Capítulo 18 / Vampire Academy II / Frostbite

Los tacones altos estaban empezando a molestarme, así que me los quite cuando entré, andando descalza por el hotel. No había estado nunca en la habitación de Mason, pero recordé que el había mencionado el número, y la encontré.
Shane, el compañero de habitación de Mason, abrió la puerta algunos segundos después de que llamase. - Hola Rose.
Me dejó entrar y entré mirando alrededor, por la televisión estaban dando anuncios-una de las desventajas de la vida nocturna es que no hay buenos programas a estas horas- y latas de refrescos vacías cubrían casi toda la habitación. Pero no había señales de Mason.
-¿Dónde está?, Le pregunté.
Shane reprimió un bostezo. -Pensé que estaba contigo.
-No le he visto en todo el día.
Él bostezó una vez más, entonces se puso a pensar y dijo, - Antes estaba colocando algunas cosas en una maleta. Pensé que vosotros dos ibais a huir en una escapada romántica, un picnic o algo así. Oye bonito vestido.
-Gracias, - murmuré, sintiendo que también estaba apunto de bostezar.
Preparando una maleta? Eso no tenía sentido, no había a donde ir, ni tampoco forma de irse. El hotel estaba siendo vigilado fuertemente por los guardianes de la Academia. Lissa y yo sólo habíamos conseguido salir de la Academia usando la coacción, y aún así había sido complicado. Sin embargo, ¿por qué diablos Mason haría una maleta si no se podía ir?
Le hice a Shane un par de preguntas más y decidí hacer un seguimiento de las posibilidades, aunque fuese una locura. Encontré al guardián responsable de la seguridad y de los horarios. Me dio los nombres de aquellos que estaban de servicio en las salidas del hotel cuando Mason había sido visto por última vez. La mayoría de los nombres los conocía y casi todos estaban fuera de servicio ahora, lo que hacia mas fácil encontrarlos.
Lamentablemente, los dos primeros no habían visto a Mason hoy. Sin embargo, cuando me preguntaron porque quería saberlo, les dí una respuesta vaga y salí corriendo. El tercero de mi lista era un tipo llamado Alan, un guardián que normalmente custodiaba la parte mas baja de la Academia. Estaba entrando después de esquiar, llevando su equipo. Me reconoció y me sonrió cuando me vio.
-Claro, lo vi, dijo, inclinándose hacia sus botas.
Una sensación de alivio me inundó. Hasta ese momento, no me había dado cuenta de lo preocupada que estaba.
-¿Sabes donde está?
-No. Deje que el, Eddie Castile... y, cuál era el nombre de ella, la chica Rinaldi, salieran por la puerta norte y nos los vi después de eso.
Miré a Alan, que continuaba quitándose los esquís, como si estuviésemos hablando de las condiciones de la pista.
-Dejaste a Mason, Eddie… y a Mia salir?
-Si
-Um... ¿por qué?"
- Terminó y me miró, con una mirada medio feliz y medio confusa. – Por que ellos me lo pidieron.
Una helada sensación comenzó a inundarme. Me enteré que guardián se encontraba con Alan esa noche y de inmediato fui en su busca. Me dio la misma respuesta, que habían dejado a Manson, Eddie y a Mia, salir sin hacerles preguntas y como Alan, el parecía pensar que no había nada malo en eso. El parecía casi deslumbrado. Tenía una mirada que yo ya había visto antes… una mirada que se le quedaba a las personas cuando Lissa usaba la coacción.
En particular, sucedía cuando Lissa no quería que la gente recordara algo muy bien. Podía enterrar su memoria, borrándoles los recuerdos, o que no lo recordasen durante un tiempo. Ella era buena con la coacción. Pero estos guardianes aún tenían algunos recuerdos que alguien que no era muy experto con la coacción había usado en ellos.
Alguien, por ejemplo, como Mia.
Yo no era del tipo que de las que se desmayan, pero por un momento, me sentí así. El mundo giraba y se oscurecía a mí alrededor, cerré los ojos y tome una respiración profunda. Cuando me recupere y volví a ver de nuevo, mi entorno se quedó estable. Bien. No hay problema. Tenía que pensar que estaba pasando.
Mason, Eddie, y Mia habían abandonado el complejo hoy. No sólo eso, sino que lo habían hecho mediante el uso de la coacción-que estaba totalmente prohibida. La puerta norte era la única que conectaba con la única carretera que lleva a la ciudad a unos cuatro kilómetros de distancia. La ciudad que Mason había dicho que tenía autobuses.
