PERFECCIÓN // Capítulo 9

Trascripto por Rocío88

CAPITULO 9 CARTA A UNA MISMA



Querida Tally:
Tú eres yo.
O supongo que otra forma de expresarlo es decir que yo soy tú: Tally Youngblood. Somos la misma persona. Pero, si estás leyendo esta carta, es que somos también dos personas distintas. al menos eso es lo que los habitantes del Nuevo Humo suponemos que habrá ocurrido. Te han cambiado. Por eso te escribo.
Me pregunto si recuerdas haber escrito esta nota. (De hecho, he pedido a Shay que la escriba por mí. Ella hizo caligrafía en el colegio.) ¿A que parece algo que escribiste en un diario cuando eras pequeña o algo escrito en el diario de otra persona?
Si no recuerdas haber escrito esta carta en absoluto, ambas estamos en graves apuros. Sobre todo yo. Porque no acordarme de mí misma significaría que el yo que ha escrito esta carta de alguna forma ha sido borrado del mapa. ¡Ay! Y quizá eso signifique que estoy muerta, en cierto modo. Así que, te lo ruego, al menos haz un esfuerzo por recordar.

Tally hizo una pausa y pasó un dedo por encima de las palabras garabateadas, tratando de recordar haberlas dictado. A shay le gustaba demostrar su habilidad para escribir con buen estilo, uno de los trucos que había aprendido como parte de la preparación para su viaje al Humo. Había dejado una nota para Tally en la que le indicaba cómo seguirla hasta allí. Pero ¿sería aquella realmente la letra de Shay?
Y, más importante aún, ¿sería verdad lo que ponía en aquella carta? Por mucho que lo intentara, Tally no conseguía recordarlo. Respiró hondo y siguió leyendo...

Pero bueno, lo que trato de decirte es lo siguiente: te han hecho algo en el cerebro -en el tuyo, que es el mío-, por eso puede que esta carta te parezca una tanto extraña.
Nosotros (y con ello me refiero a los que estamos aquí fuera, en el Nuevo Humo, no a ti y a mí) no sabemos exactamente cómo funciona, pero estamos convencidos de que algo le pasa a todo aquel que se somete a la operación. Cuando te convierten en perfecto te provocan además una serie de lesiones (una especie de cicatrices minúsculas) en el cerebro. Eso te cambia, y no para bien. Mírate al espejo, Tally. Si eres perfecta, te tienen.

Tally oyó una respiración fuerte junto al oído. al volverse vio a Zane leyendo por encima de su hombro.
- Parece que quizá tenga razón en eso que dices de los perfectos- comentó ella.
Zane asintió lentamente.
- Ya. Genial. - Señaló el siguiente párrafo -. Pero ¿Qué me dices de esto?
Tally volvió a bajar la vista a la hoja de papel.

La buena noticia es que hay cura. Por eso David ha llegado hasta ti, para darte las pastillas que te arreglarán el cerebro. (Espero que te acuerdes de David.) Es un buen tipo, aunque tuviera que secuestrarte para traerte aquí. Confía en él. Puede que te asuste la idea de estar aquí fuera, lejos de la ciudad, donde sea que los habitantes del Nuevo Humo te escondan, pero la gente te provocó esas lesiones estarán vigilando, y tienes que permanecer en un lugar seguro hasta que te cures.

