Friday Night Bites / Capítulo 12

CAPITULO DOCE: EL PROFUNDO, OSCURO (72% COCOA) SECRETO DE MERIT

Era casi la medianoche cuando llegué a Wicker Park, pero tuve suerte de encontrar una tienda en la esquina con su cartel de neón de ABIERTO aún resplandeciendo en la ventana. Tomé una botella de vino y una torta de chocolate, mi contribución repleta de calorías para la fiesta de ‘no-yéndose-tan-lejos’ de Mallory.
En mi camino hacia el norte, intenté quitarme de encima la tensión del trabajo. No es que fuese la primer chica en tener problemas con el jefe, pero cuántos jefes eran vampiros de cuatrocientos años o hechiceros que saben blandir una espada? No ayudaba que el mismísimo hechicero esgrimista de espadas fuese uno de los cuatro en la fiesta de Mal.
Una vez en el barrio, opté por dejar mi espada en el auto. Dado que estaba fuera de servicio y fuera del terreno de la Casa Cadogan, era poco probable que la necesitara y, más importante aún, el acto se sentía como una pequeña rebelión. Una rebelión que necesitaba.
Mal abrió la puerta tan pronto subí los escalones. “Hola cariño,” dijo. “Mal día en la oficina?”
Puse en alto el licor y el chocolate.
“Tomaré eso como un sí,” dijo, manteniendo abierta la puerta para mí. (cortado)
“Chocolate y alcohol,” ella dijo. “Sí que sabes cómo enamorar a una chica. Por cierto, tienes correo.” Movió la cabeza hacia la mesada, luego se dirigió a la cocina.
“Gracias,” murmuré tras ella, recogiendo la pila. Aparentemente la oficina postal no se había puesto al día con mi cambio de dirección. Puse a un lado las revistas, catálogos interesantes y las cuentas, y deseché las ofertas de tarjetas de crédito dirigidas a ‘Merit, Vampiro’ en el montón para triturar. Había también una invitación a una boda proveniente de un primo y, al final de la pila, un pequeño sobre carmesí.
Lo dí vuelta. El sobre estaba en blanco excepto por mi nombre y mi dirección, ambos escritos en una elegante caligrafía blanca. Deslicé los dedos por debajo de la solapa y hallé una gruesa tarjeta color crema metida dentro. La saqué. Contenía una única frase en la misma caligrafía, esta ves, en tinta color rojo sangre.

USTED ESTÁ INVITADA.

Eso era todo. Ningún evento, ni fecha, ni hora, y el reverso estaba completamente en blanco. La tarjeta no contenía nada más que la frase, a medio invitar, como si el escritor se hubiese olvidado, exactamente, a qué fiesta ella me estaba invitando.
“Raro,” murmuré. Pero la gente con la que mis padres solían juntarse podían ser algo frívolas; tal vez quien imprimía estaba apurado, y no pudo terminar la pila. Cual fuere la razón, metí la invitación a medio acabar de regreso en el montón, dejé caer la pila de regreso sobre la mesa, y me dirigí hacia la cocina.
“Así que, mi jefe,” dije, “es medio como un cretino.”
“A cual jefe te refieres?,” Catcher estaba parado frente al horno, revolviendo algo en una cacerola. Miró hacia atrás hacia mí. “El vampiro cretino, o el hechicero cretino?”
“Oh, creo que el mote aplica bastante bien a cualquiera de los dos.” Tomé asiento en la isla de la cocina.
“No te tomes a Darth Sullivan personalmente,” Mallory dijo, retorciendo un sacacorchos en el vino como una avezada experta. “Y realmente no te tomes a Catcher personalmente. Él está lleno de pavadas.”
“Eso es encantador, Mallory,” dijo él.
Mallory me guiñó un ojo y llenó tres copas de vino. Brindamos, y tomé un sorbo. Nada mal para un hallazgo en una parada rápida de último minuto. “Qué hay en el menú para cenar?”
“Arroz, espárragos, salmón,” dijo Catcher, “y probablemente demasiada charla acerca de porquerías femeninas y vampiros.”