A Spokane.
Spokane - donde el grupo de Strigoi junto con sus colaboradores humanos, debían estar viviendo.
Spokane - donde Mason podría realizar su alocado sueño de matar Strigoi.
Spokane - que el conocía por mi culpa.
-No, no, no…- murmuré para mi misma, mientras corría hacia mi habitación.
A Spokane.
Spokane - donde el grupo de Strigoi junto con sus colaboradores humanos, debían estar viviendo.
Spokane - donde Mason podría realizar su alocado sueño de matar Strigoi.
Spokane - que el conocía por mi culpa.
-No, no, no…- murmuré para mi misma, mientras corría hacia mi habitación.

Allí, me quité el vestido y me puse ropa de invierno, botas, pantalones vaqueros y un suéter. Agarré mi abrigo y mis guantes, corrí apresuradamente hacia la puerta y, entonces, me paré. Estaba actuando sin pensar. Qué iba a hacer? Necesitaba decírselo a alguien, obviamente... ¿pero que a quien? Eso los metería a los 3 en graves problemas. Y Dimitri estaba descartado, el había confiando en mi, me había dado la información de Spokane como señal de confianza y respeto hacia mi madurez…
Estudié la situación un momento, si pudiese salir del hotel les llevaría un tiempo saber que nos habíamos marchado.
Unos minutos más tarde, me encontraba llamando a la puerta de Christian. Él abrió, su voz llena de sueño y cinismo como de costumbre.
-Si has venido a pedir disculpas por ella,- me dijo todo orgulloso - te puedes largar por donde has venido y-
-¡Oh, cállate – le dije –no se trata de ti.
Rápidamente le conté la situación. Ni Christian tenía una respuesta chistosa para lo que pasaba.
-Así que... Mason, Eddie, y Mia se fueron a Spokane a cazar Strigoi?
-Sí.
-Mierda. ¿Por qué no estas con ellos? Parece algo que tú harías.
Resistí el impulso de golpearlo. - Porque no estoy loca, pero voy a ir a buscarlos antes de que cometan otra estupidez.
Entonces Christian entendió. -¿Y para que me necesitas?
-Necesito salir del complejo, Mia utilizó la coacción, necesito que hagas lo mismo, se que has estado practicando.
-Si, he estado – me dijo -Pero... bueno...- Por primera vez, se veía avergonzado. -No soy muy bueno. Y hacerlo en dhampirs es casi imposible. Lissa es cien veces mejor que yo. Y probablemente cualquier Moroi.
-Lo sé. Pero no quiero meterla en problemas.
Él sonrío. -Pero no te importa que yo los tenga.
Me encogí de hombros. -No realmente.
-Eres una persona extraña, ¿sabes?"
-Si. Lo soy.
Así, cinco minutos más tarde, él y yo nos encontrábamos en la puerta norte. El sol ya había salido completamente, así que, la mayoría de las personas estaban dentro del hotel. Esto era algo bueno, esperaba usarlo a mi favor para escapar mas fácilmente.
Estúpidos, estúpidos. Pensé. Esto va a acabar mal. Por qué Mason estaba haciendo esto? Sabía que él había tenido toda esta locura... y ciertamente él estaba muy molesto por que los guardines no estaban haciendo nada desde el último ataque. Pero aún así. Estaba tan molesto? Debía de saber lo peligroso que era todo esto. ¿Era posible... realmente posible, que lo hubiese dejado tan molesto por lo que había, o no había pasado entre nosotros, que lo he llevado al abismo? Tanto como para llevar a Eddie y a Mia con el? Aunque tampoco es que esos 2 necesitasen que los convenciesen mucho. Eddie seguiría a Mason a cualquier lugar y Mia estaba casi tan dispuesta como Mason para matar a todos los Strigoi del mundo, en vista de lo que le había ocurrido a su madre.
Aún así, a pesar de todas las preguntas que me estaba haciendo sobre lo que estaba pasando, una cosa estaba clara. Yo le había contado a Mason que los Strigoi posiblemente estuviesen en Spokane. Esto era culpa mía, y si no fuese por mi, nada de esto estaría sucediendo.
