Some Girls Bite- Capítulo 10

Nota: Traducido por Chloe ♥

CAP 10: VIGILANDO EN LA NOCHE

“Hora de levantarse, dormilona!”
Oí la voz, pero refunfuñé en mi almohada y tiré el cubrecama sobre mi cabeza. “Vete.”
“Oh, vamos, Mer. Hoy es tu gran día! Es tu Iniciación Vampira!”
Hice un túnel entre las mantas. “No quiero ser un vampiro hoy.” Escuché un lanzar un resoplido, y las mantas fueron arrancadas de un tirón de mi cuerpo y lanzadas al piso.
“Maldita sea, Mallory!” Me senté y empujé una maraña de pelo oscuro de mi cara. “Tengo veintisiete años y soy perfectamente capaz de levantarme por mi cuenta. Saldrías de mi cuarto? Ve a molestar a Catcher.”
“Catcher tiene asuntos más importantes en su cabeza en este momento, Mer.” Se pausó en medio del zarandeo de remeras que colgaban en mi armario. “Oíste acaso acerca de esta otra chica?, la que fue asesinada.”
Asentí mientras refregaba el sueño de mis ojos. “La mencionaron anoche.”
“Vaya tiempo de convertirse en un vampiro.”
“Ni que lo menciones. Dije lo mismo el otro día.”
Mallory empezó a sacar ropa de las perchas y a tirarla en una pila sobre el piso. Le eché una mirada dramática que ella ni se molestó en notar. “Qué estás haciendo?”
“Te estoy encontrando algo para vestir. Tienes la Iniciación hoy.” Para todo lo que Mallory se autoproclamaba en ser inmune a los beneficios de ser tan hermosa y flaca como era, había momentos en los que revelaba su cosa femenina. Sus hermanas de la fraternidad hubieran estado orgullosas.
Bamboleé las piernas al otro lado de la cama. “No es una Iniciación. Es una novatada. Una novatada vampira. No necesito arreglarme para que Ethan pueda humillarme.”
“Cierto. Él simplemente te humilló bien cuando estabas en jeans y remera”. Echó un vistazo atrás, me dio una mirada por encima de su hombro lo suficientemente irritada como para reducir una promesa a lágrimas. “Pero vas a estar allí con, qué habías dicho, otros once nuevos vampiros? Necesitas demostrarles de qué estás hecha. Hoy es tu día para empezar de cero. Para reinventarte.”
Me estremecí mientras Mallory sacaba un par de tacones altos negros y una entallada blusa abotonada blanca. Se le unieron a los pantalones que había tirado sobre la cama.
“Esa no es la clase de cosa que suelo usar.”
Rió disimuladamente. “Es por eso que vas a estar usándola esta noche.” Agitó su mano en el aire. “Baño. Límpiate.”

Una vez que me hubiere bañado y secado, Mallory se hizo cargo. Nada escapó a su escrutinio. Fui perfumada, depilada y empolvada en cada centímetro de mi vida, mi largo pelo cepillado y rociado hasta que resplandeció, la oscura franja de flequillo puesta sobre mi frente. Estaba metida en el delgado pantalón de tiro bajo y en la excesivamente ceñida camisa abotonada blanca, la cual tenía puños al final de las mangas tres-cuartos. La blusa fue metida dentro y me enroscó un cinturón negro alrededor de mi cintura, antes de desabotonar los primeros botones de la misma.
“Puedes ver mis senos si haces eso,” le advertí.
“Tal y como están,” replicó. “Y ese es el punto. Estás haciendo el papel de ardiente vampira soltera esta noche.”
Miré mi reflejo cambiar en el espejo- de estudiante de posgrado ligeramente atractiva a algo un poquito más audaz. Ella encadenó tres ajustadas tiras de cuentas de plata a mi muñeca derecha, adicionó un par de capas de maquillaje- dándome, como me explicó, “unos dramáticos, ojos esfumados y unos besables labios,” luego me deslizó en los tacos.
“Muy bien,”dijo, meneando su dedo en un movimiento circular. “Date la vuelta.”
Lo hice como un entrenado caniche de circo, girando lentamente en el lugar para que ella me pudiera echar un vistazo.
“Bonita,” elogió. “Te arreglas muy muy chula.”
Me encogí de hombros y la dejé acomodar dobladillos de las piernas del pantalón y el cuello de mi camisa, luego comprobé mis dientes en busca de labial.
“Muy bien. Última prueba. Vamos.”
Como no estaba acostumbrada a andar en tacos, me ayudó a bajar, luego me hizo parar al pie de las escaleras mientras se dirigía a la sala de estar. “Caballeros, les presento al miembro más reciente de la Casa Cadogan, la vampiro más inteligente de Chicago- Merit!”
Estaba decepcionada que no me hubiese nombrado “la vampira mas sexy de Chicago,” pero tomé lo que me ofrecía y avancé cuando me hizo seña que lo hiciera. Catcher y Jeff sentados sobre el sofá, Jeff casi abalanzándose hacia delante cuando entré a la sala.
“Wou wou!” gritó. “Luces lo suficientemente bien como para comerte.”
Le eché un vistazo a Mallory. “Él es tu prueba? Él cree que cualquier cosa con senos luce bien.”
“Y dado que tú no calificas, esa es la razón por la que le invité.”
Le hice una cara aniñada y tomé mis senos en forma protectora. No había mucho, pero eran míos, maldición. Dejé caer mis manos cuando Jeff se paró delante de mí, sonriendo en forma pícara.
“Te ves arr-diente. Segura que no quieres dejar estos asuntos vampíricos y unirte a la manada? Tenemos mejores….. seguros
Le sonreí, segura de que “seguros” no había sido la primera sugerencia en su cabeza, sino que fue en realidad provocada por el dedo de Catcher clavado entre sus escápulas. Pero le agradecí y alcé mis brazos a Catcher.
“Buena suerte,” ofreció, abrazando y soltándome. “Decidiste ya que vas a hacer acerca del juramento?”
“No aún,” admití, la pregunta sola revolvía mis nervios. Como si fuera una señal, un golpe sonó en la puerta. Jeff, que era el más próximo, la abrió. Un elegante chofer tocó la gorra en su cabeza.
“La Sra. Merit, por favor, con destino a la Casa Cadogan.”
Solté un pequeño resoplido, tratando de calmar el miedo que estaba haciendo de mi estómago una maraña toda enredada, y le tiré una mirada nerviosa a Mallory. Sonrió y mantuvo abiertas sus manos, y me fui a su fuerte abrazo. “Mi pequeña niña está creciendo.”
No pude evitar hacer otra cosa mas que reírme, lo cual estoy segura, era su intención. “Estás tan llena de estupideces.” Cuando la dejé ir, Catcher se acercó, poniendo una posesiva mano en el hueco de su espalda.
“Pórtate bien esta noche.”
