PERFECCIÓN // Capítulo 36

TRANSCRIPTO POR CHUPI

Capítulo 36: “Especiales”

El estrépito de los aerovehículos llenó el observatorio, retumbando como un graznido de aves rapaces. Los torbellinos que originaban los rotores atravesaron la brecha de la cúpula, y avivaron el fuego de tal manera que este comenzó a despedir llamaradas. El aire se llenó de polvo y un grupo de siluetas grises entró en tropel y fue tomando posiciones en medio de la penumbra.
- Necesito que venga un médico – anunció Tally, poniendo voz de perfecta con un tono vacilante -. Mi amigo no se encuentra bien.
A su lado apareció de repente un especial salido de la oscuridad que portaba un arma.
- No te muevas. No queremos haceros daño, pero lo haremos si es necesario.
- Solo les pido que ayuden a mi amigo – insistió Tally -. Está enfermo. – Cuanto antes miraran los médicos de la ciudad a Zane, mejor. Tal vez pudieran hacer más de lo que Maddy había hecho.
Mientras el especial decía algo por el móvil, Tally miró un momento a Zane. El miedo que le embargaba se veía a través de sus ojos casi cerrados.
- Tranquilo. Te ayudarán – le dijo Tally.
Zane tragó saliva y Tally vio que le temblaban las manos mientras lo poco que le quedaba de la fachada de valentía se desmoronaba ante la presencia de sus captores.
- Me aseguraré de que te cures, de un modo u otro – aseveró Tally.
- Un equipo médico viene de camino – informó la especial, y Tally le respondió con una sonrisa de perfecta.
Puede que los médicos de la ciudad confundieran la afección de Zane con enfermedad cerebral, o puede que dedujeran que alguien había intentado administrarle una cura para las lesiones, pero nunca se darían cuenta de hasta qué punto se había transformado Tally por sus propios medios. Podría fingir que había llegado hasta allí por el mero impulso de salir de la ciudad, como Maddy había dicho. De ese modo se mantendría a salvo de la operación.
Quizá Zane pudiera llegar a curarse sin necesidad de tomar más pastillas. Quizá todos los habitantes de la ciudad pudieran cambiar. Tras escapar en globo y ser “rescatados” de nuevo por los especiales, Tally y Zane serían aún más famosos. Podrían empezar algo grande, algo que los especiales no podrían parar.
Una voz afilada brotó de súbito de la penumbra e hizo estremecer a Tally.
- Imaginaba que te encontraría aquí, Tally. – La doctora Cable se acercó a la luz, extendiendo los dedos hacia el fuego como si quisiera entrar en calor.
- Hola, doctora Cable. ¿Puede ayudar a mi amigo?
La sonrisa lobuna de la mujer brilló en la oscuridad.
- ¿Dolor de muelas?
- Peor – respondió Tally, negando con la cabeza -. No puede moverse, apenas puede andar. No está bien.
En el interior del observatorio seguían entrando más especiales, entre ellos tres que no iban vestidos de gris sino con uniformes de seda azul y que llevaban una camilla. Al llegar hasta donde ellos estaban, apartaron a Tally de un empujón y dejaron la camilla junto a Zane, que al ver lo que ocurría cerró los ojos.
- No te preocupes – dijo la doctora Cable -. No le pasará nada. Lo sabemos todo acerca de su afección por la visita que hicisteis al hospital. Al parecer, alguien le introdujo unos nanos en el cerebro, algo muy perjudicial para su mente de perfecto.
- ¿Sabían que estaba enfermo? – Tally se puso de pie -. ¿Por qué no lo arreglaron?
La doctora Cable le dio unas palmaditas en el hombro.
- Detuvimos la actividad de los nanos. Pero el pequeño implante del diente estaba programado para producirle dolores de cabeza…falsos síntomas para manteneros motivados.
- Ha estado jugando con nosotros…- replicó Tally, mientras veía cómo se llevaban a Zane.
La doctora Cable estaba mirando a su alrededor.
- Quería ver qué tramabais y adónde iríais. Creía que podríais llevarnos hasta los responsables de la enfermedad del joven Zane. –la mujer frunció el ceño -. Iba a esperar un poco más para activar el rastreador, pero después de la descortesía con la que has tratado a mi buen amigo el doctor Valen esta mañana, he pensado que debíamos venir a buscarte para llevarte a casa. Realmente sabes cómo causar problemas.
Tally guardó silencio mientras las ideas se le agolpaban en la cabeza. El rastreador que Zane llevaba en el diente había sido activado por control remoto, pero no hasta que los otros científicos habían descubierto al doctor Valen. Una vez más, Tally había traído consigo a los especiales.
- Queríamos un vehículo para escapar – dijo, tratando de hablar como una perfecta -. Pero nos hemos perdido.
