Hard Bitten - Capítulo XVI

CAPÍTULO DIECISÉIS

EL PERPETRADOR.

Lindsey me acompañó a mi habitación para que pudiera cambiarme a mis botas de nuevo y coger mi espada. Normalmente yo evitaba llevarla a paseos públicos, pero Paul Cermak era muy probablemente un capo de la droga, y me estaba dirigiendo a su guarida. No había forma en la que fuera a este viaje de reconocimiento sin acero.
No fue hasta que estuvimos dentro con la puerta cerrada, Lindsey en mi cama mientras yo me sentaba en el suelo, espada desenvainada delante de mí para asegurarme que estaba en forma para luchar, que ella soltó la confesión que aparentemente había estado aguantando.

“Nos besamos” – dijo.

Limpié la hoja con una lámina de papel de arroz. “No recuerdo haberlo hecho contigo”
“Lo hice con Connor”

Levanté la vista hacia ella y no pude impedir que la decepción cruzara mi cara. Connor era un vampiro Iniciado de mi clase. Un chico dulce con el que Lindsey había estado flirteando desde nuestra Comendación a la Casa. Era lindo y encantador a su manera… pero él no era Luc.

“¿Cuándo ocurrió eso?”

“Yo volví del Temple Bar, y algunos de nosotros estábamos hablando en el vestíbulo, y entonces todos se cansaron y se fueron. Todos menos él, quiero decir. Y entonces una cosa llevó a la otra…”

Con la hoja limpia, envainé la espada de nuevo.

“¿Una cosa te llevó a hacerlo con un vampiro novato?”

“Ese parecería ser el caso”.

Lo que era nuevo, pensé, era el hecho de que ella estuviera apesadumbrada por ello. Lindsey no era de las que se preocupaban demasiado, y este no era su estilo de los lunes-por la mañana de cuestionar sus propias decisiones. Tal vez Luc estaba progresando.

Incliné mi cabeza hacia ella. “¿Entonces por qué pareces extraña sobre esto?”
Manos en su regazo, los hombros caídos hacia delante con culpabilidad, Lindsey miró hacia otro lado.

Pensé en el filo que había oído la voz de Luc más temprano e imaginé la razón de ello. “¿Luc se enteró?”

Ella asintió.

“Mierda, Linds”.

“Sí, mierda”. Cuando ella miró atrás hacia mí, una lágrima se deslizó por su mejilla. La secó con indiferencia, pero no había duda sobre la culpa en sus ojos.
“Esta cosa con Connor-fue solo una aventura? Solo porque habías tenido una noche realmente larga?”

“No sé lo que es. Eso es parte de mi problema. Yo sólo—no sé—no estoy preparada para estar en algo grande.”—arremolinó sus manos en el aire—“Una relación de compromiso”.

“¿No estás preparada? ¡Tienes casi un siglo!”

“Ese no es el punto. Mira, Luc y yo nos conocemos desde hace mucho, mucho tiempo. Él tuvo una novia; yo tuve un pretendiente. Él es ardiente, seguro. Obviamente él es ardiente. Pero nosotros empezamos como amigos, y prefiero que sigamos como amigos antes de convertirnos en una especie de enemigos mortales”.

Le eché una mirada dudosa. “¿Cómo podrían Luc y tú convertirse en enemigos mortales? No estoy muy segura de que él haya tenido alguna vez enemigos mortales. Bueno, aparte de Celina. Y Peter”.

“Definitivamente Peter”. Estuvo de acuerdo, luego se encogió de hombros. “No sé. Es solo—la inmortalidad es mucho tiempo. Yo podría vivir durante mucho tiempo, y estoy pasando un momento difícil intentando imaginar a un solo chico siendo parte de eso”.
Espada en mano, me levanté, caminé hacia la cama y me senté a su lado. “Así que el punto final es nada de compromiso ahora mismo”

“Sí…”. Dijo tristemente.

Odié eso por los dos—por ella por la culpabilidad, él por el dolor. “¿Y qué vas a hacer?”

“¿Qué puedo hacer? ¿Romperle el corazón? ¿Decirle que no estoy preparada para sentar cabeza?”. Se dejó caer en la cama. “Este es el por qué he evitado esto tanto tiempo. Porque él es mi jefe, y si lo intentamos y no funciona…”

“Sería mucho más incómodo para todos”.

“Precisamente”.

Nos sentamos en silencio por un momento.

“Y… ¿Qué hay de los Cachorros?”. Finalmente dijo con falsa alegría en la voz.

