Some Girls Bite- Capítulo 7

Aviso: Este capítulo está traducido por Chloe, muchas gracias por la colaboración, eres magnífica!!!


Capítulo 7: ¿Qué hay en un nombre?

“Los huevos”, resultaron ser un desayuno deliciosamente grasiento. Luego que me duchara y cambiara de vuelta a mi ropa de calle, Mallory y yo seguimos a Catcher y a Jeff a un minúsculo comedor de aluminio situado a la sombra del El , en un barrio comercial que había visto días mejores. Un letrero eléctrico de neón azul parpadeaba "Lo de Molly" en una de las ventanas redondas.
Una vez dentro, nos amontonamos en un stand y contemplamos el menú de sólo-desayunos. Luego que una mesera vestida en guinga tomara nuestros pedidos – huevos, salchichas, y tostadas, todo junto- caímos en un agradable silencio, empañado sólo por las intensas miradas que Mallory y Catcher parecían no poder ser capaces de evitar intercambiar.
Cuando los platos llegaron unos minutos más tarde, cargados de los grasientos requerimientos del desayuno, me abalancé hacia las salchichas. Me aspiré tres al hilo y le hice ojos de cervatillo a Mallory quien me alcanzó una cuarta.
Catcher se rió por lo bajo. “Estás antojada de proteínas.”
“Como un cambiaformas”, interpuso Jeff, con una sonrisa lobuna. Y eso hizo que me preguntara algo.
Mordisqueé el borde de mi tostada. “Jeff, ¿a qué clase de animal cambias?”.
Él y Catcher intercambiaron miradas, lo suficiente cautelosas que supuse había hecho otra metida de pata sobrenatural. Mentalmente reiteré mi interés en conseguirme una guía. Demonios- en escribir una, si a eso es a lo que se reducía.
“¿He hecho la pregunta equivocada otra vez?” Pregunté, tomando otro bocado, la torpeza social evidentemente no afectaba mi apetito.
“Preguntar si alguien es un animal, es el equivalente para los cambia formas a sacar una regla y pedirle a un tipo que te dé una paliza,” dijo Catcher.
Y así se fue la tostada por mi tráquea. Me ahogué, tuve que tragarme medio vaso de mi jugo de naranja para lograr recuperar el aliento. “Estoy bien”, dije despachando con la mano a Mallory. “Estoy bien”, le di a Jeff una sonrisa avergonzada. “Lo siento”.
Me dio una sonrisa de oreja a oreja. “Oh, no estoy ofendido. Podría mostrártelo. Pienso que estarías bastante complacida”.
Le levanté una mano. “No”.
Jeff se encogió de hombros y masticó un gran bocado de huevos, aparentemente calmo.
Catcher tomó un sorbo de su café y, a continuación, mojó la punta de su tostada en el pegajoso remanente de yema de huevo de su plato. “Hay una forma fácil para que remedies tu ignorancia, sabes.”
“Cuál es?” le pregunté, acercando mi plato. Acabé cinco tiras de salchichas –tres propias, dos robadas- tres huevos y cuatro triángulos de pan tostado y recién acababa de arrebatar el filo de mi hambre. Pero dos mil calorías o más en grasas, carbohidratos y proteínas era mi límite para una sentada. Podría tomar un aperitivo luego, y me pregunté hasta cuán tarde Giordano está abierto. O cuánto más tarde permanecía abierto Superdawg. Un pancho y fritas- qué tan bueno sonó eso?
“Lee el Canon” me respondió Catcher, interrumpiendo mi ensoñación carnívora. “Es tu mejor fuente de información en lo sup , incluyendo toda esa mierda que presumes ya saber acerca de los vampiros. Hay una razón por la que dejan salir esos fuera, sabes”.
Golpeteé los dedos sobre la mesa – bien, en mi camino mental a través de un hamburguesa del tamaño de un caballo con queso e hice caras “Seeh, bueno, he estado ocupada- recibiendo amenazas de muerte, pateando el trasero de mi Maestro, entrenándome”.
“Finalmente tienes una excusa para comprarte esa Black-Berry” señaló Mallory sorbiendo el jugo de naranja de su gran vaso plástico con estampa a rombos. Le fruncí el ceño, luego le hice ojitos a Catcher; “entonces, cuál es la historia con Mallory?”
Mallory gruñó, Catcher la ignoró. “Ahora que ella ha sido identificada, la Orden la contactará. Ella obtendrá su formación, se le asignará un mentor-no yo” aclaró, dándole una mirada, “y le será pedido que jure nunca usar su magia para las fuerzas del mal”- cruzó una mano sobre su corazón “mas sólo para el bien.”
“Es eso lo que hiciste?” le pregunté. “Usar la magia para el mal en lugar de para el bien?”
“Nop”, fue todo lo que dijo, lanzando su servilleta en el plato.
“Por qué ahora?” Mallory preguntó. “Si soy tan poderosa, por qué sólo el interés ahora? Por qué no fui identificada antes?
“Pubertad”, dijo Catcher, relajándose de nuevo en el stand. “Te acabas de iniciar en tus poderes.”
Solté una carcajada. “Y tú que pensabas que el extraño cabello y las espinillas eran el final del asunto.”
Mallory me dio un codazo en las tripas. “ Qué poderes? No es que vaya por ahí agitando una varita mágica o algo.”
“El poder de un hechicero no funciona de esa forma. No somos recitadores de hechizos- sin encantamientos, sin recetas, ni calderos. No tenemos que invocar o pedir por él. No lo atraemos a través de varitas mágicas o la combinación de palabras e ingredientes. Lo expulsamos a través de nuestros cuerpos simplemente por nuestra propia fuerza de voluntad.” Catcher torció el pulgar hacia mí. “Ella es un predador, un humano genéticamente modificado, templado por la magia. Su magia es accidental; los vampiros la advierten más que los hombres, tienen una mayor conciencia de ella que los seres humanos, pero no pueden controlarla. Nosotros somos vasijas de magia. Nosotros la mantenemos. La canalizamos. La protegemos.”
Ante la expresión en blanco de Mallory, Catcher dijo, “ mira, has recientemente decidido que querías algo, y luego lo recibiste? Algo inesperado?”