- Ya, lo hemos encontrado en las ruinas. Pero no creo que hayáis llegado hasta aquí a pie. ¿Quién os ha ayudado Tally?
Tally negó con la cabeza.
- Nadie.
Un especial con uniforme de seda gris apareció junto a Cable y le dio un rápido informe. A Tally se le puso la piel de gallina al oír la voz afilada del hombre, pero no consiguió entender ni una sola de las palabras que dijo entre dientes.
- Envía a los más jóvenes tras ellos – ordenó la doctora Cable y, acto seguido, se volvió hacia Tally -. Con que nadie, ¿eh? ¿Y qué me dices de las lumbres, los cepos y las letrinas? Por lo visto, había bastantes personas acampadas aquí, y no hace mucho que se han ido. – La mujer sacudió la cabeza -. Qué pena que no hayamos llegado antes.
- No los cogerán – dijo Tally con una sonrisa de perfecta.
- An, ¿no? – Los dientes de la doctora Cable brillaron con un destello rojo a la luz del fuego-. Nosotros también tenemos trucos nuevos, Tally.
La doctora dio media vuelta y se encaminó hacia la entrada. Cuando Tally hizo amago de seguirla, un especial la cogió por el hombro con una mano de hierro y la sentó junto al fuego. Desde el exterior le llegaron voces que daban órdenes a gritos y el ruido de más aerovehículos que aterrizaban en el lugar, pero al final desistió de intentar ver lo que sucedía a través de la entrada, y se quedó mirando las llamas con tristeza.
Ahora que se habían llevado a Zane, Tally solo tenía el sabor de la derrota. La doctora Cable había vuelto a jugársela bien jugada, engañándola para que diera con el Nuevo Humo y poniéndola casi en la tesitura de traicionar una vez más a todo el mundo. Y, después de sus últimas palabras, seguro que David la odiaba.
Pero al menos Fausto y los otros rebeldes habían escapado de la ciudad; con suerte para siempre. Ellos y los habitantes del Nuevo Humo llevaban a los especiales unos minutos de ventaja, y aunque las aerotablas no eran tan rápidas como los aerovehículos en línea recta, eran más escurridizas. Sin un rastreador como el de Zane que delatara sus posiciones, podrían desaparecer fácilmente en los bosques de alrededor. La rebelión de Tally y Zane había hecho engrosar las filas del Nuevo Humo con más de una veintena de miembros. Y ahora que la cura se había puesto a prueba, podrían llevarla a la ciudad, y a otras poblaciones, y al final todo el mundo sería libre.
Quizá aquella vez no hubiera ganado la ciudad. Y el hecho de que los hubieran cogido puede que fuera lo más beneficioso para Zane. Los médicos de la ciudad estarían más capacitados para tratarlo que una pandilla de fugitivos. Tally se concentró en pensar cómo podría ayudarlo a recuperarse, haciéndolo sentir chispeante de nuevo si era preciso.
Tal vez empezaría con un beso…
Al cabo de una hora de la llegada de los primeros especiales, el fuego apenas llameaba, y Tally comenzó a notar de nuevo el frío. Mientras subía la temperatura de su cazadora, vio una sombra moverse en el rayo rojizo del crepúsculo que entraba por la abertura de la cúpula.
Tally se sobresaltó. Era alguien en aerotabla. ¿Se trataría de David que había vuelto para rescatarla? Tally negó con la cabeza. Maddy no se lo habría permitido.
- Tenemos a dos de ellos – dijo una voz dura desde la tabla.
En medio de la penumbra, se vio el destello de la seda gris de unos uniformes de especiales…dos siluetas más descendían por la brecha de la cúpula. Las aerotablas eran más largas de lo normal y en los extremos llevaban incorporadas unas hélices elevadoras, cuyos rotores agitaron las brasas.
Así que aquel era su nuevo truco, pensó Tally. Especiales en aerotablas, una forma ideal de perseguir a los habitantes del Nuevo Humo. Tally se preguntó a quién habrían cogido.
- ¿Perfectos o imperfectos? – preguntó la doctora Cable. Tally alzó la mirada y vio que la doctora había vuelto a reunirse con ella junto al fuego.
- Son un par de rebeldes. Los imperfectos se han escapado todos – le respondieron. Tally se dio cuenta entonces de que, bajo su tono afilado, la voz del especial le resultaba familiar.
- Oh, no – dijo Tally en voz baja.
- Oh, sí, Tally-wa. – La silueta bajó de la tabla de un salto y se acercó a la luz de la lumbre con aire resuelto -. ¡Me he operado otra vez! ¿Te gusta?
Era Shay convertida en especial.
- La doctora Cable me ha dejado ponerme más tatuajes. ¿A que son supermareantes?
