Some Girls Bite- Capítulo 12

Nota: si hay algún error de coherencia o algo perdón, es que no tuve tiempo de revisarlo, mañana lo hago ;)

CAPÍTULO DOCE
NO PUEDES CONFIAR EN UN HOMBRE QUE COME
PERROS CALIENTES CON TENEDOR.

Puse una mano sobre mi boca firmemente, reprimiendo el chillido que subió por mi garganta. Pero después de una mirada clandestina hacia el living, me incliné nuevamente y tomé otro vistazo.
Lo vi a él de perfil. Él estaba completamente desnudo, con su pelo rubio puesto detrás de sus orejas. Amber estaba frente a él, agachada en sus rodillas en su gigante cama de cuatro postes, ella dándole la espalda a él. Hasta de perfil, era fácil ver que ella estaba extasiada-la parte de sus labios, sus párpados medios cerrados, el agarre de sus dedos contaban la historia. Sus manos estaban convertidas en puños en las sábanas color caqui, y a pesar del zarandeo de sus senos, ella estaba por otra parte inmóvil, aparentemente satisfecha dejando a Ethan hacer el trabajo.
Y trabajo que él hizo.
Sus piernas estaban separadas un poco más que la distancia de sus hombros, los hoyuelos huecos a los lados de sus nalgas se apretabas mientras él giraba y bombeaba contra el cuerpo de ella. Su piel era dorada, su cuerpo largo, fornido. Noté un tatuaje, una escritura en la parte de atrás de su pantorrilla derecha, pero el resto de su forma era prístino, su piel dorada lisa brillaba con la transpiración. Una de sus manos estaba apoyada en el lado derecho de la cadera de ella, la otra extendida más abajo en su espalda húmeda, su mirada-intensa, carnal, necesitada-en la unión rítmica de sus cuerpos. Él aplanó una mano a lo largo del valle de su espalda, su lengua mojando sus labios mientras se movía.
Me quedé mirándolos, completamente cautivada por la visión. Yo sentía el rastro de chispa de la excitación en mi abdomen, una sensación tan mal bienvenida como familiar. Él era magnífico.
Ausentemente, llevé mis dedos hasta mis labios, luego me congelé al darme cuenta que estaba escondida en su living, hojeando a través de una puerta abierta, mirando al hombre que una semana atrás había decidido que era mi enemigo mortal teniendo sexo. Estaba completamente perturbada.
Y debería haberme ido, debería haber caminado lejos con nada más que una pequeña mortificación, si Ethan no hubiera escogido ese momento para inclinarse hacia delante, más cerca del cuerpo de ella, y morder.
Sus dientes rozaron el lugar entre su cuello y hombros, luego perforó. La garganta de él empezó a moverse convulsivamente, sus caderas todavía moviéndose-más fieramente, si eso era posible-ahora que él había agujereado su garganta. Dos líneas de rojo, de la sangre de ella, trazaban un camino por su pálida columna desde su cuello.
Instintivamente, levanté una mano, tocando el lugar donde yo había sido mordida, el lugar donde las cicatrices deberían haber empañado mi garganta. Había experimentado la mordedura, la violencia misma-interesada de él, pero ésta era diferente. Ésta era vampírica, siendo vampiro. Un verdadero vampiro.
El sexo no obstante, éste era alimentado de la manera que debía ser. Él y ella, compartiendo el acto, no sólo sorbiendo del plástico de una bolsa médica. Yo sabía eso, lo entendía a nivel genético. Y ese conocimiento, siendo testigo de ese acto, presenciándolo tan de cerca-aunque ni siquiera estaba hambrienta, claramente no de la sangre de Amber-despertaba al vampiro. Rápidamente comencé a respirar, tratando de contener el hambre, de mantenerme calma.
Pero no lo suficientemente rápido.
Ethan repentinamente levantó sus ojos, nuestras miradas trabadas a través del espacio de tres pulgadas que quedaba entre las puertas.
Su respiración paró, sus ojos brillando plateados.
Él debe haber visto la mirada de mortificación que cruzó mi rostro, y sus iris cayeron rápidamente a verdes. Pero él no apartó la mirada. En cambio, se mantuvo con una mano en la cadera de ella y continuó bebiendo, sus ojos en mí.
