijo. “Dos de las Casas de Chicago se mantendrían al margen. No siendo contaminadas por el escándalo. La Casa Grey. La Casa Navarro.”

Celina extendió su mano y agarró con sus dedos una cadena de oro fino alrededor de su cuello. La luz de la luna reflejaba un disco de oro que colgaba de ella.

Mi estómago se encogió.

Era la medalla de una Casa. Un nuevo colgante brillante para remplazar el arrebatado por el PG.

“Dónde conseguiste esa medalla, Celina?”

Sonrió maliciosamente y frotó la medalla como si esperara que saliera un genio.

“No seas ingenua, Merit. Dónde crees que la conseguí? O tal vez deba preguntar, de quién?”

De repente tuve un poco de menos simpatía hacia el nuevo Maestro de Navarro.

Celina podría seguir manteniendo su dominio sobre su Casa, pero sería maldita si envenenara la mía. “Has hecho tu jugada Celina, ahora dos veces, y perdiste. Aprende tu lección-mantente alejada de la Casa Cadogan.”

“Solamente de la Casa, Merit? O de su Maestro también?”

Sentí el rubor elevarse por mis pómulos.

Ella parpadeó, y sus ojos-y su sonrisa-se agrandaron. Rió con obvio deleite. “Oh, no tenía ni idea que mi suerte sería así de buena. Estás durmiendo con él, o simplemente lo deseas? Y no finjas que no sabes de que hablo, Centinela. Me refiero al que quieres, no al que tienes.” Me miró con una expresión pensativa. “O quizá al que perdiste, si he aprendido algo de esa última escena.”

“Estás alucinando,” dije, pero mi estómago se anudó. Ella había estado aquí, observando a Morgan y a mí pelear. Él había organizado esto? Me había pedido que habláramos fuera para poder sacarme de la Casa y que ella me pudiera encontrar?

Celina me miró de pies a cabeza, evaluándome. Había mantenido su glamour en jaque, pero sentí las sinuosas ramificaciones del mismo, como si se estuviera extendiendo, probando. “No eres su tipo, oí. Ethan las prefiere rubias.” Ladeó su cabeza hacia un lado. “O pelirrojas, supongo. Pero creo que ya sabes todo eso. Oí que fuiste una testigo de primera mano de su . . . proeza?” Me miró pensativamente, aparentemente esperando una apreciación honesta.

Ella tenía razón-había sido testigo de su “proeza,” habiendo entrado inadvertida donde Ethan estaba sirviendo a Amber. Pero no iba a compartir esa información con ella. “No me podría importar menos quién o qué prefiere.”

“Mmm-hmm. La ira farisaica te mantiene caliente en la noche?”


Sabía que ella me estaba probando. Por supuesto que estaba plantándome una carnada. Lamentablemente, había escogido la carnada correcta, la conversación que estaba harta de tener, las acusaciones de las que estaba harta de defenderme. Podía sentir mi sangre calentándose, a la vampiro que había tan cuidadosamente, cautelosamente, forzado a mantenerse a raya y evitado que espiara, preguntándose por la preocupación, la adrenalina que la despertó de su sueño. Mi respiración se aceleró, y yo sabía que mis ojos se habían plateado. Mis colmillos descendidos, y los dejé.

No lucharía contra ella; no era estúpida. Pero Catcher me había enseñado los beneficios de fanfarronear. Asumiendo que podría mantener a mi vampiro a raya, le debía al imponente Presidio que vea lo que sucedía cuando jugaba el juego de Celina.

Tomé un paso hacia delante, un paso hacia ella, y pasé la punta de mi lengua a través de la punta de mis puntiagudos-como agujas- caninos. Comportamiento agresivo de vampiro. “Quieres jugar, Celina? Quieres saber cuan fuerte soy? Quieres ver?”

Me miró fijamente, la magia ahora fluyendo con toda su fuerza, y miré sus ojos ponerse plateados, al igual que cuando las monedas se vuelcan y capturan la luz. Dio un paso hacia mí, todavía seis o siete metros entre nosotras.

“Apenas vales su tiempo, Centinela. Por qué valdrías el mío?”

Tomé otro paso hacia delante. “Ven aquí, Celina. Para encontrarme.”

“Nunca serás tan buena como yo.”

Y aquí estaba. La grieta en la fachada engañosa. Celina, bella y poderosa, y ensimismada por la culpa, era insegura.

Repetí el mantra. “Ven aquí, Celina. Para encontrarme.”

Se calmó, miró por debajo de sus medios párpados cerrados, sombras y la luz de la luna afilando los ángulos de su cara. Tomó aire, pareció calmarse y sonrió. Y luego se defendió.

“Sé quien eres, Merit. Sé sobre tu familia.” Se adelantó un paso. “Sé sobre tu hermana.”

Dí un respingo, las palabras tan efectivas como una bofetada en la cara.

Otro paso, y esta vez sonrió. Sabía que había acertado un golpe.

“Sí,” ella dijo. “Lo mejor de todo” Podía ver el blanco en sus ojos y como si el sonido de sus palabras no fueran suficiente amenaza, el odio en su mirada-“Sé sobre esa noche en el campus.”

“Porque tu la planeaste,” Le recordé, mi respiración acelerándose, mi corazón comenzando a latir con fuerza otra vez.

“Mmm-hmm,” dijo, golpeando una uña roja contra su pecho. “Tenía planes para ti, debo admitir. Pero no era la única con planes.”

Mi corazón se aceleró por la insinuación. “Quién más tenía planes?”

“Tu sabes, me olvidé. Pero es una lástima que hayas extraditado a Peter. Él tiene muchas conexiones interesantes alrededor de la ciudad, no crees?”

Es un engaño, me recordé. Ella estaba detrás de eso. Había planeado mi ataque, mi muerte, para causar estragos en la ciudad. Había (cortado)

“Sé sobre Anne Dupree, Celina. Tú y Edward se divirtieron complotando y planeando? Lloró George cuando lo retaste a muerte?”

Su sonrisa desapareció. “Puta.”

Realmente me estaban empezando a disgustar los vampiros Navarro. Pensando en que tenían mucha arrogancia en común, usé la frase que había usado antes en su aparente protegido. “Muérdeme, Celina.”

Sacó sus colmillos hacia mí. Saqué el seguro de mi vaina.

Está bien, eso es todo. “Ven aquí, chica muerta.”

Ella gruñó. Agarré el mango con mi mano derecha, mi corazón latiendo como un tambor dentro de mi pecho.

Estúpida, estúpida, estúpida, pensé, por retar a la loca, pero era un poco demasiado tarde.

Moviéndose tan rápido que su cuerpo era una mancha negra brillante en la noche, ella avanzó y pateó. Pateó con la fuerza de un estruendoso tren de carga, y el dolor increíble que provocó doblo mis rodillas. Golpeé el suelo, incapaz de respirar, incapaz de pensar o sentir o reaccionar a nada menos el dolor aplastante en mi pecho. Una sola patada no podría haber dolido tanto, pero mi Dios, lo hizo. Un dolor que me rasgó me hizo pensar que nunca debería haber dudado de Celina Desaulniers.

Con una mano extendida para evitar que mi rostro golpeé el suelo, lágrimas corriendo por mi cara, agarré mi pecho con la mano libre, para arrancar el dolor, para arrancar el tornillo que evitaba que llegara aire a mis pulmones. Luché para respirar, y una ola de dolor, una replica mórbida, convulsionó mi columna.

“Ethan te hizo esto.”

Luché por aire, levanté la vista. Ella estaba de pie sobre mí, manos en sus caderas.

Apreté los dedos contra el concreto, contraponiéndome a su plan. “No.”

Inclinó la cintura, puso un dedo debajo de mi barbilla, la levantó. Oí un gruñido, me di cuenta que era yo, y cuando otro choque sacudió mi cuerpo, supe que si me golpeaba de nuevo, sería totalmente incapaz de defenderme.

Una patada y ya me había tirado, incluso después de dos meses de entrenamiento. Había usado una carnada, y yo la había mordido. Podría ser alguna vez tan fuerte como ella? Tan rápida? Tal vez no. Pero sería maldita antes de arrastrarme como un animal herido.

Entonces y allí, me juré a mi misma que nunca estaría arrodillada ante ella de nuevo.

Buscando aire, me abrí camino, una lenta, devastadora pulgada a la vez, tejido negro desgarrado en mis rodillas que habían sangrado cuando me caí al suelo. Celina observaba, un depredador disfrutando de los últimos suspiros de un animal herido.

O tal vez, más exactamente, una depredadora alfa disfrutando de su victoria sobre una hembra más débil.

Lentos, agonizantes segundos más tarde, estaba de pie.

Inhala.

Exhala.

Acuné mis costillas con la mano derecha, y levanté mis ojos a los suyos.

Brillantes, casi azul añil, que casi chispeaban de placer con la luz de la luna. “Él te hizo esto,” dijo. “Causó este dolor. Si no fueras una vampiro, si no te hubiera hecho-si te hubiera llevado al hospital en vez de cambiarte, convirtiéndote para sus propios propósitos-estarías en la universidad. Estarías con Mallory. Todo sería lo mismo.”

Sacudí mi cabeza, pero algo sobre eso sonaba a verdad.

Sería verdad?

En el medio del dolor, el echo que él me había salvado de ella, del asesino que había lanzado sobre mí, no cruzó mi mente.

“Confróntalo, Merit. Ve de lo que estás hecha.”

Sacudí la cabeza. Motín. Rebelión. Él es mi maestro. Yo no podría luchar contra él, no lucharía contra él. Ya lo había desafiado una vez, mi primera semana como vampiro y había fracasado. Había perdido.

“Él te dejó aquí para que te encontrara. Ambos lo hicieron.”

Mis costillas gritaron, probablemente rotas. Quizá una hemorragia interna. Una perforación de pulmón?

“Todo ese esfuerzo,” dijo, “solo para respirar. Imagina si hubiera sido una verdadera pelea, Centinela. Todo ese trabajo, toda esa práctica, y que tienes para mostrar?” Inclinó su cabeza, como si estuviera esperando que le respondiera, pero luego ofreció, “Él no te preparó para mí, cierto?”

“Púdrete,” me arreglé para soltar, agarrando uno de mis lados.

Arqueó una cuidadosa depilada ceja. “No dirijas tu ira hacia mi, Centinela, por enseñarte la lección que necesitas. Culpa a Ethan. Tu Maestro. El que se supone que debe preocuparse por vos. Prepararte. Protegerte.”

Ignoré las palabras, pero sacudí mi cabeza de todos modos, tratando de hacerme pensar, pero se estaba volviendo más difícil. El dolor fue difuminando las fronteras, forzando la reconciliación entre la especie que quedaba de mi humanidad, y la especie de depredador que vivía dentro de mí. No sabía lo que pasaría si dejaba a la vampiro echar una mirada pero no era lo suficientemente fuerte para mantenerla dentro, no con el dolor. El instinto era demasiado fuerte, mis defensas muy débiles. La había reprimido, y ella estaba cansada de ser relegada a un rincón profundo y oscuro de mi mente. Había sido vampiro por casi dos meses, pero me había arreglado para defender los restos de mi humanidad.

No más, la vampiro gritó.

“No luches contra eso,” Celina dijo, un toque de voyeurismo vigoroso en su voz.


El dolor era demasiado, la noche muy larga, mis inhibiciones muy bajas. Dejé de luchar. La deje ir.

La dejé respirar.

La dejé salir.

Rompió a través de mi sangre, el poder vampírico fluyendo a través de mí y como mantenía mis ojos en Celina, bloqueé las extremidades para evitar tambalearme por la misma, me sentí disociar. Sentí que ella movía mi cuerpo, estiraba y probaba los músculos dentro de mi cuerpo-y se hundía en él.

Merit desapareció.

Morgan desapareció.

Mallory desapareció.

Todo el miedo, el dolor, el resentimiento, de decepcionar a amigos y amantes y maestros, de desilusionar a aquellos que se suponía tenía que cuidar, de arruinar relaciones. La incomodidad de no saber quién era, qué rol debía jugar en este mundo-todo eso despareció.

Por un momento, en su lugar, quedó un vacío. El innegable atractivo de la nada, de la ausencia de dolor.

Y luego, las sensaciones que no sabía que había estado esperando por dos meses.

El mundo se aceleró, irrumpió en música.

La noche cantó-voces y autos y la grava y los gritos y las carcajadas. Animales cazando, personas hablando, peleando, cogiendo. Un cuervo sobrevolaba la zona. La noche brilló-la luz de la luna poniendo todo relieve más agudo.

El mundo era ruidoso-sonidos y olores que aparentemente me había perdido los últimos dos meses, los sentidos de un depredador.

Miré a Celina, y ella sonrió. Sonrió victoriosa.

“Has perdido tu humanidad,” dijo. “Nunca la recuperarás. Y no podrás defenderte. Tú sabes de quién es la culpa.”

Quise quedarme en silencio, sin decir nada, pero oí responderle, preguntarle, “Ethan?”

Un solo asentimiento, y, como si hubiera llevado a cabo su tarea, Celina (cortado)

El mundo exhaló.

Miré hacia atrás y vi, a pocos metros de distancia, el resplandor que salía de la brecha de la puerta de Cadogan.

Él estaba allí.

Tomé un paso, costillas todavía gritando.

Quería a alguien más a quién herir.

Comencé a caminar. Nosotras comenzamos a caminar, la vampiro y yo, de regreso a la Casa Cadogan.

