Friday Night Bites / Capítulo 15

CAPÍTULO QUINCE

PODRÍA HABER BAILADO TODA LA NOCHE

De vuelta en la Casa, me duché y escogí mi ropa interior, luego me coloqué mi apretada funda de la daga, y los tacones de tiras. Opté por un recogido esta noche, torciendo el pelo en un moño en la parte posterior de mi cuello. Terminando con todo lo básico, me deslicé con cuidado por el vestido. Tiempo corto o no, el calzado era exquisito. El vestido era exquisito. Piel pálida, cabello oscuro, labios brillosos, vestido negro. Lucía como una princesa exótica. Una princesa vampira.

El pinchazo persistente de mi pelea con Mallory disminuía un poco el cuento de hadas.

Tan lista como podía estar, agarré mi sobre y mi funda y me dirigí hacia abajo, donde el malvado de Mallory esperaba.

Estaba de pie en el vestíbulo, manos en su bolsillos, cuerpo fornido vestido en un esmoquin. Negro, hombros frescos, un perfecto moño corbata en su cuello. Su cabello suelto, el oro de éste liso alrededor de su rostro, resaltando sus pómulos cruelmente perfectos, ojos esmeralda. Era casi demasiado guapo, intocablemente guapo, el rostro de un dios-o algo en conjunto más perverso.

“Qué está mal? Preguntó, sin levantar la mirada.

Llegué al primer piso, sacudí mi cabeza. “Preferiría no hablar sobre eso.”

Eso atrajo su mirada, sus labios abiertos infinitesimalmente cuando vio la seda en cascada. “Ese es un vestido encantador.” Su voz era suave, de algún modo mucho más intensamente masculina.

Asentí, ignorando el matiz suave. “Estamos listos?”

Ethan inclinó su cabeza hacia un lado. “Estás lista?”

“Simplemente vayámonos.”

Ethan hizo una pausa, luego asintió y se dirigió a las escaleras.

Me dejó estar callada la mayor parte del camino a Oak Park, el cual fue considerablemente más rápido que el viaje a la finca de los Breckenridge. Pero mientras no hablaba, si se mantuvo volteando a mirarme, lanzándome preocupadas, clandestinas miradas a mi rostro, y unas pocas más lascivas a una que otras partes de mi anatomía.

Las noté, pero las ignoré. En el silencio del auto, mis pensamientos continuaban volviendo a mi conversación con Mallory. Estaba olvidando quién había sido, mi vida antes de la Casa Cadogan? Conocía a Mal desde hacía tres años. Seguro, habíamos tenido una o dos peleas a lo largo del camino. Habíamos sido compañeras de piso, después de todo. Pero nunca algo como esto. Nunca una discusión donde cuestionábamos las elecciones de la otra, donde cuestionábamos nuestros roles en la vida de la otra. Esto era diferente. Y era, temía, el presagio de lo desafortunado, de la lenta disolución de una amistad ya debilitada por la separación física, por nuevos vínculos, por los desastres sobrenaturales.

“Qué ocurrió?”

Ya que la pregunta de Ethan había sido hecha suavemente y, pensé, sincera, la contesté. “Mallory y yo tuvimos una pelea.” Sobre vos, agregué silenciosamente, luego dije en voz alta. “Bastante es decir, que no está feliz con la persona, la vampiro, en que me estoy convirtiendo.”

“Ya veo.” Sonó tan incómodo como podría esperar sonara un chico, incluso un chico de cuatrocientos años de edad.

Me salté un gesto de respuesta, temerosa de que el movimiento se (cortado)

Realmente, realmente no estaba de humor para esto. No para ir a Oak Park, jugar a disfrazarse, para estar en la misma habitación que mi padre, para pretender ser esa chica.

“Necesito un discurso de motivación,” le dije.

“Ha sido una noche bastante horrible hasta ahora, y estoy luchando contra el deseo de tomar un taxi de vuelta a la Casa Cadogan y pasar una velada íntima con un par de profundos platos de pastel de carne. Podrías usar uno de esos discursos que tanto te gustan de Hazlo por Cadogan!”