Mallory frunció el ceño y luego mordisqueó un extremo de la salchicha, un movimiento que noté, fue seguido con avidez por Jeff.
“No que recuerde.” Me miró, “algo que quise y obtuve?”
Ahí fue cuando me llegó. “Tu trabajo,” le contesté. “Le contaste a Alec que querías el trabajo, al día siguiente lo obtuviste.”
Mallory empalideció, y giró hacia Catcher. “Es eso cierto?”. Había tristeza en su expresión, probablemente consternación ante la posibilidad de que no había conseguido su trabajo en McGettrick a causa de sus calificaciones o su creatividad, sino porque lo había hecho suceder, como resultado de una fuerza sobrenatural que podía chasquear y encenderla como un interruptor de luz.
“Tal vez”, dijo Catcher. “Qué más?”
Fruncimos el ceño, considerándolo. “Helen”, dijo Mallory. “La quería fuera de la Casa- con vehemencia. Abrí la puerta, le dije que se largara, y puff, ella estaba en el porche”. Elevó su mirada a Catcher. “Pensé que si uno revocaba la invitación a un vampiro, éste sería aspirado fuera?”
Catcher sacudió su cabeza, su expresión irradiaba algo de inquietud. Decidí que ellos serían buenos el uno para el otro. La energía, expresividad, impulsividad, y creatividad de ella hacían juego contra la solidez de sabelotodo de él.
“Ellos se marchan por regla general, por el paradigma. No por arte de magia. Esa fuiste tú”.
Mallory asintió y dejó caer la salchicha nuevamente en su plato.
“Puedes intentarlo, si lo deseas. Ahora mismo, mientras estoy aquí” la voz de Catcher era suave, reflexiva. La mirada de Mallory fija en la mesa, humedeció sus labios. Finalmente, luego de un largo silencio, levantó la vista.
“Qué debo hacer?”
Catcher asintió. “Vámonos,” dijo, alcanzando el bolsillo de sus vaqueros. Sacó una maltratada billetera de cuero negra, y posteriormente deslizó el efectivo desde el compartimento central y lo apoyó sobre la mesa. Luego se inclinó hacia delante para regresar la billetera nuevamente dentro, se puso en pie y ofreció su mano a Mallory. Ella se pausó, miró su mano, pero le dejó ayudarle a pararse y salir. Se dirigieron hacia la puerta.
Jeff tragó el centímetro restante de jugo de naranja, y a continuación, puso el vaso vacío sobre la mesa, y ambos los seguimos.
Fuera, la lluvia finalmente se había detenido. Catcher llevó a Mallory, con su mano aún en la suya, alrededor del restaurante. Jeff y yo intercambiamos miradas, pero nos apuramos a seguirles el paso.
Catcher caminó una cuadra más o menos hasta que él y Mallory se detuvieron justo bajo el El, luego posicionó el cuerpo de ella de modo que quedaran enfrentados el uno al otro. Jeff se paró a unas cinco yardas de ellos y puso una mano sobre mi brazo para detenerme también.
“Suficientemente cerca,” susurró. “Dales espacio.”
“Dame tus manos,” oí a Catcher pedirle “y mantén tus ojos en mí.”
Ella vaciló, pero sostuvo sus manos en alto, palmas hacia arriba.
“Tú eres un canal”, dijo, “un conducto para la energía, el poder. Extendió sus manos, palmas abajo, sobre las suyas, sólo un pequeño espacio entre ellas.
Por un segundo, no hubo nada más que los sonidos de la ciudad. El tráfico. Conversaciones calle abajo. El ruido sordo de hip hop en un bajo. El goteo de agua proveniente de las pistas sobre nosotros.
“Espera,” Jeff susurró. “Mira sus manos.”
Sucedió en simultáneo, el rugido del tren por encima nuestro y el resplandor que comenzó a reunirse en el espacio entre sus dedos extendidos.
Los ojos de Mallory se ensancharon, luego Catcher articuló algo y sus ojos se elevaron. Se miraron el uno al otro, Catcher diciéndole cosas que no podía oír por sobre el retumbar y rechinar del El.
El resplandor construido, se convirtió en una esfera, una orbe dorada de luz entre ellos.
El tren completó su paso dejando del repentino silencio un vacío de sonido.
“Puedo sentirlo,” dijo Mallory, con la vista cayendo sobre sus manos y la luz entre ellas.
“Qué sientes?” Catcher preguntó.
Ella alzó la vista en él, sus rostros iluminados por el resplandor.
Química, pensé, mis labios inclinándose en una sonrisa ante la mezcla de alegría y sorpresa en su cara.
“Magia” Jeff susurró a mi lado.
“Todo”, Mallory respondió.
“Cierra tus ojos”, le dijo Catcher, “inhálalo”.
Ella le dio un vacilante asentimiento con la cabeza. Sus párpados cayeron y luego, sonrió. La esfera creció, engullendo sus manos, sus brazos, sus torsos, hasta que fue una burbuja amarilla de luz encerrándolos a ambos. El aire electrificado, la brisa de magia ondeando mi flequillo y el revoltoso pelo de Jeff.
Y entonces, con un pop, se había ido, una simple neblina amarilla disipándose en el aire entre ellos.
Mallory y Catcher, con los brazos aún extendidos, se miraron el uno al otro.
Él levantó su mirada. “Nada mal en lo absoluto.”
“Como si tú lo hubieras echo mejor, Bell.”
Sonreí. Ésa era mi chica. Vasija mágica o no, ella estaría bien, decidí.
Dejaron caer sus brazos y se reunieron con nosotros.
“Así que, qué demonios fue eso exactamente?”
Catcher miró en mi dirección. “Lo justo y necesario vampi, y no necesitas saberlo en este instante.”
Con la demostración de magia concluida, nos dirigimos de regreso a la manzana donde habíamos dejado nuestros autos, mi sólido Volvo, el elegante Sedan de Catcher y el viejo tres puertas de Jeff.
“Planes?” Catcher preguntó.
Jeff sonrió. “Es viernes por la noche, salgo temprano del trabajo, y me voy a chatear con esta linda chica de Buffalo. Es rubia y curvilínea en los lugares correctos, así que necesito llegar a casa y ponerme en línea.” Le dio un codazo a Catcher “Cierto, C.B?”