Tally dejó de leer.
- ¿Secuestrarme?
- Parece que ha habido un cambio de planes desde que escribiste esto -dijo Zane.
Tally se sintió extraña por un momento al ver la imagen de David cada vez mas clara en su cabeza.
- Si es que lo he escrito yo. Y en caso de que sea verdad. En cualquier caso, fue Croy quien vino a verme, no... David. -Al pronunciar su nombre le invadieron los recuerdos: las manos de David, ásperas después de años de trabajo, su chaqueta hecha de retazos de piel, la cicatriz blanca que le partía la ceja. Una sensación como de pánico comenzó a apoderarse de ella-. ¿Que le ha ocurrido a David, Zane? ¿Por qué no ha venido él?
Zane hizo un gesto de negación con la cabeza.
- No lo sé. ¿Tú y él estabais... ?
Tally volvió a bajar la vista de la carta. El texto se desdibujó ante sus ojos y sobre el papel cayó una sola lágrima. La tinta se corrió dentro de la salpicadura y la lágrima se volvió negra.
- Estoy segura de que lo estábamos. -Su voz sonó áspera; los recuerdos se enmarañaban en su interior -. Pero algo pasó.
- Ah, ¿sí?
- No sé el qué. - Tally se preguntó por qué no podía recordarlo. ¿Sería realmente por las lesiones, aquellas cicatrices en el cerebro sobre la que advertía la carta? ¿O sería simplemente que no quería?
- ¿Qué es eso que tienes en la mano, Tally? -le preguntó Zane.
Tally abrió la palma enrojecida de la mano para dejar al descubierto las pequeñas pastillas blancas que había escogido del suelo.
- La cura. Déjame acabar de leer esto -dijo, antes de respirar hondo para tranquilizarse.

