FELIZ NAVIDAD!!

Por dónde empezar? Primero que nada quiero desearles una muy felices fiestas! Navidad hoy, o lo que corresponda de acuerdo a sus creencias. Quiero agradecerles a todos los que quedaron del otro lado y que todavía están aquí para leer, no aparecí en todo este tiempo por varias razones, incluyendo problemas de salud (no mía, sino de mi abuela) y sobre todo debido al estudio. Teóricamente estoy de vacaciones ya que ME GRADUÉ!!! Rendí el exámen del inglés privado, pero ahora estoy matándome estudiando para dar una prueba de ingreso a la Universidad que definitivamente me está consumiendo, pero terca como soy pienso seguir traduciendo así que acá volvi.

Primero les voy a dejar la descarga de Hard Bitten, con el increíble diseño hecho por Glad!! Graciasssssssssssssss♥



Son tiempos difíciles para la recientemente formada vampiro, Merit. Desde que los cambiaformas anunciaron su existencia al mundo, los humanos han estado congregándose en contra de los sobrenaturales - y están acampando fuera de la Casa Cadogan con letreros de protesta que podrían volverse horcas en cualquier momento. Puertas adentro, las cosas entre Merit y su Maestro, el rompecorazones de ojos verdes Ethan Sullivan, están... tensas. Pero entonces el alcalde de Chicago convoca a Merit y a Ethan a una reunión encubierta y les cuenta acerca de un violento ataque de vampiros que ha dejado a tres mujeres desaparecidas. Su mensaje es simple: pongan su Casa en orden. O alguien más lo hará.

Merit necesita llegar al fondo de este crimen, pero no le ayuda el no saber quién está de su lado. De modo que en secreto pide un favor a alguien que es alto, oscuro, y parte de un grupo clandestino de vampiros http://www.blogger.com/img/blank.gifque puede llegar a tener bastante información sobre el ataque. Merit pronto se hallará dentro del intoxicante y oscuro corazón de la sociedad sobrenatural de Chicago – un mundo repleto de vampiros que parecen estar dispuestos a cumplir con las peores pesadillas de los humanos en protesta, y un lugar donde ella comprenderá que no puedes ser un vampiro sin un poco de sangre en tus manos…


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Y ahora les dejo los primeros tres de DRINK DEEP, en la semana subiré MÁSSSSSSSS!

CAPÍTULO UNO

DESAFIADA GRAVITACIONALMENTE


Finales de Noviembre
Chicago, Illinois


El viento era fresco, la noche de otoño era fría. Una luna creciente colgaba perezosamente en el cielo, tan bajo que parecía lo suficientemente cerca para tocar.

O quizás, así me parecía porque estaba encaramada nueve pisos en el aire, encima de una estrecha rejilla de metal que coronaba la Biblioteca Harold Washington de Chicago. Uno de los distintivos búhos de aluminio de la biblioteca¬¬¬¬¬—ya sea uno de las mejores características arquitectónicas en la ciudad o una de las peores, dependiendo de a quien le preguntaras—se encontraba a mi lado, mirando fijamente mientras invadía su dominio.

Esta era una de las pocas veces que me había aventurado fuera de mi hogar en Hyde Park en los últimos dos meses, por una razón no relacionada con comida—era Chicago, después de todo—o con mi mejor amiga Mallory. Al mirar por encima del borde del edificio, comencé a arrepentirme seriamente de esta decisión. La biblioteca no era exactamente un rascacielos, pero era lo suficientemente alta para que una caída matara, muy seguramente, a un humano. Mi corazón dio un salto en mi garganta, y cada músculo en mi cuerpo sonaba con el impulso de que me arrodillara, sujetara los bordes de la rejilla y nunca los dejara ir.

“No es tan alto como parece, Merit.”

Levanté la vista hacia el vampiro de pie a mi derecha. Jonah, quien me había convencido para venir aquí, se rió entre dientes y cepilló su castaño cabello fuera de su perfecto cincelado rostro.

“Es lo suficientemente alto,” Dije. “Y esto no fue exactamente lo que me vino a la mente cuando sugeriste que tomara aire fresco.”

“Quizás no. Pero no puedes negar que la vista es fabulosa.”

Con los nudillos blancos de apretar los dedos en la pared detrás de mí, levanté la vista a la ciudad. Él tenía razón—no podías criticar la íntima vista de la ciudad de Chicago, de acero y vidrio y piedra bien pulida. Pero, “Podría haber mirado por la ventana,” señalé.

“Dónde está el desafío en eso?” Preguntó, y luego su voz se suavizó. “Eres una vampiro,” me recordó. “La gravedad te afecta de una manera diferente.”

Él estaba en lo cierto. La gravedad nos trataba un poco más gentilmente. Nos ayudaba a luchar con más brío y así había escuchado, caer desde la altura sin matarnos. Pero eso no significaba que estuviera ansiosa de comprobar la teoría. No cuando el resultado podría ser un severo aplastamiento de huesos.

“Lo juro,” dijo, “si sigues las instrucciones, la caída no te lastimará.”

Fácil para él decirlo. Jonah tenía por décadas más experiencia vampírica a sus espaldas; tenía menos de que estar nervioso. Para mí, la inmortalidad nunca había parecido más frágil.

Soplé el oscuro cerquillo fuera de mi rostro y miré sobre el borde una vez más. La calle State estaba muy por debajo de nosotros, principalmente desierta a esta hora de la noche. Al menos no aplastaría a nadie si esto no funcionaba.

“Tienes que aprender a caer de forma segura,” dijo.

“Lo sé,” contesté. “Catcher me enseñó a luchar. Insistía en caer correctamente.” Catcher era el novio de mi ex compañera de piso y mejor amiga Mallory. Era también el empleado de mi abuelo.

“Entonces sabes que ser inmortal no significa ser descuidado.” Jonah agregó, extendiendo una mano hacia mi, provocando que mi corazón saltara, esta vez más por el gesto que por la altura.

Me había puesto a mi misma—y a mi corazón—en un estante por los últimos dos meses, mi trabajo como Centinela de la Casa Cadogan se había limitado principalmente a patrullar los terrenos de la Casa. Podía admitirlo—era tímida con las armas.

Mi recién encontrada valentía vampírica se había evaporado después de que el Maestro de mi Casa, Ethan Sullivan, el vampiro que me había hecho, que me había nombrado Centinela, y había sido mi compañero, fuera estacado en el corazón por mi enemiga mortal... justo antes de que yo le devolviera el favor a ella. Como una ex estudiante graduada en literatura Inglesa, podía apreciar la poesía perversa de ello.

Jonah, el capitán de los guardias de la Casa Grey, era mi lazo con la Guardia Roja, una organización secreta dedicada a supervisar las Casas de vampiros Americanas y al Presidio de Greenwich, el Consejo Europeo que las gobernaba desde el otro lado del charco.

Me habían ofrecido una membresía en la Guardia Roja y Jonah era el compañero al que sería asignada si aceptaba. Yo no lo había hecho, pero él había sido lo suficientemente amable para ayudarme a lidiar con los problemas que las políticas del PG hicieron demasiado pegajosos para Ethan.

Jonah era más que feliz de actuar en reemplazo de Ethan—profesionalmente y de otro modo. Los mensajes que habíamos intercambiado en las últimas semanas—y la esperanza en sus ojos esta noche—decían que él estaba interesado en algo más que simplemente solucionar problemas sobrenaturales.