“Te dije que no me llamaras así.”
“Es, tú sabes, así tenemos algo nuestro, entre nosotros, ya sabes.”
Catcher le echó un vistazo a Jeff. “No lo sé, Jeff. Realmente, en serio, no lo sé.” Pero cuando Jeff comenzó a explicarle, Catcher levantó una mano “ni me interesa”. Nos miró a Mallory y a mí “planes?”
Negamos con la cabeza.
“Hay un club en North River que luce genial”. Catcher sacó un volante de su bolsillo. Era similar al que había sido dejado bajo mi limpiaparabrisas cuando el auto había estado aparcado fuera de Cadogan, promocionando a Red. “No es demasiado lejos del gimnasio”.
Apunté al volante. “Tengo uno de esos también. Deben estar empapelando la ciudad.”
Catcher se encogió de hombros, volvió a doblar el papel y lo metió dentro de su bolsillo. “Alguien quiere bailar?”
“Oh, mi Dios” Mallory murmuró.
“Bailar?” pregunté. “Yo podría bailar, necesitaría cambiarme pero puedo bailar.” Siempre podría bailar. Mis caderas no mienten.
Mallory golpeteó su lengua en la mejilla, luego le miró a Catcher con una irritación fingida. “Bien hecho Gandalf. La desataste y ahora jamás podré calmarla. Quieres darle cafeína y golosinas ya que estás?”
Catcher le sonrió, y a pesar de que su sonrisa no fuera para mí, era lo suficientemente ardiente como para erizar mi piel. “Hechicero, no mago. Si?”
Luego de un segundo, ella asintió. El color subiendo por sus mejillas.
Hubiera asentido también, si fuera ella. Probablemente incluso hubiera tirado un buen pestañeo para un mejor acabado.
“Dejaré que ustedes dos lidien con él,” dijo Jeff, y quitó los seguros de su tres puertas. “Diviértete bailando. Y si te llegas a aburrir más tarde”- movió sus cejas- “pégame un llamadito”. Guiñó un ojo, a continuación subió al auto y condujo lejos.
“Uno de estos días voy a besarlo, sólo por una cuestión de principios,” le dije a Mallory mientras caminábamos hacia el Volvo.
“Deberías haberlo hecho entonces. Lo hubieras dejado contento por el fin de semana.”
Le di la vuelta y quité el seguro de la puerta. “Pero su linda rubia lo hubiera echado de menos. No puedo permitir eso.”
Mallory asintió de modo solemne. “Cierto. Eres tan generosa.”
Me deslicé dentro del auto, quité el seguro del lado del pasajero y esperé mientras Mallory y Catcher discutían acerca de algo. Con el asunto aparentemente decidido, Mallory se deslizó dentro sonrojando enfurecidamente. Casi le pregunto acerca de qué estaban discutiendo, pero la forma en que subconscientemente sus dedos tocaron sus labios respondió la pregunta. Reprimí la risa, saqué el auto del estacionamiento, y me dirigí a casa.


Catcher, quien nos había seguido hasta Wicker Park, acampó sobre el sofá frente al televisor mientras Mallory y yo intercambiábamos atuendos. Las dos bajamos en modernos jeans y tacos y con unos lindos tops dignos para un club. El mío era negro con pequeños puntos blancos y mangas abuchadas – una ganga vintage que encontré. Mallory llevaba un top sin mangas de cuello alto y un largo lazo al cuello que destellaba plateado en la luz.
“Grandiosa remera,” me dijo, señalando a mis mangas mientras bajábamos a las zancadas. “Es como si hubieras florecido en estilo de la noche a la mañana”.
Estaba teniendo serios golpes en mis elecciones de moda esta semana, probablemente nada sorprendente para una chica cuya elección de vestimenta era usualmente entre los colores de remeras superpuestas. No era una compradora para el pesar de mi madre (y de Mallory….y de Ethan).
Pero le agradecí a Mallory de todas formas y tuve la satisfacción de ver sacudir sus dedos concientemente por su cabellera al hombro mientras nos aproximábamos a la sala de estar.
“Estoy segura que a él le gustará tu cabello,” largué, luego agarré las llaves y metí mi billetera dentro una pequeña cartera de peluche negra. Mallory sacó su lengua. Nos reunimos con Catcher- quien culpablemente apagó una película sobre la vida real - y se dirigió afuera.

Red estaba localizado en un edificio independiente, una estructura de ladrillos de tres pisos que lucía, arquitectónicamente, como si pudiera albergar un estudio de diseño. La fachada estaba dominada por tres hileras de altos y arqueados ventanales, cada uno rematado con un intrincado tallado. Aparcamos el auto en una calle aledaña y nos acercamos a la puerta. El bajo palpitando a través de las paredes. Fuimos dirigidos hacia la parte de atrás de una corta línea de espera, pero el guardia de la puerta- calvo, vestido en remera negra y fatigas, y que llevaba auriculares- agitó una carpeta con sujetadores hacia nosotros.
“No estamos en la lista,” le informó Catcher.
“Nombres?” preguntó de todas maneras, su voz profunda y plana.
“Catcher Bell, Mallory Carmichael, y Merit,” le dijo Catcher. Con la cara fruncida, el patovica volteó entre las sábanas de papel adosadas a su carpeta. Pero luego su mirada se elevó, se quedó mirando inexpresivamente hacia delante y asentía mientras, imagino, escuchaba a alguien al otro lado del auricular. Luego dio un paso atrás de la puerta y nos invitó al interior.
Raro, pero quienes éramos nosotros para discutir el servicio V.I.P?