Una cosa más: Maddy (la madre de David, que ha aparecido con la cura) dice que tengo que añadir esto, algo sobre un consentimiento fundado.
Por la presente, yo, Tally Youngblood, doy mi permiso para que Maddy y David me den las pastillas que revierten la mente de un perfecto a su estado anterior. Soy consciente de que este es un fármaco en fase experimental, y sus efectos pueden ser sumamente perjudiciales. Hasta el punto de causar la muerte cerebral.
Siento lo de esta última parte. Es el riesgo que debemos asumir. Por eso me ofrecí a convertirme en perfecta, para poder probar las pastillas y salvar a Shay y Peris, y a todo aquel al que le han alterado el cerebro.
Así que tienes que tomártelas. Por mí. Te pido disculpas por adelantado si no quieres tomártelas y David y Maddy te obligan a ello.
Estarás mejor, te lo prometo.
Buena suerte.
Un abrazo.
Tally dejó caer la carta en su regazo. No sabía por qué, pero aquellas palabras garabateadas en el papel le habían absorbido la claridad que había cobrado el mundo ante sus ojos, haciendo que volviera a darle vueltas la cabeza y que lo viera todo borroso de nuevo. El corazón seguía latiéndole con fuerza, pero no de aquella manera tan agradable que había sentido al caer de la torre. Era una sensación más parecida al pánico, como si estuviera encerrada dentro de aquella caseta de chapa.
Zane dejó escapar un silbido en tono quedo.
- Así que por eso has vuelto.
- Eso crees, ¿verdad?
Los ojos de Zane emitieron un brillo dorado en la oscuridad.
- Pues claro. Ahora todo tiene sentido. La razón por la que no recuerdas a David o tu regreso a la ciudad. La razón por la que Shay tiene tantas historias confusas sobre su pasado. La razón por la que los habitantes del Nuevo Humo están tan interesados en ti.
- ¿Porque tengo el cerebro dañado?
Zane negó con la cabeza.
- Todos tenemos el cerebro dañado, Tally. Como yo sospechaba. pero tú te entregaste a propósito, sabiendo que existe una cura. -Zane señaló las píldoras que Tally tenía en la mano -. Esas pastillas son la razón por la que tú estás aquí.
Tally se quedó mirando las pastillas, que se veían pequeñas e insignificantes en la penumbra de la caseta.
- Pero en la carta dice que a lo mejor ni siquiera funcionan. Puede que me causen una muerte cerebral...
Zane le cogió suavemente la muñeca.
- Si tú no quieres tomártelas, me las tomaré yo.
Tally cerró el puño.
- No puedo dejar que lo hagas.
- Pero si esto es lo que llevo esperando durante todo este tiempo. Una forma de escapar de la perfección, ¡de ser chispeante en todo momento!
- Pues yo no esperaba esto -exclamó Tally -. ¡Lo único que yo quería era convertirme en una rebelde!
Zane señaló la carta.
- Sí, y lo eras.
- Esa no era yo. Ella mismo lo dice.
- Pero tú...
- ¡Puede que cambiara de idea!
- Tú no cambiaste de idea. Ha sido la operación lo que te ha cambiado.
Tally abrió la boca, pero no dijo nada.
- Tally, te entregaste voluntariamente, sabiendo que tendrías que arriesgarte a tomar la cura. Eso demuestra una valentía increíble. -Zane alargó la mano para acariciarle la cara; sus ojos brillaban con el rayo de sol que incidía directamente sobre él -.Pero si no quieres, deja que yo me arriesgue por ti.
Tally negó con la cabeza, preguntándose qué era lo que más temía, que las pastillas tuvieran efectos nocivos para ella o ver a Zane convertido en un vegetal por ponerse en su lugar. O quizá lo que temía en el fondo era averiguar lo que le había ocurrido a David.
Deseó que Croy no se hubiera cruzado en su camino, o que nunca hubieran encontrado la 317 de Valentino. Si pudiera olvidarse de aquellas pastillas y seguir siendo tonta y perfecta, nada de aquello volvería a ser una preocupación para ella.
- Lo único que quiero es olvidar a David.
- ¿Por qué? -Zane se acercó a ella -. ¿Qué te hizo?
- Nada. No me hizo nada. Pero ¿por qué me dejó Croy esas pastillas en lugar de venir él y sacarme de aquí? ¿Y si está..?
La caseta tembló por un instante, haciendo que Tally se callara de golpe. Ambos miraron hacia arriba; algo grande les había pasado por encima.
- Un aerovehículo... -susurró Tally.
- Seguro que pasaba por aquí, si más. Que ellos sepan, estamos en el jardín del placer.
- A menos que alguien nos haya visto allí arriba, en la... - Tally enmudeció al ver que un remolino de polvo entraba en la caseta a través de la puerta medio abierta, haciendo resplandecer el rayo de sol-. Está aterrizando.
- Saben que estamos aquí -dijo Zane, y comenzó a romper la carta.
- Pero, ¿Qué haces?
- No podemos permitir que encuentren esto - le respondió Zane -. No pueden saber que existe una cura.- Dicho esto, se metió un trozo de papel en la boca, haciendo una mueca al notar el sabor.
Tally miró las pastillas que sostenía en la palma de la mano.