Soltó una risita, y el sonido fue de algún modo confortable. “Qué te parece si te digo que luces radiante?”

El cumplido fue probablemente la mejor, y peor, cosa que podría haber dicho. Viniendo de él, se sentía más pesado, más válido, de lo que debería. Y eso me molestó. Un montón.

Me asustó. Un montón.

Dios, Mal tenía razón? Estaba saboteando mi relación con Morgan por este hombre? Estaba intercambiando amistades reales, relaciones reales, por la posibilidad de Ethan? Me sentía como si estuviera en espiral en medio de un torbellino vampírico, con los restos de mi vida normal drenándose. Solo Dios sabía que quedaría de mí.

“Qué te parece recordarte,” comenzó, “que esta es tu oportunidad de ser alguien más por unas pocas horas. Entiendo, quizá mejor de lo que lo hacía antes, que eres diferente a esa gente. Pero esta noche puedes dejar a la verdadera Merit en Hyde Park. Esta noche, puedes jugar a haz-creer. Puedes ser. . . la chica que ellos no estaban esperando.”

La chica que ellos no estaban esperando. Eso sonaba bastante bien. “Eso no esta mal,” le dije. “Y claramente mejor que el último discurso que me diste.”

Hizo un resoplido digno de un Maestro vampiro. “Como Maestro de la Casa-”


“-es tu deber darme el beneficio de la duda,” terminé por él. “Y motivarme cuando puedas.” Lo miré. “Retarme, Ethan, si es necesario. Entiendo un reto; puedo apreciarlo. Pero trabajar desde la conjetura de que lo estoy intentando, que estoy dando lo mejor.” Miré fuera por la ventana. “Eso es lo que necesito oír.”


Estuvo en silencio tanto tiempo que pensé que lo había enfadado. “Eres tan joven,” dijo finalmente, lástima en su voz. “Todavía muy humana.”




“No estoy segura de si eso es un cumplido o un insulto.”

“Francamente, Merit, tampoco yo.”

Veinte minutos después, llegamos al círculo de conducción frente a la casa de mis padres en el Oak Park. La casa carecía de estilo, completamente diferente a las casas estilo Campestre o de tributo a Wright que la circundaban. Pero mis padres habían tenido la suficiente influencia en la administración política de Chicago para obtener la aprobación de los planos, así que aquí ubicada, una rectangular caja de hormigón gris pálido en el centro del pintoresco Oak Park.

Ethan detuvo el Mercedes frente a la puerta y le entregó las llaves a uno de los ubicuos valets que aparentemente llenaban este tipo de galas.

“La arquitectura es. . . interesante,” dijo.

“Es atroz,” contradije. “Pero la comida usualmente es bastante buena.”

No me molesté golpeando la puerta principal, ni esperé a obtener una invitación para entrar a la casa. Me gustara o no, esta era mi antigua casa; supuse que no necesitaba una invitación. Más importante, no lo había hecho en mi primer viaje de regreso poco después de haber sido cambiada. Y aquí estaba, la hija prodigio, haciendo su retorno.

Pennebaker, el mayordomo, estaba de pie en el interior del vestíbulo de hormigón y vidrio, su flaco, rígido cuerpo inclinado por cada huésped que pasaba. Su nariz se levantó indignadamente cuando me acerqué a él.

“Peabody,” dije en forma de saludo. Amaba sacarlo de quicio.

“Pennebaker,” corrigió con un gruñido. “Su padre está actualmente en una reunión. La Sra. Merit y el Sr. Corkburger están entreteniendo a los invitados.”
Deslizó una mirada acerada hacia Ethan y arqueó una ceja.

“Este es Ethan Sullivan,” interpuse. “Mi invitado. Es bienvenido.”

Pennebaker asintió indiferente, luego miró hacia los invitados detrás de nosotros.

