Drink Deep - Capítulo Cuatro


CAPÍTULO CUATRO
CHICAGO DA; CHICAGO QUITA


Así que, resulta que cada cuerpo de agua tiene su propio protector. Había ninfas de termas y ninfas de fuentes, ninfas oceánicas y ninfas de cataratas. Y eran las sirenas, no las ninfas, quienes controlaban los Grandes Lagos.

En Chicago, las ninfas del río tenían control sobre el río y sus afluentes. Loreley, la sirena del Lago Michigan, controlaba la marea y el caudal del lago. Ella era la única habitante de una isla de tres kilómetros cuadrados en el medio del agua, que de otro modo estaría desierta.

Pero lo más importante era que las ninfas la odiaban. Nos dieron una chillona charla de veinte minutos de largo sobre sus defectos, una evaluación sobre su desempeño. Reduje la lista a sus más grandes defectos:

1- Lorelei hizo un pacto con el diablo (quien vivía en la isla con ella)
2- Lorelai era una proveedora de magia negra, incluyendo hechizos negros y maldiciones.
3- Lorelei comía bebés (humanos y de otras especies) y
4- Lorelei sólo usaba ropa negra, tenía una tendencia gótica y era una friki antisocial (francamente, el tipo de chica que un grupo de lindas y pechugonas ninfas odiarían).

Tenía una imagen mental de Lorelei bastante clara—ayudada por haber leído demasiados cuentos de niños y novelas de horror siendo adolescente—como una vieja jorobada envuelta en tela negra en mal estado, de pie sobre el lago en una posición no muy diferente a la de Alanna. Brazos extendidos, nariz escarpada sobre los labios cruelmente retorcidos, ofreciendo conjuros para matar al lago por alguna razón aún no determinada.

Sin embargo, plantar esa imagen en mi cerebro pareció tranquilizar a las hermosas chicas, quienes estaban abrazándose ahora, ajustando sus hojas y limpiando sus lágrimas en una gigante fiesta de abrazos.

Sinceramente, fue difícil conservar la atención de los chicos. Una pequeña aclaración de garganta hizo el trabajo.

“Podemos hacerle una visita,” Jonah sugirió.

Para ser honesta, esa idea no me emocionaba. Desafortunadamente, este problema era más grande que mi malestar. Las ninfas se estaban debilitando, y sólo Dios sabía cómo les estaba yendo a los otros supernaturales.

“Es probablemente una buena idea,” mi abuelo dijo, “incluso aunque haya una pequeña chance podría hacer una diferencia. Y no recuerdo que haya ningún medio de comunicación allí fuera, así que no es como que pudiéramos simplemente llamarla.” Me miró, con una pregunta en sus ojos.

Suspire. “Por qué yo?”

“Porque tú eres la mujer,” Catcher dijo.

Me tomó un momento poder formular una respuesta. “Disculpame?”

“Es una sirena,” Catcher dijo. “Atraer a los marineros hasta la muerte? Cantando canciones lo suficientemente hermosas para hacerlos llorar? Atrapándolos en un éxtasis eterno?”

Jonah abrió los ojos grandes como platos, lo que hizo que yo pusiera los míos en blanco.

“Y eso hace que mi visita sea una mala idea porque…?”

“Porque no regresarías,” Catcher dijo secamente. “Ella estaría mágicamente obligada a seducirte, a atraparte, y estarías atascada en el limbo de la sirena por el resto de tus días inmortales.”

“De nuevo, realmente no me estoy sintiendo disuadida.”

“Te sentirás disuadida cuando olvides comer y beber porque no puedes soportar estar fuera de su presencia. Morir de hambre no es una linda manera de irse.”

“Bien,” Jonah dijo con una mueca. “Ese es un mejor argumento.”

“Y es por eso que enviaremos a Senos McGee.”

Lentamente giré mi cabeza para mirar a Catcher. “En serio. Ustedes son, qué, doce ahora?”

“El punto es, que los hombres no visitan a una sirena con un propósito. Ella no tiene opción más que seducirlos, y eso no nos ayudará realmente a profundizar con los problemas mágicos.”

“Entonces supongo que eso lo confirma,” estuve de acuerdo. “Mis senos y yo iremos. Pero no estoy loca por la idea de ser enviada en un bote en esa agua. Alguna idea sobre el transporte?”

