Some Girls Bite- Capítulo 11

Aviso: Este capítulo está traducido por Chloe y por mi :)

CAP 11
Consejo para litigantes y vampiros: Nunca hagan una pregunta de la de la cual no sepan ya su respuesta.


“Mueve tu trasero fuera de la cama .”
Dos noches seguidas? Gemí y tiré una almohada sobre mi cabeza. “Estoy tratando de dormir.”
La almohada fue quitada de un tirón, y un celular presionado sobre mi oreja a tiempo para escuchar a alguien gritar, “mueve tu trasero fuera de la cama, Centinela, y llega a la maldita Casa! No sé que clase de descansado trabajo esperabas, pero por aquí, nos ganamos nuestra paga. Tienes quince minutos.”
Súbitamente despierta, y dándome cuenta de quién estaba al teléfono, agarré el celular de la mano de Mallory, y anduve a tientas a través de las mantas y almohadas hasta que me enderecé. “Luc? No lograré cruzar la ciudad en quince minutos.”
Hubo una severa risa al otro extremo del teléfono. “Entonces aprende a volar, Campanita, y lleva ese bonito trasero a la Casa.” La llamada terminó con un audible clic, y lo dejé sobre la cama y salté al piso.
“Mucha prisa?”
Maldiciendo como un marinero en licencia, me disparo a través de mi armario. “Estoy tarde,” me desahogo. “Los vampiros de la Casa ya piensan que soy un bicho raro. Y ahora soy la remilgada, princesita rarita que no puede aparecerse a trabajar en horario. No sabía que él me quería en el primer instante del anochecer.”
Con su voz casi irritablemente calma, Mal ofreció, “revisa la puerta, cariño.”
“No tengo tiempo para acertijos, Mal. Estoy apurada.” Tiré de una de las remeras de manga larga, luego otra, luego otra y no hallé nada que los vampiros de Cadogan pudiesen encontrar siquiera remotamente aceptable.
“La puerta, Merit.”
Con un quejido, retrocedí del armario y miré hacia la puerta. Colgando sobre la puerta de mi dormitorio, había un top negro de mangas cortas y un par de pantalones de vestir grises, de tiro bajo y con botamanga. Un par de zapatos de tacón de Mary Jane se ubicaban frente a ellos. Como conjunto, era simple, elegante, y con los estilettos, algo audaz. La miré nuevamente. “Qué es esto?”
“Un regalo de primer-día-de-trabajo”
Mis ojos se llenaron de lágrimas, y las barrí con las mangas largas de la camisola con que me dormí. “Cuidas bien de mí.”
Ella suspiró y se acercó, luego tiró de mí en un abrazo. “Estás en el día ocho de las Vacaciones Cerebrales de Merit. Tienes hasta el día diez. Espero que te hayas adaptado para entonces.” Quitó el cabello de mi cara, luego ajustó un mechón. “Extraño a la Merit maniática y cerebral.”
Sonreí avergonzada. “Yo también la extraño.”
Ella asintió. “Bien. Voy a correr y agarrarte un traje negro. Dado que tienes tu cumpleaños acercándose, completamente declaro a ése, como tu regalo.”
El cumpleaños número veintiocho era la próxima semana. Y aún cuando apreciaba la intención, no estaba loca acerca del potencial regalo. “No es que sea quisquillosa, Mal, pero ¿podría tal vez recibir un regalo de cumpleaños que no esté relacionado con Ethan Sullivan?”
“Hay algo en tu vida en este momento que no esté relacionado a Ethan Sullivan?”
Hmm. Ella tenía un punto.
“Ahora basta de andar con dilaciones! Ve, métete en la ducha, ponte esta linda ropa, y ve a hacer esa cosa de Centinela.”
La saludé y seguí la orden.

Tomó veinte minutos vestirse, y en algún atisbo de orden – en tirar de mi cabello hacia atrás en una alta coleta de caballo, en cepillar mi flequillo, en deslizarme dentro de la ropa nueva y abotonar las diminutas hebillas de mis Mary Jane de siete centímetros de taco, en agarrar mi morral negro, en encender mi beeper – y otro tanto en llegar a la Casa Cadogan. Me lancé a estacionar el auto tan pronto como me acerqué a la puerta y troté en mis tacos – y vaya vista que esa era, estoy segura- por la acera.
La Casa estaba tranquila y vacía cuando finalmente me abalancé por las escaleras del frente y entré al vestíbulo. Supuse que los vampiros estarían levantados y cerca ya de asumir sus posiciones y dedicarse así mismos al servicio de la causa Cadogan. Eché una ojeada a la sala del frente, no vi a nadie, y atravesé la segunda, aún sin vampiros.
“Buscas a alguien?”
De toda la suerte. Ordenando a mi cara en lo que esperaba fuera una especie de dócil disgusto, me giré para enfrentar a Ethan. Previsiblemente, estaba de negro- un traje oscuro sobre una camisa blanca, sin corbata. Parado sobre el marco de la puerta, brazos cruzados sobre su pecho, su cabello tirado hacia atrás a la altura de la nuca.