Asentí y agarré el pequeño sobre blanco y negro que Mallory había preparado para mí. Contenía, me había informado más temprano, un labial, mi celular (apagado, para no irritar a mis compañeros de la Casa), las llaves de mi auto y dinero de emergencia.
Y, ejem, un preservativo, Mallory aparentemente pensaba que era probable que me encontrara con alguna emergencia de sexo vampiro. (Podían siquiera los vampiro agarrarse ETS ? Apuesto a que no cubren eso en el Canon).
Con el bolso preparado, les di a todos un trémulo saludo con la mano y seguí al chofer hasta la lustrosa limusina que estaba aparcada a la orilla del cordón. Durante la caminata hasta la puerta abierta por el conductor, a pesar de que la mayoría de mis neuronas estaban ocupadas tratando de mantenerme derecha en estilettos de siete centímetros de taco, me tomé un momento para recordar la última vez que una limo había estado estacionada frente a nuestra casa. Había sido seis días atrás, cuando llegué, recientemente cambiada y embutida en un vestido de cóctel, aún mareada por el ataque y por el cambio.
Seis días más tarde, cambiaformas sazonaban Chicago, mi abuelo empleaba a un vampiro en secreto, mi compañera de piso estaba saliendo con un mago, y yo estaba aprendiendo cómo empuñar una espada de la era Samurai.
La vida definitivamente seguía su curso.

La limusina se mantuvo continuamente en dirección al sur, deteniéndose frente a una engalanada y deslumbrante Casa Cadogan. Había antorchas encendidas en la acera delante de la Casa y en el camino que guiaba a la puerta del frente, y velas ardían en cada una de las decenas de ventanas de la Casa. Uno de los guardias del portón frontal abrió la puerta de la limusina y me dio una sonrisa cómplice al tiempo ponía un pie en el sendero. Mientras caminaba por los jardines, me dí cuenta que la decena de antorchas que estaban alineadas por el sendero no eran las típicas variedades Tiki de jardín. Estas eran elegantes, esculpidas a partir de hierro forjado. Y aún más importante, eran detentadas por un guante de vampiros- hombres y mujeres, todos vestidos en trajes elegantemente cortados en negro, quienes se situaban hombro a hombro a lo largo del camino.
Mi estómago se retorció con los nervios, pero me forcé a seguir adelante, a caminar a través de ellos. No estaba segura qué era lo que yo esperaba- desprecio o el ridículo, tal vez? Algún indicio de que ellos veían a través de mí, y sabían que yo no era tan poderosa como algunos parecían creer?
Su reacción fue casi más aterradora. Cada pareja, al tiempo que los pasaba, inclinaba su cabeza. “Hermana,” decían discretamente, por lo que la palabra flotaba tras de mí mientras los atravesaba.
La piel de gallina cubrió mis brazos, mis labios se abrieron como si absorbieran el peso de lo que me estaban ofreciendo- solidaridad, consanguinidad, familia. Di un paso adelante, hacia el pórtico cubierto, mirando tras de mi, e inclinando mi cabeza hacia ellos, esperando ser digna.
Malik estaba ante la puerta abierta, y extendió una mano a modo de invitación. “Él ha levantado todo un espectáculo,” dijo discretamente mientras me adentraba. “Encontrarás a las mujeres arriba en la antesala del salón de baile.” Inclinó su cabeza hacia las escaleras. “Arriba hasta el final y a la izquierda.”
Asentí nuevamente y me agarré del barandal cuando alcancé las escaleras, bien consciente que esas escaleras, tacos de siete centímetros y la adrenalina sacudiendo mis muslos, era una peligrosa combinación. Al final de la escalera, me dirigí hacia la izquierda.
El sonido de las risitas femeninas y el eco de las bromas resonaron a través de la sala, y caminé hacia allí, deteniéndome ante la puerta abierta. Había docenas de mujeres en un cuarto que había sido engalanado para lucir como un área de exhibición – grandes espejos, mucha luz, mucho “producto.” La mitad de los vampiros llevaban puesto el tradicional negro Cadogan. Éstos Novicios ayudaban a los otros cinco, quienes estaban vestidos en una gama de ropa glamorosa (vestidos de cóctel, tops de escote halter brillosos, pantalones de esmoquin de bordes satinados), a prepararse para la ceremonia. Estas maquilladas y peinadas mujeres eran mis Iniciadas colegas, y repentinamente me sentí vieja y apestosa en mi conjunto blanco y negro.
Mientras los observaba, me di cuenta que todos ellos estaban sonriendo. Sus ojos estaban resplandecientes y entusiastas, como si se estuvieran preparando para el evento más excitante de sus vidas. Estas eran mujeres quienes, pensé, habían sido invitadas a unirse a la Casa. Quienes habían elegido – conscientemente- renunciar al mundo humano por la noche, la sangre y las intrigas políticas de los vampiros.
Sentí una apremiante punzada de celos. Cómo habría sido, el caminar hasta la Casa Cadogan y pedir por la membresía, o mirar la Comendación como la celebración de un profundo logro? Realmente era una Iniciación Vampira para estas mujeres, antes humanas, quienes se creían así mismas afortunadas de haber hecho el corte.
“Son como leones preparándose para saltar sobre la gacela.”
Sonreí a pesar de mis nervios, girando para encontrar a una sonriente vampira rubia detrás de mí. Vestía el reglamentario negro, su larga y lacia cabellera tirada en una ordenada coleta en su nuca.
“Y Ethan es la gacela?”
“Oh, Seeh.” Inclinó su cabeza hacia la ahora horda de risitas nerviosas por encima de algunas nuevas tonalidades de labiales M.A.C – y sacudió su cabeza. “No es que tengan una oportunidad. Él nunca toca a los chicos nuevos. Pero no creo que les vaya a decir eso.” Su sonrisa se amplió, y decidí no pensar demasiado en el hecho de que yo era una chica nueva, y que él ciertamente me había tocado.
“Creo que les dejaré el estofado, ” decidió. “Les da a los chicos mayores algo para disfrutar mas adelante.”
“La victoria de la derrota?”
“Exacto.” Extendió su mano. “Lindsey. Y tú eres Merit.”
Asentí cautelosamente y acepté su mano, preguntándome qué otra clase de información ella había obtenido acerca de mí o, dado que parecía ser popular entre los chismes de vampiros, mi paternidad.
“Nada que temer de mí” aseguró, sin haber yo planteado la cuestión.
Cuando mis ojos se ampliaron, ella ofreció, “soy empática. Te volviste realmente tensa, y tuve esta sensación de que era acerca de algo profundo- familiar tal vez. Pero me importa un comino quienes sean tus padres. Además mi padre era el rey de los puercos en Dubuque. Así que conozco de la alta vida, chica.”