Con ese obstáculo atrás, llevé lejos a Ethan y comenzamos la dura caminata hacia el largo espacio de concreto en la parte posterior del primer piso donde mis padres entretenían. A lo largo del camino, desnudo, pasillos angulares terminaban en finales sin salida. Persianas de acero no cubrían ventanas pero si vacías paredes de concreto. Una escalera conducía a nada más que una alcoba que mostraba una única pieza de arte moderno que hubiera estado bien adaptada a la sala de un maníaco asesino serial. Mis padres llamaron al diseño “desafiante” y afirmaron que era un desafío a la corriente principal de la arquitectura, a las expectativas de la gente que supuestamente tendrían sobre las “escaleras” y “ventanas.”

Yo llamaba al diseño “psicópata contemporáneo.” El espacio estaba repleto de gente vestida de negro y blanco, y un quinteto de jazz proporcionaba una pista de sonido desde una de las esquinas del salón. Miré a mi alrededor, en busca de objetivos. No habían Breckenridges a la vista y mi padre estaba igualmente ausente. No es que eso fuera una cosa mala. Pero encontré algo igual de interesante cerca de las ventanas que cercaban un lado de la habitación.

“Prepárate,” Le advertí con una sonrisa, y lo conduje al combate.

Ellas estaban de pie juntas, mi madre y mi hermana, ojos escaneando la multitud frente a ellas, cabezas juntas mientras cotilleaban. Y no había duda de que lo estaban haciendo. Mi madre era una de las dominantes (cortado)

Mi madre llevaba un traje conservador oro pálido, una chaqueta bolero muy adecuada para su silueta. Mi hermana, su cabello tan oscuro como el mío, llevaba un vestido de cóctel de color azul claro sin mangas. Tenía el cabello hacia atrás, una delgada cinta de color negra brillante mantenía cada mechón oscuro en su lugar. Y en sus brazos, actualmente mascando su pequeño y regordete puño, estaba una de las luces de mi vida. Mi sobrina, Olivia.

“Hola, Mamá,” dije.

Mi madre se volteó, frunció el ceño y tocó con sus dedos mi mejilla. “Luces delgada. Estás comiendo?”

“Más de lo que he comido en mi vida. Es glorioso.” Le di a Charlotte un medio abrazo. “Sra. Corkburger.”

“Si piensas que por tener a mi hija en brazos impedirá que te insulte,” Charlotte dijo, “estás completamente equivocada.” Sin pestañear y sin explicar por qué planeaba insultarme-me pasó a mi sobrina de dieciocho meses de edad y el trapo para hacer provecho que descansaba en su hombro.

“Mehw, mehw, mehw,” Olivia cantó con regocijo, aplaudiendo mientras la tomaba en mis brazos. Estaba bastante segura de que ella estaba cantando mi nombre. Olivia, habiendo perdido el gen Merit del cabello oscuro, era tan rubia como su padre, Major Corkburger, con un halo de rizos alrededor de su rostro angelical y sus ojos azules. Estaba usando un vestido de fiesta de color azul claro sin mangas del mismo color que el de Charlotte, con una ancha cinta de raso azul alrededor de su cintura.

Y, por cierto, sí. Mi cuñado realmente se llamaba Major Corkburger. Pero por el hecho de que era un ex mariscal universitario, rubio y de ojos azules, había asumido que consiguió batir la mierda lejos de él en la secundaria por eso. No obstante, raramente dejaba de recordarle que él (cortado)

“Por qué me vas a insultar?” Le pregunté a Charlotte, una vez que había agarrado a Olivia y acomodado su paño profilácticamente en mi hombro.

“Primero que todo,” ella dijo, ojos en Ethan. “No hemos sido presentados.”

“Oh. Mamá, Charlotte, este es Ethan Sullivan.”

“Sra. Merit,” Ethan dijo, besando la mano de mi madre. “Sra. Corkburger.” Hizo lo mismo con mi hermana, quien mordisqueó el borde de su labio, una ceja levantada en obvio placer.

“Es simplemente. . . encantador conocerlo,” entonó Charlotte, luego cruzó sus brazos. “Y cómo ha estado tratando a mi pequeña hermana?”

Ethan me lanzó una mirada disimulada.

No me mires a mí, le dije silenciosamente, asumiendo que podía oírme. Esta fue tu idea. Tu solo te metiste en esto, así que tu solo puedes salir. No pude contener una sonrisa.