“Yo me encargaré de eso,” mi abuelo dijo. “Haré algunas llamadas y veré si puedo encontrar algún piloto de helicóptero dispuesto a visitar una isla desierta sobre un lago teñido con magia. Por supuesto, habrá papeleo así que será recién mañana cuando podamos actuar.”

“Y mientras tanto?” Pregunté, mirando al grupo. “Qué hacemos en cuanto al lago?”

La pregunta alteró a las ninfas de nuevo. Cuando Jeff se arrodilló para acariciar en la espalda a la ninfa más cercana, ella se volteó, envolvió sus brazos alrededor de él y comenzó a sollozar con un dramatismo impresionante.

“Bien hecho, vampiro.” Catcher murmuró.

“Era una pregunta legítima,” dije. “Todavía tenemos una crisis—y ya que no podemos viajar esta noche, un día entero pasará antes de que podamos hablar con la sirena sobre ello.”

“El primer paso es establecer a las ninfas tierra dentro,” Jeff dijo por encima del hombro de la ninfa que abrazaba. “Lejos del agua y lo que sea que esté sucediendo allí. Quizás eso las ayude aretener algo de fuerza mientras tanto.”

Eso aumentó el llanto.

“Lo sé, cariño,” dijo, palmeando su espalda con afecto fraternal. “Pero necesitamos dejar que el lago sane, cierto?”

Ella inclinó su cabeza mientras sollozaba, pero mantuvo su férreo agarre sobre Jeff.

“Coordinaré el traslado,” Catcher dijo. “Tal vez las hadas hospeden a algunas de ellas esta noche.”

“Los Breckenridges tienen una gran casa en Naperville, pero poner a los cambia-formas y a las ninfas juntas probablemente no sea una buena idea.”

En el momento justo, vi como la mano de la ninfa se escabullía por el trasero de Jeff y le daba un buen apretón. Él gritó y educadamente la apartó, pero ella sonrió para nada arrepentida. No estaba segura de si ella no sabía que Jeff tenía novia—o simplemente no le importaba.

“Eso sería un ‘no’ para los Brecks,” Catcher se quejó.

“Que vamos a hacer con los humanos?” Jonah dijo, mirando a medida que más filas de personas se movían hacia el lago para obtener un vistazo. “Van a enloquecer.”

No los podía culpar. Tratándose de sucesos paranormales, éste era definitivamente desconcertante, y golpeaba algo cercano a nuestros corazones.

Chicago se curva alrededor del lago, y el río corre a través del corazón de la ciudad. Ellos están unidos, y los humanos verían esto inevitablemente como una violación paranormal a esa conexión. No ansiaba en absoluto las protestas.

“Trabajaré algunos puntos para discutir con la Alcaldesa Kowalczyk,” mi abuelo dijo, “aunque sólo Dios sabe como explicaremos estos.”

“Concéntrate en la parte acerca de cómo esto no es el Apocalipsis,” sugerí, pero un escalofrío de miedo todavía apretaba mi pecho. “Y trata de asegurarte de que no culpen automáticamente a los vampiros. Tenemos suficiente de lo que encargarnos.”

Palmeó mi espalda. “Solucionaremos el problema, haremos una pequeña investigación. Ustedes niños vayan a casa. Sé que están cortos de personal en la Casa. Te llamaré cuando arregle lo del transporte.”

Asentí, aunque odiaba no hacer nada en un proyecto. Sentarme y anticipar lo que vendría no era exactamente mi pasatiempo favorito. Para mantenerme ocupada, hice una nota mental de comprobar la biblioteca de clase mundial de la Casa; si había alguna información por ser encontrada sobre nuestra recluida sirena, la biblioteca la tendría.

Me despedí de Jeff (todavía enredado con la ninfa) pero llevé a Catcher a un lado para una actualización. “Cómo va el estudio?”

Catcher rodó sus ojos. “Me dijo que su nivel de estrés sólo ha sido superado históricamente por la ‘Presentación Meisner-Moxner’, lo que sea que fuere.”

Hice una mueca. Meisner-Moxner era una compañía de productos para el hogar, para la cual Mallory, una ex ejecutiva administrativa, había pasado dos semanas seguidas preparando una campaña arrasadora, sólo para ser dicha tres días antes de la presentación que su jefe “sólo no lo estaba sintiendo.”