No había forma de negar que Jonah fuera guapo. O encantador. O brillante de una manera peculiarmente extraña. Honestamente, podría haber protagonizado su propia comedia romántica. Pero yo no estaba lista para ni siquiera pensar sobre citas de nuevo. Y no creía que lo estuviera en un tiempo cercano. Mi corazón estaba comprometido, y desde la muerte de Ethan, principalmente roto.

Jonah debe haber visto la duda en mis ojos. Sonrió amablemente, luego retiró su mano y apuntó hacia el borde. “Recuerdas lo que te dije sobre saltar? Esto es similar a tomar un paso.”

Él definitivamente había dicho eso. Dos o tres veces ahora. Simplemente no lo creía. “Es realmente, realmente un largo paso.”

“Lo es,” Jonah estuvo de acuerdo. “Pero es solamente el primer paso lo que apesta. Estar en el aire es una de las cosas más grandiosas que experimentarás.”

“Más que estar a salvo en la tierra?”

“Mucho. Más como volar—excepto que no ‘subimos’ tan bien como ‘bajamos’. Esta es tu oportunidad de ser una superheroína.”

“Ellos ya me llaman la ‘Encoletada Vengadora,’” refunfuñé, moviendo mi larga y oscura cola de caballo. El Chicago Sun-Times me consideró la ‘Encoletada Vengadora,’ cuando ayudé a una cambia-formas en un ataque a un bar. Ya que por lo general llevaba mi cabello en una cola de caballo para mantenerlo apartado de la errante katana (sin incluir mi cerquillo), el nombre medio que encajaba.

“Te ha dicho alguien que eres particularmente sarcástica cuando estás asustada?”

“No eres el primero,” admití. “Lo siento. Estoy solo—esto me está enloqueciendo. No hay nada en mi cuerpo o en mi mente que piense que saltar desde un edificio sea una buena idea.”

“Estarás bien- el hecho de que te asuste es la razón número uno para hacerlo.”

O la razón número uno para dar la vuelta y correr de regreso a Hyde Park.

“Confía en mí,” dijo. “Además, esta es una habilidad que necesitas dominar,” Jonah dijo. “Malik y Kelley te necesitan.”

Kelley era una ex guardia de la Casa ahora a cargo del entero escuadrón de guardias. Desafortunadamente, desde que ya no contábamos con tres guardias de tiempo completo (incluyendo a Kelley) y con una Centinela, esto no era exactamente ideal para ella.

Malik era el segundo al mando de Ethan, Maestro de la Casa desde la muerte de Ethan. Él había tomado los Derechos de Investidura, y la Casa había sido dejada a su cuidado. La muerte de Ethan había generado un desagradable caso de desorden de cargos.

Como Maestro, Malik Washington había recuperado su apellido; los Maestros de las doce Casas vampiras del país eran los únicos vampiros a los que se les permitía usarlos. Por desgracia, Malik también había obtenido el drama político de la Casa, el cual se había espesado desde la muerte de Ethan. Malik trabajaba incansablemente, pero tenía que pasar gran parte de su tiempo lidiando con la más reciente plaga de nuestra existencia.

Dicha plaga era Franklin Theodore Cabot, el administrador judicial de la Casa Cadogan. Cuando Darius West, cabeza del PG, decidió que no le gustaba el modo en que la Casa era dirigida, “Frank” fue enviado a Chicago para inspeccionar y evaluar la Casa. El PG dijo que estaban preocupados porque Ethan no había manejado efectivamente la Casa—pero esa era una completa mentira, y no habían perdido tiempo en mandar al administrador para que chequeara nuestras habitaciones, nuestros libros, y nuestros archivos. No estaba exactamente segura de qué información buscaba Frank—y por qué tanto interés en una Casa a un océano de distancia?

Cual fuera la razón, Frank no era un buen huésped. Era desagradable, autocrático y un purista de reglas que ni siquiera sabía que existían a la exclusión de todo lo demás. Por supuesto, me estaba familiarizando bastante con ellas; Frank había empapelado una de las paredes del primer piso de la Casa con las nuevas reglas y los castigos correspondientes en caso de romperlas. El sistema era necesario, dijo, porque la disciplina de la Casa era nula.

Tal vez no era de extrañar que hubiera detestado inmediatamente a Frank, y no porque fuera un sangre azul, graduado de la escuela de negocios con una inclinación por frases como “sinergia” y “fuera de la caja de pensamiento.” Había condimentado su charla introductoria a la Casa con esas palabras, ofreciendo la nada discreta amenaza de que la Casa sería tomada bajo el poder del PG en una base permanente—o disuelta—si no estaba lo suficientemente satisfecho con lo que encontrara.

Había tenido la suerte suficiente para venir de una familia de medios, y había otros vampiros en la Casa que tenían antecedentes de dinero antiguo. Pero era la actitud de derecho de Frank lo que realmente me molestaba. El hombre llevaba zapatos náuticos, por el amor de Dios. Y él definitivamente no se encontraba en un bote. En realidad, a pesar del papel que le había dado el PG, él era un vampiro Noviciado (uno rico) de una Casa de la costa este. Una Casa, es cierto, que había sido fundada por un antepasado Cabot, pero que hacía tiempo desde que había sido entregada a otro Maestro.

Peor aún, Frank nos hablaba como si fuera un miembro de la Casa, como si su dinero y conexiones fueran un pasaporte para obtener una posición dentro de Cadogan. Frank jugando a ser miembro de la Casa era incluso más ridículo ya que su único propósito consistía en detallar las formas en las que no seguíamos la línea oficial. Era un extraño enviado a etiquetarnos como no aceptables, a ponernos un valor, arreglarnos y enviarnos de regreso a un agujero redondo.

Preocupado por la Casa y por respeto a la cadena de comando, Malik le había dado el mando de la Casa. Supuso que Frank era una batalla que no podía ganar, así que estaba ahorrando su capital político para otro round.

Sea cual fuere el drama, Frank estaba de regreso en Hyde Park. Yo estaba aquí, en el Loop, con un compañero vampiro sustituto, determinado a enseñarme cómo saltar de un edificio sin matar a nadie... o sin llevarme más allá de los límites de mi inmortalidad.

Miré sobre el borde nuevamente, mi estómago helándose con ello. Me estaba desgarrando por la lucha entre caer sobre mis rodillas y arrastrarme de regreso a las escaleras o arrojarme al vacío.

Pero entonces él dijo las palabras que harían que me moviera.

“El amanecer llegará eventualmente, Merit.”

El mito sobre los vampiros y la luz solar era verdadero—si todavía estaba en este tejado cuando el sol se elevara, estallaría en llamas y me convertiría en una pila de cenizas.

“Tienes dos opciones,” Jonah dijo. “Puedes confiar en mi e intentar esto, o puedes regresar a través del tejado, irte a casa y nunca saber de lo que eres capaz.”

Extendió su mano. “Confía en mi,” dijo. “Y mantén tus rodillas blandas cuando aterrices.”

Fue la seguridad en sus ojos lo que lo logró—y la confianza de que podría alcanzar la meta. Un tiempo atrás, habría visto sospecha en su mirada. Jonah no había sido muy entusiasta cuando nos conocimos. Pero las circunstancias nos juntaron, y sin importar cuales fueran sus dudas iniciales, él aparentemente, había aprendido a confiar en mí.