Tally miró a su vieja amiga, sobrecogida por la transformación. Los dibujos giratorios de los tatuajes flash cubrían su tez, como si llevara la cara envuelta en una red negra que latía al ritmo de su corazón. Su rostro se veía delgado y cruel, con los dientes superiores limados en forma de colmillos triangulares y afilados. La habían hecho más alta y le habían implantado más músculos en los brazos, que ahora llevaba al descubierto y donde destacaban las cicatrices de los tajos que se había hecho, realzadas con tatuajes que se movían en espiral. Los ojos de Shay centellearon a la luz de la lumbre como los de un depredador, variando entre el rojo y el violeta con el movimiento de las llamas.
Naturalmente, seguía siendo hermosa, pero Tally se estremeció ante su belleza cruel e inhumana, como si viera una araña llamativa atravesando su telaraña.
A su espalda descendieron las otras aerotablas. Ho y Tachs, los del club de cortadores de Shay, sostenían cada uno una silueta renqueante. Tally hizo una mueca al ver que habían cogido a Fausto, que no había subido a una aerotabla en su vida hasta hacía unos días. Pero al menos casi todos los demás habían logrado escapar…y David se había puesto a salvo.
El Nuevo Humo aún existía.
- ¿Crees que lo que he hecho me queda perfecto, Tally-wa? ¿No te parece excesivo?
Tally sacudió la cabeza con gesto cansado.
- No. Es chispeante, Shay-la.
Una amplia sonrisa llena de crueldad llenó el rostro de Shay.
- Como para darle tropecientos milihelens, ¿eh?
- Por lo menos. – Tally dio la espalda a su vieja amiga y se quedó mirando al fuego.
Shay se sentó a su lado.
- Ser una especial es más chispeante de lo que te imaginas, Tally-wa. Cada segundo es totalmente mareante. Tanto que puedo oír el latido de tu corazón, percibir el zumbido eléctrico de esa cazadora con la que intentas calentarte…y hasta oler tu miedo.
- No me das miedo Shay.
- Un poco sí, Tally-wa. Ya no me engañas. – Shay rodeó a Tally con el brazo-. Eh, ¿recuerdas las caras tan disparatadas que diseñaba cuando éramos imperfectas? Pues ahora la doctora Cable me deja hacerlas. Los cortadores podemos ponernos la cara que queramos. Ni siquiera el Comité de Perfectos puede decirnos el aspecto que podemos o no tener.
- Eso debe ser genial para ti, Shay-la.
- Mis cortadores y yo somos el fichaje más chispeante de Circunstancias. Somos los especiales dentro de los especiales. ¿A que es supergenial?
Tally se volvió hacia ella y trató de ver lo que había detrás de aquellos ojos centelleantes que oscilaban entre el rojo y el violeta. A pesar de aquella conversación típica de perfectas, percibía una inteligencia fría y serena en la voz de Shay, una alegría despiadada fruto del hecho de haber atrapado a la amiga que la había traicionado.
Por lo que parecía, Shay era un nuevo tipo de perfecta cruel, peor incluso que la doctora Cable. Menos humana.
- ¿Eres realmente feliz Shay?
La boca de Shay tembló, dejando ver por un momento sus dientes afilados a lo largo del labio inferior, y asintió.
- Lo soy, ahora que te tengo de vuelta, Tally-wa. No fue muy agradable ver que os habíais ido todos sin mí. Eso me puso supertriste.
- Queríamos que vinieras con nosotros, Shay, te lo juro. Te dejé un montón de mensajes.
- Estaba ocupada.- Shay dio un puntapié al fuego casi apagado -. Haciéndome cortes en busca de una cura. –La joven resopló-. Además, ya me cansé en su día de tanta acampada. Y después de todo volvemos a estar juntas, tú y yo.
- Yo diría que estamos enfrentadas – repuso Tally en un susurro.
- De eso nada, Tally-wa. –Shay le apretó el hombro con brusquedad-. Estoy harta de todos los líos y malos rollos que hay entre nosotras. A partir de ahora tú y yo vamos a ser amigas para siempre.
Tally cerró los ojos; así que esa era la venganza de Shay.
- Te necesito entre mis cortadores, Tally. ¡Es superchispeante!
- No pudes hacerme esto – musitó Tally, tratando de soltarse.
Shay la sujetó con firmeza.
- El caso es que sí puedo, Tally-wa.
- ¡No! – gritó Tally, tratando de ponerse en pie y arremeter contra Shay.
La mano de Shay salió disparada hacia delante como una flecha y Tally sintió un aguijonazo en el cuello. Al cabo de unos instantes una densa niebla comenzó a envolverla. Consiguió soltarse de Shay y dar unos pasos a trompicones, pero sentía como si tuviera las extremidades llenas de plomo líquido y acabó cayendo al suelo. Un velo gris descendió frente a ella al otro lado del fuego, y el mundo se sumió de repente en la oscuridad.
A través del vacío le llegó el sonido envolvente de una voz afilada que le decía:
- Acéptalo, Tally-wa, eres…

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