Capítulo 11 / Vampire Academy II / Frostbite

>> miércoles 22 de abril de 2009

Lissa se había levantado e ido antes incluso que yo me despertara por la mañana, que significaba que tenía el cuarto de baño para prepararme el día. Amaba ese cuarto de baño. Era enorme. Mi cama gigante habría cabido confortablemente dentro de él. Una ducha con tres chorros distintos me despertó, aunque mis músculos me dolían de ayer. Mientras estaba parada delante del espejo de cuerpo, me peine el pelo, me decepcione un poco al ver que el moratón seguía allí. Era perceptiblemente más ligero, sin embargo, se había vuelto amarillento. Un poco de corrector y polvo lo cubrieron totalmente.

Me dirigí en busca de alimento. El comedor estaba cerrado para el desayuno, pero una de las camareras me dio un par de mazapanes de melocotón y me fui. Mascando uno mientras andaba, amplié mis sentidos para conseguir saber donde estaba Lissa. Después de un par de veces, la sentí al otro lado de la casa de campo, lejos delos cuartos de estudiantes. Seguí la pista hasta que llegué a una habitación del tercer piso. Golpeé.

Christian abrió la puerta.-La bella durmiente llegó. Bienvenida.-

Él me llevó hacia dentro. Lissa estaba sentada de piernas cruzadas en la cama del cuarto y sonrió en cuando me vio. La habitación era tan lujosa como la mía, pero la mayoría de los muebles habían sido empujados para dejar espacio, en ese espació parada, estaba Tasha.
-Buenos días- dijo

-Hey- le dije. Tratando de evitarla.

Lissa acarició un lugar a su lado.-Tienes que ver esto-

-¿Qué pasa?- Me senté en la cama y termine el último de mis bollos.
-Cosas malas- dijo maliciosamente. –Lo aprobaras-

Christian caminó a lo largo del espacio vacío y se enfrento a Tasha. Se miraron, olvidándose de Lissa y yo. Aparentemente, había interrumpido algo.

-Entonces ¿Por qué no puedo tan sólo consumir el hechizo?-Preguntó Christian.

-Debido a que utiliza una gran cantidad de energía. Dijo ella. Incluso con pantalones vaqueros, una cola de caballo y la cicatriz se las arreglo para verse ridículamente linda. –Además, lo más probable es que mataras a tu oponente.-

Se burló -¿Por qué no quería matar a un Strigoi?-

-Podría ser que no siempre estuvieras luchando en contra uno. O a la mejor necesites información sobre ellos. A pesar de todo, tú debes estar preparado de todas las maneras.-

Me di cuenta de que estaban practicando magia ofensiva. El entusiasmo y el interés substituyeron el cabreo que había cogido al ver a Tasha. Lissa no estaba haciendo broma cuando dijo que estaban haciendo “cosas malas”. Yo siempre había sospechado de la magia ofensiva, pero…WOW. Pensar en ello y ver que es realidad son cosas muy distintas. El uso dela mágica como arma estaba prohibido. Un hecho castigable. Un estudiante que experimentara con ella podría ser perdonado y simplemente disciplinarlo más, pero que un adulto enseñando a un menor… sí. Tasha podrá verse en serios problemas. Durante medio segundo, jugué con la idea de delatarla. Inmediatamente, rechacé esa idea. Yo la odio por ir con Dimitri, pero parte de mí cree que es una suerte que ella y Christian lo estuvieran haciendo. Además, se acababa de enfriar.

-Un hechizo de distracción es casi igual de útil.-Continuo.

Sus ojos azules adquirieron un foco intenso qua a menudo veía conseguir a un Moroi mientras usaba la magia. Su muñeca chasqueó hacia delante, y una raya de fuego serpenteo más allá de la cara de Christian. No lo toco, por la forma en que se estremeció, sospeche que había sido lo suficientemente cerca como para notar el calor.

-Pruébalo- Dijo ella.

