Friday Night Bites / Capítulo 6

CAPITULO SEIS: EL RETORNO DEL PRÍNCIPE
Me desperté temprano y reluciente - o tal vez más precisamente, tarde y oscuro – la noche siguiente. Era mi turno en el trabajo de guardia, patrullando los amplios terrenos alrededor de la Casa Cadogan, vigilando por traspasos al alambrado de hierro forjado de tres metros de alto que mantenía a los intrusos fuera y a los vampiros dentro.
En una ciudad de raritos sobrenaturales, uno tenía que estar alerta.
Me levanté y duché en el diminuto baño, completé las pocas tareas femeninas en mi repertorio, luego me trepé en mi traje de Cadogan, lo completé con la katana enfundada y mi propio medallón de Cadogan, entregado a mí por Ethan durante mi Comendación a la Casa. Cepillé mi largo cabello oscuro hasta que brilló, me hice una hice una alta cola de caballo y peiné mi flequillo. El vampirismo agregó un nuevo brillo a mi cutis, de modo que sólo agregué un poquito de rubor y brillo labial para relucir.
Una vez que estuve embellecida y bien armada, me encaminé hacía mi puerta, entonces miré hacia abajo mientras los colores captaban mi vista. El correo yacía en una pila frente a la puerta. Presumiendo que había sido entregado mientras estaba en la ducha, me incliné para recoger un catálogo de J.Crew enviado por Mallory y un sobre de (cortado).
Supuse que la gala de los Breckenridge ya era un hecho, desafortunadamente. Dejé caer el catálogo de Mallory sobre la cama, metí la invitación en el bolsillo y estaba a punto de dirigirme escaleras abajo cuando mi teléfono sonó. Lo deslicé de mi bolsillo, luego miré a la pantalla. Morgan.
“Buenas noches,” dijo, cuando levanté el teléfono.
Con el celular en mi oído, me encaminé al pasillo, luego cerré la puerta tras de mí. “Bunas noches para ti también,” respondí. “Cuáles son las novedades en la Casa Navarro?”
“En Navarro, no mucho todavía. Aún es temprano. Tratamos de no empezar con los dramas hasta cerca de la medianoche.”
“Ya veo,” dije con una risita, mientras tomaba el pasillo hacia las escaleras principales.
“La cosa es, no estoy realmente en la Casa Navarro. Hice un viajecito un al sur. En verdad estoy un poquito más en la vecindad de la Casa Cadogan.”
Me detuve en la escalera, una mano sobre la barandilla. “Qué tanto en la vecindad a la Casa Cadogan?”.
“Ven afuera,” dijo él, con una voz juguetona. Invitándome. Picada con la curiosidad, cerré el teléfono y lo deslicé dentro de mi bolsillo, luego bajé las escaleras al trote. El primer piso estaba aún en silencio, los vampiros todavía no del todo levantados de sus siestas de medio día. Me dirigí hacia la puerta del frente, entonces la abrí y di un paso fuera, hacia el pequeño pórtico de piedra.
Él estaba parado sobre la acera, a medio camino entre la puerta del frente y la verja. Estaba vestido en su típico atuendo estilo rebelde de pasarela. Jeans de diseñador, zapatos de punta cuadrada, una camiseta de manga corta que abrazaba su delgada figura y un amplio reloj de cuero sobre su muñeca izquierda.
Parecía siempre olvidar esa sonrisa que te roba el aliento y aquellos (cortado)
Y en su mano, un jarrón con flores. El jarrón era delgado, de un vidrio color lechoso. Las flores eran una bocanada de color, peonía o ranúnculos o alguna otra explosión de pétalos sobre finos tallos verdes. Eran hermosas. Y un poco inesperadas.
“Hola” dijo él, sonriendo furtivamente, cuando me le acerqué. “No estoy seguro de que te haya visto en tu negro Cadogan.” Jaló de la solapa de mi abrigo, luego mojó sus labios en evidente apreciación. “Luces muy…… oficial”.
Hice rodar mis ojos ante el coqueteo, pero podía sentir el calor subir sobre mis mejillas. “Gracias” dije, a continuación incliné mi cabeza hacia las flores. “Asumo que esas no son para Ethan?”
“Estarías en lo cierto. Sé que no llamé y tengo que ponerme en camino – tengo una reunión - pero quería traerte algo.” Miró abajo hacia ellas, su sonrisa algo avergonzada. Un poquito tontona. Un poquito desgarradora.”Decidí que necesitabas un regalo inagural.”
Le sonreí en respuesta. “Te refieres a otro aparte del póster tuyo en tamaño real que ya me habías dado?”
“Bueno, no que ese no fuera un fantástico regalo, pero tenia algo un poco más…… femenino en mente.” Con eso, me entregó el jarrón, luego se inclinó y presionó sus labios en mi mejilla. “Bienvenida a la vida de los vampiros Merit” Cuando se reclinó nuevamente, la sonrisa sobre su rostro dejaba claro la bienvenida era sincera. Morgan era un vampiro - vampiro, un creyente. Al mudarme a la Casa Codagan, había hecho un nuevo compromiso con el orden fraternal de los vampiros y eso evidentemente significaba algo para él.
“Gracias,” dije, el jarrón tibio bajo mis dedos, el calor de su toque - y el más ligero hormigueo de magia - aún persistiendo allí.
Su mirada en mí por un momento, sentida emoción en sus ojos, (cortado)
Me quedé parada allí por un instante, jugando a ponerme al día con las emociones. Él condujo desde la Casa Navarre sólo para sorprenderme con flores. Flores. Y no flores de es-el-día-de-San-Valentín-y-me-siento-obligado. Éstas eran flores sólo porque sí.
Tenía que darle puntos extras – el chico era bueno.
Interesantemente, mientras Morgan salía, Kelley entraba en completa vestimenta de Cadogan, con katana en una mano, y un delicado sobre de mano en la otra. Era interesante porque Kelley, como el resto de los guardias, vivía en la Casa Cadogan. Dado que el sol había caído bajo el horizonte hacía sólo una hora, tenía que preguntarme dónde – o con quién – ella había pasado las horas del día.
“Lindas flores” dijo ella al tiempo que me alcanzaba en la acera. “Un presente del nuevo Maestro de la Casa de Navarro?”
“Así es, aparentemente”, dije, volteándome para seguirla dentro de la Casa.
Esas pocas palabras fueron todo lo que obtuve, al tiempo que ella sacaba inmediatamente su celular y lo abría, haciendo clic sobre el teclado mientras caminaba. Kelley no charlaba mucho.
“Un buen día?" le pregunté mientras tomábamos las escaleras hacia el sótano.
Ella se detuvo brevemente cuando alcanzamos el descanso entre los pisos e inclinó su cabeza pensativamente, su entintado pelo oscuro cayendo sobre su hombro mientras se movía. "Te sorprenderías," dijo en forma gutural, luego continuó su trote al sótano.