Me reí por lo alto, atrayendo la atención a la mujer frente al espejo, a la que todos giraron para ver. Y para evaluarme. Recibí una serie de miradas de arriba abajo, y un par de cejas cuidadosamente arqueadas antes que se giraran nuevamente hacia el espejo y se dedicaran a perfeccionar su peinado y maquillaje. Me sentí como una forastera- lo suficientemente familiar con Ethan y con la Casa como para haber perdido ese destello de ‘chica nueva,’ pero definitivamente aún no una de los ‘chicos mayores’, a quienes veía moverse alrededor de los recién llegados con una eficiente confianza, ofreciendo asistencia, rociando spray en el cabello, calmando nervios.
Lindsey repentinamente golpeteó con las palmas de sus manos. “Damas, estamos listos. Si me siguen, por favor?” Ella se dirigió hacia la puerta. Con nudos en el estómago, tragué pesadamente y me derrumbé en la línea detrás de otras chicas.
Caminamos de regreso por el corredor, pero esta vez, pasamos las escaleras. Nos movimos, en cambio, hacia un grupo de hombres que estaban de pie en una tensa fila afuera de un par de amplias puertas dobles. Había seis de ellos, todos vestidos en trajes modernos y de buen corte, y se giraron mientras nos aproximábamos, sonriendo apreciativamente. Eran el resto de los chicos nuevos, seis vampiros quienes, en cuestión de minutos, se convertirían en miembros completos de la Casa Cadogan.
Nos sumamos a la línea detrás de los chicos, mientras los vampiros que nos acompañaron formaron una fila a nuestro lado. Era la última vampiro en fila, Lindsey tomó el lugar junto a mí.
Estuvimos en silencio por un rato, los doce acomodándonos nerviosamente la ropa y alisando el cabello, arrastrando los pies mientras esperábamos a que las puertas se abrieran, a la espera para jurar nuestra lealtad y obediencia al hombre que sustentaba la responsabilidad de velar por nuestra salud, nuestro bienestar, nuestra seguridad. Sentí una momentánea puntada de simpatía por la responsabilidad que él había asumido, pero resistí el sentimiento. Tenía demasiado por lo que preocuparme.
Con un suave zumbido las puertas fueron abiertas, revelando un salón de baile que estaba envuelto en luz y golpeteando con el bajo ritmo de la música en el pesado ambiente.
Mi estómago se revolvió y puse una mano sobre mi abdomen para detener los temblores.
“Estarás bien,” me susurró Lindsey. “Te escoltaré dentro. Y dado que eres la última, tú sólo debes hacer lo que los otros hacen. Sigue su ejemplo.”
Asentí, manteniendo mi vista en el corto, cabello oscuro de la mujer delante de mí. La fila comenzó a moverse, y procedimos lentamente en el espacio, al paso con los vampiros a nuestro lado.
Gigantescos espejos enmarcados colgaban a ambos lados del salón de baile, franjas cubiertas de tela blanca ondulaban por delante de ellos. El piso era de un resplandeciente roble, las paredes de una pálida tonalidad dorada. Arañas sosteniendo cientos de velas destellando, reflejando un brillo dorado en todo el espacio.
Los vampiros, todos en negro, eran un peculiar contraste frente a la decoración. Estaban parados en dos largas, ordenadas columnas como un escuadrón de atención, con un estrecho pasillo entre ellos. Caminamos entre las columnas, Lindsey y yo llevando la parte trasera.
En el frente de la sala, sobre una plataforma elevada, se encontraba Ethan, flanqueado por Malik y Amber, Luc por detrás. Ethan lucía como pirata. Estaba vestido en negro, esta vez con una ajustada camiseta de mangas largas que mostraba cada plano y curvatura de su torso, y pantalones negros rectos. Sus pies estaban metidos en zapatos negros más bien cuadrados, su cabellera rubia por los hombros acomodada prolijamente detrás de sus orejas. Sus piernas estaban extendidas, como si preparara su cuerpo contra la influencia de la marea, con sus brazos cruzados sobre su pecho al tiempo que nos veía acercarnos, como capitán estudiando cada pieza de su tripulación. También lucía más confiado de lo que jamás lo haya visto- sus hombros rectos, quijada en posición, sus ojos esmeraldas brillando con intenso poder.
Su mirada siguió la línea de vampiros, saltando por sobre cada uno, miré su ceño fruncirse antes de encontrarme al final de la línea. Trabamos miradas una vez más, el acto no menos poderoso de lo que había sido cuando nos encontramos por primera vez una semana atrás. Y entonces, con un movimiento tan ligero que me pregunté luego si lo había imaginado, él inclinó su cabeza.
Le asentí en respuesta.
Con la vista fija aún en Ethan, casi tropecé con la mujer delante de mí cuando paramos de movernos, los primeros de nuestra fila parejos con los vampiros a nuestros lados.
La música se detuvo y la habitación se congeló, Ethan descruzó sus brazos y dio un paso al frente.
“Hermanos. Hermanas. Vampiros de la Casa Cadogan”
La habitación reventó en estridentes aplausos, los vampiros a nuestro alrededor silbando y gritando hasta que Ethan los silenció con un ligero movimiento de su mano.
“Esta noche iniciamos a doce nuevos vampiros de Cadogan. Doce vampiros que se convertirán en sus hermanos, sus hermanas, sus compañeros de cuarto, sus amigos.” Se pausó. “Sus aliados.” Había asentimientos en la multitud.
“Esta noche, doce vampiros jurarán su lealtad a la Casa Cadogan, a mi, y a ustedes. Ellos se nos unirán, trabajarán para nosotros, reirán con nosotros, amarán con nosotros, y de ser necesario, pelearán con nosotros.”
Ethan se pausó, luego dio un paso adelante. “Mis amigos, mis vasallos, dan su consentimiento?”
Respondieron con la acción. Uno a uno, los vampiros a nuestro lado se giraron para enfrentarnos. Entonces, casi en simultáneo, con su expresión solemne, descendieron rápidamente al piso, arrodillándose ante nosotros. Pero para el grupo en el podio, nosotros éramos los únicos hombres y mujeres aún de pie, el resto hincado de rodillas a nuestro alrededor. Nos ofrecieron su confraternidad, le ofrecieron a Ethan su consentimiento, su confianza.
Me agarró piel de gallina otra vez.
Era empequeñecedor, sorprendente, una sacudida, ver el despliegue, observar a cientos de vampiros postrados ante mí, saber que era parte de esto, que era una de ellos. El nerviosismo desapareció, suplantado por una pesada clase de reconocimiento, un profundo entendimiento de que me había convertido en algo diferente, en algo histórico.
En algo más.
Dejé mi vista fluir entre la multitud de vampiros, aún de rodillas ante nosotros, y fui consciente de algo más- del lento zumbido de poder, como una sutil corriente eléctrica, que se movía a través de ellos, como el agua sobre una pila de rocas.
Magia.