Entramos al lento golpeteo rítmico de un bajo que llevaba suficiente energía como para hacer vibrar mi corazón. Pero mientras la música estaba alta y estridente, la deco era chic. Elegante. Las bebidas eran servidas en un enorme bar con un muro de espejos de fondo que estaba metido contra la pared frontal del edificio, mientras que las paredes laterales estaban comunicadas con cortinas ribeteadas con espejos y cabinas de cuero rojo, con mesas frente a ellas. Pequeñas lámparas iluminaban las mesas y reflejaban sobre los espejos, dándole al club un aspecto de cafetería europea. Una escalera caracol en hierro forjado se ubicaba cerca del bar, y una pequeña pero completamente repleta pista de baile dominaba el fondo de la habitación. La clientela tenía tanta clase como la decoración- parejas elegantemente vestidas sentadas en las cabinas a lo largo de la pared, hablando entre martinis y cosmopolitans. Eran todos extrañamente atractivos- montones de bolsos Louis Vuitton y zapatos Manolo Blahnik, cabellos de peluquería y vestidos perfectamente confeccionados.
Algunos, sabía, eran vampiros. No estoy segura cómo sabía eso- aunque el hecho de que todos ellos fueran, para empezar, extrañamente atractivos fuera una ayudita. Ellos simplemente tenían una vibra distinta, una sensación diferente acerca de ellos. Y aquí estaban ellos, bebiendo tragos de diez dólares, coqueteando, y meciéndose con la música igual que la gente.
Catcher tomó nuestros pedidos en tragos- vodka tonic para Mal, gin tonic para mí- mientras nos dirigíamos a la última mesa de respaldo espejado disponible. Nos deslizamos contra la pared dejando el asiento de afuera para Catcher.
“Magnífico lugar”, Mallory gritó por sobre el estruendo, peritando la habitación. “No puedo creer que no hayamos venido aquí antes.”
Asentí, observando a los bailarines moverse, tomando las bebidas que Catcher nos entregó cuando regresó. Un tema terminó y el segundo comenzó instantáneamente, los acordes iniciales de “Hysteria” de Muse sonando a través del club. Ansiosa por bailar, tomé un rápido sorbo de mi bebida y agarré la mano de Mallory, tirando de ella hacia la pista de baile. Nos arrastramos a través de la muchedumbre, buscando un hueco entre el ajetreo de los cuerpos en vestido de diseñador y bailamos. Giramos, nos movimos y balanceamos las caderas y brazos, y dejamos que la música se apoderara de nosotras, nos engullera, barriera las preocupaciones al ritmo furioso del sintetizador. Nos quedamos en la pista de baile durante esa canción, y otra, y otra, y otra, antes de encausarnos a través de los cuerpos por un descanso, asiento y bebidas (y habíamos dejado a Catcher cuidando nuestras carteras, así que nos sentíamos un poquito obligadas a regresar).
Mallory se deslizó en la silla contigua a él, llenándole de su fabulosa experiencia de baile, sus ojos flamearon entretenidos en tanto ella charlaba vitalmente animada, pasando su cabello detrás de sus orejas mientras hablaba. Bebí de mi cóctel y bajé el agua que esperaba por nosotras.
De pronto, la canción terminó y el club se tornó silencioso, a pesar que la luz estroboscópica destellaba alrededor nuestro. Una bruma de niebla comenzó a fluir a nuestros pies, un preludio a la ominosa vibra del “Ramalama” de Roisin Murphy que empezó a desparramarse por el ambiente. Los bailarines que estaban en el club, quienes habían pausado vacilantes entre canciones, estaban esperando la señal para moverse nuevamente, gritando jocosamente, y comenzando a mecerse con la música una vez más.
Descansamos por unos minutos, hablando de nada en particular, cuando Catcher tomó la bebida de la mano de Mallory, la depositó en la mesa, y la condujo de vuelta hacia la pista de baile. Cuando ella se dio vuelta hacia mí, con su cara irradiando la conmoción de que él haya tenido el descaro de esperar que ella lo siguiera sin protestar, le hice un guiño.
Hacía girar el hielo en mi copa, viendo a Mallory sonrojarse mientras Catcher se balanceaba contra ella, cuando repentinamente una voz a mi lado preguntó, “Buen tema, no lo crees?”
Miré por encima, sorprendida de encontrar a un sonriente hombre con sus brazos estirados a lo largo de la cabina detrás de mí. Su pelo era corto, vagamente ondulado, y de un marrón intenso, enmarcando unas mejillas esculpidas, la hendidura de su barbilla y una marcada quijada sombreada por una incipiente barba.
Pero por sobre todo él era apuesto, eran esos ojos los que tiraban de mí, en los que centré mi atención. Los que aceleraban el pulso. Los suyos eran oscuros y se ubicaban por debajo de largas, oscuras cejas. Él me contemplaba fijamente por debajo de esas largas, negras pestañas que enmascaraban su seductora mirada. Las pestañas se elevaron, cayeron y se elevaron nuevamente.
Ojitos sexys vestía una chaqueta negra de cuero ajustada- de líneas muy cuidadas, cuello Mandarin, muy estilo rock-alternativo- sobre una camisa negra que se adaptaba a su magro torso. Rodeando una de sus muñecas había un reloj con una amplia correa de cuero ajustable. En su conjunto, tenía una apariencia urbana, rebelde, peligrosa, y endemoniadamente efectiva para un vampiro. Y él era definitivamente un vampiro.
“Es una gran canción,” le contesté, después de haber terminado de chequearlo, e incliné mi cabeza hacia la pista de baile. “Y a los chicos parece gustarle.”
Él asintió. “Así parece, pero tú no estás bailando.”
“Me estoy tomando un respiro. Estuve allí durante casi una hora,” le dije prácticamente gritando para asegurarme que pudiera oírme por sobre la vibrante música.
“Oh?, así que te gusta bailar?”
“Me las arreglo.” Dándome cuenta de la forma en cómo sonó eso, sacudí con la mano. “Eso no es lo que quise decir. Sólo me refería a que me gusta bailar.”
Él se rió y apoyó una botella de cerveza sobre la mesa. “Iba a darte el beneficio de la duda,” dijo, sonriendo suavemente y dándome una panorámica completa de sus ojos. No eran marrones, como pensé inicialmente, sino más bien moteados de un azul marino.
Y yo estaba sorprendida por la idea de que cuando finalmente me besara, sus ojos destellarían y vibrarían en un profundo plateado a los bordes- Esperen. Cuando él finalmente me besara? De dónde en el nombre de Dios vino esa idea?
Entrecerré mis ojos hacia él, adivinando la fuente del engaño. “Acabas de tratar de usar glamour en mí?
