Especiales/ Capítulo 19

CAP 19
RECIÉN LLEGADOS

Traducido por Sidonie


Catorce figuras mostradas en infrarrojos, subiendo lentamente el perezoso interior de las colinas, casi ocultos por la hierba.

Tally encendió su traje de camuflaje, y sintió las escamas ondear para imitar la apariencia de la hierba, como el pelo de un gato nervioso. La única figura que era capaz de ver claramente era la de la mujer delante del grupo. Ella era definitivamente una aldeana – vestida con pieles y llevando una lanza.

Tally se dejó caer en la hierba, recordando la primera vez que ella había conocido a los aldeanos – ellos habían saltado sobre ella en mitad de la noche, listos para matarla por el crimen de ser una intrusa. Seguramente los Rebeldes ya estarían dormidos.

Si hubiera alguna violencia, sucedería repentinamente, dejando poco tiempo a Tally para salvar a alguien. Tal vez ella debería despertar a Zane ahora y decirle lo que se acercaba…

Pero el pensamiento de cómo podría mirarla, su propia repugnancia reflejada en los ojos de él, hacía que su cabeza diera vueltas.

Tally respiró hondo, ordenándose a si misma a permanecer fría. Las largas noches viajando – invisible y sola, intentando proteger a alguien quien probablemente ni siquiera la quería cerca – había empezado a hacerla paranoica. Sin un mejor vistazo, ella no podía asumir que el grupo que se aproximaba representaba una amenaza.

Ella se arrastró sobre sus manos y rodillas, moviéndose rápidamente entre la hierba alta, esquivando el montón de pescado podrido. Un poco más cerca, Tally oyó una voz clara resonando a lo largo de los campos, con un tono desconocido en cuanto al casual sonido de sílabas del lenguaje de los aldeanos. El canto no sonaba especialmente belicoso – más bien feliz, como algo que cantarías cuando tu equipo está ganando un partido de fútbol.

Por supuesto, para esta gente la violencia casual era precisamente como un partido de fútbol.

Cuando ellos estuvieron más cerca, Tally alzó la cabeza…

Y dio un suspiro de alivio. Sólo dos del grupo que se aproximaba llevaban pieles. El resto eran ciudadanos perfectos – desaliñados y con aspecto cansado, pero definitivamente no eran salvajes. El grupo entero llevaba en equilibro sobre sus hombros fardos de agua, los cabezas huecas se encorvaban bajo su peso, los aldeanos los llevaban sin esfuerzo. Tally miró a lo lejos el camino por el que habían venido, y vio el brillo de agua de una cala del océano. Ellos sólo habían estado fuera en un viaje por provisiones.

Recordando cómo Andrew la había detectado, Tally permaneció a bastante distancia del grupo. Aunque ella estaba lo suficiente cerca como para distinguir sus vestimentas. Los ciudadanos perfectos se veían mal, totalmente pasados de moda, o quizás unos cuantos años pasados de estilo. Pero esos chicos no habían estado aquí fuera tanto tiempo.

Entonces Tally oyó a uno de los chicos preguntar cómo de lejos estaba el campamento, y la rareza de su acento la hizo estremecerse. Ellos eran de otra ciudad, algún lugar lo suficientemente lejos como para que hablaran diferente. Por supuesto, ella estaba a medio camino del ecuador. Los habitantes del Humo habían estado extendiendo su pequeña rebelión por todas partes.

¿Pero qué estaban haciendo ellos aquí? se preguntó ella. Seguramente esta pequeña zona de acantilado no era el Nuevo Humo. Tally se arrastró por detrás del grupo, aún vigilándolos desconfiadamente mientras se acercaban a los Rebeldes durmiendo.


De repente, ella se paró, sintiendo algo en sus huesos – algo a su alrededor, como si la tierra estuviera retumbando bajo ella.

Un ruido extraño llegó desde la distancia, bajo y rítmico, como dedos enormes tamborileando sobre una mesa. Se desvaneció y volvió durante unos momentos antes de estabilizarse.

Los otros podían oírlo ahora. Los aldeanos que encabezaban la pequeña fiesta soltaron un grito, señalando hacia el sur, y los ciudadanos perfectos parecían expectantes. Tally ya podía verlo, retumbando a través de las colinas hacia ellos, sus motores brillaban con infrarrojos nocturnos.

Ella se alzó en media-cuclillas y salió corriendo a por su tabla, el sonido
atronador envolviéndola. Tally recordó su primer viaje en la naturaleza, cuando voló hacia el Humo en un extraño vehículo volador Oxidado. Los guardabosques, naturales de otra ciudad, habían usado viejos artefactos como este para luchar contra la plaga blanca.

¿Cómo lo llamaban?

No fue hasta que había llegado hasta su aerotabla que Tally recordó el nombre.


El “helicóptero” aterrizó no muy lejos del borde del acantilado.

