Friday Night Bites / Capítulo 23

CAPÍTULO VEINTITRÉS

GOLPÉAME CON TU MEJOR TIRO

Me volteé rápidamente, pero no necesitaba cambiar de posición para saber que estaba viniendo. Quién estaba viniendo. La piel de gallina en mis brazos, el cosquilleo incómodo en la parte de atrás de mi cuello, fueron advertencia suficiente.

La escena parecía salida de una película de Bogart. Ella se veía tan glamorosa como nunca la había visto, el cuerpo esbelto metido en un par de pantalones anchos de color negro y top también negro de manga larga, su cabello negro ondulado en suaves rizos sobre los hombros. Pero mientras que ella podría haberse parecido a Katharine Hepburn estéticamente, yo sabía quién era realmente, su esencia nihilista.

Se dirigió hacia mí con gracia felina, tacones resonando sobre el asfalto mojado, brillando a la luz de las farolas.

Tragué, miedo y adrenalina disparando mi corazón en un ritmo rápido y entrecortado, y agarré la vaina a mi lado.

“Podría haberte tenido antes de que la desfundaras,” advirtió.

Me forcé a mi misma a mantener la barbilla en alto, mi cuerpo flexionado y listo en caso de que se moviera. Me tomó cada pizca de fuerza que tenía para no retroceder, para no tomar un paso hacia atrás, para no correr. No podía (cortado)

“Tal vez,” dije, dándole una pequeña sonrisa. “Tal vez no. Qué quieres?”

Inclinó la cabeza hacia mí, metiendo una mano alrededor de un lado de su cadera ladeada. Tenía el aspecto de una fingida supermodelo confundida, o un vampiro levemente intrigado. Era casi la misma expresión. “No lo has descubierto todavía, ¿verdad?”

Arqueé una ceja hacia ella, y soltó una risa en respuesta, el sonido bajo y gutural. “No creo que te lo diga. Pienso que voy a dejarte descubrirlo. Pero disfrutaré cuando el momento llegue.” De repente se cuadró, con las manos en la cintura, barbilla empujada hacia delante. Con una mirada de control y desafío. “Y el tiempo vendrá.”

Celina amaba hablar, sonar profética. Tal vez me daría algo para utilizar, algo con lo que me diera una pista de sus futuros planes, algo con lo que informar a Ethan y a Luc, por lo que pregunté lo siguiente. “El momento? Para qué?”

“Tomaste a Navarro de mí. Todo ello, todos ellos, de mí. Ciertamente hay beneficios de tomar la Casa de un Maestro, de un miembro del Presidio, y es difícil de hacer. Eso no me daba ni un poco de simpatía. Así que gracias, mascota, por eso. Sin embargo, Navarro era mía, ladrillos y mortero, sangre y hueso. Lo tomaste de mí, lo tomaré de ti.”

“Es por eso que hiciste lo de Peter?” Le pregunté. “Porque estás molesta que tu plan de apoderarte de las Casas de Chicago no salió bien? Supusiste que provocar una guerra entre cambiaformas y vampiros era la siguiente mejor opción?”

Sonrió con picardía. “Oh, me gustas, Merit. Me gusta tu . . . coraje. Pero la guerra no será entre cambiaformas y vampiros, cierto? Era la Casa Cadogan quien amenazaba al niño Breckenridge. La guerra sería entre Nicholas y Ethan. Entre el amante viejo y el nuevo, sí?”

Casi le gruño.

“En cualquier caso,” dijo. “Dos de las Casas de Chicago se mantendrían al margen. No siendo contaminadas por el escándalo. La Casa Grey. La Casa Navarro.”

Celina extendió su mano y agarró con sus dedos una cadena de oro fino alrededor de su cuello. La luz de la luna reflejaba un disco de oro que colgaba de ella.

Mi estómago se encogió.

Era la medalla de una Casa. Un nuevo colgante brillante para remplazar el arrebatado por el PG.

“Dónde conseguiste esa medalla, Celina?”

Sonrió maliciosamente y frotó la medalla como si esperara que saliera un genio.

“No seas ingenua, Merit. Dónde crees que la conseguí? O tal vez deba preguntar, de quién?”

De repente tuve un poco de menos simpatía hacia el nuevo Maestro de Navarro.

Celina podría seguir manteniendo su dominio sobre su Casa, pero sería maldita si envenenara la mía. “Has hecho tu jugada Celina, ahora dos veces, y perdiste. Aprende tu lección-mantente alejada de la Casa Cadogan.”

“Solamente de la Casa, Merit? O de su Maestro también?”