- ¿Qué hacemos con esto?
Zane se tragó el papel con una expresión de tortura.
- Tengo que tomármelas, ya. -Arrancó otro trozo de carta de un mordisco y comenzó a masticar.
- con las pequeñas que son podríamos esconderlas -sugirió Tally.
Zane negó con la cabeza, volviendo a tragar.
- Que nos pillen sin anillo ya es bastante sospechoso, Tally. Querrán saber qué tramábamos. cuando te metas algo de comida en el cuerpo ya no estarás tan chispeante.. y entonces puede que te rajes y entregues las pastillas.
Desde el interior de la caseta oyeron unos pasos que se aproximaban por el tejado. Zane tiró de la puerta hasta cerrarla casi del todo, metió por el resquicio los extremos de la cadena y cerró el candado, con lo que ambos quedaron de repente sumidos en la oscuridad.
- Esto no los detendrá durante mucho tiempo. Dame las pastillas. si funcionan, te prometo que me aseguraré de que te...
Desde fuera se oyó una voz y un escalofrío recorrió la espalda de Tally. La voz le sonó afilada, como si le pasaran una navaja por los oídos. No se trataba de un guardián, sino de un agente de circunstancias especiales.
En la penumbra de la caseta, las pastillas miraron a Tally como dos ojos blancos faltos de expresión. Aunque no sabía por qué, estaba convencida de que lo que ponía en la carta, con aquella súplica explícita de que se tomara las pastillas todo sería chispeante y vería el mundo con claridad en todo momento, como decía Zane.
O quizá no funcionaran y entonces se quedaría como un esqueleto hueco con el cerebro muerto.
O quizá fuera David quien estuviera muerto. Tally se preguntó si después de aquel día parte de ella recordaría el rostro de él, hiciera lo que hiciera. Y a menos que tomara las pastillas, nunca conocería la verdad.
Tally hizo amago de llevárselas a la boca, pero se sintió incapaz de tomárselas. Imaginó su cerebro deshaciéndose. Imagino que quedaba borrada del mapa, como la otra Tally que le había escrito la carta. Clavó la mirada en los ojos de Zane, tan hermosos como suplicantes. Al menos él no tenía dudas.
Quizás no tuviera que hacer aquello sola...
La puerta emitió un chirrido agudo al intentar alguien abrirla desde fuera, y la cadena se tensó. Luego le dieron un golpe que retumbó en el interior de la caseta de chapa como se tratara de un petardo. Los especiales tenían fuerza, pero ¿podían derribar una puerta de metal?
- Hazlo ya, Tally -susurró Zane.
- No puedo.
- Pues dámelas a mí
Tally negó con la cabeza y se acercó a él para hablarle en un tono que quedara apagado por los atronadores golpes que estaban dando en la puerta.
- No puedo hacerte eso, Zane, y tampoco puedo hacer esto sola. Quizá si caso uno se tomara una...
- ¿Cómo? Eso es una locura. No sabemos cómo...
- No sabemos nada, Zane.
Los golpes cesaron, y Tally acalló la respuesta de Zane. Los especiales no solo eran fuertes y rápidos, sino que tenían un oído tan fino como el de un depredador.
De repente una luz brillante se filtró por el resquicio de la puerta, proyectando unas sombras temblorosas en el interior de la caseta y deslumbrando a Tally. La herramienta cortante silbó a medida que atravesaba la cadena y el olor a metal fundido llegó hasta su nariz. Los especiales conseguirían entrar en cuestión de segundos.
- Hagámoslo juntos -susurró Tally, ofreciendo una de las pastillas a Zane. Respirando hondo, se puso la otra en la lengua. Una explosión de amargor le llenó la boca, como si hubiera mordido una semilla de una uva, Tally se tragó la píldora, que le dejó un gusto ácido en la garganta.
- Por favor -suplicó a Zane en voz baja -. Haz esto por mí.
Zane suspiró y se tomó la pastilla, haciendo una mueca al notar el sabor amargo. Luego se quedó mirando a Tally, sacudiendo la cabeza.
- Puede que lo que acabamos de hacer sea una tontería supina.
Tally trató de sonreír.
- Al menos hemos hecho el tonto juntos. -Y, acercándose a él, lo cogió por la nuca y lo besó. David no había ido a rescatarla. O bien estaba muerto o no le importaba lo que pudiera ocurrirle a ella. David era feo, en cambio Zane era guapo, chispeante y estaba allí -.Ahora nos necesitamos en uno al otro -dijo.
Aún estaban besándose cuando los especiales irrumpieron en el interior de la caseta.

Anónimo –   – (25 de junio de 2009, 20:17)  

oh por dios amooo stos libross grax por la t5raduccionnn smuakiss
atte
;loredaf

Missbook asg  – (6 de julio de 2009, 17:58)  

hola, tienes mas...??? porfavor dime q si,
te dejo mi correo

aeilynlaly@hotmail.com

Rocio  – (11 de agosto de 2009, 12:24)  

Hola Chicas!!! esta super lindo su blog y gracias a ustedes he leido este libro en español, pero veo que solo esta hasta el capitulo 9 me podrian decir si van a seguir con la traduccion?

mil gracias!!!

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