Friday Night Bites / Capítulo 11

CAPÍTULO ONCE

EN EL CUAL NUESTRA HEROÍNA ES ENVÍADA A LA OFICINA DEL DIRECTOR

Me desperté para comenzar, sentándome derecha en la cama. El sol se había finalmente ocultado, permitiéndome unas pocas horas de conocimiento que se me habían permitido cada día durante mi primer verano como vampiro. Me pregunté si la vida iría a ser diferente en el invierno, cuando teníamos horas y horas de oscuridad para disfrutar.

Por otra parte también teníamos el efecto de nieve en el lago para disfrutar. Eso iba a causar mucho frío, horas oscuras. Hice una nota mental para encontrar un lugar templado en la biblioteca.

Me levanté, bañé, até mi cabello, y me puse el conjunto de entrenamiento que había sido ordenada a usar hoy. Aunque no estaba oficialmente en hora y tenía la fiesta ‘no yéndose tan lejos’ de Mallory y una siguiente cita con Morgan, los guardias de Cadogan y yo teníamos programado un entrenamiento en grupo para que podamos aprender a ser mejores, o al menos violentos vampiros más eficientes.

El uniforme de entrenamiento oficial era un top deportivo medio-torso negro con tirantes entrecruzados y pantalones ajustados a la cadera del tipo de los de yoga que llegan hasta la pantorrilla. Ambos, por supuesto, en negro, excepto por la estilizada C en plata en la parte superior izquierda del top.

No sería un conjunto terriblemente interesante, pero cubría mucho más piel que el traje que Catcher me había forzado a usar durante sus sesiones de entrenamiento; los jugadores de voleibol en la arena tienen que usar más ropa.

Me metí en chancletas(ojotas, sandalias chatas e informales) para ir a la planta baja, agarré mi espada, y cerré la puerta detrás de mí antes de hacer mi camino hasta el segundo piso y luego hasta las escaleras principales, para luego subir al tercero.

La puerta de Lindsey estaba abierta, su habitación tan estridente como había estado dos días atrás, ahora un episodio de South Park sonando a todo volumen desde la pequeña televisión.

“Cómo puedes dormir aquí?” Le pregunté.

Lindsey, en el mismo traje que yo, su cabello rubio en una baja cola de caballo, sentada en el borde de su cama mientras se ponía sus zapatillas. “Cuando sos forzada a la inconciencia por la salida del sol, como que eso se ocupa del problema.”

“Buen punto.”

“Cómo estuvo tu cita con Ethan anoche?”

Debería haber sabido lo que venía. “No fue una cita.”

“Lo que sea. Estas caliente para el maestro.”

“Estuvimos en la biblioteca.”

“Oh, sexo en las estanterías. Tendría que haber adivinado que eras de las que tienen ese tipo de fantasías, escuela de postgrado y todo.” Sus pies calzados con zapatillas de correr que habían visto muchos, muchos mejores días, saltó de la cama y me sonrió.
“Vayamos a aprender algo.”
En la planta baja en el Salón de Operaciones, Lindsey y yo echamos un vistazo a nuestros archivos (vacíos) antes de dirigirnos a la gigantesca habitación en el final del pasillo. Este era el Salón de Entrenamiento-el lugar donde reté a Ethan durante mi primer viaje a la Casa Cadogan. Tenía un techo alto y estaba cubierta de esteras de lucha y un arsenal de armas antiguas. La habitación también estaba rodeada por un balcón, dando a los observadores una visión de primera mano de la acción de abajo.

Hoy, afortunadamente, el balcón estaba vació. El salón en cambio, (cortado)

Estaba detrás de Lindsey y casi me estampo contra ella cuando se detuvo repentinamente y dio un bajo silbido en dirección a Catcher. Me miró. “Hablando de ser caliente para profesor. Todavía está saliendo con Carmichael, cierto?”

“Demasiado.”

Murmuró una mala palabra que provocó una risita en Juliet y un bajo y posesivo gruñido de Luc. “Esa es una maldita pena.”

“Puedes al menos pretender ser profesional hoy?”

Lindsey se detuvo y miró hacia Luc. “Muéstrame profesionalidad, y yo te mostraré profesionalidad.”

Luc bufó, pero su expresión era de regocijo. “Dulzura, no sabrías lo que es la profesionalidad aunque te mordiera en el trasero.”

“Prefiero mis mordiscos en otros lugares.”

“Es eso una invitación?”