Ahora era un buen momento para hacer valer esa confianza.

Extendí mi mano y sostuve sus dedos con un agarre mortal. “Rodillas blandas,” repetí.

“Solamente tienes que tomar un paso,” él dijo.

Levanté la vista hacia él, lista para gritar mi acuerdo. Pero antes de que pudiera abrir mi boca, me guiñó y tomó un paso, llevándome con él. Antes de que pudiera protestar, estábamos en el aire.

El primer paso fue escalofriantemente horrible—la repentina sensación del suelo—y nuestra seguridad—desapareciendo debajo de nosotros, un bandazo enfermizo que golpeó mi estómago y sacudió mi cuerpo entero. Mi corazón saltó a mi garganta, aunque eso al menos evito que gritara una burbuja de miedo.

Pero allí fue cuando se puso bueno.

Después de la desagradable caída inicial (realmente desagradable—no puedo remarcar eso lo suficiente), el resto de la travesía no se parecía nada a caer. Se sentía más como saltar por una escalera—si la distancia entre cada peldaño fuera mucho mayor. No pude haber estado en el aire por más que tres o cuatro segundos, pero el tiempo parecía más lento, la ciudad desacelerando alrededor de mí mientras tomaba un paso hacia el suelo. Golpeé la tierra en cuclillas, una mano en la acera, con no más impacto que si hubiera simplemente saltado.

Mi transición a vampiro había sido complicada, y mis habilidades habían llegado lo suficientemente lento para que todavía me sorprendiera cuando era capaz de hacer algo por primera vez. Este movimiento me hubiera matado un año atrás, pero ahora me dejaba sintiéndome vigorizada.

Saltar nueve pisos hasta el suelo sin un hueso roto o un moretón? Eso era un jonrón en mi libro.

“Ahora tienes el salto,” Jonah dijo.

Lo miré a través de mi cerquillo. “Eso fue fenomenal.”

“Te dije que lo sería.”

Me puse de pie y enderecé el dobladillo de mi chaqueta de cuero. “Lo hiciste. Pero la próxima vez que me empujes de un edificio, te causaré dolor.”

Sonrió burlonamente, lo cual hacía que mi corazón aleteara incómodamente.

“En ese caso, creo que tenemos un trato.”

“Lo crees? No podías simplemente estar de acuerdo en no lanzarme de un edificio?”

“Qué hay de divertido en eso?” Jonah preguntó, luego se giró y caminó por la calle. Dejé que avanzara unos cuantos pasos antes de seguirlo, esa mirada provocadora que me había dado todavía en mente.

Y yo que pensaba que el primer paso fuera del tejado me había destrozado los nervios.

La Casa Cadogan estaba ubicada en Hyde Park, una subdivisión al sur del centro de Chicago. Era también la sede de la Universidad de Chicago, a cuya escuela de posgrado estaba asistiendo cuando fui convertida en vampiro. Ethan me había cambiado, comenzando mi transformación sólo unos segundos después de haber sido atacada por un vampiro rogue—uno no atado a alguna Casa en particular—enviado por Celina Desaulniers. Ella era la vampiro narcisista que había estacado momentos después de que Ethan hubiera sido asesinado; ella había enviado al rogue a asesinarme para molestar a mi padre. Como lo descubrí después, mi padre, trabajador de bienes y raíces, le había ofrecido dinero a Ethan para convertirme en vampiro. Ethan declinó la oferta, y Celina fue ofendida por la negativa de mi padre al no hacerle la misma oferta a ella.

La chica era todo un caso.

De todos modos, Ethan me nombró Centinela de la Casa. Para ayudar a protegerla, y para evitar escuchar las escapadas románticas de Mallory con Catcher a la media noche (y al medio día… y a las seis a.m… y a las seis p.m.) me mudé a Cadogan.

La Casa tenía todo lo básico—cocina, sala de ejercicio, una Sala de Operaciones donde los guardias mantenían un ojo en la Casa, y habitaciones para cerca de noventa de los trescientos vampiros Cadogan. Mi habitación estaba en el segundo piso. No era norme y no era lujosa, pero era un respiro del drama de ser un vampiro en Chicago. Tenía una cama, biblioteca, armario y un pequeño baño. Además, estaba justo al final del pasillo cerca de una cocina cargada de comida chatarra y sangre embolsada provista por nuestro, horriblemente nombrado, servicio de entregas Blood4You (Sangre Para Ti).

Estacioné mi Volvo naranja a unas pocas cuadras de distancia, luego caminé de regreso a la Casa. Brillaba en la oscuridad de Hyde Park, nuevos reflectores como medida de seguridad, fueron instalados cuando la Casa fue renovada luego de un ataque de gruñones cambia-formas—que emergieron de debajo de la tierra. Los vecinos se quejaron acerca de los focos hasta que consideraron las consecuencias de no tenerlos—la protección que la oscuridad le proporcionaría a los intrusos sobrenaturales.

La Casa se encontraba relativamente tranquila esta noche, un grupo de manifestantes estaban acurrucados en mantas sobre la hierba entre la acera y la verja de hierro que rodeaba la Casa. Sus números eran inferiores a las masas que habían invadido el césped antes que el Alcalde Tate fuera despojado de su cargo, procesado y encarcelado en un lugar no revelado. El cambio de liderazgo había calmado a los votantes de la ciudad.

Por desgracia, eso no había calmado a los políticos. Diane Kowalczyk, la mujer que había remplazado a Tate, tenía su ojo sobre la oficina oval, y estaba usando a los supernaturales de Chicago para que apoyaran su futura campaña. Ella era una gran defensora de la propuesta ley de registración sobrenatural, la cual obligaría a todos los sobrenaturales a registrar sus poderes y llevar papeles de identificación. También tendríamos que registrar cada vez que entráramos o dejáramos el estado.

La mayoría de los sobrenaturales odiaban la idea. Era la antítesis de ser americano, y gritaba discriminación. Claro, algunos de nosotros éramos peligrosos, pero eso sucedía también con los humanos. Los ciudadanos humanos de Chicago apoyarían una ley que los obligaría a probar su identidad a cualquiera que preguntara? Lo dudaba.

Los humanos que habían decidido que éramos indignos de confianza dedicaban sus tardes a dejarnos saber cuánto nos odiaban. Tristemente, algunos de los manifestantes comenzaban a lucir familiares. En particular, reconocía a una joven pareja—un chico y una chica quienes no tendrían más que dieciséis años, los cuales una vez nos habían cantado palabras de odio a Ethan y a mí.

Sí, yo tenía colmillos. La luz del sol era letal, como también lo eran las estacas de madera y las decapitaciones. La sangre era una necesidad, pero también lo eran el chocolate y las bebidas dietéticas. No era una no-muerta; simplemente no era humana. Así que había decidido que si actuaba con normalidad y era educada, podría lentamente cambiar sus preconcepciones sobre los vampiros.

Las Casas de Chicago también estaban mejorando sobre el reto de la desinformación. Había incluso un tablón de anuncios en Wrigleyville con una foto de cuatro diversos, sonrientes vampiros debajo de las palabras ACÉRCATE! El tablón pretendía ser una invitación para llegar a conocer las Casas de Chicago. Esta noche, había sido usado por los tristes adolescentes que habían pintado a mano señales que decían ACÉRCATE—Y MUERE!.

Sonreí educadamente al pasar a su lado, luego sostuve en alto las dos bolsas con hamburguesas y papas gritas. “Tiempo de la cena!” Anuncié alegremente.