Dejé a mi mano ascender, permitiendo a mis dedos sentir la sutil forma de la misma, las curvas y recodos en el aire. No era diferente a sacar una mano por la ventanilla de un auto y sentir la brisa pasar; tenía ese mismo extraño sentido de solidez. Y, como Catcher dijo, no era como si estuvieran haciendo magia, realizándola. Era más bien como si estuvieran extruyéndola, filtrándola al aire a nuestro alrededor. Cualquier cosa que Ethan haya dicho, ser un vampiro no era sólo cuestión de genética.
Consciente de que estaba parada en medio de casi un centenar de vampiros, y mi mano flotando en el aire como una idiota, la metí para adentro, frotando el interior de mi palma con un pulgar para quitar el residual hormigueo. Estudié los vampiros a mi rededor, dándome cuenta que nadie más parecía haber notado la magia. Los Iniciados miraban inexpresivamente a los vampiros de la Casa, bocas abiertas en sorpresa, sacudiendo sus ojos nerviosamente entre los hombres y mujeres a nuestros pies.
Arriesgué un vistazo y miré hacia Ethan, aún en la plataforma. Su mirada estaba sobre mí, su expresión ilegible, pero su atención fija. Me pregunté si él me habría visto levantar mi mano, sentir la corriente, y me pregunté si habría hecho algo malo al tocarla.
Luego de un momento, se dirigió de nuevo a sus tropas. “Elévense, amigos, mientras le damos la bienvenida a nuestros camaradas, mientras juran sus votos de proteger a esta Casa.”
Los vampiros se levantaron en coordinación, como si hubieran coreografiado y practicado sus movimientos. Se movieron con tal sincronía que fue similar a ver una bandada de aves en vuelo- y algo desconcertante en un grupo de hombres y mujeres.
Se giraron nuevamente para encarar a Ethan, y la tensión en el cuarto pareció crecer cada vez más, los nuevos vampiros frente a mí moviéndose nerviosamente. Algo estaba por suceder.
Lindsey se inclinó hacia mí. “Cuando él diga tu nombre- cuando te convoque hacia delante- ve hacia él. Puede que te asuste, pero es perfectamente natural. Él nos convoca a todos nosotros.”
Sin previo aviso, el Iniciado vampiro al frente de la fila- un joven muchacho de unos veinticinco- tropezó hacia delante. El vampiro a su lado tomó su codo para sujetarlo, luego lo escoltó por la docena y pico de escalones que llevaban al podio, donde se arrodilló ante Ethan. El escolta entonces dio un paso al costado. El salón estaba en silencio. Todos los ojos en el Maestro y el Iniciado ante él. Ethan se inclinó, le dijo algo al muchacho, quien asintió, luego respondió.
El intercambio continuó por unos breves instantes, antes de que Malik diera un paso al frente y le entregara algo a Ethan. Brillaba en la luz- una medalla en una delgada cadena de oro- y el vampiro bajó su cabeza. Ethan puso sus manos alrededor del cuello del hombre y abrochó la medalla. Cuando estuvo abrochada, él susurró nuevamente, y el hombre se puso en pie.
“Joseph, Iniciado de Cadogan, te declaro miembro completo de la Casa Cadogan, con todos los derechos y deberes otorgados a un Noviciado vampiro.”
La multitud aplaudió en forma estridente mientras Joseph y Ethan se abrazaban. Amber entonces dio un paso desde el podio y dirigió a Joseph a un lado, donde se quedó frente a nosotros, como un finalista de un concurso de belleza.
La misma secuencia continuó con los otros diez vampiros delante de mí- arrodillándose, hablándose, abrazándose, aplausos. Warner, Adrian, Michael, Thomas, y Connor siguieron a Joseph a las líneas de Novicios de Cadogan, como lo hicieron cinco mujeres- Penny, Jennifer, Dakota, Melanie y Christine. Antes de darme cuenta ya estaba al frente de la fila, Lindsey a mi lado, Ethan ante mí, la multitud de Novicios, nuevos y viejos, observando mientras esperaba ser llamada. La adrenalina comenzó a subir.
El salón de baile cayó en silencio nuevamente. Me forcé a elevar la mirada para enfrentar la de Ethan. Hubo un momento de contacto visual antes de que él bajara su cabeza.
Ahí fue cuando lo escuché- el suave eco de su voz en mi cabeza, como un susurro al final de un túnel. Y luego, estaba lanzándome a través del túnel, hacia el sonido, y cerré fuerte mis ojos y traté de refrenar la repentina ráfaga de náuseas. Su voz llamaba claro, mi nombre. Mi nombre completo- el primero, del medio y último. Y de sus labios, no sonaba tan mal.
Pero yo ya no era esa chica. Tal vez no lo había sido nunca, ciertamente no desde que fui lo suficientemente mayor como para reclamar por mi propia identidad. Para ser Merit, al fantasma de alguien más.
Con los ojos cerrados, contemplando mi identidad, no le había escuchado acercarse. No sabía que el estaba ante mí hasta que sentí sus dedos en un agarre en torno a mi brazo.
Mis párpados se elevaron. Ethan estaba mirando hacia abajo, hacia mí, sus fosas nasales bien expandidas, plata templando los bordes del iris. Tragué y miré alrededor, dándome cuenta de que en el salón reinaba un silencio de tumba, y que todos los ojos estaban en mí. Miré a Lindsey, cuya expresión portaba una mezcla de horror, conmoción, y respeto, y no tenía idea de lo que había hecho.
Parpadeé y retorné mi vista a Ethan. Un músculo se movió en su mandíbula, y se inclinó cada vez más hacia delante.
“A qué infernal clase de juego estás jugando?”
Abrí mi boca, pero estaba demasiado aturdida como para formar palabras. Desesperada por hacerle entender que no le había, esta vez, fallado a propósito, negué con mi cabeza salvajemente.
“No lo hice,” me las ingenié para expulsar, dispuesta a hacerlo entender.
Ethan parpadeó, esta vez sus dedos soltándose ligeramente, y sus ojos rebuscando en mi cara, buscando mi mirada. “Tú no viniste adelante cuando te convoqué.”
“No me convocaste.”
“Me escuchaste decir tu nombre?”
Asentí.
“Te tiré hacia delante, como tiré de todos los otros. Tú no viniste.” Entonces sus labios se separaron, sus ojos repentinamente amplios, su expresión repentinamente apreciativa. “No te me estabas oponiendo?”
Negué con mi cabeza. “Por supuesto que no. No ahora. No así. Puede que no siempre sea…..obediente, pero tengo un fuerte instinto de supervivencia. No voy a insultarte enfrente de tu gente.” Le ofrecí una pequeña sonrisa. “Bueno, no otra vez, de todos modos.”
“Ethan?” Malik dio un paso al frente. “Debiéramos eximir a los otros?”
