PERFECCIÓN // Capítulo 3

El Acechador

La mayoría de los otros Crims habían ido disfrazados de leñadores, vestidos con mantas escocesas, relleno en los músculos, sosteniendo cadenas de mentira y copas de Champaña. Habían también carniceros, algunos fumadores, que habían hecho sus propios cigarros de mentira, y un verdugo cuya larga nariz le llegaba hasta el hombro. Zane, quien sabía mucho sobre historia, había ido disfrazado como el asistente de un dictador que no estaba tan fuera de moda, todos vestidos apropiadamente, y de manera burbujeante. Él se había hecho una cirugía para el disfraz, haciendo sus labios más delgados y los cachetes mas chupados, que lo hacían lucir parecido a un Especialista.
Todos se rieron del disfraz de Peris, y trataron de volver a prender el de Fausto, pero solo consiguieron quemar algunas chispas en su cabello, que estaba totalmente oloroso. Les tomó un momento darse cuenta y entender cual era el disfraz de Tally y Shay. Pero pronto los demás Crims estaban haciendo cola para poder tocar las fibras del buzo hecho a mano y preguntando si les picaba (le picaba, pero Tally sacudió la cabeza)
Shay se quedó cerca de Zane, y le llamo la atención para que notara su nueva cirugía.
“Crees que están perfectos?” Ella preguntó.
“Te doy cincuenta mil helenas” Respondió.
Pero nadie lo noto.
“Mil helenas son suficiente para lanzar un bote” Le explicó Zane, y los más viejos Crims se rieron. “Cincuenta es bastante.”
Shay sonrió, el precio que había dicho Zane le iluminó la cara como la Champaña.
Tally trato de mantenerse burbujeante, pero pensar en el disfraz del Especialista acechándola era muy mareador. Después de unos minutos, ella logró escapar hacia el aguja que había en el balcón de la fiesta, y poder llenar sus pulmones con aire fresco y frío.
Algunos globos aerostáticos estaban siendo lanzados desde la aguja, los cuales se parecían a grandes lunas en el cielo. Los que estaban en los globos estaban lanzándose velas romanas los unos a los otros, riéndose de las llamas que gemían en la oscuridad. Luego uno de los globos comenzó a elevarse, y el gemido de uno de los que estaba allí dentro se escuchaba por encima del ruido de la fiesta, se trabó, cayendo sobre la aguja. Se levantó en u pequeño dedo de llama, y finalmente desapareció en la distancia. Si Shay no la hubiera presentado a los Crims, Tally pensó que habría sido como un globo. Ellos siempre se estaban alejando en la noche y luego aterrizando el algún lugar remoto, llamando un auto que los fuera a buscar desde algún suburbio distante o incluso fuera de los limites de la Ciudad.
Mirar hacia el río, en la oscuridad donde se encontraba la Ciudad de los Feos, hacia sentir a Tally que todo daba menos vueltas.
Era extraño. Su tiempo en las afueras era muy difuso, pero Tally podía recordar perfectamente ser una joven fea, mirando las luces de Ciudad Nueva Belleza desde la ventana de su dormitorio y muriendo por cumplir dieciséis.
Ella siempre se había imaginado como sería estar del otro lado, en alguna torre alta, con fuegos artificiales alrededor de ella, rodeada de perfectos y siendo ella una perfecta también.
Pero por supuesto, la Tally de esas fantasías hubiera estado vestida con un vestido que la hacía ver como una pelota, no un buzo de lana y pantalones de trabajo, y por supuesto su cara cubierta de mugre. Ahora deseaba que Shay no hubiera encontrado el buzo esa noche. Tally quería de El humo detrás, y escapar de todas esos recuerdos en donde escapaba y se escondía, y sobre todo se sentía como una traidora. Ella odiaba mirar a cada segundo hacía las puertas del ascensor, preguntándose sí la persona disfrazada de Especialista la habría seguido hasta allí. Ella quería sentirse perteneciente a un lugar, y no tener que esperar hasta que un nuevo desastre ocurriera. Quizás lo que Shay pasaba repitiendo, era verdad, y la votación de esa noche solucionaría todo. Los Crims, era una de las pandillas más unidas en toda Ciudad Nueva Belleza. Para ingresar, debían votar por ti, y una vez que te convertías en Crim, siempre tendrías amigos a los que acudir, fiestas a las que asistir, y divertidas conversaciones. No más escapadas para Tally. La única manera de entrar, era haber sido escurridizo en sus tiempos de feos, con buenas historias para contar acerca de sus escapadas y trasnochadas fuera de la ciudad. Los Crims, eran Perfectos que no se habían olvidado de lo que era ser un feo, quienes todavía se divertían de las bromas y los trucos criminales que hacían que la Ciudad de los Feos, hubiera sido burbujeante, en su propia manera.
