Hola Chic@s vais a flipar!! por que he recibido gracias a cloe por traducirlo!! el primer capitulo del segundo libro de la saga Vampiros en chicago!!!...la autora ha publicado el primer capitulo para que nos mordamos las uñas más!!...jajajaj porque despues de esto tendremos que esperar hasta octubre :(
Bueno aqui os dejo la sinopsis y el primer capitulo!!! Disfrutad de él!!
BESOS HANNA

Vampiros en Chicago!

Sinopsis:
Tú pensarías que titulares como ése podrían haber provocado que los ciudadanos de la Ciudad del Viento se levanten en armas contra los amigos chupasangres. En su lugar, diez meses más tarde, estamos disfrutando de un status de celebridad reservado para la elite de Hollywood – vallando a los paparazzi que son sólo ligeramente menos peligrosos que las cruces y estacas empuñadas por cazadores. No me malinterpreten, José Público no está exactamente entusiasmado con estar viviendo palmo a palmo con los no muertos, pero al menos no han tomado por asalto el castillo aún.
Pero todo eso cambiará una vez que conozcan acerca de las Raves – fiestas masivas de alimentación donde los vampiros rondan humanos como ganado y beben de ellos mismos como estúpidos. La mayor parte de los vampiros civilizados se oponen a este comportamiento, poniendo a los meros mortales a gusto con su política de pedirle a la persona consentimiento, antes de tomar un gran sorbo de la cosa roja. Sin embargo, eso no lo hace una buena copia para un reportero primerizo en búsqueda de impresionar a su familia de la alta sociedad.
Así que ahora mi “maestro,” el centurias de viejo y aún así hermosamente bien preservado Ethan Sullivan, quiere que me reconecte con mi familia de clase media-alta y actúe como intermediario entre los vampiros y humanos – y mantenga los aspectos más desagradables de nuestra existencia lejos de los medios. Pero alguien no desea que la gente y los vampiros jueguen limpio – alguien con un antiguo rencor.

CHICAGO VAMPS LIBRO II

CAPITULO UNO: MUDÁNDOSE.


Finales de Mayo
Chicago, Illinois

“Mas alto, Merit. Trae esa patada mas arriba. Mmm-hmm. Mejor”
Patee nuevamente, esta vez más alto, tratando de recordar de apuntar mis dedos de los pies, de comprimir mi centro, y agitar los dedos de mi mano en las “manos de jazz” como incesantemente demandaba nuestra instructora.
Junto a mí, y considerablemente menos entusiasta, mi mejor amiga y pronta ser ‘ex compañera de cuarto’, Mallory, lanzó un gruñido y ejecutó otra patada. El gruñido era un peculiar acompañamiento para el balanceo de cabello azul y la cara de belleza clásica, pero ella estaba lo suficientemente irritada como para sacarla adelante. “Recuérdame por qué me arrastraste a esto?”
Nuestra instructora, una rubia pechugona con brillantes uñas rosas y afiladísimas mejillas, aplaudió con sus manos. Sus pechos se bambolearon al compás. Era imposible quitar la vista.
“Con más intensidad señoras! Queremos cada par de ojos en el club sobre nuestros cuerpos! Vamos, a trabajarlo!”
Mallory le echaba dagas por los ojos a la instructora que nombramos como ‘Barbie Aeróbicos’. Mal enrolló los puños y dio un amenazante paso hacia delante, pero enrosqué un brazo alrededor de su cintura antes que pudiera darle una paliza a puñetazos a la mujer que le pagábamos para que nos hiciera entrar en los delgados jeans.
“Calma el fuego” le advertí, usando un poco de mi fuerza vampira de dos meses de antigüedad para mantenerla en el lugar a pesar de los puñetazos voladores. Mallory refunfuñó, pero finalmente paró de luchar.
Punto para la vampiro novata, pensé.
“Que tal algo de golpiza civilizada?” preguntó, soplando un mechón de cabello azul de su frente.