Ethan negó con la cabeza. Él desenganchó sus dedos y liberó mis brazos, luego se giró sobre sus talones. “Sígueme.”
No vacilé, pero caí un paso detrás de él, dejándole subir un par de escalones hacia la plataforma, y paré frente a él. No me arrodillé, insegura de qué quería que hiciera. Malik tomó el lugar junto a Ethan, y cuando su gente estuvo reunida nuevamente, miró a la multitud.
“Amigos.”
La sola palabra silenció a los vampiros, silenció la especulación que sabía había comenzado a recorrer su camino a través de la Casa: ¿Por qué ella no avanzó? Fue alguna clase de rebelión? (Otra vez?) Va él a castigarla esta vez? (De la forma que corresponde?)
“En estos tiempos, la paz es trémula. Los aliados son clave. El poder es la clave.” Su mirada se deslizó en mi dirección. “La convoqué. No tuvo efecto.”
Los murmuros comenzaron vehementemente.
“Ella ha resistido el llamado,” Ethan continuó, elevando su voz por sobre la de los vampiros. “Ella ha resistido el glamour. Ella tiene la fuerza, mis amigos, y será un gran valor para nuestra Casa. Porque ella es nuestra. Ella es un Vampiro de Cadogan.”
Por tercera vez, la piel de gallina surgió.
Él me miró nuevamente y asintió en forma ligera, y yo me arrodillé ante él. Luego dio un paso adelante y me miró. Sus ojos destellaron bastante, de un brillante y acristalado verde debajo de su enmarque de largas y rubias pestañas.
Eso fue todo. Tiempo de prometerme a mi misma, o no, en servicio de estos vampiros.
De Cadogan
De Ethan.
“Merit, Iniciada de la Casa Cadogan, en presencia de tus hermanos y hermanas, juras tu lealtad y obediencia a la Casa Cadogan, a su honor, a su Señor? Te comprometes a ser sincera y fiel a la Casa Cadogan y a sus miembros con la exclusión de todo el resto, sin engaños? Te comprometes a defender la libertad de tus hermanos y hermanas?”
Mantuve mi mirada en la suya y con una sola palabra, acepté una obligación eterna. “Sí”
“Merit, Iniciada de la Casa Cadogan, te comprometes a servir a la Casa y a su Señor, sin vacilación, y a nunca, por medio de la palabra o la acción, buscar dañar a la Casa, a sus miembros, o a su Señor? Ayudarás a mantenerla y defenderla contra cualquier criatura, viva o muerta, y hacer esta promesa gustosamente y sin temor, y a mantenerla por cuanto tú vivas?”
Abrí mi boca para contestar, pero él me detuvo con una ceja arqueada. “La inmortalidad está hecha para una larga vida, Merit, y para una promesa eterna. Piensa cuidadosamente antes de contestar.”
“Lo juro.” Contesté sin vacilación, habiendo tomado ya mi decisión de que era, para bien o para mal, un vampiro de Cadogan.
Ethan asintió. “Que así sea. Hija de Joshua, amada de Charles”- sonreí ante la mención del nombre de mi abuelo- “ofreces tu fe y fidelidad, y te aceptamos en nuestro favor y gracia.”
Tomó la última medalla de Malik, se inclinó cerca y la abrochó alrededor de mi cuello. Sus manos, pensé, se quedaron un momento antes de dar un paso atrás, pero antes de que tuviera la chance de preguntarme qué significaba eso, su voz sucumbió a través del salón.
“Merit, Iniciada de Cadogan, te declaro……..Centinela de esta Casa.”
La multitud lanzó un grito ahogado. Ethan me miró, esperando mi reacción.
Mis manos instintivamente tocando el llano del colgante, le di una reacción inmediata- mis ojos ampliándose hacia él y quedándomele mirando, de boca abierta, ante la revelación. Estaba sorprendida, en parte de que en realidad sabía lo que un “Centinela” era, y en parte, de que él me haya hecho una.
Como le expliqué a Mallory, la posición de Centinela, como mucho en la casa, tenía un origen feudal, y no era usado demasiado en las Casas modernas. Donde el Capitán de la Guardia de la Casa, Luc en este caso, quedaba como cabeza del pequeño armamento de guardias de la Casa, y el Centinela el responsable de cuidar de la Casa como entidad. Como Centinela sería responsable por la estructura en sí misma, y más importante aún, de la Casa como símbolo.
Como Mallory dijo, estaría defendiendo la marca. Y estaría atada por honor a servir a la casa, cualquier persistente desconfianza hacia Ethan está mas allá del punto.
En efecto, él se estaba garantizando mi lealtad a Cadogan de la forma más astuta posible – al darme el deber de defenderla.
Era brillante. Una estrategia digna de aplauso. Una estrategia digna de Ethan, por todo lo que él se enorgullece a sí mismo en maniobras políticas.
Aún sobre mis rodillas, elevé mi vista hacia él. “Bien jugado.”
Me sonrió por debajo de sus encapotados ojos, me ofreció una mano. La tomé y tiré para pararme.
“Sin embargo, una vez más,” dijo, sus ojos ardiendo, “vemos tu potencial para causar estragos.”
“No era mi intención causar estragos. No puedo evitarlo si soy…..anormal”
Ethan sonrió. “No anormal,” dijo. “Única. Y creo nos adaptaremos a este desarrollo.”
Él estaba siendo inusualmente afable, y me pregunté si al haber tomado el juramento habría atravesado algún importante umbral hacia la posesión de la confianza de Ethan. Tal vez ahora que era oficialmente un vampiro de Cadogan- sujeta a las normas del Maestro y al detallado esquema de sanciones y disciplina del Canon- él se podía dar el lujo de confiar en mí.
Pero Ethan mantuvo sus ojos en mí, su mirada moviéndose de arriba abajo por mi cara. Él aún parecía estar buscando algo, esperando algo, así que sabía, si bien habíamos hecho progresos, aún no habíamos terminado del todo.
“Qué?”
“Quiero tu lealtad.”
Fruncí el ceño, sin comprender. “La tienes. Acabo de comprometerme en el juramento. Los dos. Dos juramentos para protegerte a ti y a los tuyos contra todas las cosas vivas y muertas. Ni siquiera sé cómo funciona esa segunda parte, y me anoté para ella de todas formas.”
Negó con su cabeza. “Las Casas escucharán acerca de tu fortaleza- aprenderán acerca de tu velocidad y agilidad. Comprenderán que puedes resistir el glamour.” Elevó sus cejas, y me dí cuenta que me estaba pidiendo una confirmación. Asentí.
“Los otros, cuando se enteren de tus orígenes, pondrán a prueba tu lealtad, cuestionarán si eres o no……..dócil. Habrá dudas hacia tu buena predisposición para aceptar mi autoridad.” Su mirada se intensificó, su iris ahora en un verde intenso- como la fría, oscura agua del mar. “Quiero que las otras Casas sepan que eres mía.”
