Friday Night Bites / Capítulo 8

CAPÍTULO OCHO

PAPA NO SERMONEES

La finca de los Breckenridge, anidada en las afueras de Illinois, era un enorme, sería en Francés, château (castillo), inspirado en el Biltomore de Vanderbilt, después de que uno de los antepasados de los Breckenridge, hinchado por los beneficios, hiciera un viaje fortuito a la villa Ashe, Carolina del Norte. Aunque la finca de los Breck casi ni rivalizaba con el tamaño de la casa de George Vanderbilt, la mansión de pálida piedra era un homenaje asimétrico macizo, completada con agujas puntiagudas, chimeneas, y altas ventanas punteando el abruptamente inclinado techo.
Ethan bajó la velocidad del Mercedes mientras conducía por el camino a través del parque-extendido hasta el césped de frente a la puerta principal, donde un valet con guantes blancos le señalaba que se detuviera.
Cuando un sirviente abrió la puerta, cuidadosamente salí fuera, la hoja y el estuche un peso en mi muslo no familiar. Mientras el Mercedes-mi vehículo de fuga- se alejaba, estiré mi cuello para mirar hacia la casa. Habían pasado seis o siete años desde que había estado aquí. Mi estómago se anudó, una combinación de nervios por el pensamiento de volver a entrar a una vida de la que había escapado a la primera oportunidad y por lo posibilidad de una confrontación con mi padre.
El césped crujía mientras Ethan se paraba a mi lado. Nos dirigimos (cortado)
“Necesitamos una invitación,” me recordó tranquilamente.
Lo había olvidado. A diferencia de las cosas sobre crucifijos y fotografías, este mito vampírico era actualmente cierto-no podíamos entrar a un hogar sin una invitación. Pero este mito no era sobre magia o maldad. Era, como lo eran muchos otros temas vampíricos, sobre reglas y regulaciones. Sobre el paradigma vampiro.
Esperamos un minuto más o menos, lo suficiente para que la Sra. Breck terminara de sacudir manos y charlar con la pareja que había llegado justo antes que nosotros. Cuando se alejaron, ella levantó la vista. Vi un parpadeo de reconocimiento al darse cuenta de que éramos nosotros esperando fuera. Su rostro se iluminó, y esperé que fuera porque estaba encantada de verme oscureciendo su umbral nuevamente.
Caminó hacia nosotros tan elegante y esbelta como la Princesa Grace, toda femenina a pesar de haber criado a un puñado de chicos alborotadores. Julia Breckenridge era una mujer hermosa, alta y elegante en una simple funda (se refiere al vestido) de color champagne, cabello rubio en un ordenado moño en su nuca.
Ethan se inclinó un poco. “Madam. Ethan Sullivan, Maestro, Casa Cadogan. Mi acompañante y guardia, Merit, Centinela, Casa Cadogan. Sobre su invitación”- sacudió la invitación que le había dado a Luc de su bolsillo y la sostuvo entre dos lagos dedos ante ella, su prueba de nuestra legitimidad-“buscamos admisión a su casa.”
Ella extendió su mano, y cuidadosamente, elegantemente, Ethan la levantó, sus ojos en los de ellas mientras presionaba sus labios en su mano. La Sra. Breck, quien probablemente cenaba con cabezas de estados y estrellas de películas, se sonrojó, luego le sonrió a Ethan cuando soltó su mano.
“En esta noche,” ella dijo, “usted y su acompañante pueden entrar en nuestra casa con nuestra bendición.”
Su respuesta fue interesante, su invitación formal y específica (cortado)
