Especiales/ Capítulo 36

CAP 36
LÁGRIMAS
Traducido por Sidonie



Ella se veía mil años más vieja. Sus ojos habían perdido la negrura en sus
profundidades, su brillo malvado. Como Fausto, se había convertido en champán sin burbujas. Curada al fin.

Pero aún consigue mirar con desprecio.

Haciendo esfuerzos para respirar, Tally dijo, “¿Qué estás…?”

“Rescatándote,” dijo la Dra. Cable.

Tally miró hacia la puerta, esperando escuchar alguna alarma, algunas pisadas.

La vieja mujer negó con la cabeza. “Yo construí este lugar, Tally. Conozco sus trampas. Nadie viene. Déjame descansar un momento.” Ella se sentó pesadamente en el suelo. “Soy demasiado vieja para esto.”

Tally miró detenidamente a su vieja enemiga, las manos aún curvadas como mortíferas mandíbulas. Pero la Dra. Cable estaba resoplando, un corte en su labio empezando a sangrar. Se veía como una vieja muy destrozada, una cuyos tratamientos para la prolongación de la vida estaban agotándose.

Salvo por los tres doctores inconscientes que están tumbados a sus pies.

“¿Todavía tienes reflejos de especial?”

“No soy especial en absoluto, Tally. Soy patética.” La vieja mujer se encogió de hombros. “Pero aún soy peligrosa.”

“Oh.” Tally se limpió más solución operatoria de los ojos. “Aunque, te llevó mucho tiempo.”

“Sí, eso fue inteligente Tally, quitar primero el tubo de respiración.”

“Seguro, un plan genial, dejarme allí dentro hasta que ellos casi...” Tally parpadeó. “Um, ¿por qué dices que estás haciendo esto?”

La Dra. Cable sonrió. “Te lo diré, Tally, si me respondes una pregunta primero.” Sus ojos se volvieron más vivos durante un momento. “¿Qué me hiciste?”

Era el turno de Tally para reír. “Te curé.”

“Eso lo sé, pequeña tonta. Pero ¿cómo?”

“¿Recuerdas cuando me pillaste el transmisor? No era un transmisor en absoluto – era un inyector. Maddy ha hecho una cura para Especiales.”

“Esa miserable mujer de nuevo.” La mirada de la Dra. Cable se clavó en el suelo empapado. “El ayuntamiento ha reabierto las fronteras de la ciudad. Sus pastillas están por todas partes.”

Tally asintió con la cabeza. “Lo sé.”

“Todo se viene abajo,” siseó la Dra. Cable, mirando furiosa a Tally. “No tardarán en comenzar a arrasar la naturaleza, lo sabes.”

“Sí, lo sé. Justo como en Diego.” Tally suspiró, recordando el fuego forestal de Andrew Simpson Smith. “Supongo que la libertad tiene una manera de destruir cosas.”

“¿Y tú llamas a eso una cura, Tally? Es dejar suelto un cáncer en el mundo.”

Tally negó con la cabeza lentamente. “¿Entonces es por eso por lo que estás aquí, Dra. Cable? ¿Para culparme de todo?”

“No. Estoy aquí para dejarte marchar.”

Tally levantó la mirada – eso tenía que ser una trampa, alguna forma para que la Dra. Cable consiga su venganza final. Pero el pensamiento de estar fuera bajo el cielo abierto envió un chasquido doloroso de esperanza a través de ella.

Ella tragó saliva. “¿Pero no he, ya sabes, destruido tu mundo?”

La Dra. Cable la miró fijamente durante mucho tiempo con sus ojos desenfocados y acuosos. “Sí. Pero tú eres la última, Tally. He visto a Shay y los otros en los medios de comunicación de Diego – ya no están bien. La cura de Maddy, supongo.” Ella suspiró lentamente. “Ellos ya no están mejor que yo. El Ayuntamiento nos ha desespecializado casi a todos.”

Tally asintió. “¿Pero por qué yo?”

“Tú eres la única Cortadora verdadera que queda,” dijo la Dra. Cable. “La última de mis Especiales diseñadas para vivir en la naturaleza, para existir fuera de las ciudades. Puedes escapar de esto, puedes desaparecer para siempre. No quiero que mi trabajo se extinga, Tally. Por favor…”

Tally parpadeó. Ella nunca había pensado en sí misma como alguna clase de animal en peligro de extinción. Pero no iba a discutir. El pensamiento de la libertad hizo que su cabeza diera vueltas.

“Simplemente sal, Tally. Coge cualquier ascensor hasta el tejado. El edificio está casi vacío, y he desconectado la mayoría de las cámaras. Y francamente, nadie puede pararte. Márchate, y por mí, mantente especial. El mundo puede necesitarte, algún día.”

Tally tragó saliva. Tan sólo salir caminando parecía demasiado simple. “¿Qué tal una aerotabla?”

“Está esperándote en el tejado, por supuesto.” Resopló la Dra. Cable.
“¿Qué pasa con los modales y esas cosas?”

Tally bajó la mirada hacia las tres formas inconscientes sobre el suelo.

“Ellos estarán bien,” gruñó Cable. “Soy doctora, lo sabes.”

“Claro que sí,” murmuró Tally, arrodillándose para quitar amablemente la bata a uno de los camilleros. Cuando se la puso, la solución de la operación la empapó con manchas oscuras, pero al menos ya no estaba desnuda.

Ella dio un paso hacia la puerta, pero se volvió hacia la Dra. Cable.

“¿No te preocupa que pueda curarme a mí misma? Entonces no quedaría ninguno de nosotros.”

La mujer levantó la mirada, y su expresión de derrota cambió, un destello de la vieja malvada volvió a sus ojos. “Mi fe en ti siempre ha sido recompensada, Tally Youngblood. ¿Por qué empezaría a preocuparme ahora?”



Cuando salió a cielo abierto, Tally permaneció de pie durante un largo minuto mirando el cielo oscuro. Ella no se preocupó por perseguidores. Cable tenía razón: ¿Quién quedaba para detenerla?

Las estrellas y la luna creciente brillaban tenuemente, el viento transportaba aromas de la naturaleza. Después de un mes de aire reciclado, la fresca brisa veraniega sabía viva en su lengua. Tally respiraba en el mundo helado.

Finalmente ella estaba libre de su celda, del tanque de operaciones, de la
Dra. Cable. Nadie la cambiaría en contra de su voluntad, nunca más. No
habría más Circunstancias Especiales.

Pero aún cuando el alivio se extendía por todo su cuerpo, Tally se sentía sangrando por dentro. La libertad estaba cortándola.

Zane todavía estaba muerto, después de todo.

El sabor de la sal se abrió camino entre los labios de Tally, un recuerdo de ese último beso amargo junto al mar. La escena que ella había recordado cada hora en su celda subterránea: la última vez que le había hablado, la prueba que ella había fallado, alejándolo. Pero de alguna forma la memoria actuó de manera diferente esa vez, largo y lento y dulce en su mente – como si ella no hubiera sentido a Zane temblar, como si hubiera dejado ese beso seguir y seguir. …

Ella saboreó la sal otra vez, y finalmente sintió el calor bajando por sus mejillas. Tally alzó sus manos, no creyendo del todo hasta que vio sus propias yemas de los dedos brillando con la luz.

Los Especiales no lloraban, pero sus lágrimas finalmente habían surgido.

-fin cap-

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