Especiales/ Capítulo 30

CAPITULO 30

Traducido por: Luu


YENDO A CASA

Tally se fue en el momento que Shay se durmió.

No tenía sentido que ambas se entregaran. Shay tenía que quedarse aquí en Diego; en este punto los Cortadores serían la cosa más cercana que esta ciudad tenía como militares. La Dra. Cable no le creería a Shay, de todos modos.

Su cerebro mostraría las marcas de la cura de Maddy- ella no era más especial.

Pero Tally lo era.

Se agachó y balanceó entre las ramas del bosque, rodillas flexionadas y brazos extendidos como alas, volando tan rápido como nunca lo había hecho. Todo era claramente helado: el cálido viento sobre su rostro desnudo; las densidades cambiantes de vuelo bajo sus pies. Había tomado dos tablas, manejando una mientras la otra la seguía, saltando hacia atrás y adelante cada diez minutos. Con su peso compartido en las dos, la velocidad máxima no quemaría las aspas por días.

Alcanzó el borde de Diego mucho antes que el sol comenzara a salir, cuando el cielo naranja justo comenzaba a ponerse radiante sobre su cabeza, como un buque inmenso vaciando su luz sobre la naturaleza.

La belleza del mundo hería como navajas, y Tally supo que nunca tendría que cortase nuevamente.

Llevaba un cuchillo dentro suyo ahora, uno que siempre estaba cortándola. Lo podía sentir cada vez que tragaba, cada vez que sus pensamientos se desviaban del esplendor de la naturaleza.

El bosque disminuía mientras Tally alcanzaba los vastos desiertos dejados por la maleza blanca. Cuando el viento contra su rostro se convirtió rudo por la arena en el aire, se dirigió hacia el mar, donde su magnetismo pudiera agarrar la línea de hierro, prestándole más velocidad.

Ella sólo tenía siete días para terminar esta guerra.

De acuerdo a Tachs, Circunstancias Especiales planeaba esperar una semana para que la situación en Diego empeorara. La destrucción de Town Hall alteraría el funcionamiento de la ciudad por meses, y la Dra. Cable pareció pensar que los no-burbujeantes se revelarían contra el gobierno si sus necesidades no eran satisfechas.

Y si la rebelión no ocurría en la fecha prevista, Circunstancias Especiales podría simplemente atacar de nuevo, destruyendo más de la ciudad para hacer peor la condición.

El programa de Tally hizo ping-otros diez minutos habían pasado. Llamó más cerca a
la tabla vacía y saltó a través del vacío, por un momento nada más que arena y matorrales debajo, luego aterrizó en una postura perfecta.

Se encontró sonriendo severamente. Si caía, no había red debajo para atraparla, solamente arena amontonada pasando a cien kilómetros por hora. Pero las dudas y las incertidumbres que siempre había sufrido, esas por las que Shay se había quejado incluso después de que Tally se convirtiera en Cortadora, habían desaparecido.

El peligro ya no importaba más. Nada lo hacía.

Ella era realmente especial ahora.

Cuando el anochecer comenzó a caer, Tally alcanzó la línea de hierro en la costa.

Las nubes la habían mirado con mala cara desde el mar toda la tarde, y mientras el sol se escondía, un negro velo cayó, cubriendo las estrellas y la luna. Una hora después del anochecer, el calor del día almacenado en las vías de hierro comenzó a disminuir, dejando el camino invisible incluso para el infrarrojo.
Tally navegó por el oído, usando solamente el rugido de las olas para mantenerse en curso. Aquí sobre los rieles de metal sus pulseras la salvarían si caía.

Justo al amanecer, pasó sobre un campamento lleno de fugitivos somnolientos. Oyó gritos y miró hacia atrás para ver que el viento al ella pasar había dispersado brasas de la fogata sobre el césped seco. Los fugitivos estaban corriendo, tratando de evitar que el fuego se extendiera, ahogando las llamas con sus sacos de dormir y sus chaquetas, chillando como un puñado de cabezas burbujeantes.