Fui saludada en la verja por dos de las hadas mercenarias que controlaban el acceso a los terrenos de la Casa Cadogan. Ofrecieron un simple asentimiento de cabeza, luego dirigieron su atención de vuelta a la calle. Las hadas eran notoriamente antivampíricas, pero eran aún más antihumanas. Los pagos en efectivo de la Casa por sus servicios de seguridad mantenían el equilibrio.

Salté los escalones del pórtico y me dirigí dentro, donde fui saludada por un grupo de vampiros mirando fijamente la pared donde Frank había colgado sus declaraciones.

“Bienvenida a la jungla,” dijo una voz detrás de mí.

Me volví para encontrar a Juliet, una de las guardias restantes de Cadogan, mirando a los vampiros con una mirada triste. Era delgada y pelirroja, y tenía aspecto de duendecillo.

“Qué está sucediendo?” Pregunté.
“Más reglas,” dijo, señalando la pared. “Tres nuevas incorporaciones a la pared de la vergüenza. Frank ha decidido que los vampiros no deben congregarse en grupos mayores de diez si no es para una reunión oficial.”

“No vaya a ser que nos rebelemos contra el PG?” Pregunté.

“Supongo. Aparentemente ‘libertad de reunión’ no es uno de los derechos favoritos del PG.”

“Que coloniales,” murmuré. “Cuál es la segunda?”

Su expresión se aplanó. “Está racionando la sangre.”

Estaba tan aturdida por la idea que me llevó un momento reunir mi ingenio. “Somos vampiros. Necesitamos sangre para sobrevivir.”

Miró con desdén a la pared empapelada. “Oh, lo sé. Pero Frank, en su sabiduría infinita, decidió que Ethan nos estropeó por dejarnos conseguir sangre en bolsa tan fácilmente. Cortó las entregas de Blood4You.”

Aunque usualmente bebíamos sangre en bolsa, Cadogan era una de las pocas Casas vampiras en los Estados Unidos—y la única en Chicago—que permitía a los vampiros beber de humanos u otros vampiros. Las otras Casas habían abolido la práctica para una mejor asimilación con los humanos. Personalmente, había tomado sangre de un solo hombre—Ethan—pero podía apreciar que la opción estuviera disponible.

“Mejor nosotros que la Casa Grey,” murmuré. “Al menos tenemos otras fuentes.”

“No esta vez,” Juliet dijo. “También prohibió el beber.”

Esa idea era igualmente absurda—pero por una diferente razón. “Ethan hizo esa regla,” Protesté. “Y Malik la confirmó. Fran no tiene el poder—“

Pero Juliet me cortó con un encogimiento de hombros. “Es parte de su evaluación, dijo él. Una prueba para ver que tan bien manejamos nuestra hambre.”

“Nos está preparando para el fracaso,” dije en voz baja, mirando a la multitud de vampiros, ahora conversando nerviosamente. “No hay modo en que podamos atravesar esta custodia judicial, dos meses después de haber perdido a nuestro Maestro, con protestantes en nuestra puerta, sin que alguien enloquezca por la falta de sangre.” Regresé mi mirada a ella. “Tomará eso como una excusa para apoderarse de la Casa, o cerrarla por completo.”

“Es bastante probable. Ya ha programado tu entrevista?”

Sin sorprenderme, Frank estableció que todos los vampiros participáramos de una entrevista privada. Por lo que había oído, las entrevistas eran bastante estándar, es decir “justifica tus problemas existenciales.” Yo era una de las pocas vampiros con las que todavía no había hablado. No es que me fastidiara, pero cada día que pasaba sin tener la entrevista me hacía sospechar aún más.

“Todavía nada,” le contesté.

“Tal vez es una muestra de respeto o algo. Tratando de respetar la memoria de Ethan no entrevistándote primero?”

“Dudo que nuestra relación influya en la evaluación de la Casa del PG. Quizá es una estrategia—la está postergando así anticiparé la conversación, me preocuparé por ella.” Sostuve en alto mi cena. “Al menos tengo comida de consuelo.”

“Hablando de eso, es algo bueno que lo nombraras.”
“Por qué?”

“La tercer regla: Frank ha prohibido los alimentos de conveniencia en las cocinas.”

Tercer strike para Frank: “Cuál su justificación para ésta?”

“Es poco saludable, sobre procesada, y cara, dijo. Ahora sólo hay manzanas, repollo y cereal.”

Porque era una vampiro con apetito, eso me dolió más que cualquier otra cosa que Frank hizo.

Juliet comprobó su reloj. “Bueno, debería regresar. Te diriges arriba a comer?”

“Luc y Malik querían hablar, y prometí llevar comida. Qué vas a hacer?”

Ella señaló las escaleras que llevaban al sótano de la Casa, donde se ubicaba la Sala de Operaciones. “Acabo de terminar un turno en los monitores.” Ella hablaba de las televisiones que capturaban de seguridad que captaban las imágenes de los terrenos de la Casa.

“Algo interesante?”

Ella rodó sus ojos. “La gente nos odia, blah, blah, blah, desearían que regresemos al infierno, o quizás Wisconsin, ya que está más cerca, blah, blah, blah.”

“Lo mismo de siempre?”

“Bastante. Si Celina pensaba que la salida de los vampiros sería el principio de un feliz cuento de hadas-vampiro, estaba gravemente equivocada.”

“Celina estaba equivocada en varias cosas,” dije.

“Eso es cierto,” ella dijo suavemente, y capté la pizza de lástima en su voz. Pero la lástima era tan extenuante como el luto, así que cambié de tema.

“Alguna señal de McKetrick?” Pregunté. McKetrick, cuyo nombre de pila era desconocido, era un tipo militar que había decidido que los vampiros eran la nueva república enemiga. Tenía una camioneta negra, armas de combate y un fuerte deseo de limpiarnos de la ciudad. Nos había enfrentado a Ethan y a mí una noche y nos prometió que sabríamos más de él. Ha sido avistado un par de veces desde entonces, y obtuve unos pocos detalles más sobre su trasfondo militar por Catcher—tácticas cuestionables y problemas en la cadena de comando—pero si tenía un plan maestro para hacer un vampiricidio, todavía no lo había dejado claro.

No estaba segura de si eso me hacía sentir mejor, o peor.

“No, nada.” Inclinó su cabeza a un lado. “Por qué estabas afuera?”

“Fuera. Trabajando, quiero decir.” Tropecé un poco con la explicación, ya que todavía no había confesado a los guardias que estaba trabajando con Jonah. Nuestro tiempo junto se había originado por nuestra conexión con la Guardia Roja, y ese secreto no era mío para contar, así que evitaba totalmente el tema Jonah.

Una mentira más en la ya enredada red.

“Siempre es bueno mantenerse en forma,” Juliet dijo con un guiño.

Un guiño que sugería que no había sido tan astuta después de todo.

“Bueno, ha sido una noche larga,” ella dijo. “Me dirijo arriba.”

“Juliet,” Llamé, antes de que se alejara demasiado. “Has saltado alguna vez?”

“Saltado?” Preguntó frunciendo el ceño. “Como en el aire?”

“Desde un edificio.”

“Sí, lo he hecho.” El entendimiento amaneció en sus ojos. “Por qué, Centinela—hiciste tu primer aterrizaje esta noche?”

“Lo hice.”