“Estoy tarde”, fue mi confesión.
Sus cejas se elevaron, una esquina de su boca casi, no del todo elevada en diversión. “En tu primer día? Estoy conmocionado. Pensé que habías probado ser nuestra más confiable, y responsable empleada.”
Caminé a su alrededor, eché un vistazo a la puerta que llevaba fuera del salón. Daba a otro corredor, también vacío. “Y apuesto que tú te convertiste en Maestro de la Casa Cadogan por tu espectacular ingenio.” Me detuve y le enfrenté, luego puse las manos sobre mis caderas. “Dónde puedo encontrar a Luc?”
“Por favor?”
“Por favor, qué?”
Ethan hizo rodar sus ojos. “Ése era tu pie para mostrar algo de respeto por tu empleador.”
“Y estás sugiriendo que ése eres tú?”
En respuesta, él elevó una ceja aún más alto.
“La cosa es,” señalé, “dado que tengo la responsabilidad de garantizar la seguridad de la Casa, tengo algo de autoridad sobre ti también.”
Ethan descruzó sus brazos y puso sus manos sobre sus caderas. La postura era vagamente amenazadora, su tono sólo ligeramente menos. “Sólo si yo fuera a actuar en una forma que amenazara la Casa. Y no lo haré.”
“Pero esa es mi determinación por hacer, no es así?”
Sólo se me quedó mirando. “Eres siempre así de revoltosa?”
“No soy revoltosa. Obstinada, discutible. Y no empieces con eso de que estaba causando problemas. Estaba sólo haciendo una pregunta.”
“Tú empiezas a causar problemas al minuto que te levantas. Caso en cuestión- estás tarde.”
“Y eso nos lleva de vuelta a completar el círculo. Ahora, dónde está Luc?” Elevó ambas cejas, y suspiré. “Dios, y tú me llamas obstinada. Por favor, Sullivan, dónde está Luc?”
Hubo una pausa mientras deslizaba las manos dentro de sus bolsillos, pero entonces, finalmente, dio una respuesta que no involucrara una crítica a mi carácter. “Sala de Operaciones. Bajando por las escaleras a la derecha. Es la primera puerta sobre la izquierda, antes de que llegues a la Sala de entrenamiento. Si repentinamente te dieras cuenta de que estás bien enterrada en vampiros, con todos los intentos de enseñarte los modales de los que tú evidentemente careces, habrías ido muy lejos.”
Ligeramente tomé los bordes de mi camisa y me tiré en una clara reverencia, batiendo mis ojos coquetamente. “Gracias, Liegue,” dije, agradecidamente condescendiente.
“Todavía no estás en atuendo de Cadogan, sabes.”
Fruncí el ceño, inundada en la desalentadora realización de que había tratado una vez más, y fracasado, en interpretar a la vampiresa de Cadogan. Iba alguna vez a ser lo suficientemente buena para Ethan? Lo dudaba, pero fingí una sonrisa y descaradamente ofrecí, “Debieras haber visto lo que iba a ponerme.”
Ethan rodó sus ojos. “Ve a trabajar, Centinela, pero búscame antes de irte. Quiero sentar las bases acerca de la investigación del asesinato.”
Asentí. Difícil ser sarcástico cuando asesinato serial era el tema. “Seguro.”
Ethan me dio una silenciosa inspección final, luego se dio la vuelta y salió de la habitación. Mantuve mi vista en la puerta vacía aún cuando él se había marchado, aún esperando que apareciera de nuevo dentro y agregara algún comentario criticón. Pero el silencio llenó la Casa, Ethan aparentemente satisfecho de no promover más batalla en este momento. Aliviada, tomé las escaleras y viré a la derecha. La puerta que él me indicó estaba cerrada. Golpeé, escuché a alguien invitarme a pasar, abrí la puerta e ingresé.
Era como entrar a un set de filmación. La Sala estaba bellamente decorada, como los pisos superiores de la Casa Cadogan, colores pálidos y muebles de buen gusto, pero estaba embadurnada con tecnología- pantallas, computadoras, impresoras. Los extremos del rectangular cuarto estaban fondeados por largos bancos de computadoras y equipos de aspecto costoso, con monitores de seguridad montados arriba. Imágenes en blanco y negro de los alrededores de Cadogan alternaban en las pantallas. Una oval mesa de conferencias se hallaba emplazada en el medio de la habitación, con un puñado de vampiros- incluyendo a Luc y Lindsey- a su alrededor. Y sobre la gran pared detrás de la mesa de conferencias estaba una pantalla de exposición de dos metros de ancho, proyectando una serie de fotos de una morena.
De mí
Me quedé mirando fijo, boca parcialmente abierta, a una foto de mí bailando por todo el escenario en una malla rosa pálido, un tutú y manos formando un arco sobre mi cabeza. Hubo un clic y la imagen cambió. Estaba en la universidad vistiendo una camiseta de la NYU. Clic. Estaba en la mesa de la biblioteca, metiendo un mechón de pelo tras una oreja mientras estaba concentrada sobre un libro. La foto no estaba alterada por el glam vampírico- estaba sentada de piernas cruzadas en jeans en una cómoda silla, mi pelo tirado hacia atrás en un desprolijo moño, lentes retro-punk colocados sobre mi nariz, Chuck Taylors en mis pies.