Salté lejos, puse mi espalde en la pared, pero el movimiento fue inútil. Él ya me había visto, y en ese segundo antes que el plateado cambiara, había visto la mirada en sus ojos. Allí había un tipo de esperanza, de que yo hubiera tenido una razón diferente por aparecer en su puerta, de que yo hubiera ido a ofrecerme a mí misma de la manera en que lo hizo Amber. Pero él no vio ofrecimiento en mis ojos. Y el no había planeado mi vergüenza.
Allí fue cuando sus ojos retornaron a ser verdes, su esperanza remplazada por algo más, mucho más frío.
Humillación quizá, porque yo le había dicho que no dos días atrás, porque yo no lo había buscado esta noche. Porque yo había rechazado a un Maestro vampiro de cuatrocientos años de edad a la que la mayoría reverenciaba, obedecía. Si a él le molestaba en primer lugar quererme, él estaría completamente fuera de sus casillas por haber sido rechazado. Eso era lo que había cambiado sus ojos, llevado sus pupilas a unos pequeños puntos negros enfadados.
¿Quién era yo para decirle no a Ethan Sullivan?
Antes de que pudiera contestar mi propia pregunta, mi cabeza empezó a punzar, y fui inundada por la sensación de haber sido tirada hacia abajo en un túnel. Luego él estaba en mi cabeza.
Para haberme rechazado tan diestramente, parecías extrañamente curiosa ahora.
Sentí vergüenza, y opté por acceder. Ahora no era momento para pelear. Yo vine aquí para hablar contigo como pediste. Golpeé la puerta. No era mi intención molestar.
La habitación silenciosa, y Amber repentinamente gritó, hizo un mohín de decepción, tal vez porque él había parado de beber.
Abajo. Una orden obvia. Cuando él dijo esto, cuando esa sola palabra hizo eco a través de mi cabeza, juré haber escuchado nuevamente, esa pequeña punzada de decepción.
Y de repente quise arreglar eso. Quise curar esa decepción, disminuirla. De confortarlo.
Ese pensamiento fue tan peligroso como cualquier otro que había tenido, así que me alejé de la pared y me moví sigilosamente por el salón. Mientras me acerqué a la puerta hacia el pasillo, el chirrido rítmico de la cama comenzó nuevamente. Dejé los apartamentos de Ethan y cerré la puerta detrás de mí.
Estaba en el vestíbulo cuando él regresó. Había tomado asiento al lado de la chimenea-una versión más grande de la que había en sus apartamentos-y me había acurrucado con la copia del Canon que había guardado. Ojeé las páginas ausentemente, trabajando en borrar las imágenes de él, del sonido de él, de mi mente.
Al menos, eso era lo que estaba tratando de hacer.
Él estuvo de vuelta en negro, salteándose la chaqueta del traje para los pantalones, con el botón superior desabrochado revelando la medalla de Cadogan alrededor de su cuello. La parte del frente de su pelo había sido retirado hacia atrás, el resto caía sobre sus hombros.
Bajé mi mirada devuelta al libro.
“Encontraste algo. . . productivo para hacer?”
Su tono era inequívocamente altanero.
“Como debes haber notado,” dije livianamente, volteando la página del Canon, sin notar el hecho de que no había leído la anterior, “mis planes de hablar con el jefe no salieron como esperaba.”
Me forcé a mi misma a mirarlo, a ofrecerle una sonrisa, para jugar fuera un momento que podría convertirse fácilmente en penoso. Ethan no me devolvió la sonrisa, pero parecía incrementadamente relajado.
Quizá él había esperado un espectáculo, un despotricamiento de celos. Y tal vez eso no estaba tan lejos de lo que yo quería admitir.
Debajo de las pestañas encapotadas, él ofreció, “Creo que ya estoy saciado por el día, si te interesa hablar ahora.”
Asentí.
“Bien. Deberíamos discutirlo arriba?”
Mi cabeza se elevó. Él sonrió tensamente. “Un chiste, Merit. Yo si tengo sentido del humor.” Pero no había sonado como un chiste, todavía no sonaba como si él estuviera bromeando.
Ethan ofreció su oficina, así que desdoblé mis piernas y me levanté. Llegamos hasta las escaleras, pero nos detuvimos cuando Catcher y Mallory pasaron a través de la puerta frontal.
Él sostenía bolsas de papel que había doblado como un diario debajo de un brazo; y ella sostenía una bandeja con tazas de espuma.
Olí el aire. Comida. Carne, si mis instintos vampíricos eran correctos.