“Felicitaciones,” ella dijo. “Sólo ten cuidado de no ir demasiado lejos o caer demasiado rápido.”

Palabras para vivir.

Frank había captado la oficina de Malik—la oficina que una vez había pertenecido a Ethan. Malik había tenido apenas dos semanas en la habitación antes de que Frank llegara y anunciara que necesitaba el espacio para evaluar la Casa.

Malik—alto, con piel color cacao y ojos verdes—era deliberativo. Elegía sus batallas cuidadosamente, por lo que regresó a su vieja oficina al final del pasillo. Ésta no era grande; la habitación estaba llena por el escritorio de Malik, estantes con libros y recuerdos personales. Pero su tamaño pequeño no nos impedía reunirnos allí con regularidad. Unidos por nuestro dolor, era normal encontrarnos en la oficina en nuestro tiempo libre que en cualquier otro lugar de la Casa.

Esta noche, Malik y Luc estaban sentados en los lados opuestos de un juego de ajedrez que estaba sobre el escritorio de Malik, y Lindsey se encontraba sentada en el suelo de piernas cruzadas a unos pocos pasos, con una revista en mano.
La esposa de Malik, Aaliyah—pequeña, hermosa y tan humilde como él—se nos unió en una oportunidad, pero estaba ausente esta noche. Aaliyah era una escritora que pasaba más tiempo en su departamento que fuera de él. Podía entender por completo la necesidad de esconderse y evitar el drama vampírico.

Luc, actual Segundo de la Casa y ex capitán de los guardias de Cadogan, era rubio, despeinado, y relajado. Nació y fue criado en el salvaje oeste, y asumí que fue convertido en vampiro bajo el cañón de una pistola. Luc había anhelado a Lindsey, mi mejor amiga de la Casa y una compañera guardia la cual aparentemente había robado algún tiempo fuera de la Sala de Operaciones esta noche.

Su relación había parado y seguido por un largo tiempo, aunque mas “parado” que “seguido.” Ella había temido que una relación conduciría a una ruptura, y una ruptura destruiría su amistad. A pesar de su inicial fobia al compromiso, anhelando consuelo después de la muerte de Ethan, finalmente aceptó darle a Luc una oportunidad.

Yo había pasado la primer semana después de su muerte en una neblina en mi habitación con Mallory a mi lado. Cuando finalmente emergí y Mal hubo regresado a su casa nuevamente, Lindsey se apareció en mi puerta hecha un manojo de nervios. Había recurrido a Luc en su dolor, y el consuelo se convirtió en afecto—un abrazo de apoyo en un beso apasionado que sacudió totalmente sus medias (por lo que ella dijo). Ese beso no había borrado sus dudas, pero había retrasado sus dudas lo suficiente para darle una oportunidad.

Luc, por supuesto, se sintió completamente reivindicado.

"Centinela," Luc dijo, sus dedos cerniéndose sobre uno de los caballeros negros, aparentemente debatiendo sus opciones. "Huelo esas hamburguesas y más te vale que hayas traído suficiente para todos."

Con la decisión tomada, tomó el caballero, lo dejó fuertemente en su nueva posición y luego levantó sus brazos en el aire de modo triunfal. "Y así avanzamos!" él dijo, elevando sus cejas a Malik. "Tienes una respuesta a eso?"

"Estoy seguro de que ya se me ocurrirá algo," Malik dijo, su mirada ahora fija en el tablero, escaneando de izquierda a derecha mientras calculaba y evaluaba sus opciones. El juego de ajedrez se había convertido en un ritual semanal, una manera—o así suponía yo—para Malik y Luc, de ejercer un mínimo control sobre sus vidas mientras la cabeza parlante del PG se sentaba a unos cuantos metros por el pasillo, decidiendo su destino.

Puse las bolsas de comida sobre el escritorio, saqué las hamburguesas de tocino para mí y Lindsey, y tomé asiento a su lado en el suelo.

"Entonces," dije, desenvolviendo la hamburguesa. "Racionamiento de sangre?"
Luc y Malik gruñeron simultáneamente.

"El hombre es un muy frío idiota," Luc dijo, tomando un impresionante mordisco de su hamburguesa triple.
"Desafortunadamente," Malik dijo moviendo su pieza de ajedrez y recostándose en su silla, "es un idiota con la completa autoridad del PG."

"Lo que significa que tenemos que esperar hasta que arruine todo catastróficamente antes de poder actuar," Luc dijo encorvado nuevamente sobre el tablero. "Con todo el debido respeto Liege, el tipo es un idiota."

"No tengo posición oficial en lo que respecta a su idiotez," Malik dijo, sacando una caja de papas fritas fuera de la bolsa, aplicándole una prodigiosa cantidad de ketchup y encargándose de ellas. Apreciaba que Malik, a diferencia de Ethan, no necesitara ser educado sobre la mejor y más grasienta cuisine de Chicago. Sabía la diferencia entre una salchicha y un churrasco caliente, tenía una pizzería favorita y era sabido que había hecho un viaje nocturno con Aaliyah a un restaurante de carretera en las afueras de Milwaukee para obtener "el mejor requesón" de Wisconsin.

Más poder para ellos.

"Pero vamos a dejar que se ahorque con su propia cuerda," Malik agregó. "Y mientras tanto, seguiremos de cerca a los vampiros e intervendremos cuando sea el momento apropiado."

El tono era de un Maestro vampiro, algo en lo que Malik había mejorado al usar en las últimas semanas. Tomé la indirecta, dejé el tema y me dediqué a mi hamburguesa mientras Luc usaba una papa frita para señalas varias piezas de ajedrez entre las que estaba decidiendo.

"Deliberativo, no es cierto?" Le susurré a Lindsey.

Ella sonrió demasiado conocedora para mi comodidad. "No tienes idea de cuan deliberativo puede ser. Cuan... a fondo." Se inclinó sobre mí, mordisqueando un trozo de tocino de su hamburguesa. "Alguna vez he hablado poéticamente sobre la gloria de un vampiro de pecho liso usando nada más que botas de vaquero?"

A medio mordisco, cerré mis ojos, pero era demasiado tarde para bloquear la imagen de Luc usando nada más que su traje de nacimiento y atrevidas botas rojas. "Es de mi ex-jefe del que estás hablando," susurré. "Y estoy tratando de comer."

"Estás pensando en él desnudo, no es cierto?"

"Desafortunadamente."

Ella golpeó mi brazo. "Y pensar que dudaba sobre salir con él. Oh, hablando de eso. Perneras. No digo más."

"Definitivamente suficiente dicho." Lindsey se estaba convirtiendo en mi nueva Mallory en la Casa, completa con sus detalles de conquista. Suspiro.

"En ese caso, se lo dejaré a tu imaginación. Pero recomiendo firmemente la terapéutica aplicación de un vampiro de pecho liso al luto. Hace milagros."

"Estoy sinceramente contenta de escuchar eso. Pero si sigues hablando, te sacaré los ojos con un escarbadientes." Sacudí un puñado de servilletas en su dirección.

"Cállate y come tu hamburguesa."

Algunas veces una chica tenía que imponer la ley.


CAPÍTULO DOS

SUEÑOS AGRIDULCES

Estaba de pie en una alta planicie en mi estilo moderno de cuero negro—mi largo cabello azotando por el frío viento que hacía girar la fría niebla a mis pies.

