Hard Bitten - Capítulo VIII

Capítulo 8
El arte de la guerra




Empezó con un empujón, una vampiro obviamente ebria tropezándose hacia atrás. Nuevamente estábamos dentro de lo que pronto sería un penthouse cuando ella chocó contra mí, empujándome hacia dos chicos a mi espalda.

Me miró con malicia. “Disculpa”

“No hay problema,” dije con una sonrisa forzada. Pero cuando me di la vuelta para disculparme con los chicos con los que había chocado, ellos estaban aún menos contentos.

Los dos eran vampiros, ambos de una belleza promedio, ambos en camisas desabotonadas y jeans, uno un poco más alto que el otro. El vampiro más alto tenía pelo negro; el más bajo era rubio. Me encerraron, tan cerca que podía sentir sus colonias baratas y el ligero sabor de sangre que los rodeaba. Habían tomado sangre recientemente -¿pero de alguien en el salón?

Empecé con educación. “Lo siento. Me empujaron.”

“Sí, bueno, mira por dónde mierda vas.”

Okay, un poco sobreactuado, pero estábamos en una fiesta con mucha gente. Quizás ya los habrían pisado antes y estaban hartos de la multitud.

Sonreí levemente. “Claro que si.”

El rubio me tomó del codo. “Eso no suena como una disculpa, sabes. No suena como si verdaderamente sintieras haber chocado con nosotros.”

¿Estaba hablando en serio? A penas lo había empujado.

Zafé mi brazo. “Otra vez, lo siento.” Miré casualmente alrededor, buscando por Jonah ó por alguna señal de las chicas, pero la multitud parecía haberse espesado y ninguno estaba a la vista. Por primera vez, deseaba haber estado con Ethan en lugar de Jonah. Por lo menos él y yo nos podríamos haber comunicado telepáticamente.

“No me gusta tu actitud.” dijo el rubio.

“¿Discúlpame?” ofrecí “Estaba tratando de salir de tu camino.” Mientras batía mis pestañas, lo miré, tratando de encontrar alguna pista sobre afiliación de alguna Casa. Pero no tenía medalla, ni jersey. Mala suerte en este punto.

“¿Sabes la contraseña?” preguntó.

“Em, tentadora” dije, con aburrimiento en mi voz. “Voy a buscar a mi cita.” Me giré para apartarme de los chicos y hacia la parte del salón en la cual se había ido Jonah, pero los vampiros anticiparon mi movida. El de cabello negro se movió por delante para bloquearme, mientras el rubio se posicionó a mi espalda.

“No está completa” balbuceó el de cabello negro.

El otro estrechó su mirada. Sus ojos estaban del mismo tamaño del vampiro que había visto antes -sus pupilas puntitos negros entre un mar plateado. Estos chicos estaban seriamente vampirizados esta noche. ¿Era un efecto de toda la magia que había en el aire? ¿Mis ojos lucían iguales a ellos ahora mismo?

“¿Cuál es la otra mitad de la contraseña?” demandó.

Mi estómago se congeló. Incluso si el mensaje que tenía Jonah ofrecía el resto de la contraseña, no tenía idea de cuál era. Si les daba una contraseña falsa los iba a molestar aún más. Era hora de tirarme un lance, y puesto que estaba vestida para ello, opté por actuar como una chica fiestera.

Enrollé un par de perlas alrededor de mi dedo y me incliné. “Ustedes chicos no necesitan de mí la otra mitad de la contraseña, ¿verdad? Mi novio fue quien habló con el de seguridad. ¿Lo han visto en alguna parte? Cabello rojizo. Realmente alto?”

“Todos son responsables de la contraseña,” dijo el chico de cabello negro. “Si no la sabes, no perteneces aquí.” Esperé hasta que se giró hacia mí para poder ver sus ojos: iguales a los de los otros dos. Completamente plateados, pero las pupilas se le contraían como si estuviera mirando al sol.

“Y no te conozco,” confirmó el chico rubio, su expresión volviéndose fría. Que no me conociera era un pequeño milagro dadas mis aventuras de primera plana. “No me gustan los vampiros que no conozco.”

