Twice Bitten: Capítulo FINAL

CAPÍTULO VEINTICUATRO

DERRUMBANDO LA CASA

Era algo bueno que no estuviéramos cerca del amanecer, ya que mi viaje a casa era al aire libre. Me llevó un momento usar el teléfono del bar y hacer una llamada propia telefónica mientras Gabriel preparaba su moto. Para el momento en que salí fuera, él estaba sentado en su motocicleta india, una baja y larga línea de cromo brillante, de cuero negro con tachuelas y esmalte plateado.

Saqué el casco extra de la parte trasera de la moto, luego balanceé una pierna encima de ella.

“Has montado antes?”

“No desde hace un tiempo,” dije.

Gabriel bufó, luego aceleró el motor. “Entonces sugiero que te agarres fuerte.”

Me coloqué el casco, subí, y envolví mis manos alrededor de su cintura.

“No así de fuerte, Gatita. Sólo iremos a Hyde Park.”

“Lo siento. Lo siento.”

La moto tronó, un hueco y sordo sonido. Pero incluso por encima de su estruendo, creí oírlo murmurar, “Vampiros.”

Diez terroríficos minutos después-de un viaje que debería haber tomado veinte-regresamos a Hyde Park.

Gabriel condujo como si el fuego del infierno estuviera en su cola. Por la columna de humo que podíamos ver elevándose del barrio incluso a cuadras de distancia, me preocupé de que así fuera. La calle estaba desenfrenada-camiones y motos estaban estacionadas en el medio, probablemente para mantener alejados a los policías, que no estaban en ningún lado a la vista. Pero los paparazzi abundaban, tomando fotos de los vehículos y de los cambia-formas que emergían de ellos.

Y, más importante, por el humo que se elevaba del primer piso de la Casa.

Mi pecho se sintió vacío. Yo era la Centinela. Esta era mi Casa. Y había sido engañada para dejarla sin seguridad-dejando a los vampiros dentro sin seguridad.

Dios, por favor permítele a él estar a salvo, recé, sacando mi daga de su vaina y saltando antes de que Gabriel tuviera tiempo para detenerse. Gritó detrás de mí, pero ya estaba corriendo, daga en mano.

Sólo avancé pasos antes de que un cambia-formas viniera hacia mí, llevando una katana que probablemente había robado a uno de nuestros vampiros. Mi ira vampírica aumentó rápidamente y fieramente, me dejé caer sobre una rodilla, colmillos descendidos, y obligué al atacante a saltar sobre mí. Cuando tropezó en el aire, le dí un codazo en su pecho y tiré de la katana de su puño suelto.

Me levanté de nuevo y balanceé la katana en mi mano, su peso confortante incluso aunque no fuera mía. Me volteé hacia el hombre, quien había rodado hasta detenerse, pero en el más inoportuno lugar-en las botas del Ápice predador de la Manada Norteamericana Central.

“Yo me ocupo de este, Gatita,” Gabe dijo, sus mirada estrecha en el cambia-formas ante él.

Esperaba que el hombre tuviera suficiente sentido común para permanecer abajo.

Con un asentimiento en reconocimiento, comencé una carrera, katana ante mí, y con las sirenas finalmente sonando detrás.

Esperé, que fuera el departamento de bomberos, si todavía esperaba tener un lugar para dormir antes del amanecer.

Mientras derrotaba a dos cambia-formas atacantes más, traté de tranquilizar mi mente lo suficiente para conectarme con Ethan. Pero aunque llamé su nombre dos veces, luego tres veces, no pude encontrarlo.

Él no me respondería.

Hice mi camino a través de los merodeadores de la verja frontal de la Casa, y encontré a Luc allí con dos hadas, los tres conteniendo a la multitud de cambia-formas que estaban tratando de entrar. Dado el humo, algunos debían haberlo logrado, o bien se habían colado por encima del muro en otras partes del terreno.

“Luc!” Grité, dándole a un atacante una patada en la barbilla y observándolo venirse abajo. Luc miró alrededor. “Centinela, gracias a Dios. Algunos de ellos son humanos, pero creo que el resto son cambia-formas. Ellos atacaron la Casa!”

Tuve que gritar por encima del estruendo de las sirenas y el repicar del acero. “Fue Adam! Él tenía un plan-hablaremos de eso más tarde. Se encuentran todos bien?”

“No lo sé. Dejamos a Lacey en la parte trasera de la Casa con Lindsey. Ethan, Juliet, Kelley y Malik están dentro.”

“Merit!” Miré detrás de mí. Catcher, Jeff, y mi abuelo, su andar un poco más lento, moviéndose hacia nosotros entre los policías quienes estaban, finalmente, comenzando a emerger de los autos y luchar con los perpetradores.

Eso trajo una buena pregunta: cómo en el nombre de Dios explicaríamos esto a los policías? Supuse que ese era el departamento de mi abuelo.

“Sólo preocúpate de tus obligaciones,” mi abuelo dijo, como si anticipara la pregunta.

“Nick llamó y explicó. Conseguiremos calmar esto. Tú haz lo que tengas que hacer para mantener a tu gente a salvo.”

Asentí, luego señalé con un dedo a Jeff. “Listo para luchar?”

Sonrió anchamente. “Malditamente.”

“Entonces hagamos esto.”

Pasamos la verja, con mi katana prestada en mano y un cambia-formas a mi lado. Nos invadieron cuando entramos-la mitad de ellos llevando esa chispa eléctrica de los cambia-formas agitados, pero ninguno en forma animal.

“Por qué no han cambiado?” Le pregunté, levantando la katana y preparándome para atacar.

“Los periodistas,” dijo, lo cual tenía sentido. Jeff rebotó en sus talones, puños cerrados. Era una posición extraña para un desgarbado programador de computadoras, pero sabía que Jeff podía cuidarse sólo. Y a diferencia de la convocación, donde luchamos en diferentes lados de la habitación, esta vez tenía que mirar.

Mientras yo combatía con los perpetradores de la derecha, Jeff tomó la izquierda.

Y lo hizo.

Era como observar a un monje batallar-completa calma en su expresión y en sus ojos, pero cada movimiento era perfecto, cada movimiento era preciso. Él era un fantástico luchador, sus golpes y patadas en el blanco y sus bloqueos sincronizados para defenderse contra los golpes de sus atacantes. En un momento dado, captó mi mirada sorprendida y me ofreció una sonrisa descarada.

“Lo siento nena. Estoy tomado.” Rodé mis ojos y ondeé mi katana y juntos combatimos al ejército de gente y cambia-formas empeñados en destruir nuestra Casa. Había derrotado a cuatro atacantes cuando finalmente oí su llamado en respuesta en mi cabeza.

Merit?

Dije un gracias silencioso al universo. Ethan, dónde estás?

Primer piso. Mi oficina. Ven si puedes. Si no, encuentra a Malik y mantenlo a salvo.

Mi estómago dio un vuelco. Malik era básicamente el vicepresidente de Ethan, el vampiro encargado de cuidar la Casa en caso de que algo le sucediera a Ethan. Se había rendido Ethan? Estaba ya tratando de establecer un sucesor?

Dejé salir una maldición que debería haber enrojecido las orejas de Jeff.

Quédate donde estás, le dije. Estoy en camino.

Merit-
Soy la Centinela de esta Casa, Ethan. Es mi decisión.

Eso fue encontrado con silencio.

“Jeff. Ethan está en problemas. Necesito entrar. Puedes encontrar a Malik y asegurarte de que se encuentra bien?”

“Mis manos están llenas, Merit,” dijo, usando un golpe en el pecho para empujar a alguien. “Puedes esperar hasta que hayamos asegurado la puerta frontal?”

Miré a mí alrededor, preguntándome cuánto más tardaría-y sonreí.

Había hecho la llamada, y la caballería había llegado.

Seis de ellos corrieron hasta la verja en chaquetas de cuero negras y rojas, Noah al frente, cinco vampiros más detrás. Juntos, lucían como ángeles vengadores, katanas desnudas, expresiones feroces, listos para luchar por la especie vampírica. Jonah no estaba entre ellos, y asumí que se saltearía la lucha para mantener su anonimato como miembro de la Guardia Roja. Algo de la tensión dejó mis hombros al verlos.

Noah señaló que ellos tomarían el perímetro exterior. Cuando asentí en acuerdo, comenzó a ladrar órdenes al resto de su equipo. Rompieron su formación y se dispersaron en la multitud.

“Merit-a tu izquierda!”

A la advertencia de Jeff, levanté inmediatamente mi katana para bloquear el ataque. El golpe del perpetrador fue desviado, y el puñetazo de Jeff en sus riñones lo derrumbó.

“Divertido, divertido,” dijo, sonriéndole a su presa caída.

“Sip,” dije, inclinándome para besarlo en la mejilla. “Tú y Fallon van a llevarse muy bien.”

Con eso, subí las escaleras y me dirigí a la Casa.

Humo gris comenzó a bajar del segundo piso, vampiros evacuando mientras los bomberos corrían por el pasillo, mangueras en mano. Uno de ellos se detuvo en su camino por las escaleras y levantó su capucha. “Señora, tiene que evacuar!”

“Vampiro!” Grité. “Soy una inmortal.”

Me guiñó. “Casa Grey,” dijo, luego bajó su capucha y subió las escaleras con sus camaradas.

“Continúa, mi amigo,” dije, luego corrí a toda prisa hacia la oficina de Ethan.




Su chaqueta del traje había sido descartada, había manchas de sangre y de ceniza contrastando contra el blanco de su camisa. Estaba de pie en la parte trasera de la habitación, las cortinas de terciopelo de su oficina ahora echas jirones y humeantes detrás suyo, una barrera de cuatro cambia-formas frente a él.

Pero incluso la gravedad de la situación no podía opacar mi alivio de verlo vivito y coleando.

Necesitas algo de ayuda, Sullivan?

Escaneó mi cuerpo, buscando heridas. Una mirada de alivio cruzó su rostro. Gracias a Dios, dijo.

Le ofrecí una sonrisa antes de cambiar mi atención a los cambia-formas.

“No están un poco superados en número niños?” Pregunté. Cuando se voltearon para mirarme, Ethan tomó ventaja de su distracción, mandando a dos de ellos al suelo con cortes letales. Me acerqué a los otros dos poniéndome a mi misma entre ellos y Ethan.

Desafortunadamente, los perpetradores escogieron ese momento para llamar a cuatro o cinco de sus amigos, quienes aparecieron en la puerta con armas-pistolas y lo que lucían como piezas de los muebles de la Casa Cadogan-en mano.

Se dieron cuenta que nos tenían acorralados, y comenzaron a trabajar en sus flancos, rodeándonos y encontrándonos finalmente en el medio de ellos. Espalda con espalda, le dije, y él asintió, luego volteó para colocar nuestras espaldas juntas, nuestras espadas extendidas frente a nosotros, rodeados de enemigos. Y entonces luchamos.

Cualquiera sea el milagro que yo hubiera sido de la genética vampírica, no era nada comparado al milagro de nosotros luchando. . . juntos. Ambos atacamos, la magia y el poder que nos rodeaba pareció aumentar mientras luchábamos, las balas volando a medida que hacíamos retroceder a los intrusos que habían amenazado nuestro hogar. El Maestro de la Casa Cadogan y su Centinela, ambos con el acero pulido, templado y levantado contra un enemigo común.

Hicimos un trabajo rápido con la primer pareja de atacantes, pero entonces comenzaron a ponerse creativos, moviéndose alrededor para hacer más difícil que Ethan y yo coordináramos nuestros movimientos, incluso aunque pudiéramos darnos indicaciones silenciosas.

Por otra parte, eso también nos obligaba a volvernos un poco más creativos. Eventualmente, terminamos luchando lado a lado, Ethan cortando con su katana para mantener a un atacante fuera de balance y yo pateándolo para ponerlo en sumisión. Ethan giraría en una patada alta, y yo usaría un golpe bajo que lo forzaría a caer cuando tratara de esquivar su ataque. Finalmente, la habitación quedó despejada, y nos quedamos allí de pie, juntos, con el pecho pesado, un reguero de cambia-formas y humanos en el suelo frente a nosotros. No estábamos completamente ilesos-yo había recibido un disparo en el muslo derecho, y Ethan tenía cortes sobre su panza donde se había encontrado con el borde de una barra de acero rota de la silla de la oficina de alguien.
Pero estábamos vivos.

Nos miramos el uno al otro. Estaba a punto de hablar, pero antes de que pudiera pronunciar las palabras, su mano estaba en mi nuca, su boca presionando la mía. El intensamente posesivo beso me dejó jadeando en busca de aire, pero incluso cuando se apartó, sus dedos quedaron unidos en la parte trasera de mi cabello.

“Jesús, Merit, pensé que estabas muerta. Te fuiste después que hablamos, y nadie podía encontrarte. Y cuando ellos atacaron y no apareciste-dónde diablos estabas?”

“Estaba en el bar,” dije. “Te daré los detalles luego. Larga historia corta, todo esto es a causa de Adam. Él planeó todo, planeaba matar a Gabriel y culpar a la Casa.”

Ethan sonrió perversamente. “Y tú lo supusiste antes de que Adam pudiera terminar con ambos, pero ya había comenzado el ataque.”

“Bueno, soy la Centinela de Cadogan.”