“Nombra uno de los jugadores actuales de los Cachorros.”

“Um, ese caliente con hombros anchos y un remiendo en el alma”

“Y esto es lo que consigo por ser amiga de una maldita fan de los Yankees”

“Soy una inútil,” murmuró, luego puso una almohada sobre su rostro. Un ahogado, frustrado grito escapó.

“No eres una inútil. Oye, si no otra cosa, eres una de las diez más sexis en la Casa Cadogan, ¿Cierto? Te pondría al menos en el puesto tres”.

Ella levantó una esquina de la almohada y sopló el pelo de su cara. “¿Enserio?”

“Enserio”.

Ella sonrió un poco. “Tú eres la mejor Centinela que ha habido”.

Si… a veces me lo preguntaba.

***

Luc y Ethan se reunieron conmigo en el primer piso de nuevo.

“¿Tienes tu teléfono por si nos necesitas?”.

“Lo tengo”. Le aseguré palmeando el bolsillo de mi chaqueta. “Si la policía no encontró nada en su casa, él probablemente no estará lo suficientemente territorial como para empezar algo. Pero definitivamente te llamaré si surge la necesidad. No te preocupes-”.

“A ella le gusta bastante estar viva”. Acabó Ethan por mí.

“Sí”. Dije con una sonrisa.

“Mantén un ojo en busca de cómplices”. Ofreció Luc. “Si está realmente limpio, alguien más debe estar haciendo el trabajo sucio por él. Ellos deben estar alerta después de la redada del DPC”.

“También es posible que cambiaran su protocolo después”. Dijo Ethan.

“Echaré un buen vistazo antes de entrar. Sabe que está en la lista de vigilancia, por lo que probablemente no se sorprenderá de verme. La mayor pregunta es—si le encuentro, qué hago con él?”

Ethan arqueó una sospechosa ceja.

“No estoy sugiriendo homicidio”. Expliqué. “Pero si el DPC no encontró nada, no es como si yo pudiera traerlo”.

“Solo consigue toda la información que puedas”. Dijo Ethan. “Y permanece a salvo. No te preocupes en atraerlo. Nosotros sabemos quién es y dónde encontrarle”.

“Al menos hasta que huya”. Dijo Luc.

“Y regresa a tiempo para cenar”. Me recordó Ethan.

“Lo recuerdo. Estaré de vuelta a tiempo para asearme y vestirme respetablemente”. Tenía que hacerlo.—Me dirigía a una reunión con tres Maestros de las Casas y con la Cabeza del PG. No había manera de que yo fuera a partir sin estar emperifollada.

Ethan sonrío en respuesta. “Eso sería muy apreciado”.

Al sonido de pisadas sobre el suelo de dura madera, los tres miramos alrededor. Malik se detuvo al borde del pasillo, su expresión pálida.

“Darius está al teléfono”. Anunció. “Le gustaría hablar con nosotros”.

Luc y Ethan intercambiaron una mirada que me puso nerviosa, a pesar de que fuera una de esas miradas que comparten los comandantes para no tener que hablar en voz alta y asustar a los soldados.

“Mi oficina”. Dijo Ethan, entonces me miró. “Haz tu magia, Centinela—y acaba con esto”. Siguió a Malik de regreso por el pasillo, y ambos desaparecieron dentro de la oficina de Ethan.

Miré a Luc. “¿Me acompañarías hasta el coche?”

“Con mucho gusto.”

Encabecé el camino por la acera hasta la puerta de Cadogan. Como de costumbre, dos hadas estaban de pie y atentos mientras pasábamos, pero esta vez, uno de ellos era una chica. Tenía el mismo pelo liso y negro que los mercenarios masculinos, y su cara era esculpida y delgada parecida a una modelo europea. Usaba el mismo conjunto negro que su compañero y me dio la misma mirada desinteresada cuando pasó.

“¿Las hadas mercenarias han pasado al igualitarismo?” Le pregunté a Luc mientras bajábamos por la calle, ignorando los gritos de los protestantes. Había más acampados esta noche, probablemente por las noticias de la mañana, y encabezaban el nuevo clásico: “No más vampiros. No más vampiros”.

“Aparentemente, nosotros anteriormente habíamos tenido hadas hombre porque ninguna mujer solicitaba el trabajo. Ella lo hizo”.

“¿Cómo se llama?”

“Ni idea”. Dijo Luc. “Nunca he sabido el nombre de los tipos que están ahí, y hemos tenido a los mercenarios contratados durante años. Ellos prefieren mantenerse profesionales”.