Las siguientes setenta y dos horas involucraron una falta de sueño de proporciones masivas inducida por la cafeína. Mal se encadenó a su escritorio, sobreviviendo a base de soda dietética, bebidas energizantes y una euforia creativa que luego describió como “épica.” Cuando todo estuvo dicho y hecho, la agencia se llevó el acuerdo y ella durmió por dos días sin parar.

La campaña Meisner-Moxner pasó a la historia de la publicidad como uno de los lanzamientos de productos para el hogar más exitoso del siglo. Desafortunadamente, Junior Moxner gastó el nuevo dinero de la compañía en mujeres y cocaína, y Meisner-Moxner Home Brands, Inc. se declaró en banca rota poco tiempo después. Mallory durmió otros dos días de corrido luego de enterarse.

Así que si su preparación para el examen se acercaba a Meisner-Moxner, lo sentía por Mallory… y por Catcher.

“Dios te bendiga, hombre. Pero al menos Simon recibe la peor parte del estrés. Ya que él la ve durante la parte de la prueba, quiero decir.”

La expresión de Catcher se aplanó. “Estoy seguro que él esta viendo mucho de ella.”

Sus ojos entrecerrados tenían todas las características de un novio celoso. Pero cómo era posible? Este era Catcher. Con su paquete de seis abdominales y su ridículo cuerpo y brillante portador de magia. Quien emanaba rudeza. Tal vez lo había malinterpretado.

Tal vez sólo no le gustaba Simon. Me había parecido antes, pero la curiosidad mató al gato, no al vampiro, así que insistí.

“Hay mala sangre entre tú y Simon?” Pregunté.

“No confío en él.”

Cuando no dio más detalles, casi pregunto si se refería a que no confiaba en Simon con Mallory, pero lo pensé mejor. Catcher era un hombre, y sugerir que estaba celoso no sería bueno.

En cambio, le di un golpe de apoyo en la espalda. “Cuando todo esto termine, compraré tragos para ti y tu nueva flamante y oficial hechicera.”

Catcher gruñó algo que no entedí, pero asumí que era algo relacionado con su odio por la Órden. Él había sido excomulgado y no podría haber sido fácil para él observar a Mallory luchar tan duro para obtener la membresía. Lo que Chicago da, Chicago quita.

Nos despedimos de Catcher, y Jonah y yo nos dirigimos de regreso a nuestros autos.

“Sé que estás triste por no poder visitar a la sirena mañana,” ofrecí.

“Clinicamente deprimido,” estuvo de acuerdo. “Crees que su pollera sea más corta que las de las nifas, o quizás un poco más larga?”

Puse mis ojos en blanco, pero no pude evitar sonreír. Él era gracioso. Pero no contribuiría en lo que estaba segura era ya un ego saludable.

“Ya que hemos terminado efectivamente por esta noche, quieres agarrar un bocado?”

Probablemente hizo la pregunta de una manera puramente platónica, pero igualmente provocó que pánico revoloteara en mi pecho. Por otro lado, la cena me daría una oportunidad para preguntarle a Jonah sobre su relación con mi abuelo. Habiendo aprendido que mi padre había tratado de sobornar a Ethan para convertirme en vampiro, yo estaba entendiblemente desconfiada sobre las relaciones de los vampiros con los miembros de mi familia.

“Me dirás cómo conoces a mi abuelo?”

“Probablemente. Cómo te sientes acerca de lo picante?”

“Picante como una explosión nuclear, o picante como la salsa de supermercado?”

“La que prefieras. El mundo es tuyo.”

“Debería decir que no. Tú me vendiste completamente.”

“A qué te refieres?”

“Les dijiste que fui golpeada con un taco.” Ser rebanada por una imitación de Jimmy Choo no había sido exactamente mi mejor momento como Centinela de Cadogan. No veía la necesidad de difundir la noticia.

Fingió sorpresa. “Merit, querías que le mintiera a tu abuelo?”

“Eso depende de por cuánto lo has conocido.”

Desafortunadamente, no mordió la carnada. “Quid pro quo. La cena primero, luego los detalles.”

Suspiré, sabiendo que había sido vencida. “Bien. Pero quiero la verdad.”

“Oh, obtendrás la verdad, Merit. Obtendrás la verdad.”

De algún modo, eso no me hizo sentir mejor.

La Mansión Tailandesa estaba ubicada en el medio de un centro comercial, una tintorería por un lado y una cadena de pizzerías en el otro.