Apreciaba el humor relajado. Si él podía dejar nuestros asuntos en el Cuarto de Lucha de la Casa Cadogan, también podría yo. “Estás conciente de que estás saliendo con una chica femenina, verdad?” pregunté. Puede que Mal amara el fútbol y el ocultismo, pero era completamente una chica súper femenina, desde el cabello azul hasta sus patentes cueros.
Mal rodó sus ojos. “Nuestro Sr. Bell está en negación acerca de ciertos asuntos.”
“Es loción, Mallory, por el amor de Dios.” Catcher utilizó una larga espátula plana y la punta de sus dedos para voltear el salmón en su sartén.
“Loción?” pregunté, cruzándome de piernas en el taburete de la isla de la cocina y preparándome para un poco de buen drama. Siempre podía apreciar ser la audiencia de una disputa doméstica que no tenía nada que ver conmigo.. y Dios sabe que Mal y Catcher eran una fuente constante – había sido capaz de renunciar a TMZ por completo, mi necesidad de chismes saciada por las disputas Carmichael-Bell.
“Ella tiene, como, catorce tipos de lociones.” Tuvo problemas para soltar las palabras, su asombro y disgusto al montón de humectantes de Mallory, aparentemente, así de intensa.
Mallory agitó su copa hacia mí. “Dile.”
“Humectantes femeninos,” le recordé. “Diferentes lociones para diferentes partes del cuerpo, diferentes esencias para diferentes ocasiones.”
“Consistencia diferencial para distintas estaciones,” Mallory añadió. “Es bastante complicado en realidad.”
Catcher tiró una tablilla de espárragos prolijamente cortados dentro de una olla a presión. “Es loción. Estoy bastante seguro que la ciencia ha avanzado hasta el punto de que puedas comprar una sola botella que se encargue de todo eso.”
“Te estás perdiendo el punto,” dije.
“Él se está perdiendo el punto,” Mallory repitió. “Estás completamente perdiendo el punto.”
Catcher resopló y se volvió para enfrentarnos, sus brazos cruzados sobre una camiseta de Marquette. “Ustedes dos estarían de acuerdo en que el mundo es plano si eso significara que podrían conspirar en mi contra.”
Mallory movió su cabeza. “Cierto. Eso es verdad.”
Asentí y le sonreí a Catcher. “Eso es lo que nos hace asombrosas. Una fuerza de la naturaleza.”
“Qué está mal con esta conversación?,” Catcher dijo, apuntando a Mallory al tiempo que caminaba hacia ella, y luego moviendo sus dedos entre sus cuerpos, “es que nosotros estamos saliendo. Se supone que estás de mi lado.”
Mallory se echó a reír, justo a tiempo para que Catcher la alcanzara y atrapara su copa de vino antes de que el Cabernet se derramara sobre el borde. “Catch, eres un chico. Te he conocido por como una semana.” Dos meses en realidad, pero quién lleva la cuenta? “Conozco a Merit hace años. Quiero decir, el sexo es fantástico y todo, pero ella es mi mejor amiga.”
Por primera vez desde que conozco a Catcher, él quedó sin habla. Oh, farfulló un poquito, tratando de sacar algo, pero el pronunciamiento de Mallory lo detuvo en seco. Me miró en busca de ayuda. Si no me hubiera hecho gracia, la desesperación en su mirada me hubiese conmovido.
“Tú eres el que se ha mudado a vivir aquí, Campeón,” dije encogiendo los hombros. “Ella tiene razón. Tal vez, la próxima debas hacer un poquito de ese famoso trabajo de investigación Bell antes de anotarte para el viaje completo.”
“Ustedes dos son imposibles,” dijo, pero enrolló su brazo libre alrededor de la cintura de Mallory y presionó sus labios contra su frente. Justo mientras era visitada por una punzada de celos que tensaba mi estómago, oí la puerta de un coche cerrarse afuera.
“Morgan está aquí,” dije, descruzando mis piernas y saltando fuera de mi banqueta. Miré de regreso a aquellos dos y junté mis manos. “Por favor, por el amor de Dios, tengan la ropa puesta cuando regrese.”
Alisé mi cabello mientras caminaba por el pasillo, luego abrí la puerta del frente. Él había estacionado una SUV frente a la casa de piedra caliza.
