Some Girls Bite- Capítulo 8

CAPÍTULO OCHO
LOS COLMILLOS SIGNIFICAN NUNCA
TENER QUE DECIR QUE LO SIENTES.

Al anochecer desperté con el olor a tomates y a ajo, y troté abajo en mi pijama.
La televisión sonaba, pero el living estaba vacío. Me arrastré hasta la cocina y encontré a Mallory y a Catcher, ambos empezando a comer espaguetis con salsa de carne. Mi estómago comenzó a gruñir.
“Supongo que no habrá quedado nada.”
“Cocina,” Catcher dijo, tirando del extremo de la baguette. “Lo dejamos allí. Sabiendo que bajarías.”
Lo habían hecho? Me pregunté con una sonrisa, y fui hasta la cocinilla. No estaba muy segura sobre como sentirme por comer espaguetis para el desayuno-o desayuno casi a las ocho de la noche- pero mi estómago no sufrió ninguna náusea, gruñendo más alto mientras ponía los restos de la olla en un plato.
Buscando una bebida, fui al refrigerador para agarrar una soda.
Pero mis manos se detuvieron sobre las bolsas de sangre, mis dientes repentinamente pulsando con la urgencia de hundirse en una bolsa. Los toqué con la lengua, sentí la punzada de mis colmillos descendidos.
No estaba, pensé, el furor del hambre agresiva que sentí dos días atrás. Igual, saqué una bolsa de tipo A y miré provisionalmente a Mallory y a Catcher.
“Necesito sangre,” les dije, “pero puedo tomarla en otro lugar si les apetece.”
Mallory se rió entre dientes y masticó un bocado de espagueti. “Estás pidiendo permiso para morderme? Porque ya deberías saber que no me importa lo otro.”
Sonreí agradecida, y con el permiso dado, saqué un vaso limpio dl gabinete y lo llené con la bolsa. No estaba segura de cuanto calentarla, así que marqué unos segundos en el microondas, la puse dentro y cerré la puerta.
Cuando sonó, me abalancé para agarrarlo, y vacié el vaso en segundos.
La sangre tenía un leve gusto a plástico, probablemente de la bolsa, pero valía la pena. Repetí el movimiento-verter, calentar, tomar-hasta que vacié la bolsa, luego golpeé mi estómago contenta, tomé mi plato de espagueti, y tomé un taburete al lado de Catcher.
“Todo eso te tomó tres minutos,” él señaló, rociando pimienta roja en su comida.
“Y fue un poco anticlimático,” Mal dijo, “ya que miraste al microondas todo el tiempo. Pensé que estabas haciendo algún tipo de invocación, tal vez roer el plástico. Gruñendo.”
Ella tomó otro bocado de espagueti, luego ofreció, “Arañando la tierra. Ladrando.”
“Soy un vampiro, no un perro,” le recordé y comencé a comer mi propio espagueti. “Así que,” dije, luego de que mastiqué unos cuantos sabrosos bocados. Di lo que quieras sobre la actitud de Catcher, él chico sabía cocinar.
“Qué pasó por estos lados hoy?”
“Mark va a empezar ski acuático,” Catcher dijo. “Afortunadamente, no nos tendremos que preocupar más.”
Mallory le dio una mirada asesina. “Realmente desearía que no lo dijeras así. Él tiene sentimientos, tu sabes.”
“Mmm-Hmm.”
“Podrías calmar un poco esa actitud.” Mallory advirtió, deslizándose fuera de su taburete. Dejó su plato en el fregadero y salió furtivamente de la cocina.
“Problemas en el paraíso?” Pregunté cuando ya se había ido, deslizando una mirada de reojo hacia Catcher.