“Por qué preguntas?” Su expresión era inocente. Demasiado inocente, pero una esquina de mi boca se movió ligeramente de todas formas.
“Porque no estoy interesada en descubrir a qué color viran tus ojos cuando besas.”
Esbozó una sonrisa malévola. “Por lo tanto, es la condición de, qué?, mi boca, la que está en tu mente?”
Rodé mis ojos en forma dramática, y él se rió, inclinando hacia atrás su cerveza y tomando un trago. “Estás hiriendo mi ego, sabes?”
Le di a su cuerpo, al menos a la parte de él que no estaba escondida bajo la mesa, una apreciación rápida. “Lo dudo”, le dije, y tomé un sorbo alentador de mi propio cóctel. Un rápido vistazo alrededor del club confirmó mis sospechas, revelando más que unas pocas mujeres- y al menos un puñado de hombres-cuyos ojos estaban pegados al hombre a mi lado. Considerando la intensidad de sus miradas- y a mi afición por meter la pata- me pregunté si él era alguna clase de celebridad vampírica de la que se suponía deba saber. Temerosa de ser torpe nuevamente, no quería ir al grano y preguntar, así que decidí hacerme camino cuidadosamente a través de una introducción. “Vienes seguido aquí?”
Humedeció sus labios, miró brevemente en otra dirección, luego de regreso a mí, sonriendo ampliamente como si conociera algún secreto. “Estoy aquí bastante seguido. No recuerdo haberte visto a ti antes.”
“Es mi primera vez”, admití. Incliné mi cabeza hacia Mallory y Catcher, quienes se balanceaban al filo de la multitud, sus cuerpos aplastados uno contra otro de la cintura para bajo, sus manos en las caderas del otro. Trabaja rápido, pensé, sonriendo a Mallory cuando encontró mi mirada.
“Estoy aquí con amigos”, le conté.
“Eres nueva- recientemente creada, me refiero.”
“Cuatro días. Y tú?”
“Es descortés preguntarle a alguien por su edad.”
Reí. “Tú acabas de hacerlo.”
“Ah, pero este es mi lugar.” Eso explicaba la sonrisa secreta, pero dado que no sabía nada acerca del club, no me daba ninguna información útil acerca de quién era él.
“Puedo invitarte un trago?”
Alcé la copa medio llena de cóctel en mi mano. “Estoy bien. Pero gracias.”
Él asintió y bebió un sorbo de su cerveza. “Cómo estás encontrando al vampirismo?”
“Si se tratara de una casa”, respondí luego de considerarlo seriamente “la llamaría un reparador superior”.
Él bufó, luego cubrió su nariz con el dorso de su mano mientras me deslizaba una mirada entretenida. Me hizo sonreír el pensar que incluso a los lindos vampiros se les subía la cerveza hasta la nariz. “Bien dicho”.
Le sonreí “lo intentamos. Cómo encuentras tú al vampirismo?”
Se cruzó de brazos, acunando la cerveza contra su pecho, y me echó un vistazo. “Los beneficios son agradables.”
“Oh, vamos. Seguro debes de tener mejores líneas que ésa.”
Lucía descorazonado. “Estoy sacando todo mi mejor material.”
“Entonces odiaría ver el fondo de ese barril.”
Puso una mano sobre mi hombro y se acercó, el movimiento envió pequeñas chispas a través de mi piel, luego hizo un plano general con una mano extendida en frente nuestro. “Imagina un paisaje de nada mas que referencias astrológicas y picantes comentarios chistosos. A eso es a lo que vas a reducirme.”
Cubrí mi corazón fingiendo compasión. “Diría que siento escuchar eso, pero principalmente lo lamento por la mujer que tenga que escucharlo.”
“Me estás matando aquí.”
“Oh, no me culpes de ésta” dije con una carcajada. “Es el material el que necesita trabajo.”
“Oh, te culpo” dijo solemnemente. “Voy a morir como un hombre solitario -”
“Eres inmortal.”
“Voy a vivir una larga y solitaria vida,” rápidamente se corrigió, recostándose un poco en la cabina, “porque estás siendo extremadamente crítica con mis líneas de levante.”
Palmee su brazo, sus músculos firmes bajo mi mano, y sentí un rubor comprensivo cruzar mis mejillas. “Mira”, le dije. “Eres un chico de aspecto agradable.” Totalmente establecido. “Dudo que necesites de líneas de levante. Probablemente haya alguna mujer desesperada por ahí que esté esperando que llegues.”
Él fingió sacar un cuchillo de su pecho. “De aspecto agradable? Agradable?! Ése es el beso de la muerte. Y tú piensas que una mujer desesperada es lo mejor que puedo hacer?” hizo un ruido de frustración, el efecto del mismo fue empañado por la impía curvatura de su boca. Poniendo la botella otra vez sobre la mesa, se paró. Pensé que me las había ingeniado para ahuyentarlo, hasta que me extendió una mano. Elevé una ceja a modo de pregunta.
“Dado que me has herido, imagino me debes un baile.”
No había lugar a debate en el pronunciamiento, sin espacio a errores o ajustes. Era la mente de los hombres vampiro, me pregunté, la que excluía toda posibilidad de discusión? Que no podía comprender el desafío a la autoridad? O tal vez se tratara de un asunto de autoridad. Basada en lo que oí hablar acerca de su fijación a los deportes, no pensaba que este fuera Scott Grey, el líder de la Casa que llevaba su nombre. Quien sea que fuera él, exudaba el mismo sentido de propósito que Ethan. Él era alto en la escala, cualquiera sea la Casa que lo clamara.
Y yo, por supuesto, era una humilde iniciada. Pero una humilde, soltera, iniciada, así que me paré y tomé su mano.
“Bien”, dijo él, sus ojos brillando, a continuación entrelazó nuestros dedos y me guió hacia la pista de baile, lo que me dio otra oportunidad de apreciarle. Él era un par de centímetros más alto que yo, tal vez un metro ochenta y algo. Su mitad inferior era tan rock & roll como la de arriba- oscura, jeans que envolvían sus perfectas largas piernas, botas negras, y un grueso cinturón de cuero que mantenía sus jeans a la cadera. Y lo mejor de todo era el colmillo montado en el vaquero de diseñador. El tipo era un anuncio andante de Diesel.