“Si solo fueras tan afortunado, vaquero.”

“Afortunado? Enredarte conmigo sería el día más afortunado de tu vida, Rubiecita.”

“Oh, por favor.” La palabra fue dicha con tanto sarcasmo que extendió el último par de sílabas.

Luc rodó sus ojos. “Muy bien, ya has tenido tu entretenimiento, ahora lleva ese trasero a la estera, si puedes prescindir de mi unos minutos.” Se alejó antes de que ella pudiera responder, moviéndose alrededor para reñir a otros guardias a sus posiciones.

En el borde de las esteras, mientras nos quitábamos nuestro calzado, le dí una mirada de costado. “La tortura no es amable.”

Hizo un asentimiento de reconocimiento, y sonrió en respuesta. “Cierto. Pero te aseguro que es divertido como el infierno.”

Cuando estuvimos descalzas, caminamos hasta las esteras e hicimos la posición seiza, manos izquierdas en los mangos de nuestras espadas, listas para escuchar.

Cuando estuvimos prontas, Luc se movió para colocarse al lado de Catcher, manos en sus caderas, y nos estudió.

“Señoritas y. . . señoritas,” Luc dijo, “ya que el acoso sexual ha comenzado, supongo que se han dado cuenta de que tenemos un invitado especial. En dos semanas, los estaremos evaluando en sus habilidades con la katana, el reconocimiento de las Katas, y la habilidad para ejecutar los movimientos.

En lugar de que se pateen los traseros entre ustedes, por más agradable que sería eso para mí, Catcher Bell”-inclinó su cabeza en dirección a Catcher-“un ex guardián de las Llaves, les mostrará como se hace. Como guardias de Cadogan, y bajo mi prometedora dirección, ustedes son, por supuesto, los mejores de los mejores, pero los haremos mejores aún.”

“Top Gun,” Le susurré a Lindsey. Habíamos comenzado a señalar referencias ubicuas de la cultura pop de Luc, habiendo decidido que era debido a que cortó sus colmillos en el lejano oeste, y que había estado fascinado por el cine y la televisión. Tu sabes, ya que vivir en una sociedad mágica realzada por los vampiros no exigiera suficiente disposición al suspenso y desconfianza.

“Él ya no es un miembro de la Orden,” Luc nos dijo, “sino un civil, por lo que no hay necesidad de saludarle.” Luc se rió de si mismo, aparentemente divertido por su chiste. Un par de guardias se rieron en efecto, pero la mayoría gimió.

Lindsey se inclinó. “Podrías llamarlo. Bonito trasero,” susurró, “pero no, original.”

Estaba orgullosa de que al menos Luc fuera punteado como un “bonito trasero.”

Catcher se adelantó un paso, y la gravedad de su mirada-la cual se detuvo consecuentemente en cada uno de nosotros-cortó inmediatamente el chiste.

“Pueden saltar,” el dijo, “pero no volar. Viven como (cortado)

Levantó su katana, y pestañeé cuando la hoja captó la luz y brilló. Se detuvo frente a Peter. “Pero ustedes pelean con honor. Pelean con acero.”

Tomó otro paso, y se detuvo frente a Juliet. “Son más fuertes.”

Otro paso, y estaba ante Lindsey. “Son más rápidos.”

Se detuvo frente a mí. “Son más de lo que eran.”

Se me puso la piel de gallina.

“Lección número uno,” dijo. “Este no es un juego de espada. Llámenlo así alrededor de mí y arriésguense a las consecuencias. Lección número dos. Han sido lo bastante afortunados que han tenido paz por casi un siglo, al menos entre las Casas, pero eso va a cambiar. Celina está fuera, Celina es narcisista, y Celina, tal vez ahora, tal vez después, causará daño si puede.” Catcher golpeó un dedo contra un lado de su cabeza.

“Ese es el modo en que opera.”

Bajó su katana, la sostuvo horizontalmente ante él. “Esta es su arma, el objeto de su seguridad, su vida. Esto no es un juguete, capiche?”

Asentimos colectivamente.

Catcher se dio vuelta, caminó hasta el otro borde de la estera, y agarró la funda para su katana. Enfundó la hoja, luego agarró dos espadas de madera para entrenar que igualaban en peso y forma a las katanas (bokken)-y volvió. Giró una espada en su mano, como si se estuviera ajustando a su peso. La segunda, la apuntó hacia mí. “Vamos, Solcito.”


