Capítulo 20 / Vampire Academy II / Frostbite

Necesitábamos un plan de escape, y lo necesitábamos rápido. Desgraciadamente, mis únicas ideas necesitaban de cosas que no estaban bajo mi control. Como nosotros siendo dejados solos para que pudiéramos escapar a hurtadillas. O tener guardias estúpidos para poder engañarlos fácilmente y escapar. Y casi al final, estar seguros de que podríamos ser libres. Sin embargo, nada de eso estaba pasando. Después de aproximadamente veinticuatro horas, nuestra situación no había cambiado. Seguíamos siendo prisioneros, seguramente atados, nuestros captores seguían vigilando casi tan eficientes como cualquier grupo de guardianes. Casi.
Lo más cerca que estábamos de la libertad era supervisado— y extremadamente vergonzoso—ir al baño. El hombre no nos daba ni comida ni agua.
Eso era un poco duro, pero la mezcla humana-vampiro hacia a los dhampir más fuertes. Podía manejar estar incómoda, aunque estaba alcanzando un punto donde podría hasta matar por una hamburguesa de queso y algunas papas fritas muy, muy grasosas.
Para Mia y Christian... bueno, las cosas era más complicadas. Moroi podrían salir semanas sin comida y agua pero solamente si seguían tomando sangre. Sin ella, ellos podrían soportar unos pocos días antes de enfermarse y debilitarse tanto tiempo como tengan sustancia. Así fue como Lissa y yo nos manejamos mientras vivimos solas, ya que yo no la podía alimentar todos los días.

Sin comida, sangre, agua y un Moroi resistiendo tirado en el piso. Estaba hambrienta, pero Mia y Christian tenían un hambre voraz. Además sus rostros lucían demacrados, sus ojos febriles.
Isaiah hizo peor todo el asunto con sus subsecuentes visitas. Cada vez que él venía divagaba en su molesto y mofante modo. Luego, antes de irse tomaba un poco más de Eddie. A la tercera visita, pude prácticamente ver a Mia y Christian babearse. Entre la endorfina y la falta de comida, estaba bastante segura que Eddie ni siquiera sabía en donde nos encontrábamos. No podía dormir en esas condiciones, pero durante el segundo día, me quedaba dormida ocasionalmente y tenía sueños extraños. El hambre y el cansancio podían hacerte eso. En un punto, estaba sorprendida en que no pensaba como había caído en ese profundo suburbio debajo de esas condiciones insanas.
En el sueño—yo sabía perfectamente que era un sueño—estaba parada en una playa. Me tomó un momento reconocer que playa era. Era a lo largo de la costa de Oregon-soleada y cálida, con el Pacífico desdoblado en la distancia. Lissa y yo habíamos ido ahí cuando vivimos en Pórtland. Había sido un gran día, pero ella no podía manejar estar tanto tiempo expuesta al sol, por lo tanto tuvimos una corta visita, siempre desee poder habernos quedado más tiempo allí. Ahora tenía toda la luz y el calor que podría desear.