Negué con mi cabeza, pero la dejé ir. “Darle una paliza a la profesora va a traerte más atención de la que necesitas, Mal. Recuerda lo que Catcher dijo.”
Catcher era el rudo novio de Mallory. Y mientras mi comentario no merecía un gruñido, obtuve un fiero gruñido con ojos entornados. Catcher amaba a Mallory y Mallory amaba a Catcher. Pero eso no significaba que él le gustara todo el tiempo, especialmente desde que ella estaba lidiando con una perfecta tormenta sobrenatural centrada sobre nuestra Chicago. En el lapso de una semana, he sido involuntariamente convertida en vampiro, y comprendimos que Mallory era una hechicera aún en desarrollo. Algo así como, poderes mágicos y gatos negros y las Llaves superiores e inferiores, las divisiones de la magia.
Así que, seeh. Mis primeras semanas como vampiro habían sido extraordinariamente atareadas. Como en “Young and the Restless”, pero con ligeramente mayor cantidad de gente muerta.
Mal estaba aún acostumbrándose a la idea de que poseía su propio drama paranormal, y Catcher, ya en problemas con la Orden (la unión gubernamental de hechiceros), le estaba siguiendo el rastro bastante de cerca sobre sus demostraciones mágicas. De modo que Mallory estaba sobrenaturalmente frustrada.
Demonios, éramos dos sobrenaturalmente frustradas, y Mallory no tenía colmillos ni a un pretencioso Maestro con el que tratar.
Así que, dado ese desafortunado estado de los asuntos, por qué estábamos dejando a ‘Barbie Aeróbicos’ que nos castigara a usar ‘manos de jazz’?
En pocas palabras, éste se suponía fuera tiempo de calidad, tiempo de acercamiento, para Mallory y para mí.
Porque me estaba mudando.
“Bien,” la Barbie continuó, “agreguemos esa combinación que aprendimos la semana pasada. Uno, dos, y tres y cuatro, y cinco, seis, siete y ocho.” La música alcanzó un palpitante crescendo al tiempo que ella giraba sobre su eje y embestía con el bajo y pesado ritmo. La seguimos lo mejor que pudimos, Mallory teniendo un poquito más de dificultad de no pisar sobre su mismo pie. Mis años de clases de ballet – y la velocidad de pies que el vampirismo me había otorgado – estaban verdaderamente sirviéndome bastante, no obstante la humillación de una vampira de veintiocho años haciendo manecitas de jazz.
Dejando a un lado el entusiasmo de la Barbie, el hecho de que estuviéramos haciendo manos de jazz en una clase de baile de hip-hop no decía mucho acerca de sus credenciales. Pero la clase era aún una mejora por sobre mi entrenamiento habitual. Mis sesiones de ejercicios eran usualmente intensas, porque sólo unos meses atrás, había sido nombrada Centinela de mi Casa.
Para acortar un poco la historia, los vampiros Americanos estaban divididos en Casas. Chicago tenía tres, y yo había sido iniciada en la segunda más antigua de ellas- Cadogan. Para sorpresa de muchos dados mis antecedentes (piensen en la universidad y literatura romántica medieval) había sido nombrada Centinela. Aunque aún estaba aprendiendo el oficio, ser Centinela significaba que yo debiera actuar como una clase de vampira guardiana. Resultó ser que mientras yo era una humana bastante nerd, era una vampiro considerablemente fuerte. Ser Centinela también significa entrenar, y mientras los vampiros americanos han negociado en terciopelo negro y encaje por Armani y iPhones, eran bastante de la vieja escuela en lo referente a un montón de cosas – feudales en una gran cantidad de cuestiones – incluyendo las armas. Junten todo eso, y resulta que pasé a aprender a cómo empuñar la antigua katana que me había sido dada para defender a Cadogan y sus vampiros.
Casualmente, Catcher era un experto en la Segunda de las Cuatro Llaves – las armas – de modo que él había sido el encargado de prepararme para un combate vampiro. Como vampiro novata, tener a Catcher como compañero de contienda no era exactamente grandioso para la confianza.