En la verja, los guardias me dejaron pasar, pero pude escuchar los susurros, los oía hablar, informar a los vampiros en el interior.

El jardín frontal estaba vacío, la puerta entreabierta. Di pasos lentamente, uno a la vez, una mano en mis costillas, el dolor disminuyendo, la curación comenzando, pero todavía lo suficientemente profundo como para traer lágrimas a mis ojos.

Dentro, la Casa estaba silenciosa, los pocos vampiros congelados, mirándome fijamente mientras me movía entre ellos, determinada, mis ojos depredadores entornados por la dureza de la luz eléctrica.

Merit?

Oí su voz en mi cabeza.

Encuéntrame, le ordené, la puerta de su oficina abierta. Salió fuera, me miró, y se movió hacia delante.

“Tu me hiciste esto.”

No supe si me había oído, pero su expresión no cambió. Me alcanzó, se detuvo, sus ojos se ensancharon, y buscó en los míos. “Jesús Cristo, Merit. Qué te ocurrió?”

Mi espada silbó mientras la desfundé, y cuando la sostuve con las dos manos, sentí cerrarse el circuito. Cerré mis ojos, envuelta en la calidez del mismo.

“Merit!” Esta vez, había una orden detrás de las palabras.

Abrí los ojos, casi me estremecí, quise instintivamente cumplir la voluntad de mi Maestro, mi hacedor, pero luché, y a través de mis temblorosas extremidades, me obligué a controlar el impulso de cumplir.

“No,” me oí a mí misma decir, mi voz apenas un susurro.

Sus ojos se agrandaron otra vez, y luego miraron algo detrás de mí. Sacudió su cabeza, y me volvió a mirar. Su voz era baja, íntima, insistente. “Vuelve de esto, Merit. No quieres luchar conmigo.”

“Si quiero,” oí, en una voz que apenas era mía. “Encuentra acero,” ella le aconsejó.

Nosotras le aconsejamos.

Estuvimos de pie por un largo rato, en silencio, antes de que asintiera. Alguien le ofreció una espada, una katana que brillaba en la luz. La tomó, imitó mi posición-katana en ambas manos, cuerpo derecho.

“Si la única manera que vuelvas de esto es ser herido por esto, entonces que así sea.”

Se abalanzó.

Era fácil olvidar que había sido un soldado.

El perfecto corte Armani, la perfecta camisa blanca, y siempre brillantes zapatos italianos fueron más el uniforme cotidiano de un ejecutivo corporativo que del líder de una banda de trescientos veinte vampiros.

Ese fue mi error-olvidar quién era. Olvidar que él era la cabeza de la Casa Cadogan por una razón, no simplemente por sus políticas, no solamente por su edad, sino porque podía luchar, sabía cómo luchar, porque sabía como blandir una espada a través del aire.

Él había sido un soldado, había aprendido a luchar en el medio de una guerra mundial. Ella me había hecho olvidarlo.

Era increíble de ver, o lo hubiera sido, si yo no fuera el extremo receptor de sus cortes y golpes, patadas y (cortado)

Pero el dolor comenzó a ceder, y reprimida durante tanto tiempo, retenida por mis percepciones humanas, los temores y las dudas, ella-la vampiro-empezó a defenderse.

Y ella era más rápida.

Yo era más rápida.

Mi cuerpo se lanzó hacia él, y golpeé, usé la katana en mis manos para golpear, para forzarlo a moverse, para mover su propia espada de maneras que parecían relativamente incómodas.

No sé cuanto tiempo luchamos, cuánto nos perseguimos en medio de un círculo de vampiros en el primer piso de la Casa Cadogan, mi cabello mojado y enredado, lágrimas rodando por mi rostro, manos y rodillas ensangrentadas, costillas rotas, y las mangas de mi camisa hechas jirones en media docena de pedazos.

Sus brazos estaban igualmente cortados, sus giros y vueltas todavía no era lo suficientemente rápidos para evitar mis golpes. Cuando antes me estaba dejando jugar el juego, ahora se había movido lo suficientemente cerca para darme una oportunidad de hacer contacto antes de darse la vuelta para salvar su pellejo; la expresión de su cara-inexpresiva, concentrada-contaba la historia bastante bien.
Esta no era un juego de lucha, este era el verdadero reto, la pelea que había tratado de llevar con él meses atrás, la lucha que había evitado. Me debía una pelea, una verdadera, en reconocimiento al hecho que yo no había pedido ser un vampiro, pero había acatado su autoridad de todos modos porque él me lo había pedido. Esto era menos un desafío, pensé, que un pase de factura. Él era mi Maestro, pero había tomado mis juramentos y me debía una lucha. Una justa, porque estaba dispuesta a luchar por él. A matar por él. A tomar un golpe por él, si era necesario.

“Merit.”

Me sacudí el sonido de mi nombre y seguí luchando, esquivando y girando, sonriendo cuando giraba la espada hacia él, paré (cortado)

“Merit.”

Bloqueé su golpe, y mientras se orientaba y reequilibraba su cuerpo, miré detrás de mi, justo a tiempo para ver a Mallory, mi amiga, mi hermana, con la mano extendida, un círculo de llamas azules en ella. La giró, y vino hacia mí, y fui envuelta por las llamas.

Y las luces se fueron.

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Readers-Club Awards 2009!!

Hooola a todos! Esta vez no subo para traerles capitulos, aunque ya no queda casi nada :D
Esta vez es para pedirles que me ayuden en un concurso, el que nombré en el cbox

La cuestion es esta: http://readers-club1.blogspot.com organizó los Awards 2009 del mundo blogger ^^ y gana el blog que tiene más puntos, los puntos se ganan cumpliendo ciertos requisitos (que ya los hice) y que los seguidores del blog que participa, envíen sus votos al correo

readers-club@hotmail.com


Para que cada correo que mande un seguidor sea un punto, Y PONGAN en el correo:

asunto: voto por:
Luxdilune


en el mensaje escribir el nombre del blog participante y su direción:

http://luxdilune.blogspot.com


Y listo!! Un punto ganado

Luego el que tiene más puntos, osea más seguidores en fin GANA

Asi queeeee, por amor a nuestras traducciones XD voten please :D

Las recompensare de algún modo XD Les parece continuando con la saga??????
No se asusten, eso está en mis planes aunque no voten :P

Bessssos♥

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Friday Night Bites / Capítulo 22

CAPÍTULO VEINTIDÓS

DALE UNA OPORTUNIDAD A LA PAZ

Se interrogaron a través de los auriculares en el viaje de vuelta a la Casa Cadogan, pero me mantuve tranquila, la presión en mi cabeza obligando a quedarme en silencio. Apoyé la frente contra el frío cristal de la ventanilla lateral y escuché como discutían la lucha, el e-mail, los acontecimientos en la historia de Peter, que podría haber provocado su deserción al lado de Celina. La pérdida de un ser querido. Una lucha con un cambiaformas. El poder innato de Celina.

El aguacero de lluvia comenzó justo cuando Ethan estacionó el Mercedes en el sótano. Malik nos recibió en la puerta.

“Ellos están aquí,” él dijo. “En la oficina. Los Breckenridges y los Maestros.”

Ethan asintió, y tomamos las escaleras al primer piso.

“Lo hiciste bien,” dijo tranquilamente, mientras doblábamos la esquina hacia su oficina.

Dije mis gracias. Luc se nos reunió en el pasillo, después de haber conducido de regreso a la Casa con Lindsey, justo cuando Ethan entró en su oficina.

La habitación estaba llena de vampiros y cambiaformas.

Nick, en pantalones grises y una seductora polo negra, estaba de pie con su (cortado)

“Lo dice el hombre quien recurre a la extorsión para solucionar sus problemas familiares,” Ethan señaló.

Dolor de cabeza o no, tuve que morderme una sonrisa. Quién sabía que tenía eso dentro?

“Tomen asiento, caballeros,” Ethan dijo, extendiendo su mano hacia la mesa de conferencias. Scott, Noah, y Morgan ya estaban allí. Después de que los Brecks se dirigieran al final de la habitación y tomaran asientos frente a los vampiros, Ethan tomó su silla en la cabeza de la mesa. Luc, Malik y yo, lo seguimos, y nos mantuvimos de pie.

“Gracias a todos por haber accedido a reunirnos,” dijo Ethan. “Como Malik sin ninguna duda les ha explicado, hemos identificado y anulado la supuesta amenaza contra Jamie Breckenridge.” Miró a Papa Breck, cuyos rasgos fueron estirados en un confuso fruncimiento de ceño. “Un vampiro en nuestra Casa cayó bajo la influencia de un sobrenatural con una reputación menos que estelar. Al hacerlo, fue convencido de emitir una falsa amenaza contra Jamie, mientras al mismo tiempo nos advirtió de una amenaza de los Breckenridges contra nosotros.” Ethan se detuvo, luego juntó sus manos sobre la mesa, entrelazando los dedos. “Su intención, según hemos entendido, era fomentar la animosidad entre los vampiros y cambiaformas.”

Le tenía que dar un punto a los Brecks. Ellos ni siquiera pestañaron por el hecho de haber sido señalados.

“Gracias al esfuerzo de nuestro cuerpo de guardias y a nuestra Centinela, hemos sido capaces de detener al vampiro,” Ethan continuó, “Ha sido excomulgado y se encuentra actualmente de camino hacia el Reino Unido para su sentencia, como se hace en nuestro caso. Quiero subrayar que no hay ninguna indicación de que cualquiera, vampiro u otro, de la Casa Cadogan u otra, se propone seguir adelante con la amenaza contra Jamie. Sin embargo, ya sea real o no, esta amenaza ha sido neutralizada.”

“Quién?” Nick preguntó. “Quién hizo la amenaza, y quién dio la orden?”

Ethan arqueó una ceja imperiosa hacia Nick, quien se arregló, sorpresivamente, de dar en respuesta una mirada igual de tenaz. “Sullivan, no puedes pensar que voy a tomar simplemente tu palabra en esto y alejarme. No después de lo que pasó mi familia.”

“Entonces quizá,” Ethan dijo, “podríamos llegar a un compromiso.”

Silencio, luego, “Estoy escuchando.”

“La información relativa a ambos, el perpetrador y la persona que creemos emitió las órdenes es muy valiosa para nosotros.” Unió sus dedos sobre la mesa, luego levantó la vista hacia Nick. “Dicho esto, en aras de la buena voluntad entre nuestras respectivas organizaciones, estamos dispuestos a considerar un trato. Vamos a proporcionarte esta información, si nos das la palabra que no saldrá de esta habitación. Que no será proporcionada a otros cambiaformas, a otros seres humanos, asesores, funcionarios, etc. Tampoco, por supuesto, será proporcionada a la prensa en cualquier forma.”

Nick ladró una carcajada y miró hacia otro lado antes de levantar nuevamente la mirada hacia Ethan. “Soy periodista. ¿De verdad esperas que esté de acuerdo con eso?”

“Espero que si estás de acuerdo con eso, no tendremos necesidad de seguir investigando por qué los Breckenridges en general, y Jamie concretamente, fueron marcados como blanco en este incidente en particular. No tendremos ninguna razón,” Ethan dijo, “para seguir investigando por qué tu familia estaba tan dispuesta de saltar en defensa del joven Jamie.”

Los orificios de su nariz se agrandaron. Evidentemente, incluso aunque no supiéramos los detalles, algo andaba mal con Jamie. “Chantaje, Sullivan?”

Ethan sonrió en respuesta hacia Nick, con dientes. “Aprendí del mejor, Breckenridge.”

La habitación se quedó en silencio.

“Acordamos,” Papa Breck dijo rompiendo el silencio, “en los términos que tu especificaste.” Cuando Nick abrió su boca para hablar, Papa Breck lo silenció con un dedo. “Cerraremos este trato, (cortado)

Ethan asintió. “En ese caso, todos ustedes son testigos de los términos del acuerdo que hemos alcanzado.”

Hubieron asentimientos alrededor del salón.

“Antes de que terminemos esta ridícula fiesta de amor,” Nick dijo, sarcasmo en su gruesa voz. “Podríamos llegar al meollo? Quién envió el e-mail?”

Ethan lo miró. “Peter,” dijo. “Uno de nuestros guardias de la Casa. En cuanto al instigador, tenemos pruebas circunstanciales, aunque solo circunstanciales en este punto, que el plan en sí fue inventado por Celina.”

“Celina?” Nick preguntó, ojos repentinamente grandes. Le di puntos ya que entendía que tener a Celina como un enemigo era causa de preocupación. “Cómo-”

“Ella fue liberada,” Ethan terminó fríamente, “Y ya que ella tiene asuntos pendientes,”-inclinó la cabeza hacia mí-“esperamos que regrese a Chicago. No tenemos, sin embargo, ninguna prueba de que tenga algo contra su familia. Ustedes parecieron haber sido elegidos debido a lo que eran, digamos, estratégicamente convenientes.”

“Qué evidencia tienen de que ella está involucrada?” Scott preguntó, su cabeza inclinada curiosamente hacia un lado.

“Los correos fueron enviados de una cuenta que creemos que es su alias. Y Peter confesó el echo,” agregó naturalmente.

Scott hizo un bajo silbido. “Esto no pinta bien. Para nada bien.”

La habitación se quedó en silencio. Morgan, sorprendentemente, se mantuvo en silencio, pero una mirada en su dirección mostraba un anormal color pálido en sus mejillas. Su ojos eran grandes, su mirada intensa y centrada (cortado)

“Bueno,” Papa Breck dijo, levantándose de su silla. “Creo que eso concluye el asunto.”