-Pequeña dhampir.-dijo una voz detrás de mí.-Ya era hora.
Me giré sorprendida y encontré a Adrián Ivashkov observándome. Llevaba puestos unos pantalones y una camisa suelta y-en un sorprendente estilo casual para él-no llevaba zapatos. El viento despeinaba su cabello marrón y mantenía sus manos guardadas en los bolsillos mientras me miraba con esa sonrisa suya de fábrica.
-Sigues teniendo tu protección-agregó.
Frunciendo el ceño, pensé por un momento que estaba mirando mi pecho, después me di cuenta que sus ojos estaban en mi estómago. Tenía puesto unos jeans y la parte superior del bikini, y una vez más, el colgante con el pequeño ojo azul balanceándose. El chotki estaba en mi muñeca.
-Y estás en sol nuevamente.-dije.-Así que supongo que es tu sueño.
-Es nuestro sueño.
Meneé mis pies en la arena.-Cómo dos personas pueden compartir un sueño?
-Las personas comparten sueños todo el tiempo, Rose.
Lo miré frunciendo el ceño.-Necesito saber a lo que te refieres, sobre la oscuridad que me rodea. Qué es lo que significa?
-Honestamente, no lo sé. Todos tienen una luz que los rodea, excepto tu. Tu tienes sombras y las tomaste de Lissa.
Mi confusión creció.-No lo entiendo.
-No podemos entrar en eso ahora. No es por eso que estoy aquí.
-Estás aquí por una razón?.-pregunté, mis ojos perdidos en la azul-gris agua. Era hipnótico.
-No estás aquí... sólo por estar aquí?
Se me adelantó y tomó mi mano, obligándome a mirarlo. Toda la diversión se había ido, estaba mortalmente serio.
-Dónde estás?
-Aquí.-dije desconcertada.-Como tu.
Adrián negó con la cabeza.-No, eso no era a lo que me refería. En el mundo real. Dónde te encuentras?
El mundo real?. Alrededor de nosotros, la playa se desdibujaba, como en una película yéndose de foco. Momentos después, todo se detuvo, me devané el cerebro. El mundo real. Imágenes venían a mi mente. Sillas. Guardias. Amarres.
-En un sótano...- dije lentamente. De repente, alarmada, la belleza se hizo añicos en el momento que recordé todo. –Oh Dios, Adrián. Debes ayudar a Mia y a Christian. No puedo—
Apretó mi mano fuertemente.-Dónde? El mundo brilló nuevamente, y esta vez no se reenfocó. Él juró (insultó) –Dónde estás Rose?
El mundo comenzó a desintegrarse. Adrián comenzó a desintegrarse.
-En un sótano, en una casa, en —
Se había ido. Me desperté. El sonido de la puerta de la habitación abriéndose me sobresaltó trayéndome a la realidad. Isaiah se precipitó dentro con Elena a rastras.
Tuve que luchar para no burlarme de ella cuando la vi. Él era arrogante, cruel y estaba rodeado de maldad. Pero era de esa manera porque era el líder. Tenía la fuerza y el poder suficiente para respaldar esa crueldad—incluso aunque no me gustase. Pero Elena? Ella era una sirviente, nos amenazaba y hacía comentarios bajos, pero la mayor parte de su habilidad para hacerlo era por que era su mano derecha. Ella era una total chupa-medias.
-Hola, niños,-él dijo.-Cómo andan en el día de hoy? Nuestras miradas malhumoradas le contestaron.
Caminó hacia dónde estaban Mia y Christian, con sus manos tras la espalda. –Algún cambio en el corazón desde mi última visita? Están demorando demasiado, y eso está molestando a Elena. Está muy hambrienta, verán, pero—sospecho—no tanto como ustedes dos.
Christian apretó sus ojos.-Vete a la mierda.-le dijo apretando los dientes.
Elena le gruñó y se le abalanzó -No te atrevas—
Isaiah la apartó.-Déjalo solo. Sólo debemos esperar un poco más, y realmente, es una forma de entretenernos.
Los ojos de Elena atravesaron a Christian.
-Honestamente-continuó Isaiah, mirando a Christian, -no puedo decidirme que es lo que más quiero: matarte, o que te nos unas. Cualquiera de las dos ofrecen ventajas.
-No te cansas de escucharte a ti mismo hablar? –preguntó Christian.
Isaiah lo consideró.-No. No realmente. Y no me canso de él, tampoco.
Se volteó y caminó hasta donde se encontraba Eddie. El pobre Eddie apenas podía mantenerse derecho en su silla después de haber pasado por tantas alimentaciones. Para peor, Isaiah no necesitaba siquiera utilizar la coacción, la cara de Eddie se iluminaba con una estúpida sonrisa, deseando su próximo mordisco. Él era tan adicto como los alimentadores.
Rabia y disgusto fluyeron a través de mi. –Maldición!-grité. –Déjalo en paz!.
Isaiah me echó un vistazo. –Quédate en silencio, chica. No te encuentro ni cerca de ser divertida como lo es Mr. Ozera.
-Sí?.gruñí.-Si te molesto tanto entonces, úsame para probar tu estúpido punto. Muérdeme a mi en cambio. Ponme en mi lugar, y muéstrame que tan malo eres.
-No!-exclamó Mason. –Úsame a mi.
Isaiah rodó sus ojos. –Buen Dios. Que grupo tan noble. Son todos espartanos, no?