La Barbie Aeróbicos se lanzó así misma en un frenesí de hip-hop, llevando a la clase a un final con una combinación múltiple de pasos que terminó con muchos de nosotros mirando desfachatadamente a los espejos que surcaban el estudio de baile. Sesión concluida, ella aplaudió e hizo algunos anuncios acerca de las futuras clases a las que Mallory y yo seríamos arrastradas, pateando y gritando, para asistir.
“Nunca más, Merit,” dijo, caminando hacia la esquina de la habitación donde había depositado su bolso y una botella de agua antes de que la clase iniciara. No podría haber estado más de acuerdo con ella. Pese a que amaba bailar, los movimientos de cadera bajo las instrucciones de la chispeante y rebotadora de senos, Barbie, involucraban demasiado poco baile real y excesivo escote. Necesitaba respetar a mi maestro de baile. Respeto no era exactamente la clase de emoción que la Barbie inspiraba.
Nos sentamos sobre el piso para prepararnos para nuestro regreso al mundo real.
“Así que, Sra. vampiro,” ella me preguntó, “estás nerviosa por mudarte a la Casa?”
Eché un vistazo alrededor, no muy segura de cuánta charla debería estar haciendo acerca de cuestiones vampiras. Los Vampiros de Chicago habían anunciado su existencia a Chicago raudamente diez meses atrás, y como podrán adivinar, los humanos no estaban inicialmente emocionados de saber que existíamos. Revueltas. Pánico. Investigaciones del Congreso. Y entonces, las tres Casas de Chicago se vieron envueltas en la investigación de dos asesinatos – asesinatos supuestamente perpetuados por vampiros de Cadogan y Grey, las más recientes Casas de Chicago. Los Maestros de esas Casas, Ethan Sullivan y Scott Grey, temían la atención.
Pero el Maestro de la tercer Casa (esa era Navarro) estaba en connivencia, era manipuladora y la que en realidad había planeado tales asesinatos. Ella era así mismo hermosa como para caerse muerto, sin intención de hacer juego de palabras. Ella bien podría haber saltado de una editorial difundida por Vogue. Cabello oscuro y ojos azules (igual que yo), pero con una arrogancia que ponía a celebridades y líderes culturales en vergüenza.
Los humanos estaban encantados, fascinados por Celina Desaulniers.
Su belleza, su estilo y su habilidad de psíquicamente manipular a aquellos a su alrededor era una combinación irresistible. Los humanos querían saber más acerca de ella, ver más, escuchar más, de Celina.
Que ella haya sido responsable por las muertes de dos seres humanos – asesinatos que ella planeó y confesó – no habían minimizado su fascinación. Ni el hecho de que haya sido capturada (por Ethan y yo, por cierto) y extraditada a Londres para encarcelarla por el Presidio de Greenwich, el concejo que gobernaba a los vampiros de la Europa Occidental y Norteamérica. Y en su lugar, el resto de nosotros – la mayoría exonerada que no la había ayudado a cometer esos atroces crímenes – se habían vuelto mucho más interesantes. Celina obtuvo lo que deseaba – ella pudo jugar a la pequeña mala martirizada – y nosotros obtuvimos un presente adelantado de Navidad: dimos un paso en el vacío de su celebridad.
Camisetas, gorros y colgantes de Grey y Cadogan (y para los más mórbidos, de Navarro) estaban disponibles para la venta en comercios alrededor de Chicago. Había sitios oficiales de fanáticos de las Casas, ‘yo © a Cadogan’ pegatinas, y nuevas actualizaciones de los vampiros de la ciudad.
Aún así, notorios o no, traté de no difundir demasiados detalles acerca de las Casas por la ciudad. Como Centinela, después de todo, era parte del cuerpo de seguridad de la Casa. Así que eché un vistazo al gimnasio y me aseguré que estuviésemos solas, que entrometidos oídos humanos no estaban escabulléndose y escuchando.