La ropa podría ser moderna, pero el escenario era antiguo. El paisaje era sombrío y vacío, y el aíre olía a azufre y humedad.

Sentí los pasos antes de oírlos, el suelo vibrando levemente debajo de mis pies.

Y luego él apareció.

Como un guerrero regresando de una batalla, Ethan emergió a través de la niebla en un traje del tiempo y lugar que correspondía al siglo XXI en Chicago. Botas altas hasta la rodilla, pantalones toscos y una larga túnica de cuero ceñida a la cintura. Había un tajo color rojo oxidado en el medio de su pecho. Su cabello era largo, ondulado y dorado, y sus ojos eran verdes vibrantes.

Caminé hacia él, el miedo dando vueltas en mi corazón, apretándolo, apretando mis pulmones hasta que fui prácticamente incapaz de inspirar el aire. Estaba feliz de verlo vivo—pero sabía que él era un presagio de la muerte.

Cuando llegué hasta él, puso sus manos en mis brazos, se inclinó hacia delante y presionó sus labios contra mi frente. Un acto tan simple, pero tan íntimo. Un cariño precioso que hacía que mi pecho doliera con sentimiento. Cerré mis ojos y saboreé el momento mientras un trueno retumbaba por toda la meseta, sacudiendo el suelo nuevamente.

Repentinamente, Ethan levantó su cabeza y miró con recelo alrededor.

Cuando volvió a mirarme, comenzó a hablar, sus palabras fluyendo en un idioma melodioso que sonaba como si proviniera de un tiempo y lugar muy lejano.

Sacudí mi cabeza. “No puedo entenderte.”

Su expresión se endureció, una línea de preocupación arrugando su frente, las palabras saliendo más rápidamente a medida que trataba de terminar su punto.

Pero la velocidad no ayudó.

“Ethan, no sé que estás diciendo. Puedes hablar Inglés?”

Con pánico en sus ojos, miró sobre su hombro, luego agarró mi brazo y señaló detrás de él.

Una baja y gruesa tormenta se acercaba a nosotros, el viento comenzando a aumentar mientras la temperatura bajaba.

“Veo la tormenta,” le dije sobre el viento creciente. “Pero no puedo detenerla.”

Ethan gritó algo, pero las palabras se perdieron con el aullido del viento. Comenzó a caminar hacia las nubes de tormenta, agarrando mi brazo en un intento de llevarme con él.

Pero me resistí, tirando hacia atrás. “Ese es la dirección equivocada. No podemos entrar en la tormenta!” Él era insistente pero también lo era yo. Segura de que seríamos arrancados de la meseta y lanzados al mar si no buscábamos refugio, comencé a correr lejos de la pared de nubes… y de él. Pero no pude evitar mirarlo una última vez. Estaba congelado de pie en la llanura, su cabello batido por el vendaval.

Antes de que pudiera alcanzarlo, la tormenta llego hasta nosotros y estalló, el viento levantándome de mis pies, la presión succionando el aire de mis pulmones. La lluvia vino cuando caí sobre mis rodillas, soplando hacia los costados y convirtiendo el paisaje en gris, el viento aullando en mis oídos. Ethan, desapareció en la embestida, dejando solamente el eco de su voz en el viento.

“Merit!”

Desperté sobresaltada, bañada en sudor, en busca de aire con el sonido de su voz en mis oídos.

Las lágrimas caían de mis ojos mientras apartaba el cerquillo empapado de mi frente, y frotaba las manos por mi rostro, tratando de enlentecer la carrera febril de mi corazón.

Mi primer sueño de Ethan había sido milagroso; nos bañamos con el sol—un taboo para los vampiros. Y yo había disfrutado ese último recuerdo de él. Pero ésta era la sexta pesadilla en los dos meses desde su muerte. Cada uno era más fuerte y más real que el último, y el despertar era como emerger de un túnel de pánico, con el pecho comprimido en un nudo.

En cada pesadilla éramos lanzados a alguna crisis, pero el final era siempre el mismo—él siempre era llevado lejos de mí. Cada vez me despertaba con su voz en mis oídos, gritando mi nombre con pánico.

Dejé caer mi frente sobre mis rodillas, el dolor golpeando mi corazón como un timbal. La impotencia de la pérdida me abrumaba. No sólo por la pérdida de Ethan, sino también por la frustración—el cansancio—de ser visitada una y otra vez por un fantasma que no me dejaría ir. Lágrimas caían, y yo las dejaba, deseando que el escozor de la sal borrara el dolor.

Extrañaba su voz. Su olor. La vista de él.

Y era probablemente debido a eso que estaba atrapada en un ciclo que me mantenía soñando con Ethan—mirándolo morir una y otra y otra vez. El dolor se había convertido en un vacío del que no podía salir.

Cuando mi corazón se enlenteció, me senté nuevamente y con la manga de la camiseta limpié las lágrimas de mi rostro. Agarré el celular de la mesita de luz y llamé a la única persona que podía calmarme.

“Mierda sobre pan tostado,” Mallory contestó sobre el bajo retumbar de la voz de un hombre. “Estoy descansando del estudio, con Catcher desnudo y Barry White en el equipo de música. Sabes que raramente tomo descansos?”

Mallory era una hechicera identificada tardíamente y en entrenamiento. Acaba de terminar su aprendizaje con un lindo chico del tipo vecinito llamado Simon y había estado preparando sus “finales” por semanas. Simon parecía agradable en los cinco minutos que estuve con él en la misma habitación, pero a Catcher definitivamente no le gustaba. Eso probablemente tenía que ver con el hecho de que Simon era un miembro de la Unión de Hechiceros y Brujos Amalgamados (llamada eufemísticamente como “la Orden”), una organización que había borrado a Catcher de sus listas.

Su voz sonaba irritada, y yo sabía que estaba súper estresada esta semana, pero la necesitaba así que presioné. “Tuve otro sueño.”

Hubo otro momento de silencio antes de que gritara. “Cinco minutos, Catch.”

Oí un quejido, y luego la habitación quedó en silencio.”

“Cuántos van?” preguntó.

“Seis. Tuve dos esta semana.”

“Qué recuerdas?”

Mal me cuestionaba cada vez que tenía un sueño—su mórbida curiosidad y amor por lo oculto combinadas en un interrogatorio post muerte. Obligada le di los detalles.

“Prácticamente sólo el final, como siempre. Ethan estaba vestido como un antiguo guerrero. Había una tormenta avanzando, y él estaba tratando de advertirme, pero creo que estaba hablando en sueco.”

“Sueco? Por qué en el nombre de Dios estaría hablando en sueco? Y cómo sabes como suena el sueco?”

“Él era de Suecia. Originalmente, quiero decir. Y no, no tengo idea. Por el Internet, supongo. De todos modos, estaba tratando de llevarme hacia la tormenta. Y yo estaba tratando de alejarme de ella.”

“Suena como lo más sensato. Y luego qué?”

“La tormenta nos golpeó. No lo vi más y desperté cuando estaba gritando mi nombre.”

“Bueno, el simbolismo es bastante obvio,” ella dijo. “Estás con Ethan, y luego son separados por algún tipo de calamidad. Bastante parecido a la vida real.”

Hice un vago sonido de acuerdo y coloqué las piernas debajo de mí. “Eso es cierto, supongo.”