Una campana en la puerta sonó cuando entramos. “El Paso” de Marty Robbins sonaba en una pequeña radio colocada en el mostrador de cristal al lado de un Buda de oro, de una antigua caja registradora y de un cubo de plástico lleno de mentas.

El interior del restaurante no era la gran cosa, las paredes estaban pintadas del color del concreto y llevaban una mezcla aleatoria de pósters de películas de 1970. Éstos estaban mezclados con carteles hechos a mano advirtiéndoles a los clientes de no estacionar en los espacios pertenencientes a la tintorería o intentar pagar con algo que no fuera efectivo. El plástico no era el nuevo negro en la Mansión Tailandesa.

“Ésta es la mejor comida tailandesa en Chicago?” Pregunté.

“Confía en mí,” Jonah dijo, luego asintió a una pequeña moza de cabello oscuro quien le sonrió gratamente, luego asintió cuando él señaló a una mesa vacía.

Tomamos asiento, luego comprobé el menú escrito a mano cubierto de plástico. Había algunas pocas traducciones, pero la mayoría de las palabras no estaban en inglés, lo cual supuse que era una cosa buena en un restaurante tailandés. “Vienes seguido?”

“Más de lo que debería admitir,” dijo. “No estoy atacando a la cafetería de la Casa Grey, pero a Scott le gustan las comidas de fácil preparación. Hemos tenido comidas enteras que eran beige.”

Me imaginé un plato de pan, puré de papas, tartas rellenas y pastel. “No es que haya nada de malo en eso.”

“En ocasiones, no. Pero un vampiro con gusto por la vida necesita más variedad.”

“Y tú eres un vampiro con gusto por la vida?”

Se encogió de hombros modestamente. “El mundo tiene un montón para ofrecer. Hay un montón para explorar. Me gusta tomar ventaja de eso.”

“Así que la inmortalidad es útil, entonces?”

“Podrías decirlo.”

Una mesera con largo y oscuro cabello caminó sobre la alfombra verde del restaurante en sus zapatillas blancas. “Están listos?”

Jonah me miró, y cuando asentí, ofreció su órden.

“Pad tailandés con camarones.”

“Cuán picante esta noche?”

“Nueve,” dijo, luego entregó su menú. Con su transacción completa, ella me miró.

Asumí que el nueve era en una escala del uno al diez. Me gustaba la comida picante, pero no ordenaría un nueve en un restaurante que nunca investigué. Sólo Dios sabía cuán caliente podía ser su nueve.

“Lo mismo para mí. Qué tal un siete?” Pedí, pero la mesera me miró apenada.

“Has estado aquí antes?”

Miré entre ella y Jonah. “Um, no.”

Sacudiendo su cabeza, ella tomó mi menú. “Un siete no. Puedes tener un dos.”

Con esa declaración, se volteó y desapareció a través de la cortina en la habitación trasera.

“Un dos? No estoy segura de cómo no sentirme insultada por eso.”

Rió bajito. “Eso es sólo porque no has tenido un dos todavía.”

Tenía mis dudas, pero no tenía mucha evidencia para continuar. Y hablando de evidencia faltante. . .

“Muy bien, tiempo de quid pro quo. Cómo conoces a mi abuelo? Sé que fuiste amigo de Charlotte. Me lo dijiste antes. Es ésa la conexión?” Charlotte es mi hermana mayor. También tengo un hermano, Robert, quien seguía los pasos de mi padre en cuanto a negocios.

“Conocí y conozco a Charlotte,” Jonah dijo. “Te conocí a ti también.”

Me quedé completamente en blanco. “Cómo me conociste?”

“Yo llevé a Charlotte al baile de graduación.”

Me congelé en mi asiento. “Que hiciste qué?”

“Yo llevé a Charlotte a su último baile formal.”

Cerré mis ojos, tratando de recordar. Había estado en casa durante las vacaciones de primavera y había sido testigo de la crisis de Charlotte cuando tuvo una pelea con su entonces novio y actual esposo, Major Corkburger (sí, es enserio). Ella había ido con un chico llamado Joe al baile en cambio.

La lámpara se encendió.

“Oh, mi Dios,” exclamé, señalándolo. “Tú eras ‘Joe’! Ni siquiera te reconocí.”

Joe había sido una fase rebelde muy corta. Lo vi un par de veces luego del baile. Un mes después, Charlotte y Major regresaron juntos, y Joe desapareció.