Cuando encontró un lugar para nosotros, se giró hacia mí y llevó mis manos alrededor de su cuello, puso sus manos sobre mis caderas, y se movió en perfecta sincronía con la música. No intentó ningún paso de baile complicado- sin giros, curvas, ninguna manifestación de su destreza. Pero movía sus caderas contra las mías al compás del palpitante ritmo, todo el tiempo mirando hacia abajo, a mí, con una peculiar media sonrisa. Entonces humedeció sus labios y se inclinó hacia delante. Pensé que su intención era besarme y me encogí, pero en su lugar me dijo, con sus labios próximos a mi oído, “Gracias por no rechazarme. Hubiera tenido que largarme de mi propio club”.
“Estoy segura que tu ego lo hubiera resistido. Después de todo eres un vampiro fuerte y grande.”
Se rió por lo bajo. “De alguna manera, no pareces tan impresionada con el vampirismo, por lo que no estoy seguro que tenga eso para recomendarme.”
“Es cierto”, le concedí. “Pero tú tienes realmente lindos………zapatos.”
Pestañó. Luego echó un dudoso vistazo a sus botas. “Estaban en mi armario.”
Resoplé y levanté la manga de su chaqueta. “Por favor, has estado planeando este atuendo por una semana.”
Reventó en risas, lanzando su cabeza hacia atrás para deleitarse en el momento. Cuando se restableció otra vez, ocasionalmente azotado por réplicas de las carcajadas, él me sonrió con entusiasmo. “Lo admito. Me importa un bledo cómo luzco”. Entonces tiró de la delgada manga abuchada de mi blusa. “Pero mira lo que me ha conseguido.”
No había respuesta que le pudiera dar a eso otra que devolverle una sonrisa de oreja a oreja por el cumplido, de manera que eso fue exactamente lo que hice. Él me regresó la sonrisa y colocó sus manos en mis caderas, y yo ubiqué las mías sobre las firmes curvas de sus hombros, y danzamos. Bailamos hasta que la canción cambió, pasando de inmediato a algo más rápido, algo más fuerte, y a continuación, seguimos bailando- en silencio, intensamente, mientras los cuerpos se movían a nuestro alrededor.
Me di cuenta entonces que parte del zumbido, de la vibración de mis extremidades, no provenía de la estruendosa música. Provenía de él, del tangible zumbido de poder que galopaba por debajo de esa cuidada, y preparada forma delante de mí. Él era un vampiro, y uno poderoso.
La música cambió de nuevo y él se inclinó hacia delante. “Qué pasaría si te pido tu número telefónico?”
Le sonreí. “No te gustaría mi nombre primero?”
Asintió de modo pensativo. “Esa sería probablemente información importante.”
“Merit”, le dije. “Y tú eres?”
Su respuesta no fue lo que esperaba. Su alegre sonrisa se desvaneció, y se congeló en el lugar, incluso mientras la gente se movía alrededor nuestro. Sus manos cayeron de mis caderas y yo concientemente quité mis manos de sus hombros.
“Morgan. Segundo de Navarro. De qué Casa eres?
Eso explicaba la vibra de poder. Tenía un mal presentimiento acerca de su reacción a mi respuesta, pero la ofrecí de todas formas, cautelosamente dije “Cadogan?”
Silencio, entonces: “Cómo entraste aquí?”
Parpadeé. “Qué?”
“Cómo entraste aquí? A mi club. Cómo te metiste aquí dentro?”. Su mirada adquirió un destello metálico, y supuse que ese coqueteo, ese tiempo-de-llegar-a-conocerte se había terminado. Luego recordé las palabras de Catcher, sus advertencias de que Cadogan era visto con malos ojos por el beber de humanos.
Exploré su rostro, tratando de leer su expresión, tratando de evaluar si de ahí provenía la repentina ira- alguna discriminación irracional de Casas. “Estás de broma?”
Agarró mi mano y tiró de mí fuera de los bailarines y lejos de la pista de baile. Cuando estuvimos nuevamente en el club propiamente dicho, me forzó a detenerme y miró hacia mí. “Pregunté cómo entraste aquí.”
“Entré por la puerta principal como cualquier otro. Podrías sólo decirme qué está mal?”
Antes que pudiera responderme, sus tropas arribaron, una brigada de vampiros quienes se apiñaron a su alrededor. Al frente en el centro se encontraba Celina Desaulniers, la vampiresa más conocida de Chicago. Era tan hermosa en persona como en TV. Una curvilínea vampira digna de ser una de esas chicas de calendario- de contextura delgada, largas piernas, cintura pequeña y voluptuosa. Tenía el cabello largo, negro y ondulado que iban a juego con los brillantes ojos azules y una piel de porcelana. Ocultando muy poco de esa piel había un corto vestido enfundado de satén en color champán, el cual estaba reunido en intrincados pliegues al cuerpo. Sus tacos hacían juego a la perfección con su sombra.
Ella me miró con evidente desprecio. “Y quien es ésta?”. Su voz era melosa, espesa y efectiva, incluso en una loca-por-los-chicos como yo. Sentí una breve, insistente urgencia de caer a sus pies, de rogar por su perdón, de aproximarme sólo para poder rozar una mano sobre su piel, la cual sabía sería tan suave como la seda. Pero apreté mis manos en contra de lo que tardíamente me di cuenta, era otro intento Navarro de usar el glamour en mí, mi resistencia se reforzó por el hecho de que Mallory y Catcher se habían unido a nosotros, y se situaron detrás de mí en forma solidaria. Los ojos de Celina se ampliaron, y supuse que estaba sorprendida de que el truco no haya funcionado.
“Merit”, Morgan dijo con la voz quebradiza, el chismoso. “Cadogan.”
“Podría alguien por favor explicarme cuál es el problema?” no obtuve respuesta alguna a la pregunta. En lugar de eso, Celina me miró, miró por sobre mí, arqueando una delicada ceja. Repitió el nombre de Morgan en una demanda implícita.
“Necesitan irse”, dijo Morgan. “Tenemos humanos aquí, y no permitimos vampiros de Cadogan en el club.”