“Sí que lo eres,” dijo, luego me besó con una fuerza brutal nuevamente. “Esto no ha terminado,” gruñó y luego se fue, listo para luchar otra vez. No gastaría el tiempo discutiendo con él, pero tan pronto como su espalda se giró, llevé las yemas a mi boca, la sensación de sus labios todavía allí.

Podía sentirlo llegar. El sol no estaba lejos de hacer su camino sobre el horizonte, y había empezado a tirar de mis hombros.

Afortunadamente, la fuerza combinada del Departamento de Policía de Chicago, del Departamento de Bomberos de Chicago, de la oficina del Ombud, media Manada Norteamericana Central, los vampiros de la Casa Cadogan y la Guardia Roja habían finalmente conseguido detener el ataque.

Ethan pareció tomar la participación de la Guardia Roja con calma. No movió un párpado cuando los vio, pero tampoco tenía ninguna razón para atar su presencia a mí.

Eso significaba que si decidía unirme ellos, todavía podía mantener mi secreto cubierto.

Pero positivismo de lado, la Casa no estuvo exenta de bajas. Siete cambia-formas y humanos habían sido asesinados en el ataque. Nosotros perdimos tres vampiros. No conocía a ninguno de ellos, aunque dos vivían en el segundo piso no muy lejos de mi habitación. Dos fueron perdidos por estacas de madera; sus cenizas siendo ahora mezcladas con la destrucción de la casa.

El tercero, sin embargo, había conocido un final más espantoso. Ella había sido víctima de una antigua tortura. Un atacante humano loco-uno de los fallecidos-la debilitó con una estaca mortal y removió su corazón.

En honor a su sacrificio, su cuerpo había sido colocado en el jardín detrás de la Casa, para que el Sol la atrapara cuando finalmente atravesara el cielo. En cuanto a Cadogan en sí misma, los merodeadores habían trabajado para tirar abajo la Casa a nuestro alrededor. Si bien la construcción de piedra había detenido los peores males, los muebles y trabajos de madera en el primer y segundo piso habían sido dañados, algunas de las habitaciones estaban inhabitables. Helen y Malik habían estado trabajando al teléfono, haciendo arreglos con Grey, Navarro y con los otros vampiros Cadogan en Chicago para encontrar hogares temporales para los vampiros cuyas habitaciones habían sido incendiadas o estaban demasiado húmedas y humeantes para permanecer en ellas. Mi habitación, en un pasillo trasero en el segundo piso, había sido, afortunadamente, salvada. Como Defensor del Pueblo, mi abuelo tenía jurisdicción sobre la respuesta de la ciudad al caos. Ayudó a separar a los buenos cambia-formas de los malos, explicando las políticas a cualquier policía que pudiera acorralar. Consiguió evitar que arrestaran a cada cambia-formas y vampiros que vieran; dada la destrucción y el caos, llamaba a eso una victoria.

Por desgracia, no había podido evitar que los paparazzi tomaran fotos. No entraron a la Casa Cadogan, pero no lo habían necesitado-uno de los cambia-formas de Adam había sido tan gravemente herido en su forma humana que había cambiado en el medio del jardín frontal para curarse. Debí haber sido la primer vampiro en ser testigo del cambio de un miembro de la Manada, pero no había sido la última… y los paparazzi no serían los últimos, tampoco.

Habían tomado fotografías del motociclista convertido en coyote-y del motociclista convirtiéndose en un coyote. Habiendo visto la transformación yo misma, dudaba que las fotografías finales mostraran mucho más que luces y colores.

De todos modos, era obvio para lo reporteros que algo supernatural había pasado, algo que no habían visto antes, y eso desató un frenesí periodístico. Ese es el por qué mi abuelo, por pedido de Gabriel, había acordonado a los reporteros en un área frente a la Casa. Se puso de pie detrás de un podio improvisado, Gabriel a su lado, un grupo de policías uniformados rodeándolos.

Esperando.

Gabriel levantó sus manos, y la multitud de reporteros se tranquilizo exactamente como lo habían hecho los cambia-formas la noche anterior.

“Tengo algo que decir,” anunció, luego usó la parte trasera de su mano para apartar un rastro de sangre de sus ojos. Se detuvo, el peso de la confesión en sus ojos. Sabía lo que estaba por decir, pero también sabía lo que le costaría-emocionalmente y políticamente.

“Pronto verán fotos que contarán todo un cuento. Ellas prueban que los vampiros no son los únicos seres sobrenaturales del mundo. Nosotros somos cambia-formas,” dijo, “seres que pueden tomar forma humana o forma animal.”

Ethan estaba de pie detrás de mí, y la mención de la palabra mágica, deslizó sus dedos en los míos. Apreté en respuesta. El área estalló en una cacofonía de flashes y preguntas. Gabriel los ignoró, levantando una mano así podría continuar hablando.

“Nosotros somos cambia-formas y algunos de mis números son responsables de este ataque sobre la Casa Cadogan-un ataque a un grupo de ciudadanos que no han hecho más que ayudar y protegernos. Este ataque fue injustificado. Ya hemos presentado al organizador de este ataque a la custodia del Departamento de Policía de Chicago. Como él ha violado la confianza entre nuestro pueblo, ustedes lidiarán con él como consideren correcto.”

Se detuvo, dejando que el peso de esa declaración penetrara.

Y cuando estuvo listo, levantó la vista a la multitud y nos encontró a Ethan y a mí. “Y que Dios tenga piedad de todos nosotros.”




Unos minutos antes del amanecer, encontré a Ethan en su oficina, hurgando entre los escombros. Las cortinas arruinadas ya habían sido reemplazadas por un modelo más raído, el cambio necesario para bloquear la luz del sol venidera.

Levantó la vista cuando entré, luego escaneó mi rostro y cuerpo. “Te encuentras bien?” Asentí. “Tan bien como nadie puede estar. Lo siento sobre los Noviciados que perdiste hoy.” Ethan asintió, luego enderezó una silla que había sido lanzada sobre su lado. “No es imprevisto que nos enfrentemos a la violencia. Pero eso no hace al acto violento menos impactante.” Puso una mano en su cadera, luego frotó su sien con los dedos de su mano libre. “Hablé con tu abuelo sobre los eventos del bar. Nick lo informó.”

Esperé por el inevitable discurso sobre dejar el terreno, o participar en un diálogo vampiro-cambia-formas sin permiso, o poner a la Casa en riesgo.

“Bueno,” dijo filosóficamente, “Adam no es el primer narcisista que nos pone en un aprieto. Han sido todos reasentados?”

Me tomó un momento darme cuenta de que no había sido castigada. “Scott y Morgan enviaron ómnibus para recoger a todo el mundo. Hay alrededor de una docena de vampiros en cada Casa. El resto de ellos están dentro. El ala frontal del segundo piso necesita aire, pero las hadas han acordado mantener la guardia así los trabajadores podrían comenzar al amanecer.”

Asintió oficialmente, pero no encontró mis ojos. Estaba claro que tenía más que decir, pero no encontraba la manera.

“Hay algo más?” Pregunté, dándole una chance de darle voz a sus pensamientos.

Ethan abrió su boca, pero la cerró nuevamente. “Podemos hablar mañana. Encuentra un lugar para descansar. Duerme un poco.”

Asentí. “Buenas noches, Sullivan.”

“Buenas noches, Centinela.”

Mis noches estaban comenzando a tener los mismos finales, al parecer.



EPÍLOGO

LA MEJOR OFENSA NO ES UNA BUENA DEFENSA-ES UNA BUENA OFENSA.


Cuando desperté a la mañana siguiente, mi variedad de cortes y magulladuras se habían ido.

Pero la Casa, sabía, todavía tendría cicatrices.

Me levanté y duché, frotando el hollín y sangre seca que había estado demasiado cansada para limpiar al amanecer.

Esperando ayudar a rehabilitar y reorganizar la Casa, me vestí-jeans, remera y pumas; mi cabello en una coleta; la siempre presente medalla Cadogan alrededor de mi cuello. En caso de que repentinamente olvidara a quien pertenecía mi lealtad.

Pero no había ninguna posibilidad de que eso sucediera. Cualesquiera fueran nuestros problemas personales, Ethan y yo habíamos probado que podíamos trabajar bien juntos. Incluso luchamos bien juntos. Había tenido suficientes trabajos-y vislumbres de mi padre golpeando las cabezas de sus empleados-por lo que sabía que eso era una rareza. Dejando de lado nuestros problemas personales, nosotros éramos buenos colegas. Y así como él había decidido no arriesgar lo profesional mezclando lo personal, yo tenía mi propio sacrificio por hacer. No podía dejar mi Casa sin una Centinela en el medio de una guerra.

Así que encontré el teléfono de Noah y marqué. Contestó después de dos tonos.

“Beck.”

“Es Merit.”

“Centinela,” dijo, su voz grave, “cómo están las cosas en la Casa?”

“Estamos reconstruyendo las cosas.”

“Me alegra oírlo. Llevará tiempo, pero me alegra oírlo.”

“No puedo agradecerte lo suficiente por lo que hiciste anoche. Por aparecer, por sacrificar tu anonimato. Por ayudarnos a luchar.”

“Llega un momento en que todos tenemos que hacer sacrificios.”

Él estaba muy en lo correcto. “Sobre tu oferta-la estoy rechazando.”

Hubo silencio por un momento. “Seré honesto-me sorprende oír eso.”

“Mi lealtad está en la Casa,” expliqué. Había elegido, como una vez mi abuela me enseñó, a bailar con la persona que me conducía.
“Las cosas siempre pueden cambiar,” Noah dijo. “Pero puede que no haya un lugar si esperas.”

“Entiendo el riesgo,” le aseguré. “Y te agradezco por hacer la oferta, incluso si tengo que decir que no.”

“Bueno, hubiera sido interesante. Buena suerte con las renovaciones.”

“Buenas noches, Noah.” Colgué el teléfono, luego lo a apreté en mi mano. “Bueno,” Murmuré, “Supongo que eso es todo.”

Hubo un golpe en la puerta. Asumí que era Lindsey, viniendo a recogerme por el desayuno y trabajo de rehabilitación, así que abrí la puerta sin dudarlo. Era Ethan. Estaba de regreso en jeans, combinados nuevamente con una remera y botas oscuras. Supuse que nuestro Maestro estaba listo para trabajar, también.

“Cómo te sientes?”

“Bien curada,” le dije. “Tú?”

“Hasta ahora todo bien.”

“Excelente.”

“Mmm-hmm.”

Estuvimos allí de pie por un momento, el elefante rosa bailando alrededor nuestro mientras nosotros trabajábamos con esmero en evitarlo. Ethan extendió su mano. En su palma había una caja azul brillante con una “C” plateada grabada en la tapa.

Con el ceño fruncido, la tomé.

“Qué es esto?”

“Una disculpa, o algo así.”

Hice una mueca, pero deslicé la tapa. . .y entonces el aire me dejó.

Dentro de la caja había una pelota de béisbol, su piel blanca de cuero marcada con las firmas de cada jugador del equipo de los Cachorros. Era simplemente igual a la que tenía-simplemente igual sobre la que le había contado la noche en la que hicimos el amor.

Parpadeé a la caja, tratando de tomar la gravedad del regalo. “Qué-dónde conseguiste esto?”

Ethan deslizó sus manos en sus bolsillos. “Tengo mis fuentes.”

“No deberías haberte-”

Me detuvo con sus manos en mi barbilla, su pulgar contra mi mentón. “Algunas veces, las personas deben adaptarse. La inmortalidad no hace que las cosas que amamos sean menos importantes; significa que debemos atesorarlas. Protegerlas.”

Tragué fuerte y me obligué a levantar mi mirada hacia él, miedo y dicha y más miedo quemando en mi pecho.

“Es una disculpa,” dijo, “por no creer en ti. . .o en nosotros. Ayer, pensé que te había perdido, y entonces luchamos juntos,” dijo. “Te alejé por miedo de lo que nuestra relación haría, podría hacer, a esta Casa. Y entonces protegimos esta Casa juntos. Esa es la verdadera medida de lo que podríamos hacer.”

Se detuvo, luego golpeó un dedo contra la caja. “Este es un deseo,” dijo en voz baja, “que incluso después de cuatrocientos años de existencia, un hombre puede ser lo suficientemente fuerte para aceptar el regalo que le ha sido dado.”

“Ethan-,” Comencé, pero sacudió su cabeza.

“Estoy preparado para esperar una respuesta positiva.”

“Eso va a tomar un tiempo.”

Ethan levantó una sola ceja, una sonrisa elevándose de una esquina de su boca. “Centinela, soy inmortal.”

Giró en sus talones y comenzó a caminar por el pasillo, luego gritó, “Y necesitaremos hablar sobre ti yéndote del campus hacia los brazos de los cambia-formas sin siquiera una llamada telefónica.”

Algunas veces, él era tan predecible.


THE END (hasta mayo del año que viene ^^)

TRADUCIDO POR LU♥

Gracias a tod@s por habernos seguido a lo largo de la traducción, por haber esperado cada capítulo emocionadas y con más o menos paciencia :P Y ahora, hasta mayo del año que viene para poder saber como sigue la historia de estos dos, pero mientras ya encontraremos algo con que entretenernos :D Gracias♥

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Twice Bitten: Capítulo XXIII

CAPÍTULO VEINTITRÉS: MANADA DE MENTIRAS

Le di a la sala una revisión de trescientos sesenta grados. El bar estaba vacío de clientes, y Berna no se encontraba en ningún lado a la vista. Pero con gente o sin ella, el aire estaba lleno de magia. También olía a sangre fresca y moretones, mi paladar hormigueaba por la posibilidad de un temprano almuerzo. Pero ésta no era sangre para sorber; era sangre ya derramada.