Corrección, pensé mientras Morgan salía del lado del pasajero – el chofer de Morgan aparcó la SUV. Supongo que Morgan prefería ser traído por estos días.
Di un paso afuera, manos sobre mis caderas mientras esperaba por él en el pórtico. Se dirigió hacia la casa, vestido en jeans y un par de camisetas superpuestas, una sonrisa descaradamente feliz en su rostro, una funda de papel con flores en su mano.
“Hola, Maestro más reciente de Chicago.”
Morgan sacudió su cabeza, sonriendo. “Vengo en paz,” dijo, y subió las escaleras. Se quedó en pie sobre el escalón debajo del mío, lo cual nos puso casi al mismo nivel. “Hola, hermosa.”
Le sonreí.
“En aras de la distensión entre nuestras Casas,” él dijo, inclinándose y bajando su voz hasta un susurro, “y para celebrar este histórico encuentro de vampiros, voy a besarte.”
“Es justo.”
Lo hizo. Sus labios suaves y frescos contra los míos, la longitud de su cuerpo caliente mientras se presionaba contra mí. El beso era dulce y muy, muy hambriento. Él daba pequeños mordiscos a mis labios, susurrando mi nombre mientras lo hacía, insinuando la profundidad de su deseo. Pero antes de que fuéramos más allá de lo que el decoro habría permitido, dado que estábamos en pie sobre el pórtico a plena vista en la calle, se retiró.
“Te ves,” sacudió su cabeza como en sobrecogimiento, “excepcional.”
“Gracias. Tú no te ves nada mal tampoco. Quiero decir, eres un vampiro, pero eso no es realmente tu culpa.”
Morgan chasqueó su lengua y se inclinó alrededor mío, mirando a través de la puerta abierta. “Deberías haberme concedido el Condescendiente Agradecimiento que me merezco. Es eso salmón?”
Me gustaba que el amor por la comida del chico fuera casi tan grande como el mío. “Eso es lo que escuché.”
“Genial. Entremos.”



Lo más lejos que llegamos fue el pasillo antes que él me detuviera, antes que me que me pusiera contra una de las pocas partes de la pared que no estaba cubierta en fotos de la familia Carmichael. Luego metió su dedo índice dentro del cinturón de mis pantalones y tiró de mí más cerca.
Se inclinó, con aroma a una resplandeciente colonia de hierbas. Era medio como un aroma extraño sobre un morador de las noches, un vampiro.
“En verdad no tuve oportunidad de decir hola y buenas noches apropiadamente,” murmuró.
“Creo que estabas alistándote para el salmón.”
Su voz era apenas audible, un sensual susurro de sonido. “Exacto. Me distraje, y realmente no creo que haya dado lo mejor de mí.”
“En ese caso….” Fue todo lo que salió antes que sus labios hallaran los míos. Este beso era tan fervoroso como el último había sido, su boca hambrienta y urgente, su lengua tentadora y demandante. Sus manos se deslizaron alrededor de mi espalda, envolviéndome en sus brazos y en su primaveral esencia. Suspiró al contacto.
“Hey, acaso alguna vez Morgan – Oh, Dios mío.”
La cabeza de Morgan se elevó, y ambos miramos para encontrar a Mallory justo fuera de la puerta de la cocina, una mano sobre sus ojos. Ella saludó.
“Eh, hola, Morgan. Hola. Oh, Dios, lo siento,” ella farfulló, y (cortado)
Sonreí felizmente. “Y ahora ella sabe cómo se siente.”
“Excepto que nosotros estábamos en realidad vestidos,” Morgan señaló, luego me miró nuevamente con una sonrisa cómplice. “Pero podríamos remediar eso muy sencillamente.”
“Seeh, desnudarnos para enseñarle a Mallory una lección no está realmente alto en mi lista de prioridades.”
Soltó una estruendosa carcajada, inclinándose hacia atrás con la fuerza de la misma, nuestros cuerpos aún presionados juntos en las caderas, luego me sonrió, con ojos relucientes y una amplia sonrisa. “Te extrañé, Mer.”