“Por supuesto que lo es. Por otra parte, los sueños no son simplemente sueños. Siempre hay algo más sucediendo. Los viajes de la mente. Los escapes del alma. Lo dije antes y lo diré de nuevo—tú y Ethan tenían una especie de conexión, Mer. No exactamente una conexión saludable, pero una conexión, al fin y al cabo.”

“Entonces qué? Estoy visitando a su fantasma en mis sueños?”

Ella rió sin alegría. “Te extrañaría que Darth Sullivan encontrara una manera para perseguiste después de muerto? Él probablemente esté celebrando reuniones de personal en el más allá. Ofreciendo evaluaciones de rendimientos. Emitiendo dictámenes.”

“Ese era el tipo de cosas que amaba.”

Mal quedó en silencio por un segundo. “Mira,” ella dijo. “Tal vez estemos pensando sobre esto del modo equivocado. Es decir—estamos hablando sobre qué significa y cuán a menudo sucede. Pero me has llamado qué, media docena de veces para hablar sobre esto? Quizás debamos comenzar a hablar sobre cómo hacer que se detengan.”

No estaba segura por su tono de voz si estaba expresando preocupación por mi estado mental—o irritación por haberlo estado compartiendo con ella.

Dejé pasar el mal humor ya que ella estaba estresada, pero me prometí a mi misma un buen interrogatorio cuando todo hubiera acabado.

En cuanto a su plan, no estaba exactamente emocionada sobre él. Patético como sonaba, al menos en mis sueños Ethan estaba vivo. Él era real. No tenía fotografías de él, y muy pocos recuerdos. Incluso mis recuerdos suyos estando despierta eran borrosos—desdibujaban las líneas de su rostro. Era como si fuera una débil estrella en el horizonte—tratar de centrarte en la imagen solamente la hacía aún más borrosa.

Pero en mis sueños… él estaba siempre allí, siempre claro.

“No creo que haya ninguna razón para hacer eso.”

“Sí la hay si tus sueños se convierten en un substituto de la vida real.”

Eso dolió, pero entendí su punto. “Ellos no lo harán. Estos no son ese tipo de sueños. Es sólo—me hacen sentir más cerca de él.” Con el costo, por supuesto, de tener sudorosas noches de terror.

“Bueno, si sucede de nuevo, tendrás que hablar con Catcher en cambio. Los exámenes están por comenzar.”

“Ahora?” Le pregunté. “Pensé que todavía tenías una semana más.”

“Simon quería añadir un ‘elemento inesperado,’” Mallory dijo, y no pude evitar oír las citas en su voz. “El examen se divide en fases. Me pondrá en alguna situación y yo debo resolverla. Iré a casa y haré algo en mi laboratorio químico, y luego de regreso a las calles para la segunda ronda. Me hará preguntas sobre las Llaves, y las usaré para resolver el problema. Limpie y repita. Será un gran, gran asunto.”

Las Llaves eran las cuatro divisiones de magia, que los hechiceros visualizaron dividiendo a un círculo en cuatro cuadrantes. Era aparentemente tan importante para los hechiceros que Catcher tenía las cuatro Llaves tatuadas en su estómago.

“Bueno, si no puedes estar a mi entera disposición,” dije tratando de aligerar el ambiente, “crees que Catcher usaría una peluca azul mientras tanto?”

El anteriormente cabello rubio de Mallory era ahora un llamativo azul brillante. Era lacio y llegaba a un par de pulgadas debajo de sus hombros.

“Probablemente no. Pero podrías amenzarlo con desconectar su cable. Así fue como conseguí que pintara los armarios de la cocina.”

“Cómo está el Sr. Chick Flick?”

“Inifinitamente feliz por no saber que lo llamas de ese modo.”

Sea como fuere, Catcher era adicto. Si había una película de la pantalla chica, actuada por una mujer oprimida, sobrellevándola sola, él la veía. Era una fijación extraña para un hechicero gruñón y musculoso con una predilección por las espadas y el sarcasmo, pero Mallory lo toleraba y yo suponía que eso era todo lo que realmente importaba.

“Lo llamo como lo veo. Quieres arreglar una cena-descanso? Tal vez sushi?”

“Los descansos no se encuentran en mi agenda en este momento. Tengo un montón de cosas en las que concentrarme. Pero podrías considerar no acaparar las tortas dulces justo antes de irte a dormir.”

“No tengo idea de lo que hablas.”

“Mentirosa,” me acusó, pero no tuve la necesidad de mentir. Mi buscador de personas de la Casa Cadogan—una necesidad guardiana—vibró en mi mesita de noche. Me incliné sobre él y lo agarré. SALÓN DE OP, leí. LMPP (lo más pronto posible).

Desafortunadamente, “LMPP” se traducía de una sóla manera en la Casa Cadogan estos días: “Es tiempo de otra reunión.” Una vez más, con sentimiento: otra reunión. Kelley, nuestra nueva capitana de los guardias, era una fan de las reuniones.

“Mal,” dije, saltando de la cama. “Tengo que irme. Es tiempo de jugar a la Centinela. Buena suerte con tus exámenes.”

Mallory hizo un ruido susceptible. “La suerte no tiene mucho que ver. Pero dulces sueños para ti.”

Colgué el teléfono, nada emocionada sobre nuestra conversación, pero consciente de que tenía que elegir mis batallas. Había hecho un muy mal trabajo en contener a Mallory cuando descubrió que era una bruja, debido a que estaba hundida en el drama de ser un vampiro Novato en ese momento. Necesitaba apoyarla, incluso si no era el lugar más cómodo en el que estar. Este no era el momento de ser sarcástica. Ella me había ayudado cuando la necesité; era tiempo de devolverle el favor.

Además—ambas teníamos otras batallas que librar.


Luc se tomaba su trabajo muy seriamente, pero también tenía un buen sentido del humor. Él trajo a la Sala de Operaciones una camadería bromista, junto al gusto por el jean, las malas palabras y la carne. Luc era un gran estratega y un gran buen hombre. Estaba perfectamente de acuerdo con esas cualidades.

Kelley, su remplazo, era inteligente, experimentada y habilidosa… pero ella no era Luc—con las botas de vaquero y todo lo demás. Cuando aceptó el puesto se cortó su sedoso y oscuro cabello, corto pero elegante. Su cabello era todo negocio, y también lo fueron los guardias de la Casa Cadogan. Nuestro horario se volvió más justo y nuestras reuniones más formales. Programó entrenamientos priavados y nos obligó a hacer reportes al final de nuestros turnos.

Prácticamente todo en la Sala de Operaciones se había vuelto virtual, y los pocos papeles que quedaban fueron organizados por colores, alfabetizados y estudiados. Teníamos tarjetas de horarios y carteles con nombres, y debíamos usar los últimos durante nuestros patrullajes nocturnos por los terrenos de la Casa con el fin de “relaciones públicas.”

“Parte de mantener una Casa segura,” Kelly dijo, “consiste en inculcar un sentido de confianza en el barrio. Si ellos conocen quienes somos, entonces estarán menos inclinados a la violencia.”

No es que no estuviera de acuerdo. Es sólo que—carteles con nombres? En serio?
Pero mientras que pensaba que la idea era ridícula, no le di voz a la objeción. Cuando Ethan había sido Maestro, antes de que me necesitara en el cuerpo de guardias, había pasado la mayor parte de mi tiempo en asignaciones especiales con él. Ahora que no estaba, Kelley era mi jefa y mi principal punto de contacto para la Casa.