Tally continuo volando. No tenía tiempo para regresar y ayudar.

Se preguntó que sería de todos los fugitivos que seguían haciendo su camino entre la naturaleza.

Podría Diego todavía repartir su escasa flota de helicópteros para trasladarlos? Cuántos ciudadanos más podría el Nuevo Sistema manejar, ahora que estaba luchando por su propia existencia?

Por supuesto, Andrew Simpson Smith no se daría cuenta que una guerra estaba ocurriendo. Él seguiría entregando los localizadores de posición, guiándolos a ningún lado. Los fugitivos llegarían al lugar de recogida, pero ningún transporte llegaría. Ellos lentamente perderían la fe, hasta que se les agote la comida y la paciencia luego regresarían a casa.

Alguien podría hacerlo, pero todos eran chicos de ciudad, sin idea sobre los peligros aquí fuera. Sin ningún Nuevo Humo para darles la bienvenida, la mayoría serían consumidos por la naturaleza.

En su segunda noche de vuelo sin descanso, Tally cayó.

Acaba de ver que una tabla estaba fallando, algún defecto microscópico en su aspa de elevación estaba causando que se sobrecalentara. La había estado observando cuidadosamente por los últimos minutos, una superposición de infrarrojos nublando su visión normal, y ella ni siquiera notó el árbol.

Era un solo pino, sus hojas superiores cizalladas por la sal como un mal corte de pelo. La tabla que estaba conduciendo golpeó el centro de una rama muerta, rompiéndola limpiamente, enviando a la cabeza de Tally volar sobre sus talones.

Sus pulseras encontraron el metal en la línea justo a tiempo. No la pararon completamente en seco, como lo hubieran hecho en una caída directo hacia abajo, pero la hicieron saltar por el camino a gran velocidad. Por unos momentos salvajes, Tally sintió como si hubiera sido atada a la parte frontal de un viejo ferrocarril, el mundo corriendo a su lado, los oscuros carriles extendiéndose ante ella dentro de la oscuridad, lazos cruzados apenas un borrón debajo de sus pies.

Se preguntó que pasaría si la línea de ferrocarril se curvara repentinamente, si las pulseras la llevarían a través del giro, o la lanzarían sin contemplación contra el suelo.

O fuera del acantilado . . .

La línea continuo recta, aunque, luego de unos cien metros de su impulso, se agotó.

Los brazaletes aterrizaron a Tally; su corazón estaba galopando, pero estaba ilesa. Ambas tablas encontraron su señal un minuto después, haciendo ruido, saliendo de la oscuridad como cobardes amigos quienes habían corrido a esconderse sin decirle.

Tally advirtió que debería probablemente dormir un poco. Cuando su próxima falta de concentración viniera, podría no ser tan afortunada. Pero el sol volvería a elevarse pronto, y la ciudad estaba a menos de un día de viaje. Se subió a la sobrecalentada tabla y cabalgó duro, manteniéndose alerta escuchando atentamente cada cambio en el sonido del aspa dañada.

Poco después del amanecer, un alto chillido agudo entró en erupción, y Tally saltó de la tabla afectada cuando se desintegró en una masa blanca y caliente de metal. Aterrizó en la otra, volviéndose a ver los restos de la primera que cayó al mar, donde su impacto lanzó un chorro de spray y vapor. Tally se enfrentó de nuevo a casa, ni siquiera desacelerando.

Cuando las Ruinas Oxidadas aparecieron a la vista, se dirigió hacia el interior. La antigua ciudad fantasma estaba llena de metal, así que por primera vez desde que dejó Diego, Tally se permitió bajar la velocidad, descansar las aspas de elevación de su tabla restante. Se movió en silencio a través de las calles vacías, mirando los coches quemados que marcaban los últimos días de los Oxidados. Edificios derruidos se elevaban a su alrededor, todos los lugares familiares donde ella se había escondido de regreso a sus días Humeantes. Tally se preguntó si los feos todavía se escondían aquí a la noche. Quizá las ruinas no parecían ya excitantes, ahora que había una ciudad real a dónde poder escapar.