Christian dudó un momento y luego hizo el mismo movimiento con la mano. Una raya de fuego Salió, pero no tenía ningún control comparado con el de ella. También tenía muy mala puntería. Fue directo a su cara, pero antes de que le tocara, se dividió y partió alrededor de él, casi como si hubiera golpeado contra una protección invisible. Ella la desvió con su propia magia.
-No está mal, a parte del hecho que casi has quemado mi cara.-

No creo que quemara su cara, pero su pelo… ah sí. Veríamos como de guapa estaría ella sin esa melena negra.

Ella y Christian practicaron un rato más. Él mejoró con el paso del tiempo, a pesar de que claramente le faltó para tener la habilidad de Tasha. Mi interés creció y creció a medida que pasó el tiempo, y me encontré meditando todas las posibilidades que este tipo de magia podía ofrecer.

Se termino la lección cuando Tasha dijo que se tenía que ir. Christian suspiro, claramente frustrado por no haber sido capaz de dominar el hechizo en una hora. Su carácter competitivo era casi tan fuerte como el mío.

-Aun creo que sería más fácil quemarlos totalmente.- Argumentó.

Tasha sonrió mientras se cepillaba su pelo en una cola de caballo más apretada. Sí. Ella podría definitivamente quedarse sin su pelo, especialmente cuando sabía lo mucho que le gustaba a Dimitri el pelo largo.

-Es más fácil, porque implica menos energía. Es descuidado. Tú magia será más fuerte a largo plazo si puedes aprender a hacer esto. Y como he dicho, tiene otras utilidades.-

Yo no quería estar de acuerdo con ella, pero no pude evitarlo.

-Podría ser muy útil si lucharas junto a tu guardián.- Dije con emoción.- Especialmente si quemar completamente un Strigoi se necesita tanta energía. De esta manera, utilizarías sólo una rápida ráfaga de poder para distraer el Strigoi. Y se distrajeran con el incendio, ya que lo odian tanto. Entonces ese es todo el tiempo que necesita un guardián para estacarlos. Podrías controlar un manojo entero de Strigoi de esta manera.-

Tasha me hizo una mueca. Algunos Moroi como Lissa y Adrian sonreían sin mostrar los dientes. Tasha si que mostro los suyos, incluidos los colmillos.

-Exactamente. Tú y yo deberemos ir algún día a cazar Strigois.- Se burló.

-No lo creo.- Le respondí.

Las palabras en si mismas no eran tan malas, pero el tono que utilicé para decirlas sin duda lo fue. Frio. Hostil. Tasha me miró momentáneamente sorprendida de mi brusco cambio de actitud, pero sólo se encogió de hombros. El choque de Lissa me llegó a través del enlace.
Sin embargo, a Tasha no parecía incomodarle. Ella hablo con nosotros un poco más y hizo planes para ver a Christian en la cena. Lissa me dio una fuerte mirada mientras ella, Christian y yo bajábamos una escalera de caracol que conducía hasta el vestíbulo.

-¿Qué fue eso?-Me preguntó

-¿De qué estas hablando?-pregunté inocentemente.

-Rose.- Dijo de manera significativa. Es difícil jugar al tonto cuando tu amiga sabía que podías leerle la mente. Sabía exactamente de lo que estaba hablando.

-Fuiste una perra con Tasha.-

-Yo no fui una perra con Tasha.-

-Fuiste grosera- Exclamó ella, un grupo de niños Moroi estaban lloriqueando en el vestíbulo. Se agruparon y un instructor de esquí Moroi de aspecto cansado los siguió.

Puse mis manos en las caderas.-Mira, yo sólo estoy de mal humor ¿De acuerdo? No dormí mucho. A demás, no soy como tú. No tengo que ser amable todo el tiempo.-

Lissa me miraba más sorprendida que herida. Christian me frunció el ceño, presionandome, cuando Mason apareció misericordiosamente. No llevaba ningún yeso o cualquier otra cosa, pare cojeaba ligeramente al andar.