Él levantó un hombro. “Ella le dijo a Mark que viniera así podía terminar con él en persona. Él estaba un poco disgustado. Ambos lloraron.”
“Ah.”
Comimos silenciosamente, hasta que limpié nuestros platos, y los puse a ambos en el fregadero. “Vamos a darle algo de espacio. Vamos al gimnasio. Te daré un par de horas. Luego necesito ir a la oficina.”
“En un sábado?”
Él solo se encogió en respuesta. Catcher, estaba aprendiendo, era un cuidadoso guardia de la información. La habilidad probablemente lo hacia invaluable para mi abuelo.
Mientras dejábamos la cocina, pregunté, “Puedo sostener tu espada hoy?”
Catcher me miró por encima de su hombro con una ceja levantada.
“La espada,” corregí. “La espada.”
“Ya veremos.”
Entrenamos por dos horas, salteándonos la evaluación física, moviéndonos directamente hacia los movimientos básicos que Catcher había comenzado a enseñarme el día anterior. Yo siempre había sido una rápida aprendiz, una habilidad mejorada por la necesidad de aprender rápidamente las rutinas de baile, pero mi memoria muscular era hasta más sólida ahora, y los movimientos eran casi automáticos para el momento que la sesión se terminó. Eso no significaba que fuera elegante, pero había aprendido lo que tenía que hacer, por lo menos. Catcher cumplió la mitad de su promesa de dejarme sostener la espada.
Él no me permitiría tocar la hoja desenfundada, pero él me permitió ponerme el cinturón que sostenía la funda, antes de quitármela para demostrarme como sacarla en una posición de rodillas. Los movimientos que me enseñó, que me explicó, eran similares a esos en Iaido, y estaban diseñados para permitirle al portador de la espada, reaccionar ante un sorpresivo-y a esos deshonrados-ataques. Casi pregunté por qué, un ataque sorpresivo era tan deshonrable, él necesitaba enseñarme como defenderme de uno. Pero adiviné que con un movimiento de hombros coloraría su respuesta, y eso sería todo lo que obtendría saber sobre los vampiros deshonestos. Así que no me molesté en preguntar-
Cuando Catcher terminó conmigo, me cambié a la ropa de calle y me despedí. Él se fue a la oficina de mi abuelo del Lado Sur, mientras que yo opté por hacer de la buena pequeña vampiro de Cadogan. Conduje hasta el Hyde Park con la intención de informar a Ethan sobre los eventos del día anterior. No estaba entusiasmada por verlo otra vez, no después de nuestro último encuentro, pero no tenía duda que él oiría sobre nuestras actividades en Red.
Y ese cuento, pensé, mejor que viniera directamente de mí. No estaba segura de cómo abordad el tema de Morgan, sobre el echo de que había coqueteado con un vampiro de Navarre ni siquiera veinticuatro horas después de nuestro beso compartido y la directa propuesta de Ethan, decidí entrar a la Casa Cadogan, a su dominio, así que probablemente lo mejor era no mencionar el tema en absoluto. Ethan, los guardias me informaron, estaba en su oficina, caminé directamente hacia allí, y golpeé su puerta, aunque estaba segura de que había sido informado de mí llegado. Él soltó fuera un “Entra,” caminé dentro y cerré la puerta de la oficina detrás de mí. Ethan en su uniforme “á la Armani” estaba detrás de su escritorio, con unos archivos abiertos delante de él. Se quedó mirando intencionalmente el contenido, sus ojos pasando de un lado a otro a través de la página que estaba leyendo. “Mira quién entró gustosamente a mi oficina de injusticia.”
Yo me relajé incrementalmente, feliz de aceptar el sarcasmo como el humor prevaleciente, así que me paré enfrente de su escritorio.
“Puedo tener un minuto?”
“Qué has hecho ahora?”
Evidentemente íbamos a evitar el tema de nuestro beso por completo. Bien por mí.
“Nada, pero gracias por el voto de confianza. Mi ego está hinchado.”
“Hmm.” Él murmuró con una duda obvia, su mirada todavía en los papeles de su escritorio. “Si estás aquí por tu propia voluntad, y no oí ningún grito de Malik siendo arrastrado por ti en el pasillo, asumo que Debés-se detuvo contemplativamente- haberte resignado a tu destino?”
“Estoy trabajando en aceptar el hecho de que soy un vampiro,” dije, posándome en el borde de su escritorio. “Nuestros corazones laten simultáneamente,” Ethan respondió, mirándome finalmente, con esos salvajes ojos verdes. Él se relajó en su silla. “Aunque no puedo ver que tu guardarropa haya mejorado.”
“Estaba entrenando con Catcher Bell. Me está introduciendo en los katas.”
“Sí. Hemos hablado de eso. Entonces qué es lo que te trae por aquí?”
“Un desafortunado tropezón con los vampiros Navarre.”
Ethan me miró tranquilamente por un momento, luego cruzó sus brazos sobre su pecho.
“Explícate.”
“Fui a Red la noche anterior. Conoces ese lugar?”
Él asintió. “Es el club Navarre.”
Si Catcher sólo hubiera mencionado eso, pensé tristemente, pero no tenía ningún sentido arrepentirse del pasado. “Ellos nos dejaron entrar, a Mallory, Catcher y a mí, pero nos echaron cuando un vampiro Navarre descubrió que yo pertenecía a Cadogan.”
La frente de Ethan se surcó. “Ya que dudo que hayas esparcido la información tu misma, cómo se enteraron ellos que era de Cadogan?”
“Conocí un vampiro de Navarre-Morgan?”
Una pausa cuidadosa, luego Ethan asintió nuevamente.
“Él se presentó, ofreció su afiliación de Casa, y yo hice lo mismo.”
“Se presentó a sí mismo?”
Asentí. “Ahí fue cuando descubrió que yo era de Cadogan, y cuando se convirtió en un completo idiota. Celina y otros vampiros fueron llamados, y ellos nos echaron del club. Quería decírtelo en caso de que alguien más asuma que yo salí fuera-no sé-haciendo estragos y dándole un mal nombre a Cadogan.” O un peor nombre, me corregí mentalmente.
La mirada de Ethan se ensanchó. “Debería asumir eso?”
“Por qué echarle la culpa a dónde pertenezco si me podían acusar de chivo expiatorio?”
“Típico,” permitió, una esquina de su boca levantándose en una sonrisa. Incliné mi cabeza. Ethan se levantó de su silla, manos unidas detrás de la espalda, y caminó a la mesa de conferencia al final de la habitación. Luego volteó e inclinó contra ésta entre dos de sus sillas combinadas. El movimiento puso una distancia entre nosotros, y encontré interesante la ansiedad que tenía por alejarse.
“Y todavía ellos dejaron que entres al club en primer lugar. Por qué?”
“Ellos debían saber quien era yo. Encontramos volantes, Catcher y yo, de Red en nuestros autos. Él sugirió darnos una vuelta por el lugar y ellos nos dejaron pasar.”
“Ella quería echarte un vistazo.”
Asentí. “Esa era la teoría de Catcher.”
“Celina probablemente sabía tu nombre familiar, vio el nombre en el registro, y quiso darte un muy pasivo-agresivo hola.”
“Ella suena como una invitación.”
“Celina no es la más. . .filantrópica de los vampiros,” Ethan dijo. “Pero ella es inteligente. Es atenta, determinada y muy, muy protectora de sus vampiros.
Navarre ha florecido bajo su mando, y la GP la ama. Además de eso está el echo de que ella es una de los vampiros más poderosos de Estados Unidos.”
Encontré su mirada, y pensé en la prueba que ella me había hecho, pensé sobre el hecho que yo había resistido bastante de ella para poner una mirada enfurruñada en su cara.
“Sus habilidades psíquicas son particularmente notables,” él continuó. “Ella tiene una sorprendente habilidad para el glamour. Es algo así como las viejas historias sobre cuando los mortales que quedaban hipnotizados al hacer contacto visual.”
Inclinó su cabeza hacia mí, dándome una apreciativa mirada. Me sentí-justamente como me sentí con Celina la noche anterior-el sutil flujo de una magia que me ponía a prueba. Pero mientras que la investigación de Celina era insistente, agresiva, Ethan se movía como agua sobre roca- resbalándose, goteando, verificando la forma de lo que encontraba debajo.
“Tú estarás a su altura,” él finalmente concluyó.
Asentí, optando no decirle que ella había tratado de usar el glamour en mí, o que ella había fallado. De que había sentido el tironeo, pero que me lo había sacudido de encima. Si esa era una muestra de mis crecientes poderes, él lo descubriría lo suficientemente pronto. Sin elaborar, Ethan se movió a través de la habitación hasta la pared de estantes de libros detrás de lo sillones de cuero, y sacó de uno de ellos un delgado libro. “Ven aquí Merit.”
Me empujé fuera del escritorio y lo seguí, parando tímidamente unos pasos antes de él.
Ethan ojeó a través del volumen de Eláter rojo hasta que encontró una página en particular, entonces me entregó el libro, las páginas se extendieron abiertas entre sus dedos largos. Cuando yo me encontré su mirada, él golpeó el libro con un dedo.
Un sentido de miedo enrolló en mi abdomen, pero me obligué a mirar.
Era tan horrible como lo había predicho. En cada lado de la página había letras de madera, sus líneas negras contrastando contra el papel de lino. Cada madera describía a un vampiro, o medievales o vampiros imaginarios de todas formas. El cartel de la izquierda mostraba a una mujer con un gran busto debajo de un árbol del bosque y una caricatura animalística de un vampiro masculino, con sus largos colmillos fuera sobre ella, listo para morder. El vampiro estaba desnudo de la cintura para arriba, y no estaba usando zapatos. Sus dedos convertidos en garras, su pelo largo, oscuro y sarnoso. Quizá, mejor dicho, sus pies eran cómo patas hundidas en la tierra. Debajo de la madera, en una letra elaborada, estaban las palabras: Tenga cuidado con el Vampiro, cuya Lujuria Tienta al Casto.
Pero el campesino trabajador que talló el bloque original no sólo había ofrecido un problema-el vampiro despojador de virginidad-pero también una solución-
En la página frontal, el vampiro estaba parado solo, con sus manos atadas en el árbol, también sus tobillos y cuello. El cuello había sido cortado, su cabeza a un lado, su intestino había sido arrancado, órganos derramados. A través de su corazón, que yacía en el suelo a su lado, había una estaca de madera.
Quizá, lo peor de todo, era que sus ojos estaban abiertos, con un río de lágrimas provenientes de sus córneas, su mirada en algo fuera de la página, con una expresión de terror, dolor, pérdida. Esta no era una caricatura. Esto era un portarretrato, una imagen de un vampiro en la profundidad de la agonía. El artista, si esa era la palabra apropiada para el creador de algo tan repugnante, había ofrecido muy poca simpatía. Esta madera tenía la inscripción Regocijo en El Terror Cortado.
“Jesús,” susurré, repentinamente temblando lo suficiente para sacudir en libro en mis manos. Ethan tomó nuevamente el libro, lo cerró y lo deslizó cuidadosamente en su lugar.