“Tenías una permanente,” le recordé. “Y la llevaste al baile vestido con unas de esas sudaderas de capucha hechas de alfombras.”

“Recién había llegado de la Ciudad de Kansas.” Dijo como si eso explicara su conjunto, como si la ciudad de Kansas fuera un país extranjero con una cultura completamente diferente. “El ritmo era diferente allí, incluso para los vampiros. Un poco más lento.”

“Y Charlotte te presentó a mi abuelo?”

Podía ver el rubor de Jonah incluso en la oscuridad. “Sí. Para molestar a Major, supongo. Yo estaba terminando uno de mis títulos. Esta hermosa joven se me acercó en el campus un día y me invitó a salir.” Se encogió de hombros. “No es como si fuera a decirle que no. Y cuando nos reunimos con Noah, tú no tenías idea de quien era.”

Eso explicaba por qué Jonah había tenido tal actitud la primera noche que nos encontramos cerca del lago. “Es por eso que estabas irritado conmigo,” dije. “No porque pensabas que era como Charlotte, sino porque pensaste que te había olvidado.”

“Tú sí me olvidaste, y no eres tan diferente a Charlotte como te gustaría creer.”

Comencé a protestar, pensando que quería molestarme acerca de la sociedad o las marcas de lujo o los inviernos en Palm Beach, ninguno de los cuales me interesaba. Pero antes de asumir nada, le dí el beneficio de la duda y pregunté. “Por qué soy como Charlotte?”

Sonrió. “Porque eres leal. Porque ambas valoran a sus familias, incluso aunque las definan de manera diferente. Sus niños y Major son la suya. Tu Casa es la tuya.”

No siempre fue de ese modo, pero no podía no estar de acuerdo con él. “Ya veo.”

Unos pocos minutos más tarde, nuestra mesera regresó con dos humeantes pilas de fideos.

“Nueve,” ella dijo, colocando un plato frente a Jonah. “Y dos,” dijo, dejando un plato idéntico frente a mí.

Removí el envoltorio del par de palillos y levanté la vista hacia Jonah con anticipación. “Estás listo?”

“Y tú?” Me preguntó divertido.

“Estaré bien,” le aseguré, tomando una maraña de fideos y brotes de frijoles. Mi primer mordizco fue enorme. .. y me arrepentí inmediatamente.

“Dos” era aparentemente un eufemismo para “Infierno llameante.” Mis ojos se humedecieron, el calor creciendo de un fuego lento en la parte trasera de mi garganta a una tormenta de fuego en la punta de mi lengua. Podría haber jurado que llamas estaban saliendo disparadas de mis oídos.

“Oh, Dios. Oh, Dios. Oh, Dios. Caliente,” dije antes de agarrar mi vaso de agua y bajarme la mitad de él de un solo trago. “Ése es un dos?” Pregunté con voz ronca. “Eso es una locura.”

“Y tú querías un siete,” Jonah dijo tranquilamente, comiendo su plato de fideos como si estuvieran bañados en nada más que salsa de soja.

“Cómo puedes comer eso?”

“Estoy acostumbrado.”

Tomé otro mordizco y mastiqué rápidamente, apenas disfrutando el sabor, sobre todo tratando de tragarlo antes de que el condimento me alcanzara.

La mesera se acercó nuevamente, con una jarra de agua en la mano. Rellenó el vaso de Jonah, luego me miró. “Dos?”

“Todavía muy picante,” admití, tomando medio vaso más de agua. “Qué hay en él? Pimientos tailandeses?”

Encogiéndose de hombros, la mesera rellenó mi vaso nuevamente. “La cocinera las planta en su jardín. Muy picantes.”

“Muy, muy, picantes.” Estuve de acuerdo. “La gente en verdad ordena el diez?”

“Clientes antiguos,” dijo. “O por un desafío.”

Habiendo dicho eso, se alejó con su ahora vacía jarra.

Miré a Jonah con ojos aguados por las especias. “Gracias por no desafiarme a comer el diez.”

“Eso no habría sido correcto,” Jonah dijo, llevando unos cuantos fideos a su boca. Una fina línea de sudor apareció en su frente, y comenzó a boquear.

“Creía que el calor no podía alcanzarte?” Pregunté con una sonrisa de satisfecha.

Limpió su frente con la parte trasera de su mano, luego me sonrió. “No dije que no fuera picante. Sólo que estaba acostumbrado. La inmortalidad apenas vale el problema si no hay desafío.”