Nick interrumpió el silencio. “Espera-quiero decir algo.”

Todos miramos en su dirección.

“Chicago tiene tres Casas,” dijo. “Más que ningún otra ciudad en los Estados Unidos. Es aquí donde los vampiros anunciaron su existencia al mundo, y se está convirtiendo en el centro de la actividad vampírica en los Estados Unidos. Chicago es el lugar, el centro, de los vampiros Americanos.

“Sé sobre las raves,” Nick continuó, y la sala se quedó en silencio suficiente como para escuchar caer un alfiler. “Quizá tenía una excusa antes. Cuando todavía estaban en la clandestinidad, cuando los vampiros era un mito y personajes de películas de terror, tal vez era conveniente pretender que las raves no eran nada más que producto de la imaginación desbordada de algún solitario ser humano. Pero las cosas han cambiado. Ésta es su ciudad. El Presidio lo sabe. Los vampiros lo saben. Las ninfas lo saben. Las hadas lo saben.

“Los cambiaformas lo saben,” dijo bajo, gravemente, luego dirigió sus ojos azules a los míos. No sabía qué vi exactamente allí; No estoy segura si tengo palabras para el sentimiento. Pero era un pozo sin fondo de experiencia, de vida, de amor y de pérdida. La riqueza de la historia humana, o tal vez la historia de cambiaformas, y un mundo resultante-cansancio, el la profundidad de ella.

Nick se levantó y quedó de pie frente a la mesa, manos en sus caderas. “Limpien su maldita ciudad, o alguien más lo hará por ustedes.”

Con eso dicho, apartó la silla, y se alejó. Papa Breck lo siguió, los vampiros quedaron callados hasta que Luc los escoltó fuera de la habitación y la puerta se cerró de nuevo.

Ethan puso sus palmas sobre la mesa. “Y con eso,” dijo, “Creo que hemos resuelto esta crisis en particular.”

“No estoy seguro a cuanta resolución hemos llegado,” Dijo Scott, empujando su silla hacia atrás, levantándose y volviéndola a su lugar en la mesa de conferencias. “No estaba listo para una ronda con el Trib ni con Tate, pero estas noticias de Celina no son exactamente reconfortantes, tampoco. Quiero decir, buen trabajo por resolver esto con tanta rapidez, pero hubiera preferido que Peter hubiera actuado por su cuenta.”
“Aunque yo hubiera preferido que Cadogan no fuera el campo de reclutamiento de Celina,” Ethan dijo oscuramente, “Tomo tu punto más amplio. También propondría que nos mantengamos en contacto en caso que alguna información sobre el regreso de Celina a Chicago-o de cualquier plan futuro-salga a la luz.”

“Acordado,” Scott dijo.

“Acordado,” Noah dijo.

Todos miramos a Morgan. Todavía miraba ausentemente la mesa, dolor en sus ojos. Tal vez finalmente le había llegado al corazón la verdad sobre Celina-acerca de los estragos que estaba aparentemente dispuesta a causar. Eso no podría ser una pastilla fácil de tragar.

“De acuerdo,” dijo bajo finalmente.

Ethan se levantó y se acercó a la puerta de la oficina al igual que el resto de los vampiros. La abrió, ofreció un saludo de despedida cortés a Noah, Scott, y Morgan, y cuando Luc, Malik, y yo nos quedamos en la habitación, nos dijo que podíamos irnos.

“Creo que hemos tenido suficiente drama por varios días,” Ethan dijo. “Tómense la noche, disfrútenla. Hablaremos mañana al atardecer.”

Luc, Malik y yo sonreímos entre nosotros, le sonreímos a Ethan.

“Gracias, Jefe,” Luc dijo, y se dirigió a la puerta.

“Lo que él diga,” Ofrecí con una sonrisa canina, y lo seguí fuera.

Di la vuelta por la esquina del vestíbulo antes de que Morgan me llamara por mi nombre. Estaba de pie en el vestíbulo, con las manos en los bolsillos, una mezcla de ira y derrota en su expresión y su postura.

“Podemos hablar?”

Asentí con la cabeza, formándose en el estómago de repente un nudo en anticipación de la próxima batalla. Abrió la puerta, y yo lo seguí. La niebla se levantaba en la calle, una brisa fresca que soplaba a través de Hyde Park.

“Por qué no me lo dijiste?” Preguntó cuando llegamos a la acera, su voz incómodamente alta en la tranquilidad de la noche. “Sobre la amenaza, la historia? Podrías haber venido a mí con cualquiera de estas cosas. Podrías habérmelo dicho cuando estábamos en la casa de tus padres.”

Miré a mi alrededor, y me di cuenta que cualquier vampiro, cerca de las ventanas de la fachada podrían escuchar nuestra conversación, y tomé su muñeca. Lo conduje por la acera y por la puerta, luego a la esquina de la calle, que estaba vacía de reporteros. Tal vez estaban fundidos en la lluvia, como tantas malvadas brujas.

“Estaba actuando como Centinela,” le dije, cuando pareció que estábamos lo suficientemente lejos de los orejudos vampiros para tener un poco de privacidad. “Estos eran asuntos de Cadogan.”

Morgan cruzó sus brazos. “Eran asuntos de la Casa. Todos teníamos derecho a saber.”

“Derecho o no, esa era decisión de Ethan, no mía.”

“Estás posicionada como Centinela. Actúas de manera que sea mejor para tu Casa. Y lo que es mejor para tu Casa es tu decisión, no la de Ethan.”

No estaba en desacuerdo con ese sentimiento en principio, pero no se lo iba a admitir a Morgan.

“Incluso si era una decisión mía,” dije, “era mi decisión, no tuya. Entiendo que te hubiera gustado tener esta información, pero ese no es mi problema. No estoy posicionada como Centinela de la Casa Navarro.”

“Oh, creo que todos lo tenemos claro, Merit.” Su voz estaba llena de sarcasmo. “Es bastante obvio donde se encuentra tu lealtad.”

Ya estaba cansada de tomar golpes por el equipo, así que devolví el golpe. “Y tu lealtad no se encuentra con Celina?”

Un rubor de color carmesí cruzó sus pómulos.

“Mírame a los ojos y dime que tu Maestra no tomó decisiones que involucraban ‘asuntos de la Casa.’ Y si sabías algo, sobre lo que ha hecho o cuán completamente fuera de quicio está, seguramente no compartiste eso con el resto de nosotros.”

Frunció el ceño. “No sabía nada que hubiera puesto a nadie en peligro. Hice lo que pensé que era lo mejor.”

“Y yo hice lo que pensé que era lo mejor.”

“Sí, por consentir a Ethan.”

Rodé mis ojos. “Jesús, Morgan. Él es el Maestro de mi Casa. Qué quieres que haga? Que empiece una rebelión? Si estuvieras teniendo esta conversación con uno de tus Noviciados sobre desobedecer tus órdenes, todavía los inducirías a hacer un motín?”

Morgan sacudió su cabeza. “Esto es completamente diferente.”

Era mi turno para bufar en desdén, y levanté mis manos, alimentada por la total irritación de esta conversación. “Por qué es diferente?”

Esta vez, contestó con furia, en altas, rabiosas palabras. “Porque es Ethan, Merit-es por eso!”

Un trueno resonó en la distancia, un rayo de espectacular iluminación zigzagueante a través del cielo.

Lo miré fijamente, sentí la respuesta de mi propio corazón, y vi la repentina reducción de sus pupilas. “Él es mi Maestro. Y sé lo que crees. Dejaste muy claro lo que piensas.” Es lo que todo el mundo piensa, agregué silenciosamente. “Pero es mi Maestro, mi jefe, mi empleador. Punto.”

Morgan sacudió su cabeza, apartó su mirada. “Eres ingenua.”

Cerré mis ojos, puse mis manos en las caderas, y traté de contar hasta diez para no cometer vampirisinato aquí en una linda acera de la ciudad de Chicago, por la que trabajaron duro para mantenerla limpia de cenizas. “Piensas que no soy capaz de juzgar por mi misma si estoy teniendo una relación con alguien?”

Se volteó nuevamente hacia mí, y me miró con ojos que pulsaban, por un momento, plateados en los bordes. “Francamente, Merit, no.”

Me perdí el subtexto, el hecho de que había de nuevo un círculo alrededor de nosotros, y respondí con sarcasmo, ironía. “Qué quieres que diga, ya que no vas a creer lo que te digo? Qué estoy enamorada de él? Qué vamos a casarnos y comenzar a tener niños vampiro?”

“Los vampiros no pueden tener niños,” fue la única cosa que dijo, y la frialdad en su voz-el echo que todavía no había considerado el impacto del cambio en mí convirtiéndome en madre-apagó la llama de mi vela. Derrotada, bajé la mirada al piso, y cuando otro trueno resonó por Hyde Park, envolví mi cuerpo con los brazos.

“Qué estamos haciendo, Merit?”

Pestañeé, levanté la vista hacia él. “Me estabas insultando porque piensas que manejé mal los negocios de la Casa.”

La expresión de Morgan no cambió, pero su expresión se suavizó. “Eso no era lo que quería decir.” Descruzó sus brazos, metió sus manos en los bolsillos. “Me refiero a nosotros. Qué estamos haciendo?”

Me di cuenta que no podía contestarle.

En ese preciso momento, la lluvia comenzó a caer de nuevo, comenzó a verterse en las hojas, una cortina plateada que reflejaba la barrera emocional entre nosotros. La lluvia cayó dura y rápido y nos empapó en segundos.

No tenía una respuesta para esta pregunta, y él no habló, por lo que nos quedamos allí de pie, silenciosamente juntos, nuestro cabello apelmazado por el agua, gotas de lluvia rodando por nuestros rostros.

Las gotas colgaban de las pestañas de Morgan, y el brillo del agua parecía afilar sus ya esculpidos pómulos. Con el cabello pegado contra su cabeza, él lucía, pensé, como un guerrero anciano que había sido atrapado en una tormenta, después de la caída de un enemigo en la batalla final.

Excepto, que en este caso, el último guerrero de pie lucía . . . derrotado.

Minutos pasaron mientras estábamos allí en la lluvia, silenciosamente enfrentándonos entre nosotros.

“No lo sé?” Finalmente dije, tratando de darle a las palabras un tono de disculpa.

Morgan cerró sus ojos, y cuando los volvió a abrir, tenían una expresión fría de resolución. “Tú me quieres?”

Tragué, lo miré fijamente con ojos que sabía que eran anchos y con remordimiento, y me odié a mi misma por no ser capaz de contestar con toda la convicción que sabía que se merecía, “Mi Dios, sí, te quiero.” (eso no se lo dice, solo se lo imagina) Abrí mi boca para darle una media respuesta, luego la cerré, decidiendo considerar la pregunta honestamente.

Yo quería lo que la mayoría de las personas querían-amor, compañerismo.

Quería a alguien a quien tocar. Quería a alguien que me tocara.


Quería a alguien con quien reírme, alguien quien se ría conmigo, me reía a mí.

Quería a alguien que mirara y me viera. No mi poder, no mi posición.

Quería a alguien que dijera mi nombre. Que lo dijera, “Merit,” cuando fuera tiempo de irnos, o cuando llegáramos. Alguien que le quisiera decir a alguien más, con orgullo, “Estoy aquí con ella. Con Merit.”

Quería todas esas cosas. Indivisiblemente.

Pero no las quería de Morgan. No ahora. Tal vez era demasiado pronto después de mi conversión a vampiro para tratar tener una relación; tal vez nunca sería el momento correcto para nosotros. No sabía la razón de ello, pero sabía que no sentía el tipo de sentimientos que debería tener.

No le quería fallar, pero no le podía mentir. Así que respondí bajo, “Quiero quererte.”

Era como tomar el camino fácil, la respuesta más insultante que había oído, y había salido de mis propios inconstantes labios.

“Jesús Cristo, Merit,” murmuró. “Que manera de ser equívoca.”

“Merezco una respuesta mejor que eso. Tal vez no eres la que me la pueda dar, pero merezco una respuesta mejor.”

“Por qué querrías más de mí? Ni siquiera confías en mí.”

“Podría haber confiado en ti, si hubieras confiado en mi un poco.”

“Me extorsionaste para que saliera con vos.”

“Está bien, Merit. Está bien. Simplemente llamémosle por lo que es, cierto?” Me dio una última mirada de disgusto, luego se alejó. Lo dejé ir, lo vi caminar por la acera y bajo la lluvia hasta que desapareció en la neblina de la misma.

No sé cuánto tiempo me quedé en el medio de la calle, la lluvia corriendo por mi cara, preguntándome lo que había hecho, cómo me las arreglé para arruinar la primera potencial relación real que había tenido en años. Pero, ¿qué podía hacer yo? No podía fingir emociones que no sentía, y no era tan ingenua como para negar la conexión entre Ethan y yo, incluso aunque ambos lamentáramos la atracción. Ethan me había besado, había querido darme un beso, y yo lo había permitido. Lo que sentía por Morgan, por mucho que disfrutaba de su compañía, la atracción simplemente no era la misma.

Lamentablemente.

La lluvia amainó, luego se disipó, la neblina opacando el barrio. Aparté el cabello mojado de mis ojos y estaba preparada para regresar a la Casa cuando lo oí.

Click.

Click.

Click.

Click.

El sonido de tacones sobre el concreto.

