Friday Night Bites / Capítulo 9

CAPÍTULO NUEVE

EL SECRETO JARDÍN DE LOS SECRETOS

“Me preguntaba cuanto tiempo te tomaría llegar hasta aquí,” Nicholas dijo, brazos cruzados sobre su pecho mientras me miraba. Dos lámparas resistentes al viento lanzaban un brillo dorado sobre su torso, el cual estaba precisamente cubierto con una remera de la Maratón de Chicago. Había sustituido el traje por la remera, y también cambió los pantalones de vestir por jeans.
Caminé hasta el centro del círculo y miré hacia él, mi sonrisa tenue. “Casi olvido que esto estaba aquí.”
Nicholas hizo un sonido sarcástico y movió sus hombros. “Lo dudo mucho, Merit, de que hayas olvidado nuestro castillo.”
Aunque una esquina de su boca se elevó cuando lo dijo, su expresión se enserió de nuevo lo suficientemente rápido. Escaneó mi vestido, luego deslizó su mirada a la mía. “Los vampiros parecer haber logrado lo que tu padre no pudo hacer.”
Lo miré fijamente por un segundo, insegura de si trataba de insultarme a mí, a mi padre, o a Ethan, aunque sentí que eran un disparo para los tres. Opté por ignorarlo, y caminé alrededor de él para trazar el perímetro del círculo que marcaba el centro interno del laberinto. Tenía probablemente quince pies de ancho, marcado por espacios frontales en (cortado)
“No esperaba encontrarte fuera de la Casa Cadogan,” admití.
“No esperaba encontrarte dentro de la Casa Cadogan. Los tiempos cambian.”
“Las personas cambian?” Le pregunté mirándolo por sobre mi hombro.
Su expresión se mantuvo igual. Inexpresiva, recatada.
Decidí comenzar con sutilezas. “Cómo has estado?”
“Estoy más interesado en como tú has estado. En la... cosa que te has convertido.”
Levanté las cejas. “La cosa?”
“El vampiro.” Casi escupió la palabra, como si el sonido en sus labios lo disgustara. Apartó la mirada, dirigiéndola hacia los bosques. “Las personas cambian, aparentemente.”
“Sí, lo hacen” estuve de acuerdo, pero me contuve de mantener mis pensamientos sobre su actual actitud para mi misma. “No sabía que estabas de regreso en Chicago.”
“Tenía negocios.”
“Estás de vuelta para quedarte?”
“Ya veremos.”
Una pregunta más importante: “Entonces estás trabajando? En Chicago, quiero decir?”
Su mirada cambió otra vez hacia mí, una oscura ceja arqueada. “No estoy segura de estar cómodo discutiendo mis panes contigo.”
Era mi turno de arquear una ceja. “Tú me pediste que te encontrara aquí fuera, Nick, no al revés. Si no te sentís cómodo discutiendo cosas conmigo, probablemente deberías haberme dejado quedarme en la casa.”
Me miró por un largo rato. Un intenso rato, esos ojos gris acero fijados en los míos, como si pudiera ver a través de mí para desentrañar mis intenciones. Tenía que contenerme para no cambiar mis pies en el silencio.
“Quiero saber por qué estás aquí,” dijo finalmente. “En la casa de mis padres. En la casa de mi familia.” Dada la desconfianza en su voz, supuse que no era una coincidencia de que Julia fuera la única Breckenridge en la fiesta.
Coloqué mis manos detrás de mi espalda, y lo miré. “Es tiempo de que recuerde las obligaciones de mi familia.”
Él respondió con una mirada seca. “Te he conocido por veinte años, Merit. Las obligaciones familiar no están alto en tu lista de prioridades, especialmente cuando esas obligaciones involucran asuntos de traje de etiqueta. Trata de nuevo.”
No sabía lo que se proponía, pero no iba a soltar todos mis secretos. “Dime por que estabas fuera de la Casa Cadogan.”
Levantó su mirada, su expresión un reto: Por qué debería contestar tus preguntas?
“Quid pro quo,” le dije. “Tu respondes las mías, y yo contestaré las tuyas.”
Humedeció su labio inferior mientras consideraba la oferta silenciosamente, luego me miró. “Estoy investigando,” dijo.
“Estás escribiendo una historia?”
“No dije que estuviera escribiendo una historia. Dije que estaba investigando.”