-Lissa siempre tiene contacto visual, - le dije a Christian entre cuchicheos mientras nos dirigíamos a la salida, -ella habla calmadamente y no se que mas hace, pero se, que se requiere de una gran concentración y mucha energía para poder volcar su voluntad hacia los demás.
-Lo sé,- respondió. – ya la he visto.
-Vale,- respondí -solo trato de ayudar.
Cuando llegamos para mi sorpresa solo había un guardián en la puerta, era un golpe de suerte. Estaban cambiando de turno. A la luz del sol, el riesgo de Strigoi era nulo. Los guardines aún continuaban cumpliendo con su deber, pero podían relajarse un poco.
El guardián, no parecía especialmente alarmado por nuestra presencia. -¿Qué estáis haciendo aquí?
Christian tragó, podía ver las líneas de tensión en su rostro.
-Vas a dejarnos salir por la puerta-, dijo. Los nervios hicieron temblar su voz, pero por lo demás, él hizo una imitación razonable del tono de Lissa... Lamentablemente, no tuvo ningún efecto sobre el guardián. Como Christian señaló, utilizar la coacción sobre un guardián, es casi imposible. Mia había tenido suerte. El guardián se rió.
-¿Qué?- preguntó, claramente divertido.
Christian lo intentó de nuevo. –Nos vas a dejar salir.
La sonrisa vaciló un poco, y lo vi parpadear sorprendido. Sus ojos se pusieron vidriosos de la misma manera que las víctimas de Lissa, pero no era lo suficiente para que nos cediera el paso y se olvidara de lo sucedido. Pero felizmente, yo había sido entrenada para someter a las personas sin usar magia.
Cerca de el, había una linterna grande, de unos 60 cm, y nos 3 quilos de peso. La cogí y le golpeé en la cabeza por detrás. El gimió y cayó al suelo. Apenas me había visto llegar, y a pesar de lo que acababa de hacer, medió esperaba que mi instructor estuviese allí, para felicitarme por lo que acababa de hacer.
-Jesús Cristo-, exclamó Christian – Acabas de atacar a un guardián.
-Sí- y ahí se fue el plan de traer a los demás de vuelta sin meter a nadie mas en problemas.- No sabía que eras tan malo con la coacción. Pero bueno... me preocuparé de esto después. Gracias por la ayuda. Deberías regresar antes de que empiece el siguiente turno.
Negó con la cabeza y gruñó. -No, voy contigo.
-No, -dije. -Sólo te necesitaba para poder salir, no tienes por que meterte en problemas.
-Ya estoy en problemas!- Señaló al guardián. -Vio mi cara. Estoy jodido de todos modos, así que también puedo ayudarte a salvar el día. Deja de compórtate así.
Salimos corriendo, dando una última ojeada al guardián y sintiendo remordimientos por lo que le acababa de hacer. Estaba segura de no haberle causado daños graves y en donde se encontraba le daba el sol, así que no se congelaría.
Después de unos cinco minutos de caminar por la carretera, sabía que teníamos problemas. A pesar de estar cubierto y llevar gafas de sol, este, estaba dañando la piel de Christian. Nos estaba atrasando y no pasaría mucho tiempo, hasta que alguien viese al guardián y viniesen detrás de nosotros.
Un coche,- uno que no era de los de la Academia, - apareció detrás de nosotros, y tomé una decisión. No me gustaba la idea de para y hacer autostop, nunca lo haría, incluso alguien como yo, sabía lo peligroso que eso era, pero necesitábamos llegar a la ciudad rápidamente, y debía proteger a Christian del sol antes que esto resultara peor de lo ya era, además sabía que Christian y yo podríamos acabar con cualquiera que intentase hacernos algo.
Afortunadamente, cuando el coche paró, solo era una pareja de mediana edad, que parecían más preocupados que cualquier otra cosa.
-¿Chicos estáis bien? –preguntaron.
Señalé por detrás de nosotros. -Nuestro coche se salió del camino. ¿Pueden llevarnos a la ciudad para que pueda llamar a mi padre?
Funcionó. Quince minutos más tarde, nos dejaron en una gasolinera. En realidad nos costó un poco deshacernos de la pareja, pues querían ayudarnos. Finalmente los convencimos de que estábamos bien y terminamos marchándonos para recorrer los pocos kilómetros hasta la estación de autobuses. Como yo sospechaba, esta ciudad no era un centro modelo de transporte publico solo habían tres líneas de servicios: dos que llevaban a otras estaciones de esquí y una que se dirigía a Lowston, Idaho. En Lowston, se podría tomar otro bus hacia otras direcciones. Como Spokane.