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Friday Night Bites / Capítulo 21

CAPÍTULO VEINTIÚNO

LE DAS AL MORDISCO UN MAL NOMBRE

Como suele pasar, el sol se puso nuevamente. Me duché y vestí, me paré delante de la mesa de conferencias en la Sala de Operaciones en mi negro Cadogan, con mi cinturón y katana, lista, preparada para, como Ethan había dicho, atrapar a mi colega.

Atrapar a Peter, por supuesto, no era la parte difícil. La parte difícil iba a ser convencer a Peter de que acusara a quien sea que hubiera estado en conveniencia con él, quien fuera la “ella” de la llamada telefónica a Nick o si era alguien más que tuviera información infiltrada acerca de los Breckenridges. La trampa, por supuesto era fácil. Habíamos enviado un correo desde una de las direcciones falsas de Peter haciéndonos pasar por la persona que sospechábamos que estaba guiando su mano-Celina-y le pedimos que se encontrara con ella en su lugar “usual.” Si mordía la carnada, confirmábamos que Celina era la manipuladora detrás de escena. Lo seguiríamos hasta el lugar de encuentro, y allí, lo atraparíamos.

“O eso es lo que se supone que pase,” le dije a los guardias, mis manos sudando mientras le explicaba el plan a los vampiros alrededor de la mesa de conferencias. Esta era, supuse, mi primer operación oficial como Centinela, y había un millón de cosas que podrían salir mal.

Entre otros potenciales problemas, nosotros habíamos obtenido acceso a (cortado)

El nombre humano de Celina.

Más importante aún, el correo electrónico estaba fechado una semana antes de que nos reuniéramos con Celina en North Pond y Ethan la hubiera enfrentado acerca de su papel en las matanzas del parque. Peter y Celina se habían comunicado, y lo habían hecho justo antes de que ella tratara de convertir a Ethan en una brocheta. ¿Coincidencia? Quizás. Seguramente no.

Pero incluso si Celina no había sido el instigador de esta nueva traición, el hecho de que ella y Peter se habían comunicado aumentó las probabilidades de que él estaría lo suficiente curioso como para morder el anzuelo, sobre todo porque se le había advertido que probablemente ella trataría de entrar de nuevo en Chicago. De cualquier manera, nos podríamos asegurar de que estaba fuera de la Casa, y nuestros vampiros estaban fuera de peligro-antes de que lo enfrentáramos.

“Lindsey,” Luc apuntó cuando terminé mi revisión.

Ella asintió. “Desde que Jeff no nos pudo hacer entrar en la cuenta existente ‘Marie Collette’, he creado una con un nombre de dominio diferente. Tiene por lo menos seis direcciones de correo operativas, por lo que no debería ser una sorpresa que Celina tenga más de una.”

“Hacemos lo que podemos con lo que tenemos,” Luc dijo. “Solamente lo necesitamos fuera de la puerta. Y el mensaje?”

Apreté un botón para que el texto apareciera en la pantalla de la pared frente a la mesa de conferencias, luego leí en voz alta: “Has sido comprometido. Encontrémonos en el lugar de siempre lo antes posible.”

“Lamentamos no haber podido escoger un momento específico, ya que no estábamos seguros de cuando leería el mensaje,” Juliet dijo. “Pero asumiendo que hemos hecho la hipótesis correcta, y que Celina está detrás de todo esto, no es un mal plan.”

Luc asintió, luego me miró. “Es tu operación, Centinela. Estás lista?”

Pensé en la traición en los ojos de Ethan y asentí, mano izquierda en el mango de mi katana. “Vayamos a atraparlo.”

Lindsey y Luc estaban en su SUV fuera de la Casa, un ojo en el auto rojo deportivo de Peter (que había sido marcado por la RDI con un dispositivo rastreador) , listos para seguir a Peter si él seguía nuestro plan. Me quedé de pie junto a la puerta del sótano, esperando con impaciencia a Juliet, que había sido asignada a conducir para nosotros. Su vehículo, un sedán negro, al parecer era menos visible que mi Volvo de color naranja, que Luc inmediatamente vetó como coche de vigilancia.

Oí pasos en la escalera y me puse derecha, pero no fue Juliet quien apareció doblando la esquina. Cabello rubio atado en la base de su cuello, su cuerpo metido en una remera negra de mangas cortas y jeans negros, katana en una vaina de color azul marino en la cintura, sonrió de tal manera que una esquina de su boca se levantó de manera consciente.

“No me mires tan sorprendida, Centinela,” dijo moviéndose más allá de mí para escribir números en el teclado. “No puedo, en buena conciencia, permitirte tener toda la diversión.”

“Dónde está Juliet?” Pregunté.

Ethan abrió la puerta del sótano y la sostuvo para mí.

“Estoy todavía dentro,” Dijo Julieta, su voz haciendo eco a través de mi pequeño aurícular mientras Ethan y yo caminábamos hasta el Mercedes. “Kel y yo estamos manteniendo un ojo en la Casa mientras ustedes cuatro juegan a la Magnífica Brigada vampírica. Y hablando de diversión, el idiota está todavía en su habitación y Kelley tiene un ojo en la cocina del tercer piso. Todos los demás están en su posición?”

“Auto número uno listo,” Luc dijo. “Y la Rubiecita está aquí, luciendo linda como siempre.”

Me tragué una sonrisa por las maldiciones que sonaron a través del aurícular.

“Tercer piso listo,” Kelley susurró.

“Auto número dos está listo,” Ethan dijo, pitando la alarma del Mercedes. Entramos y Ethan prendió el motor, ajustó su espejo, y nos dirigimos a la rampa.

“Enviando el e-mail en tres, dos, uno, enviado.”

No se oía nada, salvo el ruido de la puerta del garaje levantándose y el zumbido del Mercedes. Ethan sacó el coche a la calle, esta esquina todavía oscura y vacía de reporteros. Se dirigió a un lugar paralelo y estacionó. Esperamos.

Tomó treinta y siete minutos. Tiempo suficiente para que Peter comprobara su correo electrónico, tomara su espada y corriera hacia su auto deportivo rojo, que estaba estacionado fuera de la Casa. Luc y Lindsey estaban en el vehículo menos visible, por lo que fueron primero, saliendo a la calle unos cien metros o más detrás de Peter. Cuando ellos estuvieron un par de cuadras delante de nosotros, arrancamos, todos siguiendo a un presunto saboteador, que conducía hacia el este, y luego hacia el Lake Shore Drive.

Miré a Ethan, quien navegaba a través del tráfico para mantener a los autos delante de nosotros a la vista. Peter voló hacia el norte, al parecer deseoso de ver a Celina, o quienquiera creía que iba a reunirse con él. Si era Celina, me preguntaba si iba por propia voluntad-porque la amaba o creía en ella o algún pedazo indivisible de ambos-o porque había usado con él el glamour. Porque Peter, a pesar de todas sus fuerzas, no podía superar a Celina.

“Qué le vas a hacer?” Le pregunté a Ethan, mientras pasábamos junto al Lago.

“Hacerle?”

“Cuando confiese,” dije, mostrando absoluta confianza de que lo haría. “Qué le vas a hacer? Cuál será su castigo?”

“Excomunión,” Ethan respondió sin dudar. “Será expulsado de la Casa, despojado de su medalla. El mismo castigo que recibió en definitiva Amber, aunque sin su participación.”

“Qué más?” Pregunté, pensando que la excomunión era difícilmente suficiente castigo por una traición.

“El Canon prescribe la muerte por la traición de una Casa,” Ethan había dejado ir a Amber, a pesar de su traición; me preguntaba si Peter sería tan afortunado.

Como si leyera mi mente, ofreció. “Obviamente, no comparto la mayoría de los más arcaicos castigos. No es que no se lo mereciera.”

Retuve mi juicio sobre eso.

Seguimos por Lake Shore por kilómetros, pasamos por el Muelle y la Oak Street Beach, a continuación la North Avenue Beach.

“Jefe.” La voz de Luc resonó a través de nuestros auriculares. “Está tomando la salida. Fullerton. Cerca del Estanque Norte.

Las manos de Ethan se apretaron en el volante. Estanque Norte, situado en una esquina del Lincoln Park, era el lugar en el que habíamos disfrutado nuestro episodio Celina anterior, su atentado a la vida de Ethan, su intento de tomar el control de las otras Casas de Chicago. Entendía la duda de Ethan. Él casi había sido apuñalado, y yo casi había cometido vampirisinato. Ese había sido el gran final en el bullicio de nuestras semanas supernaturales ocupadas.

“La marina,” Luc dijo, “se dirige al puerto.”

“Diversey Harbor,” agregué. “A través del Cañón desde el Estanque Norte.”

Ethan siguió la SUV mientras hacía un par de vueltas a la derecha, pero se detuvo antes de entrar en el estacionamiento del puerto.

“Sigue,” le dije a Ethan. “Hasta el otro lado del estacionamiento.”

Ethan asintió. Pasamos una entrada, luego tomamos una segunda, las luces en el auto de Peter la única cosa moviéndose en el estacionamiento. Nosotros (cortado)

“Ya lo tenemos,” llegó el susurro de Luc. “Linds se queda en el auto en caso de que trate de escapar. Voy a pie. Se dirige hacia el bote. Voy a avanzar, pero me quedaré encubierto hasta su señal.”

“Eso está bien,” susurré, mientras Ethan y yo nos dirigíamos al sur al nuevo punto de encuentro. “Si lo podemos acorralar contra el Lago, quedarían menos rutas de escape.”

“Hazlo,” Ethan dijo.

Segundos de silencio siguieron, segundos en los cuales mi corazón latía contra mi pecho mientras Ethan y yo trotábamos hacia el bote.

“Estoy en el auto,” Lindsey dijo. “Luc está entre los árboles en el sur. Él está aquí, mirando a su alrededor, obviamente esperando por alguien. Se mantiene chequeando su reloj.”

“Esperándola a ella?” Ethan dijo en voz baja.

“A quién le sorprendería?” Pregunté en respuesta. Cuando nos acercamos lo suficiente para verlo-una larga figura contra la oscuridad vacía del Lago-me detuve y extendí una mano para parar a Ethan.

“Voy primero,” susurré.

Él frunció el ceño por un momento, pero luego cedió con un asentimiento. “Luc, vamos a mantenerlo en el medio.”

“Si, si, Centinela.”

Suspiré, y luego ajusté mis manos en el mango de la katana y solté el protector para el pulgar. Tres meses atrás, había sido una estudiante de postgrado parada ante una aula de estudiantes sin graduarse. Y hoy. . .

Hoy estaba parada como Centinela de una Casa de trescientos veinte vampiros. Una Casa antigua. Una Casa honorable. Una Casa que había sido traicionada por uno de los suyos.

No, corregí mentalmente-por otro de los suyos.

Peter volteó repentinamente, katana fuera y preparada delante de él. Detrás suyo, la rampa iba hacia abajo dentro del agua.

“Quién está allí?” gritó.

Detrás de mí, Ethan gruñó.

“Tus colegas,” grité en respuesta.

Salimos de las sombras de los árboles hasta las luces que iluminaban el barco.

Los ojos de Peter se ensancharon, una brisa de magia flotando a través del aire mientras su miedo crecía. “Qué están haciendo aquí?”
“Podríamos preguntarte lo mismo, Noviciado.” Ethan se paró a mi lado, su katana ya desatada.

Refrénate, Sullivan, mentalmente le advertí. Debe haberme oído, porque su katana cayó una pulgada.

“Sabemos por qué estás aquí, Peter,” le dije. “Sabemos que tu le enviaste el e-mail a los Breckenridges sobre la amenaza vampírica, y asumimos que tu le diste la información ‘anónima’ a la oficina del Ombud. No es mucho suponer que le has estado dando información a alguien sobre nuestra agenda social.”

Peter humedeció sus labios.

“La pregunta, Peter, es si querés cooperar o no.”

“No,” Ethan dijo. “La pregunta es por qué.” Las palabras fueron dichas suavemente.

La mirada de Peter cambió nerviosamente de mi a Ethan. “Liege.”

“No,” Ethan dijo, tomando un paso hacia adelante. “Has perdido el derecho de llamarme, de llamar a nadie, Liege. Peter Spencer, has violado el Canon y los pactos hacia la Casa Cadogan.”

Ya no era solo “Peter.” Ahora era “Peter Spencer.” Peter había recuperado su apellido. Eso no era tan bueno.

“No puedes hacer esto,” Peter dijo, una risa nerviosa en su voz.

Ethan se adelantó otro paso. Agarré el mango de mi katana con la mano derecha.

“Has violado tus responsabilidades para con tu Maestro, tus hermanos, y tu Casa, y has roto tus juramentos como un vampiro Noviciado.”

“Actúe en el mejor beneficio para los vampiros,” Peter dijo, apretando su katana. “Actúe cuando tu no lo hiciste.”

Ethan, advertí, sacando mi propia espada.

“Eres, por esto-” Ethan extendió su mano hacia el cuello de Peter. No, no su cuello. Su medalla. Ethan se extendió por el símbolo de Peter pronto-a-ser-ex – miembro de la Casa Cadogan. Su vínculo con el resto de los vampiros Cadogan.

“Está bien, basta!” dijo Peter, dando un paso hacia atrás y fuera del alcance de Ethan. “Para.” Miró a su alrededor, luego nuevamente hacia Ethan. “No lo entiendes, Sullivan. No entiendes lo que necesitamos, lo que ella nos puede dar. Somos vampiros!” Su voz se elevó, extendiéndose por todo el estacionamiento vacío, a través del lago y luego cayó de nuevo.