Bien, entonces estaba investigando, pero no con el fin de escribir una historia-sobre vampiros u otro tema. Entonces que estaba investigando? Y si tenía preguntas, por qué estaba buscando por respuestas en una montonera de reporteros fuera de la Casa, en vez de usar sus propias conexiones? Más importante, por qué Nick y por qué no Jamie?
Nick metió sus manos dentro de los bolsillos e inclinó su cabeza hacia mí. “Quid pro quo. Por qué estás aquí?”
Me tomé un segundo de consideración antes de decirle. “Estamos haciendo nuestra propia investigación.”
“De quién?”
“No es precisamente quien, sino que. Estamos tratando de mantener a nuestra gente segura.” No era la entera verdad, pero era verdad suficiente.
“De qué?”
Sacudí mi cabeza. Era tiempo de excavar un poco más profundo. “Quid pro quo. Mientras estamos discutiendo, los Brecks, qué ha estado haciendo la familia? Cómo está Jamie en estos días?”
La expresión de Nick cambió tan repentinamente que casi retrocedo un paso. Su mandíbula se tensó, sus narinas se hincharon, y sus manos se cerraron en puños. Por un segundo, pude haber jurado sentir un breve pulso de magia-pero después ya no estaba.
“Mantente. Alejada. De Jamie,” soltó.
Fruncí el ceño, tratando de adivinar de donde había venido la rabia. “Simplemente pregunté como estaba, Nick.” En realidad para descubrir si estaba tratando de sacrificarnos para ganar el apoyo de Papa Breck, pero Nick no necesitaba saber eso. “Por qué necesito mantenerme lejos de él? Qué piensas que voy a hacer?”
“Él es mi hermano, Merit. Historia familiar o no, historia personal o no, lo protegeré.”
Le fruncí el ceño, puse mis manos en las caderas. “Estás bajo la impresión de que voy a herir a tu hermano? Porque puedo decirte-prometerte de echo-que ese no es el caso.”
“Y los vampiros son conocidos por su confiabilidad, no es cierto, Merit?”
Eso dolió, y ensanchó mis ojos. No era simple animosidad, ni solamente algún sentido de protección fraternal, sino también un gran, agrio prejuicio. Simplemente lo miré fijamente.
“No se que se supone que deba decir a eso, Nick.” Mi voz era tranquila. En parte shockeada, en parte consternada de que una amistad se hubiera torcido tanto.
Nick aparentemente no compartía esa consternación; me atravesó con una mirada que levantaba los cabellos de mi cuello. “Si algo le pase a Jamie, iré tras de ti.”
Una última mirada amenazadora, luego volteó y desapareció a través del espacio en el seto de enfrente.
Miré fijamente como se iba, golpeé mis dedos contra mi cadera, tratando de entender lo que acababa de pasar. No solo el hecho (cortado)
Dejé salir una respiración y eché una mirada alrededor del laberinto. El brillo de las lámparas resistentes al viento comenzó a titilar debido a que el aceite se estaba terminando. La luz desvaneciéndose, y con más preguntas con las que llegué, comencé mi camino de regreso a través del boj.
La rabia de Nick, su desconfianza, hizo la caminata de regreso a través de los bosques un poco menos sentimental-y un poco menos temible. Nocturna o no, no estaba emocionada por merodear por los bosques en el medio de la noche. Elegí cuidadosamente mi camino de regreso a través de los árboles, ojos y oídos alertas a la presencia de cosas sigilosas y en movimiento que viven y crecen en la oscuridad.
Repentinamente, sin advertencia, algo revolvió los árboles.
Me congelé, mi cabeza girando rápidamente de lado para atrapar el sonido, el corazón latiendo en mis oídos...
Y el sentimiento de interés de mi vampiro.
Pero el bosque estuvo silencioso otra vez.
Tan silenciosa como pude, deslicé mi mano debajo del dobladillo de mi vestido para alcanzar mi daga enfundada. Siempre tan lenta, siempre tan silenciosa, saqué la daga. No estaba enteramente segura de lo que iba a hacer con ella, pero tenerla en mi mano tranquilizaba la persecución de mi corazón.
Entorné los ojos en la oscuridad, tratando de perforar el bosquecillo de árboles.
Algo se movió sigilosamente a través del bosque. Un animal, de cuatro patas por el sonido que hacía. Estaba probablemente a yardas de distancia, pero lo suficientemente cerca para que pudiera oír el pat-pat de las pisadas en la maleza.