Me le quedé mirando. Qué creían ellos que iba a hacer? Comenzar a mordisquear a los bailarines? “Mira, el tipo de la puerta dejó a mis amigos y a mí entrar”, le dije, en un intento por hacerlos comprender, en un impulso a través del prejuicio ciego. “No estábamos causando ningún problema- estábamos bailando. Ciertamente no estábamos acosando humanos.”
Miré a Morgan por apoyo, pero él sólo miró hacia otro lado. Ese pequeño acto de rechazo, de negación, me dio una punzada. La frustración comenzó a dar paso a la ira, y mi sangre comenzó a hervir. Me moví para dar un paso hacia delante, pero una mano en mi codo me detuvo.
“No vale la pena una pelea,” Catcher susurró. “No por esto.” Él gentilmente me remolcó en dirección a la puerta. “Salgamos de aquí.”
Celina me miró nuevamente, y por un momento éramos los dos únicos vampiros en la habitación. Sea cual fuera el poder que ella poseía – e iba mucho más allá de cualquier cosa que haya sentido hasta el momento- se arrastró lentamente sobre mí en oleadas ameboidales. En lo que dura un parpadeo me hallaba envuelta en él. Al principio, no estaba segura de qué es lo que ella estaba tratando de hacer- el impulso no era físicamente amenazante, pero era agresivo. No creí que ella pudiera lastimarme, pero estaba tratando de deslizarse dentro mío, en búsqueda de mis debilidades, sintiendo mis fortalezas. Ella me estaba midiendo, aquí frente a su segundo y a sus clientes, frente a Catcher y a Mallory. Ella estaba evaluándome, testeándome, esperando por mí que gritara, que retrocediera, que cayera bajo el aluvión de poder.
Sabía que no era lo suficientemente fuerte como para levantar un muro contra eso, pero tampoco cedería, le rogaría que se detuviera, lloraría de rodillas. E incluso si hubiera sido lo suficientemente fuerte tampoco sabría cómo hacerle frente, cómo luchar contra eso. Así que hice la única cosa que se me ocurrió- absolutamente nada. Dejé mi mente en blanco, pensando que si no me le resistía, si no intentaba levantar paredes, simplemente se deslizaría y fluiría alrededor mío. Eso era más fácil decirlo que hacerlo- tuve que luchar por no contener mi respiración mientras el aire se espesaba, como si únicamente se propulsara de energía.
Pero me las ingenié para mantener mis pensamientos en claro, mantener mi vista fija en sus ojos azules, y dejar que los bordes de mi boca se curvaran hacia arriba.
Sus ojos destellaron en plata.
En términos vampíricos, pestañó.
“Celina.”
La voz de Morgan rompió el hechizo. Vi flaquear su concentración, observé su cuerpo relajarse mientras la magia se disipaba a nuestro alrededor. Ella tomó aire y deslizó su mirada hacia Morgan, transfigurando sus facciones en una altanería impenetrable. “Tienes competencia, mascota, del pequeño juguete de Ethan.”
Casi gruñí, y por poco salté hacia ella (aunque sólo Dios sabe lo que hubiera hecho), pero los dedos de Catcher, aún alrededor de mi brazo, se tensaron.
“Merit”, dijo Catcher suavemente, “déjalo correr.”
“Toma el consejo, juguetito” Celina me dijo.
Quería replicarle, pero eso sería darle lo que ella quería. Decidí que no iba a lanzar comentarios encolerizados o mordaces. No – esta era mi oportunidad de jugar al mejor vampiro. De interpretar a la chica calma, relajada, con compostura. De interpretar a la iniciada que aún recordaba cómo ser humana.
Mantuve mi mirada fija en Celina, y copié un movimiento que había visto hacer a Ethan: deslicé las manos en los bolsillos de mis jeans, mantuve una postura empresarial, y dejé que mi voz se hiciera un poco más profunda, un poco más ronca. “No un juguete, Celina. Pero ten la seguridad de sé exactamente lo que soy”. Que las palabras sonaran como las de Ethan no se me ocurrió hasta mucho más tarde.
“Buena chica”, Catcher susurró, y tiró de mi brazo, llevándome afuera. Lo seguí con el poco orgullo que me quedaba, y me las ingenié para no lanzarle una mirada al muchacho de pelo castaño que me había vendido a su Maestro.
Me mantuve en silencio hasta que estuvimos a una cuadra del club, y Catcher, aparentemente habiendo estimado que nos encontrábamos a una distancia segura del club, ofreció, “bien, suéltalo.”
Y lo hice. “No puedo creer que la gente actúe de esa manera! Es el siglo XXI por el amor de Dios! Cómo es que está bien discriminar? Y qué demonios fue eso con Celina probándome?” me giré a Catcher, mis ojos probablemente salvajes, y agarré su brazo. “Sentiste eso? Lo que ella hizo?”
“Tendrías que haber sido un completo inconsciente para no sentirlo,” Mallory agregó. “La mujer es un caso serio.”
“Pensé que habías dicho que los vampiros no tenían magia” le pregunté. “Qué demonios fue eso?”
Catcher negó con su cabeza. “Los vampiros no pueden hacer magia. No pueden realizarla. No pueden doblarla o darle forma. Pero ustedes nacieron de esa magia, de ese poder ya sea que lo llames vampirismo genético o no. Aún pueden sentirla. Testearla. Y los vampiros siempre pueden hacer lo que los vampiros hacen mejor- manipularla”. Sacó el volante de Red de su bolsillo nuevamente.
“Nos tendieron una trampa,” me di cuenta. “Ellos identificaron nuestros autos, plantaron los volantes.”
Catcher asintió y guardó el papel otra vez. “Ella quería echar un vistazo.”
“A mí?”
“No lo sé” dijo, con sus ojos en Mallory. “Tal vez. Tal vez no.”
“Y luego está ojitos de dormitorio,” le dije. “No puedo creer que haya caído en ese levante, realmente bailé con él. No crees que fue todo un complot?”
Catcher suspiró, uniendo sus manos por encima de su cabeza, y mirando hacia atrás a Red. “No lo sé, Merit. Piensas que él estaba complotando?”