Lo miré. Su expresión era no sorpresivamente solemne. “No estamos en una guerra,” él dijo. “No hoy. Pero eso puede cambiar en cualquier momento, así que hacemos lo que tengamos que hacer para proteger la paz. Hemos aprendido cuidadosamente a distinguir a nuestros amigos de nuestros enemigos, y a estar seguros de que nuestros enemigos entienden quiénes son nuestros amigos.”
Eso, medité, era la réplica de los sentimientos de Catcher sobre la relación de los vampiros y los cambiadores. Tenía sentido para mí, que lo cambiadores, quienes habían optado por el anonimato en vez de protestar por la masacre de vampiros, no eran grupos populares en las Casas. Esto también explicaba la tendencia vampírica de juntarse, en Casas, de formar alianzas explícitas y ver a los extranjeros con cautela.
“Has visto”-busqué la palabra apropiada-“castigos como este?”
“No exactamente como ese. Pero perdí amigos en el Segundo Aclaramiento, y prácticamente lo viví yo mismo.”
Fruncí el entrecejo y mordí mis labios. “Pero si es eso cierto, no era estúpido anunciar nuestra existencia? Cuál era el riesgo del anonimato?”
Ethan no contestó. Su expresión tampoco cambió. Él solo me miró, como si me fuera a hacer llegar a una conclusión que no estaba dispuesto a decir en voz alta.
La conclusión no fue difícil de alcanzar: Salir del closet nos había puesto al frente y centro de los humanos, poniendo en peligro nuestra supervivencia, aunque mi abuelo diga que estamos en la era de Harry Potter. Habíamos tenido suerte hasta ahora-investigaciones del Congreso y el alboroto, no obstante, la curiosidad general le ganaba al asesinato de vampiros. Por dios, esperemos que nuestra suerte se sostenga, pero el hecho de que un vampiro asesino este suelto en Chicago y que nuestra Casa era sospechosa no era un buen presagio.
La marea podía cambiar fácilmente.
Estaba repentinamente ansiosa de estar en casa, segura dentro de mi hogar con las cerraduras puestas, segura detrás de la madera pierda y los guardias con espadas.
“Debería irme,” le dije, y él me acompañó hasta la puerta de la oficina. “Piensas que oirás de Celina sobre el incidente del club?”
“Oiré sobre Celina.” Cuando alcanzamos la puerta, la abrió y ondeó la mano en forma de invitación. “Gracias por informarme sobre tus. . . escapadas.”
Reparé en la frase, pero podía decir que él estaba tratando de alivianar el pesado humor, así que solo bufé en respuesta. “No hay problema. Gracias por la lección de historia.” Ethan asintió y empezó, “Si sólo hubieras leído-“ pero levanté la mano.
“Lo sé. Fui avisada sobre leer el Canon. Golpearé el libro apenas llegue a casa.” Llevé dos dedos a mi frente. “Honor de Scout.”
Una esquina de su boca se levantó. “Estoy seguro que si solo te aplicaras a ti misma, podrías encontrarle algún uso a ese intelecto detrás del sarcasmo.”
“Pero qué sería lo divertido en eso?”
Ethan se apoyó en la puerta. “Me dí cuenta que la obediencia es una novedad para ti, pero lo encuentro emocionante. Tienes dos días antes de la Comendación, los juramentos. Deberías pasar ese tiempo contemplando tu alegación.”
Eso me detuvo, y giré sobre mi talón para mirarlo nuevamente. “Sí soy una de los doce, les has dado a los otros los mismos discursos que me estás dando a mi? Las mismas amenazas? Dudas?” Hacerles las mismas ofertas?
Me pregunté si me mentiría, y me daría algún discurso sobre el deber y ser el Maestro de la Casa. Pero en cambio dijo, “No. Las estacas no son tan altas con el resto de su cohorte. Ellos son soldados firmes, Merit.”
Cuando él no elaboró, yo instigué, “Y yo soy . . .?”
“No.” Con esa enigmática respuesta, él volvió a su oficina y cerró la puerta detrás de él.
Era casi medianoche cuando volví a Wicker Park. La casa estaba vacía, y me pregunté si Mallory y Catcher habrían alcanzado algún tipo de paz después de su pelea después de la cena. Estaba hambrienta, así que me hice un emparedado de jamón con una tortilla de papas, envolví mi invención en una servilleta y me la llevé al living. Prendí la televisión para que quedara sonido de fondo-y era desafortunado vivir en la época de los comerciales, películas B y basura sindical-y puse el Canon sobre mi regazo.
Comí mientras leía, pasando una hora y terminándome el capítulo uno, luego me moví al tutorial de “Sirviendo a Tu Señor” Afortunadamente, el texto era menos conyugal de lo que sonaba el título. Mientras que el primer capítulo era un tipo de introducción al vampirismo, el capítulo dos ofrecía más detalles sobre los deberes de los vampiros Novicios-lealtad, obediencia, y algo a lo que el libro se refería como “Reconocida Condescendencia,” que era tan asno-retrógradamente Jane Austen como su nombre lo sugería. Se suponía que debía ofrecerle a Ethan mi “Consideración Educada,” tratarlo con deferencia y respeto y generalmente encontrar sus pedidos y demandas con agradecimiento, primero que todo porque él me lo había pedido a mí.
Me reí, comprendiendo el grado a qué mi conducta lo asustó probablemente y preguntándome desde cuando el Canon no habría sido puesto al día, tal vez desde La Regencia de Inglaterra.
Yo mi servilleta y la eché en la mesa de café cuando sentí un golpe en la puerta.