Guiñé un ojo. “Tal vez deberías conocerme. Si mi novio está de acuerdo, quiero decir.”

Los dos intercambiaron una mirada, y luego cometieron su primer error. El vampiro rubio pasó un brazo por mi cintura y me empujó hacia atrás contra él. “Suficiente de juegos. Vendrás conmigo.”

Levanté mi voz en un chillido agudo. “Oh, por Dios, ¡saca tus manos de mí!”

“Aw, si peleas sólo lograrás excitarlo, solcito.”

“No en esta vida.” Murmuré, luego clavé el taco de mi bota en el pie del chico rubio. Gritó una sarta de maldiciones pero me liberó. Eso era lo que estaba esperando. Me alejé un paso, luego miré al chico de cabello negro con inocencia.

“Me lastimó.”

“Sí, bueno, se va a poner peor.” Se abalanzó hacia adelante, los brazos abiertos para capturarme, pero no tenía intención de entrar en una pelea con un socialmente desagradable vampiro ebrio de magia, en una fiesta en la cual me estaba colando. Sin embargo, tampoco era tan orgullosa como para mantener mis golpes por encima del cinturón. Puse una mano en su hombro y lo golpeé con la rodilla en la ingle, lo cual hizo que se tirara sobre sus rodillas.

“Idiota.” murmuré, antes de adoptar un tono agudo otra vez. “Y tú mantén tus manos para ti mismo!” grité con mala cara, antes de pararme sobre él - acurrucado en el piso, gruñendo- y apresurarme hacia el anonimato de la multitud. Quizás tenía un minuto o dos antes de que comenzaran a buscarme, lo que significaba que debía encontrar a Jonah para poder salir de inmediato. Aún no podía decir si Tate ó Jackson habían estado en lo cierto con respecto a la violencia, pero algunos de estos vampiros estaban a un pelo del disparo -y yo estaba en su línea de fuego.

Miré alrededor para encontrar alguna señal de quien podría haber sido mi compañero, pero no estaba en ningún lado. Todavía manteniendo un ojo en la chica, probablemente, pero eso no iba a ayudarme. La multitud se había espesado, lo que era genial en cuanto a escudo contra esos matones, pero no para encontrar una aguja en un pajar.

Decidí hacer círculos concéntricos alrededor del lugar. Con cada vuelta, me movía un poco más cerca al medio. Tenía que chocarme con Jonah eventualmente, y con suerte también confundiría a los chicos que pensaban que no era nada más que una colada con colmillos.

Me abrí camino hacia la pared de plástico, la cual estaba cubierta de humedad, y comencé a costearla, con los ojos bien abiertos por alguna señal de Jonah. Tuve que agacharme y hacer espacio entre la multitud para lograr algún progreso, pero aún así no lo veía.

Lo que sí veía eran vampiros y humanos disfrutando su mutua compañía. Muebles colocados al azar por aquí y por allá.

Los vampiros estaban recostados sobre los muebles, y los humanos, mezclados entre los vampiros, recostados sobre ellos. Parecían más que contentos de ser el centro de esa colmilluda atención.

Y quiero decir “colmilluda” literalmente. Algunos de los humanos ya habían sido elegidos -con vampiros en la muñeca ó agarrados de la carótida de alguien. Me esforcé para bloquear el interés que la sangre proporcionaba -deseando haber tomado una bebida profiláctica antes de haberme marchado- y para evitar sacudir a los humanos a su sano juicio. Pero sus expresiones gritaban puro consentimiento… hasta que descubrí a uno que no parecía muy interesado. Me detuve.

Estaba sentada en el piso, con la espalda contra un poste de metal. Sus rodillas flexionadas, la cabeza colgando hacia un costado, los ojos pestañeando lentamente, como si tuviera problemas para enfocarse en el mundo a su alrededor.

Glamour. Y mucho, si el hormigueo en el aire era alguna indicación.

Humanos incursionándose en la oscuridad voluntariamente era una cosa. Pero esto parecía muy distinto. Algo mucho menos consensual.