Pasamos un cuadrado sedán negro aparcado frente a la Casa. Los dos tipos del asiento delantero comían sándwiches. Binoculares y vasos de papel con café estaban puestos en el salpicadero. Asumí que aquellos eran nuestros policías.

“No son exactamente sutiles, ¿no?”. Le murmuré a Luc.

“Casi tan sutiles como los Vampiros con V”

“Ouch”

“¿Demasiado pronto?”

“Vamos a esperar hasta que ya no estemos bajo amenaza de acusación”. Y hablando de temas incómodos, “Sobre Lindsey…”

“Me está matando, Centinela”.

“Lo sé. Lo siento”.

“La vi besarle”

“¿Sinceramente? Yo no creo que ella tenga sentimientos hacia Connor. Únicamente no creo que esté preparada para sentar cabeza”.

Se paró en la acera y me miró.

“¿Crees que se acercará?”

“Ciertamente lo espero. Pero ya sabes lo testaruda que es”.

Se rió tristemente. Habíamos alcanzado mi coche naranja. Apoyó un puño suavemente en la valija. “Definitivamente lo sé, Centinela. Supongo que decido esperarla, o no. No hay mucho más que pueda hacer.”

Le di una sonrisa simpática. “Supongo.”

“Por cierto, ¿Tienes planeado decirme que vampiros estaban usando V? Ellos tienen que ser entrevistados.”

Sacudí mi cabeza. “Pues no. Me di la vuelta cuando entregaron las drogas, y prometí no revelar sus identidades si lo hacían. Hice una promesa y no voy a romperla. No revelaré mi fuente.”

Yo esperaba irritación o un discurso sobre el deber con la Casa y sus vampiros, pero no lo recibí. Él casi parecía orgulloso. “Bien jugado, Centinela”. Le asentí, ajusté mi espada y entré en el coche.

“Mientras estoy fuera, asegúrate de que Ethan no asesina a Darius.”

“Lo haré lo mejor que pueda. Buena suerte”, dijo Luc, cerrando la puerta. Esperaba no necesitarla.

No era lo suficientemente elegante como para tener una unidad de GPS, que habría quedado extraño en el Volvo de todos modos. Así que encontré la casa de Paulie Cermak a la antigua usanza con la dirección de una calle y direcciones impresas de Internet, ofrecido por Kelley antes de salir de la casa.

Jeff estaba en lo cierto- lo de Cermak no estaba lejos del Conservatorio Garfield Park. El Conservatorio era un lugar increíble, pero esta área sin duda había visto días mejores. Algunos trozos del bloque estaban vacíos de casas, había basura esparcida por lo poco que quedaba de hierba. Muchos de los edificios de apartamentos, edificios de magnífica piedra y de era de las casas de la Segunda Guerra Mundial II—habían visto días mejores.

La casa de Cermak era indescriptible. Un estrecho edificio de dos pisos con tejas de color gris y un techo muy empinado. El patio estaba limpio, el césped cortado, pero sin paisaje real del que hablar. Los restos de una bolsa de papel de comida rápida estaban esparcidos por el césped, probablemente atrapados por una cuchilla del cortacésped, y nadie se había preocupado lo suficiente como para limpiarlo. Él tenía suerte en un aspecto, a diferencia del resto de las casas de este lado de la manzana, Cermak tenía un garaje lateral. No estaba conectado, pero era un garaje de todos modos, y le daba la oportunidad de evitar lo que miles de otros residentes de Chicago tenían que afrontar todos los días, aparcamiento residencial en la calle.

Aparqué mi coche a unas pocas casas más abajo en la cuadra, luego agarré la espada y una linterna negra pequeña de la guantera. Una vez afuera, abroché el cinturón de la espada y me metí la linterna en el bolsillo. Cerré el coche, eché un buen vistazo en busca de cualquier pista de McKetrick o vehículos policiales sin identificar, y empecé a caminar.

Había estado como Centinela desde hacía algunos meses. Y mientras que no estaba muy emocionada acerca de las batallas, me estaba acostumbrando a ellas. Pero la parte del trabajo que aún me ponía nerviosa era la expectación. Había estado nerviosa caminando por Michigan con Jonah, pero por lo menos había tenido a alguien para acompañarme y mantener mi mente fuera de la tarea por delante. Ahora yo estaba sola en un barrio oscuro y tranquilo, sin nada más que mis pensamientos.

Odiaba la anticipación de la violencia.

