Friday Night Bites / Capítulo 17

CAPÍTULO DIECISIETE: EL AMOR MUERDE

Esa declaración tuvo una acogida tan cálida como podrían haberse imaginado. Ethan se giró e inmediatamente abrió su teléfono celular, no dispuesto a entablar una discusión acerca de la posibilidad de que nuestro caos actual estuviera siendo causado por uno de sus guardaespaldas.
Uno de mis colegas.
Ethan llamó a la casa, actualizando a Luc y a Malik acerca de la amenaza pero sin ofrecer ninguna información acerca de mi grupo de sospechosos. Como si nada estuviera mal, los guardias fueron puestos en completo operativo de investigación, su asignación era identificar cualquier y toda información respectiva a la supuesta amenazaza contra Jamie.
También estaba yo en completo modus indagativo, y admitiré que mi lista de sospechosos era bastante corta. Una mujer había realizado la llamada a la casa de los Breckenridge…..y había visto a Kelley arribando a la Casa luego de haber pasado el día en otro lugar. Había sido ella la vampiro de Cadogan con un chip sobre su hombro? El enlace a Celina?
Deseosa de resolver el misterio, tomé prestado el teléfono de la casa e ingresé la llamada a la oficina del defensor del pueblo, poniendo al tanto a mi abuelo sobre (cortado)
“Jeff, tengo un problema.”
“Me alegro de que finalmente te dieras cuenta de que soy tu respuesta, Merit.”
Está bien, así que los ánimos no eran exactamente distendidos, pero no pude evitar más que sonreír a la réplica.
“Alguien está utilizando un e-mail para hacer amenazas en nombre de la Casa Cadogan,” le dije abriendo mi celular e ingresando a mi cuenta de correo. Siempre eficiente, Nick ya había remitido el mensaje de correo electrónico.

Si se tratara de nosotros, conseguiríamos una buena y sólida estaca de madera. Pero la madera es demasiado buena para ti. Tal vez el descuartizamiento. Las tripas y los apéndices removidos mientras aún estás consciente de modo que puedas sentir el dolor. Entender lo que es. Ahogamiento? Ahorcamiento? Una lenta muerte a punta de espada, una tajada de proa a popa, de modo que sangre, coágulos y carne sea todo lo que quede de ti?
Por cierto, al más joven le toca primero.

Me estremecí mientras lo leía, pero apreciaba que el autor de esta amenaza, a diferencia de la última que había visto, no había tratado de rimar. También me pregunté si Kelley era capaz de esa clase de violencia. De esa clase de ira. Con esas preguntas sin respuesta, le pregunté a Jeff por su dirección de mail y le envié el mensaje.
“Uf,” dijo luego de un momento, aparentemente habiéndolo revisado. “Eso es intimidante.”
Era intimidante. Era, sin embargo, notablemente carente de detalles acerca de por qué, exactamente, Jamie había sido escogido. Que él fuera un Breckenridge parecía ser el único golpe en su contra.
“Es una intimación,” le dije. “Y tenemos que descifrar de quién vino. Puedes hacer alguno de tus truquillos?”
“Pan comido,” dijo Jeff en forma ausente, con el sonido de teclas presionadas con todo ahínco como fondo. “Él ha encriptado la dirección IP – (cortado)
“Llama,” le dije, “pero hay una pequeña contra. Necesito los detalles de esto tan pronto como puedas obtenerlos.” Revisé la hora en mi teléfono – era casi la medianoche. “Cómo luce tu agenda para las próximas horas?”
“Flexible,” dijo. “Asumiendo que el precio es el correcto.”
Hice rodar mis ojos. “Dime tu precio.”
Silencio.
“Jeff?”
“Podría – puedo volverte con eso luego? Estoy algo perdido, y quiero asegurarme de tomar completa y total ventaja de esta situación. Digo, a menos que estés dispuesta a darme dos o tres --”
“Jeff,” dije, interrumpiendo lo que estaba destinado a convertirse en una muy lasciva lista. “Por qué no simplemente me llamas cuando consigas algo?”
“Soy tu hombre. Me refiero, no literalmente o como sea, sé que tú y Morgan tienen alguna clase de cosa en marcha – aunque no están oficialmente juntos – juntos, verdad?”
“Jeff.”
“Yo?”
“Ponte a trabajar.”