Mallory tal vez, habiéndose olvidado sus llaves, o Ethan con un pedido que debo aceptar Agradecidamente por su Persona Honorable. Un poco demasiado cómoda con los guardias fuera de la puerta, cometí el error de abrir la puerta sin mirar el cerrojo.
Él puso una bota negra en la puerta antes de que pudiera cerrar de un portazo en su cara. “Lo siento,” ofreció a través de las tres pulgadas de espacio abierto.
“Saca tu pie de mi casa.”
Morgan cambió, mientras se asomaba por la abertura. “Estoy aquí para disculparme profusamente. Y estoy deseoso de arrodillarme.” Su voz se volvió suave. “Mira, realmente lo siento sobre la escena de ayer a la noche. Lo podría haber manejado mejor.”
Abrí la puerta y le ofrecí mi mirada más orgullosa posible. “Lo podrías haber manejado mejor? En el sentido de no humillar a mis amigos y a mí? En no respaldarme-cuando tú sabías-que no estábamos causando problemas? O en no tratándonos como basura sólo porque soy de una Casa diferente a la tuya? Cuál parte de las que podrías haber manejado mejor? Específicamente.”
Morgan sonrió tímidamente, una expresión que era irritablemente linda en un hombre de pelo oscuro, y con ojos sensuales.
Estaba en jeans nuevamente esta noche, pero esta vez los había combinado con una remera de mangas tres cuartos azul que marcaba su torso. Noté un rastro de dorado alrededor de su cuello y adiviné que sería la medalla de la Casa Navarre, con estilo similar a la que usaba Ethan, pero, como lo había mostrado la noche anterior, simbolizando una muy, muy diferente filosofía.
Miré hacia abajo, pero él encontró mi mirada, una esquina de su boca ladeada en una encantadora desequilibrante sonrisa. “Por favor?”
Solté un lento suspiro pero lo dejé entrar. “Entra.”
“Gracias.”
Caminé hacia el living, asumiendo que él me seguía, me dejé caer en el sofá y crucé mis piernas. Miré hacia él expectante mientras cerraba la puerta detrás de nosotros. “Y bueno?”
“Bueno qué?”
Ondeé una mano por la habitación. Empieza a arrodillarte. Veamos alguna acción de rodilla.”
“Hablas en serio.”
Levanté mis cejas. No respondió, pero finalmente asintió con la cabeza, luego caminó entre los sillones. Se puso sobre una rodilla, y tendió sus manos. “Estoy monumentalmente arrepentido por el dolor y humillación que les causé a vos y a tus-”
“Ambas rodillas.”
“Perdón?”
“Prefiero ver las dos rodillas en el suelo. Quiero decir, si te vas a rebajar, sé el mejor arrastrado que puedas, cierto?”
Morgan me miró por un momento, moviendo la boca, la sonrisa amenazando con romperse, pero asintió con una grave solemnidad. Él inclinó las dos rodillas en el piso, luego me miró a través de esos ojos azul marino con una expresión que habría funcionado en el galgo más leal. “Realmente lo siento.”
Lo miré por un momento, prolongando su tiempo en el suelo, luego asentí. “Bien.”
Así que no era inmune a un lindo chico con una expresión sentimental. Realmente, qué exgraduada de veintisiete años-estudiante vampiro de Cadogan podría?
Morgan se levantó y limpió sus rodillas, luego tomó asiento frente a mí.
Mientras me preguntaba por qué, exactamente él había decidido arrepentirse, ofreció, “Se habla mucho en Navarre sobre Cadogan. Sobre las Casas que beben. Hay un montón de vampiros con largas memorias, y muchos de ellos están afiliados con Navarre. No sos tú personalmente-es más como muchas décadas de miedo innato. Miedo de que todo lo que trabajamos por construir-el sistema de Casas, el Canon-será destruido por los vampiros que beben.”
Era un buen argumento, y uno que podía apreciar, habiendo visto el ejemplo de un castigo repartido a los vampiros por los humanos. De todas formas, le recordé, “Fue Navarre quiénes sostuvieron la prensa de conferencia, Morgan. Fue Navarre quién anunció nuestra existencia.”
“Fue un movimiento preventivo. Cada día que pasaba sin los vampiros tomando la iniciativa era un día más cerca de los humanos tomándola por nosotros. Empujándonos al foco de un modo que no podríamos controlarlo. En un modo que no podríamos girar. Esto trataba de salir a la luz en nuestros términos.”
Estiré mis piernas en el sillón, y descansé mi cabeza en el respaldo. “Y tú crees eso?”
“No importa especialmente si lo creo. Soy el Segundo de Celina. Actúo como ella desee. Pero habiendo dicho esto, si, creo en eso. El mundo es un lugar diferente ahora.”
”Tú actúas como ella desea, y así todavía estás aquí, conversando con el enemigo.”
Él se rió. “Parece valer la pena hasta el menor motín.”
“Y no valía la pena la noche anterior cuando ella nos echó?”
Morgan suspiró, luego pasó sus manos a través de su pelo.
“Al riesgo de parecer ingrato para tu perdón, ya me disculpé por eso.”
Dejó caer sus manos y ofreció una mirada esperanzada.
“Tal vez podríamos hablar de algo más? No de vampiros ni de beber. Ni de alianzas o Casas. Solo pretender ser normales por un par de horas?”
Dejé que mi sonrisa se expandiera lentamente. “Qué piensas sobre los Osos (equipo de fútbol americano)?”
Morgan bufó, luego miró hacia el pasillo. “La cocina está allí?”
Asentí.
“Puedo agarrar algo para comer?”
el interés que tenía en salir con el chico-no se había evaporado la noche anterior cuando prometí nunca coquetear con un vampiro otra vez-decidí que esta era la segunda cita más pobre que nunca. “Eso creo.”
Caminó por el umbral. “Gracias.” Y desapareció por el pasillo, pero gritó, “Soy un fan de Packer. Nací en Madison.”
Él estaba buscando en un cajón cuando llegué a la cocina. “Debes admitir que-los Green Bay son un mejor equipo, especialmente este año. Chicago tiene problemas con su línea O, hay un problema con su quarterback, y no tienen ningún secundario defensivo.”
Me recosté en el marco de la puerta y crucé mis brazos. “Te vas a quedar en mi cocina, comiendo mi comida, yendo a través de mis cosas, y vas a aplastar a mis Osos? Eres valiente o estúpido.”
Morgan sacó un cuchillo y una tabla de cortar, luego se movió hasta una pila de ingredientes para emparedados que ya había colocado en la mesada-una barra de pan de nuez, mostaza, mayonesa, jamón, queso americano, queso suizo, pavo ahumado, un frasco de pan y manteca de pepinillo, aceitunas negras, lechuga y tomate.
En otras palabras, el contenido de nuestro refrigerador sin contar las sodas y la sangre. Luego agarró dos latas de soda. Él abrió una, y me ofreció la otra mi entras bebía, la cadera apoyada en los gabinetes.
“Considerado de tu parte ofrecerla,” dije secamente, aceptando la soda mientras me unía a él en la mesada. “No te alimentan en la Casa Navarre?”
Cortó dos pedazos gruesos de pan, luego se fue a trabajar en los tomates, cortando mientras hablaba. “Nos lanzan un poco de avena entre las sesiones de adoctrinamiento y los films propagandistas. Luego vamos fuera para una buena marcha por los alrededores y la recitación de sonetos a la belleza de Celina.”
Me reí y corté un par de hojas de lechugas, luego las levanté para su aprobación. Él asintió, luego empezó con el cuidadoso proceso de rebanar carne, quesos, vegetales y condimentos en su Dagwood.
“Ellos ponen cosas saludables en la cafetería-nunca tengo la oportunidad de hacerme un emparedado a mi propio gusto, tu sabes?”
Habiendo crecido con mucho “brie” y “foie gras” lo sabía muy bien. Fue por eso que lo detuve antes de que agregara la pieza final al pan. Agarré una bolsa de papas de tortilla de la otra punta de la mesada y se la entregué. “Una capa de papas,” le expliqué solemne. “Le agrega un buen crujido.”
“Genia,” él dijo, y colocó una capa de papas de tortilla dentro de su emparedad. Los dos lo miramos por un momento, cuatro pulgadas verticales de deliciosidad.
“Deberíamos tomar una foto?”
“Es un poco endemoniadamente impresivo.”
Él inclinó su cabeza hacia el emparedado. “Casi odio arruinarlo mordiéndolo, pero estoy hambriento así que. . .” Lamentando hablar, lo agarró con las dos manos y lo mordió. Sus ojos cerrados mientras crujía por el primer mordisco. “Este es un endemoniado buen emparedado.”
“Te lo dije,” le dije, inclinándome en la mesada y tomando la bolsa de papas. “Dime sobre ti misma,” él dijo entre mordiscos.
La bolsa sonó ruidosamente cuando la agarré para sacar una papa. “Qué quieres saber?”
“Orígenes, intereses. Por qué la hija de uno de los hombres más poderosos en Chicago decidió convertirse en vampiro.”
Lo miré por un minuto, un poco decepcionada por lo que preguntó, y preguntándome si el echo de que mis padres tuvieran dinero era la razón de su interés en mí.
Y ya que él sabía, me pregunté si las noticias de mi cambio y de mis conexiones familiares estarían circulando a través de las Casas. Claro, desde que él pensaba que la decisión había sido mía, claramente no sabía todo.
“Realmente importa quién es mi padre?”
Morgan se encogió ligeramente. “No para mí. Para alguien, tal vez. Me pregunto si a Ethan le importa.”
A él le importaba, pensé arrepentida, pero no fue así como le contesté. “Él salvó mi vida.” La mirada de Morgan me disparó. “Cómo?”
Debatí que decirle a él, pero opté por la verdad. Si él realmente no supiera nada, mejor. Si él sabía algo, quizá los límites de su conocimiento podían dar una impresión equivocada de las fiestas culpables. “Fui atacada. Ethan salvó mi vida.”
Morgan me miró, luego limpió su boca con una servilleta que había tomado de la mesada. “Estás bromeando.”
Sacudí mi cabeza. “Alguien me asaltó cuando estaba caminando por el campus. Él casi arranca mi garganta. Ethan me encontró, y comenzó el cambio.”
La mirada de Morgan se ensanchó. “Cómo sabés que Ethan no lo preparó?”
Un tirón incómodo formó arco a través de mi estómago. No lo sabía, no con seguridad.
Yo estaba confiando en el instinto y la explicación de Ethan, su profesión de inocencia. Todavía me seguía preguntando por qué estaba en ese lugar en el medio de la noche, y su respuesta-algo sobre suerte-no había sido suficiente.
No pensaba que él me hubiera herido a propósito, no físicamente, de todos modos. Emocionalmente, pensé, era un tema diferente, y razón de más para mantenerme clara con él. Era mi jefe, acceder en todo lo necesario para hacer mi trabajo, cualquier cosa que eso signifique. Pero él estaba fuera de los límites para algo más, su (conflicto) interés detrás de ese punto.
“Merit?”
Pestañeé nuevamente en mi cocina, para ver a Morgan observándome en la encimera. “Perdón,” le dije, “Sólo pensaba. Sé que no lo preparó. Él salvó mi vida.” Crucé mis dedos debajo de la mesa, deseando que fuera verdad.
Morgan frunció su ceño. “Huh. Ellos encontraron una medalla Cadogan en la escena de la muerte de Jennifer Porter.”
“Cualquiera con acceso a la Casa pudo haber plantado la medalla allí-hasta un Rogue tratando de hacer quedar mal el sistema de las Casas.”
Él asintió. “Esas es una teoría. Actualmente, eso es lo que piensa Celina.”
”Ella no piensa que Ethan lo haya hecho? O alguien más de Cadogan?”
Morgan me miró cuidadosamente por un momento, luego se encogió de hombros y terminó las mordidas finales del emparedado. “Sería más exacto decir que tememos más a las respuestas de la gente hacia Cadogan, no a los vampiros en sí mismos. La paz es frágil.”
Eso era lo que había oído, pero de algún modo el sentimiento no llamó proviniendo de Morgan como lo hizo con Ethan. “Qué hacías-antes?” Preguntó.
Habiendo terminado la primera soda, me moví hasta el refrigerador y agarré otra, la abrí, y volví a mi asiento en la mesada. “Era una estudiante graduada. Literatura Inglesa.” “Aquí en Chicago?”
Asentí. “Universidad de Chicago.”
“Así qué querías, enseñar?”
“Al nivel colegial, sip. Quería ser un profesor. La literatura medieval Romántica era mi especialidad. Las sagas Arthurianas, Tristán e Isolde, ese tipo de cosas.”
“Tristán e Isolde. Eso es interesante.”