-Hola. Cuanto tiempo- Le dije. Resbalando mi mano dentro la suya.

Christian dejo ir su enfado conmigo y se giró hacia Mason - ¿Es verdad que hiciste un movimiento suicida que finalmente te atrapó?

Mason me miro -¿Es cierto que estuviste saliendo con Adrian Ivashkov?-

-Yo ¿Qué?-

-He oído que os emborrachasteis anoche.-

-¿En serio?- Preguntó Lissa, asustada.

Mire todas sus caras. -¡NO, por supuesto que no! Yo apenas lo conozco.-

-Pero lo conoces- Insistió Mason.

-Apenas-

-Él tiene mala reputación.- advirtió Lissa.

-Sí.- Dijo Christian –Él va atrás de un montón de chicas.-

No podía creérmelo. -¿Creen que les mentiría? Hablé con él, como unos, cinco minutos! Y sólo porque me bloqueaba el paso ¿De donde han sacado todo esto?- Inmediatamente me conteste la pregunta. –Mia-

Mason asintió y me miro avergonzó. -¿Des de cuando hablas con ella?- Le pregunté

-Me encontré con ella, eso es todo.- Me dijo

-¿Y tú te la crees? Tú sabes que esta mintiendo todo el tiempo.-

-Sí, pero por lo general hay algo de cierto en sus mentiras. Hablaste con él.-

-Sí. Hablé. Eso es todo.-

Realmente intente reflexionar sobre la manera en que había reaccionado Mason, y creo que no confiaba en mí. Él me había ayudado mucho el año anterior deshaciendo las mentiras de Mia, a si que me sorprendí mucho de que él estuviera ahora tan paranoico. Quizá si sus sentimientos hacía mí habían crecido, él ahora podría ser más susceptible a los celos. Asombrosamente era Christian el que vino al rescate y cambio de tema.

-¿Supongo que hoy no esquiaras?- Señalo el tobillo de Mason, desencadenando inmediatamente una respuesta indignada.

-¿Qué crees, qué esto me va a frenar?- Preguntó Mason. Disminuyendo su ira y substituyéndola por un necesidad de probarse a si mismo, necesidad que él y yo compartíamos. Lissa y Christian le miraron como si estuviera loco, pero yo sabía que nada que dijéramos podría detenerlo.

-¿Quieren venir con nosotros?- Le pregunté a Lissa y Christian.

Lissa sacudió la cabeza. –Nosotros no podemos. Tenemos que ir al almuerzo de recibida de los Contas.-

Christian gimió –Bueno, tú tienes que ir.-

Ella lo codeó –Igual que tú. La invitación decía que consiguiera un acompañante, Además, esto tan sólo es un calentamiento para lo grande.-

-¿Qué será?- Preguntó Mason

-La gran cena de Priscilla Voda.- suspiró Christian. Verlo tan dolido me hizo sonreír. – La mejor amiga de la reina. Todas las familias reales estarán allí, y tendré que usar el traje.-

Mason me dedico una sonrisa. Su enfado ya se había ido. –El esquí suena mejor ¿Eh? No hay un código de vestimenta.-

Dejamos atrás a los Moroi y nos fuimos a fuera. Mason no podía competir contra mí de la misma manera que lo había hecho ayer, sus movimientos eran lentos y torpes. Sin embargo, lo hizo muy bien considerándolo todo. La lesión no era tan mal como habíamos temido, pero tuvo prudencia a hacer movimientos extremadamente fáciles.

La luna llena colgaba en la oscuridad, una esfera brillante de color blanco plateado. Las luces eléctricas dominaban la mayor parte de la iluminación del suelo, por aquí y allí, en las sombras, la luna apenas lograba emitir su resplandor. Deseaba que fuera lo suficientemente luminosa para que iluminara la cordillera que nos rodeaba, peo los picos se quedaron envueltos en la oscuridad. Me olvide de mirarlos cuando había luz.