Hank Williams cantaba suavemente a través de la máquina de discos, gorjeando una canción inquietante sobre aves y soledad. La máquina de discos repentinamente comenzó a tartamudear, y la canción empezó a saltar, se detuvo y comenzó de nuevo.

Me acerqué a la barra, donde el olor a sangre era más fuerte, y toqué cuidadosamente con la punta de mis dedos un lugar en la madera. Retiré los dedos, húmedos con sangre.

“Oh, esto no es bueno,” murmuré, limpiándome las manos en los pantalones y escaneando la habitación en busca de señales de una lucha que hubiera llevado esa sangre allí. Un bajo gemido de pronto resonó de la parte trasera de la habitación. Era un sonido de dolor, quizás con cierta desesperación en él. El cabello detrás de mi cuello se erizó. La sangre en la barra el gemido en la habitación trasera-algo estaba muy, muy mal. Eché un vistazo a la puerta, deseando haberle pedido a Adam que se quedara y me escoltara hasta el bar.

Qué demonios había pasado mientras él había estado en camino para recogerme?

Y Gabriel tenía la teoría que la ConManada pondría un fin al drama cambia-formas.

Dejé salir una maldición y pensé sobre mis opciones. Opción uno: podía esperar que Adam regresara, pero eso me dejaba en el bar, con Dios sabe qué en el otro lado de la puerta.

Opción dos: podía actuar por mí misma. Eso, por supuesto, me hacía correr el riesgo de herirme y de sufrir la ira de Ethan, pero alguien más estaba herido allí. No podía solamente cruzarme de brazos y esperar a que muriera.

Levanté el dobladillo de mis pantalones, saqué la daga de mi bota, y la ajusté en mi palma hasta que el agarre fue perfecto. Me paré junto a la barra por unos cuantos segundos más hasta que junté el coraje para avanzar un paso. Cuando estuve lista, dejé salir un suspiro y me arrastré con el arma en la mano hasta la puerta. Cuando alcancé el cuero rojo, coloqué mi mano en la puerta y la empujé.

La habitación estaba oscura, luz derramándose a mi alrededor mientras estaba de pie ante la puerta, una mano todavía en el cuero.

El olor a sangre era más fuerte aquí, junto con otra cosa. . . un cosquilleo de emoción, de miedo. Magia de manada.

A medida que mis ojos se ajustaban a la oscuridad, una forma emergió-un hombre en el suelo, apoyado contra la pared, ensangrentado y con moretones, con una rodilla doblada y con la otra pierna extendida. Su remera estaba rasgada, sus jeans destrozados en las rodillas.

A pesar de que el cosquilleo se sentía familiar, le tomó un momento a mi cerebro darse cuenta lo que estaba viendo.

A quién estaba viendo.

Era Nick.

“Oh, mi Dios.” Corrí hacia él, ignorando el dolor de mis rodillas al golpear el piso de baldosas. Dejé caer la daga y comencé a ver la gravedad de los cortes y las magulladuras. “Te encuentras bien?”

Gimió en respuesta.

“Qué te sucedió?” Pregunté. Y más importante, cómo? Nick era un cambia-formas. Él no sería el Ápice, pero había sentido la estela de su magia, sabía que él era poderoso. Quién tenía el poder para herir a Nick?

“Gabriel,” Nick murmuró, luego tosió roncamente. “Fue Gabriel.”

Aparté la confusión. “Gabriel?”

“El cree que yo-,” Nick comenzó, pero antes de que pudiera terminar, mi daga se deslizó hasta el otro extremo de la habitación. Conmocionada, me congelé, una mano en la frente de Nick, mi corazón repentinamente martilleando en mi pecho, mientras la veía girar en la esquina más lejana.

“Demasiado tarde,” Nick murmuró.

Tragándome el miedo, miré hacia atrás al pie en la bota que había pateado mi daga hacia la esquina, y al cambia-formas al que pertenecía. Ojos dorados refulgiendo.

Gabriel.

Mi corazón hizo un ruido sordo. Con las destrezas de batalla mejoradas o no, me sentí tan enclenque y débil como nunca, acurrucada en el suelo ante un hombre lo suficientemente poderoso para hacer al aire punzante con su magia.

“Fui yo,” confirmó.

Él había hecho esto? A Nick? Uno de los miembros de su propia Manada? Traté de razonarlo, pero no le pude dar sentido. Qué podía haber hecho Nick que provocara este tipo de violencia en Gabriel?

Sin palabras, Gabriel caminó hacia la puerta y encendió la lámpara sobre su cabeza con un audible click, inundando la habitación con luz. Parpadeé por las manchas blancas, luego me puse de pie y lo miré otra vez. Sus nudillos estaban en carne viva, y un moretón florecía en su pómulo derecho. Nick había conseguido golpearlo, entonces, pero en última instancia había sido superado por el alfa en la habitación.

Y aquí estaba yo con él, mis colegas a millas de distancia, mi daga en el otro lado del salón.

Era momento de utilizar la única arma que me quedaba-un bueno y antiguo embauco vampírico. Adopté el tono más altivo del que fui capaz. “Qué le hiciste?”

Gabriel arqueó una ceja, como si se sorprendiera de que retara su autoridad, su derecho de lidiar con un miembro de su Manada a su antojo. Después de un momento de mirarme fijamente, se volteó y deslizó una silla de la mesa, luego se sentó. Su postura era negligente-desgarbada, piernas extendidas, un codo apoyado sobre la mesa. No estaba segura de si realmente era indiferente de que un vampiro acababa de entrar en. . .bueno, algo, o si simplemente era algún tipo de estratagema.

“Me mentiste, Merit.”

“Disculpa?”

Gabriel cruzó sus piernas a la altura de los tobillos, luego trazó un círculo sobre la mesa con la punta de un dedo. Mi piel comenzó a picar con el efecto punzante de su magia. Luché para mantener contenidos mis colmillos y el plateado de mis ojos incluso mientras mis genes gritaban, corre o prepárate para luchar. Ahora.

“Me dijiste que habías sabido lo del contrato sobre mi vida porque habías recibido una llamada anónima.” Levantó su vista hacia mí, el color de su iris arremolinándose con obvia furia. “Eso era una mentira.”

Encontré su penetrante mirada con una expresión neutral.

Gabriel asintió con la cabeza hacia Nick. “De hecho, he sabido que el Sr. Breckenridge aquí fue tu no tan anónima fuente. Un hombre con quien has tenido una relación personal muy larga.”

Fruncí el ceño hacia Gabriel. Nick me había dado la información porque él había recibido una llamada anónima.

Y, sí, había tenido una relación personal con Nick. . .pero en la secundaria.

Confundida, miré a Nick, quien sacudió su cabeza. “Él cree que yo lo hice. Cree que lo planeé-los ataques. Los atentados contra su vida.”

“Tú sabías,” Gabriel dijo secamente.

Nick ladró una risa estrangulada. “Con todo el debido respeto, Ápice, soy un maldito reportero. Recibo información. Es mi trabajo.”

“Él estaba tratando de ayudarte,” agregué. “Me lo dijo así podría pasar la advertencia, y sabrías de que había riesgo de un ataque en la conferencia. Eso es por qué te dijimos. Eso es por qué estábamos preparados cuando el caos comenzó.”

“Estoy lamentando haber hecho la convocación, lamentando no simplemente haber hecho que los cambia-formas regresaran a Aurora. Un cambia-formas-un líder-está muerto, y ahora hay una división entre el resto de ellos. Tienes alguna idea de cuánto me frustra? Cuándo yo confiaba en ti?”

Dada la furiosa magia en el aire-y el olor a azufre en ella-tenía una idea bastante buena de ello.

“Nick no lo hizo. Él no podría haberlo hecho. Tú sabes que hace todo lo posible para protegerte, para proteger a la Manada. Recuerdas hace unas semanas atrás cuando él trató de derribar nuestra Casa porque simplemente tenía la sospecha de que podríamos dañar cambia-formas? Y tú no tienes derecho a cuestionar mis motivaciones o las de Ethan después de lo que hicimos esta semana.”

“Sabemos como nos llaman,” Gabriel dijo. “Simuladores.”

Levanté mis cejas. “Yo no los llamo de esa forma. Ethan no los llama de esa forma. E incluso si hay vampiros que usan ese término, nosotros ciertamente no tenemos un monopolio de prejuicios. Hay cantidad de cambia-formas con algún odio grado A por los vampiros.” Nick solía ser uno de esos cambia-formas. Y aquí estaba yo protegiéndolo.

“Me mentiste. No tomo con amabilidad la traición, Merit. No tomo con amabilidad ser engañado. Por qué debería dejarte escapar de eso con impunidad?”

Al diablo con esto, pensé y me lancé a por la daga. Gabe me dejó alcanzarla; no levantó ni un dedo del pie del suelo mientras volvía y me paraba frente a Nicholas, arma en mano.

Me moví alrededor, manteniendo mi cuerpo y espada entre Gabriel y Nick. No es que tuviera un montón de amor perdido por Nick, pero Gabriel estaba en lo más alto en mi lista negra a esta altura. Iba a tener que averiguar lo que estaba pasando, pero estaba malditamente segura de que lo haría con acero en mi mano.

“No te acerques,” Le advertí, mi daga apuntando hacia su pecho. “No quiero tener que lastimarte.”

Me sonrió, lobunamente. “Me divierte que pienses que puedes herirme, Merit. Has combatido con algunos cambia-formas, seguro. Pero ellos no eran alfas.” Como si quisiera probar su punto, se puso de pie y extendió una mano. Creo que quiso desarmarme, sacar la daga de mi mano, pero subestimó mi velocidad. Lo ataqué e hice contacto, una línea roja apareció en su antebrazo. Sus ojos se ensancharon instantáneamente, y bajó su vista, sorprendido por lo que había hecho, pero sin estar todavía intimidado.

Yo, por otra parte, me estaba sintiendo malditamente intimidada.
“Como no dudarás en recordar, ayer recibí un disparo. Esto es sólo un rasguño. Haré que Berna me traiga una Band-Aid. Berna,” llamó, su cabeza medio inclinada hacia la puerta.

No hubo respuesta.

“Ella no está allí,” Le dije. “El bar está vacío.”

“El bar no está vacío,” dijo. “Ellos todavía están trabajando. Berna,” Gabriel gritó nuevamente, pero su llamado fue encontrado con silencio. Volvió su mirada a mí, asombro en su expresión.

Las piezas encajaron juntas. “Adam,” susurré.

La voz de Gabriel vaciló. “Qué hay con Adam?”

“Él me recogió de la Casa en una limusina y me trajo hasta aquí. Dijo que querías hablarme. Me mostró un mensaje de texto que habías enviado. Me dejó aquí y dijo que iba a dar una vuelta manzana para darnos unos cuantos minutos para hablar.”

“Yo no envié un mensaje de texto.”

“Lo sé ahora. Creo que nos ha engañado.” Miré a Gabriel. “Te dijo que Nick y yo te engañamos?”

Hubo un destello de alarma en los ojos de oro de Gabriel, al menos hasta que los cerró de nuevo, su expresión demacrada. “Dijo que ustedes dos estaban trabajando juntos para crearme problemas en Chicago.” Miró a Nick. “Dijo que tenía pruebas de que usarían el dinero de sus familias para quedarse a cargo de la Manada.”

Nicholas bufó y apartó la vista. “Yo nunca lo haría. Nunca.”

“Él es mi hermano,” Gabriel dijo suavemente, frustración en su voz, como si deseara que Nick entendiera por qué había confiado en Adam, incluso aunque la historia fuera un poco demasiado parecida a una novela televisiva para ser enteramente creíble.

“Asumo que estaba tratando de que te molestaras conmigo y Nick,” dije. “Tal vez, nos incapacitarías o terminarías con nosotros. Y luego qué?”

“Y luego él trata de terminar conmigo mientras ustedes están aquí-”

“Y ellos pensarán que yo lo hice,” terminé por él. “Adam me sacará y dirá que me atrapó en el acto de asesinarte. Y ese será el primer disparo en la guerra entre los cambia-formas y los vampiros.” Suavicé mi voz.

“Gabriel, si tú no me llamaste, por qué si no él habría arreglado para que viniera?”

Mientras Gabriel consideraba mi pregunta, yo consideré la casualidad que me había llevado afuera de la Casa.

Y qué si no hubiera estado allí? Habría él entrado a la Casa buscando a Ethan?

Habría caído Ethan en la trampa?

“Te dijo que Ethan estaba en esto?” Pregunté.

Gabriel asintió. Y luego, como si el peso de la traición de su hermano repentinamente lo hubiera golpeado, sus párpados se cerraron. “Querido Dios,” él dijo, sacudiendo su cabeza, asimilándolo. “Tienes razón-por qué otro motivo arreglaría todo para que vinieras?”