Demonios, pensé, no estaba ansiosa de ser el centro de atención en la lección de Catcher con las espadas.

“La próxima vez que hagamos esto,” le dijo a la banda de guardias, quienes lucían demasiado ansiosos por verme luchar, “lo haremos con los ojos vendados. Sus sentidos son los suficientemente buenos incluso sin su aguda visión. Pero hoy”-Catcher cambió su cuerpo, un pie delante del otro, rodillas flexionadas, ambas manos alrededor del mango de su espada-“podrán usar sus ojos. En guardia,” ordenó, indicando que pudiera defender su ataque sin tener que levantarme y actuar sin mi desenvainada espada.

Imité su postura, dos longitudes de espada entre nosotros, con ellas levantadas sobre nuestras cabezas.

“Primera Kata,” dijo, antes de golpear por delante de mí. Mis músculos se tensaron debajo de la brisa de la madera cortante, pero él no me toco. Respondí con mi propio golpe descendente, mis movimientos suaves y fluidos. No era un Maestro, pero estaba lo suficientemente cómoda con las Katas, los cimientos de la lucha con las katanas. Era la misma idea que las posiciones básicas de ballet-aprendías los fundamentos, y los fundamentos te daban el conocimiento activo necesario para los más complicados movimientos.

Cuando habíamos completado la primera Kata, volvimos a nuestra posición del comienzo, luego trabajamos a través de las restantes seis. Él parecía generalmente complacido con mi trabajo, en un punto retrocediendo y haciéndome repetir las finales tres Katas contra un oponente invisible para chequear mi forma.
Era un profesor exigente, con comentarios sobre el ángulo de mi columna, la colocación de mis dedos alrededor del mango, si mi peso estaba apropiadamente distribuido. Cuando habíamos terminado, y después de que le hiciera comentarios al grupo, se volteó hacia mí.

“Ahora lucharemos,” dijo, cejas arqueadas en reto.

Mi estómago se hundió. Era lo suficientemente fácil desviar su atención de múltiples vampiros.

Dejé salir una respiración, y posicioné mi cuerpo otra vez, la espada ante mi. Meneé los dedos, ajustando su posición en la espada, tratando de evitar que mi corazón se acelerara por la anticipación de la siguiente batalla.

No. Corrección: batallas.

Entre Catcher y yo, y entre ella y yo. La vampiro en mi interior.

“Preparados. Listos. Lucha,” Catcher dijo, y atacó.

Vino hacia mí con sus brazos levantados, y trajo la katana hacia abajo en un limpio, derecho golpe.

Me aparté del camino, trayendo mi propia espada horizontal y ondeándola alrededor en un movimiento que hubiera abierto su vientre. Pero para un humano, Catcher era rápido, sin mencionar lo ágil. Golpeó a través del aire, su cuerpo en un ángulo que evitaba el golpe de mi espada. Estaba tan impresionada con el movimiento-lucía como uno que hubiera hecho Gene Kelly, era su marca de desafiar la gravedad-que dejé caer mi guardia.

En ese instante, él me agarró.
Catcher llevó a cabo el giro, un giro de 360ª y llevó su propia espada, la inercia de su cuerpo detrás de él, a través de mi brazo izquierdo.

El dolor explotó. Solté una maldición y cerré mis ojos contra él.

“Nunca bajes la guardia,” Catcher advirtió como disculpa. Levanté la vista y lo encontré nuevamente en la posición del comienzo, espada levantada. “Y nunca apartes los ojos del agresor.” Inclinó su cabeza hacia mí. “Sanarás, y probablemente obtengas mayores heridas que eso cuando esté todo dicho y hecho. Empecemos de nuevo.”

Murmuré una maldición sobre “mi agresor” pero levanté mi espada. Mis bíceps palpitaban, pero yo era un vampiro; sanaría. Era parte de nuestra cosa genética.

Él no sería un vampiro, pero era bueno. Yo era rápida y fuerte, pero no tenía ni su maña natural ni su experiencia en luchar. También estaba herida. Y estaba tratando, tan fuerte como podía, de pelear sin pelear. De apisonar el flujo de adrenalina y la rabia que la traerían a ella a la superficie-en frente a una multitud de vampiros entrenados para combatir. Y perder una medio-formada vampiro en el mundo, y frente a una audiencia, no sería una buena cosa.

Pero era una dura línea para caminar.