Ethan me había dicho una vez que el glamour era acerca de reducir las inhibiciones humanas. Que un humano no haría nada que él o ella no quisieran hacer normalmente. Pero no había nada en los ojos de la chica que hablara de placer… ó consentimiento.

Nunca había bebido de un humano antes. Claro, realmente tampoco había tenido la urgencia. Mis recientes experiencias con humanos no habían sido exactamente agradables. Suficiente con decir que no encontraba nada remotamente interesante, vampiro o no, acerca de morder a una chica que parecía estar drogada más allá de su capacidad para consentir el acto. Suponía que racionalidad podía vencer al hambre.

Me acuclillé frente a ella y no pude ver ninguna mordida. Y aunque podría haber sido mordida en algún lugar oculto, no había sangre en el aire.

“¿Estás bien?” le pregunté.

Levantó la cabeza para mirarme, sus ojos orbes negras, sus pupilas casi totalmente dilatadas. Contrarios a los ojos de los vampiros. “Estoy perfectamente contenta.”

Estaba lo bastante segura de que ella no lo creía. “Creo que ese es el glamour hablando. Han- ellos han-”

“¿Si bebieron mi sangre quieres decir?” Sonrió algo triste. “No. Sigo esperando que lo hagan. ¿Crees que sea porque no soy lo suficientemente bonita?” Extendió una temblorosa mano y tocó el final de mi coleta. “Eres muy bonita.”

Pero luego su mano cayó, y sus ojos revolotearon hasta cerrarse. Lucía pálida. Demasiado pálida. No estaba segura de si el glamour era lo suficientemente fuerte como para enfermar a un humano, ¿tal vez algo había caído en su bebida?

Cualquiera fuera la razón, necesitaba sacarla de aquí.

Sus ojos volvieron a abrirse, solo una línea debajo de sus pestañas. “Vas a vivir por siempre, sabes. Todos los vampiros lo hacen.”

“Desafortunadamente, es probable que no quienes se meten en tantos problemas como yo.”

Debería haber tocado madera antes de decir eso, pero por lo menos pude oler sangre vieja en el vampiro detrás de mí antes de que atacara.

Maldije en silencio antes de pararme y dar la vuelta para enfrentarlo. Era alto y musculoso, con cabello negro y rizado, y un mentón demasiado cuadrado. Había sangre en la comisura de sus labios, y estaba orgullosa de decir que no tenía el menor interés en ello.

Y sus ojos -completamente plateados como los de aquellos vampiros que había visto.

“¿Estás tratando de apropiarte de ella, vampiro?”

“Está enferma,” le dije. “Este no es un lugar para ella. Quieres sangre humana, búscala en otra parte.”

Los vampiros a nuestro alrededor comenzaron a mirarnos, sus miradas yendo de él a mí como si estuvieran tratando de elegir que bando deberían tomar. Él los miró, con una mirada engatusadora en su rostro.

“Aw, ¿Tenemos una simpatizante de humanos en nuestras manos? ¿Sientes pena por los pequeños humanos?”

No tanta pena, más bien empatía. Sabía lo que significaba estar ebria sin haberlo consentido. Con mucha suerte, había superado mi ataque, pero no se lo deseaba a nadie.

Desafortunadamente, los vampiros a mi alrededor no estaban muy convencidos.

“Siento pena por quien sea que no esté aquí por elección propia.”

Se rió con ganas, una mano apretando su abdomen mientras reía. “¿Crees que alguno de estos humanos no quieren estar aquí? ¿Crees que no pagarían por estar aquí con nosotros? Deja que los humanos nos pongan nombres. Que la prensa nos llame monstruos. Somos todo lo que ellos aspiran ser. Fuertes. Más poderosos. Eternos.”

Hubo vagos murmullos de acuerdo en la multitud. Aparentemente había pasado de una demostración anti-vampiro a una congregación pro-vampiro en cuestión de horas.

¿Sabes lo que pensaba? Pensaba que la gente necesitaba parar con sus ciegos prejuicios y pensar más racionalmente. Parar de forzarse a ellos mismos a caer en el molde de amantes ó enemigos. Algunos vampiros tenían problemas, como este chico demostraba, y había bastantes humanos en Chicago -algunos electos- quienes no eran exactamente un modelo a seguir.