“Ellos se burlan de nosotros. Ellos son mortales, y débiles, pero se burlan de nosotros. Ellos nos sacarán nuestros derechos. Pero nosotros no podemos permitirlo.”

“Quién se burla de nosotros? Pregunté. “Los humanos?”

Peter me miró, frustración en sus rasgos. “Cambiaformas. Los simuladores.”

Y allí estaba la versión vampírica de la animosidad de Nick, pensé. Nacida de una disputa histórica, y así como arcaica.

“Ethan,” Peter dijo, “Keene está trayendo a los cambiaformas a Chicago. Están prácticamente en camino. No puedes dejar que la Casa Cadogan caiga. No por los cambiaformas, no por los humanos. No puedes dejar que nos convirtamos en una especie de parque de atracciones, un espectáculo vampírico. En la portada de revistas?” Escupió una maldición. “Somos mejores que eso. Somos inmortales. Podemos controlar la noche otra vez, pero tenemos que actuar.”

Cuánta de esta paranoia, le pregunté silenciosamente a Ethan, es Peter, y cuánta es la manipulación de Celina?

No tengo idea, respondió.

“Las Casas necesitan ser despertadas,” dijo Peter. “Hemos dejamos escapar a los cambiaformas por primera vez. Durante las Limpiezas, dejamos que evitaran sus responsabilidades como seres sobrenaturales. Ellos son nuestros enemigos, Ethan, y debemos recordar eso.”

“Estamos en paz,” Ethan dijo. “Con los humanos, con los cambiaformas.”

“Estamos en negación,” Peter retó. “Y es tiempo para que nos preparemos.”

“Es por eso que fueron enviados los mensajes? Es por eso que los Breckenridges fueron marcados como objetivo? Para desencadenar una guerra entre vampiros y cambiaformas?”

“Ellos fueron marcados como objetivo porque son débiles.” Los ojos de Peter brillaron plateados. “Ellos fueron marcados como objetivo para recordarle a Keene quienes somos. De lo que somos capaces. Para recordarle que Chicago es nuestra ciudad. Nuestro pueblo, y no lo cederemos. Especialmente no a los cambiaformas. A los simuladores.”

Como si hubiera hablado su grito de guerra, atacó, katana levantada. Murmuré una maldición, y mientras Ethan se apartaba, levanté mi propia espada para atacar. Ejecuté una media vuelta, girando la katana hacia arriba. Peter desafortunadamente, era mayor y un luchador con más experiencia. Se movió, luego llevó su katana horizontalmente contra mis rodillas. Salté, y por primera vez como vampiro, tomé vuelo, moviéndome con un salto que me llevó hasta el otro lado de Peter.

Alguien me tendría que haber advertido que podía hacer eso, le dije mentalmente a Ethan, luego llevé mi katana hacia abajo con un golpe. Peter encontró mi espada con la suya, la fuerza haciendo vibrar el acero y mi brazo.

Desafortunadamente, la vibración también despertó a la vampiro, como una mano en un hombro despertando a alguien dormido. Solté un suspiro, y la empujé hacia abajo, no queriendo perder el control de la lucha. Yo ya había visto lo mal que podía ir, habiendo detenido el bokken solo a milímetros de la cabeza de Catcher.

Peter y yo hicimos resonar las espadas una y otra vez mientras dirigíamos las katanas de un lado a otro, moviéndome hacia atrás por la rampa mientras él empujaba hacia adelante. El hormigón manchado por el agua y las algas, y yo luchando por mantenerme de pie mientras nos movíamos. Y lo peor-mi cabeza comenzó a latir con fuerza por el esfuerzo combinado de luchar contra sus ataques, haciendo mis propios avances, y tratando de mantener a raya a la vampiro.

“Celina ganará,” Peter dijo.

Y ahí está mi motivación, pensé. Con una explosión de energía que hubiera emocionado tanto a Catcher como a la Barbie aeróbica-pero lo cual hizo sentir más curiosa a la vampiro-me acerqué hacia la rampa, obligando a Peter hacia arriba y hacia atrás con cada golpe y empuje de mi espada. Volvió a tomar distancia y corrió hacia delante katana en el aire. Golpeé hacia abajo, pero se volvió hacia a mí, su propia katana cortando hacia arriba.

“Celina es nuestro futuro,” escupió otra vez, se volvió a mí mientras que la inercia nos forzó por los giros y nos distanció. Empujé la espada debajo de mi brazo derecho, pero él se apartó. Dejé caer mi mano izquierda de la espada y di la vuelta, levantando la katana y trayéndola alrededor mientras volteaba para enfrentarlo nuevamente. No acerté el golpe, pero Peter se tambaleó hacia atrás donde estaba Ethan, que le dio con la culata de su katana en la parte superior de su cabeza.

“Celina es viejas noticias,” Ethan dijo, voz plana, mientras Peter se desplomaba en el suelo. Bajé mi espada, con el pecho agitado por el esfuerzo de la lucha, Ethan se agachó y extendió su mano nuevamente.

“Por la presente quedas excomulgado,” dijo y luego arrancó la medalla del cuello de Peter. Ethan se puso de pie nuevamente, presionó la medalla contra sus labios, luego la lanzó en el Lago. Sin comentarios, sacó el celular de su bolsillo, marcó números, y lo levantó a su oído.

“Dile a los Brecks,” dijo. “Que la amenaza ha sido refrenada.”

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Friday Night Bites / Capítulo 20

CAPÍTULO VEINTE

EL RENACUAJO DE LA CAMADA

Aunque el resto de los vampiros estaban sentados alrededor de la mesa de conferencias, Luc se había acercado a la puerta y estaba apoyado contra el respaldo de un sillón de cuero cuando entramos. Aprecié el movimiento. De este modo, ambos podríamos escoltar a Jeff hasta la mesa, dándole protección desde los dos lados. Mientras Catcher me había asegurado una vez que Jeff podía cuidar de sí mismo, y habiendo visto la profundidad de la furia de Nick, no dudaba que lo podría hacer. Pero con veintiuno, él era más joven, por lejos, que todos en este salón, y el miembro de un grupo que no estaba alto en la lista de los favoritos de los vampiros en este momento. Incluso si no había mucho riesgo de que tuviéramos que usar nuestro armamento, esto aseguraba que los Maestros mantuvieran sus modales.

“Gracias por acceder a hablar con nosotros,” dijo Ethan, de pie y extendiendo una mano a medida que se trasladaba a la mesa. “Especialmente en tan poco tiempo.”

“No hay problema,” Jeff dijo ligeramente, tomando su mano. “Encantado de poder ayudar, supongo.” Se sentó en una silla vacía; y tomé asiento a su lado.

Ethan sonrió y se volteó al resto de la mesa. “Yo (cortado)

Presentaciones completas, Jeff miró a Ethan, luego a mí. “Entonces, qué quieren saber?”

“Como sabes,” comencé, “estamos investigando una amenaza contra Jamie Breckenridge que fue hecha supuestamente por los vampiros Cadogan. Pero no hemos sido capaces de encontrar a nadie-ningún vampiro-que le guarde rencor a Jamie.” Me detuve. “Creemos que los Breckenridges son cambiaformas.”

“Oh,” Jeff dijo, sorpresa en su expresión. “Bien.”

“Estamos tratando de descubrir,” continué, “si cualquier otro cambiaformas podría tener algor contra la familia.”

Jeff frunció el ceño. “No lo estoy siguiendo.”

“Jamie siempre ha sido un poco sin sentido, no lo dirías, Merit?” Ethan preguntó.

Asentí. “Creo que eso es justo.”

“Sin embargo, parece ser que la familia Breckenridge lo está rodeando. Nadie más, tan lejos como estoy enterado, sabe que los Breckenridges son cambiaformas. La teoría que estamos manejando es que quizá ellos lo están rodeando por una razón. Quizá Jamie es débil, tiene algún tipo de problema mágico. Y quizá algunos miembros de la Manada querrían hacer algo sobre eso.”

Jeff sacudió la cabeza. “Todavía no lo-” Luego se detuvo, boca cayendo abierta, shock y consternación, y peor de todo, dolor, en su expresión. Se recostó en su silla, como si la cuestión lo hubiera debilitado. “Wow.”

La habitación se quedó en silencio, miradas culpables cayendo sobre la mesa, vampiros incapaces de hacer contacto visual.

Un minuto o dos pasaron en silencio. Quise extender una mano, tocarlo, para confortarlo y para asegurarme, (cortado)
“Sin ofender, pero es por esto que a los cambiaformas no le gustan los vampiros,” Jeff dijo tranquilamente, llevando nuestros ojos hacia él. “El rumor, la especulación. Preguntarme en la cara-matan a los miembros de su Manada? Eso es insultante.”

Él me miró. “Sé que eres nueva y quizá no lo sabías,” dijo, luego miró a Ethan y al resto de los vampiros, “pero el resto de ustedes han estado por aquí. Seguramente lo saben.”

Ninguno de ellos, para su crédito, ofreció su ignorancia como una excusa.

“Ahora,” Jeff prosiguió, inclinándose hacia delante en su silla y poniendo sus codos en la mesa, “el hecho de que no exterminamos a los miembros-” nos dio a todos una mirada acusadora, sugiriendo que sabía exactamente cuales especies supernaturales lo hacía, y dada la espada a mi lado, pensé que tenía bastante razón-“no significa que no tenemos luchas internas en la Manda. Que Jamie no sea sacado a la luz no significa que es intimidado por miembros más fuertes de la Manada, esos supernaturales no utilizarían su debilidad, cualquiera que sea, en contra de él o de su familia.”

“Chantaje?” Pregunté.

“O extorsión. Ha pasado antes. ‘Dame lo que quiero, y me aseguraré que tu hijo esté protegido,’ ese tipo de cosas. Los miembros de las Manadas quienes están bastante abajo en los estándares tratan de sentirse mejor. Parte de donde están parados es, bueno, ustedes saben, inmutable. Cada cambiaformas tiene una forma primaria. Al animal al que ellos cambian. Los cambiaformas nacen de ese modo. La forma que un cambiaformas toma, no cambia. Nacen así, y eso afecta tu rango en la manada. Pero parte de eso es músculo, fuerza. Y esa fuerza determina que hacer con tu rango-te sientas, dejas que la Manada tome decisiones? O tratas de tener un rol, tratas de influenciar a Gabriel? Lo que pasa con el chantaje, (cortado)

“Porque ese es el tipo de acto que les hace parecer mucho más débiles-no ser capaces de manejar sus propios problemas?”

Jeff asintió hacia Scott. “Exactamente. Gabriel es el soberano de la N. A. Central, la Manada en como un todo, como una unidad. Él no está aquí para arbitrar las disputas familiares o lo que sea. Ese no es su papel.”

Ethan levantó un dedo. “A menos que se conviertan en conflictos de la Manada.” Jeff asintió. “Claro. Si se convierten en disputas de la Manada. Pero eso no pasa muy a menudo. Esa es la naturaleza de la manada. Nosotros nos ocupamos. Si provocas miembros desquiciados, tu te encargas por cuenta propia.”

Esas palabras, pronunciadas por un delgado programador de computadoras de veintiún años, se cernieron incómodamente en el aire.

“Jeff,” pregunté, “sabes algún plan específico para herir a Jamie, o alguna animosidad hacia los Brecks?”

“Ni siquiera sabía que eran cambiaformas hasta que me dijiste. No es que haya una lista o un radar o algo. Recuerda, nosotros todavía estamos en el. . . closet, supongo. Y mientras estamos agrupados en manadas, hay tan solo cuatro en EE.UU. , y eso es solamente geografía. Nosotros nacemos, no somos hechos como ustedes, por lo que operamos mas en un, supongo que ustedes dirían, nivel familiar.”

“Como la Mafia,” Scott sugirió.

“No somos así de malos,” Jeff dijo.

Ethan miró a su alrededor. “Si Jamie, de hecho, tiene algún tipo de daño mágico, esa información podría ser usada en su perjuicio por otras personas dentro de la Manada. Qué se puede extrapolar a partir de eso?”

“Si eso es verdad,” Jeff dijo, aunque creo que la pregunta había estado dirigida a los vampiros, “y alguien lo descubre, ellos habrán encontrando un disparador para los Breckenridges. Algo que podría completamente hacerlos explotar.”

“Algo que los hizo explotar,” Ethan corrigió oscuramente.

“Y si el dueño de esa información era un vampiro,” Luc dijo, miedo en su expresión, “ese disparador podría provocar una guerra entre nosotros.”

La habitación quedó en silencio.

Ethan suspiró profundamente, y luego miró alrededor a los supernaturales en la mesa. “Como tenemos apenas media hora antes del amanecer, si no tenemos nada más productivo para contribuir en el día de hoy, me pondré en contacto con la RDI y les pediré que suplanten nuestra investigación durante el día. Mientras tanto, por favor, sondeen lo mejor que puedan para determinar si alguien más tiene información pertinente que agregar. Sugiero que nos encontremos aquí, una hora después del atardecer, para compartir lo que hemos aprendido. Alguna objeción?”