Esperaba poder llegar antes de que Mason y a los otros tomasen su autobús. Entonces los podríamos traer de vuelta sin problemas, pero estaba equivocada, ya se habían marchado. La alegre mujer de la taquilla me dijo que sabía perfectamente por quien le estaba preguntando. Me confirmó que los tres habían comprado billetes para Spokane en Lowston.
Christian y yo no hablábamos mucho durante el trayecto, con la excepción de que le dije que se había comportado como un idiota sobre Lissa y Adrian. Cuando llegamos a Lowston, finalmente lo había convencido, lo que fue un pequeño milagro. Durmió el resto del trayecto hasta Spokane, pero yo no pude. Simplemente me quede pensando en que todo esto estaba sucediendo por mi culpa.
Cuando llegamos a Spokane empezaba a caer la tarde. Consultamos con muchas personas, hasta que finalmente encontramos a alguien que conocía el centro comercial que Dimitri me había mencionado. Fue un largo camino desde la estación de autobuses, pero quería caminar. Mis piernas estaban tiesas, después de casi cinco horas de permanecer en el autobús, así que necesitaba de la caminata y de esta manera también me relajaría. El sol aún tardaría un poco en ponerse, pero estaba mas bajo, así que a Christian no le incomodó andar.
Y, como normalmente ocurre cuando estoy relajada, sentí el tirón de la mente de Lissa y me deje caer, porque quería saber como se encontraba y lo que estaba ocurriendo en el hotel.
-Sé que quieres protegerlos, pero tenemos que saber dónde están.
Lissa estaba sentada en la cama de nuestro dormitorio, mientras que Dimitri y mi madre la miraban. Fue Dimitri quien habló. Verlo a través de sus ojos era interesante. Ella le tenía cariño y sentía un profundo respeto hacia él, muy diferente de la montaña rusa de emociones que yo siempre sentía en su presencia.
-Te lo dije, -dijo Lissa, -no lo sé. No sé lo que pasó.
Sentí la ola de frustración y temor que la inundaba a través de la conexión, me entristeció sentirla tan ansiosa, pero al mismo tiempo, me alegré de no haberla implicado, de esta manera no podría contarles lo que no sabia.
-No me creo que no te hayan dicho a dónde iban-, dijo mi madre. Sus palabras sonaban planas, pero había líneas de preocupación en su cara. -Especialmente con… la conexión que tenéis.
-Solo funciona de un lado- dijo tristemente Lissa. – Lo sabes.
Dimitri se arrodilló para poder estar a la altura de la mirada de Lissa, para poder mirarla directamente a los ojos. Tenía que hacerlo prácticamente con todo el mundo. -¿de verdad no sabes nada? ¿Nada mas que puedas decirnos? No están en la ciudad. El hombre de la estación de autobuses no los vio… pero estamos seguros, que se fueron para allí. Necesitamos algo, cualquier cosa para continuar la búsqueda.
¿El hombre de la estación de autobuses? Eso fue otro golpe de suerte. La mujer que nos vendió los billetes debía de haberse ido a casa y su reemplazo no sabía nada de nosotros.
Lissa apretó los dientes. –No crees que si lo supiese, te lo contaría. Es que no te das cuenta de cuán preocupada estoy? No tengo ni idea de donde están. Ninguna. O por que se marcharon… no tiene ningún sentido para mí. Especialmente el por que se marcharon con Mia, de entre todas las personas. – Una profunda tristeza atravesó nuestra conexión, tristeza por haber sido excluida de lo que fuese que estábamos haciendo, sin importar lo equivocado que pudiese ser.
Dimitri suspiró y se levantó. Por la expresión de su rostro, el obviamente creía en ella. También era evidente que estaba preocupado, - preocupado no solo de una manera profesional. Al ver aquella preocupación - preocupación por mí -Mi corazón se alegró.
-Rose? - La voz de Christian me trajo de nuevo a mí misma. –Ya llegamos.
La plaza constaba de un amplio espacio abierto frente a un centro comercial. Había un café en una esquina del edificio principal, las mesas estaban colocadas en el espacio abierto. Una multitud salía y entraba al centro comercial, ocupada, incluso a esta hora del día.