Escuché el carácter posesivo en el tono de su voz, pero sabía no era personal- no tenía nada que ver conmigo, sino que reflejaba su preocupación de que otra Casa pudiera atraerme lejos. Y Ethan no estaba interesado en compartir su nuevo juguete. Independientemente de su atracción física hacia mí, yo era un arma, un instrumento, la herramienta secreta para ser recopilada en defensa de su Casa. En defensa de sus vampiros.
Pero me había dado un arma propia. Mientras yo era un vampiro Cadogan, sujeto a sus dictámenes- y mientras que no tuviera planes inmediatos de desafiar su autoridad- yo era Centinela de la Casa Cadogan, no de Ethan Sullivan. Mis planes para proteger la Casa reemplazarían a los suyos para mí. Irónicamente mientras él pensaba haberme acarreado más, me había dado en realidad, las llaves de mi independencia.
“Aunque puede que a ti te resulte divertido andar presumiéndome,” le dije, “es mejor para Cadogan que mis fortalezas no estén desfilando delante de las otras Casas. Es mejor mantenerlos a oscuras, y en cuanto a ti, déjame hacer mi trabajo. Atraeré menos sospechas si no saben cuán fuerte soy, especialmente si no conocen que tengo cierta inmunidad al glamour. La sorpresa trabajará a nuestro favor.” Mi tono no permitía desacuerdo, sólo ofreció una estrategia que sabía él vería era la correcta.
Mientras esperaba por una respuesta, mientras él consideraba lo que había dicho, ofrecí, “a menos que quieras que sea un monigote- y no emplear en realidad mis habilidades para asegurar la Casa.”
Negó con la cabeza, frunciendo el ceño mientras lo hacía. “No. Permanecerás como Centinela. Pero ellos aún cuestionarán tu lealtad. Nuestra palabra, llamémosle, ha esparcido conflictos.”
“Entonces mi palabra de que todo está bien con la Casa Cadogan, de que estoy, digamos, comprometida a tu servicio no tendrá mucho efecto. Ellos respetarán hechos Ethan, no palabras.”
Vi el destello de reconocimiento en sus ojos. “Es justo.” Su mirada se deslizó hacia la multitud detrás de mí, y me dí cuenta de que habían estado observando todo el diálogo. Nuestras posiciones no eran precisamente inconspicuas, estando parados como lo estábamos al frente de la sala, decenas de aun atentos vampiros mirando.
“Continuemos esta discusión mañana, Centinela.”
Notando que ahora había perdido mi primer nombre así como también mi nuevo título, asentí mi consentimiento. Al movimiento de su mano, tomé mi lugar como la duodécima incorporación a la Casa Cadogan, en pie directamente delante de Amber. Podía sentirla mirarme fieramente tras de mí, pero mantuve mis ojos abiertos y mi mirada en blanco y hacia los vampiros en frente nuestro. Sus miradas suspicaces no eran para nada mejores, pero al menos ellos se dirigían a mí con una menos ostensible manifestación de, celos debidos a Ethan.
Ethan giró hacia la muchedumbre. “Amigos. Después de haber oído los juramentos de nuestros doce nuevos miembros, nos enfrentamos al alba como una Casa que se hizo más grande, se hizo más fuerte, se hizo más segura contra sus enemigos. Les aliento a dar la bienvenida a sus nuevos hermanos y hermanas con los brazos abiertos.”
Un vampiro en la multitud gritó, “los brazos abiertos son geniales! Sólo no olviden cerrar las puertas de sus habitaciones!”
Ethan sonrió por lo bajo junto con el montón. “Y con esa irreverente nota, proclamo esta Comendación cerrada y les ofrezco las buenas noches. Pueden retirarse.”
El público dio un simultáneo, “Gracias, Liegue,” y las líneas de vampiros comenzaron a relajarse y apiñarse en grupos más pequeños. La mujer a mi izquierda chilló felizmente, y comenzó a abrazarse con otra, probablemente emocionada de que finalmente haya sido admitida en la Casa. No me sentía cómoda uniéndome a la celebración- para bien o para mal, yo no era una de ellos- y en su lugar miré hacia atrás en dirección a Ethan. Él estaba nuevamente en su pose de ‘pirata analizando a su tripulación’, y me pregunté si él sentiría esa misma sensación de separación- siendo ambos miembros de Cadogan, pero en virtud de ser su Maestro, no uno de ellos realmente.
Me dirigí nuevamente a él, confiada de que le había tomado la medida, pero con la necesidad de confirmar algo.
“Ethan?”
Con la vista en la multitud, respondió, “Hmm?”
“Qué piensas acerca de los Bears ?”
Me deslizó una mirada, una rubia ceja arqueada. “Que son grandes predadores que hibernan?”
Abrí mi boca para aclarar, pero me di cuenta que la respuesta decía suficiente. “No importa,” dije, y me entremezclé con la multitud.

Justo a las afueras del salón de baile, los nuevos vampiros se apiñaban, sonriendo y riendo acerca de la ceremonia, dándose palmaditas unos a otros en la espalda y compartiendo abrazos victoriosos. Observé la celebración, no muy segura de que unírmeles vaya a ser apreciado.
Algo me dio un codazo en la espalda. Me giré para encontrar a Lindsey ofreciéndome una pila de folios y gruesas carpetas de papel de manila , de las cuales la superior se presentaba muy abultada. Tomé los materiales, los cuales debieron pesar cerca de cinco kilos, y le di una mirada interrogatoria.
“Papeleo”, explicó. “Formularios de seguro, normas de la Casa, todo lo bueno. Tenemos un sitio web de Cadogan . Los protocolos de seguridad de Luc están en la sección de seguridad. Ingresa y échales un vistazo tan pronto como tengas oportunidad. Necesitarás estar familiarizada con ellos en una semana o dos. Tu beeper está ahí dentro también. Mantenlo contigo siempre- sin excepciones. Si estás en la ducha, llévatelo al baño. Luc considera a todo el personal en servicio las 24hs los siete días de la semana. Eso también incluye a una alta y poderosa Centinela.”
Entre sonrisas burlonas, me las ingenié para preguntar “eso te incluye?”
Asintió. “Soy una guardiana”. Me dio un golpecito con su cadera. “Así que nos estaremos viendo más seguido ahora que estás en la posición de Centinela. Movimiento histórico, ése. Me respondes una pregunta?”
Instintivamente miré alrededor, verificando de que estuviéramos lo suficientemente lejos de cualquier otro vampiro como para que no esté revelando ningún secreto de estado al responder a algo de buena fe. Los nuevos Novicios parecen estar haciendo los preparativos para su fiesta de celebración, así que supuse estaba a salvo.
“Pregunta.”
Lindsey movió su cabeza hacia mí. “Estás durmiendo con Ethan?”