Excavé dentro de la bolsa de papas buscando una sola papa, la encontré y la comí. “Eso es todo? Qué hacías tú antes?”
“Mi papá era dueño de Red, o al menos del bar que era antes de que lo reabriera. Él murió unos años después de que lo transformara, y yo tomé su lugar.”
“Por qué decidiste convertirte en un vampiro?”
Morgan arrugó su ceño, frotando su nuca. “Tenía una novia. Ella estaba enferma, y alguien de Navarre se le había acercado. Establecimos contacto con Carlos-él era el Segundo de Celina en ese momento-y ellos aprobaron convertirnos en Iniciados. Ella era brillante, fuerte, hubiera sido una grandiosa vampiro.”
Él se detuvo y se quedó mirando fijamente a la encimera, el volumen de su voz bajó. “La noche llegó para el cambio. Ellos me cambiaron, pero ella no pudo pasar por eso. Ella murió un año después.”
“Lo siento.”
“Ella dijo que no quería vivir para siempre. Yo era joven y estúpido, me sentía inmortal de todos modos-quién no lo hace a esa edad? Estuve con ella cuando murió. No tuvo miedo.”
Estuvimos sentados silenciosamente por unos minutos, mientras lo dejaba trabajar a través de esa memoria. “De todos modos, esa es mi historia.”
“Cuánto tiempo atrás fue eso?”
“1972.”
“Así que eso te haría. . .”
Él medio se rió, y estuve complacida de ver un poco más de color en su cara. “Una edad que te haría sentir incómoda.”
Me incliné contra la mesada, crucé mis brazos, y le di una mirada apreciativa. “Luces como de, veintiocho? Eso significaría que naciste alrededor de 1944.”
“Tengo setenta y dos,” ofreció, ahorrándome la substracción- “No tan viejo para parecer irreal, pero lo suficiente para pensarme como. . . viejo.”
“No luces de setenta y dos. Y justamente no actúas como de setenta y dos. No es que haya nada malo en eso.” Agregué tardíamente, un dedo en el aire enfatizando el punto.
Morgan se rió. “Gracias Mer. No siento un día más que setenta y uno.”
“Espiritualmente de setenta y uno.”
“Espiritualmente de setenta y uno.” Estuvo de acuerdo. “Hay actualmente un serio debate sobre el impacto de nuestro aspecto juvenil y como actuamos, sobre la edad que pretendemos tener.”
Sonreí dudosamente. “Los vampiros filósofos?”
Él sonrió en respuesta. “La inmortalidad propone sus propios dilemas.”
La inmortalidad era un dilema que yo no había considerado totalmente todavía, y me pregunté si el resto de los vampiros pensaban en eso. “Cómo?”
Morgan extendió la mano y agarró la bolsa de papas, nuestros brazos rozándose mientras se la llevaba. Ignoré el pequeño shock que bajó por mi brazo, recordándome a mi misma lo que había jurado sobre los chicos inusuales con largos caninos.
“Los vampiros cambian su identidad cada sesenta años aproximadamente,” Morgan respondió, moviendo una papa en el aire. “Y todavía quedan bajo el radar, debemos operar sin el sistema. Eso significa falsificar nuestras muertes. Debemos mentir a nuestros amigos y a nuestra familia que acumulamos en cada vida humana. Falsificamos nuestros números de seguridad social, las licencias de conducir, pasaportes. Es eso ético?” Él se encogió- “Lo justificamos diciendo que es necesario para protegernos a nosotros mismos. Pero todavía es mentir.”