Yo no era positiva, pero sospechaba que no estaba hablando sobre la comida. Tomé otro bocado y me concentré en la picazón.

“Cuéntame sobre Ethan.”

Perpleja, levanté la vista. “Discúlpame?”

Indiferente, se encogió de hombros y tragó más fideos. “Me dijiste que no estaban juntos. Eso puede ser verdad, pero no creo que esa sea la historia entera.”

Lo observé por un momento, sonriendo mientras masticaba, mientras decidía qué contarle. Mi tiempo con Ethan había sido tempestuoso. Más paradas que comienzos, y esas paradas habían sido traumáticas. Ethan se había ido antes de que nuestra relación tuviera una oportunidad para florecer, pero eso no hacía al dolor más fácil de soportar—o explicar.

“Tuvimos momentos juntos,” dije. “No éramos exactamente una pareja—aunque creo que lo podríamos haber sido si él no hubiera…” No pude hacerme terminar la oración.

“Si Celina no hubiera hecho lo que hizo,” Jonah terminó amablemente.

Asentí.

“Él significaba un montón para ti.”

Asentí de nuevo. “Sí, así era.”

“Gracias por contarme,” dijo.

Él dejó el asunto, pero todavía tenía la sensación de que estaba preguntando algo más. Y su sutileza no hizo que le resto de nuestra cena fuera menos incómoda. Mantuve la conversación en movimiento (y ligera) hasta que pagamos y nos dirigimos de regreso a nuestros autos. Allí fue cuando él llegó al corazón de ello.

“Tenías sentimientos por Ethan,” dijo. “Eran cercanos y eso afectó tu percepción de la Guardia Roja. Pero sabes ahora que el PG no está siempre del lado bueno y correcto. La Casa Grey sabe quien se equivoca sobre Celina, y sobre la muerte de Ethan. El PG debería haberte apoyado con lo que estabas haciendo en Chicago, y en vez de ofrecerte ayuda cuando surgió lo de V, ellos lo ignoraron y te culparon por las repercusiones. La lucha de la GR no es contra las Casas; es contra el PG.”

“Hice un juramento.”

“Trabajar con nosotros para asegurarte de que el PG no destruya tu Casa apoya ese juramento.”

Consideré su respuesta en silencio. Tenía un punto; el PG no era amigo de la Casa Cadogan. Por otra parte, no era unirme a la Guardia Roja todavía un bofetón en el rostro de Malik? Un acuerdo de trabajar por detrás suyo incluso aunque se supone que fuera por el “bien mayor.”

“Por qué?” Pregunté.

Él frunció el ceño. “A qué te refieres con, por qué?”

“Por qué quieres que me una a la GR? Cuál es el beneficio? Nosotros ya sabemos que el PG es egoísta y que se concetra más en las apariencias que en el trabajo real. Nos dejan lo difícil a nosotros y todavía nos culpan después del hecho, así qué cual es el punto? La membresía no cambia nada, excepto arriesgar que nos claven a una pared si nos descubren.”

“Nos?”

Regresé mí mirada a él, no me emocionaba la sonrisa autosatisfecha que se extendía por su rostro.

“Dijiste, ‘nos,’ “señaló.

“Fue un giro de la frase. Sabes lo que quise decir.” Traté de mantener mi tono indiferente, pero tenía razón. Jonah y yo estábamos trabajando juntos—habíamos estado trabajando juntos—para mantener la Casa segura.

Ya era un miembro implícitamente?

“No, Merit, no lo sé,” contestó. “Sé que acabas de confesar que ya consideras estar haciendo el trabajo de la GR.” Se paró frente a mí y bajó la vista. “Quieres saber por qué deberías unirte? Porque por primera vez en tu vida, tienes un compañero. Tendrás a alguien de tu lado, a tu entera disposición, listo para servirte y asistirte en lo que le sea asignado.”

Estaba equivocado sobre eso. Cuando Ethan estaba vivo, yo había tenido un compañero.

“Ya estoy trabajando contigo,” señalé.

“Me tienes porque no tienes una mejor opción. Si Ethan todavía estuviera aquí, o si hubiera un guardia extra en tu Casa, seguirías ese camino.”

No podía no darle la razón.

“Pero aquí viene lo bueno,” dijo. “Por primera vez en tu vida, se te será ofrecida la elección. Fuiste conducida inconcientemente a la Casa Cadogan. Fuiste nombrada Centinela sin tener otra opción.”