“Suficiente,” dije. “Basta de charla. Esta chica no está en condiciones mentales de consentir nada. La voy a sacar de aquí.” Apreté mis manos en puños, preparándome para una batalla, y fregué mi pantorrilla contra el interior de mi bota, sintiendo el bulto de la daga oculta allí.

Pero el vampiro no estaba comprando mi discurso, y claramente no estaba asustado de mí. “No eres mi Maestro, niña. Encuentra otra cosa que hacer. Algún chico bonito al cual morder.”

“No la voy a dejar.”

Él estrechó su mirada y sentí en mi cabeza la intensidad de su glamour, la pérdida de preocupación y miedo, y la urgencia de encontrar un lugar en el suelo y ofrecerme a él, a pesar de las circunstancias.

Pero mantuve mis ojos en él y peleé contra el mareo. Enderecé mi espina y le di una mirada cuestionadora. “¿Estabas tratando de hacer algo?”

Ladeó su cabeza, con interés en su expresión. Luché contra la urgencia de escabullirme y esconderme de su intrigante mirada, pero mientras yo fuera su objetivo -y no la chica - quizás podría tolerarlo.

“Eres… interesante.”

Casi hago rodar mis ojos, pero luego me di cuenta del regalo que me había dado. Lo miré con astucia.

“¿Te gustaría descubrir cuán interesante?”

Como una coqueta adolescente, enrollé el final de mi coleta, luego la tiré hacia atrás, revelando mi cuello.

En cuanto a carnadas se refería, quizás no era mucho, pero funcionó lo suficiente. Bajó la mirada -observándome detrás de pestañas encapuchadas- y comenzó a caminar hacia mí como un león de caza. Había visto a un vampiro acechar antes -había visto a Ethan en su mejor momento, moviéndose en mi dirección con lujuria en sus ojos. Esta no era esa clase de lujuria. Esta no era sobre amor y conexión -sino control. Ego. Victoria.

Devolví la mirada, incluso mientras la intensidad en su expresión hacía que mi piel se arrastrara. Él bebería -pero no se detendría, no hasta que no quedara nada de mí ó de ella. Quizás era la magia en el aire que lo llevaba al borde; quizás era su propio instinto predatorio. Cualquiera fuera la razón, no quería formar parte de ello.

En un movimiento suave como seda que hubiera llenado a Catcher de orgullo, saqué la daga de su estuche con una mano, luz brillando por el filo, el acero dejando un hormigueo confortable en mi palma. Apreté mis dedos alrededor de la empuñadura.

El vampiro finalmente pareció darse cuenta que iba en serio. Su expresión cayó.

Con la daga en mano, miré a la chica.

“¿Puedes levantarte?”

Ella asintió, con lágrimas derramándose por sus ojos. “Estoy bien. Pero quiero ir a casa.”

Extendí mi mano. Cuando ella la tomó, la ayudé a levantarse. Desafortunadamente, haberla levantado no nos había ayudado mucho. Todavía estábamos rodeadas -por un vampiro molesto del cual la había robado, y por una docena más que no tenía un interés específico en la chica pero que parecían bizarramente dispuestos a pelear.

¿Era esta la violencia de la cual se había referido el señor Jackson?

Tragué el miedo que se anudaba en mi garganta, y me erguí, mirando a la multitud con valentía forzada. “Voy a sacarla de aquí ahora mismo. ¿Alguien tiene algún problema con eso?”

Debería haber sabido mejor que haberlo dicho en forma de pregunta.

“Inténtalo, pastelito” dijo el vampiro que me quería, y un escalofrío helado corrió por mi espalda. Era fuerte, rápida e inmortal, pero la chica no. Incluso si lograba luchar para salir de la multitud, no podía pelear y protegerla al mismo tiempo.

Lo que necesitaba, pensé, era una distracción.

Su aparición no podría haber llegado más a tiempo.

“¡Maldita sea!” escuché al otro lado del salón, seguido del crujido de vidrio que silenció al resto de la multitud.