Me quedé en pie sobre las escaleras por un momento, observándola descender, la curiosidad matando mi gato, entonces me obligué a ponerme a trabajar. Incluso aunque apenas comenzaba el día, el Cuarto de Operaciones estaba ya rebozante de actividad. Lindsey y Juliet estaban ya en sus respectivas estaciones de trabajo, (cortado)
Puse las flores sobre la mesa de conferencias, después fui hacia la pared que colgaban las carpetas que contenían las instrucciones, avisos, expedientes, y cualquier otra cosa que Luc estimaba que necesitábamos saber. Dentro había una sola hoja de papel color narciso. Llevaba dos simples, ominosas oraciones: "Celina Desaulniers liberada. Se espera infiltración en Chicago".
Eché un vistazo al resto de las carpetas, cada una contenía la misma hoja amarilla. Ethan debe de haber repartido la noticia. La voz se había corrido, y así también la advertencia. Celina estaba probablemente en camino. . . si no es que estaba aquí ya.
Con esa motivación en mente, decidí que ya era tiempo para hacer mi deber de Centinela. Comencé con mi tarea, entregando la invitación de los Breck a Luc. "Para Ethan", le dije. "Viernes en la noche con los Breckenridge.”
Él espió el interior del sobre, a continuación asintió con la cabeza. "Rápido trabajo, Centinela "
“Soy un diosa entre los vampiros, jefe." Con ese poco hecho, tomé el delgado audífono con micrófono ubicado en el estante, lo deslicé por sobre mi coleta, y caminé hacia el monitor de Lindsey.
“La lindura ardiente en trabajo," Lindsey dijo, y mi auricular cobró vida.
“Centinela," saludaba una grave voz desde el auricular. Esa voz grave pertenecía a una de las hadas RDI en la verja de Cadogan. Ellos mantenían la vigilancia mientras dormíamos (o no, en el caso de Kelley) y se uedaban clavados en la puerta las veinticuatro/siete. Los auriculares nos mantenían a todos en contacto en caso de una catástrofe sobrenatural. Como una vez le dije a Mallory, uno nunca sabe cuando los desagradables gigantes alados iban a descender en picada desde el cielo y arrebatar a un vampiro.
Acaso no tenía un gran trabajo, o qué?
Conteniendo el aire, me acomodé mi auricular, pellizqué la blonda coleta de Lindsey, y me dirigí hacia la puerta. “Estoy en camino arriba,” dije al diminuto micrófono de quijada. “Estaré allí en dos.”
“Empaca tu labial,” Luc tiró.
Al igual que Lindsay, Juliet y Kelley, miré hacia atrás a él. “Labial?”
“Paparazzi,” dijo. “RDI los arreó a todos juntos, pero permanecen en la esquina.” Él medio sonrió. “Y ellos tienen cámaras.”
Kelley miró hacia atrás desde el monitor de su computadora. “Los ví en el camino de entrada. Tal vez una docena.” Se giró de regreso a su computadora. “Todos ávidos por imágenes de los nuevos favoritos de Chicago,” se quejó.
Me quedé parada en el marco de la puerta por un minuto, esperando por algo más de directivas por parte de Luc – qué demonios se suponía que debiera hacer con los paparazzi? – pero no obtuve nada hasta que me espantó hacia la puerta.
“Has leído tus puntos de conversación, espero,” dijo. “Vé, lánzate……y Centineliza.” No fue hasta que estuve fuera del cuarto y en camino hacia las escaleras, cuando escuché las palabras gritadas a mis espaldas. “Y sin fotos del trasero, Centinela!”
Eso, lo podía hacer.
A pesar de que la Casa había estado casi vacía unos minutos atrás, el primer piso estaba ahora salpicado de vampiros en negro Cadogan, algunos con utensilios en sus manos. Todos luciendo ocupados y sobrenaturalmente atractivos, preparándose para las noches entre los humanos o, como yo, noches en servicio de la Casa y su Maestro.
Algunos miraron mientras pasaba, sus expresiones yendo desde la curiosidad al absoluto desprecio. No había dejado las mejores impresiones en mis Noviciados compañeros, habiendo desafiado a Ethan sólo unos pocos días luego de mi cambio. El casi descalabro que ocasioné en su ceremonia de Comendación, en la cual accidentalmente ignoré las órdenes de Ethan, no ayudaba. Ethan me había hecho Centinela en la Comendación, (cortado)
(Lo sé. Eso último fue perturbador para mí también. En verdad.)
Salí de la gigantesca Casa revestida en piedra por la puerta del frente, luego tomé la acera hacia el portón principal, asintiendo con la cabeza a las dos hadas vestidas en negro que permanecían encarados. Eran altos y delgados, con largo cabello lacio tirado firmemente hacia atrás de su apuesto, aunque angular, rostro. Su uniforme eran camisas negras, pantalones cargo metidos perfectamente dentro de botas negras, y negras vainas de espadas. Ellos tenían caras fraternalmente similares, a tal punto que no podría distinguirlos. No sabría si eran hermanos, gemelos, o incluso parientes. Ni siquiera conocía sus nombres, y mi encuesta a los otros guardias para recavar información no había sido exitosa. Parecía que el equipo de RDI prefería, en todo caso, interactuar con los vampiros puramente sobre la base profesional.
Lindsey había adoptado por llamar a los guardias los ‘gemelos’. Yo me conformaba con Rob y Steve. No estaba segura del todo de cuál Rob y Steve estuvieran vigilando la Casa esta noche, pero ellos me asintieron con la cabeza en respuesta, y hallé el acto, aunque frío, confortablemente familiar. Lo poco que había aprendido acerca de lo sobrenatural en los últimos dos meses me hizo alegrar de que estos dos guerreros con espadas, estuviesen de nuestro lado….al menos tanto como les paguemos para que lo estén.
“La prensa?” les pregunté. Uno de ellos miro hacia abajo, hacia mí, una angulosa ceja levantada desde su casi metro noventa. Incluso a mi metro setenta y nueve, repentinamente me sentí muy, muy petisa.
“La esquina,” dijo él, luego volteó su mirada de regreso a la calle adelante suyo. Habiendo aparentemente perdido su atención, eché un vistazo a la calle.
Efectivamente, allí estaban. Dado el tamaño del amontonamiento de ellos, supuse una docena. Desde que los paparazzi no se rumoreaban (cortado)
Me encaminé por la acera en su dirección, planeando hacer un estudio del perímetro antes de regresar adentro por un barrido del terreno. No estaba segura que tuviera la innata habilidad de mirar a un grupo de reporteros, pero supuse que este era tan buen momento como cualquier otro para poner a prueba la confianza que Ethan esperaba que mostrara el viernes en la noche. Mantuve mi sonrisa vagamente complacida al tiempo que me paseaba hacia ellos, observándolos por debajo de mi largo y lacio flequillo.
Mientras me acercaba, la confianza se volvía algo un poco más sencilla de fingir. A pesar de que llevaban las expresiones de los hombres empeñados en conseguir la ‘Próxima Gran Foto’, el olor a miedo flotaba en el aire. Tal vez su cercanía a los guardias de RDI, tal vez su cercanía a los vampiros. Irónico, no es así? Que ellos tuvieran miedo de la gente (ejem) que estaban obsesionadamente tratando de capturar en película?