“Hice que mi gente investigara acerca del protocolo apropiado,” La Sra. Breck dijo, moviéndose a un lado para permitirnos entrar. Cuando estuvimos justo dentro del vestíbulo, ella me alcanzó y acunó mi cara en sus manos, la esencia de cálido jazmín elevándose de sus muñecas. “Merit, cariño, luces hermosa. Estoy tan contenta de que pudieras unirte a nosotros esta noche.”
“Gracias. Es agradable verla nuevamente, Sra. Breckenridge.”
Puso un beso en mi mejilla derecha, luego se volteó a Ethan, un brillo de apreciación femenina en sus ojos. Podía compadecerla. Él lucía, en su modo irritante, bueno suficiente para morder.
“Tu debes ser el Sr. Sullivan.”
Sonrió lentamente y rapaz. “Ethan, por favor, Sra. Breckenridge.”
“Ethan, entonces. Y tu llámame Julia.” Miró a Ethan por unos pocos segundos, un tipo de vaga expresión de placer en su rostro, hasta que un bajo, hombre calvo con gafas redondas se nos aproximó y la pinchó con su portapapeles en el codo.
“Invitados, Julia. Invitados.”
La Sra. Breck-no la había llamado Julia cuando estaba corriendo por sus pasillos cuando era niña, y no iba a empezar ahora-sacudió su cabeza como para aclararla, luego asintió al hombre a su codo.
“Lo siento, pero tendré que excusarme. Fue encantador conocerte, Ethan, y es encantador verte nuevamente, Merit. Por favor, disfruten la fiesta.” Indicó el camino hacia el salón de baile y luego regresó hasta la puerta para saludar a un nuevo grupo de invitados.
Adiviné que la expresión vacía de su cara había sido un trabajo de Ethan. “Ah,” Susurré mientras caminábamos lejos, “pero él puede encantar a los humanos sin utilizar el glamour?”
“Celosa?”
“No en tu vida.”
Estábamos justo fuera del salón de baile cuando se detuvo y me miró. “Es una tradición.”
Me detuve, también, frunciendo el ceño mientras trataba de figurar el contexto. “Usar glamour en el anfitrión en una tradición? Eso explica porque los vampiros estuvieron tanto tiempo escondidos.”
“La espada. Tu espada. La daga que te dí. Malik investigó el Canon. Es una tradición que el Maestro regale una daga a la Centinela de su Casa.”
“Oh,” dije, dedos presionando el lugar donde mi vestido yacía justo sobre el cuchillo. “Bueno. Gracias.”
Asintió rápidamente, luego ajustó su corbata, todo vigor y sofisticada confianza. “Un pequeño consejo?”
Solté una respiración y alisé mi falda. “Qué?”
“Recuerda, quién y qué eres.”
Eso me hizo reír. Realmente no tenía idea en el pozo al que estaba a punto de caminar.
“Qué?” Preguntó, dirigiéndome una mirada de reojo.
“Colmillos o no, somos todavía forasteros.” Mecí mi cabeza hacia las puertas del salón de baile.
“Ellos son tiburones, esperando para rodearnos. Allí es como Gossip Girl. Que vengo del dinero, y que somos vampiros, no nos garantiza una entrada.”
Pero como si fuera una señal, dos porteros en esmoquin abrieron las puertas para nosotros. Literalmente, nos habían dado acceso. Simbólicamente, ellos nos habían dado acceso. Pero el juicio todavía no había comenzado.
Tomé aliento y adopté mi mejor sonrisa a -derecho-Merit reconocimiento, luego levanté la vista hacia mi acompañante.
Él, de pelo dorado y ojos verdes estudió la resplandeciente fiesta ante nosotros. “Entonces, Merit, Centinela de mi Casa, les mostraremos a ellos quienes somos nosotros.”
Su mano en mi espalda, una sensación de calor resbalándose por mi espalda, caminamos dentro.