Apreté los sudosos dedos alrededor del mango de la daga.
Pero luego, parada allí en la oscuridad, espada en mano, mi corazón latiendo con la prisa del miedo y la adrenalina, recordé algo que Ethan me había dicho sobre nuestra naturaleza predadora: Para mejor o peor, estamos en la cima de la cadena alimenticia.
No humanos.
No animales.
No la cosa que vagaba en los bosques junto a mí.
Vampiros.
Yo era una predadora, no una presa. Entonces, en una voz que sonó un poco demasiado airada para ser la mía, mis ojos en el lugar entre los árboles donde imaginaba que estaba, y le aconsejé al animal en la oscuridad, “Corre.”
Un segundo de separación de silencio antes de un repentino movimiento, el sonido de tierra pisoteada y ramas rotas, patas moviéndose lejos mientras el animal se precipitaba hacia la seguridad.
Segundos después, el bosque estaba silencioso otra vez, lo que sea que había estado allí se había ido en busca de la seguridad en otra dirección, lejos de la amenaza.
Lejos de mí.
Esa era una habilidad útil, una ligeramente perturbadora.
“En la cima de la cadena alimenticia,” Susurré, luego reanudé mi viaje de regreso a la casa, el mango de la daga ahora húmedo en mi mano.
Lo mantuve allí hasta que aclaré el bosquecillo de árboles, hasta que pude ver el acogedor brillo de la casa. Cuando golpeé el césped, enfundé el cuchillo, luego corrí las yardas finales. Pero como la esposa de Lot* no pude resistir un último vistazo por encima de mi hombro.
Cuando me volteé, el bosque era denso, inhóspito y poco acogedor, y envió un escalofrío por mi columna vertebral.
“Merit?” Alcancé el patio, levanté la vista. Ethan estaba de pie en la cima de los escalones de ladrillo, manos en sus bolsillos, cabeza inclinada hacia un lado con curiosidad.
Asentí, lo pasé de largo, y me moví hasta el escondite de mis accesorios que había dejado en la barandilla. La caminata por el césped húmedo por el rocío había limpiado el bosque de mis pies, y me coloqué los tacos de nuevo.
Sin palabras, caminó hasta mí, se quedó de pie y observó como me calzaba, y recogía mi bolso.
“Se encontraron?” Preguntó.
Sacudí mi cabeza. “Te diré después.” Miré una última vez hacia atrás, a la extensión de árboles. Algo destelló en el bosque-ojos o luz no podría decirlo-pero temblé de todos modos. “Entremos.” Me miró y luego lanzó un vistazo hacia los árboles, pero asintió y me siguió hasta la casa.

*Lot y su esposa son personajes del Antiguo Testamento, ellos y sus hijos estaban escapando, y les habían advertido que no miraran hacia atrás. La esposa desobedeció y echó una última mirada y se convirtió en una estatua de sal.
La Sra. Breck habló, agradeció a los invitados por asistir. Los voluntarios fueron presentados, hicieron discursos políticos sobre la importancia de la Coalición de Cosecha para la ciudad de Chicago, y fueron aplaudidos. El dinero fue recolectado, los números intercambiados, y Ethan y yo nos hicimos un lugar a través de los ciudadanos más adinerados del área metropolitana de Chicago.
Simplemente una noche de Viernes promedio en los escalones superiores.
Cuando nosotros habíamos hecho nuestras partes y nuestra propia contribución a la causa en el nombre de Cadogan, Ethan firmando un próspero cheque, nosotros agradecimos a la Señora Breckenridge por la invitación y escapamos a la tranquilidad Mercedes.
El interior del auto olía como su colonia, limpia y jabonosa. No había notado eso antes.
“Y tu reunión?” Preguntó cuando estábamos de regreso en la ruta.
Fruncí el ceño y crucé mis brazos sobre mi pecho. “Quieres buenas noticias o malas noticias?”
“Necesito ambas, desafortunadamente.”
“Hay un laberinto detrás de la casa. Él me estaba esperando. Me dio algunos gruñidos por haberme convertido en vampiro, luego dijo que estaba esperando en frente de Cadogan porque estaba investigando. No trabajando en una historia,” aclaré antes de que Ethan pudiera preguntar, “pero investigando.”
Ethan frunció el ceño. “Lo cual nos indica qué sobre la supuesta historia vampírica de Jamie?”