“¿Cuánto le pagarías a la vista?” Era Zane, quien de repente se encontraba al lado de ella, mirando hacía la oscura uniformidad antigua.
“¿Pagar?”
“¿Cien mil helenas? Cincuenta mil? Quizás una helena entera?”
Tally respiró, mirando hacía abajo, al oscuro rio. “No pagaría. Es la Ciudad de los Feos, después de todo.
Zane rió entre dientes. 2Sin embargo Tally-wa, no hay necesidad de ser descortés con nuestros hermanos y hermanas feos. No es su culpa que no puedan ser Perfectos como tú.” Con su mano, acomodó un cabello de Tally hacía atrás de su oreja.
“No son ellos, es el lugar. La ciudad de los Feos es una prisión.” Las palabras se sintieron extrañas en su boca, demasiadas serias para una fiestera.
Pero a Zane no pareció importarle. “Tu escapaste, ¿No es así?” Dijo mientras acariciaba el buzo de extrañas fibras, como habían hecho los demás. “¿Era El Humo mejor?”
Tally se preguntó si él buscaba una respuesta verdadera. Se sentía nerviosa por decir algo que le jugara en contra. Sí Zane pensaba que Tally estaba perdiendo votos la echarían sin importar lo que Shay y Peris le habían prometido.
Ella levantó su mirada para encontrar los ojos de él, los cuales eran de un color dorado metálico, que reflejaban los fuegos artificiales como pequeños espejos, y algo había en ellos que hacía llamar la atención de Tally. N era simplemente la perfección natural, pero algo que se sentía serio, como sí la fiesta que estaba a su alrededor hubiera desaparecido. Zane siempre al escuchaba extasiadamente cuando se trataba de historias acerca de El Humo. Él ya las había escuchado todas, pero quizás existía algo más que él quería saber.
“La noche antes de mis dieciséis, me fui.” Ella dijo. “Por lo tanto no estaba escapando de La ciudad de los feos, exactamente.”
“Eso es cierto.” Zane la liberó de su mirada penetrante, y dirigió su mirada hacía el otro lado del rio. “Tú estabas escapando de la cirugía.”
“Yo estaba siguiendo a Shay. Debía quedarme como fea para poder encontrarla.”
“Para rescatarla” agregó él, posando su dorados ojos en ella otra vez. “¿Era esa la verdadera razón?”
Tally asintió con mucho cuidado, ya que todavía le daba vueltas la Champaña de la noche anterior. O la de esta noche. Ella miró hacía su copa que estaba vacía, y se preguntó cuantas copas había bebido.
“Era algo que debía hacer” y mientras decía esas palabras, Tally supo que no sonaban convincentes.
“¿Los Especialistas?” Preguntó Zane, mientras sonreía.
Las cejas de Tally se levantaron. Se pregunto que trucos habría hecho Zane en sus días de feo.
Él nunca contaba muchas historias. Y sin ser mucho más grande que ella, Zane parecía nunca tener que probar que era un verdadero criminal, él simplemente lo era.
Incluso con sus delgados labios, debido a la cirugía de disfraz, era hermoso. Su cara había sido esculpida en más extremas formas que la mayoría, como si los doctores hubieran querido llevar la Perfección a otro extremo. Sus pómulos eran puntiagudos como flechas debajo de su piel, y sus cejas arqueadas en extremo cuando estaba contento. Tally vio con claridad que si alguna de sus características hubieran sido movidas unos milímetros, luciría horrible, y sin embargo al mismo tiempo era casi imposible imaginarse que alguna vez fue feo.
“¿Alguna vez estuviste en las Ruinas?” ella pregunto. “Antes cuando eras...más joven.?”
“Casi todas las noches del invierno pasado”
“¿En invierno?”