Cuando yo era más joven, y aún bien integrada al clan de los Merit, había sido fotografiada con mi familia en eventos de caridad, eventos deportivos, la construcción o destrucción de importantes edificios de Chicago. Pero los reporteros eran diferentes en esta ocasión, como así también lo era mi rol. Era el plato principal, no simplemente una linda niña siendo arrastrada alrededor de Chicago por padres en el ascenso social. A medida que me aproximaba, comenzaron a gritar mi nombre, clamando por mi atención, por la perfecta foto de titular.
Los flashes estallaron, el cegamiento posterior a los relampagueos de mis ojos adaptados a la noche. Trayendo a superficie un poco de mi nueva hallada actitud de finge-hasta-conseguirlo, golpeteé los dedos de mi mano izquierda contra el mango de la espada, y me deleité en la forma en que sus ojos se apretaron contra las esquinas.
Como una presa.
Me mordí el borde del labio provocativamente.
“Buenas noches, caballeros.”
Las preguntas vinieron tan rápido que apenas podía diferenciarlos. “Merit, muéstranos la espada!!.”
“Merit, cómo están las cosas en la Casa Cadogan esta noche?”
“Es una hermosa noche de primavera en Chicago,” dije, sonriendo sagazmente, “Y estamos orgullosos de estar en la Ciudad de las Vientos.”
Ellos hicieron preguntas. Me mantuve en los puntos de conversación que Luc nos había provisto la noche pasada, gracias al cielo me había tomado el tiempo de mirarlas. No que hubiera mucho en ellas – en su mayoría tonterías acerca de nuestro amor a Chicago y nuestro deseo de asimilarnos, de ser parte de los vecindarios a nuestro alrededor. Afortunadamente, esos eran los temas en sus preguntas. Al menos al principio.
“Estuvo sorprendida de saber que el autor de los asesinatos del parque fuera un vampiro?” una voz tiró de golpe. “Estuvieron satisfechos con la extradición de Celina Desaulniers?”
Mi sonrisa flaqueó, y mi corazón dio un vuelco en mi pecho. Eso sonaba como la clase de pregunta que Ethan y Luc temían. La clase que se suponía Jamie debiera de preguntar.
“Ninguna respuesta?” el reportero preguntó, dando un paso al frente del montón.
Esta vez mi corazón casi se detiene por completo. Era un Breckenridge, pero no el que esperaba ver. Supongo que todos, vampiros y humanos por igual, regresan a Chicago eventualmente. “Nicholas?”
Él lucía igual, pero mayor. Más serio, de alguna forma. Cabello castaño corte César, ojos azules. El muchacho era magnífico de una manera estoica. Esa delgada, estoica forma, estaba ahora envuelta en jeans Dr. Martens, y una ceñida camiseta gris. También tenía una expresión indescifrable – ninguna señal en sus ojos de que me conociera o que estuviera dispuesto a reconocer nuestra historia compartida.
Con frecuencia me preguntaba cómo podría ser ver a Nick nuevamente, si (cortado)
Hasta aquí llegamos con la cálida reunión.
Al parecer sin siquiera inmutarse, Nick continuó. “Fue el castigo de Celina Desaulniers suficiente teniendo en cuenta los atroces crímenes que ella ayudó a cometer en Chicago? Por las muertes de Jennifer Porter y Patricia Long?”
Dado que al parecer estábamos jugando a hacerse el tonto respecto de nuestra relación, le retorné la misma mirada de ‘estrictamente negocios’, vagamente condescendiente. “Celina Desaulniers cometió un terrible crimen contra las Srta. Long y la Srta. Porter,” dije. Me había sido agraciadamente permitido mantener mi propio ataque en secreto. El hecho de que un Merit se haya convertido en vampiro era de público conocimiento, la forma de mi conversión no, al menos entre los humanos.
“Como resultado de su rol en los asesinatos, ella fue castigada. Ella renunció a su vida en los Estados Unidos y a su libertad por haber tomado parte en aquellos crímenes.”
Mi estómago se retorció ante la omisión, ante el hecho de que no había mencionado que Celina había sido liberada y ya no estaba, de hecho, cumpliendo su condena de encarcelamiento. Pero esa pequeña admisión hubiese causado una asquerosa tormenta de pánico que prefería dejar a Ethan y los otros Maestros.
Puse mi mejor cara profesional. “Si tienen preguntas acerca de las reacciones de las Casas a ese castigo,” agregué, “puedo conducirlos a nuestro personal de relaciones públicas.”
Toma ésa, Breckenridge.
Lo hizo, arqueando una arrogante ceja en respuesta. “Es esto lo que los ciudadanos de Chicago deben de esperar de los vampiros viviendo entre nosotros? Asesinatos? Caos total y mutilación?”
“Los vampiros han estado en Chicago por muchos años, Nick”. Llamarlo por su nombre fue suficiente para invitar a las miradas curiosas entre los otros fotógrafos. Algunos bajaron sus cámaras, miraron entre (cortado)
“Según tú,” Nick dijo. “Pero cómo sabemos que todos esos crímenes no resueltos no fueron perpetuados por vampiros?”
“Juzgando a todos los vampiros por las simples acciones de una sola manzana podrida? Eso es clásico, Nick.”
“Todos ustedes tienen colmillos.”
“De modo que eso justifica el prejuicio?”
Se encogió de hombros nuevamente. “Si el zapato le queda..”
No había ningún error en la animosidad de su voz. Pero lo que me confundía era su fuente. Nick y yo habíamos roto nuestra relación en la secundaria cuando partimos para nuestras respectivas universidades – el programa de Periodismo de Yale para Nick, y el programa de inglés de la universidad de NY para mí. Nuestra ruptura no había sido demasiado dramática, ambos habíamos llegado a la conclusión de que éramos mejores amigos que pareja. Llamadas telefónicas ocasionales y los e-mails nos mantenían en contacto, y nos habíamos ido en direcciones opuestas sin mala sangre entre nosotros. O eso es lo que yo creí.
Ésa no era la única cosa extraña. Si los vampiros estaban recibiendo golpes desde el lado de los Breckenridge, por qué era Nick y no Jamie, el que tiraba los golpes? Algo muy extraño estaba sucediendo.
“Merit!,Merit!”
Arrastré mi mirada, apartándola de la de Nicholas, de la amargura en sus ojos.
“Merit, tiene algo de verdad el rumor de que te estás viendo con Morgan Greer?”
Bien, ahora estábamos de regreso en el camino. Que la justicia se condenara si se iba a discutir de sexo.
“Como Centinela de la Casa Cadogan, veo al Sr Greer bastante seguido. Él es uno de los Maestros de Chicago, como todos ustedes bien saben.”
Se rieron ante la diversión, pero siguieron presionando.
“Qué hay de un poquito de romance, Merit? Son ustedes dos una ardiente pareja? Eso es lo que nuestras fuentes dicen.”
Sonreí alegremente al reportero, un hombre flaco, con espeso cabello rubio y una barba de una semana. “Tú dime quienes son tus fuentes,” dije, “Y yo contestaré esa pregunta.”
“Lo siento, Merit. No puedo revelar a una fuente. Pero son confiables. Te doy mi palabra de ello.”
El grupo de periodistas se rió ante el intercambio.
Le devolví una sonrisa. “Odio tener que reventar tu burbuja, pero no me pagan para tomarte la palabra en cosas.”