Como una vampiro novata, y una ex-estudiante graduado, todavía estaba reaccionando a cualquier cosa que Catcher me arrojaba: girar para salir del camino o rozar mi propia espada cuando él no podía bloquear en lugar de realizar mi propio plan de ataque. Se movía demasiado rápido para mí para que pudiera reaccionar de manera defensiva y a su vez tomar golpes ofensivos por cuenta propia, aunque lo trataba. Trataba de analizar sus movimientos, trataba de observar sus debilidades.

Cuanto más seguíamos luchando, más difícil se convertía el análisis.

Con cada giro de mi espada, cada golpe y cada corte, mis miembros se debilitaban y mi mente relajó, y comencé a luchar.

Desafortunadamente, al segundo que empecé realmente a luchar, a dejar a la adrenalina fluir y dejar que mi cuerpo bailara con la espada en mis manos, el vampiro en mi interior comenzó a gritar para ser liberada.

Mientras luchaba, la espada ante mí, ella se estiraba a través de mis miembros, y los me ojos latieron con fuerza por la sensación de ello, como un derrame templado a través de mis venas mientras ella se movía. La calidez era lo suficientemente divertida-era difícil entrar a un cuerpo vampírico-pero luego ella fue un paso demasiado lejos.

Sin advertencia, empujó demasiado y tomó el control, como si alguien más hubiera entrado en mi cuerpo. Observé los eventos que ocurrían ante mí, pero como si fuera ella quien moviera mis brazos, ese, era mi armamento.

Tenía poca paciencia para las maniobras de un humano. Cuando yo peleaba defensivamente, ella avanzaba, golpeando a Catcher y forzándolo a apartarse y a retroceder casi hasta el otro borde de la estera. Todo pasaba como si fuera una película para mí, como si estuviera sentada en un teatro en mi mente, mirando la pelea ocurrir.

Cuando mi espada rozó el lado de la cabeza de Catcher, milímetros del cráneo y del cuero cabelludo, el pensamiento de que podría haberlo herido, y gravemente, me empujó-empujó a Merit-nuevamente hacia la superficie. Solté un jadeo mientras apartaba un golpe, forzándola a retroceder nuevamente.

Cuando tragué el oxígeno lo miré, encontré algo inesperado en sus ojos. No reprobación.

Orgullo.

No había miedo de que casi le había dado un golpe en su cuello, ni rabia por haber ido demasiado lejos. En cambio, sus ojos brillaban con la emoción de un hombre en batalla.

Pensé que esa mirada era casi peor. La emocionaba, ese orgullo, ese entusiasmo en sus ojos.

Me aterrorizó. La había liberado momentáneamente, y casi le causé una conmoción cerebral a mi profesor de entrenamiento. La cuestión era bastante simple-la vampiro iba a mantenerse reprimida. Desafortunadamente, aunque la represión de la vampiro iba a reducir la chance de que Catcher perdiera un apéndice vital, también iba a disminuir mi habilidad de mantener su ritmo. Justo como Yeats predijo, las cosas comienzan a desmoronarse. Las partes de mi cerebro que habían estado concentradas en luchar y mantenerla a ella aprisionada también tenían que pensar cuan cerca había estado de tomar su sangre, de golpear al hombre que estaba tratando de prepararme para combatir.

Experto en la Segunda Llave o no, Catcher estaba agotado, utilizando el bokken en su efecto máximo. Pero todavía era un humano (o eso asumía), y yo era una vampiro. Tenía más resistencia. Pero lo que no tenía-cuando estaba luchando para mantenerme junta-era ninguna habilidad de batalla. Lo cual significaba que incluso si él estaba cansado, yo estaba poniéndome peor. Soporté sus críticas, humillada como estaba. Pero sus golpes eran más difíciles de soportar.

Dos veces giró en torno a su bokken en una especie de medio arco. Dos veces, me golpeé contra ésta. Una vez en mi brazo izquierdo-el cual todavía ardía por el último contacto-y una vez detrás de mis pantorrillas-un golpe que me puso de rodillas frente a mis colegas.

“Levántate,” Catcher dijo, haciendo señas con la punta de su espada. “Y esta vez, al menos trata de moverte fuera del camino?”

“Estoy intentando,” murmuré, levantándome de mis rodillas e incorporando mi cuerpo otra vez.

“Tu sabes,” Catcher dijo, realizando una serie de movimientos con su bokken provocando que retrocediera al lado opuesto de la estera. “Celina no te va a dar la chance de que calientes. No va retirar sus golpes. Y no va a esperar a que llames refuerzos.”