No pude evitarlo - mi sonrisa vaciló, y me odié a mí misma por ello. Odiaba que no pudiese retornar esa descuidada, jocosa sonrisa. Odiaba que no pudiese – o tal vez no pudiese aún? – sentir esa misma chispa que encendía los ojos de Morgan. Me pregunté si podría crecer, con el tiempo y la cercanía. Me preguntaba si estaba siendo demasiado dura conmigo misma, esperando demasiado que pudiese enamorarme de alguien luego de unas pocas semanas. Tal vez necesitaba más tiempo. Tal vez estaba lo estaba sobre-analizando mucho.
La sonrisa de Morgan decayó un poco sobre los bordes. “Todo bien?”
“Seeh, yo sólo….ha sido una noche realmente larga.” Eso era completamente cierto, así que sólo era una mentira por omisión.
“Si?” Colocó un mechón de cabello detrás de mi oreja. “Quieres hablar de ello?”
“Nah, vayamos por algo de comida y a burlarnos de Mallory y Catcher.”
Cerró sus ojos, una tensión en sus extremos. Lo había herido, al no contarle acerca de mi noche, al no compartir más de mí con él, y me abofeteé mentalmente a mí misma por eso. Pero cuando él abrió sus ojos, su expresión era de perdón, una esquina de su boca elevada en una sonrisa. “Vas a tener que ayudarme aquí, Merit. No puedo ser el único haciendo esto.”
Le di puntos por su honestidad, y por no decir que se lo debía a él el intentarlo, dado que Ethan no había hecho más que ordenar nuestro cortejo. Medio le sonreí en respuesta, simultáneamente sintiendo una sensación de alivio, de que al menos el pusiera el asunto de la relación allí, y una corazonada, que yo iba a ser quien llevara la relación al tacho entre nosotros.
“Lo sé,” dije. “Lo sé. Realmente soy tan buena en las relaciones como siendo un vampiro. Soy una chica algo lista pero sorprendentemente inepta.” Esa fue toda la verdad.
Morgan rió completamente, luego colocó un beso sobre mi frente. “Vamos, genio. Vayamos a comer.”



La cena estaba lista para el momento que entramos en la cocina, nuestros dedos entrelazados mientras caminábamos. Morgan deslizó su mano fuera y presentó su paquete de tulipanes blancos de puntas coloradas a Mallory. “Gracias por recibirme.”
“Oh, estas son hermosas.” Ella lo envolvió en un abrazo que él parecía no haber esperado, pero satisfecho de haberlo recibido. “Y eres bienvenido. Estamos contentos de que pudieras venir.”
Mallory le dio una resplandeciente sonrisa, y me dio una aprobación encubierta, luego se puso a buscar un recipiente para las flores mientras Morgan y Catcher decían sus varoniles ‘holas’ – consistentes en un simbólico movimiento de cabeza de Catcher (del tipo ‘estás en mi guarida ahora’) y un asentimiento con la cabeza en respuesta de Morgan (de la variedad ‘tú eres claramente el rey de este castillo’).
Con un recipiente en una mano, y las flores en la otra, Mallory se detuvo en el umbral de la cocina. “Merit, necesitas sangre?”
Ni siquiera necesitaba pensar en ello. A pesar de que no había tenido una racha de abrumadora sed de sangre desde mi primera semana como vampiro – el Primer Apetito que me había llevado a casi plantar mis colmillos en el cuello de Ethan, y una segunda racha de bebida despertada por una desagradable discusión con mi padre – no iba por la pinta recomendada por el Cannon cualquier otro día. Los vampiros éramos difícilmente los monstruos que nos habían hecho en los cuentos de hada y programas de televisión. Apenas éramos diferentes de los humanos, excepto pero por una mutación genética, los colmillos, el plateado de los ojos, y una periódica inclinación hacia la sangre.
Qué? Dije apenas diferentes.
“Sí, necesito sangre,” le dije, malhumorada como a una adolescente a la cual se le recuerda que tome sus vitaminas, y arrebaté una bolsa de Blood4You (SangreParaTi) grupo A, del refrigerador. Pese a que Mallory, como actual ex – ejecutiva de comerciales, encuentra el nombre vergonzosamente inmaduro, aprecia el no ser mi almuerzo.