Incliné mi cabeza a un lado, mirando fijamente al texto sobre la pantalla. “Cuentos de Canterbury,” anuncié a la habitación. Todas las cabezas giraron para mirarme mientras estaba de pie, ni un poco inestable, en la puerta. “Me estaba preparando para una clase, en caso que tuvieran curiosidad.”
Luc, quien se sentaba a la cabeza de la mesa, dio unos golpecitos a la pantalla que estaba incrustada en el extremo de la mesa, y las imágenes desaparecieron, reemplazadas por el logo de la Casa Cadogan. Él aún hoy lucía como un vaquero- una maraña de cabello rubio revuelto arrugando el cuello de una desteñida camisa de mangas largas de jean, jeans, y botas, visibles porque él había cruzado sus tobillos por sobre el extremo de la mesa delante de él. Era el único vampiro de la habitación en vaqueros. Todo el resto estaba en el reglamentario negro Cadogan, entalladas camisetas y camisas que, presumiblemente, facilitaran a los guardias hacer su trabajo más que los habituales agarrotados trajes.
“Haciendo algo de investigación?” pregunté.
“Estarías sorprendida de lo que puedes hallar en la Internet en una semana,” dijo Luc, “y seguridad siempre checa a los de seguridad.” Me señaló hacia el asiento en la mesa junto a Lindsey, y frente a una vampiresa que no conocía- una alta, yeguota pelirroja, quien tal vez haya alcanzado los veintidós cuando fue convertida. Me sonrió.
“Pon tu trasero en la silla,” dijo Luc. “Te tomó bastante llegar aquí. Realmente deberías de considerar el mudarte a la Casa.”
Sonreí lúgubremente a los otros guardias, ninguno que reconociera más allá de Lindsey, y tomé el ofrecido asiento. “No puedo imaginar ninguna forma en la que eso sea una buena idea,” dije, tratando de aligerar el tono. “Me podría enojar con Ethan y estacarlo mientras duerme. Nadie querría eso.”
“Menos que menos Ethan,” Lindsey puntualizó, usando un palillo de lo que parecía ser tasajo vacuno para gesticular. “Eso es muy generoso, Merit.”
Le sonreí. “Gracias.”
Luc hizo rodar sus ojos. “Antes de que fuéramos interrumpidos”- me tiró una intensa mirada que dejó bien en claro a quien él estaba haciendo responsable por el disturbio- “estaba explicándole a tu equipo que voy a estar probándolos acerca del protocolo C-41, y que si todavía no entienden los apartados del protocolo C-41, encontrarán su trasero en la oficina de Ethan explicándole a él por qué pasaron la noche juergueando con los vampis bebés cuando deberían haber estado preparándose para garantizar la seguridad de su Casa.”
Luc elevó su mirada hacia la mía. “Presumo que buscaste a través del sitio web anoche y nos puedes guiar a través de los apartados del C-41.”
Tragué con una aguda sensación de pánico. Era como estar viviendo una pesadilla- aquella en la que no te encuentras preparado para dar un examen y te presentas a rendir completamente desnuda? Aquí estaba yo, muy bien vestida, sin embargo aún a punto de ser humillada frente a la brigada de guardias de Cadogan. Bien podría también haberme salteado el ascenso con el guardarropa.
Abrí la boca para escupir algún tipo de respuesta- una disculpa, un par de pobretonas oraciones acerca de la importancia de la seguridad de la Casa en los días de alianzas en duelos (y Ethan decía que yo nunca escuchaba!)- cuando Luc fue golpeado, directo a la cara, por un volador trozo de tasajo.
Lindsey bufó y casi se cae de su silla de la risa, agarrándose así misma- y al gigantesco tubo plástico de tasajo que estaba en su regazo- justo antes de tambalearse.
Con el calmo aplomo de un hombre acostumbrado a ser golpeado en la cara por un trozo de carne seca, Luc removió el cubo de tasajo de su camisa, lo levantó, y le niveló una penetrante mirada hacia Lindsey.
“Qué?,” Dijo ella. “No pensarás que voy a dejarte sentarte allí y torturarla.” Me miró de regreso. “Te está basureando. No existe tal cosa como el protocolo C-41.” Alcanzó el tubo y sacó un fragmento de carne con forma de regla, luego miró nuevamente a Luc, mientras mordisqueaba el extremo. “Eres tan basura.”
“Y tú estás despedida.”
No estoy despedida, me dijo moviendo sus labios, sacudiendo su cabeza. Sacó el tubo. “Tasajo?”
Nunca había sido una fanática del tasajo pero la necesidad de picotear era innegable. Lo alcancé y agarré dos palillos del mismo, e inmediatamente comencé a roer. Lo extraño acerca de ser un vampiro- tú nunca sabes que estabas hambriento hasta que te encuentras rodeado de comida. Entonces la urgencia entra.