“Si te estás debatiendo en cuánto puedes decir,” Mallory dijo, despapando la tapita de su botella de agua, “envío un pulso mágico para que nadie de nuestros pequeños amigos humanos puedan oír esta conversación.”
“En serio?” giré mi cabeza para observarla tan rápido que mi cuello tronó, la punzada de dolor cerrando mis ojos.
Ella bufó. “Seguro. Como si él me dejara usar M-A-G-I-A alrededor de la gente,” masculló, luego tomó un gran sorbo de su agua.
Ignoré la alusión a Catcher – nosotros nunca habíamos tenido una conversación decente si me tomara el tiempo de reaccionar a todas ellas – y contesté la pregunta acerca de la Gran Movida.
“Estoy un tanto nerviosa. Ethan y yo, tú sabes, tendemos a tirar de los nervios del otro mutuamente.”
Mallory tragó su agua, luego secó su frente con el reverso de su mano. “Oh, como sea. Ustedes dos son ‘mejores amigos de por vida’.”
“Sólo porque nos la hayamos ingeniado para jugar al Maestro y al Centinela por dos semanas sin desgarrarnos las gargantas mutuamente no significa que seamos ‘mejores amigos’.”
De hecho, había tenido contacto mínimo con el Maestro de Cadogan – y el vampiro que me había creado – durante esas dos últimas semanas, por elección. Mantuve mi cabeza a gacha y mis colmillos guardados mientras observaba y aprendía cómo las cosas funcionaban en la Casa. La verdad era que había tenido problemas con Ethan al comienzo – había sido convertida en un vampiro sin mi consentimiento, mi vida humana despojada porque Celina había planeado que yo fuera su segunda víctima. Sus subordinados no tuvieron éxito al intentar matarme, pero él había tenido éxito en cambiarme – en virtud de salvar mi vida.
Francamente, la transición apestaba. La adaptación de estudiante universitaria a guardia vampiro era, por decir al menos, incómoda. Como resultado, lancé un montón de palabrotadas en la dirección de Ethan. Eventualmente tomé la decisión de aceptar mi nueva vida como miembro de la comunidad colmilluda de Chicago. Y aunque todavía no estaba segura de haberme conciliado con el hecho de ser un vampiro, lo estaba intentando.
Ethan, sin embargo, era más complicado. Nosotros compartíamos una clase de conexión, algún tipo de intensa química, e irritación mutua el uno para con el otro. Él actuaba como si yo fuera inferior a él; yo, generalmente pensaba que él era pretencioso palillo en el trasero. Ese “generalmente” debiera darles la idea de mis sentimientos conflictivos – Ethan estaba para caerse muerta de lo lindo y era un besador de primera categoría. Mientras yo no me había reconciliado completamente con mis sentimientos hacia él, no pensaba que lo siguiera odiando.
La evasión ayudaba a estabilizar las emociones. Considerablemente.
“No,” Mallory concordó, “pero el hecho de que la habitación eleve como en diez grados su temperatura cada vez que ustedes están cerca, significa algo.”
“Cállate,” dije, extendiendo mis piernas y descendiendo mi nariz hacia mis rodillas para estirarme. “No estoy admitiendo nada.”
“No tienes que hacerlo. He visto tus ojos platearse sólo de estar alrededor suyo. Ahí está tu admisión.”
“No necesariamente,” dije, poniendo un pie por delante de mí e inclinándome en otro estiramiento. Los ojos de los vampiros viraban al plateado cuando experimentaban emociones fuertes – hambre, ira, o en mi caso, proximidad al pastelito blondo de Ethan Sullivan. “Pero admitiré que él es algo ofensivamente delicioso.”
“Como la sal y el vinagre en las papitas fritas.”
“Exacto,” dije, luego me senté nuevamente. “Aquí estoy, una tensa vampira que le debe su lealtad a un señor Liege que no soporta. Y como resultó ser, tú eres una clase de hechicera latente que puede hacer que las cosas sucedan sólo con desearlas. Somos los anómalos extremos de la libertad de voluntad – yo no tengo ninguna, y tú tienes demasiada.”