* * *

El salón de baile estaba bañado con la luz de candelabros de cristal. Debajo de ellos, en el resplandor estaban de pie personas que recordaba. Las matronas de la sociedad. Las dos familias de doctores. Las amargas esposas. Los encantadores, infieles, esposos. Los niños quienes eran adulados únicamente por haber sido engendrados en la riqueza.
Técnicamente, suponía que el último grupo me incluía a mí.
Encontramos un lugar en una punta del salón e hicimos campamento. Ahí fue cuando comencé la educación de Ethan. Señalé algunas familias antiguas de Chicago adineradas-los O’Briens, los Porters, y los Johnsons, quienes habían hecho su dinero con transacciones de mercancías, pianos y carne, respectivamente. El salón estaba también rociado con el nuevo dinero-celebridades, músicos, magnantes quienes habían hecho sus casas en la Ciudad del Viento, miembros de la Cámara de Comercio, y presidentes de equipos de deportes.
Algunos invitados Ethan conocía, otros hacía preguntas sobre ellos-sus conexiones, sus vecindarios, la manera en la cual habían hecho sus fortunas. Para las familias que conocía, yo preguntaba sus relaciones con lo supernatural: Tenían ellos lazos con nuestras comunidades? Hijos o hijas en las Casas? Él estaba, no sorpresivamente, bien informado, dada su predilección por las conexiones y estrategias. Realmente, la entera conversación podría haber salido de una novela de Jane Austen, ambos punteando y evaluando las matriarcas y patriarcas de la elite social de Chicago.
Notoriamente ausente de la fiesta estaban el resto del clan Breckenridge-Nicholas y sus hermanos y Michael Breckenridge, Señor, quien era conocido en los círculos amigos como Papa Breck. No estoy diciendo que estaba emocionada con la idea de saltar a otro encuentro con Nick, pero si quería saber más sobre este negocio Nick/Jamie, necesitaría al menos estar en la misma habitación con él nuevamente. La cosa de no mostrarse iba a mandar al traste mi investigación.
Tampoco vi ni pellejo ni cabello de mi padre. No era que estuviera buscando demasiado fuerte.
Lo que si vi fue a un grupo de personas de mi edad, un grupo de veintialgos.
“Cómo piensas que habría sido?” le pregunté.
Ethan levantó dos delicadas copas de champagne de una bandeja de un mozo que pasaba y me entregó una a mí. “Qué cosa?”
Tomé el champagne, el cual era frío y flamante y sabía a manzana, luego hice un gesto a la multitud alrededor de nosotros. “A esto. Si me hubiera salteado la escuela en Nueva York o Stanford, quedado en Illinois, conocido a un chico y unido con mi madre de ayudante.”
“No serías un vampiro Cadogan,” dijo oscuramente.
“Y te hubieras perdido mi chispeante personalidad.” Hice contacto visual con otro mesero en esmoquin, este llevando comida, y le hice señas de que se acercara con un dedo plegado. Sabía del puñado de galas a las que le había echado una ojeada cuando era un niña que el dinero en los eventos de caridad tendían a ir a un lado extraño-líquido de esto y canapés de aquello. Pero mientras ellos escaseaban en lo hecho en casa más hacían en cantidad.
El mesero se nos aproximó, aguados ojos azules en el medio de una expresión aburrida, y extendió su bandeja y un puñado de servilletas de cóctel con una “B” grabada en ellas.
Repasé el arreglo de hors d’oeuvres (bocadillos), los cuales descansaban artísticamente en una cama de roca de sal. Una involucraba pequeños cubos pálidos de algo empapado en una taza de endibia. Otra formaba un cono de varias capas rosa. Pero para la endibia, no tenía pista de lo que eran. Levanté la vista hacia el mozo, cejas levantadas, buscando ayuda.
“Un napoleón de langostino, y mousse de langostino ,” dijo, asintiendo a las columnas rosa, “y atún ceviche en endibia.”
Ambas combinaciones raras de comida de mar, pensé, pero, eternamente valiente cuando se trataba de temas de gastronomía, tomé uno de cada uno.