“Me encantan las Ruinas cuando están cubiertas de nieve.” “Hace que las puntas estén más suaves, sumando mega helenas a la vista”
“Sí...” Tally recordó cuando viajaba a través de la selva en pleno otoño, y lo frío que era. “Parece totalmente frío”
“Nunca podía encontrar alguien que quisiera ir conmigo” sus ojos se estrecharon “cuando tu hablas acerca de las Ruinas, nunca mencionas haber conocido a nadie”
“¿Conocer alguien?” Tally cerró sus ojos, encontrándose perdida. Se inclinó contra la baranda del balcón y tomó aire.
“Sí” respondió él. “¿Alguna vez conociste alguien?”
La copa de Champaña vacía, resbaló su mano y cayo en el vacío.
“Mira hacia abajo” Murmuró Zane, con una sonrisa en sus labios.
El tintineo de la caída, subió desde la oscuridad, una risa sorpresiva se extendió desde ahí como lo hacen las ondas cuando se tira una piedra al agua. Suena como a miles de kilómetros de distancia.
Tally tomó otras bocanadas de aire de esa noche fría, tratando de mantener la compostura. Su estomago estaba dando volteretas. Era muy vergonzoso ponerse en ese estado, a punto de vomitar el desayuno después de tomar una miserable copa de Champaña.
“Esta bien, Tally” Susurró Zane “Sólo déjate ser burbujeante”
Tally comprendió cuán vago eso era, que te digan que permanezcas divertida. Pero incluso a través de su cirugía de disfraz, la mirada de Zane se había suavizado como si de verdad quisiera que ella se relajara.
Ella le dio la espalda a las últimas gotas, agarrándose de la baranda con ambas manos.
Shay y Peris también se encontraban en el balcón ahora, encontrándose rodeada de sus nuevos amigos Crims, protegida y parte del grupo. Pero ellos la miraban con cuidado también. Quizás todos estaban esperando algo especial de ella esa noche.
“Nunca vi a nadie allí fuera” Dijo Tally, “Se suponía que alguien iba a venir, pero nadie lo hizo”
Ella no pudo escuchar la respuesta de Zane.
El acechador había aparecido otra vez, a través de la multitud, erguido y mirando derecho hacía ella, los ojos de la mascara parecían reconocer su mirada por un momento, entonces la figura se dio vuelta y se escabullo a lo largo de las batas blancas de los disfraces del Comité de Perfectos, desapareciendo detrás de gigantescas caras de todos los Perfectos. Y después de todo, Tally se dio cuenta que era algo muy vago, así que se abrió paso a través de Zane y de la multitud porque no había manera de que pudiera recomponerse esa noche hasta que no supiera quien era esa persona, Crim o Especialista o quienquiera que fuera.
Ella necesitaba saber por qué alguien estaba actuando como un Especialista delante de ella.
Tally gateó entre las batas blancas y rebotó como una pelota de pinball entre una pandilla de trajes gordos, sus barrigas suavemente forradas la hacían girar en círculos. Voló hasta un grupo de jockey, que tambalearon en sus skates. Vistazos de seda gris burlaban a Tally que se encontraba detrás de él, mientras corría. Pero la multitud era mucha y en constante movimiento, y para el momento que llegó hasta la columna central de la aguja, la figura había desaparecido.
Mirando hacía las luces de debajo de las puertas del elevador, pudo ver que estaba subiendo, no bajando. El falso Especialista estaba todavía allí, en algún lugar de la aguja. Y entonces Tally noto la puerta que daba a las escaleras de emergencia, de rojo vivo y plastificadas con señales, d que una alarma sonaría si se abría. Miró hacía su alrededor, todavía no encontraba a la figura gris. Quienquiera que fuera tenía que haber escapado escaleras abajo. Las alarmas podían apagarse, ella lo había hecho ese truco varias veces cuando era una fea.
Tally pudo alcanzar la puerta, su mano temblaba. Si una sirena comenzaba a sonar, todos la mirarían a ella y susurrarían mientras los vigilantes llegaban y evacuaban la torre. Sería un final verdaderamente burbujeante como Crim.
Algún Crim, ella pensó. Ella sería una perfecta vaguedad de criminal si no podía desactivar la alarma de vez en cuando.
Empujó la puerta y la abrió. No emitió ningún sonido.