“Es lo mejor que podemos hacer en un corto período de tiempo,” Dijo Scott, empujando su silla. Noah hizo lo mismo. Ellos asintieron con la cabeza hacia Ethan, y luego se dirigieron a la puerta. La salida de Morgan fue más lenta. Apartó su silla, se levantó y esperó que Noah y Scott salieran por la puerta, probablemente apurados por cubrir al sol que estaba amenazando con mirar por encima del horizonte. Morgan me miró, furia en sus ojos, a continuación, dirigió su mirada a Ethan. Caminó hacia él, se detuvo a pulgadas de su cuerpo, y susurró algo que allanó completamente la expresión de Ethan.

Sin mirarme otra vez, Morgan se alejó y salió por la puerta de la oficina, golpeándola detrás de él.

Ethan, todavía de pie en la cabeza de la mesa, cerró sus ojos. “Algún día, si se prepara para ello, él podría ser un líder de los vampiros. Dios prohíba que ese día llegue antes de que esté preparado.”

“Creo que ese día está aquí,” Malik murmuró para mí. Asentí de acuerdo, pero lamenté mi impacto en la interacción de Morgan con el resto de los Maestros. Había estado desconcertado por mí, y sin embargo había tratado de ser protector cuando saqué el tema de la rave. Realmente no sabía que pensar sobre eso.

“Jeff,” Ethan dijo, “gracias nuevamente por aventurarte dentro de la Casa Cadogan. Apreciamos la información más de lo que podemos decir.”

Jeff se encogió de hombros. “No hay problema. Estoy feliz de poder ayudar a corregir los echos.” Pero luego bajó la cabeza, la inclinó hacia mí, y susurró, “Sobre la otra cosa.”

Lo miré. “No aquí?”

Sacudió su cabeza, y asintió.

“Lo acompañaré fuera,” dije en voz alta, luego aparté mi silla. Jeff hizo lo mismo.

“Puedes irte,” Ethan dijo, caminando hasta su escritorio y descolgando el aurícular de su teléfono. “Los veré a ambos mañana.”

No fue hasta que estuvimos fuera de la Casa, medio camino entre la puerta frontal y la verja de hierro, que Jeff me detuvo con una mano en mi brazo. Miró a su alrededor, escudriñando con la mirada de un lado a otro. Parecía como si estuviera cubriendo la Casa.

“Evitando a los reporteros,” explicó, “y, sin ofender, pero los guardias-no me agradan.”

Ambos miramos a donde ellos estaba de pie, oscuros y severos, en la verja de Cadogan. Y en el momento justo, ellos simultáneamente miraron por encima de sus hombros hacia nosotros.

“Son un poco espeluznantes,” estuve de acuerdo, y luego volví la vista a Jeff. “Qué descubriste?”

“Bien,” dijo, ambas manos moviéndose mientras comenzaba a explicar, “tomó unos pocos intentos, pero me arreglé para rastrear la dirección de correo. La dirección IP te llevaba a un callejón sin salida, desafortunadamente. Demasiadas vueltas, e incluso si encontraba la dirección de origen, eso solamente me daría un lugar, verdad? No iba a decirme quien envió el e-mail.”

Pestañeé por un segundo. “Seriamente no tengo ni idea sobre lo que acabas de decir.”

Dejó de hablar y me miró, luego movió sus manos antes de empezar de nuevo. “No importa. La dirección de correo electrónico es la clave. El e-mail para Nick fue enviado desde una dirección genérica. El tipo que podes configurar de forma gratuita en la web. Me las arreglé para profundizar en ella, obtener los datos de la configuración original, pero la información era falsa. El nombre en la cuenta era Vlad.”

Rodé los ojos. “Eso nos apunta en la dirección correcta, supongo, pero no es muy creativo.”

“Exactamente lo que pensé, por lo que intenté algo más. Cada vez que creas una de esas cuentas genéricas, tenés que poner otra dirección de correo. Un lugar al que la empresa pueda enviarte la contraseña si se te olvida, o algo así.”

“Asumo que la otra dirección de correo era falsa, también?”

Jeff sonrió. “Ahora lo estás entendiendo. Penetré en seis cuentas diferentes.”

Lo interrumpí con una mano. “Espera. Cuando dices ‘penetré’, quieres decir, ‘hackeé,’ cierto?”

Jeff tuvo la gracia de ruborizarse. Era encantador, en su más alta forma ilegal. “Soy totalmente un sombrero blanco*” dijo, “no es que vayas a entender lo que eso significa, pero lo soy. Todo es por el servicio público, si lo piensas. Y yo soy un servidor público, de todos modos.”




*Hace referencia al héroe, al chico bueno que se especializa en computación.
Miré mientras racionalizaba, repentinamente dándome cuenta que el cielo comenzaba a ponerse rosa en los bordes. “Necesitamos apurarnos si es posible, J, antes de que me quede crocante. Qué es lo que descubriste?”

Su sonrisa desapareció. Jeff miró a su alrededor nuevamente, luego sacó un pedazo de papel doblado de su bolsillo. Su expresión hosca, pero me lo entregó.

“Esta es la cadena que descubrí,” dijo. “Todos los e-mails que pude encontrar, llevándome al correo original que es el último.”

Desdoblé el papel. No reconocí nada hasta que llegué al último nombre en la lista. Una dirección de correo que había visto antes, el nombre llevándose todo con él. Murmuré una maldición. “Esto no es lo que quería ver.”

“Sí,” dijo. “Supuse que estamos incluso en esos favores ahora.”

Me quedé de pie en el pórtico por un momento después de que Jeff se fuera, mirando fijamente a la puerta principal cerrada. Los símbolos estaban colocados por encima del umbral, la indicación de las alianzas de la Casa. Desafortunadamente, dada (cortado)

Incluso con sólo unos minutos hasta el amanecer, decidí que no era algo que pudiera postergarse. Me dirigí hacia las escaleras del sótano y a la Sala de Operaciones. Me equivocaba al suponer que Kelley podría ser la perpetuadora, según la investigación de Jeff, Kelley estaba limpia. No podía decir lo mismo del guardia que actualmente lo envió. De todos modos, este guardia estaba bajo la supervisión de Luc, por lo que opté por empezar con él. Además, no le iba a llevar de ningún modo esto a Ethan sin tener refuerzos.

Abrí la puerta y busqué en la habitación, mi corazón latía con fuerza en mi pecho mientras me preparaba a entregar las pruebas de la traición de un colega. Incluso tan cerca del amanecer, la sala rebosaba de actividad mientras los vampiros se preparaban para ceder el control de seguridad de la Casa completamente a la RDI.

Lindsey y Kelley estaban sentadas en sus estaciones con las computadoras. Luc estaba detrás de la silla de Lindsey, su mirada en el monitor mientras trabajaba, pero miró hacia atrás mientras yo cerraba la puerta.

“Centinela,” dijo, enderezándose. “No esperaba verte de nuevo. Qué pasa?”

“Dónde está Peter?”

Luc levantó sus cejas. “Probablemente de nuevo en su habitación. Él tuvo el turno temprano. Por qué?”

Saqué el e-mail. “Por qué él envió la amenaza.”

El salón se quedó en silencio, Lindsey y Kelley volteándose, ojos anchos, para enfrentarme.

“Esa es toda una acusación, Centinela.”

Miré a Lindsey. “Tienes una copia del correo electrónico de Peter que tenía la información de los reporteros?”

“Um, seguro,” ella dijo. Lucía confundida, pero abrió el archivo detrás de su computadora, y sacó la impresión de él, luego giró en su silla y me la entregó. La agarré, luego coloqué ambos pedazos de papel en la mesa de conferencias. Luc caminó hasta allí, brazos cruzados desafiantes sobre su pecho.

Apunté al primer documento. “Este es el e-mail de Peter sobre los reporteros.”

Luc revisó el e-mail, el ceño fruncido tirando de sus rasgos. “Seguro,” dijo. “Me lo envió de su dirección de correo de Cadogan. Yo lo imprimí.”

“Lo sé. Le di el e-mail con la amenaza contra Jamie a Jeff Christopher. Él la rastreó a través de múltiples direcciones, todas falsas. Pero al final de la cadena estaba ésta.” Presioné mi dedo contra la lista que Jeff me había dado unos minutos atrás y apunté al final del e-mail en la lista hacia la dirección de correo de Cadogan de Peter.

Silencio por un momento, y luego maldiciones sin mitigar.

“Hijo de puta.” Luc levantó la vista, mandíbula apretada, las ventanas de su nariz abriéndose mientras se daba cuenta de la traición. “Ha estado jugando con nosotros. Durante todo el tiempo, jugando con nosotros.”

Luc puso sus manos sobre la mesa, con la cabeza inclinada. Entonces, sin previo aviso, se apartó y golpeó de un puñetazo la mesa, una grieta que dividió al aire como un trueno-dejando un agujero del tamaño de su puño en la madera.

“Luc,” dijo Lindsey. Saltó de su silla y pasó un brazo alrededor de su cintura, su otra mano en su hombro. “Luc,” ella repitió, su voz suave.

Contuve una sonrisa; comenzaba a pensar que Lindsey protestaba demasiado sobre nuestro intrépido capitán guardia.

“Lo sé,” dijo, luego levantó la vista hacia mí, sus ojos flameando. “Él no está en esto solo. No para ponerse en contra de la Casa después de todos estos años. Si él está en esto, es porque alguien más está tirando de las cuerdas.”

Pensé en el “ella” que le había dejado un mensaje a Nick. “Lo sé,” le dije. “Creo que probablemente tengas razón sobre eso.”

“Sería demasiado para mí pedir que además de tener esta evidencia, tengas un astuto plan para atrapar a este pequeño idiota?”

Sonreí tímidamente. “Por supuesto que tengo un astuto plan. Soy Merit, después de todo.”

Dos minutos más tarde estábamos en el primer piso. Luc le había dicho a Kelley que enviara una actualización sobre la amenaza de los Breckenridges a la habitación de Peter, confirmando que todavía estuviera en la Casa. También alertamos al RDI, que se les dijo que lo detuvieran en caso de que tratara de huir.

La puerta de Ethan estaba cerrada. Luc golpeó sus nudillos contra la puerta, pero no esperó por una respuesta antes de abrirla.

Ethan estaba detrás de su escritorio, cerrando una laptop para prepararse para el amanecer. “Lucas?” dijo, cejas surcadas por nuestra entrada.

Miré a Luc, quien asintió, luego hice mi pedido. “Necesito el permiso para matar dos pájaros de un tiro.”

Ethan arqueó una ceja. “Necesitas mi permiso para matar aves?”
“Ella está hablando en serio, Ethan.” La voz de Luc era tranquila, severa, y se llevó la atención de Ethan. Me sorprendió, no estaba segura de haber oído nunca a Luc referirse a Ethan por su nombre.

Ellos intercambiaron una mirada, luego Ethan asintió y me miró. “Centinela?”

“Es Peter,” dije. “Él envió la amenaza a los Breckenridges.”

Observé cruzar una ola de emociones por su rostro, de la conmoción a la negación, de la negación a la furia que llenó el aire con un cosquilleo eléctrico, y entrecerró los ojos en rendijas de verde cristal . . . y luego plateadas.

“Tienes evidencia de esto, supongo?”

“Él envió el e-mail,” Luc dijo. “El mensaje para Nick que amenazaba a Jamie. Fue rastreado a través de un montón de direcciones falsas, pero se originaba en la dirección Cadogan de Peter.”

Ethan ajustó la mandíbula, y luego finalmente habló, su voz era baja, gruesa y peligrosa. “Envió un e-mail amenazador a un cambiaformas desde esta Casa?”

Se puso de pie, y empujó hacia atrás su silla con la fuerza suficiente (cortado)

Ethan caminó hasta la barra contra la pared, con la fuerza escurridiza de una pantera, agarró un vaso de la barra, y con una vuelta y un giro de su torso, lo lanzó al otro lado de la habitación. El vaso voló, luego se estrelló contra la pared del otro lado de la mesa de conferencias. Vidrio fracturado, roto, astillado y en el suelo.

“Liege,” Luc dijo, tranquilo pero grave.

“En mi Casa,” Ethan dijo, luego se viró hacia nosotros, manos en sus caderas. “En mi maldita CASA.”

Luc asintió.

“Dos traidores en mi Casa, Lucas. En la casa de Peter. Cómo? Cómo es esto posible? Hay algo que no les haya dado? Algo que les haya faltado?” Su mirada cayó a la mía. “Centinela?”

Bajé mi mirada al suelo, incapaz de soportar el dolor y la furia y la traición en ella. “No, Liege.”

“Liege,” Ethan murmuró, la palabra pronunciada como un chiste.

“Merit tiene un plan,” Luc soltó.

Ethan me miró, cejas levantadas, un poco de sorpresa apreciativa en su expresión. “Centinela?”

“Matar dos pájaros,” Le recordé. “Es muy tarde ahora, el sol se aproxima, pero creo que sé como podemos confrontarlo sin arriesgar al resto de los vampiros en la Casa. Lo tentaremos a salir.”

“Y cómo lograremos eso?”

“Le ofreceremos a Celina como carnada.”

Su mirada se volvió un poco malvada, como si excusara completamente la manipulación. “Haz lo que tengas que hacer, Merit.”

“Eso es un permiso?” Confirmé.

Lentamente, levantó su mirada hasta la mía, luego miró a (cortado)

El plan establecido, y el sol brillando en el borde del horizonte, regresé a mi habitación, encontré mi teléfono celular enojado y parpadeando. Mallory había dejado cuatro mensajes de voz, cada uno más conciliador, un poco menos furioso, que el anterior. Parecía haber dejado salir su vapor, pero yo no podía decir que el mío hubiera disminuido. El drama vampírico se había llevado toda mi atención, ciertamente, pero no había eliminado la pesada rabia. Yo no estaba dispuesta a hablar con ella.