“Tu y la comida,” Ethan murmuró, con lo que pensé que era diversión.
Mordí la endibia. Estaba un poquito extrañada por el tratamiento del ceviche, pero me estaba acomodando a un hambre del tamaño de vampiro que no era ni cerca tan tiquismiquis como lo era yo. Levanté mi mirada del aperitivo que comía, deteniéndome a medio mordisco cuando realicé que el grupo de veintialgos en la otra punta del salón me estaba mirando fijamente. Hablaban entre ellos y, con alguna decisión aparentemente hecha, una de ellos comenzó a caminar hacia nosotros.
Terminé mi mordida, luego masqué el napoleón de langostino, el cual era bueno pero un poco exótico para mi paladar arruinado por la comida chatarra. “Tiburones, dos en punto.”
Cejas levantadas, Ethan lanzó una mirada al lejano equipo, luego me sonrió, con dientes.
“Humanos, dos en punto,” corrigió. “Tiempo de hacer un poco de acting, Centinela.”
Tomé de mi champagne, borrando el gusto de marisco batido. “Es eso un reto, Sullivan?”
“Si así es como lo tomas, Centinela, entonces sí.”
La líder morocha del grupo, su pequeña figura metida en un vestido plateado de lentejuelas, se acercó, con su séquito mirando desde el otro lado del salón.
“Hola,” dijo educadamente. “Eres Merit, cierto?”
Asentí hacia ella.”
“No sé si me recuerdas, pero estábamos juntas en la misma clase de cotillón*. Soy Jennifer Mortimer.”
Fui a través de mis recuerdos y traté de colocar su cara. Me pareció vagamente familiar, pero había pasado la mayor parte de mi cotillón siendo humillada por el echo de que había sido atada y metida en un vestido blanco ondulante para ser desfilada como una vaca delante de los adinerados de Chicago. No había prestado mucha atención a las personas de a mi alrededor.
Pero fingí. “Es agradable verte otra vez, Jennifer.”
“Nick Breck fue tu acompañante, no es cierto? Quiero decir, en nuestro cotillón?”
Bueno, le había prestado atención a él, así que asentí, luego usé mi (cortado)
“Un placer,” Ethan dijo.
“Puedo...” ella medio sonrió, apartó la mirada incómodamente, luego giró un anillo en su mano derecha. “Puedo... hacerte una pregunta?”
“Seguro.”
“Noté antes... con los aperitivos...”
“Comemos comida,” Ethan contestó suavemente. Él se había dado cuenta de lo que quería saber antes que yo, lo que era gracioso, ya que esa fue una de las primeras preguntas que hice como nueva vampiro.
Jennifer se sonrojó, pero asintió. “Bien, seguro. Es solo, la cosa de la sangre, obviamente, no estábamos seguros sobre el resto, y, Dios, eso fue realmente grosero de mi parte?” Presionó una mano sobre su pecho, e hizo una mueca. “Soy completamente torpe?”
“No hay problema,” dije. “Mejor preguntar que asumir lo peor.”
Su rostro se iluminó. “Bien, bien, genial. Escucha, una cosa más.”
No estaba segura de lo que esperaba-otra pregunta, seguro, pero no su próximo movimiento. Deslizó una delgada tarjeta de negocios de su corpiño, y con sus dedos de manicura que de algún modo funcionaban bajo el peso de un gigantesco anillo de compromiso con un diamante marqués y me la entregó.
Esta vez cuando habló, su voz era toda completa confianza. “Sé que me estoy sobrepasando un poco, pero quería darte mi tarjeta. Creo que te podrías beneficiar de mi representación.”
“Perdona?” bajé la mirada a la tarjeta, la cual tenía escrito su nombre debajo de un título que decía:
REPRESENTANTE DE ARTES DE CHICAGO
Ella era una agente.
Casi dejo caer mi copa.
Jennifer le lanzó una mirada cauta a Ethan, y luego de vuelta a mí.
“Yo-uh-”
“No estoy segura de tu experiencia o de tus intereses-modelaje, actuación, ese tipo de cosas-pero estoy segura de que podremos encontrarte un hueco.”
“Ella te llamará,” Ethan dijo, y Jennifer, toda sonrisas y gracias, se alejó.
“Ya no me sorprende nada más.” Dijo.