Pensando en mi propia salida apresurado de la academia, yo me pregunté alto, “Dónde trabajan ellos? Estos filósofos, quiero decir.”
“Ellos se mantienen bastante ocultos. Algunos en academias, usualmente con la suficiente tenencia para tener oficinas en los sótanos y clases nocturnas. Alguna vez has visto a esos chicos que están en las cafeterías-con sus laptops y esos pequeños cuadernos negros? Ellos siempre están allí en la noche, garabateando furiosamente?”
Sonreí, “Yo solía ser uno de esos chicos. Bueno, chicas, de todos modos.”
Morgan se inclinó hacia delante conspiratoriamente y encapotó sus dedos en una garra, luego arañó el aire. “Nunca sabés si son vampiros rondando.”
“Bueno es saberlo,” ofrecí con una risa. Morgan me sonrió en respuesta, era una linda sonrisa, pero se rompió cuando sacó una mano vacía de la bolsa plástica de papas, aparentemente dándose cuenta que estaba terminada. La tomé, y la tiré en el tarro de la basura, un perfecto lanzamiento, que encesté.
“Muy bien,” él dijo. “Y hablando de aros, tienes algo planeado?”
No sabía que estábamos hablando de aros, pero le dí el beneficio de la duda.
“Qué es lo que tienes en mente?”
Él chequeó su reloj. “Son la una y quince. SportsCenter probablemente ya haya empezado.”
“Es una cita,” dije con un asentimiento firme, y lo dirigí de vuelta al living.
Él tenía razón, lo estaban dando. Aunque fuera tan tarde como era, no debería haber dudado sobre SportsCenter en ESPN. No estaba siempre a tempranas horas de la mañana? Nos instalamos en el living, miramos cuarenta y cinco minutos de relatos deportivos sarcásticos, y debates de potencial de NFL. Cuando el show terminó, Morgan se levantó del sillón. “Debería irme. Necesito chequear unas cosas antes del amanecer, y debería pasar por Red.”
Me dí cuenta tardíamente que era un Sábado a la noche, seguramente una gran noche para el club, y él había optado pasar las horas aquí, comiendo emparedados y mirando ESPN. Caminó hasta la puerta, estrechando sus brazos sobre la cabeza y revelando la curva de piel lisa en la parte de atrás de su espalda, me encontré a mi misma deseando que no fuera un vampiro.
Habíamos alcanzado un tipo de relación cómoda, y una tranquila noche con ESPN y gruesos emparedados, era un buen cambio, en vez de intriga política, amenazas de muerte, y revelaciones supernaturales. “Gracias por venir a disculparte,” le dije, llevándolo hasta la puerta. “Hubiera sido más amable si no hubieras sido un idiota en primer lugar, pero una chica siempre aprecia una buena dosis de remordimiento.”
Morgan se rió. “Las chicas lo hacen?”
Sonreí en respuesta y abrí la puerta, nos paramos al lado del otro por un minuto, mirándonos. Luego el se inclinó, con una mano en mi cadera, y presionó sus labios en los míos. Morgan me besó lentamente, encontrando mis labios, luego tironeando y moviéndose contra mí. Era un sabroso beso, y él era increíblemente bueno en eso. Pero no estaba deseando repetir el error de besar a un vampiro, así que lo empuje hacia atrás con la palma de mi mano. “Morgan.”
Él protestó con un gruñido, luego llevó su boca a mi cuello, donde trazó una línea de besos desde mi oreja hasta mi clavícula. Mis ojos flotaron cerrado, mi cuerpo al parecer tan ávido como el suyo para llevar las cosas adelante. “Eres una vampiro soltera caliente,” él murmuró, “Soy un vampiro soltero caliente. Pero para tu inquebrantable lealtad a los Osos, nosotros deberíamos estar juntos.”
Lo empujé nuevamente hacia atrás, y esta vez el se quedó derecho. “No estoy lista para un novio en este momento.”