“Podía haber estado detrás de todo?” Pregunté. “De la muerte de Tony? Del ataque al bar? La convocación? El contrato? Quiero decir, es tu hermano.”

“Supongo que esa es la motivación. Él es familia. Está en la línea para la posición de alfa-pero está último en la línea. Debe querer la posición, y yo soy el obstáculo actual para ese plan. No el único obstáculo, ya que Fallon y el resto de ellos están antes que Adam, pero el obstáculo actual.” Soltó una sarta de insulto que enrojecieron mis orejas e hicieron que Nick gimiera desde su lugar en el suelo.

“Mató a un Ápice, por el amor de Dios.” Gabriel hizo la señal de la cruz, dos yemas moviéndose de su cabeza a su corazón, luego sobre su pecho, como si se estuviera protegiendo de la reacción kármica que la herida mortal de Adam podría haber incitado. . . o tal vez disculpándose con el universo por ello.

“Él es bueno,” dije en voz baja. “Nunca implicó directamente a Tony, pero nos señaló en la dirección correcta para que lo culpáramos nosotros mismos.”

“Lo que hace a la idea ser mucho más creíble.”

Asentí, luego miré a mí alrededor. Si Adam estaba todavía rodeando la cuadra, esperando que Gabriel terminara conmigo, íbamos a necesitar un plan, y rápido. “Hay otro modo de salir de aquí?”

Sacudió su cabeza. “Hay una salida de incendios, pero está atravesando la puerta en el otro extremo del bar.”

Dejé salir una respiración, apretando y reapretando el mango de la daga. Habíamos sido engañando y alguna realmente, realmente mala mierda iba a suceder en este bar en la Villa Ucraniana. Mejor aún, nadie sabía que estaba aquí, y no tenía un teléfono conmigo. Adam tenía un teléfono, el cabrón, pero que bien me haría en este momento. Traté de aminorar el martilleo de mi corazón y evitar que mis ojos se volvieran plateados. No quería estar atrapada en la parte trasera de un bar sin salida. Me sentía como la estúpida heroína en una película de terror, dispuesta a entrar a la guarida del león sin un teléfono o espada, ahora atrapada en una disputa familiar entre un Ápice y su hermano bien parecido a Caín.

Refuerzos, supuse, era mi única oportunidad. Podía llamar a Luc o a Ethan-o incluso a Jonah-y reportar que Ethan estaba tratando de terminar con nosotros. “Tienes un teléfono?”

“Detrás de la barra,” Gabe dijo.

En el momento en que miramos la puerta de cuero que conducía de regreso al bar, preparando nuestro movimiento, la campana sobre la puerta delantera sonó.

“Está de regreso,” Gabriel dijo.

A pesar de mis esfuerzos de mantenerlos contenidos, mis colmillos descendieron y mis ojos se platearon. La sangre comenzó a correr a través de mis venas y mi cuerpo se preparó para la batalla.

“Señor?” Nick llamó. “Por favor?”


Gabriel se acercó a Nick, puso una mano detrás de su cabeza, y presionó sus labios en la frente de Nick. Susurró algo que no pude oír, pero las palabras eran bajas y dichas con seriedad. Luego Gabriel volvió su vista a mí, como si presencia afectara la respuesta que le daría a la petición de Nick.

“Cambia,” él dijo, “y hazlo rápido. No sé cuánto tiempo tendremos.”

Nick cerró sus ojos de alivio y comenzó el lento proceso de levantarse.

“Ningún vampiro ve esto y vive,” Gabriel dijo, su voz grave. “Lo permito ahora porque uno de los míos te puso en esta situación. Pero tú no viste nada.”

Asentí. Incluso aunque no hubiera tomado sus palabras enserio, la expresión en sus ojos señalaba con bastante claridad que estaba confiándome algo trascendental-el derecho a observar a un cambia-formas trabajar su magia personal.

“Señor,” dije, reconociendo su autoridad. Cuando Gabriel asintió y se volteó de regreso hacia la puerta, la primera línea de defensa contra el ataque venidero de Adam, me arriesgué a mirar a Nick. Se había sacado su remera, revelando un velloso-pero amoratado-pecho, y se estaba quitando sus jeans. Sin esperar el espectáculo-no se suponía que los cambia-formas se quitaran sus ropas?-me volteé nuevamente, pero no antes de que Nick me atrapara inadvertidamente mirando.

“No es enteramente necesario desnudarse,” Le oí decir mientras la tela caía al suelo, “pero estos son mis jeans favoritos.”

Asentí con la cabeza en entendimiento pero mantuve mis ojos lejos.

“Si quieres verlo,” Nick ofreció suavemente, “mejor miras ahora.”

La única vampiro viva para ver a un hombre cambiar en. . . algo? No había forma de que me perdiera esto.

Miré hacia atrás, captando la entereza de un muy desnudo y bien formado periodista. Tenía pies atléticos, largos y torneados muslos. Sus hombros eran fuertes, sus brazos musculosos, pero también estaba golpeado y magullado, cortado y mordido. Había tomado claramente una paliza a manos de Gabriel. Nick asintió, y luego comenzó. . .y mi boca se abrió por el shock. No era lo que había esperado. Había visto Inframundo y el resto de las películas que detallaban la transformación de humano a lobo. Había asumido que el cambio era uno físico-un cambio sangriento de músculos y hueso, un intercambio de garras y pelaje por piel humana y pies.

Pero no había nada anatómico sobre esto. Levanté una mano para proteger mis ojos mientras la luz brillaba alrededor del cuerpo de Nick, una nube de colores cambiantes como la magia-lo suficientemente gruesa como para tomar una forma tangible-se arremolinaba a su alrededor.

Siempre había creído, al igual que el entendimiento común vampírico, que los cambia formas eran como nosotros-superpredadores que habían llegado a existir por una mutación genética que había alterado la forma de sus cuerpos. Eso no era lo que era esto, esta luz suave y la neblina de color. Los cambia-formas eran predadores solamente en segundo lugar.

Primero, y más importante, ellos eran magia-limpia, pura, magia inherente.

No como nosotros.

Gabriel se volvió hacia mí, sus ojos ámbar iluminados con una arrogancia depredadora. Pero la emoción se suavizó. Sacudí mi cabeza.

“He visto esa mirada antes, Merit. No es ni tan bueno ni tan malo como piensas.” Volví mi vista a Nick, quien estaba todavía envuelto por la niebla que lo hacía invisible. Y luego la niebla cambió de forma, de alta y delgada forma de un hombre, a algo bajo, algo horizontal.

Cuando avanzó hacia mí a través de esa neblina, felino, un delgado gato negro-puma? Jaguar?-en el medio de un bar en Chicago, mi corazón casi se detiene. Él era alto-su cabeza lo suficientemente alta para alcanzar mi codo, su abrigo tan suave y negro que brillaba como el terciopelo debajo de la luz del techo, sus patas fuertes, lo suficiente grandes para cortar un pedazo de vampiro, en caso de que sintiera la necesidad. No cabía duda de su poder. No cabía duda tampoco de su vitalidad. Mientras Nick había estado derrotado y magullado, el gato estaba saludable. Tal vez era por eso que había pedido cambiar, así podría curarse y perder los cortes y moretones. Y quizás ese era el por qué de que tuviera que pedirlo-porque Gabriel había prevenido su recuperación.

Ellos podían imaginarse casuales, relajados, menos estratégicos y ansiosos que los vampiros. . . pero había seguramente una jerarquía en la cadena alimenticia de los cambia-formas.

Y la jerarquía importaba.

Nicholas caminó hasta mí y acarició su rostro contra mi muslo.

“Ahora quién es el ‘Gatito’?” Murmuré, y aunque el bajo sonido gutural que hizo era definitivamente felino, era sin embargo sarcástico.
“Muy bien, niños. Aprontémonos para el show. Breckenridge, encárgate de Merit.” Levantó su mirada hasta mí. “Serás una soldado, una guerrera, algún día, cuando estés lista. Ese es tu legado y el de los tuyos. Me heriste, incluso sin tu acero. Pero él es mi hermano. Esta es mi batalla, la batalla de mi familia, así que te estoy pidiendo que difieras.”

“No quieres mi ayuda?”

Gabe ladró una risa. “Soy un Ápice, y él es un pariente. Este es el orden natural de las cosas, el modo en el que el mundo opera. No hay nada que puedas hacer mas que salir lastimada, y hacer que Sullivan se encabrone conmigo. En el caso que sobreviva a esto, estoy seguro de que me gustaría evitar eso.”

Mi corazón tartamudeó, pero era lo suficientemente inteligente para tomar su consejo, al menos hasta que el honor requiriera que interviniera. Miré alrededor de la habitación y decidí por una mesa que estaba colocada en una esquina, el mazo de cartas del juego de póker encima de ella. Me arrastré debajo de ella-un vampiro escondiéndose de una lucha. Seguro, era un poco humillante, pero yo, también esperaba salir viva.

Nick me siguió, luego se volvió y se sentó sobre sus cuartos, poniéndose entre la puerta y yo-unos cuantos cientos de libras de un ahora cambia-formas felino entre cualquiera que sea el infierno que estaba a punto de desatarse y yo.

Gabriel comenzó el metódico proceso de quitarse sus propias ropas, los músculos de su cuerpo tensos debajo de ellas. Cuando estuvo listo y de pie desnudo ante la puerta, cruzó sus brazos y esperamos.

Cuando Adam finalmente abrió la puerta de la habitación trasera, había shock en su expresión.

Decidí no tomarlo como un cumplido de que estuviera sorprendido de que todavía estaba viva.

“Qué-sucedió aquí?” Preguntó vacilante. Estaba luchando, imaginé para analizar la situación, para averiguar si existía un modo de salvar el guión que había desarrollado o si necesitaba escribir un nuevo final.

“Todavía estoy vivo,” Gabriel señaló. “Nick también todavía está vivo, como lo está Merit. Todo el mundo salude.”

Me salteé el saludo, pero ofrecí un gruñido, el cual fue dirigido al chico que me había enviado directo a una trampa-una trampa que él había creado.

“Así que dame una actualización básica,” Gabriel dijo. “El punto era, qué, dejar fuera a Tony, culparlo del ataque al bar, y tenerme asesinado? Y cuando eso no funcionó, decidiste sacarme tú mismo, sacar a Merit, culparla de mi asesinato, y asumir el control de la Manada?” Cruzó los brazos sobre su pecho. “Y cuando todo eso estuviera hecho, qué? Tomas las Casas y conduces a las Manadas a la gloria genocida?”

Los rasgos de Adam se endurecieron, sus labios estirados en una delgada línea. Y luego sus ojos se oscurecieron y comenzó con su discurso. “Y que has hecho por nosotros? Tenemos reuniones mientras los vampiros son tratados como celebridades. Ellos tienen el control. Nosotros somos parte de este mundo-uno con este mundo, como nada más que exista-pero actuamos como niños corriendo detrás de las polleras de sus madres!”

Tenía que admitir, que ese discurso no era exactamente difícil de encontrar en estos días. A pesar de que los cambia-formas en la convocación no lo hicieron, Celina y sus compinches sí. Era el mismo argumento hecho por los vampiros que querían poder en el mundo humano. Había oído a Celina decirlo, y dos semanas atrás había oído a Peter Spencer hacer el mismo argumento.

“La manada actúa como la Manada,” Gabriel replicó. “No existimos para controlar el destino de los humanos o de los vampiros. Nosotros controlamos nuestro destino, y eso es suficiente.”

“No cuando podríamos hacer más.”

Ser supernatural claramente no te daba inmunidad contra las debilidades del ego.

“Liderar esta Manada no es sobre poder,” Gabriel dijo secamente, como si hubiéramos estado pensando la misma cosa.

“No es sobre ego o usar el manto del liderazgo.”

“Pienso que Papá estaría en desacuerdo.”

Un pulso de magia gélida llenó el aire; adiviné que Gabriel no estaba emocionado sobre Adam metiendo a su padre en esto.

“Papá ya no está aquí. Yo hablo por la Manada ahora.”

Adam rodó sus ojos. “Tú apenas hablas, y ese es exactamente mi punto, hermano. Ambos sabemos por qué estoy aquí. Terminemos con esto. Tengo cosas que hacer.”

La presión en la habitación cambió de repente, como si la fuerza de la magia que ambos habían provocado hubiera alterado la atmósfera, y esa diferencia era suficiente para hacer que mis oídos dolieran. Y entonces ellos cambiaron.

La luz era más brillante de lo que había sido cuando Nick se transformó, quizás porque Gabriel era un Ápice, y Adam compartía algunos de esos genes. Nick dejó salir un bajo gruñido y saltó más cerca de mí, hasta que su pata trasera golpeó mis rodillas. No estaba segura si el movimiento estaba hecho para protegerme, o porque él estaba tan nervioso como yo lo estaba. Demasiado curiosa como para resistirme, extendí una mano acaricié un lado, el cual se sentía como terciopelo grueso extendido sobre un músculo tenso. Se estremeció ante el contacto, pero se acostumbró a él muy pronto.

La niebla se levantó otra vez, rodeando a Adam y a Gabe, y luego se hundió a medida que cambiaban, la ropa de Adam aparentemente evaporándose con la fuerza de la magia. Ellos eran enormes, y nuestra suposición había sido correcta.