*Cotillón: baile en el que las jóvenes son presentadas a la sociedad.
“Y yo.” Giré la tarjeta entre dos dedos, y se la mostré. “Qué demonios acaba de pasar?”
“Creo, Centinela, que estás siendo cortejada.” Rió suavemente, y disfruté del sonido de esa risa un poco más de lo que debería haberlo hecho. “Eso no tomó tanto como pensé que lo haría.”
“Estoy entretenido de que pensaras que era inevitable.”
“Sí, bueno.” Otro mozo se aproximó, y esta vez Ethan tomó un rollo de endibia de la bandeja. “Las cosas se han convertido decididamente menos predecibles desde que entraste en el staff. Creo que estoy comenzando a apreciar eso.”
“Tu apreciás tener la oportunidad de reforzar tus conexiones sociales.”
“Eso ayuda,” admitió, mordiendo su endibia. Masticó, entonces, su rostro se contorsionó por el disgusto, tomando de su champagne. Estaba agradecida de que no fuera la única.
Sin advertencia, mi principal conexión social, apareció repentinamente a mi lado y tocó mi codo.
“Usaremos la oficina de Michael.” Mi padre dijo a modo de saludo, luego caminó lejos, aparentemente confiando en que lo seguiríamos. Ethan y yo intercambiamos una mirada, luego lo hicimos.
Mi padre anduvo con paso arrogante por los pasillos de la propiedad Breck como si lo hubiera hecho un millón de veces antes, como si él fuera (cortado)
La oficina de Papa Breck estaba ubicada en una esquina de la parte de atrás del primer suelo. Estaba lleno de muebles, libros, globos, mapas enmarcados, y los restos de riqueza coleccionados por la familia Breck. Olía confortablemente familiar, a puros y papel antiguo y colonia. Era el respiro de Papa Breck del mundo, un santuario secreto que Nicholas y yo habíamos ocasionalmente atrevido a violar. Habíamos pasado algunos días lluviosos en la oficina, escondiéndonos entre las antigüedades, pretendiendo ser náufragos en un barco del siglo diecinueve y corriendo abajo a toda velocidad cuando oíamos a su padre aproximarse.
La puerta se cerró detrás de nosotros. Pestañeé para regresar de mi memoria.
Mi padre se volteó hacia nosotros, manos en sus bolsillos. Inclinó su cabeza hacia mí, luego miró a Ethan. “Sr. Sullivan.”
“Llámeme Ethan, por favor, Sr. Merit,” Ethan dijo. Ellos sacudieron sus manos, el hombre que me hizo, y el vampiro quien me hizo algo más. Eso pareció fundamentalmente equivocado. O tal vez incómodamente correcto.
“Leí sobre su Indemnización del Edificio Nacional,” Ethan dijo. “Felicitaciones. Eso es todo un logro.”
Mi padre ofreció un varonil movimiento de cabeza de reconocimiento, luego deslizó una mirada hacia mi. “Usted ha ganado apropiarse de Merit por propia cuenta.”
Casi me lanzó hacia delante para borrarle esa sonrisa engreída de la casa de mi padre, al menos hasta que recordé mi hermoso vestido de fiesta.
“Sí, bueno,” Ethan dijo, un rastro de sequedad en su voz. “El vampirismo tiene sus beneficios.”
Mi padre hizo un sonido de acuerdo, luego me observó por encima de sus gafas.
“Tu madre me informó de que querías, usando tus palabras, reconstruir algunas relaciones. Conocer a la gente correcta.” Usó el mismo tono que había adoptado cuando, como un (cortado)
“He reconsiderado tu pedido de ayudar a Robert.”
Pareció congelarse por un momento, como si estuviera totalmente shockeado por la oferta. Dada nuestra interacción la última vez que me lo pidió-no había hecho más que echarlo de la casa de Mallory-quizás si lo estaba.
“Qué, exactamente, tienes en mente respecto a eso?” finalmente preguntó.
Dejemos que la actuación comience, pensé y me preparé para dejar salir el guión que Ethan y yo habíamos preparado- detalles que podrían ser útiles como Robert tratando de construir conexiones entre la población sobrenatural de la ciudad. Unas pocas palabras sobre la población (la cual era, excepto por los vampiros, desconocida por los habitantes), las finanzas de las Casas, y nuestras conexiones con la administración de la ciudad-dejando fuera, por supuesto, el echo de que mi abuelo estaba jugando a ser el protector del pueblo de la ciudad. Sería suficiente, o eso esperaba Ethan, para hacerle creer a mi padre que le estábamos ofreciendo mordiscos de una manzana mucho más grande.
Pero antes de poder hablar, Ethan le entregó una entera Roja Deliciosa.
“Celina ha sido liberada por el Presidio.”
Volteé mi cabeza para mirarlo. Ese no era el plan.
No pensaba que podría activar la conexión mental entre nosotros-el lazo telepático que él había iniciado cuando había sido Comendada a la Casa-pero el sarcasmo estaba hirviendo dentro de mí, así que tuve que intentarlo. Ese es tu pequeño “mordisco”??
Si me escuchó, me ignoró.
Y el regalo de Ethan fue solo la primera sorpresa.
“Cuando?” mi padre preguntó, su tono tan insulso como si estuviéramos discutiendo sobre el clima.
Aparentemente, la liberación de una -vendría a ser- asesina serial-mujer que acordó tener a su hija muerta-no era más interesante que la temperatura máxima del día.