El parecía sincero. Auténtico. Pero quien lo diría? “No lo sé”, decidí. “Pero, saben cuál es la moraleja de esta historia?”
Llegamos al Volvo, y me pausé en el proceso de destrabar las puertas, esperando para asegurarme de tener su atención. Cuando los dos me miraron, dije, “nunca confíes en un vampiro. Jamás.”
Estaba apunto de deslizarme en el asiento delantero cuando noté que el Hummer aparcado frente a mi auto llevaba una patente personalizada que leía “NVRRE”. Sonriendo pícaramente, me precipité hacia él y pateé una de sus súper-llantas. Cuando la alarma del auto comenzó a chirriar salvajemente, me apuré a entrar a mi auto, lo encendí, y le di marcha.
No le hizo mucho al Hummer, pero la catarsis fue buena.
Cuando estábamos en camino y a varias calles del club, miré a Catcher por el espejo retrovisor.
“Todo ese drama porque bebemos?”
“En parte”, dijo Catcher. “El volante te llevó al club para un vistazo; la bebida hizo que te patearan fuera. Es una forma conveniente para Celina de estudiar la ciudad, de tener a la gente ingresando inintencionadamente a su puerta.”
“Inintencionadamente a su tela,” Mallory murmuró, y asentí. No tenía sentido, supuse, lamentarme de la casa en la que había nacido, pero qué manera de entrar en el mundo de los vampiros. A cuatro días del cambio y una parte de la población de Chicago ya había decidido que no les caía bien dada mis afiliaciones. A causa de lo que otros hicieron. Apestaba el prejuicio humano.
Catcher se estiró en el asiento trasero. “Si te hace sentir mejor, ambos recibirán lo que se tienen merecido.”
Golpeteé los dedos contra el volante mientras conducía, luego me encontré con su mirada otra vez. “A qué te refieres, exactamente?”
Él se encogió de hombros y desvió su mirada, observando por la ventana. Al parecer, él también era psíquico, nuestro ex hechicero de cuarto–rango.
“Catch, tú sabías que esto iba a suceder? Sabías que era un bar de los de Navarro?”
Catch? Miré más allá de Mallory, sorprendida de que hayan avanzado ya hasta los apodos. Aparentemente me había perdido de un gran acercamiento en la pista de baile. Pero su expresión no denotaba nada.
“Sí, Catch,” repetí como un lorito, “armaste esto?”
“Quería conocer el club,” dijo. “Sabía que era un club Navarro pero no se me ocurrió que estuviéramos siendo emboscados. Ciertamente no era mi intención que nos echaran, que nos convirtiéramos en intérpretes de la jugarreta moral de Celina, aunque supongo no debería sorprenderme. Vampiros,” dijo con un suspiro de cansancio, “son cogidamente agotadores.”
Mallory y yo intercambiamos miradas mientras ella enroscaba un mechón de su cabello entre sus dedos. “Sí, querrigdo,” dijo ella, haciendo una adorable imitación de Zsa- Zsa Gabor, “los vang-piros zoon agotadores.”
Fingí una sonrisa, y nos conduje a casa.

Estaba cepillando mis dientes en mis gastados pijamas- una camiseta verde claro de un ex-novio en la que se leía SOY UN ZOMBIE y un par de deshilachados boxers- cuando Mallory, aún en su ropa de boliche, se metió a toda prisa en el baño de arriba y cerró la puerta de un portazo. Me congelé en medio del cepillado, y la miré expectante.
“De modo que… tengo que romper con Mark.”
Sonreí. “Puede que ésa no sea una mala idea,” acordé y reanudé mi cepillado. Mallory se paró al lado mío frente al mostrador y buscó mi mirada en el espejo.
“Hablo en serio.”
“Lo sé. Pero hablabas acerca de terminar con Mark antes de conocer a Catcher.” Terminé mi cepillado, salpiqué algo de agua en mi boca y luego la escupí. Gracias al cielo por los amigos lo suficientemente íntimos como para verte cepillarte los dientes y no asquearse.
“Lo sé. Él no es adecuado para mí. Pero es realmente tarde y necesito dormir, y me siento realmente rara con todo esto de obtuve-mi-trabajo-porque-lo-deseé. Y luego está Catcher.”
Se quedó callada, evidentemente meditando, y su silencio dejó un espacio para que ingresaran oleadas de sonido de la TV escaleras abajo, las cuales flotaban a través de la casa. Un narrador describía la difícil situación de una mujer maltratada quien había superado la adversidad, el cáncer y la pobreza extrema para iniciar una nueva vida junto a sus hijos.
Limpié mi boca en una toalla y la miré. “Y el hecho de que él está abajo mirando el canal de hechos de la vida real otra vez.”
Ella se rascó su cabeza. “Él lo encontrará inspirador?”
Incliné la cadera contra el mostrador del baño. “Deberías lanzarte.”
“Es sólo que no estoy segura. Todo de repente, acerca de esto. No estoy segura. Del trabajo, estoy segura. Con tus colmillos, estoy bien. Pero este muchacho. Él tiene pasado, y magia, y no lo sé….”
La abracé, comprendiendo que esto no era sólo acerca de Catcher sino de su reconocimiento de su nueva forma de vida. Del hecho de que sus intereses en lo oculto, en la magia, se hayan convertido en algo mucho más, más personal.
“Hagas lo que hagas”, le dije, “voy a estar aquí.”
Mallory inspiró, para retirar cuidadosamente las lágrimas que yacían bajo sus azules ojos. “Seeh, pero eres inmortal, tú tienes tiempo.”
“Eres tan cobarde. ” Salí del baño y apagué la luz, dejándola en la oscuridad.
“Uh, quién se comió su peso en salchichas esta noche?”
Me reí y caminé hacia mi habitación. “Diviértete con Romeo,” le dije y cerré la puerta tras de mí. En la fresca quietud del cuarto, a un par de horas del amanecer, me acurruqué en las mantas, encendí la lámpara junto a la cama, y me acomodé con un libro de cuentos de hadas. No se me ocurrió que dada la actual forma de mi vida, no necesitaría leerlos. Los estaba viviendo.

Publicar un comentario

  © Diseño LuxLune by JenV 2010

Back to TOP