Sentí el rubor elevarse por mis pómulos.

Ella parpadeó, y sus ojos-y su sonrisa-se agrandaron. Rió con obvio deleite. “Oh, no tenía ni idea que mi suerte sería así de buena. Estás durmiendo con él, o simplemente lo deseas? Y no finjas que no sabes de que hablo, Centinela. Me refiero al que quieres, no al que tienes.” Me miró con una expresión pensativa. “O quizá al que perdiste, si he aprendido algo de esa última escena.”

“Estás alucinando,” dije, pero mi estómago se anudó. Ella había estado aquí, observando a Morgan y a mí pelear. Él había organizado esto? Me había pedido que habláramos fuera para poder sacarme de la Casa y que ella me pudiera encontrar?

Celina me miró de pies a cabeza, evaluándome. Había mantenido su glamour en jaque, pero sentí las sinuosas ramificaciones del mismo, como si se estuviera extendiendo, probando. “No eres su tipo, oí. Ethan las prefiere rubias.” Ladeó su cabeza hacia un lado. “O pelirrojas, supongo. Pero creo que ya sabes todo eso. Oí que fuiste una testigo de primera mano de su . . . proeza?” Me miró pensativamente, aparentemente esperando una apreciación honesta.

Ella tenía razón-había sido testigo de su “proeza,” habiendo entrado inadvertida donde Ethan estaba sirviendo a Amber. Pero no iba a compartir esa información con ella. “No me podría importar menos quién o qué prefiere.”

“Mmm-hmm. La ira farisaica te mantiene caliente en la noche?”


Sabía que ella me estaba probando. Por supuesto que estaba plantándome una carnada. Lamentablemente, había escogido la carnada correcta, la conversación que estaba harta de tener, las acusaciones de las que estaba harta de defenderme. Podía sentir mi sangre calentándose, a la vampiro que había tan cuidadosamente, cautelosamente, forzado a mantenerse a raya y evitado que espiara, preguntándose por la preocupación, la adrenalina que la despertó de su sueño. Mi respiración se aceleró, y yo sabía que mis ojos se habían plateado. Mis colmillos descendidos, y los dejé.

No lucharía contra ella; no era estúpida. Pero Catcher me había enseñado los beneficios de fanfarronear. Asumiendo que podría mantener a mi vampiro a raya, le debía al imponente Presidio que vea lo que sucedía cuando jugaba el juego de Celina.

Tomé un paso hacia delante, un paso hacia ella, y pasé la punta de mi lengua a través de la punta de mis puntiagudos-como agujas- caninos. Comportamiento agresivo de vampiro. “Quieres jugar, Celina? Quieres saber cuan fuerte soy? Quieres ver?”

Me miró fijamente, la magia ahora fluyendo con toda su fuerza, y miré sus ojos ponerse plateados, al igual que cuando las monedas se vuelcan y capturan la luz. Dio un paso hacia mí, todavía seis o siete metros entre nosotras.

“Apenas vales su tiempo, Centinela. Por qué valdrías el mío?”

Tomé otro paso hacia delante. “Ven aquí, Celina. Para encontrarme.”

“Nunca serás tan buena como yo.”

Y aquí estaba. La grieta en la fachada engañosa. Celina, bella y poderosa, y ensimismada por la culpa, era insegura.

Repetí el mantra. “Ven aquí, Celina. Para encontrarme.”

Se calmó, miró por debajo de sus medios párpados cerrados, sombras y la luz de la luna afilando los ángulos de su cara. Tomó aire, pareció calmarse y sonrió. Y luego se defendió.

“Sé quien eres, Merit. Sé sobre tu familia.” Se adelantó un paso. “Sé sobre tu hermana.”

Dí un respingo, las palabras tan efectivas como una bofetada en la cara.

Otro paso, y esta vez sonrió. Sabía que había acertado un golpe.

“Sí,” ella dijo. “Lo mejor de todo” Podía ver el blanco en sus ojos y como si el sonido de sus palabras no fueran suficiente amenaza, el odio en su mirada-“Sé sobre esa noche en el campus.”

“Porque tu la planeaste,” Le recordé, mi respiración acelerándose, mi corazón comenzando a latir con fuerza otra vez.

“Mmm-hmm,” dijo, golpeando una uña roja contra su pecho. “Tenía planes para ti, debo admitir. Pero no era la única con planes.”

Mi corazón se aceleró por la insinuación. “Quién más tenía planes?”

“Tu sabes, me olvidé. Pero es una lástima que hayas extraditado a Peter. Él tiene muchas conexiones interesantes alrededor de la ciudad, no crees?”