Ellos eran lobos, ambos, y enormes. Eran fácilmente más grandes que Nick, y ambos tenían grueso pelaje del color al acero y pálidos ojos verdes. Sus cuerpos eran barriles, sus hocicos puntiagudos, sus orejas planas contra sus cabezas mientras se preparaban para luchar. Adam era más pequeño que Gabriel, tal vez porque era más joven. También tenía una marca blanca en su hombro izquierdo, que era la única forma de distinguirlos mientras se movían.

Y sí que se movieron. Hicieron su primer golpe simultáneamente, ambos de pie sobre las patas traseras para hacer retroceder al otro con las garras delanteras. Sus mandíbulas estaban desnudas, labios hacia atrás para revelar gruesos dientes blancos. Saltaron por un momento antes de golpear todas sus cuatro patas nuevamente, Adam en una posición inferior-tal vez en reconocimiento de su sumisión a Gabriel-antes de haber decidido aparentemente que el tiempo había pasado para esa sumisión. Con un alto, penetrante grito, se abalanzó con dientes y garras a los hombros de Gabriel.

Gabriel se apresuró a recuperarse, pero no antes de que la sangre se derramara de la herida en su hombro. Dejó salir un alto grito agudo que hizo que estampara mis manos contra los oídos, antes de que el gemido se volviera un gruñido canino. Rodó, llevando a Adam con él, luego pateó a Adam con la suficiente fuerza para impulsarlo a través de la habitación.

Y como si las imágenes y sonidos no fueran suficientes, cada vez que se abalanzaban, enviaban un pulso de magia al aire que hacía difícil aspirar oxígeno. Mis sentidos, ya en el borde, estaban casi desbordados. Esto no era dos lobos simplemente luchando para hacer valer su dominio. Esta era una batalla de fuerzas mágicas-poderosas fuerzas mágicas-por el control de la Manada y sus miembros. . .y el futuro de los cambia-formas. Gabriel representaba el status quo; Adam representaba un muy, muy diferente futuro.

Adam se puso de pie nuevamente, se sacudió la fuerza del impacto, y con la cola alta, pelo erizado, y orejas planas, atacó. Trató de mejorar a Gabriel nuevamente, con sangre en la punta de los dientes mordiendo el hocico del lobo más grande, pero Gabriel no se rendiría. Se sacudió para que Adam perdiera su agarre, luego hizo su propio movimiento por el dominio, clavando a Adam en el suelo y mordiendo el hocico de Adam. Adam gritó de dolor, el sonido más parecido al de un cachorro que a un lobo de gran tamaño, pero Gabriel no cedió.

Adam se revolvió debajo de él, tratando de invertir las posiciones, pero Gabe rotaba mientras Adam se movía, sus caninos desnudos y emitiendo gruñidos guturales para mantener la posición dominante.

Al igual que los luchadores cuerpo a cuerpo, ellos continuaron de ese modo por un rato, sillas deslizándose mientras ellos despeinaban la parte trasera de la habitación y el suelo de linóleo comenzaba a tener marcas sangrientas de su lucha. Adam no se rendiría, pero tampoco cedería Gabriel. Me pregunté si Gabe había luchado esta batalla antes, y cuántas veces lo había hecho para mantener su posición de Ápice, o para mantener en orden la Manada. Adam hizo un intento final por la corona, corriendo al extremo más lejano de la habitación para recuperarse, luego lanzándose hacia Gabriel con la fuerza que le quedaba. No podía quedar mucho de ella en él. Habían estado luchando durante diez o quince minutos, y Adam llevaba la peor parte de la lucha. Su lisa, gris y gruesa piel estaba ahora enredada y desnuda en lugares, sangre filtrándose de la heridas en su rostro, cuello y patas frontales. Pero venía otra vez hacia Gabriel, con sus caninos de dos pulgadas de largo mordiendo el hocico de Gabriel mientras Adam trataba de lanzarlo al suelo.

Gabriel aulló ante el contacto pero consiguió maniobrar sus patas lo suficiente debajo del torso de Adam para empujarlo nuevamente. Esta vez, Adam golpeó de lleno la pata de la gruesa mesa de madera del otro lado de la habitación.


El jarrón de flores plásticas se derrumbó, y la madera se agrietó al astillarse la pata con el impacto.

Adam, todavía sobre su lado, cola ahora metida sumisamente entre sus patas, gimió. Estaba vivo, pero había perdido su búsqueda por la Manada. Me pregunté que destino le esperaba.

Nick se acercó unos cuantos pasos, y con otra ráfaga de magia, cambió de regreso a su forma humana. Gabriel hizo lo mismo, cortes y rasguños todavía evidentes en su rostro y brazos. Salí de debajo de la mesa, siempre la vampiro valiente, y saqué el polvo de mis pantalones. La habitación estaba silenciosa mientras se vestían nuevamente, deslizándose en jeans y remeras, luego calcetines y zapatos. Los gestos de Gabriel eran simples y eficientes, y me pregunté si el acto de re-vestirse era un tipo de meditación para él, un proceso de reajuste al mundo humano y a su forma humana, después del tiempo pasado en el cuerpo de un lobo.

Cuando Nick estuvo vestido, se movió de regreso a mí. “Estás bien?” preguntó, revisando mi rostro. Asentí, luego cambié mi mirada a Gabriel.

“El cambio no lo sanará?” Susurré.

“Solamente heridas hechas como humano pueden ser sanadas cambiando. Heridas hechas como un cambia-formas son más costosas. Sanará eventualmente, pero no hay un arreglo instantáneo.”

Gabriel, ahora vestido, ofreció a Nick y a mí asentimientos de reconocimiento, luego se movió hacia su ahora postrado hermano. Se agachó sobre una rodilla y miró fijamente dentro de los ojos de Adam. Adam todavía sobre su lado, gimió de nuevo.

“Cambia,” Gabriel demandó.

Tuve solamente un momento para levantar mi mano contra la repentina luz. Cuando pestañeé nuevamente, Adam yacía en el suelo, desnudo y doblado, su cuerpo un lío de cortes y magulladuras.

“Eres una decepción para mí, para la familia, para la Manada,” Gabriel dijo.

La magia volvió a elevarse en la habitación, pero no la ráfaga enérgica de antes. Esta magia era antigua, pesada y opresiva. Aunque no tenía nada que ver conmigo, mis pulmones quemaron con el esfuerzo de tomar y soltar el aire denso con el peso y consecuencia de la decepción de Gabriel. No había forma de evitarlo.

“Uno no elige ser Ápice,” le dijo a Adam. “La Manada te elije a ti. Ser Ápice no es sobre poder, riqueza o estatus. Es sobre familia y compromiso. Lecciones que aparentemente yo, fallé en enseñarte.” Había melancolía en su voz al tomar parte de la culpa de las acciones de Adam.

“Ser Ápice no se trata sobre hacerse cargo. Es seguro como el infierno que no se trata de poner en peligro a la familia. Y si me hubieras dejado fuera? Entonces qué? Fallon es la próxima en la línea, no tú. Y sé que ella tiene la fuerza y el sentido suficiente para mantener a la Manada. Tú estás en la parte inferior de la escalera de sucesión, mi chico, y mientras yo podría haber preguntado si podrías probar que eres más fuerte que el resto de ellos, eso me demostraría que nunca estarás listo.”

Gabriel se levantó nuevamente, luego miró ausentemente el otro lado de la habitación, una decisión pareciendo pesar en su mente. Después de un minuto de silencio, suspiró. “Eres responsable de la muerte de un líder de la Manada. Yo no puedo, dado los votos que le hice a nuestro padre, terminar contigo, a pesar del dolor y vergüenza que has causado.”

Gabriel sacudió su cabeza, resignación en sus ojos. “Y tal vez seas afortunado. Tal vez los miembros de la Gran Noroeste no lo hagan, tampoco. Pero será su decisión para hacer.”

“Gabriel-,” Adam pidió vacilante, pero Gabriel lo rechazó.

“Te presentarás tú mismo a los miembros de la Gran Noroeste, y ellos decidirán tu destino. Y si no estás dispuesto a ir por tu propio acuerdo, te enviaré en un cajón, si eso es lo que se necesita para tenerte allí.

Con el destino de Adam aparentemente decidido, Gabriel soltó un suspiro que pareció sacar el peso del mundo de sus hombros, luego me miró. “Parece que te debo otra maldita disculpa por meterte en otra disputa de la Manada. No me importa deberte disculpas. Tendré a alguien que llame a Sullivan para que esté informado cuando regreses. Adivino que si no obtiene ese informe, estarás pasando las próximas dos horas en su oficina, reviviendo los sucesos.”

Asentí. “Así es bastante como parece funcionar.”

“Y cuando te pregunte por tu versión de los eventos, cuánto le contarás?”

Le di a la pregunta una seria consideración. No había forma de que le mintiera a Ethan. Pero omitir? Tal vez. Especialmente si le explicaba a él por qué estaba omitiendo ciertos detalles.

“Le diré solamente las cosas que necesita saber,” contesté honestamente. Gabriel pareció satisfecho con eso.

“Suficientemente bueno. Aunque va a molestar una mierda sobre esto, sobre tú siendo involucrada en algo tan malditamente estúpido y peligroso.”

“Soy un arma,” dije con remordimiento. “Si él se enoja, es porque has puesto en peligro a su arma.”

“Merit, si realmente crees eso, te he estado dando demasiado crédito.”

Su expresión era lo suficientemente seria para poner sorpresa en la mía. “Entonces tiene una manera extraña de demostrarlo”

“Bebé, él es un vampiro.”

Por qué todo el mundo continuaba diciendo eso?

Estaba a punto de pedir un aventó a casa cuando mi beeper sonó. Curiosa, lo desabroché y bajé la vista. Decía “CADOGAN. VIOLACIÓN. ATAQUE. 911.”

Miré fijamente el mensaje; le llevó un momento a mi cerebro para envolver todo el contenido. Y entonces lo que debía haber sido obvio desde el primer amanecer: había habido una violación, un ataque a la Casa Cadogan.

“Oh, Dios,” dije, mi mente repentinamente corriendo. Luego miré a Adam. “Qué es lo que has hecho?”

“Merit?” Gabriel preguntó, pero levanté una mano y mantuve mi mirada en su hermano.

“Adam, que es lo que hiciste?”

Miró sobre su hombro, mezquindad en sus ojos. “Es demasiado tarde. El plan estaba en marcha. Ya los envié a atacar.”

Mi corazón casi se detiene. Incluso Gabriel palideció. “Enviaste a quién?”


“Cambia-formas. Algunos humanos. Aquellos que querían tirar abajo a los vampiros.”

“Oh, Dios,” dije. “Hay una fiesta. Ellos están afuera de la Casa.” Desprotegidos.

“Tengo que regresar.”

“Bien, bien,” Gabriel dijo. “Nick mantén un ojo en Adam. Llamaré a la Manada.”

“Y a mi abuelo!” Agregué.

“Trae a tantos como puedas a Hyde Park. Traeré mi moto. Regresaremos, y detendremos esto.”

Si Dios quiere, todavía podíamos.

Traducido por Luu♥

AVISO: Perdón por la demora, esto me está SUPERANDO :( me refiero al tema ese de blogger, estuve medio día tratando de solucionarlo cuando al fin creo que lo logré, instalando un nuevo explorador que no me ponga ningún error, voy a subir el capítulo lo más feliz y al aparecer la página donde tengo que colocar el texto, no termina de cargar que desaparece :(:( Mi GENIAL idea, fue que antes de que pudiera cambiar la congelara y acá estoy, espero que funcione :( Para colmo de los colmos, se me rompe el mouse, óptico, deja de funcionar el láser, por lo que dije caput, desenchufo el mouse pongo uno nuevo que estaba sin usar y no funciona :/ mi último intento volver a colocar el otro, todavía sigo sin saber ni cómo ni por qué VOLVIÓ a la vida. En fin, están conspirando en mi contra :(

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HARD BITTEN!



No es hermosa? ♥

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Twice Bitten- Capítulo 22

CAPÍTULO 22: Déjalo (no)muerto

No esperaba problemas en la fiesta de recepción pero mi encuentro con Jonah me enseñó una valiosa lección acerca de salir sin ningún arma. Había tenido suerte que el vampiro que me acechaba fuera del bar no estaba ahí para atraparme – pero eso ciertamente no era verdad para todos. Así que me puse mi negro Cadogan, resbalé mi daga dentro de mis botas. Levanté mi cabello, mi cadena Cadogan alrededor de mi cuello, y mi buscapersonas estaba enganchado. Estaba tan lista como podía estar-al menos físicamente.

Seguro. Lo había derrotado. Me había aseado y subido las escaleras, he iba a hacer una aparición en la fiesta en honor a su antigua amante. Pero no lo iba a hacer sin refuerzos, al menos espiritualmente. Así que agarre mi teléfono del estante de libros, me senté al borde de la cama y marqué el número de Mallory. La primera cosa que oí fue el entrechocar de ollas y sartenes, y un puñado lejano de maldiciones antes que ella lograra enderezar el teléfono.

“Oh, Dios, alto—alto—mierda—mierda—Merit? Estás ahí?”

“Mal? Estás bien?”

“Lo estoy-En serio—detente. Ahora mismo.”

El estrépito inmediatamente se calló.

“Qué está pasando ahí?”