Ella me miró, luego pestañó, y puso su mano sobre el corazón. “Tú Mer, y estoy diciendo esto con amor, eres realmente una nerd.” Se paró y puso la correa de su cartera sobre un hombro. Seguí el ejemplo, y caminamos hacia la puerta.
“Sabes,” dijo, “Ethan y tú deberían conseguirse esos colgantes donde la mitad del corazón dice ‘mejores’ y la otra mitad ‘amigos’ ? los podrían llevar como símbolo de su eterna devoción al otro.”
Le tiré mi sudada toalla. Hizo un sonido de asco x debajo, luego la tiró fuera, sus facciones virando a una expresión de extremo horror afeminado. “Eres tan inmadura.”
“Cabello azul. Eso es todo lo que digo.”
“Muérdeme, chica muerta.”
Le mostré los colmillos y le sonreí en forma malévola. “No me tientes, bruja.”
# # #
Una hora más tarde, me duché y estaba nuevamente en el uniforme de la Casa Cadogan – una entallada chaqueta de traje, camisa negra, y ajustados pantalones negros – y estaba en mi próxima a ex habitación de Wicker Park, metiendo ropa en un bolso de lona. Un vaso de sangre proveniente de una de las bolsas medicinales emplazadas en nuestra cocina, se hallaba en la mesita de noche a mi lado – mi aperitivo posterior a una sesión de ejercicios. Mallory se quedó de pie en el marco de la puerta detrás mío, con su cabellera azul enmarcando su rostro, el resto de su cuerpo cubierto por boxers y una enorme remera, seguramente de Catcher, que decía ‘ Una Llave a la Vez’.
“No tienes que hacer esto,” dijo. “no tienes que irte.”
Negué con mi cabeza. “Tengo que hacer esto. Necesito hacerlo para ser una Centinela. Y ustedes dos necesitan espacio.” Para ser precisos, Catcher y Mallory necesitaban habitaciones. Cientos de ellas. Frecuentemente, con mucho sonido, y usualmente desnudos, aunque ése no era un requisito. No se habían conocido hace mucho y estaban perdidos el uno por el otro en cuestión de días. Pero lo que carecían de tiempo lo habían compensado con inmitigable y expuesto entusiasmo. Como los conejos. Como sobrenaturales conejos, ridículamente enérgicos, y completamente inconscientes.
Mallory agarró una segunda bolsa vacía de la silla contigua a la puerta de mi habitación, la dejó caer sobre la cama y agarró tres pares de preciados zapatos – Pumas Mihara (zapatillas que adoraba, por mucho que le pesara a Ethan), chatitas rojas tipo balerinas, y un par de Mary Janes que ella me había dado – de mi clóset. Los elevó para mi aprobación, y ante mi asentimiento, los metió dentro. Dos pares más le siguieron antes de que ella se sentara sobre la cama junto al bolso y cruzara sus piernas, un pie bamboleándose impacientemente.
“No puedo creer que me dejes aquí sola con él. Qué voy a hacer sin tí?”
Le di una mirada fija.
Rodó sus ojos. “Sólo nos agarraste aquella única vez.”
“Sólo los agarré en la cocina aquella única vez, Mallory. Yo como allí. Bebo allí. Podría haber vivido satisfecha, eternamente feliz sin alguna vez haberme topado con una visual del trasero desnudo de Catcher sobre el piso de la cocina.” Fingí un dramático escalofrío. Lo fingí, porque el muchacho era precioso - hombros amplios, perfectamente musculoso, cabeza rapada, de de ojos verdes, tatuado, un ‘chico malo’ mago que había puesto a mi compañera de la cabeza (y sobre su espalda, como resultó ser).
“No que no sea un precioso trasero,” dijo.
Doblé un par de pantalones y los puse en mi bolso. “Es un grandioso trasero, y estoy muy feliz por ti. Es sólo que no necesito verlo desnudo nuevamente. Jamás. De verdad.”