Ethan rodó sus ojos, pero pareció divertido. “Merit es una muy única vampiro. Ella tiene una cierta . . .”

Todas nos inclinamos hacia delante un poco, ansiosas de atrapar el veredicto.

“. . . calidad de estrella.”

Me miró a mí cuando lo dijo, un rastro de orgullo en sus ojos verde esmeralda.

Estaba lo suficientemente sorprendida, que no pude soltar un gracias, pero debía haber suficientemente shock en mis ojos para poder habérselo perdido.

“Usted tiene un hogar encantador, Sra. Merit.” Ethan mintió a mi madre. Ella le agradeció, y la conversación sobre los beneficios y desventajas de vivir en una principal pieza de arquitectura comenzaron. Supuse que eso me daba unos diez o quince minutos para ponerme al día con Charlotte.

Charlotte lo miró con aprobación, luego me sonrió inteligentemente. “Es una delicia. Dime que has golpeado eso.”

“Ugh. No he ‘golpeado eso.’ Ni lo planeaba hacer. Él es un problema en un muy lindo paquete.”

Con la cabeza inclinada, le dio al cuerpo de Ethan un completo estudio. “De hecho un muy lindo paquete hermana.” Me miró nuevamente, luego frunció el ceño. “Ahora, qué es lo que está pasando contigo y con Papi? Estan peleando, y luego eres un vampiro, y luego ustedes siguen peleando, y ahora, todo repentinamente, estás aquí. En una fiesta. En un vestido.”

“Es complicado,” fue mi ciertamente débil respuesta.

“Ustedes dos necesitan sentarse y discutir bien algunas cosas.”

“Estoy aquí, no es cierto?” Ella no necesitaba saber exactamente cuánto pavor eso me daba. “Y sobre las peleas, me amenazó con desheredarme dos veces en el último mes.”

“Él amenaza con desheredar a todo el mundo. Sabes como es. Lo has conocido por veintiocho años.”

“No ha amenazado a Robert,” señalé, mi voz sonando como la petulante hermana menor.

“Bueno, obviamente no a Robert,” Charlotte estuvo de acuerdo secamente, extendiendo su brazo para enderezar el dobladillo del vestido de Olivia. “El querido Robert no puede equivocarse. Y hablando de drama familiar, recibí una llamada de teléfono para decirme que mi hermana bebé era un vampiro? No. Tuve que averiguarlo por Papi.” Ella tiró de la punta de mi oreja con su pulgar y dedo índice.

Supuse que eso explicaba por qué quería insultarme. “Hey!” dije, cubriéndome la oreja con la mano libre que no sostenía al bebé. “Eso no era gracioso cuando tenía doce, y tampoco es gracioso ahora.”

“Actúa de tu edad, y yo actuaré de la mía,” dijo.

“Estoy actuando de mi edad.”

“Toda la evidencia de lo contrario,” ella murmuró. “Solamente hazme un favor, bien?”
“Qué?”

“Solo trata, por mí? Para mejor o peor, él es el único padre que tienes. Y tú eres la única Merit inmortal, tan lejos como estoy (cortado)

Sonreí y me relajé un poco. Charlotte y yo no éramos unidas, pero podía apreciar su enfoque práctico para el sarcasmo. Y, por supuesto, compartíamos una embriagadora dosis de rivalidad entre hermanos hacia Robert.

“Sobre la cosa de la inmortalidad,” dijo. “Quizá es hora de que tu y Papi enmienden algunas vallas.”

Mis ojos se agrandaron por la repentina seriedad en su voz.

“Estarás aquí por más tiempo que el resto de nosotros,” ella dijo. “Estarás viva mucho tiempo después de que nos hayamos ido. Después de que me haya ido. Verás a mis hijos y a mi nietos crecer. Tu los verás y cuidarás de ellos. Y esa es tu responsabilidad, Merit. Se que tienes deberes para con tu Casa; he aprendido lo suficiente en los últimos dos meses para entender eso. Pero también eres una Merit, para mejor o para peor. Tienes la habilidad-eres la única de nosotros quien puede-mantenerlos seguros.”