La cara de Morgan se surcó en un ceño exquisito, y pasó una mano por su pelo.
“Tú y Ethan tienen algo?”
“Ethan? No, ” respondí, probablemente sonando un poco más defensiva de lo que debería haber sonado.
“Dios, no.”
Todavía frunciendo el ceño, asintió. “Bien.”
“No lo hago con colmilludos.”
Él retrocedió aparentemente sorprendido, y me miró. “Tú eres una colmilluda.”
Le sonreí, “Sip. Me dicen eso muy seguido. Amigos entonces?” Ofrecí una mano conciliadora.
“Por ahora.”
Rodé mis ojos y empujé una mano en su pecho otra vez, haciéndolo salir al umbral. “Buenas noches, Morgan.”
Se giró y bajó los escalones. Cuando llegó a la senda, volvió a voltearse y comenzó a caminar de regreso. “Voy a introducirme en tu vida Merit a mi manera.”
Moví mis dedos hacia él. “Uh-huh. Hazme saber como funciona eso para ti.”
“Hey, mira de lo que te estás perdiendo. Tengo grandes habilidades.”
Rodé mis ojos dramáticamente. “Estoy segura que sí. Encuentra una buena, y dulce chica Navarre. No estás listo para Cadogan.”
Fingió sacarse un cuchillo de su corazón, pero luego guiñó, y cruzó la calle hasta su auto-un convertible.
El automóvil emitió una señal sonora animadamente cuando él se acercó, y en segundos estaba dentro, y zumbando calle abajo.