Miré hacia atrás a Morgan, agité la bolsa hacia él. “Tienes hambre?”
Él se movió más cerca de mí, su mirada sorpresivamente posesiva, brazos cruzados sobre su pecho, y se inclinó. “Te das cuenta de que estaríamos compartiendo sangre?”
“Es eso un problema?”
Frunció sus cejas en confusión. “No, no, es sólo que…..”
Se detuvo, y parpadeé. Me había perdido de algo? Traté de retroceder mentalmente a través del capítulo tres del Cannon (‘Bébeme’), el cual discutía algunas de las reglas de etiqueta de la bebida en vampiros. Los vampiros podían beber directamente de humanos u otros vampiros, y yo había atestiguado de primera mano la sensualidad de ello cuando Amber había sido el brebaje de elección de Ethan. Pero la intimidad de beber sangre preenvasada frente a una audiencia escapaba de mí. Había visto a Ethan hacerlo justo el otro día.
Por otro lado, Morgan era un vampiro de Navarro, prohibido de beber sangre directamente de humanos. El Cannon no abarcaba las emociones de ello, pero tal vez incluso el beber de plástico asumía una importancia mayor cuando era la única forma en la que podías compartir el acto.
“Es eso un problema?” le pregunté.
Debe de haber reconocido mi ignorancia, ya que finalmente sonrió (cortado)
Había una bolsa de B en el refrigerador, y concluí que su paladar era más sensible que el mío si él podía saborear la diferencia en las cualidades de los coagulantes de una bolsa de sangre. Estaba por alcanzar los dos vasos cuando me dí cuenta que, además de las aparentes diferencias filosóficas, puede que él también la ingiriera en forma diferente.
Con mi mano sobre la puerta abierta del armario, me volteé hacia él. “Cómo la tomas?”
“Simplemente viértela en un vaso.” Frunció el ceño, y se rascó de manera ausente la frente. “Sabes, tal vez necesitemos tener alguna clase de fiesta. Conseguir tener a los vampiros de Cadogan y Navarro juntos, hacer que hablen. Parece que hay mucho que no conocemos el uno del otro.”
“Justamente estaba pensando eso el otro día, en verdad,” dije, pensando que Ethan estaría encantado ante la oportunidad de construir una relación, y una potencial alianza, con la gente de Navarro.
Bajé los vasos con panqueques estampados del armario y abrí las válvulas de plástico en el extremo de las bolsas, llenando un vaso para cada uno. Le entregué uno a Morgan, y tomé un sorbo del mío.
Morgan bebió de su vaso, sus ojos sobre mí mientras tomaba. Sus ojos no se platearon, pero su seductora mirada predadora dejaba muy poca duda acerca de su línea de pensamiento. Drenó el vaso sin siquiera tomar un respiro, su pecho jadeando cuando finalmente lo terminó.
Y entonces, con la punta de su lengua, tomó una única gota que había quedado sobre su labio superior.
“Gané,” dijo muy suavemente.
Requirió de la voz de Mallory para quitar mi mirada de su boca. “Muy bien, chicos,” dijo desde el comedor, “creo que estamos listos.”
Tomé el trago final de mi vaso, puse nuestros vasos dentro del fregadero, y acompañé a Morgan al comedor. Su (cortado)
Catcher y Mallory ya estaban sentados a los lados de la mesa. Tomamos las dos sillas restantes, luego Morgan cogió su copa de vino y la levantó hacia ellos. “Por los buenos amigos,” dijo.
“Por los vampiros,” Mallory dijo, chocando su copa contra la mía.
“No,” dijo Catcher. “Por Chicago.”



La cena estuvo fantástica. Buena comida, buena charla, buena compañía. Catcher y Mallory eran entretenidos, como siempre, y Morgan encantador, escuchando atentamente las historias de Mallory acerca de mis travesuras.
Por supuesto, dado que había sido una estudiante graduada durante todo el tiempo que la conocí, no había tantas travesuras que reportar. Había, sin embargo, numerosas historias acerca de mí como una nerd, incluyendo la historia que ella denominó mi etapa ‘Julliard ’.