Paré al lado del buzón de plástico negro de la casa. La bandera roja estaba elevada, pero resistí la tentación de abrir la caja y ver lo que estaba enviando por correo.

Tenía bastantes problemas sin añadir manipulación de correo a la lista.

El garaje de Cermak estaba a oscuras, al igual que la planta alta de la casa. El primer piso brillaba con luz. La puerta de seguridad estaba abierta, la puerta de tela metálica estaba cerrada.

“Empieza por el garaje”. Murmuré, caminando de puntillas a través de la hierba hacia el lado opuesto de la parcela. El camino de entrada, tal como era, consistía en dos líneas delgadas de cemento, lo suficiente para darle al neumático un poco de protección contra el barro. Me pegué a la hierba para amortiguar el sonido de mis botas. Mientras yo pensaba llamar a la puerta de entrada en algún momento, quería ver la disposición de la tierra en primer lugar, y eso requería sigilo.

El garaje era estrecho, de estilo antiguo con una puerta de elevar y una hilera de ventanas a través de la parte superior. Saqué mi linterna, apunté hacia dentro, y miré en su interior.

Un estremecimiento me atravesó.

Un Mustang brillante estaba estacionado en el interior, el mismo coche que había visto en la cinta de seguridad, un coupé con franjas de carreras blancas y las reveladoras tomas de aire laterales de Mustang. El coche era precioso. Cualquier que fuera el problema de Cermak, no podría culparlo por su gusto en vehículos.

Saqué una foto con cámara de mi teléfono, y consideré marcada la casilla de "Confirmar vehículo". Siguiente parada, la casa.

Crucé el césped y me dirigí hacía el pequeño porche de hormigón. Un programa de
televisión de los ochenta—con risas grabadas y todo—sonaba a través de la puerta de tela metálica.