“Entre la semana,” Ethan contestó.
Mi padre hizo un movimiento con su mano, y Ethan lo siguió a un grupo de sillas, donde se sentaron. Yo los seguí, pero me quedé de pie detrás de Ethan.
“Por qué fue liberada?” Mi padre preguntó.
Ethan cubrió el terreno que habíamos discutido. Pero a diferencia de la sorpresa que yo había mostrado, mi padre reaccionó con asentimientos y sonidos de comprensión. Allí había una familiaridad con los sobrenaturales y con los funcionamientos de las Casas y con el GP (Presidio de Greenwich) que me sorprendió. No era tanto que tuviera información lo que me sorprendía-la Internet estaba completamente llena de echos vampíricos. Pero él también parecía entender las reglas, los jugadores, las conexiones.
La oficina del Ombud tenía un empleado secreto vampiro, una fuente de información sobre las Casas. Tal vez mi padre tuviera una, también. Después de que Ethan terminara su explicación, mi padre me miró. “Han ciertamente picado mi curiosidad,” dijo. “Pero por qué el cambio de actitud?”
Bien, así que había estado equivocada en asumir que si le ofrecíamos información que podría ayudar a Robert, mi padre no formularía preguntas.
Prosigue, Ethan dijo mentalmente, y repartí mis líneas.
“Me gustaría volverme más involucrada con las actividades sociales de la familia. Dada mi nueva posición en la Casa, y la posición de la familia, volverme más involucrada podría ser, digamos, mutuamente beneficioso.”
Mi padre se recostó, colocó un codo en el respaldo de su silla, y golpeó un nudillo doblado contra su barbilla. Difícilmente podría haber lucido más escéptico. “Por qué ahora?”
“Estoy en una posición diferente ahora,” le dije. “Tengo diferentes posibilidades. Diferentes habilidades.” Lancé una mirada hacia Ethan. “Diferentes conexiones. Soy lo suficientemente mayor para entender que el nombre Merit hace ciertas cosas más fáciles. Por (cortado)
Me miró, me evaluó en silencio, luego me dio un solo asentimiento.
“Asumo que por nuestros propósitos no me estás mintiendo. Pero eso no contesta mi pregunta.” Miró a Ethan. “Por qué ahora? Por qué esta noche?”
Ethan alisó la rodilla de sus pantalones con un movimiento de sus manos. El movimiento fue tan casual, casi descuidado, que sabía que era forzado. “Los Breckenridges pueden estar... entrometiéndose en nuestro mundo.”
“Entrometiéndose,” mi padre repitió. “En que sentido?”
Un momento de duda, y luego Ethan decidió-unilateralmente, debería agregar-en confiar en mi padre. “Estamos informados que Jamie Breckenridge planea publicar una historia muy perjudicial.”
“Perjudicial para los vampiros?”
Ethan sacudió su cabeza. Le estaba quitando importancia a la historia, dándole a mi padre semillas impasibles de información, sin ninguna pista del miedo o preocupación que me había mostrado antes.
“Y asumo que el contenido de la historia es muy... delicado para ser compartido aquí?”
“Entonces estarías en lo correcto,” Ethan dijo. “Yo asumo que no estás enterado de nada respecto a ese tema?”
“No lo estoy,” mi padre dijo. “Sin embargo, estoy asumiendo que no hay coincidencia en que hayan hecho del hogar de los Breckenridge su primer parada social?”
“Actualmente fue una coincidencia,” Ethan respondió. “Pero una fortuita.”
Mi padre arqueó una ceja dudosa.
“De hecho, supongo que han notado que Julia es la única Breckenridge en casa esta noche?”
“Pienso que eso es extraño,” Ethan dijo.
“También lo hicimos nosotros,” mi padre estuvo de acuerdo. “Y no entendemos visitantes en su casa.”
Su mirada fue acusatoria, y una no ganada. Tampoco la historia ni la ausencia de los Breckenridges tenía que ver conmigo. Bueno, nada que hubiera hecho a propósito, de todos modos. Pero él estaba deseoso, de asignar culpas.
Encantador, Ethan comentó telepáticamente.
Te lo dije, dije en respuesta.
Ethan se puso de pie. “Aprecio tu tiempo, Joshua. Confío en que la información que hemos compartido sea sostenida en confianza?”
“Si así lo prefieres,” dijo mi padre, sin molestarse en levantarse. “Confío en que serán prudentes con sus preguntas? Mientras que entiendo que estén preocupados, sea por lo que sea, esta gente-estas familias-son mis amigos. No serviría que el chisme viajara por una indebida difamación.”
Ethan se alejó de mi padre, y vi cruzar una mirada de irritación por su rostro, probablemente a la sugerencia de que sus aspersiones eran "indebidas. " No obstante, siempre un jugador tranquilo, resbaló sus manos en los bolsillos, y cuando volteó de nuevo, su expresión era una vez más apacible y sagaz. "Claro. "
“Me complace que nos entendamos,” mi padre dijo, luego chequeó su reloj. Esa era nuestra despedida, así que me dirigí hasta la puerta, Ethan detrás de mí.
“Recuerda,” mi padre dijo, y nosotros nos giramos. “Lo que sea que es, si cae en pedazos, cae en vos. En ustedes dos.”
Fue el golpe final. Caminamos dentro del pasillo, y lo dejé tener la última palabra.