Y eso no fue lo único que me esperaba. Pensé que, en primer lugar, el papel rojo en el suelo de mi habitación había caído desde el paquete de correspondencia que había traído de casa de Mallory. Pero sabía que no había habido un sobre carmesí en el suelo de madera, cuando me cambié de ropa hacía unas horas.

Era el mismo sobre que la carta enviada a lo de Mallory, pero esta vez iba dirigida a mí pero en la Casa Cadogan. La recogí, luego levanté la solapa. No había carta dentro esta vez, pero había algo más. Volqué el contenido en mi mano. Salió un rectángulo de plástico azul transparente del tamaño de una tarjeta de negocios. Llevaba una sola línea blanca delgada, la inscripción RG, y una flor estilizada de lis.

La tarjeta en mi mano, fui a la cama y me senté, luego puse el sobre en el edredón a mi lado. Volteé la tarjeta de un lado a otro, lo acerqué a la luz, trató de leer el reverso. nada.

Ambos sobres habían sido dirigidos a mí-uno a mi antigua dirección, uno a mi nueva. Alguien sabía dónde había vivido y había descubierto que me había mudado. Alguien que quería darme pedazos sin sentido de papel y de plástico? Se suponía que éstos eran mensajes? Pistas?

El sol elevándose, y mi tolerancia para los misterios agotada por este día, puse la tarjeta en la mesita de noche al lado de la cama. Me había puesto el pijama, uno de manga larga, una gran remera de los Osos-me aseguré que los postigos de la ventana estaban puestos y salté dentro de la cama.

Traducido por mi♥

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Friday Night Bites / Capítulo 19

CHAPTER NINETEEN

EL LLANTO DEL LOBO

Su primer movimiento fue el más mortífero, una sonrisa de placer infantil que se transformó en la más sexy sonrisa, la sonrisa más satisfactoria que había visto. Era una mirada de pura satisfacción de un depredador, la mirada de un cazador que tenía planeado, maquinado, y que había ganado su premio, que tenía a la presa en sus garras.

Que oportuno, pensé.

“Quédate quieta,” susurró, luego se inclinó nuevamente, los párpados cayendo mientras inclinaba su cabeza. pensé que me besaría, pero eso sólo fue para tentar, un preludio de la actividad que tenía en mente. Presionó su beso en la línea de mi mandíbula, luego en la barbilla, luego mordisqueó mi labio inferior, tirando de él con los dientes.

Cuando me liberó, me miró fijamente de nuevo, frotó su pulgar por mi pómulo. Me observó, me miró. Esta vez, cuando sus pestañas cayeron, me besó plenamente, metiendo su lengua en la caverna de mi boca.

Cerró sus manos alrededor del cabello de mi cuello, probando mi lengua con la suya, haciendo que participe, que luche, que haga nada, sino simplemente aceptar.

Cerré mis manos alrededor de las solapas de su chaqueta, tirando de él hacia (cortado)

Hubo un momento de consideración antes de decidir que no estaba lo suficientemente consternada por mis acciones para dejarlo ir.

Ethan.

No era ni siquiera un susurro, simplemente el llamado mental de su nombre, pero él gimió triunfalmente, sorbió mi lengua dentro de su boca, y la torturó con la fricción y el calor de ella.

Lo besé, le dejé besarme, le dejé apretar mis caderas, doblar sus dedos en la tela de mi camisa, deslizar sus manos alrededor de mi cintura y aplastarlas contra mi espalda, tirar de mí infinitamente más cerca. Hizo un sonido, algún ruido depredador que surgió de su garganta, y luego dijo mi nombre. Y esta vez, no era una pregunta sino un sonido de victoria, el reclamo de su premio.

Presionó más cerca, los dedos abierto y moviéndose lentamente hacia arriba. Mientras presionaba contra mí, sentí la elevación de su erección, su solidez contra mi estómago.

Acuné su rostro en mis manos mientras nos besábamos, en largos sensuales besos mordiscos, la gruesa seda dorada de su cabello cayendo alrededor de mis dedos.

Hasta que llamaron a la puerta de la biblioteca.

Ethan se alejó, una mano en su cadera, la otra en su boca, borrando toda evidencia.

“Sí?” Su voz era alta, un disparo de cañón contrastando con el vacío salón.

Pasé la parte posterior de mi mano por la boca. La puerta se abrió, la silueta de un cuerpo en el umbral, y luego entró Malik. “Ellos están aquí,” dijo, ojos posados en mí, con un atisbo de compasión tácita en ellos, luego miró a Ethan. “Salón frontal.”

Ethan asintió. “Llévalos a mi oficina. Estaremos allí en un momento.” Sin ni siquiera una mirada más, Malik asintió.

Retrocedí nuevamente hasta la mesa y mantuve mi mirada en los cuadernos y textos que comencé a recoger. Mi corazón martilleaba, la culpa que había apartado debido a Morgan, ahora inundando mi pecho.

Qué había hecho? Qué estaba, estábamos a punto de hacer?

“Merit.”

“No.” Terminé de amontonar los cuadernos, los recogí, agarré mi enfundada katana, y los sostuve contra mi pecho como un escudo.
“No lo hagas. Eso no debería haber pasado.” Ethan no respondió hasta que comencé a moverme hacia la puerta. Me detuvo con una mano firme en mi codo. Incluso entonces, una única ceja levantada fue todo la pregunta que obtuve. “Tu me entregaste a él.”

Sus ojos se ensancharon, instantáneamente. Estaba sorprendido, entonces, de que importara, que importara que Ethan me haya querido, por cualquiera de sus razones, a pesar de sus dudas, y que aún me hubiera entregado. A Morgan. Quien estaba esperando un piso por debajo de nosotros.

Aparté mi brazo y caminé hacia la puerta. Cuando la alcancé me detuve, volteé y lo miré, viendo su expresión estupefacta en su rostro. “Tomaste una decisión,” le dije, “Tendrás que vivir con ella.”

Después de un momento de obvio shock, sacudió su cabeza. “Tenemos visitantes.” Su voz era fría. “Vamos.”

Funda y papeles en mano, lo seguí fuera.


Ellos estaban en la oficina cuando llegamos-Morgan, Scott Grey y Noah Beck, todos en las sillas alrededor de la mesa de conferencia de Ethan. No había visto a Scott ni a Noah desde la noche en que había protegido a Ethan contra un vendría a ser golpe succionador lanzado por mi futuro ex novio una noche antes de que Celina intentara asesinar a Ethan. Parecía apropiado que nos estuviéramos encontrando nuevamente bajo las mismas dramáticas circunstancias.

Scott era alto con cabello marrón, vestido en jeans y una remera Cubs. Era un fanático del deporte, por lo que la ropa deportiva era usualmente el uniforme de la Casa Grey. En vez de usar medallas como lo hacían los vampiros de Navarro y Cadogan, la Casa Grey tenía jerséis.

Noah llevaba pantalones negros y una camisa térmica negra, las únicas ropas que siempre le había visto llevar. Noah era más bajo que Scott, lo cual no decía mucho ya que Scott llegaba probablemente a seis pies cuatro, pero Noah era más amplio de hombros. Noah claramente pasaba mucho tiempo en el salón de pesas. Y donde Scott tenía un tipo de atractivo de chico de fraternidad, ahora lucía una pequeña barba (perita, como se dice en mi país) debajo de su labio inferior, Noah era rudamente guapo. Su mirada era al igual, ruada vampíricamente, cabello marrón alrededor de sus grandes ojos azules, labios sensuales, y una barba de pocos días sobre su fuerte mandíbula.

Morgan estaba todavía en sus jeans y remera. También mantenía su chata mirada molesta, la cual me dirigió tan pronto como entré en la habitación.

Me sonrojé, la culpa elevándose alto y caliente por mis pómulos. Culpa y un poco de miedo. Había hecho la cosa que él tanto temía. Me había rendido ante la tentación que había predicho. Temido. Y podía apostar dinero a que todavía llevaba la persistente esencia de la colonia de Ethan.

Luc y Malik estaban de pie en cada extremo de la mesa, ambos en negro Cadogan. Ethan se dirigió hacia la mesa y se sentó a la cabeza, Luc estaba detrás de él.

Me moví hacia el otro extremo de la mesa, ofreciendo asentimientos a Noah y a Scott durante el camino. Cuando Malik tomó su asiento, me quedé de pie detrás de él.

“Caballeros,” Ethan dijo, “ como mencioné anteriormente, tenemos un problema. Necesitamos una solución. Y la necesitamos rápido.”

Expuso la amenaza de Nick, la demanda de veinticuatro horas y la investigación que estaba siendo llevada a cabo por Jeff. Y luego llegó lo personal.

“Hemos sido capaces de obtener esta información,” dijo, (cortado)

Cerré mis ojos, repentinamente exhausta por Ethan Sullivan.

Era una exoneración. Estaba tratando, incluso después de lo que acaba de ocurrir en la biblioteca, de darme una excusa para tomar a Morgan. De explicarle a Morgan que lo que parecía inapropiado-yo apareciendo del brazo de Ethan en un evento social-era actualmente un deber que él había requerido de mí, y uno completamente platónico.

Podría decirse que era una cosa bien pensada para hacer-un intento de reparar el daño que había provocado exigiéndome que lo acompañara a lo de mi padre.

Por otra parte, olía a cobardía. Él me quería, eso era bastante obvio, y esta no era la primera vez que lo demostraba. Pero me seguía pasando nuevamente a Morgan. Siguió esforzándose en mantenernos a Morgan y a mí juntos. Eso hacía alusión a un abismo de problemas emocionales que yo sabía que no me atrevería a explorar.

Pero lo había besado, había visto la mirada en sus ojos-el deseo, el triunfo-de haberme obtenido. Quizá Linds tenía razón, que había más debajo de la superficie fría, calma, de vampiro recatado. Pero era un riesgo . . .

Había navegado en mis pensamientos, de modo que cuando el sonido de mi nombre me sacó de ellos, me di cuenta que estaba a medio camino de levantar los dedos hacia mis labios, tocando el lugar donde nos habíamos conectado. Cubriendo, golpeé el dedo contra mi barbilla, esperando que luciera intelectual.

“Sí?” Pregunté a Ethan, encontré todos los ojos en mí. Morgan, en particular, parecía haber perdido un poco del fuego, aunque todavía parecía sospechar.

“Tienes algo que agregar a mi recuento?” Ethan preguntó. “Tal vez algo sobre la amenaza que contenía el e-mail?”

Incliné la cabeza obedientemente. “Es sangrienta,” dije. “Métodos son mencionados, algunos nuevos, otros de la vieja escuela. Pero no leí nada (cortado)

Ethan inspeccionó a los vampiros jefes de estado. “Alguno de ustedes tuvo éxito en descubrir algo acerca de esta amenaza?”

Las cabezas alrededor de la mesa fueron sacudidas.

“Agujero negro,” Noah dijo. “No tengo nada.”

“Ídem,” Scott dijo.

Morgan se inclinó hacia delante. “Entonces que hacemos ahora? Faltan dos horas para el amanecer, y solamente tenemos, que, un par de horas mañana a la noche.
Eso no nos da tiempo para una completa investigación, si incluso supiéramos con quién empezar.”

“El e-mail nos puede dar alguna dirección esta noche,” Ethan les recordó. “Estamos esperando la conclusión de esa parte de la investigación. En cualquier caso, tenemos que llegar a algún acuerdo antes de que nos separemos. El primer paso, creo, es hacer frente a la amenaza en la medida que podamos. Tanto Merit como yo les hemos dado a los Breckenridges la garantía de que la amenaza no provenía de la Casa Cadogan. ¿Pueden ustedes al menos hacer la misma promesa?”

“La amenaza no proviene de Grey,” Scott dijo secamente. “Como ustedes saben, no es nuestro estilo.”

“No es nuestro estilo, tampoco,” Morgan dijo, su voz estaba un poco enfadada. “Los vampiros Navarre no amenazamos humanos.”

No más, pensé, Ethan y yo compartiendo una mirada de complicidad.

“Sabes que no puedo hacer ese tipo de promesa,” Noah dijo. “No tengo ese tipo de autoridad sobre los vampiros independientes. Solamente soy un delegado para propósitos informativos. Eso dicho, no se nada sobre la familia Breckenridge, y ciertamente no he escuchado nada en las tuberías. Si los vampiros fuera de las Casas están involucrados en esto, yo no estoy enterado de ello.”

“Es exactamente por eso el porqué tenemos Casas,” Morgan murmuró, en su silla. “Para prevenir situaciones como estas.” Unió sus manos detrás de su cabeza, y le dirigió una mirada a Ethan. “Entonces (cortado)

“Improbable,” dijo Ethan. “Ellos van a querer obtener información específica en cuanto a la amenaza, como quien hizo la llamada telefónica, y también quien envió el e-mail-”

“Entonces si no lo descubrimos, estamos perdidos,” Morgan concluyó. “Él publicará esta historia, y estaremos perdidos. Van a reiniciar las audiencias, pasar cualquier mierda de legislación que han estado considerando, y nos encerrarán dentro de nuestras Casas por lo que dure la noche.”

“Un paso a la vez,” Ethan dijo calmadamente. “No hay necesidad de saltar a conclusiones.”