Las pistas eran muy simples para mi, pero me quede con Mason y sólo ocasionalmente me burlé de cómo las precauciones que tomaba me hacía dormir. Sea aburrido o no, era bueno estar solo fuera de casa con los amigos, y la actividad agitó mi sangre lo suficiente para combatir el frío del aire. Los postes de luz iluminaban la nieve, lo que lo convertía en un extenso mar de color blanco, los copos de cristales chispeaban débilmente. Y si me volviera lejos y bloqueara las luces de mi campo visual, podría mirar para arriba y ver las estrellas derramándose sobre el cielo. Estaba parada fuera del rígido y cristalino en el claro, el aire congelaba. Permanecimos fuera la mayor parte del día otra vez, pero esta vez, lo llamé un poco más temprano, pretendiendo estar cansada así Mason podría descansar. Puede ser que manejara bien el esquí con un tobillo blando, pero podía ver que le empezaba a doler.

Mason y yo nos dirigimos hacia el albergue caminando muy cerca el uno del otro, reír acerca de algo que había visto antes. De repente, unos puntos blancos en mi visión periférica, y una bola de nieve choco contra la cara de Mason. Inmediatamente se puso a la defensiva, dándose la vuelta de un tirón, mirando fijamente a su alrededor. Chillidos y gritos sonaron des de las profundidades y se mezclaron llegando des de los pinos.

-Demasiado lento, Ashford- alguien le llamó. –No vale por estar enamorado.- Se rió más. El mejor amigo de Mason, Eddie Castilla, y algunos otros novatos de la escuela aparecieron detrás un racimo de arboles. Más lejos, oí más gritos.

-Te íbamos a pedir que vinieras, si quieres estar en nuestro equipo.- dijo Eddie. –Aunque esquives como una chica.-

-¿Equipo?- Le pregunté emocionada. En la academia, lanzar bolas de nieve estaba terminantemente prohibido. Los trabajadores de la escuela estaban inexplicablemente asustados de que nos tiráramos bolas de nieve con trozos de cristal o cuchillas de afeitar, aunque en primer lugar, no tenía ninguna pista de como llegaron a pensar que seriamos capaces de llegar a hacer esto.

No era como si una guerra de bolas de nieve fuera una rebelión, pero después de toda la tensión que estaba pasando recientemente, tirar cosas contra la demás gente sonaba de repente como la mejor idea que había oído en un rato. Mason y yo nos incorporamos rápidamente a los demás, la perspectiva de luchar contra algo prohibido le dio nueva energía lo que le causó olvidar el dolor de su tobillo. Nos pusimos a luchar con una dura ferocidad.

La lucha pronto se convirtió en una cuestión de darle a tanta gente como fuera posible mientras esquivabas los otros ataques. Yo era excepcional en las dos cosas y asegure mi inmadurez añadiendo insultos tontos y gritando a mis victimas. En el momento en el que alguien se dio cuenta de lo que estábamos haciendo y nos gritamos, riéndonos y cubiertos de nieve.

Mason y yo, una vez más, fuimos hacía el albergue, y nuestro estado de animo estaba elevadísimo, sabía que lo de Adrian ya estaba olvidado.

De hecho, Mason me miro justo antes de entrar. –Lo siento, he saltado con la de Adrian antes.-

Le apreté la mano. –Está bien, se que Mia sabe contar unas buenas convincentes historias.-
-Si… pero incluso si estabas con él… no es que yo tenga derecho…-

Le miré fijamente, me sorprendió ver su rostro, habitualmente temerario, por una vez tímido.-¿A no?- Le pregunté.

Una sonrisa apareció en sus labios. -¿A sí?-

Devolviéndole la sonrisa, di un paso más adelante y le bese. Sentí sus labios increíblemente cálidos en aquel aire tan helado. No era como el beso desastroso que había tenido antes del viaje con Dimitri, pero era dulce y agradable, un tipo de beso de amistad que podría convertirse en algo más. Al menos, así fue como lo vi. Por la mirada de la cara de Mason, parecía que todo su mundo se hubiera sacudido.