“Si tu piensas que eso es cierto,” Catcher le estaba diciendo a ella, “entonces te he estado dando más crédito del que mereces.”
“Mágico o no mágico, tu eres un cabeza hueca.”
El manojo de vampiros de Cadogan en el vestíbulo, de a uno, se detuvieron para mirar a la mujer de pelo azul que estaba insultando en su Casa. Catcher puso su mano libre en la espalda de ella.
“Ella se está adaptando a su magia, compadres. Sólo ignórenla.”
Ellos se rieron y volvieron a sus ocupaciones, que asumí serían de lujo y muy, muy ocupadas. Catcher y Mallory caminaron hacia nosotros. “Vamps,” él dijo en saludo.
Miré mi reloj y noté que eran casi las cuatro de la mañana, y me pregunté por qué Mallory no estaba metida en su cama con su acompañante. “Qué están haciendo aquí?”
“Me estoy tomando un par de semanas libres de trabajo. McGwttrick me debe unas catorce semanas acumuladas de vacaciones. Figuré que era debido.”
Miré a Catcher. “Y tú. No tienes trabajo que hacer?”
Él me dio una mirada sardónica y empujó las bolsas de comida contra mi pecho. “Estoy trabajando,” él dijo, luego miró a Ethan. “Traje comida. Vamos a hablar.”
Ethan miró dudoso a las bolsas de papel. “Comida?”
“Perro calientes.” Cuando Ethan no contestó, Catcher juntó sus manos.
“Frankfurters. Salchichas, tubos de carne, rodeados por una masa de carbohidratos. Detenme si te suena familiar Sullivan. Vives en Chicago por el amor de Dios.”
“Estoy familiarizado,” Ethan dijo secamente. “Mi oficina.”
Las bolsas estaban llenas con lo mejor de Chicagoland-salchichas envueltas en pan de sésamo, condimentados con cebollas y pimientos. Tomé asiento en el sofá de cuero y mordí allí, cerrando mis ojos extasiados. “Si no estuvieras tomado, saldría contigo.”
Mallory se rió. “Con cuál de nosotros estás hablando, cariño?”
“Creo que ella estaba hablando con el perro (salchicha),” Catcher dijo, mascando una papa frita rizada. “
“Es sorprendente que ella se comporte tan como una niña cuando come de esa manera.”
“Es enfermizo no? es su metabolismo. Tiene que ser eso. Come como un caballo, y ella nunca hace ejercicio. Bueno, ella nunca solía hacer ejercicio, pero eso era antes de que ella se convirtiera en la Ninja Jane.”
“Ustedes dos están saliendo?” Del otro lado de la habitación, donde Ethan estaba sacando un plato del gabinete de su barra, él se quedó inmóvil, y nos miró, su cara un poquito más pálida de lo usual.
Le sonreí a mi comida. “No seas gallina Sullivan. Ella está saliendo con Catcher no contigo.”
“Sí, bueno. . . felicitaciones.” Él se nos unió en el sofá, depositó el perrito caliente en un plato de loza de platino. Frunciendo el ceño, comenzó a cortarlo con un cuchillo y tenedor, luego cuidadosamente comenzó a masticarlo.”
“Sullivan, solo agárralo.”
Él me miró, atravesando con su tenedor un pedazo de salchicha. “Mi manera es más cortés.”
Tomé otro mordisco gigantesco, y le dije mientras masticaba, “ Tu modo es más culo apretado.”
“Más respeto Centinela, es pasmoso.”
Le sonreí. “Te respetaría más si tomaras una mordida.”
“No me respetarías de todos modos.”
No era totalmente cierto, pero no le iba a dar la satisfacción de una corrección. “Como dije, te respetaría más. Más que nada.”
Sonreí ampliamente y giré hacia Mallory y Catcher, quienes tenían, las cabezas inclinadas, mirándonos a ambos. “Qué?”
“Nada,” ellos dijeron simultáneamente.
Ethan finalmente accedió, tomando el perrito caliente y mordiéndolo, tratando de no derramar condimentos en sus elegantes pantalones. Él masticó contemplativamente, luego tomó otra mordida, luego otra.
“Mejor?”
Él gruñó, y tomé el sonido como un cumplimiento hedonista.
Sin levantar su mirada de la comida en sus manos, Ethan preguntó. “Asumo que tendrán alguna razón para aparecer en mi puerta dos horas antes del amanecer?”