Dio media vuelta, luego llevó su espada alrededor en un movimiento ondeante como un lanzamiento de tennis al revés.

“Estoy haciendo,” dije mientras evitaba un golpe y trataba de encontrar mi camino de regreso a ese lado del salón, “lo mejor”- balanceé mi katana, pero la detuvo con su propio acero-“que puedo.”

“Esto no es lo suficientemente bueno,” bramó, y encontró mi bokken con un golpe de dos manos que azotó la madera de mis manos sudorosas. Como si estuviera avergonzada por mi torpeza, la espada voló, rebotó en la estera una, dos veces, y finalmente se detuvo después de rodar.

El salón quedó en silencio.

Me arriesgué a lanzar una mirada. Catcher estaba de pie frente a mí, espada en una mano, la piel húmeda por el esfuerzo, desconcierto en su expresión.

No estaba interesada en contestar la pregunta en sus ojos, así que me incliné, manos en las rodillas, mi propia respiración dificultosa. Aparté el sudoroso flequillo de mi rostro.

“Levántala,” ordenó, “y dásela a Juliet.”

Caminé hasta donde estaba la espada, me agaché y la recogí. Juliet dio un paso adelante, y después de su mirada compasiva, la tomó de mi mano. Asumiendo que había sido despachada, di la vuelta y limpié el sudor de mis ojos.

Pero Catcher llamó mi nombre, lo miré para encontrar su mirada una vez más. Buscó en mis ojos, escaneando mis iris en una forma preternatural que tendría que haber esperado de un hechicero investigador. Segundos pasaron antes de que se enfocara y me mirara a mí nuevamente, en vez de a través de mí. “Hay algo que necesites decirme?”

El pulso me latía en los oídos. Se había olvidado, aparentemente, que habíamos sacado a colación el tema anteriormente, que había tratado de hablar con él sobre el mal funcionamiento de mi vampiro. Era más que feliz de mantenerlo de esa forma. Sacudí la cabeza.

Podía decir que no estaba satisfecho con eso, pero miró a Juliet y se preparó para luchar.

Catcher trabajó con Juliet a través de las mismas siete katas, sus movimientos prácticos y precisos, la delicadeza de su forma de desenmascarar su habilidad blandiendo el arma larga. Cuando hubo terminado con ella, nos pidió críticas. Los guardias, primero con temor y luego con confianza, ofrecieron sus observaciones sobre la actuación. En general, los sobrenaturales estaban impresionados, pensando que la subestimación del enemigo sobre ella trabajaría a su favor.

Peter también recibió entrenamiento antes que Catcher dijera que la sesión había llegado a su fin. Terminó con unos pocos comentarios de despedida y generalmente evitando contacto visual conmigo, antes de estrechar la mano de Luc, tirando de su camiseta, agarrando sus armas y saliendo de la habitación.

Recogí mi espada y me calcé, con la intención de tomar una ducha post-entrenamiento. Lindsey se me acercó y puso una mano sobre mi brazo mientras se colocaba sus zapatos.

“Está todo bien?” Preguntó.

“Ya veremos,” susurré en respuesta mientras Luc doblaba un dedo hacia mí.

“A la oficina de Ethan,” fue todo lo que dijo cuando me le aproximé. Pero dada la irritación en su voz, eso fue suficiente.

“Debería ducharme primero? O cambiarme?”

“Arriba, Merit.”

Asentí otra vez. No estaba enteramente segura de que había hecho para merecer una visita a la oficina del director, pero supuse que mi actuación durante el entrenamiento tendría algo que ver con esto. O estaban impresionados por el minuto o dos que había permitido a la vampiro tomar el control, o habían estados decepcionados por el resto. O, dados los golpes que había conseguido y el echo de que había dejado caer la espada, habían sido ofensivos. De cualquier manera, Catcher y Luc deberían tener preguntas, y suponía que esas preguntas serían realizadas arriba.

Espada en mano, troté hasta el primer piso y me dirigí a la oficina de Ethan, luego cuando alcancé la puerta la golpeé.

“Entra,” dijo.

Abrí la puerta y lo encontré sentado en su escritorio, manos unidas sobre él, mirada fija en mí mientras entraba. Eso fue una primicia. Lo que usualmente tenía su atención era el papeleo de trabajo, no el vampiro en su puerta.

Cerré la puerta detrás de mí y me quedé de pie ante él, con el estómago agitándose por los nervios.