-Entonces, ¿cómo los encontramos?" -Me preguntó Christian.
Me encogí de hombros. -Quizás si actuamos como Strigoi, ellos nos ataquen.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Aunque no quería admitirlo, él pensaba que mi broma era divertida.
Él y yo fuimos por dentro. Como si fuésemos de compras, estaba llenó de tiendas conocidas y una parte egoísta de mi pensaba que tal vez si encontramos el grupo descarriado a tiempo, quizás podríamos ir de compras.
Christian y yo recorrimos el centro comercial dos veces y no vimos ninguna señal de nuestros amigos o de algo parecido a los túneles.
-Tal vez estamos en el lugar equivocado, -dije finalmente.
-O tal vez no,- sugirió Christian. -Ellos podrían haber ido a algún otro sitio- espera-
Señaló y yo seguí sus indicaciones. Los tres renegados estaban sentados en una mesa en el centro del patio de comidas, viéndose desanimados. Se veían tan miserables, que casi sentí lástima por ellos.
-Mataría por una cámara en este momento-, dijo Christian
-Eso no es gracioso-, le dije, yendo hacia el grupo. Dentro de mí di, suspiré de alivio. El grupo claramente no había encontrado ningún Strigoi, estaban sanos y salvos y podíamos regresar sin meternos en más problemas.
Ellos no nos vieron hasta que estuvimos a su lado. Eddie levantó su rostro.- Rose? ¿Qué estás haciendo aquí?
-¿Estáis locos?- les grité. Algunas personas nos miraron sorprendidos. -¿Sabéis en cuántos problemas os habéis metido? ¿En cuantos problemas nos habéis metido?
- ¿Cómo nos habéis encontrado? Dijo Mason con nerviosismo, mientas miraba alrededor.
- No sois especialmente unos genios del crimen- le dije a el -la informante en la estación de autobuses nos dio la información y por supuesto sabíamos de tu inútil búsqueda de Strigoi".
La mirada de Mason me reveló que él todavía no estaba totalmente feliz conmigo. Sin embargo fue Mia la que respondió.
-No es inútil.
-Oh? - Exclamé. -¿A cuantos Strigoi mataste? ¿Encontrasteis alguno?
-No-, admitió Eddie.
-Bien-, les dije.-Tuvisteis suerte.
-¿Por qué estás tan en contra de matar Strigoi?- preguntó Mia acaloradamente. -¿No es eso para lo que te entrenas?
-Entreno para las misiones, no para caprichos infantiles como este.
-No es infantil,- gritó ella.-Mataron a mi madre. Y los guardianes no están haciendo nada. Hasta su información está equivocada. No hay ningún Strigoi en los túneles. Probablemente no hay ninguno en toda la ciudad.
Christian se vio impresionado - ¿Encontrasteis los túneles?
-Sí,- dijo Eddie. -Pero como ella dice, fueron inútiles.
-Deberíamos verlos antes de irnos, - me dijo Christian. –sería fantastico y si la información no es correcta, no hay peligro.
-No,- se quedaron sorprendidos. -Nos vamos a casa. Ahora.
Mason se veía cansado. - Vamos a buscar en la ciudad de nuevo. Incluso tu no puedes hacernos volver, Rose.
-No, pero los guardianes si en cuanto los llame y les diga que estas aquí.
Llamadle chantaje o ser una chivata; el efecto es el mismo. Los tres me miraban como si acabase de golpearles a la vez.
-Realmente harías eso?- preguntó Mason. – Nos venderías de esa forma?
Me frote los ojos, preguntándome por qué estaba tratando desesperadamente de ser la voz de la razón. ¿Dónde estaba la chica que había escapado de la escuela? Mason tenía razón. Había cambiado.
-No se trata de entregaros. Es sobre manteneros con vida.
-¿Crees que estamos indefensos?-preguntó Mia. -¿Crees que nos podrían matar rápidamente?
-Sí-, le dije. -A menos que hayas encontrado alguna manera de utilizar el agua como un arma.
Ella bajo la mirada y no dijo nada.
-Hemos traído estacas de plata-, dijo Eddie.
Fantástico, seguro las habían robado. Miré a Mason, implorando.
-Mason. Por favor, termina con esto. Regresemos.
Me miró durante mucho tiempo. Por último, suspiró. -Vale.