Catcher limpió las migas de sus manos, agarró el periódico que estaba a su lado, y lo desenrolló. El título principal del Sun-Times decía: Segunda Chica Muerta; Asesino vampiro?
A mi lado, Ethan murmuró una maldición.
“La pregunta del millón, Sullivan-por qué no has convocado una reunión de Casas?”
No tenía que mirar la expresión de Ethan para saber como reaccionaría al desafío poco-sutil a su estrategia. Pero él jugó tranquilo. “Para qué propósito?”
Catcher rodó sus ojos y se retorció en el sofá, doblando sus brazos detrás de él.
“Informativo, para empezar.”
“No es ese tu trabajo? Investigar?”
“Mi trabajo es liberar tensiones, y es sobre eso de lo que estoy hablando-calmar los nervios.” Él golpeó el periódico. “Celina en un vestido escotado no va a ser suficiente para hacer pasar desapercibidos los asesinatos. Las personas están nerviosas. El Alcalde está nervioso. Demonios, hasta Scott está nervioso. Pasé por la Casa Grey más temprano. Scott está muy enfadado. Molesto, y tú sabes cuanto cuesta conseguir que se fastidie. El muchacho usualmente es indiferente a la política. Pero si alguien se mete con su gente, él se pone listo para la batalla. Señal de un buen líder,” él tuvo en cuenta.
Ethan limpió su boca con una servilleta, luego la dobló y la dejó caer sobre la mesa. “No estoy en posición de tomar medidas, preventivas o de otro tipo. No tengo el capital (poder) político.”
Catcher sacudió su cabeza. “No estoy diciendo que tengas que dirigir el show. Estoy hablando sobre hacer que todos estén comunicados-o al menos las Casas. Todos están hablando, y estamos escuchando un montón sobre esto. Preguntas están siendo formuladas, dedos están apuntado. Necesitas alejarte de eso. Podrías ganar algo de poder si haces eso.” Él se encogió de hombros, rascó el brazo que tenía detrás de los hombros de Mallory. “Sé que no es mi decisión, y estarás probablemente usando esa pequeña conexión mental para explicarle a nuestra amiga vampiro aquí,”-él meció la cabeza hacia mí-“como me estoy entrometiendo en asuntos que no son mi problema. Pero también sabes que no vendría hasta aquí con esto si no pensara que es importante.”
La habitación estaba en silencio, mentalmente y de otro tipo,
Catcher siendo un poco demasiado entusiasta sobre la disposición de Ethan en confiar en mí.
Luego él asintió. “Lo sé. Supongo que no tendrás más información que ésta?”
Catcher tragó un poco de soda, sacudió su cabeza. “Hasta donde los hechos van, tú sabes lo que yo sé. Hasta donde los sentimientos van. . .”
Catcher se desvaneció, pero luego sostuvo su mano derecha, palma levantada, y lentamente desenroscó sus dedos. Hubo un repentino pulso a través del aire, esa repentina vibración de ese grosor eso, estaba aprendiendo, indicaba magia. Y en el espacio sobre la mando de Catcher, el aire parecía ondular, como un calor creciente.
Ethan se removió a mi lado. “Qué es lo que sabes?” Su voz era baja, seria, cautelosa.
Catcher, cabeza inclinada, ojos en su palma, estuvo en silencio por un largo momento, pesado momento. “La guerra viene, Ethan Sullivan, Casa de Cadogan. La paz temporaria, nacida del descuido humano está por terminar. Ella es fuerte. Ella vendrá, ella ascenderá, ella romperá las ataduras que han sostenido a la Noche.”
Tragué, manteniendo la vista en Catcher. Éste era el novio de Mallory en un completo estado de hechicero de cuarto grado, ofreciendo una escalofriante profecía formal sobre el estado de las Casas. Pero escalofriante como era, mantuve mis ojos en Catcher, e ignoré la urgencia de voltear mi cabeza y mirar a Ethan, cuya mirada podía sentir.
“La guerra vendrá. Ella la traerá. Ellos se unirán a ella. Prepárense a pelear.”
Catcher se estremeció, doblando sus dedos nuevamente en un puño. La magia se disipó en una brisa templada, dejándonos a los cuatro perplejos.
Un golpe sonó en la puerta. “Liege? Está todo bien? Nosotros sentimos magia.”