Cuando llegué al porche, envolví mi mano izquierda en torno al mango de la espada, apretándolo por seguridad. Podía ver a través de la casa a la cocina y a la estufa y el refrigerador verde aguacate. El interior de la casa estaba decorado de forma sencilla, con muebles de estilo motel. Simples y económicos, pero útiles. “¿Puedo ayudarte?” Parpadeé cuando un hombre se acercó a la puerta, el mismo hombre del video de Temple Bar. Llevaba una sudadera de los Yankees que había visto días mejores y un par de jeans bien gastados. Él sonrió, revelando una boca llena de rectos y blancos dientes. Y podría haber vivido en Chicago, pero su acento era todo Nueva York. Decidí ir al grano. “¿Paulie Cermak?” “Aquí lo tienes”, dijo, la cabeza inclinada hacia un lado mientras cogía mis rasgos. . . y luego mi espada. “Tú eres Mérit”. Él debió haber visto la sorpresa en los ojos, mientras él reía entre dientes. “Sé quién eres, chica. Veo la televisión. Y espero saber por qué estás aquí.” Pasó la cerradura de la puerta de tela metálica y la abrió un poco. “¿Quieres entrar?” “Estoy bien donde estoy.” Podría haber sido curiosa, pero no era estúpida. Prefería quedarme aquí con la ciudad a mi espalda a entrar de buen grado en la casa de un sospechoso. Dejó que la puerta se cerrara de nuevo y cruzó los brazos al el otro lado de la misma.
“En ese caso, ¿Por qué no vamos a ello? Me estabas buscando, ahora me has encontrado. ¿Qué quieres de mí?” “Ha pasado algún tiempo en la zona de Temple Bar últimamente.” “¿Pregunta o afirmación?" “Dado que los dos sabemos que estacionó su auto fuera del bar, vamos a decir que es una afirmación". Se encogió de hombros con negligencia. “Soy un pequeño hombre de negocios, tratando de hacer mi camino en el mundo". “¿Cuál es su negocio, Sr. Cermak?” Sonrió con grandilocuencia. “Relaciones con la comunidad.” “¿Wrigleyville es la comunidad en cuestión?” Paulie puso los ojos. “Niña, tengo intereses por toda la ciudad”. Todas estas preguntas, y yo estaba empezando a parecer un cruce entre un policía y un periodista de investigación-con ninguna credencial o la autoridad. “¿Es una coincidencia que usted comience a aparecer fuera de Temple Bar y un nueva droga
salga a la calle?” “En caso de que no estés al tanto, los hombres y mujeres de azul han atravesado mi casa de arriba a abajo. Das a entender que he estado distribuyendo drogas, pero ¿No crees que habrían encontrado algo si lo hubiera hecho?” Lo medí por un momento. “Sr. Cermak, ¿Le gustaría saber lo que pienso?” Él sonrió lentamente, como una hiena ansiosa. “Como resulta, sí. Me gustaría escuchar lo que piensas”. “Usted tuvo la precaución de mantener cualquier rastro de V fuera de su casa. Creo que eso le hace un hombre realmente inteligente e ingenioso. La cuestión es, entonces, donde estás guardando las drogas. . . y de quién las estás recibiendo. ¿Te gustaría completarme eso?” Cermak Paulie me miró fijamente, con los ojos abiertos, durante un momento antes de estallar en risa, el tipo de refunfuño que pronto le hizo toser incontrolablemente. Cuando finalmente se detuvo riéndose a carcajadas, se limpió las lágrimas de las esquinas de sus ojos con los dedos que eran más largos y más delicados de lo que me esperaba. Como los dedos de un pianista, pero unido a un bajito y fornido traficante de droga. “Oh, Jesús,” dijo. “Me vas a provocar una embolia, chica. Pero usted es astuta, ¿lo sabías? Y no eres exactamente tímida, ¿verdad?” “¿Es eso un no?” “El mundo de los negocios es un lugar muy delicado. Tienes subidas. Intermediarios. Y todos los días, vendedores normales y corrientes.” “¿Como usted?” “Como tú digas. Ahora, si yo llamo demasiado la atención a los otros niveles, la totalidad del saldo se tira fuera, y eso hace que al superior infeliz.” “¿Es McKetrick su superior?” Se quedó en silencio por un momento. “¿Quién es McKetrick?” Yo no podía estar seguro, pero me daba la sensación de que su confusión era de verdad, que Cermak realmente no sabía quién era McKetrick. Además, él había casi admitido que estaba vendiendo drogas. ¿Por qué empezar a mentir ahora? Se me ocurrió-y no el tipo de idea que me iba a ayudar a dormir mejor por la noche. Yo era la nieta de un policía y un vampiro, con conexiones a la Casa Cadogan. ¿Por qué no me iba a mentir a mí, a menos que él pensara que los vampiros no podían tocarlo... o a quien fuera para el que él trabajara? ¿Y quién era la única mujer a la que el PG no nos permitía tocar? Tenía que preguntar, pero no quería ponerlo a él—o a Celina—nerviosos. “¿Trabaja usted solo?” Le pregunté.
“La mayoría de las veces,” él dijo con cuidado, como si no estuviera seguro de adonde se dirigía la pregunta.