El aroma metálico de la sangre cubrió el aire, y todos en la vecindad se dieron vuelta hacia el centro del aroma. Vi a Jonah entre la multitud, mirando a un vampiro acobardándose.

Sangre había sido derramada, quizás de un vaso roto ó un jarrón. No era una mala manera para llamar la atención de vampiros -y darme una oportunidad de llegar hasta la puerta.

Miré a la chica sostenida de mi brazo. “¿Cuál es tu nombre?”

“Sarah,” dijo. “Sarah.”

“Bien, Sarah, vamos a tener que correr para salir. ¿Estás lista?”

Ella asintió, y en cuanto el alborotador y el resto de los vampiros empezaron a moverse hacia las olas de aroma, huimos.

Entendía la atracción de la sangre. Estaba comenzando a tener hambre. Nos acercábamos al final de la noche, y habían pasado horas desde que había comido… ó bebido sangre. El olor se ponía innegablemente delicioso, así que mordí mi labio para mantenerme concentrada, la aguda punzada de dolor alejó el hambre. Como parecía estar sucediendo muy a menudo, este no era el momento ni el lugar.

Guié a Sarah a través de los vampiros que ahora se dirigían hacia la sangre, su brazo sobre mi hombro, mi brazo alrededor de su cintura. No corrimos precisamente con gracia, pero nos acercamos a la puerta y al borde del caos.

Y el caos definitivamente erupcionó.

El salón se convirtió en un huracán de violencia mientras los vampiros se apresuraban y se arrastraban encima de unos a otros para llegar a la sangre. Un vampiro enojado empezó a pelear con otro, y esa pelea se interpuso en la conversación de otros, lo cual también molestó a esos vampiros. Y mientras la violencia se incrementaba, también lo hacía la magia - esparciéndose en el aire y haciendo a los vampiros aún más predatorios de lo que ya eran.

“Pensé que podrías necesitar refuerzos.”

Miré a mi derecha, aliviada de encontrar a Jonah a mi lado otra vez. “Te tomó bastante tiempo. Gracias por la distracción.”

“De nada. No esperaba que sacaras una cuchilla y raptaras a un humano.” Miró a Sarah. “¿Qué ocurrió?”

“No lo sé. ¿Drogas? ¿Glamour? No estoy segura. De cualquier manera, necesitamos sacarla de aquí.”

“Estoy justo detrás de ti.” dijo asintiendo, y nos encaminamos a los ascensores.

Las puertas estaban abiertas cuando llegamos; ayudé a Sarah a entrar mientras Jonah apretaba botones hasta que las puertas se cerraron, silenciando el sonido de pelea detrás de nosotros. Volví a poner la daga dentro de mi bota.

No fue hasta que estábamos a mitad de camino del edificio que solté el suspiro que había estado conteniendo. Miré a Sarah. “¿Estás bien?”

Ella asintió. “Estoy bien. Pero todas esas personas ahí. Necesitamos sacarlas también.”

Jonah y yo intercambiamos miradas.

“¿Tal vez podrías llamar a la policía?” preguntó. “Diles sobre la fiesta, así cuando llegan, ¿pueden sacar al resto de los humanos?”

Jonah me miró. “Si los policías vienen…”

Asentí, entendiendo su preocupación. Si necesitábamos policías para acabar con esta cosa, estaríamos nadando en mala prensa y de vuelta a la oficina del alcalde -asumiendo que Tate todavía no había emitido la orden de arresto de Ethan.

Pero quizás no necesitábamos a los policías. Quizás sólo necesitábamos el miedo que suponían los policías…

“Podemos hacerlo mejor que ellos,” dije mientras las puertas del ascensor se abrían nuevamente. “Ayúdala a salir. Te veré allí en un minuto.”

Cambiamos de posiciones junto a Sarah, y mientras ellos se movían hacia la puerta principal, yo me apresuraba hacia el escritorio de seguridad. La mirada del guardia siguió a Jonah y a Sarah saliendo por la puerta principal, su mano en el walkie- talkie en su escritorio.