“Experimentos de ciencia. Tengo que aprender a trabajar con un gato, son familiares, sabes—y ella esta en todo. Ha estado aquí, como, cuatro horas, y cree que es dueña de mi—En serio, gatita mala! Deja eso!—ella cree que es dueña de mi casa. Está destruyendo mi cocina. Así que, qué hay contigo? Vi tu mensaje de texto sobre drama en la convocatoria?”

“Estalló la violencia, pero Gabriel está vivo, y eso es lo más importante.”

“Sabía totalmente que el amuleto funcionaría-como un hechizo!” exclamó, bufando a través del teléfono. Giré mis ojos. “Lo hiciste bien, y lo aprecio. Pero necesito un momento besa-traseros de mejor-amiga.”

“En qué te ha metido él ahora?”

Ah, me conocía tan bien. “Él está ofreciendo una fiesta para Lacey Sheridan. Me dijo que tengo que hacer una aparición.”

“Tú sabes, realmente no me gusta en tantas formas.”

“Eso me ha ocurrido también.”

“Bueno, hagamos una lista de verificación—luces fabulosa?”

“Estoy usando mi traje.”

“Bastante bien. Vas a seguirlo a todos lados en la fiesta o a besar el trasero de ella?”

“No planeo hacer ninguna de esas cosas.”

“Vas a ser tu normalmente brillante y gracioso ser, recordándole por tu muy vivaz y joie de vivre (felicidad de vivir) lo tonto que ha sido?”

Y ese era el por qué amaba a esta chica. “Puedo definitivamente dar lo mejor de mi.”

“Eso es todo lo que puedo pedir—Oh, Dios, gatita mala. Merit, me tengo que ir. Ella tiene mis cerillas de nuevo. Te llamo mas tarde, esta bien?”

“Buenas noches, Mallory.”

“Buenas noches, Merit. Déjalo no muerto.”

Como le dije, iba a dar lo mejor de mi.

Las cosas estaban tranquilas cuando emergí abajo. Caminé a través del corredor del primer piso hacia el patio trasero.

La puerta de Ethan estaba abierta, su oficina a oscuras, así como las otras oficinas administrativas que pasaba. Estaba a medio camino—cerca de la cocina—cuando lo oí.
Música.

A través de las ventanas al fondo de la Casa, podía ver el brillo de un fuego en el patio trasero y la masa de vampiros reunidos alrededor. Tan silenciosamente como pude, abrí la puerta de vidrio-y-metal trasera, y salí. Vampiros vestidos de negro parados en círculos, rodeando el obsesionante hilo de música. Había una sola voz, una mujer, acompañada por un violín. Su voz era clara y triste, el violín rasposo, llorón. Sonaba como un canto fúnebre, una lenta, dulce canción de pérdida o amor, del tipo con las que me había cruzado en mis estudios medievales.

La atención de los vampiros atrapada—la multitud en silencio, las miradas en los músicos en el medio, a quienes aún no podía ver. Dice que la música calma a las bestias salvajes; Yo era una creyente.

Vi los rizos despeinados de Luc frente a mí. Cuando lo alcancé, me miró y sonrió antes de volver a los músicos. Al fin podía verlos—Katherine y un vampiro varón que no conocía. El tocaba el solitario violín; la voz clara pero melancólica era de ella.
“Es una canción de la Guerra Civil,” Luc susurró. “Ethan les pidió, a Thomas y Katherine, tocar una canción esta noche.”

Este debía ser el hermano de Katherine, supuse. “Es hermosa,” le dije.

Estaban sentados uno al lado del otro en una banca baja, de cemento, Katherine en un vestido simple y sandalias, Thomas con pantalones negros y una camisa abotonada hasta arriba. Sus ojos cerrados, el violín metido debajo de su barbilla, sus hombros meciéndose mientras la canción fluía desde sus cuerdas. Los ojos de Katherine estaban abiertos, pero su mirada desenfocada, como si mirara memorias invisibles reproduciéndose ante ella mientras viajaba a través de los versos de la canción.

“Ella fue cambiada en 1864,” susurro Luc. “Ella y Thomas. Su maestro la transformo luego de que Katherine perdiera su esposo, Caleb, en la guerra. Habían estado casados por una semana.”

La canción sonaba autobiográfica. Katherine cantaba por el retorno a salvo de un joven soldado, lamentando el sonido de disparos a través de un valle, y lamentando la muerte del soldado.

Ella lamentaba la muerte de su verdadero amor.

No estoy segura qué fue lo que me hizo buscar, que me hizo registrar la multitud en busca de Ethan, pero lo hice. Vi a Lacey primero. Su expresión estaba en blanco, sin emoción. Si había sido tocada por la canción, por la letra, no lo demostraba.
Él estaba parado a su lado, brazos cruzados. Su mirada. . . en mí.

Nos miramos uno al otro por sobre los vampiros, sobre la música, sus ojos atrapando el brillo de las luces del jardín, siglos de historia en su mirada. Siglos que lo habían hecho frío.

Y entonces su voz hizo eco a través de mi cabeza. Merit.

Él silenciosamente llamó mi nombre, aún mientras se mantenía al lado de ella.
Liege? Le contesté.

Sus ojos brillaban. No me llames de esa forma.

No hay otra forma para que te llame. Tú eres mi empleador. Yo soy tu empleada. Ese es el trato al que habíamos llegado.

Había algo impotente en sus ojos ahora, pero yo no iba a caer por ello nuevamente. Cambié mi mirada hacia el fuego. Lamía hacia el cielo, lenguas de fuego bifurcadas creando sombras brillantes en la yesca. El humo picando, la madera levantándose, la fragancia casi intoxicante, insinuando un estado salvaje que los vampiros en el medio del centro de Chicago, prohibidos de sol, no podían tocar de otra forma.

Contemplé el fuego hasta que la canción hubo terminado, entonces aplaudí junto con los otros mientras Katherine y Thomas compartían una suave y triste sonrisa.

“Adónde saliste anoche?” Luc preguntó mientras Katherine bebía de una copa y Thomas acomodaba su violín. Asumí que no estaba preguntando donde había estado yo—sino donde había estado Lindsey.

“Templo Bar. Lindsey pensó que seria una buena idea sacarme de la Casa.”

“Y cómo has estado?”

“Si te refieres a los cambia-formas, bastante bien. Si te refieres a personalmente, él invitó a su ex-novia a volver al la cuidad. Probablemente puedes adivinar cómo me siento respecto a eso.”

Katherine y Thomas comenzaron nuevamente, esta vez una canción más agasajadora con un sesgo Irlandés. Luc y yo nos mantuvimos juntos en silencio, mirando a Katherine cantar en un cadente acento Irlandés, Thomas a su lado, sus dedos volando a través del violín.

“Yo realmente creo que le importas, sabes.”

“Tiene una forma extraña de demostrarlo.”

“Es un vampiro. Eso lo hace extraño.”

Miré hacia Luc. Incluso en medio de un drama supernatural, usualmente tenía una peculiar sonrisa en su rostro. Pero esta vez, su expresión era cansada, y ya no estaba segura si seguía hablando sobre Ethan. . . o Lindsey. Había pasado algo similar entre ellos? Si era así, me podía compadecer. Era difícil cargar el peso de la lamentación de alguien—y el arrepentimiento que aparentemente le seguía.

“Están tú y Lindsey bien?”

Su expresión se endureció. “Lindsey y yo. . . no lo estamos. Pero eso es status quo.”

“Te gustaría hablar sobre ello?”

La pregunta era muy femenina, pero la mirada que recibí—ojos reducidos, mirada plana—era toda varonil.

“No, Centinela, no quiero hablar sobre ello.”

“Es justo. Tal vez,” sugerí, “si este el producto de la inmortalidad, nos deberíamos preguntar si el sacrificio vale la pena.”

“Hace que uno se lo pregunte,” Luc dijo.

El amor era definitivamente una perra.

Katherine y Thomas terminaron de cantar en un estridente aplauso, éstos dando lugar eventualmente al suave sonido de la música de un chelo. Luc suspiro. “Voy a mezclarme. Vas a estar bien aquí?”

“Derecha como la lluvia,” Le dije. “Siéntete libre.”

Lo observé desaparecer entre los vampiros. Probablemente no fue coincidencia que también vi a Lindsey dando vueltas en otro lugar de la multitud.

“Katherine y Thomas son muy talentosos.”

Miré tras de mí. Ethan estaba parado allí, expresión en blanco, manos en sus bolsillos. “Son muy talentosos,” dijo nuevamente. Miré nuevamente a la multitud, preguntándome a donde su compañía había ido. La encontré al otro lado del jardín, conversando con Malik. Por el momento, el riesgo de drama disminuido. “Sí, lo son.”

“Gabriel llamó,” dijo. “Confirmó que los cambia-formas que atacaron estaban tratando de realizar el contrato y recoger el pago.”

“Quién ordenó el golpe?”

“No les fue dicho, y aparentemente ellos no preguntaron.”

“Eso no es exactamente reconfortante. Está Gabe aún seguro que el drama ha terminado?”

Ethan asintió. “Está muy convencido. Dicho eso, es notablemente corto-de-vista para un hombre con el don de la profecía.”

O solo no tan neurótico como los colmilludos que lo rodeaban. “Y el culpable final?” Pregunté.

“Quién sabe? Tony podría haber estado involucrado, pero aún no sabemos si el era el titiritero o solo un títere. Y ya que hemos sido excusados por Gabriel, Así es como permanecerá.”

Nos mantuvimos en silencio durante otro momento.

“Estás callada esta noche,” dijo.

Esbocé una sonrisa agradable. “Ha sido una semana larga. Sólo estoy tratando de relajarme.” Y estaba tratando evitar más drama. Estuvo callado otros dos o tres minutos, durante los cuales ambos nos mantuvimos allí juntos, vampiros vestidos de negro moviéndose alrededor nuestro. “Puedo decir que algo te está molestando—”

Tuvimos sexo y tú te arrepentiste, pensé silenciosamente, y ahora tu arrepentimiento me está volviendo loca. “Sólo estaba disfrutando de la música.”

“Lo siento.”

Cerré mis ojos apretados, emociones deslizándose sobre mí. No quería hacer esto nuevamente. Yo ciertamente no quería sus disculpas. Sólo me hacía sentir lastima.

“Por favor deja de decir eso.”

“Desearía—”

“Tu indecisión no está haciéndolo mas fácil.”

“Y tú crees que esto es fácil para mí?”

“Ey, Chicos,” dijo una voz familiar frente a nosotros. Lindsey se acercó, Lacey a su lado, la traidora.

“Hermosa fiesta,” Lindsey le dijo a Ethan, entonces me miró. “Y cómo te está yendo esta noche?”

“Estoy bien y tú?”

“Eh,” dijo con un encogimiento de hombros. “Yo no soy tan popular como nuestra querida Centinela, por supuesto.” Puso un brazo alrededor de mis hombros. “La llevamos al Templo Bar anoche, y ella fue un hit.”

Ah, así que ese era el juego—presumirme en frente a Lacey.

Ethan me miró, su expresión gélida. Adiviné que no estaba impresionado por mi súbita popularidad. “Encuéntrate conmigo en mi oficina en cinco minutos.”

Me tomó un momento ajustarme al cambio de tema, pero miré entre él y Lacey. “No hay necesidad de que dejes la fiesta. Podemos hablar luego.”

Antes que pudiera terminar, esa ceja estaba arqueada. “Eso no fue un pedido.”

Sin esperar una respuesta, se fue, una mano en la espalda de Lacey para guiarla.

Lindsey frunció el ceño. “Qué fue todo eso?”

“No tengo idea. Por que crees que quiere reunirse en su oficina?”

“Bueno, o se acaba de dar cuenta que podrías ganar como reina de la primavera y él definitivamente quiere ese puesto, o se quiere poner en una rodilla y disculparse profundamente por ser un estúpido.”

Nos miramos una a la otra. Ella sonrió. “Así que, ya que la segunda opción es malditamente poco probable, estás interesada en ser la reina de la primavera?”

“Va a haber una corona?”

“Qué es una reina de la primavera sin una?” Entonces puso sus manos en mis brazos. “Hazme un favor—lo que sea que diga sobre su relación o tu entrenamiento o Lacey, no juegues a ser tímida. No juegues a ser humilde. Te has estado rompiendo el trasero esta semana, y has estado haciéndolo lucir bien. Te has ganado ese coraje. Lo prometes?”

Lo prometí.

Esperé por quince minutos—quince minutos durante los cuales me forcé a mi misma a revisar los libros y trofeos es sus estantes, y traté de evitar preguntarme qué—o quién—lo retrasaba.

Estaba recostada contra la mesa de conferencias en su oficina cuando entró. No miró, pero cerró la puerta tras él y se dirigió a su escritorio. Revolvió papeles por un momento antes de poner sus manos de un golpe en el borde de su escritorio.

“Necesitamos encontrarte un nuevo reto físico para asegurarnos que tu entrenamiento sea suficiente para permitirte progresar.”

Bueno, tal vez él realmente quería hablar sobre entrenamiento. “Bueno.”

“Éste es un buen momento para que nosotros mantengamos las comunicaciones abiertas con Gabriel. Si la Manada no se va, eso significa que están aquí. Deberíamos pensar en reglas de compromiso en caso que haya mas de ellos que no estén felices con esa decisión.”

“Eso parece apropiado.” Él finalmente me miró, sus ojos nublados.