“Está todo bien,” Ethan dijo. “Estamos bien.” Pero cuando miré arriba, su mirada estaba sobre mí, intensamente penetrado, y yo supe-sin tener su voz en mi cabeza-que estaba pensado: yo era una amenaza desconocida, y podría ser la “ella” en la profecía de Catcher. Era otra mancha en contra mía, la posibilidad de que yo fuera la mujer que traería la guerra a los vampiros, el riesgo de la posibilidad de que se de otro Limpieza.
Suspiré y volteé la vista. Las cosas se habían vuelto tan complicadas.
Catcher sacudió su cabeza como si fuera un perro sacudiéndose el agua, luego pasó una mano por su pelo. “Eso fue vagamente nauseabundo, pero al menos no hice el pentámetro yámbico esta vez.”
“Y sin rimas.” Mallory apuntó, “lo cual es una mejora.”
Levanté una ceja por la revelación, preguntándome cómo y cuando Mallory había tenido la chance de ver a Catcher profetizando. Por otra parte, solo Dios sabía que pasa detrás de la puerta de su habitación.
Como si se estuviera todavía recuperando de la intensidad de la experiencia, Catcher agarró la soda, sacó la tapa de plástico y bebió profundamente, su garganta tragando convulsivamente hasta que se la terminó. La magia parecía ser un trabajo duro, y yo estaba agradecida-aunque ser un vampiro seguía siendo un calvario físico y emocional-de no tener que lidiar con el peso de algún tipo de poder universal desconocido.
Cuando terminó de beber, él se sentó nuevamente, puso una mano en la rodilla de Mallory. Deslizó una mirada hacia mí, luego miró a Ethan. “A propósito, ella no es de la elegida”
“Lo sé,” él dijo, sin detenerse a reflexionar. Eso se ganó una mirada mía, que el no encontró. Abrí mi boca para hacer preguntas-Cómo lo sabes? Por qué no piensas que soy la elegida?-pero Catcher soltó primero.
“Y hablando de profetizar, oí que Gabe regresará y más pronto de lo que pensamos.”
La cabeza de Ethan chasqueó, así que pude adivinar la importancia de esa pequeña revelación. “Cuán fiable es?”
“Lo suficiente.” Catcher me miró. “Recuerdas, él es la cabeza de Norte América Central-de la orden de Jeff.” Asentí con comprensión. “Él tiene algunas personas en Chicago, y pronto tendrá una convención. Él quiere asegurarse de que las cosas estén seguras antes de que traiga a la orden. Y he oído que Tonya está embarazada, así que él querrá a ella y a su hijo a salvo.”
“Si las cosas no son seguras,” Ethan dijo, “no es por nada que yo haga.”
El tono de Catcher se suavizó. “Lo sé. Pero las cosas se están complicando. Y si él quiere seguridad, la conseguirá o sacará completamente a Chicago y comandará a la orden hacia la Aurora.
“Aurora?” Pregunté.
“Alaska,” Catcher dijo. “La base central para la orden Norte Americana. Ellos desaparecerán en el desierto y dejarán a los vampiros que luchen solos. Otra vez.”
Ethan volvió a sentarse, pareciendo considerar la amenaza, luego me deslizó una mirada. “Ideas?”
Abrí mi boca, la cerré nuevamente. El maestro de la estrategia aparentemente quería otra mordida de “análisis astuto.” No estaba segura de poder producir una brillante estrategia sobrenatural. Pero hice el intento, optando por apoyarme en el sentido común, que parecía ser notoriamente escaso en las comunidades supernaturales.
“Hay poco que perder consiguiendo que todos hablen juntos, aclarar las cosas,” dije. “Los humanos ya saben sobre nosotros. Si no podemos trabajar juntos, si peleamos uno por uno, los problemas empeoraran.
Si lo malo se vuelve peor, y la marea cambia, querremos amigos. Querremos al menos una conversación honesta, comunicación abierta.”
Ethan asintió. “Por qué traería para ti capital convocar a todas las Casas?” Pregunté. “Qué es lo que hiciste para hacer que ellos no confíen en ti?”
Ethan y Catcher compartieron una mirada. “Historia,” Catcher dijo finalmente, apartando la mirada de Ethan, y dejando esa mirada de ojos verdes en mí. “Siempre es historia.”
La respuesta no era suficiente, pero asentí, adivinando que eso sería lo mejor que obtendría por hoy.