Luc refunfuña al grupo que se siente, pero quita sus piernas de la mesa, se mueve hacia el cubo, y cuando ella le ofrece, agarra algo de tasajo por cuenta propia. Tironea de un extremo apetitosamente, luego dice, “Gente, dado que nuestra problemática residente ha decidido finalmente acompañarnos, por qué no todos ustedes se presentan? Puso una mano sobre su pecho. “Yo soy Luc. Existo para darle órdenes. Si ustedes cuestionan esas órdenes, encontrarán su culo sobre el piso.” Sonrió lobunamente. “Alguna pregunta, muñeca?”
Negué con la cabeza. “Creo que estoy bien.”
“Seguro. Peter, eres el siguiente.”
Peter medía cerca de un metro ochenta y algo, de contextura delgada, y cabello castaño que caía justo por debajo de sus orejas. Vestía un suéter gris, jeans negros, y botas. Él probablemente anduviera en sus treinta y pocos, y tenía ese aspecto de riqueza casual que me recordaba a los nuevos Novicios. Pero donde ellos portaban un resplandor de ingenuo optimismo, Peter llevaba la mirada ligeramente cansada de un hombre que había visto demasiado en su vida.
“Peter. He estado aquí treinta y siete, treinta y ocho años.”
“Peter es conciso,” comentó Luc, asintiendo hacia el siguiente guardia. “Julieta.”
Julieta era la pelirroja con aspecto de hada. “Julieta. Ochenta y seis años, cincuenta y cuatro en Cadogan. Fui Comendada en Taylor y transferida hacia aquí. Gusto en conocerte, Merit.”
“Kel, tú sigues.”
“Soy Kelley,” dijo la mujer a mi derecha. Su cabellera negra era larga y lacia, su boca un perfecto arco de cupido, su piel perfectamente pálida, sus ojos levemente ladeados. “Doscientos catorce años. Fui convertida por Peter Cadogan antes que la Casa fuera formada. Cuando él fue asesinado, me quedé con Ethan. Tú tendrás el puesto de Centinela?”
Asentí, la única opción disponible, puesto que su tono no parecía tolerar discusión alguna. La energía que la envolvía estaba contenida, era intensa, casi espesamente agresiva. Para todo ello, ella era ágil y delgada, y era probablemente engañosamente poco amenazadora para una humana promedio.
“Y por último, y pero no menos importante , tenemos a Lindsey.” Echó un vistazo por encima de ella, y le dio una mirada altanera.
Lindsey sólo agitó una mano en forma airosa. “Tú sabes quien soy yo. Tengo ciento quince, si es que importa, originaria de Iowa, pero hice mi tiempo en Nueva York-Yankees son lo más. Bebí de más anoche, y tengo un dolor de cabeza atroz, pero despojé a un novato de una pinta .”
Sonreí, pero capté un bajo gruñido proveniente de Luc al final de la mesa. Algunos sentimientos no correspondidos por allí, quizás?
“Haznos un favor y ahórranos los malditos detalles, Linds.”
Lindsey le echó una sonrisa maligna, y me sonrió. “Y soy la psíquica residente.”
Él hizo chasquear sus dedos. “Por supuesto. Sabía que debía haber una razón por la que él te mantuviera por aquí. Todo el mundo tiene sus especialidades- Peter tiene los contactos, Julieta es escurridiza. Ella reúne datos.” Asumí se refería a subrepticiamente. “Kelley es nuestra mecánica residente y genia del software.”
Cuando se giró a mirarme, el resto de los guardias siguieron el ejemplo. Me quedé sentada quieta mientras me daban calculadoras, evaluativas miradas, probablemente registrando las fortalezas y debilidades, estimando poderes y potenciales.
“Soy fuerte y rápida,” ofrecí. “No sé cómo cuanto partido más sobre cualquier otro, pero como ustedes probablemente ya hayan escuchado, al menos le dí a Ethan una corrida por su dinero, así que saben lo que puedo hacer un par de días fuera. Desde entonces, he estado entrenando con Catcher Bell, aprendiendo movimientos y trabajo de espada, y eso está funcionando bien. Parezco tener alguna resistencia al glamour, pero no poseo ninguna otra habilidad psíquica. Al menos, no aún.


Con sus anchos ojos miel en mí, Kelley ofreció, “Supongo que eso te convierte en un soldado.”
“Y yo soy el valiente líder,” Luc dijo, “dirigiendo a este grupo de vampiros chusmas hacia algo mejor que la suma de las partes. Me gusta pensar en ello como-”
“Jefe, ella está dentro. No necesita el discurso de reclutamiento.” Peter levantó sus cejas expectantes hacia Luc.
“Cierto.” Luc asintió. “Correcto. Bueno, además de nosotros seis, trabajamos enlazados con los guardias matutinos, los muchachos que se quedan en la puerta. Ellos son empleados de la RDI- esa es nuestra compañía de seguridad externa.”
“Y cómo sabemos que podemos confiar en ellos?” Pregunté.