“Sin pistas,” Dije. “Y ahora las malas noticias-le pregunté sobre Jamie, una pregunta totalmente inocua, y se volvió loco. Me dijo que me mantuviera alejada de Jamie. Parece pensar que la tenemos con él.
“Nosotros?” Ethan preguntó.
“Vampiros. Dijo algo sobre como no somos conocidos por nuestra confiabilidad.”
“Hmm,” dijo. “Y cómo lo dejaste?”
“Antes de que saliera de sí, prometió que si algo le ocurría a Jamie, vendría tras de mí.”
“Estas personas con las que te asocias son encantadoras, Centinela.” Su tono se había vuelto frío, remilgado. Odiaba ese tono.
“Son las personas con las que pediste que me asociara, Sullivan. No te olvides de eso. Y hablando de ese tema, por qué el cambio de planes? Desde cuando mi padre tiene total acceso a los secretos de los vampiros?”
“Opté por un cambio de estrategia de último minuto.”
“Y es quedarse corto,” murmuré. “Cuál era exactamente el supuesto resultado de esa estrategia?”
“Tuve una corazonada. Tu padre está increíblemente bien conectado, pero le falta relaciones entre los supernaturales. No hay duda de por qué estaba impaciente por trabajar contigo, esa impaciencia de reunirse conmigo. De todos modos, su falta de conexiones no quiere decir que no haga sus deberes.
Algo de su reacción te sorprendió?”
“Su total falta de sorpresa me sorprendió.” Levanté la mirada hacia él, una sonrisa apreciativa inclinándose en una esquina de mi boca. “Muy astuto, Sullivan. Sin preguntar, te arreglaste para que te indicara de que está prestando una muy cercana atención a la situación de Celina.”
“Administro ideas rescatables una y otra vez.”
Hice un sonido sardónico.
“Pero tienes razón-parece improbable que nada de lo que discutimos viniera con una sorpresa.”
“Dile lo que pienses que sea necesario,” dije, “con tal de que sepas que si él piensa que puede lograr alguno de sus fines, usará esa información contra nosotros.”
“Lo sé, Merit. Soy lo suficientemente sagaz para haber tomado su medida hasta ahora.” Mi estómago gruño siniestramente, y apreté una mano contra él. Podía sentir el dolor roer por el hambre, y no estaba a punto de arriesgarme de tener esa lujuria de sangre mientras estaba atrapada en un descapotable con un hombre con el que ya había tenido problemas. Podía admitir que Ethan era un pedazo bastante delicioso, pero no estaba ansiosa de tener a mi vampiro deseosa por una probada.
“Necesito un recreo,” le advertí. Miré fuera por la ventana y noté una salida en la carretera frente a nosotros, luego golpeé un dedo contra el vidrio. “Allí.”
Inclinándose hacia un lado para chequear la salida, arqueó una ceja. “Un recreo. Un recreo para qué?”
“Necesito comida.”
“Tu siempre necesitas comida.”
“Es comida o sangre, Ethan. Y dado que somos solo vos y yo en este auto en este preciso momento, comida sería considerablemente menos complicado, no crees?”
Ethan refunfuñó, pero pareció captar el gran punto y dirigió el Mercedes hacia la salida, luego costeó el parque de estacionamiento de una hamburguesería al lado de la carretera. Dada la hora-casi las tres de la mañana-éramos uno de los pocos orgullosos, tarde-en la noche, hambrientos de hamburguesas, en el estacionamiento.
Estacionó al lado del edificio y lanzó una mirada a través de la ventana del lado del conductor al revestimiento de aluminio de mal gusto, al paisaje cubierto de maleza, y al cartel del antiguo Dairy Litz (cartel que ahora decía solamente DA RY LITZ), el cual claramente había tenido mejores días.
Bajé la ventana, y el olor a carne y patatas y grasa caliente flotaron a través del coche.
Oh, esto iba a ser bueno. Simplemente lo sabía.
Él se volteó para mirarme, una ceja arqueada. “El Dary Litz, Centinela?”
“Lo amarás, Sullivan. Huele esas patatas fritas! Esa tanda es justo para ti.”
“Acabamos de tener una comida de cebiche y parfait de camarón.” Hubo una risita en su voz que aprecié.
“Seriamente-comimos marisco fustigado, puedes creer eso? Y tu me diste la razón. Da la vuelta.”
Hizo un vago sonido de desacuerdo, pero no uno muy serio, antes de dar marcha atrás y maniobrar al auto para colocarlo contra el carril.