El bolsillo de la chaqueta de mi traje vibró – mi celular. No estaba emocionada de dejar a un misteriosamente enojado Breckenridge en mi esquina, especialmente entre curiosos humanos con anotadores y cámaras, pero tampoco quería hablar con quien sea que me estuviera llamando, en frente de esos curiosos humanos. Además, necesitaba seguir adelante hacia otras partes del terreno. Había manzanas de verja de la Casa Cadogan por recorrer aún. El teléfono sonando me ofrecía una excusa útil para dar un paso al costado.
“Buenas noches caballeros,” ofrecí y los dejé atrás, todavía gritando mi nombre.
Deslizando el zumbante teléfono celular de mi bolsillo, hice una nota de actualizar a Ethan y a Luc sobre este último desarrollo de los Breckenridge – justo después de que descubriera que demonios estaba pasando. O bien teníamos una fuente ignorante que no sabía diferenciar entre los Brecks, o teníamos una mala fuente a quien no le interesaba mucho, y estaba tratando de llevarnos por el mal camino. No estaba segura de cuál posibilidad era peor.
Mientras me movía por la cuadra, los flashes de las cámaras continuaban parpadeando tras de mí, elevé el teléfono a mi oído. El griterío comenzó casi inmediatamente.
Presioné una mano contra mi otro oído. “Mallory? Qué pasa?”
Me las ingenié para captar sólo una pocas palabras de su primera descarga – ‘Orden’, ‘Catcher’, ‘magia’, ‘Detroit’, y lo que supuse fue el ímpetu de la llamada, la frase ‘tres meses’.
“Cariño, necesito que te calmes. No puedo entender lo que estás diciendo.”
La diatriba se desaceleró, pero ella cambió a una parva de palabras de cuatro letras que ampollaban incluso mis cansados oídos vampiros.
“ –Y si ese imbécil se cree que voy a pasar tres meses en Detroit en alguna clase de pasantía, él está seriamente equivocado. De verdad!! Lo juro por Dios, Merit, voy a mandar a volar a la próxima persona que haga tanto como murmurar la palabra ‘magia’.”
Que Catcher era el ‘imbécil’ era lo suficientemente sencillo de adivinar, pero el resto era un pantanal. “Estoy jugando a ponerme al día aquí, Mal – Catcher quiere enviarte a Michigan por tres meses?”
Escuché la rítmica respiración, como si ella estuviera practicando el laberinto durante una larga contracción. “Él habló con alguien de la Orden. Aparentemente, unión o no, la Orden no tiene un local en Chicago, a pesar del hecho de que somos la maldita tercera ciudad más grande del país. De todas formas, no es tu problema, eso es alguna clase de basura histórica, y es parte de la razón por la que él fue pateado fuera, de modo que ellos quieren enviarme a mí a Detroit para ue así pueda entrenarme con alguna clase de hechicero oficial para evitar la tentación de públicamente usar magia que en primer lugar no sé cómo usar. Es ridículo Merit! Ridículo!”
Continué caminando, tratando de prestar algo de atención a mis alrededores mientras ella continuaba la perorata. Manejar cosas cómo ésta sería mucho más fácil si no tuviera que preocuparme de si los Trolls u Orcos iban a saltar desde atrás en cada farola. Ooh, eso me hizo detenerme. Había Orcos en Chicago?
“Tengo que irme en dos días!!” dijo. “Y éste es el verdadero golpe en el miembro – sin viajes de regreso a Chicago, sin viajes fuera de Detroit por completo – hasta que la pasantía acabe.”
“No estoy segura de que técnicamente las chicas tengan ‘miembro’,” le hice la observación, “pero comprendo tu punto. Catcher tiene una historia con la Orden. No puede él llegar a algún acuerdo?”
Mallory bufó. “Eso quisiera. Haciendo de la historia larga una corta, Catcher perdió su antigüedad – y todo lo demás – cuando eligió quedarse en Chicago. Ésa es la razón aparentemente por la cuál lo echaron – porque él (cortado)
Sonreí a la pausa en la conversación, el intermitente murmullo que indicaba que él había estado parado allí mientras ella se refería a él como un imbécil. Teniendo en cuenta por los entrenamientos que me había estado haciendo pasar últimamente, estaba feliz de saber que él estaba tomando algo de los golpes por su lado. Quiero decir, entendía que necesitara prepararme para lo peor, especialmente desde que Celina había sido liberada, pero es sólo que había tantas veces en las que una chica necesita pasar raspando por el silbido de la hoja de una antigua espada samurai.
“Nop,” ella finalmente dijo.
“Huh,” dije, parte de mi cerebro preguntándose por aquellos detalles – el hombre era intratable y evasivo en cuanto a la Orden se refería – mientras la otra mitad analizaba lo que parecía como una brecha en el vallado que cubría la verja de hierro forjado. Caminé más cerca y recogí un par de hojas que eran apenas visibles en el haz de la farola de arriba. Afortunadamente, por encima de mi experta inspección, parecía como un punto amarronado sobre el verdín, no la obra de un saboteador o un aspirante a ladrón. Hice una nota de avisar a …..bueno, no tenía idea de a quién avisar, pero apuesto que teníamos alguna clase de jardinero.
“Me estás prestando atención? Casi estoy teniendo una gigantesca crisis nerviosa aquí, Mer.”
“Lo siento, Mal. Estoy en guardia, haciendo mis rondas fuera.” Continué caminando, inspeccionando la oscura y desierta calle. Sin demasiadas cosas sucediendo una vez que pasabas la docena de paparazzi. “La Orden es como un sindicato, cierto? Así que no puedes presentar una queja o algo acerca de este viaje a Detroit.”
“Hmm. Buena pregunta. Catch, podemos quejarnos de esto?”
Escuché una conversación en murmuros.
“No podemos presentar queja de esto,” Mallory finalmente me reportó. “Pero se supone que debo irme en dos días!! Necesitas traer ese lindo trasero para acá y consolarme. Me refiero, Detroit, Merit. Quién pasa tres meses en Detroit?”
“El millón y algo de ciudadanos de Detroit sería una estimación preliminar. Y no puedo ir en este instante. Estoy trabajando. Puedo re-agendar para cuando termine mi turno?”
“Supongo. Y para tu información, Darth Sullivan está poniendo una valla a nuestra amistad. Sé que estás viviendo allí ahora, pero aún deberías estar a mi disposición y llamar.”
Resoplé. “Darth Sullivan estaría en desacuerdo, pero haré lo que pueda.”
“Me estoy dirigiendo por el Chunky Monkey,” Mal dijo. “Ben y Jerry me contendrán hasta que llegues aquí.” Cortó antes de que pudiera decir adiós, probablemente ya con dos cucharadas en una caja de helado. Decidí que ella estaría bien. Al menos hasta que pudiera llegar allí.