Es un engaño, me recordé. Ella estaba detrás de eso. Había planeado mi ataque, mi muerte, para causar estragos en la ciudad. Había (cortado)

“Sé sobre Anne Dupree, Celina. Tú y Edward se divirtieron complotando y planeando? Lloró George cuando lo retaste a muerte?”

Su sonrisa desapareció. “Puta.”

Realmente me estaban empezando a disgustar los vampiros Navarro. Pensando en que tenían mucha arrogancia en común, usé la frase que había usado antes en su aparente protegido. “Muérdeme, Celina.”

Sacó sus colmillos hacia mí. Saqué el seguro de mi vaina.

Está bien, eso es todo. “Ven aquí, chica muerta.”

Ella gruñó. Agarré el mango con mi mano derecha, mi corazón latiendo como un tambor dentro de mi pecho.

Estúpida, estúpida, estúpida, pensé, por retar a la loca, pero era un poco demasiado tarde.

Moviéndose tan rápido que su cuerpo era una mancha negra brillante en la noche, ella avanzó y pateó. Pateó con la fuerza de un estruendoso tren de carga, y el dolor increíble que provocó doblo mis rodillas. Golpeé el suelo, incapaz de respirar, incapaz de pensar o sentir o reaccionar a nada menos el dolor aplastante en mi pecho. Una sola patada no podría haber dolido tanto, pero mi Dios, lo hizo. Un dolor que me rasgó me hizo pensar que nunca debería haber dudado de Celina Desaulniers.

Con una mano extendida para evitar que mi rostro golpeé el suelo, lágrimas corriendo por mi cara, agarré mi pecho con la mano libre, para arrancar el dolor, para arrancar el tornillo que evitaba que llegara aire a mis pulmones. Luché para respirar, y una ola de dolor, una replica mórbida, convulsionó mi columna.

“Ethan te hizo esto.”

Luché por aire, levanté la vista. Ella estaba de pie sobre mí, manos en sus caderas.

Apreté los dedos contra el concreto, contraponiéndome a su plan. “No.”

Inclinó la cintura, puso un dedo debajo de mi barbilla, la levantó. Oí un gruñido, me di cuenta que era yo, y cuando otro choque sacudió mi cuerpo, supe que si me golpeaba de nuevo, sería totalmente incapaz de defenderme.

Una patada y ya me había tirado, incluso después de dos meses de entrenamiento. Había usado una carnada, y yo la había mordido. Podría ser alguna vez tan fuerte como ella? Tan rápida? Tal vez no. Pero sería maldita antes de arrastrarme como un animal herido.

Entonces y allí, me juré a mi misma que nunca estaría arrodillada ante ella de nuevo.

Buscando aire, me abrí camino, una lenta, devastadora pulgada a la vez, tejido negro desgarrado en mis rodillas que habían sangrado cuando me caí al suelo. Celina observaba, un depredador disfrutando de los últimos suspiros de un animal herido.

O tal vez, más exactamente, una depredadora alfa disfrutando de su victoria sobre una hembra más débil.

Lentos, agonizantes segundos más tarde, estaba de pie.

Inhala.

Exhala.

Acuné mis costillas con la mano derecha, y levanté mis ojos a los suyos.

Brillantes, casi azul añil, que casi chispeaban de placer con la luz de la luna. “Él te hizo esto,” dijo. “Causó este dolor. Si no fueras una vampiro, si no te hubiera hecho-si te hubiera llevado al hospital en vez de cambiarte, convirtiéndote para sus propios propósitos-estarías en la universidad. Estarías con Mallory. Todo sería lo mismo.”

Sacudí mi cabeza, pero algo sobre eso sonaba a verdad.

Sería verdad?

En el medio del dolor, el echo que él me había salvado de ella, del asesino que había lanzado sobre mí, no cruzó mi mente.

“Confróntalo, Merit. Ve de lo que estás hecha.”

Sacudí la cabeza. Motín. Rebelión. Él es mi maestro. Yo no podría luchar contra él, no lucharía contra él. Ya lo había desafiado una vez, mi primera semana como vampiro y había fracasado. Había perdido.

“Él te dejó aquí para que te encontrara. Ambos lo hicieron.”

Mis costillas gritaron, probablemente rotas. Quizá una hemorragia interna. Una perforación de pulmón?

“Todo ese esfuerzo,” dijo, “solo para respirar. Imagina si hubiera sido una verdadera pelea, Centinela. Todo ese trabajo, toda esa práctica, y que tienes para mostrar?” Inclinó su cabeza, como si estuviera esperando que le respondiera, pero luego ofreció, “Él no te preparó para mí, cierto?”