Por qué la gente sigue preguntándome eso?? “No. No. Definitivamente no. Nop.”
Probablemente el primer no haya respondido la pregunta pero parecía no poder ser capaz de evitar soltarlos afuera. Estaría protestando mucho?
“Oh, porque es sólo que…”
“Es sólo que qué?”
Me acarició el hombro. “No tengas tus guantes en alto. No quisiera terminar clavada al piso del cuarto de entrenamiento.”
Arquee una ceja ante eso, pero ella me sonrió. Estaba comenzando a gustarme esta chica.
“Ustedes dos simplemente parecen tener una conexión.” Se encogió de hombros. “No me importa, de cualquier forma. Él es ardiente como un hijo de puta.” Lindsey echó un interesado vistazo atrás hacia las puertas abiertas del salón de baile, justo a tiempo para ver salir sin prisa a Ethan, sumido en la conversación con Malik. “Alto, rubio, con el cuerpo de un Dios.”
“El ego de un Dios,” agregué, y los observé caminar pasando a los novatos y directamente hacia las escaleras. Ethan aparentemente se había hartado de jugar al Maestro interesado, y estaba nuevamente jugando al frío y distante. “Es guapo sin embargo.”
Lindsey soltó unas risitas, una risa que salió como una adorable clase de bufidito. “Sabía sentías algo por él. Tus ojos se derriten cuando él está cerca.”
Rodeé mis ojos. “Mis ojos no se derriten.”
“Se platean .”
Luego de una pausa, le concedí, “No todo el tiempo.”
Lindsey echó en risitas, y esta vez el sonido era algo maléfico. “Estás sometida”.
“No estoy sometida. Podemos habar de alguna otra cosa, por favor?” Lindsey abrió su boca, y añadí, “alguna otra cosa que no tenga que ver conmigo y los chicos de la persuasión vampira?.” Cuando la cerró de un golpe nuevamente, estaba contenta de haber tomado la ofensiva.
Una mano en mi codo nos detuvo antes de que pudiésemos cambiar a temas más placenteros. “Sal con nosotros.”
Miré, encontrando uno de los nuevos vampiros a mi lado, y tuve que hacer una pausa para recordar su nombre. Más o menos alto, algo joven, cabello rizado cortito, castaño, lindo en una forma vaga, al estilo más del tipo sangre-azul de la Costa Este. Connor, ése era.
“Qué?” pregunté.
“Vamos a salir a celebrar.” Inclinó su cabeza hacia el puñado de Novicios dirigiéndose colectivamente escaleras abajo. “Tienes que venir con nosotros.”
Abrí mi boca para dar una titubeante respuesta, un “no lo sé” que hubiera captado el hecho de que sabía no era realmente una de ellos. Pero él me detuvo con una mano.
“No voy a aceptar un no por respuesta. Es nuestra primera noche oficial como vampiros de Cadogan. Vamos a ir al Bar Temple a celebrar. Hay doce de nosotros y estaría mal que sólo once se presenten.” Le dio a Lindsey una encantadora sonrisa. “No lo crees?”
“Realmente lo creo”, concordó, y deslizó una mano en la parte inferior de mi codo. “Te veremos en el Bar.”
Connor me miró nuevamente, sonrió aniñadamente. “Tremendo. Nos vemos allá entonces. Y tendré un trago preparado.” Dio un paso atrás, puso las manos sobre sus caderas, y me echó un vistazo. “Gin tonic?”
Asentí.
“Lo sabía. Luces como una chica C y T. estaremos esperándote,” dijo, luego tomándome bajo la barbilla. Tirando la chaqueta de su traje sobre su hombro, él se balanceó escaleras abajo y fuera de la vista.
Lindsay suspiró en forma audible. “Es lindo.”
“Es un niño.” No me refería cronológicamente – él probablemente tuviera veinticinco, veintiséis. Pero portaba esa sensación optimista de crianza en la riqueza compartida por montones de los chicos con los que crecí. Yo era un poquito demasiado cínica para eso. Denme al hastiado, ligeramente desilusionado muchacho en su lugar.
“Un poquito demasiado mimado,” Lindsey acordó, llegando al corazón del asunto. “Pero eso no significa que él no pueda pagar por nuestras bebidas.” Dio un paso adelante y tiró de mi brazo. “Vamos. Vayamos a pasar unas horas pretendiendo que ser un vampiro significa estar de juerga y ser elegante y tener veinticinco eternamente.”
Bajamos al trote las escaleras, y caminamos por la sala, en donde Ethan y Malik estaban aún en profundo debate. La frente de Ethan estaba fruncida, manos sobre sus caderas mientras observaba a Malik, quien parecía estar explicando algo. Lindsey y yo nos detuvimos en la puerta, vimos a Ethan sacudir su cabeza, luego entregarle instrucciones a Malik, quien asentía amablemente y encendía su organizador personal.
“Vamos señoras! El alcohol nos espera!”
La mirada de Ethan saltó de Connor, a Lindsey, a mí, y su expresión en blanco. Mañana. En mi oficina. Nosotros recién acabábamos de concluir la ceremonia, y él ya estaba haciendo uso de la conexión mental que abrió entre nosotros.
“Vamos, Merit,” dijo Lindsey, arrastrándome fuera. Asentí en la dirección de él, y dejé que ella me guiara fuera.

El Bar Temple estaba ubicado en un estrecho edificio estrujado en una esquina en Wrigleyville. Era propiedad de la Casa Cadogan y estaba surtido de equipos de los Cachorros , lo convertía en una matanza, sin intención de hacer juego de palabras, durante la temporada de béisbol.
Fue justo pasada la medianoche cuando llegamos, y el bar estaba abarrotado. Una mezcla de vampiros y humanos (aparentemente ajenos a los depredadores que los rodeaban), llenaba el estrecho espacio, el cual tenia a su flanco derecho la barra cargada de souvenirs, y en el izquierdo una serie de cabinas y mesas. Un pequeño desván se alzaba en la parte de atrás, lo que le daba a un puñado de clientes una vista privilegiada del salón y su sobrenatural clientela.
Vimos a Connor y al resto de los Noviciados a lo largo de una larga, estrecha mesa del bar en el extremo del área de asientos, con bebidas en sus manos.
“Merit,” Connor gritó cuando hicimos contacto visual, empujando a través de la multitud para llegar a nosotras. “Temía que fueras a dejarnos plantados.”
Empecé a aclarar que habían pasado sólo minutos desde que nos habíamos visto, pero obtuve un codazo en las costillas proveniente de Lindsey. Le tiré una mirada sucia antes retornarle una sonrisa a Connor.
“Lo logramos!” dije a la ligera y acepté el Gin tonic que me entregó. Él siguió el ejemplo con Lindsey, y ella inmediatamente sacó la lima del extremo de su vaso antes de darle un gran sorbo a la bebida. Reprimí una sonrisa, adivinando que ella necesitaría de la ‘paciencia líquida’ para sobrellavar una noche con los vampis bebés.