Todavía se sentían espeluznantes, como si el vasto vacío estuviera lleno de fantasmas. Las ventanas abiertas parecían mirar fijamente a Tally, llevándola de regreso a la primer noche que Shay la había llevado allí, de regreso a cuando las dos era feas. Shay había aprendido la ruta secreta por Zane, por supuesto-él era la última razón por la que Tally Youngblood no fuera más que otra cabeza burbujeante, feliz y despistada entre las torres de Ciudad Nueva Belleza.

Quizá después de que confesará a la Dra. Cable, Tally terminaría allí otra vez, todas esos recuerdos infelices borrados al final . . .

Ping.

Tally bajo la velocidad, no creyendo lo que había oído. El ping veía de la frecuencia de los Cortadores, pero ninguno de ellos podría haber llegado aquí antes que ella. El ID estaba en blanco, como si el ping no hubiera venido de nadie. Tenía que ser una guía abandonada en una misión de entrenamiento, nada más que una señal al azar en las ruinas.

“Hola?” Susurró.

Ping. . . ping. . .ping.

Tally levantó sus cejas. Eso no había sido al azar; había sonado como una respuesta.

“Puedes oírme?”

Ping.

“Pero no puedes decir nada?” Tally frunció el ceño.

Ping.

Tally suspiró, dándose cuenta lo que sucedía. “Bien. Buen truco, feo. Pero tengo cosas más importantes que hacer.” Encendió las aspas de elevación nuevamente, angulando hacia la ciudad.

Ping. . . ping.

Tally se deslizó a un alto, inseguro sobre ignorar esto. Cualquier puñado de suficiente inteligentes feos que pudiera truquear la frecuencia de los Cortadores podría tener información útil. No dañaría saber como iban las cosas en la ciudad antes de confrontar a la Dra. Cable.

Chequeó la fuerza de la señal. Era fuerte y clara. Quienquiera que la hubiera establecido no estaba lejos.

Tally caminó por la calle vacía, observando la señal cuidadosamente. Creció un poco más fuerte a la izquierda. Giró en esa dirección y se deslizó una cuadra más lejos.

“Bien, chico. Uno significa sí, y dos significa no. Captaste eso?”

Ping.

“Te conozco?”

Ping.

“Hmm.” Tally se mantuvo andando hasta que la señal se debilitó, entonces dio la vuelta e hizo su camino de regreso lentamente. “Eres un Crim?”

Ping. . .ping.
La fuerza de la señal llegó al máximo, y Tally levantó la vista. Por encima de ella estaba el edificio más alto en pie en las ruinas, un viejo lugar de reunión de los del Humo y el lugar lógico para establecer una estación de radiodifusión.

“Eres un feo?”

Hubo una larga pausa. Luego un solo ping.

Tally comenzó su silencioso ascenso, el magnetismo de la tabla aprovechando el esqueleto de metal antiguo de la torre. Sus sentidos ampliados, para escuchar cada sonido. El viento cambió, y olió algo familiar, su estómago dando un vuelco.

“Spagbol?” Sacudió su cabeza. “Entonces vienes de esta ciudad?”

Ping. . . ping.

Luego oyó un sonido, movimiento en los escombros de un piso en ruinas por encima. Tally saltó de su tabla a través de un marco de ventana vacío, estableciendo su arruinado traje a una ruda aproximación de la roca rota. Tomó ambos lados del marco, y se inclinó, mirando hacia arriba.

Allí arriba estaba, mirándola. “Tally?” Llamó.

Ella pestañeó. Era David.

Anónimo –   – (8 de febrero de 2010, 11:49)  

Mas mas mas poorfaaa, estoy enganchadisima!!
Gracias por el trabajo que haceis, se valora.

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