Eddie y Mia estaban atónitos, pero Mason había asumido el rol del liderazgo entre ellos, y no tenían la iniciativa de ir sin él. Mia no parecía llevarlo muy bien, y me sentí mal por ella. Ella apenas había tenido tiempo para estar de duelo por madre, simplemente había saltado a esta aventura como una forma de lidiar con el dolor. Y tendría mucho con lo que lidiar cuando regresásemos.
Christian estaba aun emocionado por la idea de los túneles. Teniendo en cuenta que pasaba todo su tiempo en un ático, yo no debería haberme sorprendido.
-Vi los horarios - me dijo. - Tenemos tiempo antes del próximo autobús.
-No podemos ir a la guarida de los Strigoi-, dije, mientras caminaba hacia la entrada del centro comercial.
-No hay Strigoi allí-, dijo Mason. -En serio recorrimos todos los túneles y no había ninguna señal de algo raro. Realmente pienso que la información que tienen los guardianes está equivocada.
-Rose-, dijo Christian, -vamos hacer algo divertido de esto.
Todos me miraron. Me sentí como una madre que no quería comprarles dulces a sus hijos.
-Bueno, vale. Pero solo una ojeada.
Los otros, nos guiaron a Christian y a mi, al lado opuesto del centro comercial, haciéndonos pasar por una puerta que solo era para personal autorizado. Esquivamos a un par de vigilantes, después pasamos por otra puerta y bajamos por unas escaleras de caracol. Tuve una breve sensación de déjà vu, recordando como descendíamos las escaleras para la fiesta privada de Adrian. Salvo que estas escaleras estaban sucias y tenían un olor realmente horrible.
Llegamos a la parte inferior. No era tanto como un túnel, más bien era un estrecho corredor, rodeado de basura y cemento con unas feas luces fluorescentes que se encontraban esporádicamente a lo largo del pasillo. El pasillo continuaba y giraba a la derecha. Cajas para la limpieza y repuestos eléctricos estaban amontonados en el suelo.
-¿Ves?- dijo Mason. - Aburrido.
Apunté para la otra dirección. - ¿Qué hay allí?
-Nada-, suspiró Mia. -Te lo mostraremos.
Fuimos hacia la derecha y encontramos más de lo mismo. Estaba empezando a pensar que tenían razón, cuando pasamos frente a una escritura en negro grabada en una de las paredes. Me detuve y lo observé. Era una lista de letras.
D
B
C
O
T
D
V
L
D
Z
S
I
Algunas habían sido marcadas con una X, al lado, pero la mayor parte de la lista era incoherente. Mia notó lo que estaba mirando.
-Probablemente sea algo de los vigilantes.
-Probablemente,-le dije, todavía estudiando el listado. Los demás estaban inquietos, sin entender mi fascinación por las letras. Yo tampoco la entendía, pero algo me hacia observarla.
Entonces lo comprendí.
B para Badica, Z para Zeklos, I para Ivashkov...
Comprendí que la primera letra de cada nombre de la familia real estaba allí, solo conocía tres nombres, pero sobre la base del orden, se entendía claramente que estaba ordenado por el tamaño de las familias-Dragomir, Badica, Conta-y así sucesivamente hasta llegar al gigante clan de los Ivashkov. No entendía los trazos y las líneas al lado de las letras, per si noté que dos tenían una X: Badica y Drozdov.
Me alejé de la pared. -Tenemos que salir de aquí- mi propia voz me asustó-, Ahora.
Me miraron sorprendidos – Por qué? - Preguntó Eddie – Qué está sucediendo?
-Os lo cuento más tarde. Sólo tenemos que irnos ya.
Mason señaló hacia delante. – Por ahí saldremos unos cuantos kilómetros mas adelante, cerca de la estación.
Miré a la oscuridad desconocida. - No, - dije. – Vamos por donde hemos venido.
Todos ellos me miraban como si estuviera loca, pero no hicieron ninguna pregunta. Cuando finalmente salimos por la parte frontal del centro comercial, suspiré de alivio al ver que el sol aún estaba en el cielo, aunque se estuviese ocultando en el y lanzando luces naranjas y rojas contra los edificios. Esa luz sería suficiente para volver a la estación de autobuses antes de que nos encontrásemos con los Strigoi.