Escaneé el menú iluminado, dudando entre una hamburguesa de queso con simple o doble tocino antes de decidirme en la triple. Era la luz del sol o una estaca de madera, no el colesterol, lo que de todos modos me traería abajo.
Ethan miró fijamente el menú. “No tengo ni idea de qué hacer aquí.”
“Ahí está la prueba positiva de que tomaste la decisión correcta al traerme en el personal.”
Ofrecí algunas sugerencias y cuando discutía conmigo, ordenaba lo suficiente para ambos-hamburguesas, papas fritas, batidos de chocolate, y una orden extra de aros de cebolla. Pago con efectivo que deslizó de una larga, delgada, carpeta de cuero del bolsillo interior de su chaqueta.
Cuando el Mercedes estaba lleno de vampiros y comida frita, condujo hasta la salida, luego se detuvo en la curva mientras doblaba el papel que envolvía su hamburguesa.
Cuando se la entregué, la miró fijamente por un momento, cejas arqueadas, antes de tomar un mordisco.
Hizo un vago sonido de apreciación mientras masticaba.
“Tú sabes,” dije, mordiendo un aros de cebolla, “Siento que las cosas serían mucho más calmadas para vos si simplemente admitieras que siempre tengo la razón.”
“Estoy deseoso de darte la ‘razón sobre la comida,’ pero eso es tan lejos como puedo ir.”
“Tomaré eso,” dije, sonriéndole, mi humor elevado por nuestro escape de Nick y mi padre, y probablemente por el impacto de grasienta comida rápida en mi nivel de serotonina.
No sintiendo necesidad de las delicadezas de una dama, tomé un gigantesco mordisco de mi propia hamburguesa de tocino, cerrando mis ojos mientras masticaba. Si había algo por lo cual le debía a Ethan Sullivan un gracias, era el echo de que podía comer lo que quería sin ganar peso.
Seguro, estaba hambrienta todo el tiempo, y una vez casi había saltado sobre su carótida, pero a pesar de todo era un pequeño precio a pagar. La vida era una mezcla heterogénea!
Toda esa serotonina, ese alivio, probablemente motivó mi próximo comentario. “Gracias,” le dije.
Hamburguesa desenvuelta en mano, volvió hacia la ruta otra vez, y retomamos nuestro viaje de regreso a Hyde Park. “Por qué?”
“Por cambiarme.”
Hizo una pausa. “Por cambiarte?”
“Claro. Quiero decir, no estoy diciendo que no ha habido un período de adaptación-”
Ethan bufó mientras se extendía hacia la caja de aros de cebolla encaramada entre nosotros. “Eso es más bien un eufemismo, no te parece?”
“Dame un respiro, estoy tratando de ser Agradecidamente Condescendiente.”
Ethan soltó una risita a la referencia de la tradición anacrónica del Canon-Agradecidamente Condescendiente siendo la actitud que se suponía que debía adoptar hacia Ethan, mi Liege. Y no del tipo de condescendencia que usualmente obtenía de él-esta era la versión de vieja-escuela de Jane Austen. Del tipo que aplaza hasta tus superiores y empleados todas las sutilezas sociales. Definitivamente no mi estilo.
“Gracias,” dije, “porque si no hubiera sido cambiada, no podría comer esta increíble comida insalubre. No sería inmortal. Sería completamente inútil con una katana-y esa es una habilidad que toda ciudadana de veintiocho años de Chicago necesita.” Por su sonrisa plana, lo empujé suavemente en broma con un codo. “Cierto?”
Rió suavemente.
“Y no me tendrías a mi para hostigarte. No tendrías mis conexiones ni mi fabuloso sentido de la moda.”
“Yo escogí ese vestido.”
Pestañeé fuera la sorpresa. La admisión me sorprendió y medio emocionó, aunque no lo iba a admitir. Señalé que no se vería tan bien en él, y obtuve un ‘hmph’ para mi problema.
“De todos modos, gracias.”
“De nada, Centinela.”
“Te vas a comer el resto de esas patatas fritas?”