El resto de mi turno pasó, por suerte, sin ningún drama. Mientras estaba aprendiendo lo que podía, entrenando cuando estaba programado, y realizando lo que se sentía como descuidadas tareas de guardia, no tenía ninguna ilusión acerca de mis habilidades de manejar lo desagradable que pudiera venir arrastrándose desde la oscuridad. Seguro, me las había ingeniado para estacar a Celina en el hombre cuando hizo su movida final contra Ethan – pero había estado apuntando a su corazón. Si algo, o algunas cosas, reunían la fuerza y valor como para atacar la Casa Cadogan, mi espada y yo íbamos difícilmente a espantarlos. Me consideraba a mí misma más como una primera advertencia. Puede que no fuera capaz de mantener alejados a cualquiera de los chicos malos, pero podía al menos alertar al resto de la tropa – la bastamente más experimentada tropa – del problema.
Y hablando de problemas, aunque sabía necesitaba reportar los últimos desenvolvimientos de los Breckenridge – el hecho de que Nick estaba de regreso en Chicago y de que él había acampado fuera con los reporteros (cortado)
Sonaba como un buen plan, un sólido curso de acción para una novata Centinela. O eso, o una muy detallada forma de seguir evitando a Ethan.
“Ganar-ganar,” murmuré con una sonrisa.
Para añadir un poquito más de espacio entre Darth Sullivan y yo – y para resarcir a Mallory por cuidar de mí durante mi propia extraña transición sobrenatural – me metí en mi Volvo y conduje de regreso hasta Wicker Park para proveer un poquito de consuelo de mejor amiga post-trabajo.
La casa de piedra caliza estaba bien iluminada mientras ingresaba el coche, incluso en las tempranas horas de la mañana. No me molesté en tocar el timbre, sino que caminé directo hacia dentro y me dirigí a la cocina. La cual olía delicioso.
“Pollo y arroz,” Mallory anunció desde su lugar frente a la hornalla, donde estaba poniendo cucharadas de arroz y salsa en un plato. Acopió un pedazo de pollo asado por encima del combo, luego me sonrió. “Sabía que querrías comida.”
“Tú eres una diosa entre las mujeres, Mallory Carmichael.” Tomé el plato hacia un banquillo en la isla de la cocina y me metí en la comida. El maliciosamente veloz metabolismo vampiro era genial para mantener la línea pero terrible para el apatito. Era rara la hora que no involucrara a mi soñando con un animal grillado, asado o fritado. Seguro, necesitaba de la sangre para sobrevivir – después de todo, era un vampiro – pero como Mal una vez dijo, la sangre era como cualquier otra vitamina. Era llenadora en una forma muy importante. Reconfortante – como sopa de pollo para los vampiros. Que provenía de bolsas plásticas y era entregada a tu puerta por una compañía poco creativamente llamada Blood4you (sangre-para-tí) …(cortado)
El pollo y arroz, en cambio, era un golpe al apetito. Era una receta deliciosa, y una de las primeras comidas que Mallory había cocinado para nosotras cuando nos convertimos en compañeras tres años atrás. Era además mejor, o eso suponía, que cualquier cosa que pudiera obtener en la cafetería de la Casa Cadogan.
Catcher entró suavemente a la cocina, descalzo, en jeans y colocándose una camiseta. El dobladillo bajó justo a tiempo para ocultar el tatuaje en forma circular que sabía marcaba su abdomen. Era un círculo dividido en cuadrantes, una representación gráfica de la organización de la magia en las cuatro Llaves.
“Merit,” dijo él, dirigiéndose hacia el refrigerador. “Veo que te las ingeniaste por estar afuera, cuánto, unas completas veinticuatro horas?”
Mastiqué un gran bocado de pollo y arroz, tragué. “Estoy investigando hechiceros desobedientes.”
Él gruñó y tomó el cartón de la leche, a continuación aspiró directamente de la boquilla del cartón. Mallory y yo lo observamos, la misma mueca en ambas caras. Claro, hice lo mismo con O.J, pero él era un niño, y era leche. Eso era simplemente asqueroso.
Le eché un vistazo a ella, y encontró mi mirada, rodó sus ojos. “Al menos está poniendo el papel higiénico en el rollo ahora. Ese es un gran avance. Te amo, Catch.”
Catcher refunfuñó, pero estaba sonriendo mientras lo hacía. Luego de cerrar la puerta del refrigerador, se nos unió, quedando en pie junto a Mallory en su lado de la isla de la cocina. “Asumo que Sullivan te puso al tanto de lo de Celina?”
“De que ella probablemente esté en su camino de regreso a Chicago para encargarse de mí? Seeh él mencionó eso.”
“Celina fue liberada?” Mallory preguntó, lanzando una preocupada mirada en la dirección de Catcher. “En verdad?”
Él asintió con la cabeza. “No vamos a emitir un comunicado de prensa ni nada, pero sí.” Luego volteó su mirada hacia mí y rebuscó (cortado)
“Celina continúa haciendo más de lo mismo,” aclaré, apuntándole a él con mi tenedor. “Estaba más que feliz de mantenerla encerrada en un húmedo calabozo Británico.” Tomé otro bocado de pollo, mi apetito aparentemente inalterado por la posibilidad de que una narcisista vampiresa estuviera cruzando el Atlántico para llegar a mí. Por el otro lado, puede que me conviniera disfrutar de la comida mientras todavía pudiera.
“Ahora que hemos cubierto eso,” dije, cambiando de tema, “alguien me va a poner al tanto del drama de hechiceros?”
“Me van a llevar lejos,” Mallory dijo.
“A Schaumburg,” Catcher dijo secamente. “La voy a llevar a Schaumburg.”
“De modo que entonces, no Detroit?” pregunté, mirando de uno a otro entre ellos. Era una diferencia bastante grande, siendo Schaumburg un suburbio al noroeste de la ciudad. Estaba a treinta millas y un completo Gran Lago más cercano a Chicago – y a mí – que Detroit.
Mallory torció un pulgar hacia Catcher. “Éste hizo una llamada telefónica. Aparentemente, no había perdido todas sus influencias con la Orden.”
Como si fuera una pista, la expresión de Catcher se enturbió. “Teniendo en cuenta que fueron llamadas, en plural, antes de que ellos siquiera dejaran a Baumgartner acercarse al teléfono, diciendo que había tirado exageradamente de mis influencias. Simplemente digamos que ellos cedieron un poco si posición en cuanto a mantener a una hechicera en el área metropolitana de Chicago.”
“Quién es Baumgartner?” pregunté.
“El presidente de la 155.” Ante mi mirada en blanco, Catcher aclaró. “Mi antiguo sindicato, Local 155, del Sindicato Confederado de Hechiceros y lanzadores de encantamientos.”
Casi me ahogo con el pollo, y cuando terminé con el ataque de tos, pregunté, “el acrónimo es ‘U-ASS’ (tú cretino/asno/culo) ?
“En primer lugar, seriamente apropiado,” Mallory comentó, dándole a Catcher una sonrisita ladeada. “En segundo lugar explicaría por ué la llaman ‘la Orden.’
Asentí en acuerdo a ambos puntos.
“Así que, son buenos con los beneficios, una mierda con el marketing,” dijo Catcher. “El punto es, ella no estará pasando tres meses en Detroit.”
“No que no fuera una adorable ciudad,” Mallory metió.
“Encantadora ciudad,” acordé, pero sólo por formalidad, ya que nunca había estado allí. “De modo que este entrenamiento es qué, clases de magia y todo eso?”