–Wow- dijo, con los ojos de par en par. La luna hizo que sus ojos se vieran de un color azul plateado.

-¿Lo ves?- Le digo. –Nada de que preocuparse. No Adrian. No hay nadie.-
Nos besamos de nuevo, esta vez un poco más largo, antes de irme finalmente. Mason estaba claramente de mejor humor, tal y como debía ser, y me metí en la cama con una sonrisa en mis labios.

Pero cuando me dormí, soñé con Adrian Ivashkow.

Yo estaba de nuevo en el porche con él, sólo que esta vez era verano. El aire era cálido y suave, y el sol brillaba colgado en el cielo, cubriéndolo todo con una luz dorada. No había estado en el sol des de que vivía con los humanos. Todo a mí alrededor, las montañas y los valles estaban verdes y vivos. Los pájaros cantaban por todos lados.

Adrian apoyado contra la barandilla del porche. Hecho un vistazo por encima, y me volvió a mirar en cuando me vio.

-Oh. No esperaba verte aquí.- Él sonrió. –Tenía razón. Te ves devastadora cuando estas limpia.-
Por instinto toqué la piel alrededor de mi ojo.

-Se ha ido-me dijo

Incluso sin poderlo ver sabía que él tenía razón. –No estas fumando-

-Mal habito- Dijo. Cabeceó hacía mí. -¿Estas asustada? Estas usando mucha protección-

Fruncí el ceño, después me miré abajo. No había notado la ropa que llevaba. Usaba un par de pantalones vaqueros bordados que había visto una vez pero eran demasiado caros para comprármelos. Mi camiseta estaba cortada, enseñando mi barriga, y llevaba un piercing en el ombligo, siempre deseé perforarme el ombligo, pero nunca lo había sido capaz de pagarlo. El complemento que llevaba era de plata, y colgando al final había el extraño ojo azul que me había regalado mi mama. El brazalete de Lissa se enrollaba alrededor de mi muñeca.

Mire insegura a Adrian, estudiando la forma en que el sol hacía brillar su pelo castaño. Aquí, a plena luz del día, pude ver que sus ojos eran de un profundo verde esmeralda opuesto al pálido de Lissa. Algo seme ocurrió de repente.

-¿No te molesta todo este sol?-

Se encogió de hombro vagamente. -No. Es mi sueño-

-¿Estas seguro?- Su sonrisa volvió.

Me sentía confundida. –Yo… no lo sé-

Él se rió entre dientes, pero un momento después, su risa paró. Por primera vez des de que lo había conocido, él se veía serio. -¿Por qué te rodea tanta oscuridad?-

Le fruncí el ceño. -¿Qué?-

-Estas envuelta por la oscuridad- Sus ojos me estudiaron astutamente, pero no de una manera controlada. –No había visto nunca a nadie como tú. Sombras por todas partes. Nunca lo hubiera adivinado. Incluso mientras estas de pie aquí, las sombra no dejan de crecer.-

Mire hacía abajo, a mis manos, pero no vi nada fuera de la común. Le volví a mirar asegurándome. – Yo soy el beso de la oscuridad…-

-¿Qué significa eso?-

-Yo morí una vez- Nunca había hablado con nadie de eso a parte de Lissa y Victor Dashkov, pero esto era un sueño. No importaba.-Y regresé-

La maravilla encendió su cara.- Ahh. Interesante-

Desperté.

Alguien me sacudía. Era Lissa. Sus emociones me golpearon tan fuertemente a través del vínculo que entre brevemente en su mente y me encontré mirándome. –Extraño- Tire nuevamente de mí, intentando suavizar el terror y la alarma que me llegaba de ella.

-¿Qué está mal?-

-Ha habido otro ataque de Strigois-

Traducido por Alba

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