Comimos hasta que llegamos a la Casa nuevamente. Tomamos el largo camino hasta el edificio, evitando el enredo de reporteros fuera de la verja. Ethan ondeó su tarjeta de entrada en la puerta del estacionamiento, una de las que se deslizan a un lado para permitirle la entrada a la rampa subterránea. Después de colocar el Mercedes en su lugar de estacionamiento, salimos del auto, cerramos las puertas detrás de nosotros, y Ethan-a pesar del hecho de que el auto estaba estacionado detrás de una verja de diez pies de acero debajo de la Casa de vampiros en un garage con acceso únicamente con un código secreto-activó el sistema de seguridad del Mercedes.
Medio camino a la puerta, se detuvo. “Gracias.”
“Por?”
“Por tu buena disposición de ir a casa, y aunque parecemos tener preguntas adicionales respecto a la participación de Nicholas, hemos hecho algunas incursiones, y sabemos más ahora que antes.” Aclaró su garganta. “Lo hiciste bien hoy.”
Le sonreí. “Te gusto. Realmente, realmente te gusto!”
“No exageres tu mano, Centinela.”
Abrí la puerta del sótano y con un movimiento de mano hice que pasara primero. “Edad antes de belleza.”
Ethan hmphed (sonido que muestra molestia), pero capté el destello de una sonrisa. “Graciosa.”
Cuando volteé para caminar hacia el salón de operaciones, suponiendo que debería hacer (cortado)
“Qué estás haciendo?”
Arqueé una ceja hacia él. “No estoy para un post-fiesta si eso es lo que estás ofreciendo.” Debido a su mirada plana, expliqué. “Necesito chequear mi archivo en el Salón de Operaciones.”
Soltó mi brazo, luego deslizó sus manos dentro de los bolsillos. “No estás dispensada todavía,” dijo, “Esperaré.”
Frunciendo el ceño, giré y caminé hacia las puertas cerradas del Salón de Operaciones. No tenía idea de que se traía entre manos, y no era el tipo de misterios que disfrutaba.
Cuando abrí las puertas y me deslicé dentro, fui saludada por silbidos que hubieran hecho sentir orgulloso a un obrero.
Juliet giró en su silla para obtener una mirada, luego me guiñó. “Luciendo bien, Centinela.”
“Ella tiene razón,” Lindsey dijo desde su propia estación. “Te arreglaste sorprendentemente bien.”
Rodé mis ojos, pero apreté el dobladillo de la falda e hice una pequeña reverencia, luego me tiró la carpeta que colgaba en su lugar en la pared. Había solamente un pedazo de papel dentro, una copia de la nota que Peter le había enviado a Luc. La nota contenía los nombres de los reporteros quienes habían sido asignados a cubrir la Casa Cadogan, y los diarios, sitios Web, y revistas para los que trabajaban.
Levanté la mirada, encontré a Peter mirándome curioso. “Ese fue un trabajo rápido,” dije sacudiendo el papel hacia él.
“Estarías sorprendida por lo que los colmillos te pueden conseguir,” dijo. Me dio una inexpresiva mirada, luego volvió a su computadora, dedos volando a través del teclado.
Él era extraño.
“Asumo que tu Liege y el mío sobrevivió a la noche?” Luc preguntó.
“Vivito y coleando,” dijo una voz detrás de mí. Miré hacia atrás. Ethan estaba de pie en el umbral, brazos cruzados sobre su pecho.
“Vamos?” preguntó.
Silenciosamente maldije la pregunta, sabiendo exactamente lo que irían a pensar el resto de los guardias sobre eso. es decir, se podría imaginar cosas mucho más lascivas en su agenda. Su atracción a mí no obstante, sabía mejor. Era una herramienta en el maletín de herramientas de vampiro de Ethan, una tarjeta de pase a ser sacada cuando necesitara el acceso.
“Seguro,” dije, después de darle a Lindsey una mirada de advertencia. Sus labios estaban apretados juntos, como si estuviera intentando no reír.
Deslicé mi archivo nuevamente a su lugar y, nota en mano, seguí a Ethan al pasillo, luego hasta el primer piso. Tomó el pasillo hasta las escaleras principales, luego hacia la esquina y tomó las escaleras hacia el segundo piso. Se detuvo frente a las puertas que sabía que llevaban a la biblioteca, pero todavía no había tenido tiempo de explorar.
Me paré a su lado. Me dirigió una mirada. “No has estado dentro?”
Sacudí mi cabeza.
Pareció complacido por mi respuesta, una extraña sonrisa de satisfacción en su rostro, agarró los mangos de la puerta en cada mano. Los giró, los empujó y abrió las puertas. “Centinela, tu biblioteca.”

Traducido por mi♥

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