“¿Con vampiros?” “Cariño, tengo una carótida. Dada la naturaleza de la mercancía, prefiero entrar y salir con el menor número de colmillos posible”. “Usted fue le vio con una vampiresa llamada Marie." Paulie me devolvió la mirada, negándose a responder. Tal vez él no había notado la cámara de seguridad. Valiente como podría haber sido acerca de la V, Cermak, aparentemente, no estaba dispuesto a admitir la participación de Celina. Yo no estaba segura de lo que significaba, en todo caso. Me estaba quedando sin ideas. “Sé lo que crees que representa”, dijo Paulie. “¿El qué?” “V”, dijo. “El nombre de la droga. Piensas que significa “vampiro”, ¿verdad?”. Hice una pausa por un momento, sorprendida de que estuviera dispuesto a ser sincero al respecto. “Se me había ocurrido”, finalmente solté. Me señaló con el dedo. “Entonces, estabas equivocada. Es sinónimo de veritas. Es una palabra latina que significa “verdad”. La idea es, que supuestamente le recuerda a los vampiros lo que se siente siendo un vampiro de verdad. De la vieja escuela, murciélagos voladores, Transilvania, la sed de sangre de las películas de terror. El buen tipo de sed de sangre. Y luchando. Sin cobardía, un pensamiento humano de mierda. Salir y mezclarlo. Es un regalo, V, para los vampiros. Veritas. Verdad”, repitió. “Personalmente, lo agradezco.” Esa fue una explicación horriblemente filosófica. “¿Y qué te hace tan generoso con los vampiros?” “No estoy siendo generoso, chica. No estoy diciendo que haya visto V, pero si lo hubiera visto, no es el tipo de cosa que me involucraría por la bondad de mi corazón. Es más el tipo de cosa de la que consideraría ganarme la vida”. “¿Quién?” Paulie resopló. “¿Quién crees usted que tienen la motivación para hacer algo así? Para hacer que los vampiros se vuelvan locos por la sangre, para hacer que quieran actuar como “vampiros reales”?” Se encogió de hombros. “Todo lo que puedo decir es que tienes que ir más arriba de mí en la cadena, muñeca”. ¿Otra pista sobre Celina? ¿O tal vez otra encima de las casas de Chicago? Esto requería más información. “¿Quieres ponerme en la dirección correcta?” “¿Y tener la oportunidad de reducir mis ingresos? No, gracias, chica.” Un teléfono de la vieja escuela llamó desde algún lugar de la casa. Paulie miró a él, y luego a mí.
“¿Necesitas algo más?” “No por el momento.” “En ese caso, ya sabes dónde encontrarme.” Entró y cerró la puerta y la casa se sacudió un poco sobre sus cimientos, mientras caminaba de vuelta al teléfono y silenciaba su sonido. Cerré los ojos y bloqueé algunos de los ruidos extraños del barrio, centrándome en la llamada telefónica. “Número equivocado”, le oí decir, el timbre del teléfono sonando mientras él lo volvía a poner en la base de nuevo. Volví a bajar las escaleras y cruzar el patio a la entrada, y luego me volví para hacer frente a la casa. Me mordí el labio por un momento, tratando de decidir mi próximo movimiento. Incluso en la oscuridad, era obvio que la pintura se desprendía en grandes pedazos de las tejas. El techo se veía horrible, y la pantalla en la puerta estaba rasgada en la parte inferior. Eché un vistazo atrás al garaje. ¿La casa de Paulie estaba en bastante mala forma, pero él tenía un Mustang vintage perfecto? Si ni siquiera podía darse el lujo de arreglar la casa, ¿Cómo pudo permitirse el lujo de pagar el Mustang? Yo no sabía la respuesta, pero pensé que valía la pena explorar. Saqué mi teléfono y envió un mensaje a Jeff. "NADA EN LA CASA DE CERMAK. SIGUE BUSCANDO EN EL COCHE." Yo acababa de entrar de nuevo en el coche cuando Jeff llamó. “Eso fue rápido”, le dije. “Estábamos en la misma longitud de onda. He estado escudriñando las bases de datos desde que hablamos antes, y no tengo nada acerca de la venta del coche. Si este fue vendido—Quiero decir, a que si el dinero fue intercambiado en mano, fue una venta fuera de la red. La única forma en la que seremos capaces de rastrearlo ahora sería que Cermak pase a decirte quién se lo vendió.” “Negativo a eso. Supongo que eso hace que el coche un callejón sin salida.” “A menos que choques al azar con el tipo que se lo vendió a Cermak.” “¿En una ciudad de casi tres millones de dólares? Poco probable”. Pero él me dio una idea. Si bien no podría arrimarse exactamente a Celina y preguntarle si conocía a Paulie Cermak, conocía a alguien que podría. Miré el reloj. Solo eran las once. Tenía tiempo para un pequeño viaje al este. . . y algunos ejercicios Zen de respirar profundo antes de llegar allí, porque iba a necesitar toda la paciencia que pudiera reunir. “Hazme un favor, ¿vale, Jeff? Mándame por e-mail la imagen de Cermak de las secuencias de vídeo?”
“No hay problema.” Una vez que había recibido su e-mail, dejé el teléfono. Consideré llamar a Ethan para darle una actualización, pero la idea hizo que mi estómago se retorciera. Él acababa de estar al teléfono con Darío, y yo realmente no quería saber cómo había acabado la conversación. Ethan probablemente no habría aprobado mi próximo viaje. No, una visita a la Casa Navarro parecía una de esas cosas para las que sería más fácil pedir perdón antes de obtener el permiso en primero, sobre todo con un mal humorado líder de PG en la ciudad. Decisión tomada, me alejé de la acera. Era el momento de visitar Gold Coast.

Traducido por Rebecca.

Corregido por Lu (hasta la mitad, por que tengo que irmeeeee, pero mañana edito la entrada)

rihano  – (27 de junio de 2011, 22:42)  

gracias chicas por los capítulos... magnifica traducción como siempre...

Anónimo –   – (28 de junio de 2011, 9:02)  

buenooo entonces en el siguiente capitulo van a estar juntos jonah, ethan y morgan??todos con merit en la casa grey??pufff quiero el siguiente capi yaaa jaja

Maria Fabiola Chacón  – (28 de junio de 2011, 15:03)  

gracias por la traducción! por cierto, si necesitan alguna traduccion o correccion de emergencia cuenten conmigo!
chao!

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