Bajó su cabeza, sus labios casi rozando mi oído. El movimiento era íntimo, pero no se sentía sexual. Jonah no estaba intentando atravesar mis defensas—estaba demostrando cuán cercanos nos habíamos vuelto. “Estarás escogiendo servir.”

Él estaba en lo cierto. No había tenido la opción en ese momento, pero me la estaba dando ahora. Podía admitir que era un argumento poderoso. Él aparentemente lo sabía también, porque sin más palabras, se enderezó y se alejó.

“Eso es todo?”

Miró hacia atrás. “Eso es todo. Esta decision, Merit, es toda tuya.”

En el momento en que se metió en su auto y condujo lejos, suspiré. Guardia Roja o no Guardia Roja, ésa era la cuestión.


Ya que el lago todavía seguía negro e inmóvil, no estaba entusiasmada con el reporte que le tendría que dar a Kelley cuando regresara a la Casa. Pero al menos teníamos un plan, si alguien en Chiago podría conseguir un helicóptero, ese era mi abuelo.

Cuando estacioné en la Casa, los manifestantes cantaban más fuerte y eran más grandes en número, sus carteles prometiendo incluso más fuego infernal y condena que lo usual. “Apocalípsis y “Armagedón” aparecían en unos cuantos carteles pintados a mano, tal como había temido.

Y para hacer honesta, no podía culparlos completamente. Ni siquiera yo estaba segura de por qué el lago se había vuelto negro y había comenzado a absorber magia, así que suponía que el final del mundo estaba en la lista de posibilidades. En el final de la lista, pero en la lista de todos modos.

Los manifestantes no eran los únicos acechando. Habíamos sido tema de imagen (y dinero) para los periodistas hambrientos por un tiempo; un grupo de fotógrafos generalmente acampaba en una esquina cerca de la Casa. Esta noche, sin embargo, había nuevos camiones alineados en la calle y reporteros esperando para ver a los malvados vampiros. Cualquier cosa que fuera mal en esta ciudad y fuera de naturaleza remotamente paranormal los conducía directamente a nuestra puerta. Era un buen argumento para exponr al resto de los supernaturales de Chicago, aunque fuera solamente para quitarnos de los focos.

Los periodistas, a los que le resultaba familiar gracias a la historia de la Encoletada Vengadora y mis patrullajes por los terrenos de Cadogan, me pidieron que me detenga. No quería apoyar sus esfuerzos por el periodismo sensacionalista, pero supuse que sus teorías solamente empeorarían si los ignoraba. Así que caminé hacia el centro de un grupo de periodistas y ofrecí un saludo silencioso.

“Noche dura, no es cierto?”

Algunos rieron; otros comenzaron a gritar preguntas.

“Los vampiros envenenaron el lago?”

“Es éste el comienzo del final de la ciudad de Chicago?”

“Es ésta la primera plaga?”

Tuve que hacer un esfuerzo para mantener mi expresión neutral y no poner los ojos en blanco debido a sus preguntas. Que no tuviera las respuestas lo hacia más fácil.

“Esperaba que ustedes me lo dijeran!” Dije, ofreciendo una sonrisa ligera. “Nosotros estamos tratando de descubirlo.”

“Esto no fue creado por los vampiros? Por un hechizo mágico?”

“Los vampios no hacemos hechizos.” Recorrí con la mirada al grupo de hombres frente a mí. “Quizás fue Matthew aquí quien volvió el agua negra.”

La multitu rió pero las preguntas continuaron llegando. “Créanme,” dije, levantando mis manos, “queremos que el lago regrese a la normalidad tan rápido como ustedes, y estamos tratando de averiguar lo sucedido exactamente como todo el resto del mundo en Chicago. El problema es que nosotros no lo hicimos, así que estamos teniendo problemas descubriendo por donde empezar.”

“Merit, es éste el comienzo del Apocalipsis?” Soltó un reportero en el fondo.

“Definitivamente espero que no. Pero si tengo que morir, espero que sea en Chicago con una salchicha en mi mano. Cierto?”

Seguro, estaba siendo condescendiente, y estoy segura que algunos de los chicos de la prensa lo notaron. Pero qué más podía hacer? Si no mantenía la atención lejos de los vampiros, las cosas se volverían muy muy sucias rápidamente. Con preguntas llenando el aire detrás de mí, dije adiós con la mano y entré a la Casa, compartiendo una mirada de ojos blancos con las hadas en el portón cuando pasé a su lado.