Dejó escapar un suspiro profundo, un suspiro de madre, y estableció sus serios ojos en su hija, tirando nuevamente de su vestido. No estaba segura si era un movimiento nervioso , algo que ver con sus manos, o era simplemente el acto de consuelo de tocar a su niña.

“Hay gente loca en el mundo,” continuó.

“Ser convertida en vampiro ciertamente no te inmuniza contra la locura. Ellos dicen-cuál era su nombre?”

No había necesidad de preguntar a quien se refería. “Celina.”

“Celina. Ellos dijeron que había sido recluida, pero cómo podemos saber eso?”

Retornó su mirada hacia mi, y vi la preocupación de una madre, y sospecha de madre, en sus ojos. Debía haber estado preguntándose si Celina había sido liberada, pero ella no lo sabía. Mi padre, aparentemente, había mantenido su palabra, y no había revelado lo que Ethan le había contado.

Se lo podría haber contado a Charlotte, decirle las cosas (cortado)

En cambio, mantuve la carga en mis manos. “Se están encargando,” dije simplemente.

No estaba, por supuesto, siendo encargada. Celina estaba fuera en algún lugar. Sabía donde yo estaba, y probablemente no iba a ir tras mi familia para mostrar cuan irritada estaba conmigo. Asumí que eso era para ella-una irritación. Un proyecto sin terminar.

Pero si pude hacer dos juramentos a un extraño-en una Casa llena de extraños-podía hacer un juramento silencioso a Charlotte de que cuidaría a Olivia y a sus hermanos y hermanas mayores, y si me quedaba viva lo suficiente, cuidaría a sus hijos. Podía prometer que me posicionaría Centinela de la familia que me había dado mi nombre,
como lo haría con la familia a la que le había dado un nombre.

“Se están encargando,” repetí, sintiéndolo, inculcando en mi voz, la sinceridad de creer que me estacaría a mi misma antes de dejar que algo le pasara a Olivia.

Me miró por un largo, silencioso tiempo, luego asintió, nuestro acuerdo alcanzado, el trato hecho. “PD. ese vestido es asqueroso.”

Sobresaltada por ambos, el abrupto cambio en la conversación y el comentario, cambié e peso de Olivia de lado para mirar mi vestido.

Charlotte sacudió su cabeza. “No el tuyo. El de Lucy Cabot.” Ella señaló a una mujer de la multitud envuelta en un vestido de puntos polka de organza. “Horrendo. No, el tuyo es encantador. Lo vi en la Semana de la Moda, no puedo recordar quien lo diseñó. Bagdley? Lo olvidé. De todos modos, tu estilista lo hizo bien.” Lanzó una mirada de lado a Ethan, quien estaba hablando con mi madre. “Y los accesorios son fabulosos.”

“Él no es mi accesorio,” le recordé. “Es mi jefe.”

“Él está bien, es lo que es. Puede acosarme sexualmente cualquier día.”

Miré a la más joven Corkburger, quien parpadeó hacia mi con esos anchos ojos azules mientras roía el final de su paño de eructar. “Tapa orejas es mucho?”

“Oefa,” Olivia dijo. No estaba segura si era un gas o un intento de imitar mis palabras. Apostaba por lo segundo. Olivia me adoraba.

“Cariño,” Charlotte dijo, “estamos en el siglo veintiuno. Los vampiros son chic, los Cachorros tienen un banderín, y es perfectamente aceptable para una mujer encontrar a un hombre atractivo. Esas son todas las cosas que mi hija necesita saber.”

“Especialmente la parte de los Cachorros,” dije, sacudiendo el paño sobre Olivia y sus alegres mejillas. Aplaudió con la lenta torpeza de la simple alegría de un niño.

“Si pudieras vivir en Wright y Addison, lo harías,” Charlotte predijo.

“Eso es verdad. Amo a mis Cachorros.”