Estaba dormida cuando ellos llegaron a las cinco y media de la mañana. Ellos pelearon al principio-Mallory gritándole a Catcher, y Catcher gritándole en respuesta. El tema era la magia y el control y lo que sea para lo que Mallory tenía la madurez suficiente para que Catcher la dejara tomar sus propias decisiones. Mallory lamentaba su arrogancia y Catcher lamentaba su ingenuidad. La pelea me despertó, pero lo que me mantuvo despierta fue la reconciliación. Ellos se encerraron en su habitación y allí fue cuando comenzaron los gruñidos y gemidos. Amaba a Mallory, y estaba empezando a apreciar el sarcasmo de Catcher. Pero de ninguna manera estaba interesada en escuchar a esos dos en un combate alborotado de sexo. Cuando ella gritó su nombre por tercera vez-Catcher aparentemente era una máquina-arrojé una manta alrededor de mis hombros, y tropecé somnolienta a través de la casa todavía oscura hasta el living, donde me envolví a mi misma y caí dormida otra vez.
La segunda vez que desperté, era casi mediodía. La casa estaba quieta y manchada con la luz del sol, y yo estaba aturdida lo suficiente-justamente estúpida lo suficiente-para intentar tropezar, volver, a mi habitación. Reacomodé la manta, solo un antebrazo, unos pocos dedos y mi cara visible por encima del edredón, y comencé el viaje por las escaleras.
Yo lo hice a través de la sala indemne, desprevenida de la suerte que tendría que tener. Con sólo unos pocos días de vampirismo debajo de mi cinturón, entré en contacto con esa pequeña vulnerabilidad, terrible, que todos los que vieran los episodios de Buffy debían conocer-la alergia a la luz del sol.
Simplemente estaba consciente lo suficiente para pisar cuidadosamente a través del comedor, y no fue hasta que llegué a mitad de camino por las escaleras que sentí el pinchazo y la repentina quemazón. Había caminado directamente a través de un rayo de luz de sol, mi antebrazo descubierto captó la total exposición.

Tragué aire, el dolor casi llevándome en una descarga-picó como una quemadura, pero ladeó a insondablemente niveles dolorosos.
El calor era insoportable-como poniendo mi brazo en un horno sobrecalentado-y la piel se pusiera inmediatamente colorada y ampollada.
Yo lo dí un tirón atrás y lo cubrí con la manta con mi mano segura, buscando frenéticamente oscuridad, dándome cuenta que me había entrampado en una raja diminuta de sombra.
Me metí en una raja diminuta de sombra. Tanteé detrás de mí, buscando el pestillo, y abrí la puerta del armario del pasillo, cuidando de no volver a quedar expuesta a la luz del sol. Cuando maniobré para abrirla, entré a una fresca oscuridad, me derrumbé en el suelo, lágrimas saliendo de mis ojos por las punzadas afiladas en mi brazo, y caí dormida.

Hanarashi  – (6 de junio de 2009, 4:59)  

Gracias por el capítulo ^_^

Susi  – (7 de junio de 2009, 13:24)  

Muchísimas gracias por traducirnos este libro, me está encantando, estoy ansiosa por seguir leyendo el resto de capítulos..

Felicidades por tu gran labor!!!

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