Tally trepó las escaleras. La puerta que se había cerrado detrás de ella, calmaba los sonidos tumultuosos de la fiesta. Y en el repentino silencio, ella podía sentir su corazón latiendo en su pecho, y podía escuchar su propia respiración, todavía entre cortada por la persecución. El ritmo de la música parecía escabullirse por debajo de la puerta, haciendo que el piso de concreto retumbara.
La figura estaba sentada en las escaleras, solo unos escalones arriba. “Tú lo hiciste” Era la voz de un chico, desconocida detrás de la mascara.
“Hice qué?” “Esta fiesta?”
“No Tally, pasaste la puerta”
“No estaba exactamente trancada” Ella trataba de mirarlo a pesar de las joyas que estaban en la mascara.
“¿Quién eres?”
“¿No me reconoces? Él sonaba genuinamente confundido, como si fuera un verdadero amigo, alguien que usaba una mascara todo el tiempo. “¿Cómo luzco?
Tally tragó saliva y dijo suavemente, “Los Especialistas”
“Que bien que lo recuerdes.” Tally pudo escuchar la sonrisa en su voz. Él hablaba lentamente y con cuidado, como si ella fuera una especie de idiota.
“Claro que me acuerdo. ¿Eres tú uno de ellos? ¿Te conozco?.” Tally no podía recordar a un Especialista en particular, en su memoria, sus rostros estaban todos mezclados en uno cruel y bastante difuso.
“¿Por qué no echas un vistazo? La figura no hizo movimiento alguno para sacarse la mascara. “Adelante, Tally.”
De repente, Tally se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo allí. Acordándose de lo que la costumbre quería decir, perseguirlo a través de la fiesta, desactivando la alarma de la puerta-todo eso había sido una prueba. Algún tipo de reclutamiento. Él estaba allí, preguntándose si ella sería capaz de quietarle la mascara.
Tally estaba cansada de las pruebas. “Sólo mantente alejado de mí” ella dijo.
“Tally”
“Yo no quiero trabajar para los Especialistas. Yo sólo quiero vivir aquí, en Ciudad Nueva Belleza”
“Yo no soy...”
“Déjame tranquila!” Ella gritó, apretando sus puños. Ellos hicieron eco en la paredes de concreto, dejando un momento de silencio, como si los hubiera sorprendido a ambos. La música de la fiesta se escurría por las escaleras, amortiguada y tímida.
Finalmente, una mirada vino desde la mascara, él estaba sosteniendo una bolsa de piel. “Tengo algo para ti. Sí tu estas lista para esto, ¿La quieres, Tally?”
“Yo no quiero nada que provenga de...”La voz de Tally se esfumó. Los lentos sonidos, suavemente provenientes desde debajo de ellos. No era de la fiesta. Alguien venía subiendo las escaleras.
Los dos se movieron al mismo tiempo, asomándose por encima de las estrechas escaleras. Un largo camino hacia abajo, Tally pudo ver flashes de seda gris y manos que raspaban la baranda, media docena de personas subiendo las escaleras increíblemente rápido, sus pasos eran apenas escuchados sobre la música.
“Nos vemos luego” Dijo la figura.
Tally parpadeo. Él la empujó a un lado, asustado por ver a verdaderos Especialistas. Entonces, ¿quién era él?. Antes de que sus dedos llegaran a alcanzar el pestillo, Tally le sacó la mascara de su cara.
Él era un feo. Un verdadero feo.
Su cara no era para nada parecida a las de los que estaban disfrazados de gordos, hechos para la fiesta, con sus grandes narices o saltones ojos. No eran rasgos exagerados lo que lo hacía distinto, era todo, como si hubiera sido hecho de una sustancia totalmente diferente. En esos segundos, la vista perfecta de la bella Tally, pudo captar cada poro, su pelo desordenado por casualidad, el desequilibrio de su desarticulada cara. La piel de ella se arrastró hasta la de él, los mechones de barba adolescente, sus dientes que no habían pasado por una cirugía, las erupciones que había en su frente que gritaban enfermedades. Ella quería distanciarse, poner una distancia entre ella y su desafortunada, sucia y no saludable fealdad.
Pero de alguna manera, ella supo su nombre...
“¿Cray?, Ella dijo.

Traducido por Dai

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