“Y tan a menudo en vano.” Sonrió malignamente, luego juntó sus manos y las extendió hacia Olivia, quien rebotó en mis brazos y se inclinó hacia su madre, extendiendo sus manos. “Ha sido encantador ponerse al día, hermana, pero necesito llevar a esta pequeña a casa dentro de su cama. Major está en casa con el resto de la tropa. Yo sólo quería tener la oportunidad de saludar y permitirte que vieras a tu sobrina favorita.”

“Quiero a todos tus hijos por igual,” protesté, protesté, pasando de nuevo el pesado fardo caliente de bebé.

Charlotte soltó una risita y equilibró a Olivia en su cadera. “Voy a ser una buena mamá y fingir que es verdad, sea cierto o no. Mientras que quieras más a mis hijos que a los de Robert, estamos bien.” Se inclinó y me dio un beso en la mejilla. “Buenas noches, hermana menor. “Y por cierto, si tenés una oportunidad con el Rubio, tómala. Por favor. Por mí.”

La mirada lasciva que lanzó en dirección a Ethan cuando se retiró dejó pocas dudas sobre a qué “chance” se refería.



“Buenas noches, Char. Mis cariños a Major. Buenas noches, Livie.”

“MEHW!” lloró, rebotando en la cadera de su madre. Pero la noche al parecer le había cobrado su precio, y su cabeza rubia se inclinó hacia el hombro de Charlotte, sus párpados lentamente cerrándose. Luchó, pude decir, tratando de mantener sus ojos abiertos y su mirada en los vestidos y fiesteros a su alrededor. Pero cuando metió un pulgar en su boca, supe que estaba terminada. Sus párpados se cerraron y esta vez quedaron así.

Charlotte se despidió de Ethan, arreglándose para no envolver sus dedos con manicura alrededor de su trasero, y mi madre se excusó para ver al resto de sus invitados.

“Tienes una expresión muy seria,” Ethan dijo, alcanzando mi lado nuevamente.

“Fui recordada de que debo ciertas obligaciones a mi familia. De que hay servicios que puedo proveer.”

“Por causa de tu inmortalidad?”

Asentí.

“Eso impone un sentimiento de obligación para con la familia de uno y amigos,” estuvo de acuerdo. “Solo ten cuidado de no vencerte por la culpa. Que te haya sido dado un regalo, incluso si otros no lo pueden compartir, no disminuye su valor. Vive tu vida, Merit, los muchos años de ella, y se agradecida.”

“Ha funcionado esa actitud para ti?”

“Algunos días mejores que otros,” admitió, luego me miró. “Asumo que necesitarás alimentarte pronto?”

“Soy una chica, no una mascota. Pero, realísticamente, sí. Casi siempre tengo hambre.” Presioné una mano sobre la fina seda negra sobre mi estómago. “Siempre estás hambriento? Yo siempre lo estoy.”

“Desayunaste?”

“Comí parte de una barra de cereal antes de entrenar.”

Ethan rodó sus ojos. “Eso podría explicar algo,” dijo, pero hizo señas a una mesera para que se acercara. La joven mujer, quien no podría tener más de dieciocho, estaba vestida, como todos los meseros, de negro de la cabeza a los pies. Era pálida, (cortado)

“Qué es lo que tenemos?” pregunté, ojos escaneando la platea. “Espero que algo con tocino. O prosciutto. Tomaría cualquier cosa curada o ahumada.”

“Eres Ethan, cierto?”

Deslicé mi mirada de lo que parecía prosciutto-alrededor de espárrago (acerté!) y encontré a la mesera-con sus brillantes ojos azules tan grandes como platos-mirando soñadoramente a Ethan.

“Sí, lo soy.” Contestó.

“Eso es simplemente. . .eso es simplemente . . . genial,” dijo, sus mejillas poniéndose carmesí. “Eres-eres como un Maestro vampiro, cierto? La cabeza de la Casa Cadogan?

“Um, sí. Lo soy.”

“Eso es simplemente-guau.”

Nos quedamos de pie allí por un momento, la camarera, labios abiertos, pestañeando con sus ojos de cervatillo hacia Ethan, y Ethan, más para mi diversión, cambiando en sus pies incómodamente.