Ethan me hizo quedarme de pie allí por un buen minuto, quizás dos, antes de hablar. “Viajes de orden.”

“Orden?” Pregunté.

“Merit,” comenzó, “estas posicionada como Centinela de esta Casa.” Me miró expectante, cejas levantadas.

“Eso fue lo que oí,” respondí secamente.

“Mi expectativa,” continuó sin comentarios, “la expectativa de esta Casa, es que cuando sos pedida a mejorar tus habilidades, a reforzar tus habilidades, lo hagas. Sobre pedido. Cuando sea que sea requerido, si es durante un entrenamiento uno-contra-uno o si es enfrente de tus colegas.”

Se detuvo, aparentemente esperando una respuesta.

Yo simplemente lo miré. Podía admitir que lucía descuidada allí. Pero si ellos supieran el trabajo por el que me estaba haciendo pasar, estaba segura de que estarían impresionados.

“Hemos hablado sobre esto,” continuó. “Necesito-necesitamos una Centinela activa en esta Casa. Necesitamos un soldado, alguien que hará el esfuerzo que sea necesario, cuya dedicación a esta Casa no sea débil, cuyo esfuerzo y atención sea siempre dado. Necesitamos a un vampiro que dé todo de si misma, a esta causa.”

Arregló una grapadora plateada en su escritorio, alineándola con el plateado dispensador de cinta a su lado.

“Había pensado, dado el echo que confiamos en vos respecto a los Breckenridges, y las raves, que lo habías entendido. Que no necesitarías una lectura elementaria respecto a el nivel de tu esfuerzo.”

Lo miré, y me contuve para no mostrarle el moretón que se había formado en mi brazo izquierdo-despareciendo pero no yéndose todavía-como una evidencia obvia de mi esfuerzo. De la representación de mi ejercicio en el auto-control.

“Estoy siendo claro?”

Allí, de pie ante él, sudorosa en mi equipo de entrenamiento, con la katana enfundada en la mano, pensé que tenía tres opciones. Podía discutir con él, decirle que me había matado trabajando (con todas las evidencias de lo contrario), lo que probablemente llevaría a preguntas que no quería responder. O, podía ir limpio, decirle mi problema de vampiro medio-horneado, y esperar a ser entregada al GP (Presidio de Greenwich) para ser manipulada.

No, gracias. Opté por la opción número tres.

“Liege,” reconocí.

Eso fue todo lo que dije. Aunque tenía cosas para decir sobre su problemas de confianza, le dejé tener el punto, y mantendría guardado mi secreto.

Ethan me observó por un largo tiempo, un momento silencioso antes de bajar la mirada y escanear los documentos en su escritorio. Los nudos en mi espalda aflojándose.

“Te puedes ir,” dijo, sin levantar la vista otra vez.

Me fui.

Una vez arriba otra vez, me duché y vestí con ropas que decididamente no iban con el código de vestimenta Cadogan-mi par favorito de jeans, y un top rojo de manga corta hasta la cintura con un escote descentrado. Tenía una cita con Morgan y una fiesta de no-yéndose-tan-lejos para Mallory a las que asistir. El escote revelador del top era muy apropiado para una cita con un vampiro novio.

Me apliqué brillo, máscara de pestañas y rubor, dejé mi cabello suelto sobre mis hombros, me deslicé dentro de unas rojas valerinas chatas, de punta cuadrada, luego agarré mi beeper y mi espada-ambos accesorios requeridos por los guardias de la Casa-y cerré mi habitación detrás de mí. Caminé hasta el pasillo del segundo piso y doblé la esquina.

Cuando tomé las escaleras, desvié mi mirada de los escalones al chico ascendiendo del otro lado. Era Ethan, con la chaqueta del traje sobre un brazo.

Su expresión mostró un tipo de vago interés masculino, como si todavía no se hubiera dado cuenta a quién estaba examinando precisamente. Dado el cambio de las ropas sudadas de Merit post-entrenamiento a las de Merit pre-cita, no era sorprendente que no me reconociera.

Pero mientras pasaba, cuando se dio cuenta que era yo, sus ojos se ensancharon. Y hubo un increíblemente satisfactorio enganche en sus pasos.

Me mordí una sonrisa y continué caminando. Mientras pasaba a través del primer piso hacia la puerta frontal, probablemente lucía indiferente.

Pero supe que siempre recordaría ese pequeño trastabilleo.

Traducido por mi♥

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