“Suspicaz,” Luc dijo con aprobación. “Me gusta eso. De todos modos, la RDI está dirigida por hadas. Y nadie se mete con las hadas. La cosa es, que mientras nosotros protegemos la Casa-”
“Porque una Casa segura es un Maestro seguro,” los cuatro guardias repitieron como loros al unísono, sus palabras secas y monótonas, y supuse que Luc usaba esa frase frecuentemente.
“Jesús, ustedes bastardos sí me escuchan. Estoy conmovido. En serio.” Él rodó sus ojos. “Como estaba diciendo, nuestra lealtad primordial es a Ethan, a los vampiros. Tu lealtad es primero y principal hacia Cadogan. No creo que eso haga mucha diferencia en el corto plazo, pero si algo debiera de surgir que ponga a prueba ese lazo entre el Maestro y la Casa, tú deberías ser consciente de ello.” Sacudió su cabeza, boca fruncida. “Eso te pondrá a ti en un maldito jodido lugar, teniendo que contrarrestar a Ethan acerca de la seguridad de la Casa. Pero el pensó que eras la chica para el trabajo, así que. . .Sabes algo sobre armas?” preguntó, con una expresión repentinamente tensa.
Yo pestañeé. “Um, solo que tengo que mantenerme lejos de ellas?”
Luc soltó un resoplido, pasó sus manos por su pelo. “Entrenamiento entonces, Jesús, estás verde. Del ballet y la universidad a una maldita Centinela de Cadogan. Tomará tiempo.” Asintió, luego liberó sus manos y garabateó algo en un bloc de hojas que estaba en la mesa frente a él. “Necesitarás entrenamiento de armas, estrategia, limpieza y seguridad, todo.”
Estuvo callado por un momento, ojeando alguna página ocasional mientras hacía sus notas. En el ínterin, Lindsey me ofreció otra vara de tasajo, la cual acepté agradecida.
“Ahora que ya concluimos la reunión de té,” Luc dijo, empujando el bloc lejos y acomodándose en su silla, “es tiempo de que hagamos nuestro repaso anual de Reglas que Ustedes Irrespetuosos Bastardos Nunca Cumplen.”
Un unánime gruñido de disconformidad llenó la Sala de Operaciones. Luc lo ignoró. “Estoy explicando estas reglas para el beneficio de Merit, pero dado que ustedes raramente las obedecen”- le dio una mirada acusadora a Lindsey, a la cual ella respondió con una sacada de lengua-“Estoy seguro de que apreciaran el repaso.”
Tecleó en el panel frente a él. El logo de Cadogan desapareció de la pantalla de la pared, remplazado por una lista titulada como- Guardias de Cadogan-Expectativas.
Luc se recostó hacia atrás, cruzó sus manos detrás de su cabeza, y puso sus pies, botas, encima de la mesa.
“Número uno, estás siempre en servicio. No me importa donde estés, con quien estés, o que estés haciendo. Durmiendo, duchándote, aprovechándote de los vampis bebés.” Eso se ganó un gruñido por parte de Lindsey. “Si tu beeper suena, debes estar de camino a la Casa, hacia la acción.
“Número dos, deberás revisar el sitio Web, y aprender el protocolo de seguridad.
Si lo peor pasara-si hay un ataque directo sobre Cadogan-quiero a todo el mundo en su lugar, sabiendo sus posiciones, sabiendo sus responsabilidades, sabiendo si corresponden a la zona de defensa o al mano a mano.”

Lindsey se inclinó hacia mí. “Él está obsesionado con el fútbol universitario.” Susurró. “Es de esperar que sintonice al Entrenador K cuando sea que él crea que puede arriesgar alguna analogía.” Sonreí.
“Dos veces a la semana,” Luc dijo, “repasaremos dicho protocolo, enfocándonos en el desarrollo, estrategias, y lo que sea que a mi se me venga en reverenda gana. Cada día que estén en servicio, deberán repasar los partes diarios y los expedientes que estén ubicados en su archivo particular.” Apuntó hacia unas gavetas que colgaban de la pared, cada una de diferente color, cada una etiquetada con uno de nuestros nombres.
La etiqueta de la gaveta de más abajo decía Centinela de Cadogan.
“Estos documentos los mantendrán informados de cualquier amenaza, cualquier cambio en la gestión de esta o cualquier otra Casa, de los invitados de Cadogan, de cualquier instrucción particular dada por su Liege y mía. Cuatro veces a la semana entrenarás de acuerdo al manual que encontrarás en el sitio Web. Entrena aquí, entrena con tus camaradas, entrena fuera de la Casa. No me importa. Pero serás probada periódicamente-fuerza, velocidad, resistencia, katanas, armas. Eres una guardiana de Cadogan, y le debes tu vida y salud a esta Casa. Estarás preparada para pagar esa deuda, completa, de ser necesario.”
Un pesado silencio cayó sobre la habitación, y miré a los guardias asentir solemnemente, algunos tocando las medallas de Cadogan que yacían en la base de sus gargantas.