“Qué tal si tomamos simplemente eso,” dijo él finalmente, tomando la bandeja cuidadosamente de sus manos extendidas. “Y gracias por traerla.”

“Oh, no, gracias a ti,” dijo, sonriendo tontamente hacia él. “Eres simplemente. . . eso es simplemente. . . genial,” dijo nuevamente, luego volteó para escaparse a través de la multitud.

“Creo que tienes una fan,” le dije, aguantándome una risita.

Me dio una mirada sardónica, ofreció su bandeja. “Cena?”

“Seriamente. Tienes una chica fan*. Que bizarro. Y, sí, gracias.” Observé lo que ofrecía, mano sobre la bandeja, y la coloqué en un escarbadientes de madera estacado en un cubo de carne acompañado con una salsa verde. Como un vampiro, no me importaba la analogía de la carne estacada, pero no iba negar que probablemente era una elección media extraña.

“No estoy seguro si tu sorpresa por que tengo una fan humana es insultante o no.”

“Como todo lo demás sobre mí, es simpático.” Metí la carne en mi boca. Era deliciosa, así que revisé la bandeja, preparada para un segundo bocadillo, y agarré un recipiente de masa lleno de un brebaje de espinaca.

También estaba delicioso. Di lo que quieras sobre mi padre-y lo digo literalmente: se mi invitado-pero el hombre tiene buen gusto en catering. No encontrarás camarón batido en la fiesta de Joshua Merit.

“Quieres que te deje unos minutos con la bandeja?” Levanté mi mirada hacia Ethan, mis dedos sobre otro cubo de carne, y sonreí. “Podrías? Realmente nos gustaría estar a solas en este momento.”

“Creo que eso significa que has tenido suficiente,” dijo, volteándose y colocando la bandeja en una mesa cercana.


*Juega con la palabra en inglés: fangirl (chica fan)pero sería, fang-colmillos-girl-chica.

“Me has cortado?”
“Ven conmigo.”

Levanté una ceja. “No puedes darme órdenes en mi propia casa, Sullivan.”

La mirada de Ethan cayó en la medalla en mi cuello. “Esta ya no es más tu casa, Centinela.”

Hice un sonido de desacuerdo, pero giré y me alejé, siguiéndolo. Caminó hasta el otro lado del salón como si fuera el dueño, como si no hubiera nada inusual sobre un Maestro vampiro andando sin prisas a través de una multitud de las grandes alas de la Ciudad del Viento. Quizá, en estos días y tiempos, no lo había. Con esos pómulos, ese elegante esmoquin y el inconfundible aire de poder y derecho, lucía como si perteneciera aquí.

Alcanzamos un espacio en la multitud, y Ethan se detuvo, giró y extendió una mano.

La miré inexpresivamente, luego deslicé mi mirada a la suya. “Oh, no. Esto no es parte de mi tarea.”

“Eres una bailarina de ballet.”

“Era una bailarina de ballet,” le recordé. Miré a mi alrededor y vi que la multitud tenía sus ojos en nosotros, luego me incliné hacia él. “No voy a bailar contigo,” Susurré, pero ferozmente. “Bailar no es parte de la descripción de mi trabajo.”

“Es un baile, Centinela. Y esto no es un pedido; es una orden. Si ellos nos ven bailando, tal vez se acostumbrarán a nuestra presencia un poco más rápido. Tal vez esto los suavizará.”

La excusa era pobre, pero podía oír los murmullos de las personas a nuestro alrededor, quienes se estaban preguntando porque estaba de pie allí, por qué no había aceptado todavía su mano.


Tuve un extraño sentimiento de déjà vu.

Por otra parte, estaba en casa, lo cual significaba que un encuentro con mi padre era inminente. Mi estómago se estaba comenzando a revolver. Necesitaba algo para mantener mi mente apartada de eso, y bailar con un ridículamente guapo, y a menudo exasperante, Maestro vampiro haría probablemente el trabajo.

“Me la debes,” murmuré, pero tomé su mano, justo cuando el quinteto comenzó a interpretar la canción “Podría Haber Bailado Toda la Noche.”