“Y todo eso,” dijo Catcher. “No hay clases – simplemente entrenamiento sobre el trabajo. Ella comenzará a utilizar y manipular las Llaves, las mayores y menores, para que pueda comprender sus deberes y obligaciones para con el resto de la Orden y, si ellos tienen unos pocos minutos de sobra” – su voz se tornó seca como una tostada – “cómo aprovechar y redistribuir el poder que está comenzando a canalizar a través de su cuerpo.
La miré, parpadeando, tratando exactamente de imaginar cómo mi amiga de cabello azulado, ojos azules y aviso ejecutivo de una mejor amiga – actualmente en una camiseta de ‘Señorita Comportamiento’ y delgaduchos jeans – se las iba a ingeniar para hacer eso.
“Huh,” fue todo lo que dije.
“Ella vivirá y respirará el poder de ello, aprenderá a ejercer el control.” Él hizo una pausa, pensativo, mirando perdido al vacío hasta que Mallory tocó su mano con la punta de sus dedos. Se volteó y la miró. “Los hechiceros aprenden por la práctica, canalizando realmente el poder. Sin libros, sin clases, simplemente haciéndolo. Ella será puesta dentro de una situación en Schaumburg, y la manejará. A la manera difícil – a su propia manera, sin red.”
Supuse que ‘la forma en que yo tuve que hacerla’ venía a continuación. El discurso tenía el sonido de un practicante de la vieja escuela quejándose acerca de la manera en que las cosas habían cambiado desde su época, cuando él tuvo que caminar cuesta arriba en ambos sentidos para llegar a la escuela, etc, etc. Por supuesto, apuesto que aprender a canalizar magia a través de la delgada figura de Mal tomaba un esfuerzo considerablemente mayor que arriar un par de libros de aritmética colina arriba.
“Demonios,” dije, dándole una mirada compasiva.
“Por lo menos..(cortado)
“Así que me voy a Schaumburg,” dijo Mal, “donde conseguiré un poquito menos de experiencia práctica que si veraneara a tiempo completo en Detroit, pero con suerte, la suficiente como para aprender a no convertir a los chicos malos en una pila de destellos porque inadvertidamente troné mis dedos.”
Como para ilustrar su punto, los chasqueó, una pequeña chispa azul se desprendió de sus puntas, el aire repentinamente revolviéndose con la electricidad de la magia. Catcher cerró sus dedos alrededor de la chispa, y cuando los abrió nuevamente, una resplandeciente esfera azul se concentraba en su palma. Él elevó su mano, frunció sus labios, y sopló la orbe fuera. Se rompió en brillos cristalinos que salpicaron el aire con magia antes de dispersarse y desaparecer.
A continuación se giró hacia Mallory con una espeluznante mirada que me hizo feliz, súper feliz, de estar viviendo en la Casa Cadogan. “Ella es un agradable canal.”
Oh, Diosito santo, no necesitaba oír acerca de Mallory siendo un canal. “De modo que te estás yendo hacia Schaumburg,” repetí, reenfocando la conversación y dando otro mordisco antes de que perdiera completamente mi apetito. “Y harás tu pasantía allí. Por cuánto tiempo tendrás que quedarte? Cuánto llevará? Dame los detalles.”
“Serán nocturnas,” Catcher dijo. “Ella pasará la mayoría de sus noches en Schaumburg por un tiempo. Dado que ella está recibiendo una excepción, no estamos seguros de cuánto tiempo sus prácticas van a durar. Caso especial, reglas especiales. Ella se quedará, presumo, hasta que demuestre su valía.”
Mallory y yo compartimos una sarcástica mirada acerca de eso. “Lo triste es,” dijo, “que va en serio.”
Algo se me ocurrió. “Oh, mierda, Mal, qué vas a hacer con tu trabajo?”
La expresión de Mal se volvió inusualmente pálida. Se estiró del banquillo y tomó un sobre blanco de una pila de correos que se ubicaba a un extremo de la isla de la cocina. La sostuvo en frente mío para que pudiera leer el destinatario – McGettrick Combs.
“Carta de renuncia?” pregunté. Ella asintió, luego retornó el sobre a la pila.
Catcher puso sus manos en la parte trasera de su cuello, rascándose. “Hablamos acerca de esto.”
“Lo sé,” ella dijo, asintiendo con su cabeza. “Es sólo un cambio.” Cuando me miró, sus ojos estaban llenos de lágrimas. A pesar de la incomodidad de ser testigo de sus aventuras más amorosas, estaba contenta de que Catcher estuviera aquí para ella, de que ella tuviera a alguien que había pasado por experiencias similares, que podía guiarla a través del proceso o simplemente estar ahí cuando necesitara consuelo.
“Lo siento, Mallory,” fue todo lo que pude pensar en decir, sabiendo cuánto ella amaba su trabajo, cuán adecuada para el mismo había sido, cuánto orgullo le había dado cuando el concepto que ella había diseñado para un anuncio impreso o un comercial aparecía en el Tribune o era pasado por el ABC-7.
Suspiró, asintió y barrió con sus nudillos las lágrimas que se habían deslizado por debajo de sus pestañas, antes de reírse. “Hey, obtendré mi tarjeta del sindicato, y piensa en todas las puertas que se abrirán para mí entonces.”
“Absolutamente, chica,” Catcher dijo, inclinándose para plantar un beso en su frente. “Absolutamente.”
“No quiero reventar su fiesta pro-sindicato aquí,” dije, “pero esas puertas se abrirán en alguna bóveda bancaria o alguna clase de salario?”
Catcher asintió con la cabeza. “Una vez que ella haya completado su control sobre el trabajo, ya que la Orden finalmente se ha dado cuenta que necesita a alguien sobre el terreno en Chicago, ella estará en espera.” La parte central de eso (cortado)
“En espera?” pregunté, girando mi mirada a Mallory, quien sonrió con picardía.
“Estaré haciendo mi propia resolución, investigando, ese tipo de cosas.” Se encogió de hombros. “Es un trabajo. Me refiero no es del tipo de dinero Cadogan – Hyde Park, pero me las arreglaré. Hablando de dinero Cadogan, qué sucede con tú final? Cómo es la vida bajo el tutelaje de Darth Sullivan?”
“Bueno,” comencé, “he sido ligada a las mentiras de alguien.”
Sin más preámbulo, Catcher murmuró una maldición, luego se inclinó, deslizó su billetera de sus jeans y sacó un billete de veinte dólares, el cual entregó a Mallory.
Ella le sonrió al billete, luego cuidadosamente lo dobló y lo metió en su camisa. “En nombre de los Ahorros y Préstamos Carmichael, apreciamos su negocio.”
A mi arqueada ceja, ella ladeó su cabeza hacia Catcher. “Voté por que habría chanchullos dentro de las primeras veinticuatro horas. El Sr. Bell aquí presente pensó que Darth Sullivan te dejaría ‘instalarte’.” Utilizó las comillas en el aire para esa última parte.