Con nuestros contactos sobre la búsqueda de información que pueda apaciguar a los Brecks, Ethan y yo nos salimos de la oficina de mi padre y nos dirigimos de regreso a través de la multitud hacia la puerta principal. La casa estaba abarrotada, y nos tomó un par de minutos pasar apretujados a través de los cuerpos y saludos de mano para lograr llegar al otro lado. Creo que me las ingenié para mostrar una sonrisa amable en dirección a la gente que pasaba, pero mi mente estaba completamente enfocada sobre un Breckenridge en particular.
No podía comprender cómo él podía pensar que yo sería capaz de la (cortado)
Me mordí el borde del labio al tiempo que atravesábamos la multitud, rememorando escenas de mi infancia. Nick había sido mi primer beso. Habíamos estado en la biblioteca de su padre, yo una niña de ocho o nueve, vistiendo un vestido de fiesta sin mangas con una molesta enagua de crinolina. Nick me había llamado una ‘chica tonta’ y me besó porque lo reté a hacerlo, un rápido beso en los labios que pareció disgustarle tanto a él como encantarme a mí, aunque no tanto como el hecho de que lo había vencido a cual fuere el juego que habíamos estado jugando. Tan pronto como me besó, se apartó nuevamente, saliendo a toda prisa de la oficina de su padre y por el pasillo. “Los chicos tienen la peste!” grité, pisando a Mary Janes al tiempo que corría tras él.
“Te encuentras bien?”
Parpadeé y miré hacia arriba. Habíamos alcanzado el otro extremo del salón. Ethan se había detenido y me estaba observando con curiosidad.
“Sólo pensaba,” dije. “Aún estoy conmocionada acerca de Nick, de su padre. Acerca de su actitud. Éramos amigos. Buenos amigos, Ethan, por mucho tiempo. No comprendo cómo resultó en esto. Hubo una época en la que Nick me hubiera preguntado, no acusado.”
“El don de la inmortalidad,” dijo Ethan secamente, luego miró nuevamente a los ricos y famosos de Chicago, quienes bebían champaña mientras la ciudad zumbaba a su alrededor. “Infinitas oportunidades para la traición.”
Había una parva de sus historias detrás de ese pequeño aforismo, supuse, pero no podía ver más allá del propio.
Ethan sacudió su cabeza como si se las quitara, luego puso una mano en mi espalda. “Vayamos a casa,” dijo. Asentí, ni siquiera de ánimos para discutir que Cadogan no era mi ‘hogar’.
Acabábamos de trasladarnos al vestíbulo cuando Ethan se detuvo, su mano apartándose. Elevé la mirada.
Morgan estaba parado junto a la puerta de brazos cruzados, con jeans gastados y una camiseta blanca de mangas largas. Un único rizo castaño (cortado)
Dejé salir una maldición, dándome cuenta de lo que Morgan había visto. A mí en un vestido de fiesta, a Ethan en un esmoquin, su mano sobre mi espalda. Los dos juntos, en la casa de mis padres, luego de que no me molestara en regresar las llamadas de Morgan. Esto definitivamente no era bueno.
“Creo que alguien se ha colado a tu fiesta, Centinela,” Ethan susurró.
Lo ignoré, y acababa de dar el paso hacia Morgan cuando sentí que estaba cayendo a través del túnel. Tuve que tocar el brazo de Ethan sólo para mantenerme recta.
Era la conexión telepática que Morgan y yo habíamos formado cuando él retó a Ethan en la Casa Cadogan. El enlace se suponía sólo debiera funcionar entre vampiro y Maestro, lo cual puede haber sido el por qué la conexión con Morgan tenía un efecto tan fuerte. Y por qué parecía tan incorrecto.
Estoy seguro de que tienes una explicación, silenciosamente dijo.
Humedecí mis labios, desprendí mis dedos del brazo de Ethan, y forcé mi columna a enderezarse. “Te veo afuera,” le dije a Ethan. Sin esperar por una respuesta, caminé hacia Morgan, forzándome a mantener mis ojos en los suyos.
“Necesitamos hablar,” Morgan dijo en voz alta cuando lo alcancé, su mirada dirigiéndose al hombre detrás de mí, al menos hasta que el hombre silenciosamente se deslizó a nuestro lado y luego fuera.
“Ven conmigo,” dije, mi voz plana.
Seguimos un corredor de concreto hacia la parte trasera de la casa, los muros aún impresos con el veteado de la madera. Escogí una puerta al azar – una brecha en el concreto – y la abrí. La luz de la luna colaba por una pequeña ventana cuadrada en la pared de enfrente, proveyendo de un delgado rayo de luz en el, de lo contrario, espacio oscuro. Me quedé en silencio por un segundo, luego dos, y dejé a mis ojos de predador adaptarse a la oscuridad.
Morgan entró a la habitación detrás de mí.
“Por qué estás aquí?” le pregunté.
Hubo un momento de silencio antes de que encontrara mi mirada, una ceja elevada a modo de acusación. “Alguien sugirió que podría llegar a ver algo interesante en Oak Park esta noche, así que aquí estoy. Estás ocupada trabajando, presumo.”
“Estoy trabajando,” repliqué, mi tono estrictamente profesional. “Quién te dijo que estaríamos aquí?”
Morgan ignoró la pregunta. En lugar de ello arqueó sus cejas, y con una mirada que hubiera derretido a otra clase de mujer, barrió su mirada sobre mi cuerpo. Si las ondas de enfurecida magia no radiaran a través de su cuerpo mientras lo hacía, habría llamado a la movida una invitación. Pero esto era diferente. Un veredicto, creo, de mi culpabilidad.