Del doble de tamaño que el que había llevado a Tally al Humo, descendió con una imponente furia, el torbellino aplastó la hierba en un extenso círculo. El helicóptero se mantenía en alto con dos enormes cuchillas giratorias que batían el aire despiadadamente, como unos enormes ventiladores ascendentes. Incluso en su lugar oculto, su sonido hizo vibrar a Tally hasta sus huesos de cerámica, su aerotabla se sacudió debajo de ella como un caballo nervioso en un vendaval.

Los Rebeldes ya estaban despiertos, por supuesto, sacudidos a la conciencia por el atronador ruido. Quienquiera que estuviera pilotando el helicóptero los había visto desde muy alto, y había esperado a que ellos cerraran sus aerotablas antes de aterrizar. Para el momento en que la máquina aterrizó, el otro grupo había regresado a los acantilados. Los dos grupos de fugitivos estaban mirándose cautelosamente mientras la tripulación del helicóptero saltaba fuera sobre la hierba aplastada.

Tally recordó que los guardabosques venían de una ciudad con diferente forma de pensar a la suya propia, una a la que no le importaba si el Humo existía o no. Su principal preocupación era preservar la naturaleza de las plagas de ingeniería que los Oxidados habían dejado atrás, especialmente la plaga blanca. Los guardabosques habían negociado favores con los habitantes del Viejo Humo de vez en cuando, llevando a fugitivos en sus máquinas voladoras.

A Tally le habían gustado los guardabosques que había conocido. Ellos eran perfectos pero, al igual que los bomberos o los Especiales, no tenían las lesiones de un cabeza hueca. El pensar por sí mismo era una parte de los trabajos de ese tipo, y poseían la actitud sosegada de los habitantes del Humo – sin las caras imperfectas.

Las cuchillas del helicóptero permanecieron girando mientras se posaba en el suelo, removiendo el aire bajo la tabla de ella y haciendo imposible el oír algo. Aunque desde su ventajosa posición flotando justo sobre el borde del acantilado del mar, era obvio que Zane se estaba presentando a sí mismo y a los otros Rebeldes. A los guardabosques no parecía importarles, uno escuchaba mientras los otros revisaban su antigua y cascarrabia máquina. Los dos aldeanos miraban a los recién llegados recelosamente, sin embargo, hasta que Zane enseñó el localizador de posición.

En cuanto lo vieron, uno de ellos sacó un escáner y empezó a agitarlo en torno al cuerpo de Zane. Tally se dio cuenta de que ella puso un especial cuidado en comprobar sus dientes. El otro aldeano estaba muy ocupado escaneando a otro Rebelde, ambos revisaron meticulosamente a los ocho recién llegados.

Luego ellos empezaron a conducir a los fugitivos, a los veinte al completo, dentro del helicóptero. El objeto era mucho más grande que una aeronave defensiva, pero era tan rudimentaria y ruidosa y de aspecto tan antiguo… que Tally se preguntó cómo podía llevarlos a todos ellos.

Los guardabosques no parecían preocupados. Ellos estaban muy liados fijando las aerotablas de los chicos de ciudad en el tren de aterrizaje de la máquina, apilándolas juntas magnéticamente.

Tan apretados como los fugitivos debían estar en el interior, tenía que ser un viaje corto…

El problema era que Tally no estaba segura de cuánto podría pegarse ella. El helicóptero en el que ella había viajado era más rápido y podía ir mucho más alto que cualquier aerotabla. Y si ella les perdía de vista no habría ninguna forma de que siguiera a los Rebelde el resto del camino hasta el Nuevo Humo.

Seguir la pista a la antigua usanza tenía sus desventajas.

Ella se preguntó qué iba a hacer Shay cuando alcanzara este punto. Tally activó su EARCAN, pero no encontró ningún rastro de otro Especial cercano; ninguna señal de espera avisaba de un mensaje para ella.

Pero el localizador de posición de Andrew también debía de haber conducido a Shay hasta aquí. ¿Se había disfrazado ella como una imperfecta e intentado engañar a los aldeanos? ¿O se las había arreglado para seguir el helicóptero de alguna forma?

Tally miró detenidamente hacia el tren de aterrizaje otra vez. Entre las veinte aerotablas apiladas había justo el espacio suficiente para un ser humano.

Tal vez Shay había conseguido un paseo...

Tally se puso sus guantes adherentes, preparándose. Ella podía esperar hasta que el helicóptero despegara, entonces lo seguiría a corta distancia a lo largo de las colinas, seguido de una rápida escalada a través de las turbulencias de sus cuchillas giratorias.

Ella sintió como se extendía una sonrisa por su cara. Después de dos semanas de merodear tras los Rebeldes, sería un alivio enfrentarse a un verdadero reto, uno que la haría sentirse otra vez como una Especial.

Y aún mejor, el Nuevo Humo tenía que estar cerca. Casi había llegado al final de la línea.

-fin cap-

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