Se alejó de Eddie y puso un dedo debajo del mentón de Mason, echando su cabeza hacia atrás. –Pero tú-dijo Isaiah,-no lo dices enserio. Solamente te ofreces debido a ella. liberó a Mason y caminó hasta estar enfrente de mí, mirándome con esos negros, negros ojos. –Y tu... no te creí al principio tampoco. Pero ahora?-Se agachó para estar a mi altura. Me rehusé a apartar la mirada, aunque sabía que me ponía en riesgo por la coacción. –Creo que lo dices enserio. Y no es por ser noble, tampoco. Tu lo quieres. Has sido mordida antes. –su voz era mágica. Hipnótica. No estaba utilizando la coacción, exactamente, pero definitivamente lo rodeaba un carisma natural. Como Lissa y Adrian. Me perdía en cada palabra. –Varias veces, me imagino-agregó.
Se inclinó sobre mi, respirando en mi cuello. En algún lado detrás de él, pude escuchar a Mason gritando algo, pero toda mi atención estaba en lo cerca que estaban los dientes de Isaiah de mi piel. En los últimos meses, sólo fui mordida una sola vez — y eso fue cuando Lissa estaba en una emergencia. Antes de eso, ella me mordió por lo menos dos veces a la semana por dos años seguidos, y sólo recientemente me di cuenta cuan adicta me había vuelto. No hay nada—nada—en el mundo como una mordida Moroi, como una inundación de felicidad. Pero claro, las mordidas de Strigoi eran más poderosas...
Tragué, de repente conciente de mi pesada respiración y mi corazón martillante. Isaiah me dio una silenciosa risita. –Si. Eres una prostituta de sangre en fabricación. Desafortunadamente para ti —porque no te voy a dar lo que quieres.
Se marchó y me hundí en la silla. Sin ningún retraso, regresó a Eddie y bebió de él. No podía mirar, pero era por envidia esta vez, no disgusto. Quemándome dentro, deseaba esa mordida, la deseaba con cada nervio de mi cuerpo.
Cuando Isaiah terminó, empezó a dejar la habitación, pero se detuvo. Dirigió sus palabras a Mia y Christian. –No se retrasen-advirtió-aprovechen su oportunidad para ser salvados. Hizo un movimiento de cabeza hacia mi. –Hasta tienen una víctima dispuesta.
Se fue. Al otro lado de la habitación, Christian encontró mis ojos. Por alguna razón, su cara lucía más demacrada de lo que estaba hacía unas horas atrás. El hambre quemaba en su mirada, y supe cual la complementaba: el deseo de saciar el hambre. Dios. Estábamos arruinados. Creo que Christian lo advirtió al mismo tiempo. Sus labios se convirtieron en una pequeña sonrisa.
-Nunca luciste tan bien, Rose.-dijo antes que los guardias lo mandaran callar.
Dormité un poco a lo largo del día, pero Adrián no regresó a mis sueños. En cambio, mientras me cernía en el borde de la inconciencia, me encontré a mi misma en un territorio familiar: la cabeza de Lissa. Después de la extrañeza de los últimos dos días, estar en su mente se sintió muy acogedor.
Ella estaba en uno de los salones para banquetes, solo que estaba vacío. Estaba sentada en el piso tratando de ser discreta. El nerviosismo la llenaba, estaba esperando por algo—o, alguien. Unos minutos después, Adrian apareció.
-Prima,-dijo cortésmente. Se sentó frente a ella con la rodilla doblada, inconsciente de sus caros pantalones. –Disculpa la tardanza.
-Está bien-dijo ella.
-No sabías que estaba aquí hasta que me viste, no es así?
Ella sacudió su cabeza, decepcionada. Me sentí más confundida que nunca.
-Y estar sentada conmigo... no puedes notar nada?
-No.
Él se encogió de hombros. –Bueno, esperemos que llegue pronto.
-Cómo luce para ti?-preguntó ella, quemándose por la curiosidad.
-Sabes cómo son las auras?
-Son como... bandas de luz alrededor de la gente, cierto? Algo New Age?
-Algo como eso. Cada uno tiene una especie de energía espiritual que irradia fuera de ellos.
Bueno, casi todos. Su indecisión me hizo pensar que el hablaba de mi y la supuesta oscuridad que me rodeaba.
-Basándose en el color y la apariencia, puedes saber muchísimo sobre la persona... bueno, si alguien puede ver auras, se trata de eso.
-Y tu puedes.-ella dijo.-Y puedes saber que uso el espíritu por mi aura?
-La tuya es mayoritariamente dorada. Como la mia. Puede mezclarse con otros colores dependiendo de la situación, pero el dorado siempre está.
-Cuántas personas como nosotros conoces?
-No mucha. Los veo cada mucho tiempo. Tratan de ocultarse. Tu eres la primera con la que he hablado. Ni siquiera sabía que se le llamaba “espíritu”. Dándome cuenta de esto cuando no me especialicé, pensé que era una especie de fenómeno.
Lissa agarró su brazo y se levantó, esperando poder ver la luz alrededor de él. Nada. Se sentó y soltó el brazo. Y ahí fue cuando lo entendí. Adrian tenía el espíritu también. Era por eso que él era tan curioso sobre Lissa, cuando quería hablar con ella y preguntarle sobre su especialidad. También explicaba muchas otras cosas, como el carisma que no me permitía alejarme o escapar de él cuando estaba cerca. Él uso la coacción aquél día cuando Lissa y yo estábamos en la habitación—así fue como forzó a Dimitri a dejarlo en paz.