Cruzó sus brazos sobre el pecho. “Es eso lo que él te está haciendo vestir por estos días mientras estás….trabajando?”
Hizo un sonido como si fuera más una chica de llamados que una Centinela.
Mi voz era tensa, las palabras cortantes, cuando finalmente hablé. “Pensé que me conocías lo suficientemente bien como para saber que no estaría aquí, en la casa de mi padre, si no hubiera una razón extraordinariamente buena para ello.”
Morgan me dio una ahogada y sarcástica risa. “Imagino que puedo adivinar cuál extraordinariamente buena razón es esa. O tal vez debiera decir, quién es esa razón.”
“La Casa Cadogan es la razón. Estoy aquí porque estoy trabajando. No puedo explicar por qué, pero basta decir que si lo supieras, estarías lo suficientemente preocupado y darías más apoyo del que estás dando ahora.”
“Cierto, Merit. Me mandaste a volar, me evades, y luego dale la vuelta, cúlpame por ser suspicaz, por querer algunas respuestas. No me has regresado las llamadas telefónicas y aún así” – cruzó sus manos por detrás de su cabeza – “tú eres la víctima aquí. Deberías tomar el lugar de Mallory en McGettrick, con lo grandioso que ese giro es.” Asintió con su cabeza, Lugo bajó su mirada hacia mí. “Seeh, creo que eso realmente funcionaría bien para ti.”
“Lamento no haberte llamado. Las cosas han estado un poco locas.”
“Oh, lo han estado verdad?” soltó sus manos y caminó hacia mí. Extendió un dedo y trazó con su punta el borde de mi corsé. “He notado que no estás usando tu espada, Centinela.” Su voz era suave. Lasciva.
No me la creía. “Estoy armada, Morgan.”
“Mmm-hmm.” Elevó sus ojos de mi pecho y confrontó mi mirada. Podía ver el dolor en su rostro, pero ese dolor estaba templado por la ira. Una furia predadora. Lo había visto en la misma modalidad antes, cuando había desafiado a Ethan en la Casa Cadogan, creyendo erróneamente que Ethan había amenazado a Celina. Que Ethan había hecho una movida contra su propio Maestro. Aparentemente esto era recurrente para Morgan – la ira de un hombre que creía que otro vampiro le estaba husmeando alrededor de su chica.
“Si tienes algo que decir,” le dije, “tal ves debería simplemente dejarlo salir.”
Se quedó mirándome fijamente por un largo, largo, tiempo, ninguno de los dos moviéndose, pero cuando habló, las palabras eran más suaves, más tristes de lo que esperaba. “Te estás revolcando con él?”
Un beso en el pasillo de Mallory o no, Morgan y yo, a duras penas estábamos saliendo. No tenía ningún derecho a esta clase de celos, y ciertamente ninguna base para ellos. Estaba justo a punto de alcanzar el límite de mi tolerancia para los hombres ignorantes por el día de hoy. Mi ira se elevó, salpicando mis brazos con piel de gallina. La dejé fluir a mi alrededor, trabajando para mantener mis emociones fuera de mi rostro, el plateado fuera de mis ojos, la vampiro dormida.
“Tú,” comencé, mi voz baja y al filo de la furia, “estás siendo increíblemente presuntuoso. Ethan y yo no estamos juntos, y tú y yo no tenemos exactamente un compromiso. No tienes ningún derecho a acusarme de ser infiel, y mucho menos sobre ninguna base.”
“Ah,” dijo. “Ya veo.” Miró hacia abajo, hacia mí, su expresión plana. “De modo que ustedes dos no están juntos. Es por eso que bailaste con él?”
Podía haber confesado que era parte de un plan para construir relaciones, (cortado)
Pero Morgan tenía razón. Tenía opción. Podía haberme alejado.
Podía haber impuesto límites con Ethan, podría haberle recordado que estábamos en la fiesta por información, no entretenimiento. Podía haberle recordado que había renunciado a tiempo con mis amigos para hacer mi trabajo, y pedir de pasar del baile.
No había hecho ninguna de esas cosas.
Tal vez porque él era mi Maestro. Porque estaba ligada por deber a aceptar sus órdenes.
O tal vez porque de alguna forma secreta, quería decir sí, tanto como quería decirle que no, a pesar de la incomodidad que sentía alrededor suyo. A pesar del hecho de que él no confiara en mí tanto como lo merecía.
Pero cómo podía admitirle eso a Morgan, quien había entrado sin invitación a la fiesta de mis padres a fin de hallarme en un acto de infidelidad?
No podía, ni a mí ni a él.
De modo que hice la única cosa que se me ocurrió.
Tomé mi salida.
“No necesito esto,” le dije a Morgan, levantando mi falda. Me giré sobre mis talones y dirigí hacia la puerta.
“Genial,” gritó tras de mí. “Aléjate. Eso es muy maduro, Merit. Lo agradezco.”
“Estoy segura de que puedes encontrar la salida.”
“Seeh, lamento haber interrumpido tu fiesta. Que tú y tu jefe tengan una gran noche, Centinela.”
La escupió como si fuera una maldición. Tal vez lo fuera, pero qué derecho tenía él a criticar? Ethan era mi obligación. Mi deber. Mi carga. Mi Liegue.
Sabía que era inmaduro. Sabía que era infantil y estaba mal, (cortado)
Miré hacia atrás, a él, la seda girando alrededor de mis piernas, y, con una sola ceja levantada, le di la apariencia más altiva de la que fui capaz de colectar.
“Muérdeme ,” dije, y me alejé.