“Ella había estado en medio de alguna clase de obsesión musical,” Mallory comenzó, me sonrió. Retiró su plato y se cruzó de piernas sobre su silla, claramente preparándose para un largo cuento. Pre-corté lo último de mi salmón en pequeños trocitos, lista para intervenir si las cosas se tornaban peligrosas.
“Ella había rentado, casi, cada musical en DVD que encontraba, desde ‘Chicago’ hasta ‘Oklahoma’. La chica nunca se cansaba del canto y el baile.”
Morgan se inclinó hacia delante. “Acaso ella vio ‘Newsies ’? Dime que miró Newsies.”
Mallory frunció sus labios para reprimir una risa, luego mantuvo en alto dos dedos. “Dos veces.”
“Continúa,” dijo Morgan mirándome de reojo. “Estoy fascinado.”
Bueno, Mallory dijo, levantando una mano para meter su cabello azul tras la oreja, “sabes que Merit solía bailar – ballet – pero eventualmente entró en razón. Y por cierto, no sé en qué tipo de porquerías extrañas estén metidos los vampiros, pero si es posible en lo absoluto, mantente alejado de sus pies.”
“Mallory Carmichael!” mis mejillas se calentaron con el rubor que estoy segura era de un rojo carmesí.
“Qué?” preguntó ella con un indiferente encogimiento de hombros. “Bailaste en zapatillas de punta. Suele suceder.”
Puse un codo sobre la mesa, la frente en mi mano. Esto, apuesto, es lo que hubiera sido mi vida si hubiera tenido a mi hermana Charlotte y hubiésemos sido cercanas – la clase de humillación íntima que sólo los parientes podían proveer. Para bien o para mal y, a voluntad divina, en la salud y en la enfermedad, Mallory era una hermana.
Una mano acarició mi espalda. Morgan se inclinó, y susurró en mi oído, “está bien, nena. Aún me gustas.”
Le dí una mirada irónica. “Ese sentimiento no es mutuo en este instante.”
“Mmm-hmmm,” dijo, luego se giró de nuevo a Mallory. “Así que nuestra ex bailarina estaba enganchada con los musicales.”
“No tanto con los musicales, sino con el estilo.” Mallory me miró, me hizo una cara de disculpa.
La descarté con la mano. “simplemente sácalo.”
“Ten en cuenta, ella fue a la Universidad de NY, luego a Stanford, luego aterriza nuevamente en Chicago. Y nuestra Merit ama la Gran Manzana. La Ciudad de Los Vientos es un poco más similar al modo de vida de NY que California, pero estás lejos de tener una barranca en la Villa. Pero Mer decide compensarlo. Con ropa. De modo que aquel invierno, ella comienza vistiendo leggings, grandes suéteres abultados, y siempre una pañoleta. Ella nunca deja la casa sin algún tipo de pañoleta” – Mallory revolea sus brazos en el aire – “envuelta toda a su alrededor. Ella tenía (cortado)
“Había una boina.”
Ambos soltaron un quejido, se sentaron nuevamente. “Cómo pudiste?” Morgan preguntó con una mueca de horror que fue desmentida por la risa que amenazaba con escapar de él. “Una boina, Merit? En serio?”
“Nunca más me joderás de nuevo,” dijo Catcher. “Me perteneces ahora. Tu trasero me pertenece.”
Arranqué un bocado de salmón, mascándolo con cuidadosa deliberación, luego agité el tenedor hacia ellos. “Todos ustedes están en mi lista para ser jodidos. Todos ustedes.”
Morgan suspiró feliz, vaciando lo último de su copa de vino. “Esto es bueno,” dijo. “Esto es realmente útil. Qué mas necesito saber?”
“Oh. Ella tiene toneladas de secretos,” Mallory le confió con una sonrisa hacia mí. “Y yo los conozco todos.”
Morgan, con un brazo colgando del respaldo del asiento, hizo señas con su mano libre. “Vamos. Déjalos seguir saliendo.”
“Mallory,” le advertí, pero ella sólo rió.
“Bueno, veamos. Apuesto que no le contaste acerca de tu cajón secreto en la cocina. Deberías limpiar eso mientras estás aquí.”
Morgan se sentó derecho y echó un vistazo tras él a la puerta de la cocina. “Cajón secreto de la cocina?” luego me miró de regreso, me movió sus cejas.