-Entonces, ellos finalmente te dejaron ir?-Adrian le preguntó.
-Si. Ellos decidieron que realmente no sabía nada.
-Bien-dijo. Frunció el ceño y me di cuenta que estaba esperando un cambio. –Y estás segura que no sabes nada?
-Ya te lo dije. No puedo hacer que la conexión funcione de ese modo.
-Hmm. Bueno, tienes que hacerlo.
Ella se iluminó. –Que, crees que estoy escondiendo algo? si la pudiera encontrar lo haría.
-Lo sé, pero tienes que intentarlo, deben tener una fuerte conexión. Usa eso para hablar con ella en sus sueños. Yo lo intenté, pero no pude sostenerlo el tiempo suficiente para—
-Qué dijiste? Exclamó Lissa-Hablarle en sus sueños?
Ahora lucía desconcertada.-Claro. No sabes cómo hacerlo?
-No! estás bromeando? Cómo es eso posible?
Mis sueños...
Recordé a Lissa hablando sobre un inexplicado fenómeno Moroi, podría haber más poderes además de la curación, cosas que ni siquiera imaginábamos.
Entonces parecía que lo de Adrian apareciendo en mis sueños no era coincidencia. Él había sido capaz de entrar en mi cabeza, de una manera similar a como yo entraba en la mente de Lissa. Ese pensamiento me puso inquieta. Lissa apenas podía aceptarlo. Él pasó su mano por su cabello y lo retiró hacia atrás, mirando el candelabro de cristal que había en el techo.
-Bien. Entonces no ves auras y no puedes hablar con la gente en sus sueños. Qué puedes hacer?
-Yo... yo puedo curar gente. Animales. Plantas también. Puedo revivir cosas muertas.
-Enserio? Él lucía impresionado.-Bien. Tienes puntos por eso. Qué mas?
-Um. Puedo usar la coacción.
-Todos lo podemos hacer.
-No, yo puedo REALMENTE hacerlo. No es difícil. Puedo hacer que la gente haga cualquier cosa que yo quiera—hasta cosas malas.
-Yo también.-sus ojos se iluminaron-Me pregunto que pasaría si trataras de usarla sobre mi... –ella estaba indecisa y distraídamente pasó sus dedos sobre la textura de la alfombra roja. –Bueno... no puedo.
-Acabas de decir que si podías.
-Puedo—pero no en este momento. Por causa de esas medicinas... para la depresión y las otras cosas... y me alejan de la magia.
Levantó sus brazos en el aire. –Cómo voy a enseñarte a entrar a los sueños de las personas entonces? Cómo vamos a encontrar a Rose?
-Mira.-ella dijo irritada –No quiero tomar las medicinas. Pero cuando no las tomo... hago cosas locas, cosas peligrosas. Eso es lo que el espíritu te hace.
-Yo no tomo nada. Estoy bien.-dijo.
No, él no lo estaba, me di cuenta. Lissa también.
-Estabas realmente raro aquél día cuando Dimitri estaba en tu habitación.-ella señaló.

-Empezaste a divagar, y no decías nada con sentido.
-Oh, eso? Si... pasa ahora y antes. Pero seriamente, no muy seguido. Una vez al mes. –el sonaba sincero. Lissa lo miró fijamente, revaluando todo. Que si Adrian podía hacerlo? Que si él podía usar el espíritu sin píldoras, sin ningún efecto dañino? Sería todo lo que ella deseaba. Además, ella no estaba segura de que las píldoras siguieran surtiendo efecto por mucho más tiempo...
Él sonrió, adivinando que estaba pensando. –Qué dices prima? Preguntó. No necesitaba usar la coacción. Su oferta era demasiado tentadora. –puedo enseñarte todo lo que sé, si eres capaz de tocar la magia. Tomará un tiempo para sacar las píldoras de tu organismo, pero una vez que se vayan...

Traducido por mi :D

Publicar un comentario

  © Diseño LuxLune by JenV 2010

Back to TOP