Echó unas risitas. “ Incluso si salieran?”
“Incluso entonces.” Mi estómago rugió del hambre. Le eché una mirada a Mallory, luego elevé una ceja en dirección al vaso sobre mi mesita de luz. Ella rodó sus ojos, luego sacudió su mano en su dirección.
“Bebe, bebe,” dijo. “finge que soy una fan de Buffy con una retorcida atracción hacia lo paranormal.”
Me las ingenié para hacer ambas cosas al mismo tiempo: tomar el vaso y darle una mirada irónica. “Eso es exactamente lo que eres.”
“No dije que tuvieras que pretender mucho,” señaló.
Sonreí, luego tragué de mi vaso, la ligeramente recalentada sangre a microondas, la cual había condimentado con Tabasco y jugo de tomate. Me refiero, aún se trataba de sangre, con el extraño toque ferroso y ligeramente plástico gusto de trasfondo, pero los extras lo levantaban. Lamí una errante gota sobre mi labio superior, y a continuación retorné el vaso a la mesa de noche.
Vacío.
Huh. Debía haber estado más hambrienta de lo que creía. Culpo a Barbie Aeróbicos. En orden de asegurarme que tuviera futuros aperitivos (pensando que una reserva de comida real incrementaría las probabilidades que mis colmillos y el cuello de Ethan permanezcan separados), metí una docena de barras de granola en mi bolso.
“Y hablando de Catcher,” comencé, dado que había calmado parte de mi hambre, “dónde está el ‘Sr. Romance’ esta noche?”
“Trabajo,” dijo, “tu abuelo es casi el hacedor de trabajo.”
Había mencionado que Catcher trabajaba para mi abuelo? Durante esa gran semana cuando todo el drama sobrenatural cayó, también descubrí que mi abuelo, Chuck Merit, el hombre que prácticamente me crió, no estaba retirado de su servicio con el Departamento de Policía de Chicago como nos habían hecho creer. En cambio, cuatro años atrás, le habían pedido ser el Defensor del Pueblo, un enlace entre la administración de la ciudad – liderada por el oscuramente atractivo Alcalde Seth Tate – y la población sobrenatural de la ciudad. Sobrenaturales de toda clase – vampiros, hechiceros, cambiaformas, ninfas acuáticas, hadas y demonios – todas dependían de mi abuelo para ayuda. Bien, de él y su trío de asistentes, incluyendo entre ellos, a Catcher Bell. Había visitado la oficina del Lado Sur de mi abuelo poco después de que me convirtiera en vampiro; conocí a Catcher, luego Mallory conoció a Catcher, y el resto es historia desnuda.
Mallory permaneció en silencio por un momento, y cuando elevé mi cabeza para mirarla, la encontré quitando una lágrima de su mejilla. “Sabes que te voy a extrañar, verdad?”
“Por favor. Extrañarás el hecho de que pueda afrontar el pago de una renta ahora. Te estabas acostumbrando a gastar el dinero de Ethan.” El sueldo de Cadogan era uno de los beneficios de haber sido convertida en vampiro.
“El dinero sangriento, tal y como estaba, era un plus. Era lindo no ser la única esclavizándome por los hombres.” Dada su vidriada oficina sobre la vistosa Avenida Michigan, ella estaba realmente exagerando. Mientras yo había estado en la universidad leyendo libros medievales, Mallory había estado trabajando como una ejecutiva. Sólo recientemente descubrimos que su trabajo había sido su primer éxito como hechicera adolescente: ella en realidad lo había forzado por voluntad, lo cual no ayudaba a su ego como podría haberlo sido ser contratada por su creatividad o habilidades. Se estaba tomando un descanso de su trabajo ahora, usando de tiempo las semanas guardadas de vacaciones para descubrir cómo iba a lidiar con su recientemente descubierta magia.
Agregué algunas revistas y bolígrafos al menjunje. “Piénsalo de esta forma – no mas bolsas de sangre en el refrigerador, y tendrás a un tipo sexy y musculoso con el cual acurrucarte en la noche. Un trato mucho mejor para ti.”