“Número tres,” Luc continuó, apuntando a la pantalla. “Son empleados de la Casa Cadogan. Eso significa que si se equivocan en algo en el proceso de hacer su deber-lastimar algún peatón, molestar algún humano-y se arriesgan a atraer atención no deseada sobre la Casa, o si somos demandados, un aumento en nuestras primas de seguros, y su trasero irá a parar a la calle, donde terminarán siguiendo a los góticos aspirantes a vampiro de Rogue alrededor de la Ciudad de los Vientos. Para usar las palabras de Merit, nadie querría eso, menos que menos Ethan. Y tengan seguro como la mierda que no querrán llamar la atención porque fueron descuidados.”
“Número cuatro, mientras que ésta no es una regla inamovible, y Ethan nunca lo admitiría, debieran ser. . . prudentes en sus relaciones con el resto de los sobrenaturales. Eso incluye vampiros de otras Casas, hechiceros, cambiadores de formas y tal vez los más relevantes hoy en día”-Luc miró a Peter y golpeteó con la punta de sus dos dedos en la mesa-“Ninfas. Malik es el único vampiro de Cadogan autorizado a entablar alianzas en nombre de la Casa sin la autorización de Ethan. Ser amistosos está bien-no necesitamos hacer enemigos actuando como los cerdos de Navarre. Risas por lo bajo fluyeron alrededor de la sala; parte de la tensión se perdió. “Pero las alianzas son para ser hechas por nuestro Liege y su Segundo al mando. Usen su sentido común. Y si carecen de sentido común, hablen conmigo.” Sonrió lentamente, salvajemente, y direccionó esa sonrisa hacia Lindsey. “Estaré dispuesto a apuntarles en la dirección correcta.”
Ella hizo rodar sus ojos. Trabajarán cuatro días, tendrán uno libre. En días laborables, a menos que los haya asignado a algún otro lugar, estarán en la sala de operaciones donde se reportarán. Trabajarán o bien aquí, o patrullarán – la Casa, los alrededores. Al menos un día a la semana, oficiarán de guardia personal de Ethan, viajarán como su guardaespaldas.” Me miró. “Técnicamente, como Centinela, fijas tu propio itinerario. Pero te sugiero trabajes con nosotros, aprendas el oficio, al menos hasta que te familiarices con nuestros procedimientos.”
Asentí en consentimiento.
Las cejas de Luc se elevaron. “Bueno, eres un poco más dócil de lo que pensamos.”
Eso se ganó otras risillas a través del cuarto. Me sonrojé en respuesta, pero sonreí a mis colegas. Luc despachó a todos, y supe que necesitaba- y podía- tomarlo.
“Quedo a su disposición,” dije secamente, lo cual se ganó un apreciativo bufido de Lindsey.
Luc dio golpecitos a la pantalla nuevamente. “Voy a darle a Merit el gran tur. Lindsey, dado que estás ejerciendo de mentora de Merit – y mis disculpas por adelantado ante eso, Centinela- te encargarás de ella cuando el tur haya terminado. Todo el resto que ya tenga su itinerario, pónganse a trabajar.”
Luc se paró, pero el resto de los vampiros se quedó obedientemente sentado hasta que Luc soltó “Pueden retirarse.”Luego murmuraron las gracias y se pusieron de pie, agarrando tasajo del tubo que Lindsey había ubicado sobre la mesa.
Lindsey y Kelly ambas se movieron hacia las estaciones de trabajo con procesadores que se ubicaba al extremo del cuarto. Peter dejó la habitación; supuse era su día libre. Julieta tomó su chaqueta y se dirigió hacia la puerta. “Estaré sobre el terreno,” ella anunció, luego tocó con un dedo el dispositivo coloreado que estaba en su oído. “Probando.”
“Prueba eso,” Kelley dijo. “Audio prendido. Marcando con RDI.” Hubo una pausa antes de que ella dijera, “Kelley, Casa Cadogan en servicio.” Ella asintió, luego miró a Julieta. “Transferido a seguridad. Julieta en posición. Estás bien, Julieta.”
Ella me miró, y me guiñó desenfadadamente, luego se dirigió a la puerta.
Sus guardias se pusieron a trabajar, el próximo punto en la lista de Luc era el completo recorrido por la Casa. Empezamos por el sótano, seguido por el salón de Operaciones, el salón de entrenamiento, y una habitación de acero donde estaban todas las armas de Cadogan-ballestas modernas, armas filosas de todo tipo de forma y estilo, estacas de madera y picas, aunque Catcher había sugerido que los vampiros no las usaran, había un gabinete entero de armas de fuego. Rifles, escopetas, revólveres-armas que solo podía identificar después de años de ver fielmente LA LEY Y EL ORDEN.
En el piso principal estaban los frontales y principales salones, la oficina de Ethan, el comedor, la cocina, el área de cafetería para comidas informales, y una serie de pequeñas oficina, una de ellas le pertenecía a Helen, a quien se le había dado el inevitable deber de introducirme al mundo de los vampiros. Hice una nota mental de encontrarla y disculparme.