“Púdrete,” me arreglé para soltar, agarrando uno de mis lados.

Arqueó una cuidadosa depilada ceja. “No dirijas tu ira hacia mi, Centinela, por enseñarte la lección que necesitas. Culpa a Ethan. Tu Maestro. El que se supone que debe preocuparse por vos. Prepararte. Protegerte.”

Ignoré las palabras, pero sacudí mi cabeza de todos modos, tratando de hacerme pensar, pero se estaba volviendo más difícil. El dolor fue difuminando las fronteras, forzando la reconciliación entre la especie que quedaba de mi humanidad, y la especie de depredador que vivía dentro de mí. No sabía lo que pasaría si dejaba a la vampiro echar una mirada pero no era lo suficientemente fuerte para mantenerla dentro, no con el dolor. El instinto era demasiado fuerte, mis defensas muy débiles. La había reprimido, y ella estaba cansada de ser relegada a un rincón profundo y oscuro de mi mente. Había sido vampiro por casi dos meses, pero me había arreglado para defender los restos de mi humanidad.

No más, la vampiro gritó.

“No luches contra eso,” Celina dijo, un toque de voyeurismo vigoroso en su voz.


El dolor era demasiado, la noche muy larga, mis inhibiciones muy bajas. Dejé de luchar. La deje ir.

La dejé respirar.

La dejé salir.

Rompió a través de mi sangre, el poder vampírico fluyendo a través de mí y como mantenía mis ojos en Celina, bloqueé las extremidades para evitar tambalearme por la misma, me sentí disociar. Sentí que ella movía mi cuerpo, estiraba y probaba los músculos dentro de mi cuerpo-y se hundía en él.

Merit desapareció.

Morgan desapareció.

Mallory desapareció.

Todo el miedo, el dolor, el resentimiento, de decepcionar a amigos y amantes y maestros, de desilusionar a aquellos que se suponía tenía que cuidar, de arruinar relaciones. La incomodidad de no saber quién era, qué rol debía jugar en este mundo-todo eso despareció.

Por un momento, en su lugar, quedó un vacío. El innegable atractivo de la nada, de la ausencia de dolor.

Y luego, las sensaciones que no sabía que había estado esperando por dos meses.

El mundo se aceleró, irrumpió en música.

La noche cantó-voces y autos y la grava y los gritos y las carcajadas. Animales cazando, personas hablando, peleando, cogiendo. Un cuervo sobrevolaba la zona. La noche brilló-la luz de la luna poniendo todo relieve más agudo.

El mundo era ruidoso-sonidos y olores que aparentemente me había perdido los últimos dos meses, los sentidos de un depredador.

Miré a Celina, y ella sonrió. Sonrió victoriosa.

“Has perdido tu humanidad,” dijo. “Nunca la recuperarás. Y no podrás defenderte. Tú sabes de quién es la culpa.”

Quise quedarme en silencio, sin decir nada, pero oí responderle, preguntarle, “Ethan?”

Un solo asentimiento, y, como si hubiera llevado a cabo su tarea, Celina (cortado)

El mundo exhaló.

Miré hacia atrás y vi, a pocos metros de distancia, el resplandor que salía de la brecha de la puerta de Cadogan.

Él estaba allí.

Tomé un paso, costillas todavía gritando.

Quería a alguien más a quién herir.

Comencé a caminar. Nosotras comenzamos a caminar, la vampiro y yo, de regreso a la Casa Cadogan.

En la verja, los guardias me dejaron pasar, pero pude escuchar los susurros, los oía hablar, informar a los vampiros en el interior.

El jardín frontal estaba vacío, la puerta entreabierta. Di pasos lentamente, uno a la vez, una mano en mis costillas, el dolor disminuyendo, la curación comenzando, pero todavía lo suficientemente profundo como para traer lágrimas a mis ojos.

Dentro, la Casa estaba silenciosa, los pocos vampiros congelados, mirándome fijamente mientras me movía entre ellos, determinada, mis ojos depredadores entornados por la dureza de la luz eléctrica.

Merit?

Oí su voz en mi cabeza.

Encuéntrame, le ordené, la puerta de su oficina abierta. Salió fuera, me miró, y se movió hacia delante.

“Tu me hiciste esto.”

No supe si me había oído, pero su expresión no cambió. Me alcanzó, se detuvo, sus ojos se ensancharon, y buscó en los míos. “Jesús Cristo, Merit. Qué te ocurrió?”

Mi espada silbó mientras la desfundé, y cuando la sostuve con las dos manos, sentí cerrarse el circuito. Cerré mis ojos, envuelta en la calidez del mismo.