“Él sigue siendo un maldito narcisista.”
“Por el cual estás loca,” señalé mientras revisaba mi estantería. Tomé un par de libros de referencia, un desgastado libro de cubiertas de cuero, un cuento de hadas que conservaba desde la infancia, y el más importante, la reciente incorporación a mi colección, el Canon de las Casas de Norteamérica, Referencia de Escritorio. Me había sido dado por Helen, el Enlace de Cadogan con la tarea de escoltarme a mi casa luego del cambio, y me fue la lectura requerida para ‘vampiros recientes’. Leí un montón de los cinco centímetros de sólido texto, y desestimé un buen trozo del resto. El señalador estaba metido en alguna parte del Capítulo Ocho: Yendo toda la Noche (el título del capítulo había sido aparentemente dibujado por un niño de siete años).
“Y él es tú maldito narcisista,” le recordé.
“Viva, yo!” secamente respondió, girando un dedo en el aire como en una fiesta.
“Ustedes dos van a estar bien. Estoy segura que te las podrás ingeniar para mantenerse entretenidos,” dije, tomando la figura de cabeza móvil de Ryne Sandberg de la estantería y colocándola cuidadosamente en mi bolso. Aunque mi nueva alergia al sol evite que disfrute de días soleados en el Campo Wrigley, incluso el vampirismo no podía mermar mi amor por los Cachorros. Revisé mi cuarto, pensando acerca de todas las cosas – relacionadas o no a los Cachorros – que estaría dejando fuera. No iba a llevar todo conmigo a Cadogan, en parte, por la preocupación de que termine estrangulando a Ethan y sea desterrada de la Casa, y en parte porque dejar algo de mis cosas aquí significaba que aún tenía una casa, un lugar donde caer si vivir entre vampiros – vivir cerca de Ethan – se tornaba mucha carga. Además, no es como si su nueva compañera de cuarto vaya a necesitar el espacio; Catcher ya tenía una pila de sus cosas de hombres en la habitación de Mal.
Corrí el cierre de los bolsos y, manos sobre mis caderas, miré a Mallory. “Creo que estoy lista.”
Me ofreció una sonrisa de aliento, y me las ingenié para evitar que las lágrimas que bordeaban mis pestañas se derramen. Silenciosamente, se paró y envolvió sus brazos alrededor mío. La abracé yo también – a mi mejor amiga, a mi hermana.
“Te quiero, sabes,” dijo.
“Yo también te quiero.”
Me soltó, y las dos nos barrimos las lágrimas. “Me llamarás, cierto? Para hacerme saber que estás bien?”
“Por supuesto que lo haré. Y sólo me mudo al otro lado de la ciudad. No es como si me fuera a Miami.” Levanté una de las bolsas sobre mi hombro. “Sabes, siempre pensé que si me mudaba sería porque había conseguido un súper trabajo como docente en algún pequeño pueblo donde todos son súper inteligentes y peculiares.”
“Eureka?” preguntó.
“O Stars Hollow.”
Mallory hizo un sonido de acuerdo y tomó la segunda bolsa. “Asumí que te irías luego de ser embarazada por un veinteañero de clase avanzada y que los dos huirían a Bora Bora para criar a su bebé en las islas.”
Me detuve a mitad de camino de la puerta y le eché una mirada. “Eso es bastante específico, Mal.”
“Estudias mucho,” dijo, pasándome y dirigiéndose hacia el pasillo. “Y yo tenía tiempo.”
La escuché trotar escaleras abajo, pero me pausé en la puerta del dormitorio que había sido mío desde que había retornado a Chicago hacía tres años. Le dí una última mirada al viejo amoblado, el desgastado acolchado, el tapizado rosa, y apa

Traducido por nuestra queridisima Cloe!! Muchas gracias por todo!! :D:D

Publicar un comentario

  © Diseño LuxLune by JenV 2010

Back to TOP