Ethan estaba fuera, esperando junto al auto en el camino de grava. Su rostro estaba inclinado hacia arriba, sus ojos sobre la luna llena que proyectaba sobras contra la casa. Bajó su mirada al tiempo que comencé a cruzar la grava.
“Lista?” preguntó.
Asentí y lo seguí hacia el coche.


Los ánimos durante el camino de regreso hacia Hyde Park eran aún más sombríos de lo que había sido durante el camino a lo de mis padres. Me quedé mirando fijamente hacia fuera por la ventanilla del auto, en silencio, repitiendo los acontecimientos. De que había habido tres ocasiones esta noche en que me las había ingeniado para alienar a la gente. Mallory. Catcher. Morgan. Y por qué? O mejor aún, por quién? Estaba apartando a todo el resto a fin de acercarme a Ethan?
Miré de reojo hacia él, su mirada sobre el camino, las manos a las diez y dos sobre el volante. Su cabello metido por detrás de sus orejas, ceja fruncida en concentración mientras conducía. Había renunciado a mi vida como humano por este hombre; no voluntariamente, por supuesto, pero aún así. Estaba renunciando a todo el resto? Las cosas que había traído conmigo durante la transición – mi hogar en Wicker Park? Mi mejor amiga?
Suspiré y retorné hacia la ventana. Aquellas preguntas, supuse, no iban a ser respondidas esta noche. Apenas llevaba dos meses en mi vida como vampiro – y aún tenía una eternidad de Ethan por venir.