Catcher se inclinó hacia delante, agarrando un puñado de papas fritas. “Bueno, algo de lo que pensar. Llamarás si necesitas apoyo.” Lo último no era una pregunta, o una sugerencia, era más una predicción de cómo actuaría Ethan. Ellos eran definitivamente algún tipo de amigos, Ethan y Catcher, aunque solo Dios sabía que historia rara se traían entre manos esos dos-un chico malo mágico, rebelde y neurótico, un vampiro obsesivamente político-juntos. Probablemente una buena historia, decidí.
“Cómo estuvo la Comendación?” Catcher preguntó, entonces dirigió una mirada divertida hacia mí. “Alguna sorpresa?”
“Yo no hice nada,” dije, agarrando un encurtido sin comer del plato de papas enfrente de Ethan.
“Ella hizo estragos.” Una sonrisa asomaba la esquina de la boca de Ethan.
Le sonreí a Mallory. “Él solo está celoso de que no acudí a su llamado.”
“No tengo la menor idea de lo que eso significa,” ella dijo, devolviéndome la sonrisa, “pero estoy ansiosa de oírlo.”
“Ella puede?” Catcher le preguntó a Ethan.
“Si puede.”
“Y la nombraste Centinela.”
Ethan asintió. “Con la expectativa de que sigas trabajando con ella, prepararla para ese deber. Tienes la especialización después de todo. Tu . . . singular marca de instrucción debería ser invaluable.”
Catcher lo pensó por un momento, luego asintió. “Trabajaré con ella. Le enseñaré. Por ahora.”
Él cambió su mirada hacia Ethan. “Y esa instrucción llenará mi deuda.”
Su deuda? Definitivamente allí había una buena historia.
Otra pausa mientras Ethan consideraba la oferta de Catcher. “De acuerdo.” Él cruzó sus brazos sobre su pecho, y me deslizó una mirada dudosa. “Veremos si ella puede cumplir las expectativas, has lo que necesites hacer.”
Le dí a Mallory una mirada. “Veremos si ella puede manejar no matar a su Liege y Maestro, especialmente si él continúa hablando de ella como si no estuviera en la habitación.” Ella se rió por lo bajo.
“Sí,” Ethan dijo secamente. “Olvida el dinero Merit. Claramente, su valor está en su sentido del humor extraordinario.”
El salón quedó en silencio, la frente de Mallory arrugada con una preocupación obvia. Catcher aclaró nerviosamente su garganta, arrugando la servilleta de su salchicha. Era mi deber, supuse, liberar la tensión que había quedado en la mezcla de mi familia.
Lo miré, y vi la repentina estrechez alrededor de los ojos de Ethan, dándome cuenta que se arrepentía de haber dicho, lo que probablemente en su mente, él pensó era un cumplido. Y de alguna manera, en un estilo completamente Sullivan, lo era.
“Eso es una de las cosas más lindas que alguien me ha dicho nunca,” le dije, advirtiendo cuando las palabras salieron de que apenas estaba mintiendo.
Por un segundo, no obtuve reacción.
Y luego, sonrió, un tipo de peculiar media sonrisa que hizo que se levantara la esquina derecha de su boca. Debido a esa sonrisa, esa maldita humana sonrisa, tuve que tragar una explosión emotiva que casi provoca lágrimas en mis ojos. En cambio aparté mi vista, y me odié a mi misma-por la incapacidad de odiarlo sin importar las cosas que dijera, las cosas que hizo, las cosas que esperaba.
Quise golpear mis puños contra el suelo como una niña con una rabieta. Por qué no lo podía odiar? Por qué, sin importar que sabía, tan prontamente como supe que estaba sentada en el sofá de su oficina con mi mejor amiga y su casi novio, de que mi incapacidad para odiarlo me iba a hacer caer sobre mi culo?
Ese sería un muy, muy mal día, y no estaba segura si fuese mejor cuando pasaría.
“Bueno,” Catcher dijo, repentinamente levantándose, su voz cortando la tensión que seguía sobre el aire en la habitación, “deberíamos volver a la casa.” Él me miró a mí. “Será el amanecer pronto. Necesitas un aventón?”
Me levanté y comencé a poner los envoltorios vacíos en la bolsa de papel. “Vine en auto. Pero debería volver también. Iré con ustedes hasta afuera.” Miré a Ethan. “Asumiendo que ya terminamos aquí?”
Él inclinó su cabeza. “Quería tocar la base contigo sobre las investigaciones de los asesinatos, su impacto en la Casa, pero supongo que esta discusión negó la necesidad de eso.” Su voz se suavizó. “Es tarde. Te puedes ir.”