“Suficiente del juego, Merit. Suficiente del ‘Sí, Liege’ y ‘No, Liege.’ Deja de ponerle sello a todo lo que yo digo. Eras mas valiosa cuando discutías conmigo.”

Por una vez, yo no había estado jugando a ser condescendiente; realmente creía que era apropiado. Pero su tono rogaba por una respuesta, y yo finalmente estaba harta de sus idas-y-venidas.

“Era más ‘valiosa’? No soy una antigüedad. Ni un juguete ni un arma para que manipules.”

“No estoy jugando contigo, Centinela.”

Elevé mis cejas. Yo era Centinela solamente cuando estaba enojado. “Y yo no estoy jugando contigo, Sullivan.”

Nos miramos por un momento, la habitación pesada con palabras no dichas—la conversación que habíamos estado evitando.

“Ten cuidado.”

“No,” dije, y sus ojos se ampliaron. Ethan Sullivan, imaginé, no estaba acostumbrado a que sus empleados le desobedecieran.

“La única cosa que siempre quisiste de mí,” le dije, “es que sea algo que no soy. Si discuto, te quejas que no soy obediente. Si soy atenta, te quejas que le pongo sello a todo lo que dices. No puedo seguir jugando este juego contigo, estas constantes idas-y-venidas.”

“Sabes que no es así de simple.”

“Es así de simple, Ethan. Tómame como soy o déjame ir.”

Negó con la cabeza. “No puedo tenerte.”

“Sí, podrías haberme tenido. Me tuviste. Y luego cambiaste de idea.” Pensé en Lacey, en la fotografía que había visto, en él habiendo tenido una relación con ella a pesar de sus consideraciones estratégicas. Quizás eso era lo que más me molestaba—qué me hacía diferente? Qué me faltaba? Por qué ella, pero yo no?

“No era yo lo suficientemente tentadora?” le pregunte. “No era lo suficientemente elegante?”

No esperaba que él contestara, pero lo hizo. Y fue casi peor. “No hay nada malo contigo.”

Se paró y deslizó sus manos a los bolsillos. Encontré su mirada y vi el fuego verde en sus ojos. “Tú eres perfecta—hermosa, inteligente, intratable en una forma. . . atractiva. Testaruda, pero una buena estratega. Una peleadora asombrosa.”
“Pero eso no es suficiente?”

“Es demasiado. Crees que no he pensado en como sería regresar a mi dormitorio al final de la noche y encontrarte allí—encontrarte en mi cama, para tener tu cuerpo y tu risa y tu mente? Mirar a través de una habitación y saber que eres mía—que yo te reclamé. Yo.”

Tamborileó un dedo contra su pecho. “Yo. Ethan Sullivan. No la cabeza de la Casa Cadogan, no el vampiro de-cuatrocientos-años-de edad, no el hijo de Balthasar o el Noviciado de Peter Cadogan. Yo. Sólo yo. Sólo tú y yo.” Humedeció sus labios y negó con la cabeza. “No tengo ese lujo, Merit. Soy el Maestro de esta Casa. El Maestro de cientos de vampiros a quienes juré proteger.”

“Yo soy una de tus vampiros,” le recordé.

Suspiró y frotó una mano por su frente. “Tú eres mi mayor fuerza. Tú eres mi más grande debilidad.”

“Llamaste a Lacey a que viniera. Ella no es una debilidad?”

Pareció sorprendido. “Lacey?”

“Ustedes tenían—tienen—una relación, verdad?”

Su expresión se suavizó. “Merit, Lacey está aquí por una evaluación. Nosotros hemos estado—en mi limitado tiempo libre—revisando el estado financiero de su Casa. Este viaje estaba programado desde hace seis meses. No la invité aquí para tener una relación.”

“Todos pensaron—”

Me dio una mirada sarcástica. “Tú deberías saber mejor, para tomar los rumores que corren por esta Casa como hechos.”

Miré hacia abajo, suficientemente reprendida y silenciosamente agradecida. Pero eso no cambiaba el asunto mayor. “Te dije que tenias una oportunidad, y tú decidiste que estábamos mejor como colegas. No puedo jugar el juego de estar preguntándome—todos y cada uno de los días—dónde estamos parados. Soy tu empleada, tu subordinada, y es tiempo que actúe como tal. Así que te estoy pidiendo que no traigas esto a colación—no nos traigas a colación. Que no me recuerdes con una palabra o una mirada cuan en conflicto estás.”

“No puedo evitar estar en conflicto.”

“Y yo no puedo evitar que estés en conflicto. Tomaste tu decisión, Ethan, y no puedo continuar teniendo esta conversación una y otra vez. Estamos o no estamos? Estamos o no estamos? Cómo se supone que vamos a trabajar juntos así?”

Él hizo una mejor pregunta. “Cómo se supone que no trabajemos juntos?”

Nos quedamos ahí en silencio por un momento. “Si eso es todo lo que querías,” dije, “Voy afuera de nuevo.” Caminé hacia la puerta, pero él finalmente me detuvo con una palabra.

“Caroline.”

Cerré mis ojos y apreté mis manos en puños. Deseaba resistirlo, pero él era mi Maestro, y me había llamado por mi nombre, y eso solo era suficiente para detener mi marcha hacia la puerta.

“Injusto,” le dije. “Injusto y muy tarde.”

“Tal vez si tuviera más tiempo.”

“Ethan, no creo que haya suficiente tiempo en el mundo.”

“Qué te dije acerca de los Breckenridges, Merit?”

“Nunca quemar puentes,” le recité, y me volví, sabiendo a donde se dirigía.

“Antes de que me acuses de hacerlo, Ethan, recuerda que fuiste tú quien se retiró.

Yo solo estoy cumpliendo con tu pedido. Nos olvidaremos de lo que pasó, trabajaremos juntos, y haremos todo lo que está en nuestro poder para proteger la Casa, y eso será toda su extensión.”

Me detuve antes de entrar al corredor, incapaz de dar el paso final sin mirarlo nuevamente. Cuando lo hice, había dolor en su expresión. Pero le había dado mi mejor intento, y no iba a compadecerme de un hombre que se negaba a alcanzar lo que quería.

“Eso es todo?” pregunté.

Finalmente bajó su mirada. “Buenas noches, Centinela.”

Asentí y me fui.

Caminé a través del primer piso de la Casa, y no me detuve en la puerta principal. Tomé la acera a la puerta y asentí a los guardias, luego revisé la calle hacia la izquierda y derecha, buscando en el camino por paparazzis. Ellos estaban obedientemente agrupados en su cordón designado en la esquina a la derecha. Un llamado simple—me dirigí a la izquierda.

Crucé mis brazos sobre mi pecho, cabeza gacha mientras caminaba. Sabía que Ethan haría esto. Era la forma en la que operaba—un paso adelante, dos pasos atrás.
Reempiece y repita. Hacía un movimiento hacia la intimidad, y luego se retiraba. Entonces se arrepentía de retirarse, y el ciclo comenzaba de nuevo. No era que no me quería; él había dejado eso en claro. Pero cada vez que se dejaba ser humano, la parte estratégica de su cerebro se impulsaba y él se retiraba a la frialdad. Tenía sus razones, y lo podía respetar lo suficiente para imaginar que no importaban. Pero eso no significaba que estaba de acuerdo con él o que pensara que sus razones—sus excusas—eran buenas.

Fruncí el ceño a la vereda, mis pies moviéndose debajo mío, aunque apenas prestaba atención al movimiento. Íbamos a tener que trabajar juntos; eso estaba claro. Me tendría que adaptar. Me había adaptado a ser un vampiro, y me iba a tener que adaptar a Ethan. Levanté la mirada mientras una limusina se estacionaba.

Era larga. Negra. Curvilínea. Pulcra. Indudablemente cara.

La ventana de atrás del lado del pasajero bajó. Adam Keene me miró desde el asiento trasero, aburrimiento en su expresión.

“Adam?”

“Gabe quiere encontrarse contigo en el bar.”

Pestañeé, confundida. “Gabe? Él quiere encontrarse conmigo?”

Adam giró sus ojos compasivamente. “Ya sabes como es él. Dame lo que quiero, cuando lo quiero. Lo que usualmente significa inmediatamente. Probablemente no muy diferente a tu Maestro vampiro?”

“Por qué yo? Por qu´r no Ethan?”

Adam hizo un pequeño bufido, luego miró hacia abajo al teléfono en su mano.

“Yo no soy quien para cuestionar el por qué. . .” murmuró, entonces giró la pantalla del teléfono hacia mí.

“TRAE A LA GATITA,” se leía en el mensaje de Gabriel. Bueno, así que el pedido era legítimo. Pero eso no significaba que meterme en la limosina con Adam era el movimiento correcto. Dudando, miré hacia la entrada, luz desde la Casa derramándose sobre la acera. Si iba, me imaginé conseguiría un sermón de Ethan acerca de dejar la Casa para hablar con Gabe sin permiso. . . y sin su supervisión.

Por el otro lado, si no iba, probablemente tendría un sermón acerca de no jugar en equipo y saltar cuando un Ápex me pedía que saltara. Y entonces aún tendría que seguirlo al bar, y en el asiento trasero de una ostentosa limusina.

Además, tenía mi daga y mi buscapersonas. Ethan podría encontrarme si lo necesitaba.
“Muévete,” gruñí, abrí la puerta y se subí, cerrando la puerta tras de mí. “Comencemos con un Shirley Temple,” le dije, asintiendo al bar en un lado de la limosina, “y veremos que tan lejos llegamos.”

La limosina se detuvo en frente de la Pequeña Roja. La calle estaba vacía de motos, y la lámina de madera aún estaba sobre la ventana. El cartel de CERRADO aún colgaba en la puerta. El conductor salió y abrió la puerta trasera, su cara plana, sin emociones. Solté un “Gracias,” y miré hacia atrás cuando Adam no hizo ningún movimiento para salir. Se mantuvo en su asiento, sus pulgares apretando los botones de su teléfono. Cuando se dio cuenta que me había detenido, me miró y sonrió.

“No es a mí a quien quiere ver,” dijo, hoyuelos en las esquinas de su boca. “Tendré al Sr. Brown aquí dando vueltas la manzana unas cuantas veces para darles a ustedes un minuto, me reuniré con ustedes cuando haya acabado.” Mantuvo levantado su
teléfono como explicación. “Necesito terminar esto.”

“Tu decisión,” dije, luego maniobré la puerta para salir.

“Ey, Gatita,” dijo antes de cerrar la puertas tras de mí.

Miré hacia atrás.

“Diviértete ahí adentro.”

La ventana se levantó nuevamente y la limusina salió a la calle, luego tomó la primera vuelta a la derecha a la manzana. Yo caminé hacia la puerta.

Traducido por Bel♥

Corregido por Lu♥

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Twice Bitten- Capítulo 21

CAPÍTULO VEINTIUNO: SIMPLEMENTE BAILA

La noche siguiente amaneció fresca y clara. Abrí el postigo anti-sol y luego una rendija de la ventana. Una brisa agradable soplaba a través de la ciudad, limpiando un poco la humedad de ayer. Tenía programado entrenar con Ethan de nuevo, así que me levanté y dirigí hacia la cocina, agarré un poco de jugo de naranja, sangre y una donut de tocino, barnizada con glaseado. Sí, oíste bien. Tocino. Y glaseado. En una donut.
Seguro, no estaba ansiosa sobre entrenar nuevamente. Había visto un montó a Ethan en la semana, y no me hubiera importado una noche para mí misma, sin drama político o relaciones conflictivas, sin esgrima o patadas laterales. Pero qué podía hacer yo? Debido a que había hecho mis juramentos, acampar en mi habitación con la donut en mano, no era una opción. Así que, después de haber engullido el desayuno, me deslicé en las chancletas y coloqué una chaqueta deportiva, luego me dirigí hacia el pasillo. Estaba a punto de tomar las escaleras al sótano cuando la vi. Ella estaba de pie en el rellano entre el primer y segundo piso en un traje negro, sus brazos cruzados y con una ceja arqueada.

Era una Maestro hecha en la propia imagen de su Maestro.

Bajé los escalones pero me detuve uno o dos antes del rellano, mis cejas levantadas.

“Esperándome?”

“Tú y Ethan tienen una relación única,” Lacey dijo.

“Tenemos una relación?”

“No juego juegos, Merit.”

Todo evidenciaba lo contrario, pero me forcé a mi misma a ser educada. “Respetuosamente, señora, yo tampoco lo hago. Puedo ayudarla con algo?”

“No me rindo facilmente. Él y yo somos perfectos para el otro.”

Casi gruño una respuesta, pero me contuve. Si realmente creía eso, más poder para ella. Además-él la había invitado aquí, así que tal vez él también lo creía.

“Sabes qué?” Pregunté en cambio, pasándola. “Buena suerte con eso.”

Me siguió hasta el primer piso. Ethan, con su sincronización tan impecable como siempre, eligió ese momento para comenzar a subir las escaleras hacia nosotras, la chaqueta de su traje desechada, su cuerpo delgado, pantalones oscuros, una camisa blanca y corbata negra. Debía estar camino a cambiarse. Sus ojos se agrandaron a la vista de nosotras dos juntas, como si no estuviera preparado para el encuentro de su antigua y poco menos antigua amante-su propia culpa, ya que él nos había tirado bajo el mismo techo.