* * *

Cuando llegamos a la Casa, Ethan estacionó el auto, y caminamos hacia arriba desde el sótano, juntos.
“Qué puedo hacer?” pregunté cuando alcanzamos el primer piso, no que no hubiera hecho lo suficiente ya en nombre de Cadogan y su Maestro.
Frunció el ceño, luego sacudió su cabeza. “Mantenme al tanto del progreso de Jeff con el e-mail. Los Maestros están investigando en sus extremos; voy a realizar algunas llamadas por mi cuenta hasta que arriben. Entretanto --” se pausó, como si se estuviera debatiendo acerca de mis habilidades, luego concluyó, “intenta con la biblioteca. Fíjate qué puedes encontrar.”
Arqueé mis cejas. “La biblioteca? Qué es lo que estoy buscando?”
“Tú eres la investigadora, Centinela. Descífralo.”


Con la suficiente experiencia como para saber que un vestido de noche no era el traje apropiado para investigar, regresé a mi habitación para cambiarme, intercambiando la seda por los jeans y un top de mangas cortas negro. (un apestoso traje no era, en mi cabeza, ropa de investigación tampoco) estaba aliviada, físicamente aliviada, de colgar el vestido de regreso en el armario, tener los vaqueros y recoger mi katana. Se sentía bien en mi mano – reconfortante, como si hubiera salido de un disfraz y regresado nuevamente a mi piel. Me quedé en mi cuarto por un momento, mano izquierda sobre la fonda de la katana, mano derecha sobre el mango, simplemente respirando.
Cuando estuve más calma y lista para enfrentar al mundo de nuevo, tomé una lapicera y un par de anotadores, lista para comenzar mi propia línea de investigación.
Cuanto más pensaba en ello, más coincidía con Ethan en que Celina tenía un papel en esto. No teníamos mucho en la forma de evidencia, pero esto esra totalmente su estilo – sembrar discordia, poner a los jugadores en movimiento, y dejar que la batalla proceda por sí sola. No estaba segura de dónde encajaba Kelley, o de si ella encajaba en lo absoluto, y no tenía exactamente las habilidades de un investigador privado.
Pero podía investigar, estudiar, examinar la biblioteca en búsqueda de información (cortado)
Y más importante aún, era algo en lo que podía zambullirme, algo que mantendría mi mente lejos de otras cosas. Lejos de Morgan y lo que parecía ser el inevitable fin de esa relación. Lejos de Ethan y de la atracción que, de alguna forma y nada aconsejable, continuamente sobrevolaba entre nosotros. Lejos de Mallory.
Encontré la biblioteca silenciosa y vacía – y esta vez, corroboré dos veces – dejé caes mis lapiceras y anotadores sobre la mesa, y me dirigí hacia los estantes.

Traducido por Chloe♥

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