Mi respuesta fue rápida y enérgica. “No.”
Deslizó para atrás su silla.
“Morgan, no.”
Él estaba a mitad de camino hacia la cocina cuando me salí de mi silla, (cortado)
Para el momento que llegué a la cocina, él estaba abriendo los cajones a la derecha y a la izquierda. Salté sobre su espalda, y envolví mis brazos alrededor de sus hombros. “Ella estaba bromeando, lo juro!”
Esperé que él me tirara, pero se rió, tiró de mis piernas alrededor de su cintura, y siguió buscando.
“Merit, Merit, Merit. Eres muy callada. Tantos secretos...”
“Ella estaba bromeando, Morgan.” En un intento desesperado por mantener mi cajón secreto, bueno, en secreto, besé la curva superior de su oreja. Hizo una pausa y ladeó su cabeza para brindarme un mejor acceso. Pero luego de que pusiera mi barbilla en la parte superior de su cabeza y dijera, “gracias,” comenzó a buscar nuevamente.
“Hey!, pensé que ibas a detenerte!”
“Entonces, eres ingenua.” Abrió otro cajón, se congeló. “Santa Mierda!”
Suspiré y me deslicé fuera de su espalda. “Puedo explicar esto.”
Sacó el cajón – un largo, plano, compartimento, destinado a guardar la platería – tanto como lo permitía, y se quedó mirando fijamente dentro del mismo. Se quedó sin aliento, boquiabierto ante el contenido frete a él antes de girar su cabeza para mirarme. “Algo que quieras decir?”
Me mordí el labio. “Mis padres no me dejaban comer dulces?”
Morgan metió la mano y agarró un manojo del contenido del cajón – barritas de chocolate Sudamericano, bolsas de cerezas secas recubiertas de chocolate, pastillas de chocolate, botones de chocolate, estrellas de chocolate, chupetines de chocolate, conchas de chocolate, galletas en forma de árboles navideños de jengibre cubiertas de chocolate, Twinkies recubiertos de chocolate blanco, caramelos de chocolate, cacao proveniente de un pequeño chocolatero y una barra de Toblerone de un pie de largo. Él me miró, trató de no reírse, y, por todo ese esfuerzo, hizo un estrangulado sonido a modo de hipo. “Y entonces estás compensando por ello?”
Me crucé de brazos. “Tienes algún problema con mi reserva secreta?”
Hizo ese sonido nuevamente. “No?”
“Deja de reírte de mí,” le ordené, pero estaba sonriendo cuando lo dije. Morgan redepositó su manojo de chocolate, cerró el cajón, tomó mis caderas, y acomodó mi cuerpo entre el suyo y la isla de la cocina.
Miró hacia abajo, hacia mí, con una expresión de fingida seriedad. “No me estoy riendo de ti, Mer. Divirtiéndome, tal vez, pero no riendo.”
“Ja!” le dí una mirada venenosa que hasta yo sabía era poco convincente.
“Em, no para ponernos personales, pero ví ese postre que trajiste. Estabas planeando en compartir eso, o era sólo tu porción?”
“JA!,” repetí.
“Es algo bueno que no seas una obsesiva. Oh, espera,” dijo secamente, “Sí lo eres.”
“A algunas personas les agrada el vino. A algunos, los autos. A algunos,” dije, tirando del dobladillo de su indudable camiseta de diseñador, “les gusta la ropa increíblemente costosa. A mí me gusta el chocolate.”
“Seeh, Mer. Puedo ver eso. Pero la verdadera pregunta es, aplicas esa pasión a otras áreas de tu vida?”
“No tengo idea de qué me estás hablando.”
“Mentirosa,” dijo, cerrando sus ojos y bajando sus labios a los míos. Nuestros labios apenas se habían tocado cuando el silencio se rompió.
“Podrías por favor dejar de manosear a mi Centinela?”



Traducido por Chloe♥

Anónimo –   – (4 de noviembre de 2009, 10:09)  

ola! me ha encantadoo este capituloo estaa genialisimoo!! jajaj k pilladaa!! nu xk ese sera ethan!! jaja me encanto seguire esperando el siguientee

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