En el camino de regreso al salón de baile, Ethan y yo nos detuvimos en la ventana del corredor que unía las partes privadas y públicas de la casa.
Miró fijamente fuera por la ventana, con sus manos en las caderas. “Tu padre...”
“Es un problema,” terminé. “Lo sé.”
“Él puede ayudarnos… o arruinarnos.”
Miré a mi lado, noté la línea de preocupación entre sus ojos, y ofrecí al vampiro de casi cuatrocientos años un pequeño consejo. “Y nunca olvides, Ethan, que la decisión la tomará él.”
Levantó la vista, cejas alzadas.
Me volteé y miré al oscuro, inclinado césped. “Nunca olvides que cualquiera que sea el favor que ofrezca, cualquier sugerencia que haga, está calculada. Tiene el dinero y el poder para ayudar o herir a mucha gente, pero sus razones son usualmente propias, usualmente son egoístas, y no son fáciles de desentrañar. Juega sus piezas tres o cuatro movimientos por delante, sin obvias consecuencias. Pero nunca dudes que lo hace.” Ethan suspiró, largo y demacrado. Una paloma arrulló en la distancia.
“Srta. Merit.”
Ambos nos volteamos para encontrar a una mujer en el pórtico de la puerta. Usaba un simple vestido negro, delantal blanco, y zapatos de suela gruesa en sus pies. Su cabello estaba en un aseado moño. Una ama de llaves tal vez.
“Sí?” Pregunté.
Extendió un pedazo de papel. “El Sr. Nicholas me pidió que le entregara esto.”
Levanté una ceja, pero caminé hasta donde estaba de pie y tomé el papel. Cuando ofrecí mis gracias, desapareció nuevamente por el pasillo.
“Sr. Nicholas?” Ethan preguntó cuando estuvimos solos Nuevamente.
Ignore la pregunta, y desdoblé la nota, la cual decía:

Encuéntrame en el castillo. Ahora.
-NB

“Qué dice?” Ethan preguntó.
Miré fuera de la ventana, luego hacia él mientras volvía a doblar la nota y la metía en mi bolso.

“Una oportunidades de hacer algunas conexiones por cuenta propia. Estaré de regreso,” agregué, y antes de que pudiera responder o expresar cualquiera de las dudas que provocaban esa línea entre sus ojos otra vez, caminé hasta el final del pasillo hasta la puerta del patio.

El patio fue construido en una cuidadosa forma de medialuna, la cual terminaba en un arco de escalones que bajaban hasta el césped. Me apoyé contra el pasamano de ladrillo y desaté las correas de mis zapatos, entonces los puse a ellos y a mi bolso sobre un escalón. La noche estaba gloriosamente templada, blancas linternas de papel colgando de florecientes árboles que punteaban el césped trasero.
Liberada de los tacos, me dirigí hacia el césped, los ladrillos fríos bajo mis pies, luego caminé por la gramilla. Estuve un momento de pie en silencio, ojos cerrados, deleitándome de la suave, fresca alfombra de verde.

La propiedad de los Breckenridge era enorme-cientos de hectáreas de tierra que había sido cuidadosamente peinada y manicureada para parecer solamente este lado salvaje-el descanso primaveral de los Breck de los días de trabajo del mundo. El césped llevó abajo a una madera que cubría los acres traseros de la propiedad, un sendero cuidadosamente trazado que pasaba a través de ellos.

Había pasado mucho tiempo en ese sendero como una niña, persiguiendo a Nicholas a través de los árboles espesos en días de verano y a través de las ramas escarchadas, hielo-ladeadas en las mañanas del noviembre frías. Yo dejé los vestidos y delantales para Charlotte-yo quería correr y ramas caídas y aire fresco, el mundo imaginario al aire libre de un niño con una imaginación expansiva y una vida de casa constrictiva.
Pero esta vez, cuando alcancé el estrecho, sucio camino, tuve que empujar los miembros de mi rostro. Era más alta de lo que había sido la última vez que lo había atravesado; entonces, había sido lo suficientemente baja para pasar a través de las ramas. Ahora crujían cuando me movía, hasta que llegué al claro.
Al laberinto.
El cerco era bajo, solo tres o cuatro pies de alto, una delicada y oxidada-reja que corría por yardas en ambas direcciones alrededor del laberinto de setos que Papa Breck había comisionado en los bosques traseros de su casa. La reja estaba entreabierta. Él ya estaba aquí, entonces.
El propio laberinto era simple, anillos de círculos concéntricos con finales muertos y pasadizos a lo largo de su extensión, un modelo que yo había memorizado hace muchos años. El tejido de boj (arbusto) había sido nuestro castillo, defendido por Nicholas y mí contra bandas de merodeadores-normalmente sus hermanos. Nosotros habíamos usado espadas del palo y cartón de escudos, los dos luchando hasta que sus hermanos se aburrieran y se retiraran a la comodidad de la casa principal. Éste había sido nuestro jardín confidencial, nuestro reino diminuto de hojas.
Me acerqué al centro interno resplandeciente de éste, mis pasos casi silenciosos en el camino de suciedad, la noche silenciosa excepto por el susurrar ocasional de árboles o el movimiento precipitado de la maleza alrededor de mí. Y todavía estaba silencioso cuando lo encontré en el medio.

Traducido por mi ♥

Anónimo –   – (20 de febrero de 2010, 18:02)  

wens m gustaria saber para cuand estaria es siguiente libro de friday night bites esty super impaciente se saber lo q ocurre con merit y ethan jsjss por fa contesten

Lucía  – (21 de febrero de 2010, 7:31)  

el 6 de julio sale a la venta, y despues se demora unos dias en conseguirlo para poder empezar a traducirlo. asi que falta bastante :(

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