“Demonios. Desearía haber hecho esa apuesta,” dije. Me debatía en cuánto podría contarles acerca de los susodichos chanchullos, pero dado que Ethan probablemente le contara a Catcher sus planes, y Catcher sin ninguna duda se lo contaría a Mallory, no pensaba que estuviera arriesgando mucho.
“Estaremos haciendo algo de trabajo de reconocimiento. Haciendo corta la historia, voy a casa.”
Mallory arqueó una ceja. “A qué te refieres con ir a casa?”
“Estaré pasando el rato con el clan Merit.”
“En verdad?”
“Oh, si. Voy a tratar de acercarme a un viejo amigo. De acuerdo con Ethan, al menos la parte que me está contando, estamos tratando de (cortadoo)
“El tratar de meterse en tus pantaletas cuenta como una motivación secreta últimamente?”
Hice cara de asco. “Ew.”
Mal hizo rodar sus ojos, aparentemente no creyendo mi disgusto. “Como sea, tú totalmente te tirarías a ello si él no fuese tan cretino.”
“Y ese es exactamente su problema,” murmuré.
“Y hablando de darle a eso,” Mal añadió, animándose, “alguna noticia de Morgan? Tienen planeado algo para el fin de semana?”
“No realmente,” dije como al pasar, y lo dejé ahí. Era verdad que no había mucho que reportar, pero además no estaba como para hablar de ello; estando conflictuada acerca del chico con el que estaba pseudo saliendo no ayudaba analizarlo a muerte.
Miré mi reloj. Quedaban dos horas hasta que saliera el sol. Eso me daba tiempo de meterme a hurtadillas nuevamente a la Casa Cadogan, tomar una obscenamente prolongada ducha, y relajarme un poquito antes de dormir.
“Debería irme,” les dije. Agarré mi plato vacío hacia la pileta, lo deposité en ella y luego miré hacia atrás. “Cuándo comienza el entrenamiento?”
“El domingo,” dijo Mallory, levantándose de su banqueta. Eso le dejaba dos días completos para sembrar el caos pre-prácticas, o al menos disfrutar de algunas alborotadas rondas pre-pasantía con Catcher.
“Te acompaño fuera,” dijo. Catcher nos siguió, con una mano en la espalda de Mallory. Llegamos al living y, sin decir una palabra, él se sentó sobre el sofá, cruzó sus tobillos sobre la mesita de café y se relajó, control remoto en mano. Encendió la TV y sintonizó de inmediato el Canal de la Vida Cotidiana.
Mallory y yo nos quedamos allí paradas, cabezas ladeadas, observando a este hombre increíblemente sexy, increíblemente masculino, cuyos ojos estaban pegados a (cortado)
“tú sabes que adoro esta mierda,” él dijo, luego hizo un gesto vago a Mallory, “y ella vive conmigo.” Habiendo sido esa aparentemente defensa suficiente, él resopló, ubicó el control remoto en el cruce entre sus piernas, y cruzó sus brazos por detrás de su cabeza.
“Mi vida,” Mallory dijo. “Mi amor. El guardián de mi corazón.”
“El guardián de tu control remoto,” señalé, luego la envolví en un abrazo. “Te quiero. Llámame si lo necesitas.”
“Yo también te quiero,” dijo, y cuando nos soltamos la una a la otra, movió su cabeza en la dirección de Catcher. “Él estará preparando una cena el sábado en la noche, algo como trato pre-entrenamiento. Realmente ya no necesito una fiesta de despedida, pero está lejos de mí quejarme cuando alguien trata de hacer una cena en mi honor. La llamamos una fiesta de ‘no-me-voy-tan-lejos’. Vente, trae tal vez a Morgan?”
Ofrecí en respuesta una mirada sardónica. “Una fiesta de no me voy tan lejos?”
“Cielos,” dijo rodando sus ojos. “Eres tan terca como él. Llámala una fiesta de ‘me las tomo’ si eso te hace sentir mejor. Soy un retoño de hechicera. No hemos celebrado eso aún, y supuse me toca.”
Con eso, nos hicimos nuestro último saludo, y me dirigí nuevamente a mi auto. Cuando regresé de Hyde Park, estacioné fuera del portón de Cadogan, luego de moví a través de la Casa y de regreso a mi cuarto en el segundo piso.
Tiré mis llaves y desabotoné el cinturón de mi espada, luego miré alrededor. Había planeado en una larga ducha y un poco de lectura en mis pijamas antes de que el sol asomara en el horizonte. Pero dado que había estado aquí por casi cuarenta y ocho horas y a duras penas había visto a otro de los noventa y siete residentes vampiros de Cadogan, decidí optar por algo considerablemente menos ñoño, y mucho más sociable. Apagué la luz de mi habitación y me dirigí para las escaleras.
El ruido filtraba de la habitación de Lindsey sobre el tercer piso, una cacofonía de voces y sonidos de la televisión. Golpeé a la puerta, y ante la invitación de Lindsey (“Mete tu trasero aquí, Centinela”), la abrí.
El pequeño cuarto, ya abarrotado con muebles y la expresiva decoración de Lindsey, estaba lleno de vampiros. Conté seis, incluyendo a Lindsey y Malik, quienes estaban reclinados sobre su cama. Kelley y el novato vampiro (y actual amante de Lindsey) Connor se sentaban sobre el piso al lado de dos vampiros que no conocía. Los seis se enfrentaban a una pequeña televisión que se ubicaba por encima de la estantería de Lindsey. En la TV, personas delgadas con marcados acentos reprochaban las opciones de moda de una regordeta frustrada mujer, quien llevaba un vestido de colores chillones, pero quien estaba entregando tanto como estaba recibiendo.
“La puerta,” Lindsey dijo sin siquiera mirarme. Obedecí y la cerré.
“Toma una posición, Centinela,” Lindsey dirigió, dando golpecitos a la cama a su lado y arrastrándose más lejos de Malik, dándome el espacio para sentarme entre ellos. Pisé con cuidado entre los vampiros y por sobre una caja de pizza comida a más de la mitad que hizo mi estómago quejarse en una forma que la sangre no lo hacía y subí a la cama. Tenía que ir de cabeza primero, luego cuidadosamente voltearme, disculparme con Linds y Malik por patearles y acomodarme en el camino. Escuché gruñidos y gemidos, pero asumí que estaban relacionados con el programa, el cual parecía estar alcanzando el punto culminante.
“Estas son Margot y Katherine,” dijo Lindsey, señalando a las desconocidas vampiresas sobre el piso. Margot, una sorprendentemente hermosa morena con una masa angular de cabello oscuro y flequillo que se curvaba en un punto entre los ojos color ámbar, se giró y ofreció un ondeado dedo. Katherine, con su cabello castaño claro amontonado en un ajustado rodete, se giró y sonrió.
“Merit,” dije, saludando en respuesta.
“Ellas saben quién eres tú, cosita ardiente. Y tu evidentemente sabes (cortado)
Connor miró hacia atrás y sonrió. “Gracias a Dios que estás aquí. Era la persona más joven en el cuarto por al menos cincuenta años.”