“Hey,” dije cuando llegué, llamando su atención. “Recién recibimos una llamada -la policía está en camino hacia el último piso. Mejor apresúrate hacia arriba y asegúrate de que se vayan, ó de seguro habrá arrestos y grandes problemas. Sé que no quieres eso en los diarios de mañana. Tu, um, clientela con colmillos no van a estar muy contentos.”

El guardia asintió entendiendo, luego tomó su walkie, apretó un mando, y pidió apoyo. Esperaba que tuviera suficiente -y quizás también algún repelente de vampiros mientras
estaba en ello.

Lo dejé hacer sus preparativos, tragando aire fresco y limpio cuando logré salir. Miré a Jonah y Sarah renguear mientras cruzaban la calle hacia una plaza. Ayudó a Sarah hasta un banco de hierro forjado; yo me quedé donde estaba hasta que estuve segura de que mi mente estaba despejada y mi hambre bajo control.

Un minuto o dos más tarde, crucé la calle.

“Evacuación en proceso,” dije a Jonah, luego me acuclillé frente a Sarah. “¿Cómo te sientes?”

Ella asintió. “Estoy bien. Sólo que realmente, realmente avergonzada.” Presionó una mano contra su estómago. Cualquier confusión mental que la había silenciado ya había pasado, y comenzó a llorar.

Jonah y yo intercambiamos miradas incómodas.

“Sarah,” dije despacio. “¿Puedes decirnos qué ocurrió? ¿Cómo es que terminaste allí?”

“Escuché que unos vampiros harían esta fiesta.” Pasó una mano debajo de la nariz. “Pensé, Oh, vampiros, quizás podría ser divertido, ¿sabes?. Al principio estuvo bien. Pero después -no lo sé. La tensión en el salón se elevó, y luego comencé a sentirme muy extraña, y me senté en el piso. Podía verlos de reojo. Se movían a mi alrededor dándome un vistazo, como si estuvieran tratando de ver si estaba lista.”

“¿Lista?” pregunté.

“¿Lista para dar sangre?” ella se encogió de hombros y suspiró. “Y luego llegaste.” Sacudió su cabeza. “Sólo estoy verdaderamente avergonzada. No debería haber estado allí. No debería haber ido.” Levantó la cabeza para mirarme. “Realmente quiero ir a casa. ¿Crees que puedas encontrarme un taxi?”

“Estoy en ello.” dijo Jonah, caminando hacia la calle para divisar algún taxi. Era tarde, pero estábamos a un par de cuadras de Michigan, así que no sería imposible el encontrar
uno.

Mientras se alejaba, miré a Sarah nuevamente. “Sarah, ¿Cómo supiste de la fiesta?”

Se ruborizó y alejó la mirada.

“De verdad nos ayudaría si me dijeras. Podría ayudarnos a detener este tipo de fiestas.”

Suspiró, y luego asintió. “Mi amiga y yo estábamos afuera de un bar -¿uno de esos bares de vampiros? Conocimos a un hombre allí.”

“¿Sabes qué bar de vampiros era?”

“¿Temple?”

Mi estómago se revolvió. Ése era el bar de Cadogan. “Continúa.”

“Así que, fui afuera para tomar aire fresco -había mucha gente- y había un hombre allí. Me dijo de una fiesta se llevaría a cabo y que pasaríamos un buen rato. Mi amiga, Brit, no quería ir, pero yo sí quería, ya sabes, para ver de qué se trataba.”

Así que Sarah había tenido información sobre la rave en Bar Temple, y Jonah había encontrado el celular en Benson. Eso significaba que quienes frecuentaban los bares también sabían acerca de las raves. Ethan se pondría furioso con esto.

“El hombre con el que hablaste -¿Cómo era?”

“Oh, um, era algo bajito. Mucho mayor. Cabello negro. ¿Medio canoso? Y también había una chica con él. Lo recuerdo porque tenía puesto este sombrero gigante con el cual no podía ver su rostro. Oh, pero cuando estaba volviendo a entrar, él la llamó por un nombre. Medio pasado de moda, como Mary ó Martha…” Sarah apretó sus parpados mientras trataba de recordar.