“Cómo estuvo tu llamada?” Lacey preguntó. “Y cómo están las cosas en Londres?”

Era fácil leer eso entre líneas-Querida Centinela: Tu jefe hizo una llamada telefónica al PG y no te contó sobre ello. Supongo que no estás informada de todo! Con amor, su más grande protegida.

Su segundo golpe de bate, y voló la bola a través de la valla. Tuve que aguantarme un gruñido.

“No tan útil como me hubiera gustado, pero así funciona el PG,” Ethan dijo. Cuando me miró, la línea de preocupación había aparecido entre sus ojos. “Te veré en el Salón de Combate en un momento.”

Asentí. “Liege.”

Caminó pasándome. “Lacey, conmigo, por favor,” él dijo, y ella obedientemente lo siguió.

Miré detrás de mí y observé como lo seguía al igual que un cachorro con una correa mientras tomaban las escaleras hacia el tercer piso. Algo me golpeó mientras ella lo seguía. Ethan era, y siempre sería, su Maestro. Y aunque la había oído estar en desacuerdo con él, levantando sus preocupaciones sobre yo siendo un “soldado común,” había algo condescendiente incluso en su postura. Ella se movía como si fuera de su propiedad, como si no hubiera nada que quisiera más que estar a su lado. Incluso aunque tuviera su propia Casa, ella quería regresar a Cadogan.

Lindsey me había dicho que Lacey era una Muy Buena Estratega. Entonces quizás parte de la adoración era política. Quizás, al igual que él, estaba preocupada por las alianzas, quería asegurar su unión con la cuarta casa más antigua en el país.

O quizás era mucho más simple. Quizás ella sólo lo quería.

Lo que sea que el futuro nos tuviera reservado para Ethan y para mí (o para mí sin Ethan, en el caso que así se diera), hice un voto allí y aquí de no convertirme en uno de esos vampiros. Prometí continuar siendo yo misma, recordar quien era, pensar racionalmente sobre alianzas y sobre las personas con las que podría aliarme. Si solamente hubiera recordado esas cosas un par de noches atrás. . . o cuando Mallory me necesitaba. Pero lo hecho, hecho estaba. Una chica sólo podía seguir adelante.

Estaba practicando patadas como calentamiento cuando Ethan y Lacey hicieron sus apariciones. Él entró al Salón de Combate por la puerta principal; Lacey tomó un lugar en el balcón, esta vez entre una masa de vampiros. El balcón estaba casi lleno, desde Lindsey y Luc-quien debía estar tomando un descanso de sus deberes de guardia-a Margot y Michelle y algunos de los otros vampiros con los que había tomado unas bebidas. Ellos me saludaron, un club de fans para una vez atrás, reticente vampiro. Pero había atravesado la reticencia. . . y me había convertido en uno de ellos, al menos en parte, principalmente porque era una Novata que había sido tratada injustamente por un Maestro. O dos, si contabas a Lacey. O cuatro, si contabas al anterior y actual Maestros de Navarro.

Sin importar cuan lamentables (y cuan embarazosas), esas injusticias habían creado una especie de lazo entre el resto de los vampiros de la Casa Cadogan y yo-una oportunidad para llegar a conocerlos sin mi rango entre nosotros.

No hay mal que por bien no venga? Tal vez. O quizás el mundo simplemente funciona de manera misteriosa.

Ethan caminó hacia mí, su postura formal, su expresión apenas por debajo de sombría. “Prepárate para luchar,” él dijo. Supuse que no estábamos salteando los complicados protocolos de enseñanza. . .y los saludos.

“Liege,” dije, e incliné mi cuerpo de acuerdo al suyo, con las rodillas flojas, los codos doblados, preparada para atacar o defender. Él debía haber tenido su propia agresión para liberar, ya que inmediatamente arremetió con una combinación golpe-patada-golpe que me apresuró a defenderme. Pero eludí sus golpes y la patada, y luego traté un golpe yo misma-una patada creciente que, no obstante él esquivó. Rebotamos alrededor de la estera por un momento, ofreciendo golpes de prueba, pero todavía sin comprometernos con un golpe real. La muchedumbre comenzó a murmurar y pedir acción. Traté una patada lateral, la cual bloqueó fácilmente.

“Apenas estás tratando,” él dijo, pero no se detuvo. Se balanceó a mí alrededor antes de ejecutar una perfecta patada frontal que me dio en la clavícula derecha. Pensé que había contenido la patada; aún así, desestabilizaba el esqueleto, pero la fuerza entera de ésta habría roto el hueso a la mitad. Froté el lugar dolorido, la ira comenzando a hervir mi sangre. Ethan continuó balanceándose y zigzagueando; yo continué tratando de golpearlo. Ese, él parecía pensar, era exactamente el problema-que yo estaba tratando de hacerlo, en vez de realmente hacerlo. Aquí estábamos de nuevo, y se estaba quedando sin formas de motivarme con miedo y rabia.

“Quiero que utilices las habilidades que has aprendido,” él dijo. “Como confiar en tus sentidos e instintos.”

Me agaché para evitar un golpe. “Estoy tratando, Sullivan.”

“Intenta más duro.”

Por qué las personas siempre pensaban que demandarnos que tratáramos más duro ayudaría? Estaba tratando lo más duro que podía. Mi inhabilidad de superarlo no era por falta de esfuerzo de mi parte.

“Quizás simplemente eres mejor que yo.”

Se detuvo en seco, luego se acercó tanto que la parte inferior de sus pantalones blancos rozaron mis piernas. “Eres la Centinela de esta Casa. No es una cuestión de ser ‘mejor que.’ ”

Su expresión se suavizó, luego me miró con esos ojos verdes profundos, y en vez de atacarme, me alentó.

“Te he visto moverte, Merit. Te he visto realizar las Katas con gracia y velocidad, y te he visto combatir con hombres del doble de tu tamaño. Tus habilidades no son el problema. Tú puedes hacer esto.”

Asentí y solté un suspiro, traté de no levantar la vista hacia el balcón para chequear las reacciones de los vampiros que me observaban. No quería ver mí frustración o la de Ethan reflejada en sus rostros.

Ese era el problema? Que tenía un público? No debería tener importancia. Después de todo, había sido una bailarina; no era como si no hubiera actuado frente a una multitud antes. Y luego pensé en la primera vez que había desafiado a Ethan, y de lo orgulloso que había estado de mis habilidades como un vampiro recién nacido. Y pensé sobre qué había sido diferente entonces.

De repente. . .me iluminé.

En esa primera lucha, yo había bailado.

Miré a Ethan nuevamente. “Podría tener algo de música?”

Frunció el ceño. “Música?”

“Por favor.”

“Alguna preferencia?”

Dejé que una sonrisa lentamente curvara mis labios. “Algo con lo que pueda bailar.”

Asintió hacia alguien detrás de mí. Después de un momento, “Rage Against the Machine” comenzó a sonar a través del Salón de Combate. Tomé un momento, cerrando mis ojos y dejando que las palpitaciones de “Guerrilla Radio” aflojaran mis miembros. Dejé que mi cuerpo se ajustara a su ritmo, y cuando la tensión se hubo ido y el mundo pareció enlentecer sobre su eje, abrí mis ojos y lo miré-no como su amante, o la vampiro que había hecho, o su Noviciada, sino como una soldado por su propio derecho.

“Lista?” él preguntó.

Asentí.

“Comienza,” dijo, y como si fuera la cosa más simple en el mundo, ataqué. No pensé sobre ello, no lo analicé, no me pregunté cómo podría eludirse o defenderse. En cambio, con el rugido del bajo resonando a través de mi pecho, arremetí. Comencé con una patada mariposa alta, y antes de que se pudiera defender, aprovechando el impulso que había ganado de la patada, arrasé con una patada alta de taekwondo dirigida a su cara. Gruñó y se dejó caer con su habitual velocidad, luego me atacó con mi misma patada. Pero ya la había visto antes. Esquivé el movimiento, volteando hacia atrás y aterrizando con mi cuerpo intacto, listo para la próxima ronda. “Tendrás que ser más rápido que eso, Sullivan.”

La multitud se puso de pie.
Ambos evitamos nuestras patadas, haciendo equilibrio en las puntas de nuestros pies mientras esperábamos por nuestra próxima oportunidad.

“Eso está mejor,” él dijo.

Le guiñé un ojo. “Entonces vas a amar ésta.”

“No si actúo primero,” dijo, luego dirigió una patada lateral a mi torso, pero me di la vuelta, una mano en el suelo mientras giraba, luego dirigí un contragolpe a su cabeza. No alcancé su cabeza. . . pero lo golpeé en el hombro. Su inercia lo llevó a sus rodillas, pero se levantó con rapidez suficiente. Los vampiros en el balcón aplaudieron con admiración.

Con las manos en mis caderas, le di una mirada evaluadora. “Eso está mejor.”

Bufó complacido.

Ethan pateó nuevamente, y esta vez, pensé que trataría algo un poco diferente. Salté hacia atrás con un exagerado salto de piernas de tijera que me llevó diez pies de altura en el aire y fuera del alcance de sus patadas.

Aterricé de nuevo, y entonces el combate realmente comenzó. Nos movimos y torneamos nuestros cuerpos como si la gravedad no hiciera diferencia alguna, como si fuéramos pareja en un pas de deux (baile de ballet).

“Bien,” soltó, pero había un destello brillante en sus ojos.

Allí fue cuando usé mi mejor arma. Lo miré y fingí una patada lateral. “No soy más que un soldado común,” dije. Se congeló, su expresión cayendo. Y en ese momento de desconcierto, giré y ofrecí otra patada mariposa. Esta vez, lo golpeé en el centro de su pecho.

Voló hacia atrás, luego golpeó el suelo con un ruido sordo.

La habitación enmudeció. . .y luego estalló en aplausos.

Con el pecho palpitando, y el sudor goteando por el esfuerzo, me acerqué y bajé la vista hacia él, no muy segura sobre el protocolo. Qué haces cuando has finalmente derrotado a tu maestro en su propio juego?

Decidí disfrutarlo. Dejé que mi boca se curvara en una sonrisa y arqueé una ceja hacia él.

“Toma, Sullivan, creo que acabo de patear tu trasero.”

Sus ojos estaban muy abiertos, esmeraldas, y decididamente conmocionados. Pero incluso allí en el suelo él me sonrió con orgullo y algún tipo de placer infantil. Cuando estuve de pie por encima de su cuerpo, le ofrecí mi mano. La tomó y lo ayudé a ponerse sobre sus pies.

“Siempre recuerda,” me susurró, “que eres una soldado poco común, no importa lo que digan. Y eres algo digno de ver.”

Asentí, tomé el cumplido y levanté la vista a la multitud en el balcón. Lindsey y Katherine estaban en el frente, sus cuerpos presionados a la baranda, ambas aplaudiendo con la multitud. Agarré el ruedo de una falda invisible e hice una reverencia, luego sostuve una mano en dirección a Ethan. Rió pero hizo una galante reverencia.

“Creo que hemos tenido suficiente diversión por hoy,” gritó. “Regresen a trabajar, vampiros.” Hubo quejas, pero ellos se dirigieron a la salida, hablando animados sobre lo que habían visto.

Fue entonces cuando me di cuenta. Mi inhabilidad de superarlo, el muro que había tenido que atravesar, era mental, emocional. Se trataba sobre dejar ir todas mis preconcepciones humanas sobre la lucha y el movimiento. Era sobre, como Catcher me había dicho una vez, entender la extraña relación de mi cuerpo vampiro con la gravedad. Era sobre recordar, como Ethan había dicho, lo que era la danza libre-olvidar si los movimientos eran perfectos, si lucían bien, o si eran “correctos,” y recordar lo que se sentía estar verdaderamente en tu cuerpo, sentir las extremidades moverse, las caderas balancearse, la piel calentarse, el corazón latir, la respiración acelerarse. Vi el plateado de sus ojos codiciosos, y supe que él se había dado cuenta de lo mismo que yo.

Lacey Sheridan no sería la única Maestro vampiro que Ethan haría.

Y hablando de la última chica que había obtenido entrenamiento de Ethan, levanté la vista y oh tan lentamente cambié mi mirada a la que estuvo antes que yo. Lacey me miraba fijamente, una nueva emoción en sus ojos. No era amistad, sin duda; Lacey y yo nunca seríamos amigas, no con Ethan entre nosotras. Pero había algo parecido al respeto en su expresión. Era el reconocimiento de que había conocido a un enemigo en el campo de batalla que se encontraba a la altura del reto. La vieja yo no hubiera querido esa confrontación.

Sin embargo, a la nueva yo le gustaban los retos, incluso aunque no estuviera completamente segura de que el premio valiera la pena.

Asentí, reconociendo la lucha-el desafío. Arqueó una ceja-no había duda que imitando a Ethan, perfeccionada después de veinte años de servicio en su Casa-luego asintió en respuesta.

Ethan se inclinó hacia mí. “Cámbiate y apróntate,” susurró. “Me gustaría que al menos hagas acto de presencia en su recepción.”

Me contuve de gruñirle. En cambio, le ofrecí una sonrisa educada a Lacey, entonces troté por las escaleras para bañarme y saltar de regreso a mi negro Cadogan.

Traducido por Lu♥

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