“Odio tener que decírtelo Chichecito Dulce,” dijo Lindsey, “pero ya no eres una persona.” Llamó por una porción de pizza, y la caja fue pasada arriba. Con los ojos sobre la tv, tomó una rebanada, luego entregó la caja. La ubiqué en mi regazo y tomé un pedazo, deteniéndome sólo lo suficiente como para asegurarme que estuviera cubierta en carne. Bingo. Mientras que estaba a penas tibia, y consistía en una ofensiva corteza híbrida Neoyorkina que podría haber utilizado dos pulgadas más de pasta, y salsa, y queso, era mejor que una patada en la cara.
Malik se inclinó hacia mí. “Escuchaste que ella fue liberada?”
En los dos meses que había sido una vampiro de Cadogan, esta era la primera conversación individual que tenía con Malik. Y ya que estábamos en el tema, era también la primera vez que lo veía en jeans y una remera tipo polo.
Tragué un bocado completo de tocino canadiense, queso y corteza. “Sí,” susurré en respuesta. “Ethan me contó ayer.”
Él asintió, su expresión inescrutable, luego se volvió hacia la televisión.
En cuanto a primera conversación se trataba, no duró mucho. Pero lo interpreté como preocupación, y decidí que estaba satisfecha con ella.
Un comercial apareció y el cuarto estalló en sonidos, Margot, Lindsey, Connor, Katherine y Kelley refrescando lo que habían visto, quién estaba ‘ganando,’y quién lloraría primero cuando salieran los resultados. No estaba segura del todo de qué era el concurso, mucho menos el premio, pero dado que los vampiros aparentemente se deleitaban en el drama humano, me acomodé y traté de ponerme al corriente.
“Estamos animando por la perra,” Lindsey explicó, mordisqueando la corteza de su rebanada de pizza.
“Pensé que todas era unas perras,” señalé.
Luego de unos pocos minutos de comerciales, Malik comenzó el proceso de salida de la cama.
“Soy yo?”, pregunté a la ligera. “Puedo bañarme.”
Él se rió al tiempo que se ponía en pie, el resplandor de la TV haciendo brillar la medalla alrededor de su cuello y algo más – un delgado crucifijo de plata que pendía de una delgada cadena de plata. Hasta aquí con ese mito.
“No eres tú,” dijo Malik. “Necesito regresar.” Comenzó a caminar entre los vampiros, quienes estaban completamente indiferentes de sus esfuerzos por no pisarlos.
“Abajo en el frente!”
“Sal del medio, vampiro,” dijo Margot, tirando un manojo de palomitas en su dirección. “Muévete.”
Los saludó de buen talante, luego desapareció por la puerta.
“A dónde tenía que regresar?” le pregunté a Lindsey.
“Hmm?” ausentemente preguntó, mirada sobre la televisión.
“Malik. Él dijo que debía regresar. A qué tenía que regresar?”
“Oh,” dijo Lindsey. “Con su esposa. Ella vive aquí con él. Tienen una suite en tu piso.”
Parpadeé. “Malik está casado?” No era la parte de Malik la que me sorprendía, sino la de ‘casado’. Que un vampiro estuviera casado parecía un tanto extraño. Me refiero, por lo que había visto hasta el momento, el estilo de vida vampiro era comparable a la vida en los dormitorios estudiantiles. Vivir en una aspirante a fraternidad vampira no parecía conducir a una relación a largo plazo.
“Él siempre ha estado casado,” dijo Lindsey. “Fueron convertidos juntos.” Me echó un vistazo. “Vives pasando el pasillo de ellos. No es de buen vecino no pasar a saludar.”
“No soy en verdad una buena vecina,” admití, reconociendo que Malik era el único otro vampiro que conocía que tenía una habitación en el segundo piso. (cortado)
Lindsey resopló. “Qué somos, estudiantes del segundo año? La fiestas son excusas para emborracharse y besuquearse con gente que apenas conoces.” Lentamente ella bajó su mirada hacia la parte trasera de la cabeza de Connor y sonrió lascivamente. “Por otro lado….”
“Por otro lado, romperías el corazón de Luc. Tal vez, saltémonos las fiestas de momento.”
“Eres tan mamá.”
Resoplé. “Puedo castigarte?”
“Poco probable”, dijo, extrayendo la palabra. “Ahora cállate y mira a los pícaros seres humanos.”


Me quedé hasta que el programa hubo acabado, hasta que la pizza se terminó, hasta que los vampiros en el piso se pararon, estiraron y se despidieron. Estaba contenta de haber echo la excursión, contenta de haber sido capaz de pasar tiempo en compañía de vampiros de Cadogan diferentes del Maestro de trescientos noventa y cuatro años. Me había perdido de mucho de la socialización universitaria, más enfocada en leer y estudiar de lo que fuera probablemente saludable, siempre asumiendo que habría tiempo para hacer amigos luego. Y luego la graduación llegó, y no conocía a mis compañeros de clase tanto como podría haberlo hecho. Tenía la oportunidad de hacer eso nuevamente ahora – de invertir en la gente a mi alrededor en lugar de perderme a mí misma en los detalles intelectuales.
Giré a la esquina para encaminarme a las escaleras, tan perdida en mis pensamientos que casi olvido que también Ethan, era un residente del tercer piso.
Pero allí estaba él.
Él estaba en pie en la puerta del apartamento que alguna vez había sido el de Amber – su antigua consorte y la mujer que lo había traicionado por Celina. Elevó su mirada al tiempo que me acercaba, pero dos fornidos hombres llevando una considerable carcaza de cajonera se interpusieron entre nosotros y rompieron el contacto visual.
“Un par más de cargas,” uno le dijo a Ethan en un profundo acento de Chicago al tiempo que cojeaba por el pasillo. “Luego habremos terminado.”
“Gracias,” respondió él, medio girándose para observarlos luchar bajo el peso del mueble.
Me pregunté por los arreglos. Los vampiros se podrían haber manejado con la mayor parte de forma mucho más sencilla que los humanos, y no habría requerido de la supervisión de Ethan a las cinco en punto de la mañana. Humanos o no, Ethan no lucía entusiasmado de estar supervisándolos, y así mismo me pregunté por qué no habría dejado a Helen coordinar.
Tal vez, me dí cuenta, él necesitaba esto. Tal vez esta era su catarsis, su oportunidad de limpiar el cuarto, de despejar el aire, y prepararse para un cambio de las lujuriosas guardias.
Quería decir algo, reconocer el dolor que probablemente sintiera, pero no tenía idea de cómo decirlo, cómo formar las palabras que él no hallara insultantes. Palabras que él hallaba demasiado emotivas. Demasiado sentimentales. Demasiado humanas. Atraje su mirada nuevamente, la resignación a regañadientes en ella, antes que mirara a otro lado y se deslizara nuevamente dentro de la habitación.
Me quedé parada allí por un momento, luchando entre seguirlo y ofrecerle consuelo, y el dejarlo ir, dándole el mismo silencio que él me había dado, asumiendo que ese silencio era lo que necesitaba. Me impulsé hacia las escaleras, decisión tomada, y me tiré de cabeza a la cama justo antes de que los ‘optimistas dedos del amanecer’ de Homero comenzaran a aparecer. Era un poco menos optimista, pensé, cuando el amanecer podría asarte en cenizas.



Traducido por Diana (1º parte) y Chloe (resto). Corregido por Chloe :)

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