Sentí una punzada mientras me preguntaba que les hubiera dicho Ethan, siendo un maestro estratega de las relaciones públicas. Yo no era él, pero esperaba haber hecho lo suficiente para mantener las cosas calmas por un poco más de tiempo.

Me dirigí inmediatamente a la Sala de Operaciones; Kelley y Juliet eran las únicas guardias allí. Ambas levantaron la vista cuando entré, pero sus expresiones se ensombrecierón luego de ver mi rostro.

“No hubo suerte?” Preguntó Kelley.

“No mucha,” dije, tomando asiento al lado de Kelley en la mesa de conferencias. “Las ninfas del río están sufriendo, y definitivamente no tuvieron nada que ver con el problema. Han señalado con sus pequeños y bien cuidados dedos a Lorelei, la sirena del lago. Ella vive en una isla en el medio del lago. La oficina del Ombud está haciendo los arreglos para el transporte, pero no será hasta mañana. Espero que ese sea un sólido comienzo.”

Kelley frunció el ceño y asintió. Al igual que cualquier gerente, imaginaba que quería que la crisis fuera conducida y solucionada así podría continuar con el siguiente problema en mano—ya sea tratar con la escasez de guardias o el receptor en la Casa.

“Si eso es lo mejor que puedemos hacer, es lo mejor que podemos hacer,” Kelley dijo. “No le quita presión a la Casa, pero no aprobaría el enviarte al medio del lago cuando está por amanecer en unas pocas horas.”

Le conté a Kelley sobre los planes de mi abuelo y mi discusión con los periodistas fuera.

Kelley lucía repentinamente cansada, y me pregunté si estaba cansada de tanto drama, o si las restricciones de sangre de Frank estaban comenzando a cobrar su precio. La comida tailandesa había apagado mi apetito, pero podía sentir el hambre de sangre deslizándose por mi mente, esperando el momento para atacar. Hice una nota para comprobar la cocina en busca de una bolsa de BloodYou.

“Hacemos lo que podemos,” Kelley dijo. “Esto es todo lo que podemos hacer. Trabajaremos en el problema y recemos por poder salir de él antes de que la próxima crisis nos golpee.

“De acuerdo con eso,” Juliet dijo desde su estación de computadora.

Kelley suspiró. ”Y hablando de cosas desagradables, tú eres la siguiente en la lista de entrevistas de Frank.”

“Viva,” dije con cero entusiasmo. “Estoy deseando eso.”

“Puedo asignarte a pasar el resto de tu noche en la biblioteca, investigando a la sirena del lago para obtener una idea de sus fortalezas y sus debilidades. Después de todo, sería una negligencia de mi parte enviarte a la isla sin estar preparada. Y si estuvieras detrás de las estanterías, quizás Frank no sea capaz de encontrarte…”

Sonreí agradecida. “Escurridiza. Aprecio eso.”

“No es de escurridiza. Sólo quiero usar las herramientas a mi disposición. Y justo ahora, tú eres mi herramienta. Te necesito investigando este problema y manteniendo a los humanos fuera de nuestra espalda. Ser interrogada por un utencillo del PG no nos va a ayudar en el preoceso.”

Se puso de pie y caminó hasta su escritorio, luego se sentó detrás de su computadora.

“Encuentra lo que puedas, e infórmame luego sobre lo que aprendiste.

La saludé y me dirigí escaleras arriba nuevamente.

Traducido por Lu

andrea_fenix  – (28 de diciembre de 2011, 11:46)  

gracias por los capis, valio la pena toooda la espera ...
saluditos Andrea

Anónimo –   – (29 de diciembre de 2011, 19:32)  

huy alfin puedo leer aqui los libros me encata esta saga siganle porfis

Anónimo –   – (31 de diciembre de 2011, 6:14)  

hola me encanta k ya pudieron traducirlo.
Tambien keria pedirles permiso si pudiera publicar los capitulos traducidos por e blog en el foro de Chicagolando Vampires. Porsupuesto dejando claro donde y quien tradujieron los capitulos. ¿Les parece bien?

Lucía  – (31 de diciembre de 2011, 8:45)  

Preferiria que primero se termine la traducción aquí y que después los publiquen si lo desean!

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