“Oh, no utilices esa porquería de Maestro ‘Soy el experto’ en mí, Sullivan. No soy tan viejo como vos, pero no soy un novato, tampoco.”

“Greer,” Scott advirtió. Scott, por lo que había aprendido de mis investigaciones, era relativamente un nuevo Maestro. Pero todavía tenía más poder, más experiencia, que Morgan, y el tono de su voz era un obvio recordatorio de ese echo. Era la primera vez que escuchaba a Scott usar su rango, y eso lo hizo mucho más efectivo.
Morgan reprimió cualquier réplica que había planeado, y se sentó nuevamente en su silla, ojos estrechos, mirada sobre la mesa frente a él. Quizá no era la única que no estaba manejando bien las transiciones. La mía, de humana a vampiro. La suya, de Segundo a Maestro.

“Podemos ofrecer garantías en cuanto a las Casas,” Ethan dijo, recapitulando el acuerdo al que habíamos alcanzado hasta ahora. “Qué más?”

“Actualmente,” Scott dijo. “Tengo una pregunta.” Miró a Morgan. “Aunque con esto no quiero faltarte el respeto, tenemos una nueva lista de raves, amenazas contra nosotros, alguien difundiendo cierta desagradable información sobre cuán manipuladores somos. Eso nos conduce-a nosotros irritándonos entre nosotros. ¿Cuáles son las posibilidades de la participación de Celina?”

La mandíbula de Morgan se tensó.

Ethan y yo compartimos una mirada. “No creo que tengamos fuertes pruebas de todos modos,” dijo, aparentemente decidiendo no levantar la (cortado)

“Y cuánta de esa discordia es personal, Sullivan?” Morgan se inclinó hacia delante, volteó su cabeza hacia Ethan. “Puedes ser realmente neutral sobre Celina?”

Ethan arqueó una sola ceja. “¿Neutral? ¿Sobre Celina? ¿Sus acciones hasta ahora sugieren que sea tratada con neutralidad?”

De acuerdo, pensé, dado que la mujer trató de matar a Ethan y trató de tenerme a mi muerta. Tenía muy específicos, y muy concretos sentimientos sobre Celina Desaulniers. Neutralidad no estaba ni siquiera en el menú.

“Mira,” Noah dijo, “a pesar de sus actos anteriores, antes de involucrarse demasiado en una venganza personal, yo estoy con Greer. Si no tenemos pruebas de cualquier modo, entonces vamos a dejar de lado la asignación de culpa a nadie en particular. El GP la soltó, por lo que estamos sobrepasando nuestros límites si miramos de cerca-ustedes saben como funciona.” Yo no, pero el comentario me hizo dudar. Lo agregué a mi lista de quehaceres bibliotecarios.

“Así que la única cosa que obtendríamos centrando nuestra atención en Celina es agobiar a Greenwich o perder tiempo limitado en una dirección que no tiene el capital político para seguir.” Noah sacudió su cabeza, y se recostó en su silla. “No. No es que crea que es una santa, pero sin detalles, yo digo que hay que mantener la investigación abierta en este punto.”

Scott se encogió de hombros. “Definitivamente no es una santa, pero estoy de acuerdo. “Solté esto para probar las aguas. Si no tenemos evidencia, mantengamos nuestro enfoque más amplio.”

“Eso está decidido entonces,” Ethan dijo pero esa línea de preocupación se había establecido entre sus cejas. Los comentarios no sugerían que Scott o Noah apoyaran ciegamente a Celina, pero necesitaban ser convencidos de su culpa. Esa carga, al parecer, estaba en nosotros.

“Volviendo a los Breckenridges,” Luc sugirió. “Debe haber algo que nos falta. ¿Por qué esta familia? ¿por qué ahora? Si tenían información sobre Jamie y la están usando para conseguir algo de los Brecks, ¿por qué involucrarnos? ¿Cuál es la conexión entre los Brecks y los vampiros? Por qué la animosidad?”

Animosidad.
Esa era la palabra que lo hacía, que forzaba a las piezas del puzzle a encajar en su lugar.

Pensé sobre las preguntas de Nick fuera de la Casa, luego el laberinto.

Luego el hormigueo de magia, el odio en sus ojos.

El movimiento en la maleza, y el animal que me observaba a través de los árboles.

El mismo hormigueo que había sentido en la oficina de Papa Breck.

El obvio prejuicio, el odio hacia los vampiros.

Circulando sus fuerzas alrededor de Jamie, protegiéndolo.

“Ellos no son humanos,” dije en voz alta, luego levanté la vista, encontrando la mirada de Ethan.

“¿No son humanos?” Scott preguntó.

Ethan me miraba fijamente, y vi al instante que entendía. “La animosidad. La desconfianza hacia los vampiros.” Asintió. “Debés estar en lo correcto.”

“¿Qué están diciendo?” Morgan preguntó.

Ethan todavía me miraba, asintió, dándome aliento para tomar la cabeza, para anunciar la conclusión. Miré alrededor del salón, encontré sus miradas. “Ellos son cambiaformas. Los Breckenridges son cambiaformas.”

Por eso había sentido el cosquilleo de magia en torno a Nick. Era una cambiaformas. Y a diferencia del vampirismo, ser un cambiaformas era hereditario, entonces él era uno al igual que su padre, y como sus hermanos. Todos unidos en lealtad a Gabriel Keene, la cúspide, el alfa, de la Manada Central de Norteamérica.

“El animal de visita en la rave,” dije, recordando el cosquilleo de animal y magia. “Ese debió haber sido Nick.”

Morgan giró bruscamente su cabeza hacia mi dirección. “Fuiste al lugar de una rave?” Se inclinó hacia delante, palmas sobre la mesa, y luego volvió la cabeza hacia Ethan. “La llevaste al lugar de una rave? Ella apenas tiene dos meses de edad, por el amor de cristo.”

“Ella tenía su espada.”

“Y repito, ella apenas tiene dos meses de edad. Estás tratando de que la asesinen?”

“Tomé una decisión basado en el conocimiento de sus habilidades.”

“Jesús, Sullivan. No te entiendo.”

Ethan apartó su silla, se levantó y se inclinó sobre la mesa de conferencia, los dedos abiertos sobre la mesa. “En primer lugar, nunca pondría a Merit en una situación que no creería que podría manejar. Además de esto, ella estaba conmigo, como Catcher, y Mallory Carmichael, quien, como hemos comentado, está entrenando sus poderes que son lo suficientemente fuertes como para ofrecer protección a las personas dentro de su círculo. Y entiendo que la Orden está estableciendo su presencia en Chicago para ser capaz de aprovechar sus habilidades.”
Eso hizo ponerme más derecha. Al parecer, los viajes de Mallory a Schaumburg eran un poco más significativos de lo que me había hecho creer.

Se inclinó un poco más hacia delante, calcinó a Morgan con una mirada que me hubiera enviado a un rincón lloriqueando, con el rabo entre las piernas, y arqueó una ceja imperiosa.

“En segundo lugar, te lo he dicho una vez, y esta va a ser la última que te lo diga. Necesitas recordar tu posición. No voy a discutir la edad ni el prestigio de tu Casa, Greer. Pero has sido Maestro durante menos tiempo que Merit ha sido un vampiro, y deberías recordar que le debes tu Casa a ella, porque tu anterior Maestro atentó contra mi vida.” Se detuvo, pero la mirada en sus ojos decía suficiente (cortado)

La habitación quedó en silencio. Después de un minuto, Morgan estrechando la mirada-y Morgan mirando fijamente y desafiante-Ethan lentamente levantó sus ojos verdes hacia mí, y vi algo diferente en ellos.

Respeto.

Mi estómago dio un vuelco por la fuerza de esa mirada, por ser vista como un igual por alguien quien previamente me había visto como algo de mucho menos valor. Nos habíamos convertido en un tipo de equipo, un dúo Cadogan unidos contra nuestros enemigos.

“Ahora,” Ethan dijo, de regreso a su asiento. “Si son cambiaformas, cómo informa eso nuestra investigación?”

“Tal vez está protegiendo al miembro más débil,” concluyó Luc. “Ellos han estado vigilando a Jamie, protegiéndolo, de esta supuesta amenaza en su contra. Y por lo que he entendido, eso es inusual para los Brecks. Jamie previamente había sido la oveja negra. El sin sentido. Tal vez es por eso que escogieron a los Breckenridges. Tal vez alguien sabe algo acerca de Jamie, piensa que eso hace a la familia vulnerable.” Él frunció el ceño. “Jamie podría tener un fallo mágico. Quizá no se pueda transformar completamente, quizá no pueda cambiar a su voluntad. Algo de eso.”

“Si eso es verdad, Papa Breck tiene un problema,” Ethan concluyó.

“Y ya que Jamie todavía está vivo, Papa Breck tiene un secreto,” Luc terminó.

Fruncí el ceño hacia Luc. “Qué quieres decir, ya que Jamie todavía está vivo?”

“Las manadas son estrictamente jerárquicas.” Explicó Noah. “El más fuerte de los miembros lidera la Manada, el más débil sirve, o son sacrificados.”

Sacrificado. Un modo político de sugerir que los polluelos de las manadas eran asesinados. “Eso es . . . horrible,” dije, mis ojos ensanchados.

“En términos humanos,” Noah dijo, “Quizá. Pero ellos no son humanos. Ellos son regidos por diferentes instintos, tienen diferentes historias, diferentes retos en sus historias.” Encogió un hombro. “No estoy seguro si está en nosotros juzgarlos.”

“Matar a los miembros de tu sociedad?” Sacudí la cabeza. “Estoy bastante cómoda juzgándolo, independientemente de su historia. La selección natura es una cosa, pero esto es eugenesia, es Darwinismo social.”

“Merit.” Ethan dijo. Había un reto suave en su voz. “No es ni el momento ni el lugar.”

Cerré la boca, acepté las críticas. Oí un bufido de disgusto de Morgan del otro lado de la mesa, asumí que estaba en desacuerdo con la reprimenda y conmigo obedeciéndola.

“Dejando de lado la ética,” Ethan dijo, “Jamie es claramente todavía parte de la familia. O Gabriel no lo sabe, o lo sabe y no le importa.”

“Jesús Cristo,” Scott dijo, refregando sus manos por la cara. “Era bastante malo cuando éramos nosotros contra el Trib y la Ciudad de Chicago, pero ahora nos vamos a enfrentar con la maldita Central de Norteamérica? Greer tenía razón,” dijo, preocupación claramente en su rostro. “Estamos jodidos.”

“Sugerencias?” Ethan preguntó.

“Déjame hacer una llamada telefónica,” dije, suponiendo que ya le debía un favor a Jeff. Otro más no iba a herir a nadie.

Ethan me miró por un momento, tal vez decidiendo si estaba deseoso de confiar en mi juicio. Asintió. “Hazlo.”

Me ofrecí a encontrar a Jeff en la puerta de la Casa Cadogan. Me imaginé que apreciaría la atención personal y estaría un poco más cómodo en una Casa de vampiros si tenía su propia guardia personal y asistente. Al menos, así fue como se lo expliqué.

Me quedé de pie en el umbral, brazos cruzados, esperando que el RDI (cortado)

Trotó por la escalera del pórtico y me encontró en la puerta abierta. Había un poco más de adoración en sus ojos con la que me sentía cómoda, pero Jeff nos estaba haciendo un gran favor-particularmente como un cambiaformas, caminando dentro de la guarida de sus enemigos-así que me aguanté.

“Hola, Merit.”

Le sonreí. “Ya era hora de que llegaras. Alguna novedad sobre el e-mail?”

“Sí,” dijo, lanzando una mirada preocupada dentro de la Casa. “Pero no aquí. Demasiados oídos.”

Su respuesta no auguraba nada bueno, pero tomé la pista. “Aprecio que hayas venido hasta aquí. Y pasar tu noche averiguando de donde provino el e-mail.”

“Es por eso que ellos me llaman el Campeón*.”

Solté una risita y me moví a un lado para dejarlo entrar a la Casa. “Desde cuando ellos te llaman el Campeón?”

Se detuvo en el hall de entrada mientras cerraba la puerta detrás de nosotros, y me dio una sonrisa. “Recuerdas cómo vos y yo estamos saliendo?”

“Cierto.” Dije solemnemente. “Cómo está yendo eso, por cierto?” Apunté el camino hacia la oficina de Ethan y caminó a mi lado, estudiando la Casa y a los vampiros dispersos.

“Bueno, ellos me llaman el Campeón. Quiero decir, mi trabajo es el sufrimiento, de todos modos.”

“Lo es ahora?”


Llegamos a la puerta cerrada de la oficina, y Jeff pasó una mano a través de su cabello. Nervios, imaginé, pero él me miraba, se rió.

“Si, tu tiendes a ser una. . . distracción. Tu sabes, con (cortado)

“Cuando entremos, soy tu Centinela, también.”

Esta vez sonrió, pensé que un poco de la tensión había desaparecido de sus hombros.

“Y sabes qué?” Le pregunté, agarrando el mango de la puerta.

Pasó una mano por su cabello otra vez. “Qué?”

“Tu eres sin duda mi cambiaformas favorito.”

Jeff rodó sus ojos. “No es que niegue mi atractivo varonil, pero soy el único cambiaformas que conoces.”

“De echo Jeff, ese es nuestro problema.” Abrí la puerta, y entramos.

*juega con la palabra en inglés, “Champ”, es la abreviación de “Champion” que significa campeón, pero champ también significa mordisco-morder.

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