“Yo iré contigo en el auto,” Mallory dijo livianamente, su tono dejando claro que ella tenía palabras planeadas.
“Bueno, entonces,” Ethan dijo, parándose con el resto de nosotros. “Gracias por la comida.” Él extendió y ofreció su mano a Catcher, y las sacudieron sobre la mesa y sobre las sobras de nuestra cena.
“Seguro,” Catcher dijo. “Unas palabras contigo antes de que nos vayamos?”
Ethan asintió, y Catcher presionó sus labios en la frente de Mallory. “Te veré en casa.”
“Claro,” ella dijo, su mano en el abdomen de él mientras él presionaba sus labios en los de ella. Cuando terminaron de despedirse, ella se giró hacia mí, sonrió y me ofreció su mano. “Dejemos que los chicos limpien el resto del lío.”
Lo hicimos, dejándolos al otro lado de la mesa de café, servilletas y vasos de papeles, bolsas de basura entre ellos. Su brazo unido al mío, dejamos la Casa Cadogan, caminamos silenciosamente por la cuadra hasta mi auto, estuvimos en silencio hasta que condujimos una cuadra.
“Merit, tienes un pasado malo con chicos.”
“No empieces.” Agarré el volante un poco más fuerte.
“No tengo nada por Ethan.”
“Tienes una cosa que está escrita por toa tu cara. Yo pensé que era algo físico.”
Ella sacudió su cabeza. “Pero sea lo que sea que pasó allí, eso era más que físico, más que química. Él provoca algo en vos, y aunque él está haciendo un trabajo mejor para combatirlo, debo decir lo mismo de él.”
“No me gusta él.”
“Entiendo eso.” Ella soltó, golpeando ligeramente una yema de su dedo contra mi sien. “Pero eso está aquí. Es mental. Él te está haciendo entrar. Y no es que no te apoye en cualquier cosa que hayas encontrado. Soy una fan de Buffy, soy aparentemente una hechicera, y estoy saliendo formalmente con un hechicero. . .o cualquier cosa que él sea. A pesar de todo, soy la última persona que debería darte una lectura sobre relaciones raras. Pero hay algo. . .”
“Inhumano sobre él?”
Ella golpeó una mano sobre el tablero. “Sí. Exacto. Es como si él no estuviera jugando con las mismas reglas que el resto de nosotros.”
“Él es un vampiro. Yo soy un vampiro.” Jesús, lo estaba defendiendo? Iba por mal camino.
“Sí, Mer, pero tu llevas siendo un vampiro por qué, una semana? Él lleva siendo un vampiro por casi cuatrocientos años. Eso es una maldita plétora de semanas. Tienes que pensarlo, no lo sé, has sangrar algo de humanidad fuera de él.”
Mordí mi labio inferior, mirando inexpresivamente las casas que dejábamos atrás, las calles laterales. “No estoy enamorada de él. No soy tan estúpida.” Me rasqué ausente la cabeza. “No sé lo que es.”
“Oh!” ella exclamó, tan ferozmente que pensé por un segundo que estábamos bajo un ataque. “Lo tengo.”
Una vez que estuve segura de que ella estaba bien, de que no habían bestias aladas, ni murciélagos, descendiendo sobre el auto, golpeé su brazo. “Demonios chica. No hagas eso cuando estoy conduciendo.”
“Lo siento,” ella dijo, acomodándose en su asiento, su rostro iluminado. “Pero tengo una idea-tal vez sea esa cosa vampírica-el hecho de que él te hizo? Ellos dicen que se supone que eso crea un lazo.”
Lo consideré, decidiendo abrazarme a esa idea, y sentí que un poco de la tensión dejó mis hombros. “Claro. Claro. Puede ser eso.” Explicaba la conexión entre nosotros, y mucho más satisfactoria que imaginar que me estaba enamorando de alguien completamente malo para mí. Alguien tan avergonzado de su interés por mí.
Mientras estacionaba, le di un pensamiento final, y asentí vorazmente. “Sí,” le dije. “Es eso.”
Ella me miró, esperó un momento, y luego asintió. “Bien.”
“Bien.”
“Bueno.”
Ella me sonrió. “Bueno.”
Le sonreí. “Genial.”
“Genial, entonces, maravilloso, Jesús, sólo salgamos del auto.”
Lo hicimos.

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