Azarosamente, también me pregunté, dadas las teorías de Catcher acerca de mi fortaleza física y psíquica, si pudiera formar la misma clase de vínculo con ella que Ethan había formado conmigo. Me le quedé mirando, tratando de alcanzarla, de impulsarme a través de un túnel mental entre nosotras, pero todo lo que obtuve por las molestias fue el comienzo de un sinuoso dolor de cabeza y una mirada rara de Lindsey.
“A qué estás mirando?” preguntó.
“Cómo hace Ethan esa cosa de la conexión mental?” le pregunté en respuesta, mientras seguíamos a Connor a través de la muchedumbre de los otros nuevos Noviciados, sosteniendo nuestras bebidas en alto para evitar verterla sobre la gente alrededor nuestro.
“No conozco el mecanismo del mismo,” dijo Lindsey, “si es lo que estás preguntando. Es lo que los Maestros hacen. Es una conexión con los vampiros que convierten.”
Acortamos camino a través de los hombres y mujeres bien vestidos, emergiendo finalmente al final de la mesa del bar. Los vampiros que se habían reunido allí- las mujeres posadas maliciosamente sobre las banquetas altas, los hombres parados entre medio y a su alrededor- inmediatamente pararon de hablar.
“Compadres” Connor anunció en el relativo silencio, “les traigo a la Centinela de la Casa Cadogan.” Deslizó su copa hacia mí. “Merit, tus hermanos.”
Se me quedaron viendo, me miraron de arriba a bajo, evaluaron y cuestionaron. Esperando el dictamen, levanté mi propia copa y ofrecí una sonrisa tentativa. “Hola.”
Una mujer de brillante cabellera negra y corte varonil echó un vistazo a la rubia a su lado, luego me sonrió. “Encantada de conocerte, Merit. Has causado toda una impresión.”
Su dicción era perfecta, sus palabras precisas, su ceñido traje negro con un bajo escote en V, digno de pasarela. Ella lucía vagamente familiar, y me tomó un momento antes de darme cuenta de que la había visto antes- de que en realidad la conocía. Esa era Christine Dupree, hija de Dash Dupree, uno de los más famosos de Chicago, de los más notorios abogados defensores de Chicago. Nuestros padres eran amigos, y Christine y yo habíamos sido presentadas años atrás en una recepción para una escuela privada a la que mi padre quería que asistiera. Le rogué que me dejara en la escuela pública, y él finalmente desistió- a ambos, a mis ruegos y a lo que él creía había sido una huelga de hambre de dos días (no había mencionado la reserva de Oreos que mi abuelo me había ayudado a ingresar a hurtadillas a mi habitación).
“Nos hemos conocido antes, Christine. Conoces a mi padre.”
Ella frunció su ceño, sus delicadamente arqueadas cejas tocándose, pero entonces una sonrisa floreció. “Oh, mi Dios. Tú eres ésa Merit! La hija de Joshua. Por supuesto!” se giró hacia las chicas a su alrededor, quienes nos miraban con ávida curiosidad, y les explicó nuestra conexión.
“Dios, siéntate!” dijo Christine, haciéndole señas con la mano al Novicio Warner hacia una silla vacía en la mesa detrás de la nuestra. “Consíguele a la chica una silla, Warner.”
Al comando Warner sacó una silla y la ofreció pomposamente. “Mi señora.”
Sentarse o no sentarse? Miré atrás hacia Lindsey quien estaba charlando animadamente con Connor, sus ojos revoloteando mientras reía de algo que él había dicho. Decidí que ella estaba bien, así que tomé el asiento y me preparé para ser informada.
Charlé con los vampiros más recientes de Cadogan por horas. Explicaron por qué habían optado por convertirse en vampiros, y las razones fueron sorprendentemente variadas – enfermedad, nobleza, inmortalidad, conexiones familiares (Michael tenía un tátara, tátara, tátara abuelo quien había sido asesinado en duelo entre Casas en guerra que se había convertido en un Vampiro de Cadogan), y oportunidades de profesionales. Conté mi propia historia, dejando de lado los sórdidos detalles de mi transformación en un vampiro, y sentí comenzar a disolverse la barrera entre nosotros. Ellos estaban particularmente encantados por mi desafío a Ethan, los chicos me hicieron repetir la historia hasta que pudieran exprimirle el mínimo detalle. Ethan, me informaron, era un notorio luchador, con un récord casi inquebrantable de victorias contra otros vampiros. Les divertía que lo haya desafiado, impresionados de que me las había arreglado por mi cuenta.
Sinceramente, estaba sorprendida por su reacción. No de que ellos estuvieran interesados en mi historia, sino de que la escuchaban a pesar del desastre que inadvertidamente había hecho de su Comendación. Esperaba enojo o esnobismo, no aceptación.
Intercambiamos historias hasta altas horas de la madrugada, hasta que los invitados lentamente fueron dejando el bar, hasta que Sean y Colin- los barman residentes, también vampiros de Cadogan- alegremente nos desalojaron. Caminamos hacia nuestros vehículos, y le di a Lindsey un aventón de regreso a la Casa Cadogan. Se pasó el viaje debatiendo las ventajas de salir con un vampi bebé. Al final de la noche, con minutos de sobra antes del amanecer, salí del coche y reí con fuerza ante la gigantesca pancarta que colgaba de la puerta del frente mía y de Mal.
Era una sábana de plástico negro con “ADIVINÁ QUIEN ESTÁ AL OTRO LADO DE LA BARRANCA!!” impreso en gigantescas letras blancas. Una calavera con los huesos cruzados decoraba uno de los extremos, y el otro llevaba unas caricaturas de lápidas.
Lancé unas risitas, adivinando el/la culpable. Las expresiones de los guardias de la puerta eran más neutrales de lo que jamás las haya visto. Supongo que no estaban impresionados por la broma. Pasé a través de ellos, quité el cerrojo de la puerta, entré a la casa, y cerré nuevamente. Dentro de la quietud de la sala de estar, sobre la mesa próxima a la puerta del frente, había una nota con mi nombre en ella.


Merit,
Felicitaciones por tu Iniciación Vampira. Espero hayas pasado un momento grandioso y dile a Darth Sullivan que se la aguante . También espero que te guste la pancarta. No era exactamente lo que quería, pero me gustaron las lápidas. Es difícil de hallar el regalo perfecto para el reciente no-muerto. XOXOXOXO

M

En un rasposo garabato por debajo de la escritura de Mallory, yacía otro mensaje:

La pancarta fue idea de ella.
CB

Sonriendo metí la nota en mi bolsillo, pasé el dedo por el colgante en mi cuello, y justo al tiempo que el sol comenzaba a salir por el horizonte, me dirigí escaleras arriba a la cama.

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