Mi corazón dio un vuelco en anticipación. “¿Era Marie?”

Sus ojos se abrieron otra vez. “¡Sí! Era Marie. ¿Cómo supiste?”

“Suerte.” dije. Quizás no conocía a un hombre bajito en particular, pero sí conocía a una vampiro con predilección a causar problemas. Y érase una vez, ella había sido conocida como Marie.

Antes de que pudiera seguir cuestionando, Sarah hizo una mueca.

“¿Estás bien?”

“Solo tengo dolor de cabeza. Había algo raro en el aire, creo.”

Excelente predicción para mi siguiente pregunta. “¿Tomaste algo mientras estabas allí?¿Quizás alguna bebida que alguien te pasó?”

Ella sacudió la cabeza. “Me estás preguntando sobre drogas, pero no tomo drogas. Y sé que no debo tomar nada que no me haya servido yo misma. Pero sí vi esto. Otra chica -una humana- me lo pasó.”

Sacó un sobre de papel, del tamaño de una pequeña tarjeta de regalo, de su bolsillo. Era blanco, y tenía una V inscripta al frente. Lo guardé en mí bolsillo para después. Y luego hice una pregunta que me hizo odiarme un poco, pero debía ser preguntada. Había mucho en juego.

Necesitaba saber si ella se convertiría en un riesgo para Cadogan.

“¿Sarah, estás pensando en ir con la policía?”

Sus ojos se abrieron de par en par. “Oh, Dios, no. No debería haber ido a la fiesta., y si mis padres se enteran, si mi novio se entera, se volverían locos. Además,” agregó con timidez, “si llamo a la policía, te meterás en problemas también ¿verdad? Eres un vampiro también, pero tú me ayudaste.”

Asentí, alivio en mi pecho. “Soy un vampiro,” confirmé “Mi nombre es Merit.”

Ella sonrió un poco. “Merit. Me gusta. De alguna manera te describe. Como si siempre hubieras estado destinada a ser buena, ¿sabes?”

Esta vez, fui yo quien tuvo que contener una repentina lágrima.

El sonido de la puerta de un auto abriéndose desvió mi mirada hacia la calle. Jonah estaba parado al lado de un taxi blanco y negro, con la puerta abierta.

“Vamos llevarte a casa.”

Sarah asintió. Todavía se tambaleaba sobre sus pies, pero logramos caminar los doce, ó cuantos fueran, pasos hasta el taxi. En la puerta, ella se dio la vuelta y me sonrió.

“¿Estarás bien?” pregunté.

Asintió. “Lo estaré. Gracias.”

“No tienes que agradecerme. Siento lo que ha pasado. Siento que te hayan hecho sentir incómoda.”

“Está olvidado. Pero no olvidaré esto,” dijo “no lo que hiciste esta noche.”

Cuando la puerta se cerró, miramos al taxi alejarse.

Jonah me miró, y luego miró al cielo. “El amanecer llegará pronto,” dijo. “Deberíamos volver a casa.” Hizo un gesto hacia la calle. “De hecho, estacioné bastante cerca. ¿Quieres que te alcance hasta tu auto?”

“Eso sería genial” acordé, mientras la adrenalina era reemplazada por el cansancio.

Caminamos en silencio un par de cuadras, luego nos detuvimos al llegar a un sedan híbrido.

“¿Pensando en el medio ambiente?”

Él sonrió con tristeza. “Si el clima se vuelve malo, nosotros estaremos aquí. Ya que estamos, podríamos planificar hacia el futuro.”

Cuando destrabó las puertas y nos subimos, le di las indicaciones hasta el lugar donde había estacionado mi auto, luego cerré los ojos y apoyé la cabeza contra el asiento.

Me quedé dormida en cuestión de segundos.

TRADUCIDO POR RO

CORREGIDO POR CHLOE

Anónimo –   – (27 de mayo de 2011, 13:00)  

waaaaaaa...es GENIAL..me encanta...Merit es super guay...mmm me gusto cuando se enfrento al vampiro tonto...jeje:P
bueno que mas decir pues...ANIMOS...
:P,,:)

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