Mientras subíamos las escaleras al segundo piso, Luc explicó que la mansión había sido construida en la Época Dorada de Chicago por un industrialista ansioso de mostrar su nueva riqueza encontrada. Desgraciadamente, la casa había sido terminada por dieciséis días cuando él fue disparado en una pensión de mala muerte en uno de los barrios más peligrosos de la ciudad, reportado luego de un altercado con el novio de una prostituta llamada Flora.
El presidente de Greenwich compró el edificio brevemente después de esto en nombre de Cadogan-por un muy buen precio.
El segundo piso, en el que estaba el salón de baile que había visitado la noche anterior, también se encontraba la biblioteca, que no tuvimos tiempo de ver, un par de estudios informales y la mitad de los dormitorios en los que estaban los vampiros Cadogan que vivían al estilo “campus.”
Las habitaciones eran de piso de madera y techos altos, y cada uno contenía una pequeña cama, un vestidor, estantes y una mesa de noche, cada uno había sido decorado para encajar con la personalidad de los vampiros que vivían allí. Los noventa y siete vampiros que vivían en la Casa (incluyendo todos los Novicios de la noche anterior, menos yo) no estaban casados, y tendían a trabajar directamente en la Casa-como administradores, guardias, empleados de la Casa, o otros miembros del ambiente de Ethan.
En el tercer piso estaban el resto de las habitaciones de los vamps, como también otro estudio. Y los apartamentos regulares de Ethan también estaban allí, como también las habitaciones en suite al lado, a la que Luc se refirió como el “tocador.” Estas eran las habitaciones de Amber, la suite usada por la reinante Consorte de la Casa. No miramos dentro de la suite-la imagen mental de un “tocador” era suficiente-pero no pude no pensar que podría haber sido yo la que se moviera dentro de esas habitaciones, remplazando a Amber, haciendo a mi misma, a mi cuerpo disponible para Ethan.
Tirité y seguí mi camino.
Habiendo caminado por el cuerpo de la Casa, Luc me llevó de vuelta al primer piso. Justo fuera de la cafetería, que estaba llena de mesas y sillas de madera, y había un ancho set de puertas de vidrio que daban a un extenso patio.
“Wow,” dije cuando emergimos en el patio lleno de antorchas. Ante nosotros había un jardín formal con setos, con una enorme barbacoa de ladrillos a la derecha, y una piscina con forma de riñón a la izquierda.
El área entera estaba limitada por un arbusto alto que disimulaba la reja de hierro y la calle detrás.
“Lindo, no?” Luc preguntó mientras estuvimos parados en el patio estudiando el área.
“Es hermoso.”
Luc encabezó el camino por un sendero, el borde de éste hecho de un arbusto de un vibrante verde, interceptado por hojas violetas de una planta que no podía nombrar.
En el medio del jardín había una burbujeante fuente. Con cercos de metal negro rodeándola.
“Jardín formal,” Luc dijo, “en el estilo Francés.”
“Eso veo.” Zambullí los dedos dentro de la fuente, luego escurrí el agua fresca por mis dedos.
“No es un mal lugar para pasar algún tiempo libre,” él dijo, luego me dirigió a través del camino que rajaba al jardín en dos cuadrantes y al otro lado de la piscina. “No podemos tomar sol obviamente, pero la piscina es agradable en el calor. Tenemos fiestas, barbacoas, ese tipo de cosas.”
Había un grupo de árboles en un extremo de la piscina, y Luc se dirigió hacia ellos a través del sendero que seguiría alrededor de toda la propiedad, iluminado por unas pequeñas luces en el suelo.
”Camino para correr. Nos da una chance de hacer un poco de ejercicio al aire libre sin dejar los terrenos. Es calentado por debajo, así que puedes correr hasta en invierno, si ese es tu fuerte.”
“No, no lo es, no en Chicago, pero sería agradable en el verano,” dije.
Pero todavía no era verano, y las noches de Abril todavía eran frescas, así que Luc se salteó el paso por paso tour del terreno, y se metió en una suma de las partes que no habíamos visto.
Eso hecho, nosotros encabezamos atrás en el edificio, esta vez a través de un puerta lateral que daba hacia un vestíbulo estrecho en el primer suelo.
Entonces Luc me llevó hasta el salón de Operaciones y me plantó enfrente de una computadora.
“Sabes la contraseña?”
Asentí, entré en el navegador de la Web, y encontré la página de inicio de Cadogan, luego entré.
Él golpeó mi hombro. “Apréndete los protocolos,” el aconsejó, luego se movió hasta su escritorio, y empezó a trabajar con una gran montaña de archivos.
Horas pasaron. Aunque la seguridad y la guerra nunca habían sido mis fuertes, la seguridad vampírica era altamente contextual y esto era increíblemente interesante. Habían enlaces a historia (los vampiros fueron jodidos ayer!) y política (La Casa X nos jodió ayer!), filosofía (Por qué piensas que nos jodieron ayer?) y ética (Si no mordiéramos, ellos nos hubieran jodido ayer?) y por supuesto, estrategia (Cómo nos jodieron ayer? ¿Cómo podremos hacer para que no nos jodan otra vez, o mejor aún, cómo podemos joderlos primero?).