“Merit!” Esta vez, había una orden detrás de las palabras.

Abrí los ojos, casi me estremecí, quise instintivamente cumplir la voluntad de mi Maestro, mi hacedor, pero luché, y a través de mis temblorosas extremidades, me obligué a controlar el impulso de cumplir.

“No,” me oí a mí misma decir, mi voz apenas un susurro.

Sus ojos se agrandaron otra vez, y luego miraron algo detrás de mí. Sacudió su cabeza, y me volvió a mirar. Su voz era baja, íntima, insistente. “Vuelve de esto, Merit. No quieres luchar conmigo.”

“Si quiero,” oí, en una voz que apenas era mía. “Encuentra acero,” ella le aconsejó.

Nosotras le aconsejamos.

Estuvimos de pie por un largo rato, en silencio, antes de que asintiera. Alguien le ofreció una espada, una katana que brillaba en la luz. La tomó, imitó mi posición-katana en ambas manos, cuerpo derecho.

“Si la única manera que vuelvas de esto es ser herido por esto, entonces que así sea.”

Se abalanzó.

Era fácil olvidar que había sido un soldado.

El perfecto corte Armani, la perfecta camisa blanca, y siempre brillantes zapatos italianos fueron más el uniforme cotidiano de un ejecutivo corporativo que del líder de una banda de trescientos veinte vampiros.

Ese fue mi error-olvidar quién era. Olvidar que él era la cabeza de la Casa Cadogan por una razón, no simplemente por sus políticas, no solamente por su edad, sino porque podía luchar, sabía cómo luchar, porque sabía como blandir una espada a través del aire.

Él había sido un soldado, había aprendido a luchar en el medio de una guerra mundial. Ella me había hecho olvidarlo.

Era increíble de ver, o lo hubiera sido, si yo no fuera el extremo receptor de sus cortes y golpes, patadas y (cortado)

Pero el dolor comenzó a ceder, y reprimida durante tanto tiempo, retenida por mis percepciones humanas, los temores y las dudas, ella-la vampiro-empezó a defenderse.

Y ella era más rápida.

Yo era más rápida.

Mi cuerpo se lanzó hacia él, y golpeé, usé la katana en mis manos para golpear, para forzarlo a moverse, para mover su propia espada de maneras que parecían relativamente incómodas.

No sé cuanto tiempo luchamos, cuánto nos perseguimos en medio de un círculo de vampiros en el primer piso de la Casa Cadogan, mi cabello mojado y enredado, lágrimas rodando por mi rostro, manos y rodillas ensangrentadas, costillas rotas, y las mangas de mi camisa hechas jirones en media docena de pedazos.

Sus brazos estaban igualmente cortados, sus giros y vueltas todavía no era lo suficientemente rápidos para evitar mis golpes. Cuando antes me estaba dejando jugar el juego, ahora se había movido lo suficientemente cerca para darme una oportunidad de hacer contacto antes de darse la vuelta para salvar su pellejo; la expresión de su cara-inexpresiva, concentrada-contaba la historia bastante bien.
Esta no era un juego de lucha, este era el verdadero reto, la pelea que había tratado de llevar con él meses atrás, la lucha que había evitado. Me debía una pelea, una verdadera, en reconocimiento al hecho que yo no había pedido ser un vampiro, pero había acatado su autoridad de todos modos porque él me lo había pedido. Esto era menos un desafío, pensé, que un pase de factura. Él era mi Maestro, pero había tomado mis juramentos y me debía una lucha. Una justa, porque estaba dispuesta a luchar por él. A matar por él. A tomar un golpe por él, si era necesario.

“Merit.”

Me sacudí el sonido de mi nombre y seguí luchando, esquivando y girando, sonriendo cuando giraba la espada hacia él, paré (cortado)

“Merit.”

Bloqueé su golpe, y mientras se orientaba y reequilibraba su cuerpo, miré detrás de mi, justo a tiempo para ver a Mallory, mi amiga, mi hermana, con la mano extendida, un círculo de llamas azules en ella. La giró, y vino hacia mí, y fui envuelta por las llamas.

Y las luces se fueron.

Anónimo –   – (3 de diciembre de 2009, 14:07)  

AIII MUCHAS GRACIAS POR SUBIR LOS CAPITULOS ! los lei todos desde tu blog :) ahora me muero por saber como sigue.
gracias por tomarse el trabajo de traducir enserio, alguna idea de cuando van a poder terminar de subir los otros dos? termina en el 25 no? saludos y gracais.
Agos.

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