Lancé una Mirada a los miembros del quinteto, quienes sonreían como si hubieran hecho su primer chiste vampírico. Y tal vez así era.

“Gracias,” les dije moviendo la boca, y ellos asintieron en respuesta al mismo tiempo.

“Tu padre contrató comediantes,” Ethan comentó, mientras me llevaba a un lugar en el medio de la vacía pista. Se detuvo y giró, y coloqué mi mano libre en su hombro. Su mano libre, la que no estaba agarrando la mía, fue a la parte trasera de mi cintura. Hizo presión allí, acercándome-no hasta, pero casi, contra la línea de su cuerpo. Su cuerpo alrededor del mío, era difícil evitar la esencia de su colonia-limpia, fresca, irritantemente deliciosa.

Tragué. Tal vez esta no había sido una muy buena idea. En (cortado)


“Entendí el chiste, Merit.” Dijo tranquilamente con sus brillantes ojos esmeralda en mí mientras comenzaba a balancearse. “No lo encontré gracioso.”

“Si, bueno, tu sentido del humor deja mucho que desear.”

Ethan me empujó fuera y lejos, luego me atrajo de nuevo. Engreído o no, tenía que darle puntos-el chico podía moverse.

“Mi sentido del humor está perfectamente bien desarrollado,” informó con nuestros cuerpos alineados otra vez. “Simplemente tengo altas exigencias.”

“Y aún te dignas a bailar conmigo.”

“Estoy bailando en una casa majestuosa con la hija del dueño, quien resulta ser una poderosa vampiro.” Ethan bajó la vista hacia mí, frente inclinada. “A un hombre le podría ir peor,”

“A un hombre le podría ir peor.” Estuve de acuerdo. “Pero y a un vampiro?”

“Si encuentro uno, le preguntaré.”

La respuesta fue lo suficientemente cursi que me hizo reír en voz alta, plena y enérgicamente, y tuve el extraño, apretón de placer en el corazón de verlo sonreír en respuesta, mirando sus ojos verdes brillar con la alegría de la risa.

No, me dije a mi misma, incluso bailando, incluso cuando me sonrió, incluso con su mano en mi cintura, el peso cálido de la misma, se sentía natural. Aparté la vista, vi la gente alrededor de nosotros observándonos bailar con obvia curiosidad. Pero había algo más en sus expresiones-una especie de dulzura, como si estuvieran viendo el primer vals de una pareja en su boda.

Me dí cuenta como debía lucir. Ethan, rubio y hermoso en su esmoquin, yo en mi negro vestido de fiesta de seda, dos vampiros-uno el cual era la hija del anfitrión, una chica quién había desaparecido de la sociedad solamente para resurgir con este hombre guapo de su brazo-unidos, sonriéndose mientras compartían un baile, el primero (cortado)


Mi sonrisa desapareció. Lo que se había sentido como una novedad-bailar con un vampiro en la casa de mi padre-comenzó a sentirse como una ridícula producción teatral.

Debía haber visto el cambio en mi expresión; cuando volví a mirarlo, su sonrisa se había derretido.

“No deberíamos estar haciendo esto.”

“Por qué,” preguntó, “no deberíamos estar bailando?”

“No es real.”

“Podría ser.”

Subí mi mirada para encontrar la suya. Había deseo en sus ojos, y mientras no era lo suficientemente ingenua para negar la química entre nosotros, nuestra relación entre Centinela y Maestro era lo suficientemente complicada. Salir no iba a hacer las cosas más fáciles.

“Piensas demasiado,” Ethan dijo en voz baja, aprobación en su voz.

Aparté la mirada a las parejas que finalmente comenzaron a unírsenos en la pista de baile. “Me entrenaste para pensar, Ethan. A siempre pensar, pensar estrategias, planear. A evaluar las consecuencias de mis acciones.” Sacudí mi cabeza. “Por lo que estás no-sugiriendo. Habrían demasiadas consecuencias.”

Silencio.

“Touché,” finalmente susurró.

Asentí casi imperceptiblemente, y tomé el punto.


Traducido por mi♥

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