Mientras que no sabía nada sobre la estrategia elemental además de lo que había aprendido en las lecturas de Catcher sobre el manejo de espadas, entendía historia. Entendía filosofía. Sabía como leer una redacción de una persona sobre guerra, sobre perdida, como sacar datos de él. Eso era, después de todo, cómo había investigado mi disertación. Así que cuando llegó el momento de terminar, me sentí bastante satisfecha con mi trabajo. Confiando que podría aprender lo suficiente para suplir mi fuerza física, que podría tomar buenas decisiones para la Casa Cadogan, para proteger a esos vampiros a los que les había hecho dos juramentos de servicio.
Luc nos despachó, y seguí a los vampiros fuera de servicio devuelta a las escaleras, luego le dije adiós a Lindsey, con la intención de encontrar a Ethan como la había pedido más temprano. Su oficina estaba abierta, pero vacía. Y mientras por un momento me sentí tentada de tomar la oportunidad de mirar sus libros y papeles y descubrir los secretos que los antiguos tendrían para ofrecer, eso sería una ruptura de privacidad que yo no estaba dispuesta a hacer. Así que me detuve debajo del umbral, aparentemente el tiempo suficiente para hacerle levantar las cejas a alguien.
“Discúlpame.”
Me volteé, y encontré a una morena detrás de mí. La vampiresa estaba vestida como una secretaria, como una detective serial, su cuerpo posado malintencionalmente en la puerta, con una mano en la jamba.
“Estás en la oficina de Ethan.” Su voz era altanera.
Asentí. “Él me pidió que pasara. ¿Sabes dónde está?”
Ella cruzó sus brazos, cortas, negras uñas golpeando los puños bien arreglados de su camisa, y me miró. “Soy Gabrielle. Una amiga de Amber.”
No era la respuesta a la pregunta que había hecho, pero igual de informativa. Gabrielle pensó que estaría cazando, tal vez preparándome para robar debajo de las narices de la Consorte al Maestro de la Casa. Si ella sólo supiera. Pero no tenía interés en contarle, o a nadie más, lo que él me había ofrecido. Ni siquiera le había dicho a Lindsey.
En cambio, sonreí educadamente, jugando el papel de amable.
“Encantada de conocerte Gabrielle. Ethan me pidió que lo encontrara para hablar sobre algunos problemas de seguridad. ¿Sabes dónde está?”
Para mi problema, obtuve otra respuesta evasiva. Territorial, era Gabrielle. Finalmente, ella me dio su mirada, una oscura, con las cejas cuidadosamente depiladas. “Oh, él está. . . adentro.”
Asentí. “Sé que está en la Casa. Lo vi más temprano, y me pidió que pasara por aquí- sabes dónde está específicamente?”
Ella puso sus labios en una larga sonrisa, y levantó su cabeza vanidosamente. “Él está adentro,” ella repitió. “Y dudo que se ponga contento de verte.” Pero ella estaba sonriendo cuando dijo eso. Sabía que me estaba perdiendo un chiste, pero no pude por mi vida de entendimiento, captarlo.
Tuve que apretar mis dedos para no atacarla por pura frustración. “Él me pidió que lo encontrara,” Expliqué, “para hablar de negocios?”
Ella delicadamente movió un hombro. “Realmente no estoy interesada. Pero si estás tan entusiasmada por verlo, por todos los significados. . . ve a verlo. Probablemente te hará algún bien. Él está en sus apartamentos.”
“Gracias.” Ella esperó en el pasillo hasta que dejé la oficina; luego cerró la puerta detrás de nosotras. Empecé a dirigirme hacia las escaleras principales cuando escuché su malvada risa mientras me movía por el pasillo. Tomé las escaleras al segundo piso, rodeé el rellano, y encabecé hacia el tercero.
Envuelto aquí y allí en rincones que tenían sofás y sillas, los vampiros estaban leyendo libros o revistas o hablando juntos. La casa se silenciaba mientras yo pasaba, el tercer piso totalmente silencioso. Seguí el largo pasillo hasta los apartamentos de Ethan, y me detuve fuera de las puertas dobles. Golpeé y cuando no obtuve respuesta, puse un oído sobre la puerta. No oí nada, así que agarré el pestillo de la puerta derecha y la abrí lentamente.
Era el living. Bien diseñado, decorado con buen gusto.
Paneles de roble con pasamanos, una chimenea de ónix dominaba en una pared. La habitación tenía un par de áreas para conversar, los muebles lustrosos e indudablemente caros. Mesas en los lados tenían jarrones de flores, y un soneto sonaba suavemente a través del aire. En la pared opuesta, justo de lado de un pequeño escritorio, había otro set de puertas dobles. Una estaba cerrada; la segunda estaba entreabierta.
“Ethan?” Llamé su nombre, pero la palabra era un susurro, completamente incapaz de llamar su atención. Caminé hacia las puertas, puse la palma de mi mano en la puerta cerrada, y eché una ojeada por el hueco. Me di cuenta entonces, porque Gabrielle había señalado deliberadamente que él estaba dentro-dentro de la Casa. Dentro de los apartamentos. Y dentro de Amber.

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