Y ahora sabía que realmente había Strigoi en Spokane. La información que me había dado Dimitri era correcta. No sabía aun lo que significaba la lista, pero estaba relacionado con toda seguridad con los ataques. Tenía que contárselo a los guardianes de inmediato, y desde luego no podía decirles a los demás lo que había descubierto, hasta que estuvieran sanos y salvos en el hotel. Mason probablemente regresaría a los túneles si se lo contaba.
La mayor parte de nuestra caminata de vuelta a la estación procedió en silencio. Creo que mi estado de ánimo se extendió a los demás. Incluso Christian parecía haberse quedado sin comentarios. En mi interior, mis emociones giraban, oscilando entre la ira y la culpa, mientras evaluaba mi papel dentro de todo esto.
Delante de mí, Eddie dejó de caminar, y casi tropiezo con él. Él miró a su alrededor.- ¿Dónde estamos?
Saliendo de mis propios pensamientos, miré alrededor. No recordaba estos edificios.
- Maldita sea-, exclamé. -¿Estamos perdidos? Alguno se estaba fijando por donde íbamos?
Era una pregunta injusta ya que claramente yo tampoco había prestado atención, pero mi temperamento había superado a la razón. Mason me estudió durante unos segundos, a continuación, señaló hacia una calle estrecha y dijo: – Por aquí.
No creía que fuésemos por el camino correcto, pero no tenía ninguna idea mejor. Tampoco quería empezar a discutir.
No habíamos ido muy lejos cuando oí el sonido de un motor y los chirridos de neumáticos. Mia caminaba por en medio de la carretera, y mi instinto protector hizo que la cogiese y la atrajese a las sobras de un edificio. Los chicos habían hecho lo mismo.
Un gran vehículo, de color verde con cristales tintados giró en la esquina dirigiéndose hacia nosotros. Nos arrimamos contra la pared esperando a que pasase.
Pero no pasó.
El vehículo, se detuvo justo en frente de nosotros, y las puertas se abrieron. Tres tipos grandes se bajaron, y una vez más, mi instinto me advirtió. No sabia quiénes eran o qué querían, pero claramente no eran amistosos. Y eso era todo lo que necesitaba saber.
Uno de ellos se acercó a Christian, y lo golpeé, dándole un puñetazo. El tipo no se asustó, peros estaba sorprendido de mi fuerza. Probablemente no esperaba que alguien tan pequeño como yo fuese una amenaza. Ignorando a Christian, se movió en mi dirección. En mi visión periférica, observe como Mason y Eddie se encargaban de los otros dos. Mason estaba usando la estaca de plata que había robado. Mia y Christian se encontraban congelados de miedo.
Nuestros atacantes confiaban mucho en su número. Ellos no tenían idea de nuestros conocimientos de las técnicas ofensivas y defensivas. Además, eran humanos, y nosotros contábamos con nuestra fuerza de dhampirs. Lamentablemente, también teníamos la desventaja de estar acorralados contra la pared y no teníamos a donde retroceder. Y más importante, teníamos algo que perder: Mia y Christian.
El tipo que se estaba enfrentando con Mason pareció darse cuenta de eso. Se alejó de el y agarró a Mia. Apenas vi su arma antes de que la pusiera contra su cuello. Alejándome de mi adversario, le grité a Eddie que se detuviera. Habíamos sido entrenados para responder de inmediato a aquel tipo de orden. El detuvo su ataque y se me quedó mirando. Cuando vio a Mia su rostro se puso pálido.
Yo no quería hacer otra cosa que no fuese seguir pateándoles el culo a estos hombres, pero no podía arriesgarme a que aquel tipo hiciese daño a Mia. El también lo sabía. No precisó hacer una amenaza. Era humano, pero sabía lo suficiente sobre nosotros como para saber que teníamos que proteger a los Moroi. Los principiantes teníamos nuestra propia oración. Nosotros no importamos.
Todos se detuvieron y nos miraron a el y a mí, aparentemente éramos los líderes:-¿Qué quieres? – le pregunté fríamente.
El tipo presionó su arma más cerca del cuello de Mia, y ella gimoteó. Después de toda su conversación sobre la lucha, resultaba irónico su miedo. Ella era más pequeña que yo y no tan fuerte. Y estaba demasiado aterrorizada para moverse.
El hombre inclinó la cabeza hacia la puerta abierta de la camioneta - Quiero que entres. Y no intentes nada. Haces algo y ella muere.
Miré hacia Mia, luego a la camioneta y después en mis amigos, y después otra vez al tipo. Mierda

Traducido por Jen

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