Ella era mi jefa, así que no recibiría argumentos sobre carteles con nombres de mi parte. Además, ahora era tiempo de solidaridad, carteles con nombres o no.

Ya habíamos tenido suficientes conmociones últimamente.

Sorprendentemente, cuando llegué después de bañarme y vestida en mi uniforme de Cadogan—un entallado traje negro—la Sala de Operaciones estaba libre de reuniones.

Lindsey y Juliet estaban sentadas en dos estaciones de computadoras, mientras que Kelley estaba de pie detrás de la mesa de conferencias, con un celular en la mano y los ojos en la pantalla.

“Qué sucede?” Pregunté.

Sin una palabra, Kelley volteó su cellular y lo lanzó hacia mí. Una foto llenaba la pantalla—o lo que yo asumí que era una foto ya que la pantalla estaba completamente negra y no podía ver nada.

“No entiendo.”

“Ese es el Lago Michigan.”

Fruncí el ceño, tratando de averiguar que había pasado por alto. El Lago Michigan compuesto por la frontera este de la ciudad. Ya que nosotros nos despertamos únicamente a la noche, el lago estaba siempre oscuro para el momento en que lo hacíamos.

Así que no entendía cuál era el problema.

“Lo siento,” le dije disculpándome, “pero todavía no entiendo.”

Kelley tomó el teléfono, apretó algunos botones y me lo enseñó nuevamente. Esta vez mostraba una foto de un vaso lleno de agua completamente negra.

“Esa agua es del Lago Michigan,” ella explicó antes de que pudiera preguntar. “Internet está enloqueciendo. Dos horas atrás, el Lago Michigan se volvió completamente negro.”

“Y eso no es todo,” Lindsey agregó, luego giró en su silla para enfrentarnos. “Lo mismo sucedió con el Río de Chicago, por lo menos en cuanto a los límites de la ciudad. Ambos se volvieron negros, y ya no se mueven.”

Me esforcé para entender lo que me estaban diciendo. Quiero decir, entendía el sentido literal de las palabras, pero no tenían sentido. “Cómo pueden haberse detenido?”

“No estamos seguras,” Kelley dijo, “pero presentimos que esto puede estar relacionado.” Cambió la pantalla a una tercera imagen. Mostraba una pequeña pero pechugona mujer con largo cabello rojo y un muy pequeño vestido verde. Estaba de pie en el puente sobre el río, con los brazos extendidos y los ojos cerrados.

Había visto a esa chica antes—a unas cuantas de ellas, en realidad. Lucía como una de las ninfas que dirigían las vías acuáticas de Chicago. Las conocí cuando mi abuelo, el mediador sobrenatural de la ciudad, las había ayudado a resolver una disputa.

“Una ninfa del río,” Concluí, inclinándome para mirar más de cerca la pantalla. “Pero qué le está haciendo al agua?”

“No estamos completamente seguras,” Kelley dijo. “Esta foto está rondando Internet al igual que la otra del agua. Basándonos en la hora de la foto, el lago se volvió negro pocos minutos después de que ella hizo eso—lo que sea que ‘eso’ fuera.”

Hice una mueca. “Esa no es una buena coincidencia.”

“No, no lo es,” Kelley estuvo de acuerdo. “Especialmente no cuando el alcalde está convencido de que somos la raíz de todo mal.”

El antiguo Alcalde Seth Tate había dejado su marca—al menos temporalmente—por mantenerse en la cima de la situación supernatural en Chicago y apoyando nuestra integración a la población humana.

Él había creado la oficina de mi abuelo, y cuando los vampiros salieron del closet, posicionó a Chicago como la frontera de las relaciones supernaturales en Estados Unidos.

La alcaldesa Kowalczyk no era el alcalde Tate, y ella definitivamente no estaba interesada en posicionarse a sí misma como amiga de los supernaturales. La campaña para su especial elección había sido corta, pero había dejado su opinión bastante en claro.

Chicago podría haber sido construída basada en el mecenazgo, pero bajo la administración de Kowalczyk, ese mecenazgo no se extendía a los vampiros o cambia-formas. No habría “tratamiento especial” para los supernaturales.

“Como si ya no fuéramos lo suficientemente populares,” murmuré. Cuando ella y Lindsey intercambiaron una mirada, supe que estaba en problemas.

“Qué?”

“Aquí está lo que pienso,” Kelley dijo. “Sé que el agua no es exactamente nuestro problema, especialmente si las ninfas están involucradas. Seriamente dudo que algún vampiro haya creado este problema y probablemente la oficina del Ombud esté trabajando en ello, cierto?”

“Es una clara posibilidad.”

“Pero nosotros somos la cara pública de los supernaturales,” Kelley dijo. “La gente nos conoce solamente a nosotros y a los cambia-formas y Gabe los está manteniendo en la parte baja. Si la gente comienza a enloquecer. ..”

“Nos culparán a nosotros,” terminé por ella. Repentinamente nerviosa, tiré del dobladillo de mi chaqueta. “Qué quieres que haga?”

“Contáctate con tu abuelo. Descubre que es lo que sabe, luego infórmanos. Mantén un ojo en lo que sucede, y haz lo que puedas para ayudar a la oficina del Ombud, preferentemente con tan poco drama político o participación política como sea posible.”

“Qué hay sobre ti? La Casa? Si estoy fuera, te faltará aún más gente.”

Ella sacudió su cabeza. “No habrá una Casa si la alcaldesa encuentra una razón para crucificarnos.” Luego su expresión se suavizó. “No pensé en preguntar—pero estarás bien haciendo esto? No has estado mucho fuera de la Casa desde...tú sabes.”

Desde Ethan, quiso decir.

La última vez que había dejado la Casa en una misión real, dos vampiros terminaron muertos, y solamente uno se lo merecía. Podía admitir que era tímida con las armas y la herida no sanaba, el miedo de que me equivocara y alguien más saliera herido todavía era fuerte. El hecho de que ya tenía un demérito en mi archivo por investigar a Celina y enojar al PG en el proceso no era alentador.

Luc había discutido el punto, recordándome que Ethan había sido estacado no porque yo fuera imprudente sino porque él había saltado frente a una vampiro drogadicta—y una estaca dirigida a mí.

Desafortunadamente, ese recordatorio no había hecho mucho para mitigar la culpa o para hacerme querer tratar de nuevo.

Kelley había sido paciente, dejándome trabajar alrededor de la Casa en vez de ser la Centinela fuera de ella. El arreglo se adecuaba al plan de Malik que consistía en mantenernos fuera del radar por un tiempo. Habíamos tenido más que drama suficiente en el último tiempo, receptor incluido.

Por otra parte...miré alrededor de la casi vacía Sala de Operaciones. Además de mi, Juliet y Lindsey eran las únicas flechas restantes en el carcaj de Kelley. Alguien tenía que asumir la tarea y yo era la única candidata que quedaba.

"Estaré bien," acepté. "Pondré a mi abuelo al día sobre la foto en caso de que no lo sepan aún, y lo haré ahora."

Hubo un alivio evidente en la expresión de Kelley, pero no duró mucho. "Odio enviarte fuera solo, y sé que estás acostumbrada a trabajar con Eth—con un compañero. Desafortunadamente, no podemos prescindir de nadie. Tendrás que ocuparte de esto tu sola."

Había anticipado eso, y tenía una estrategia guardada en mi bolsilllo trasero.

"En realidad, conocí a Jonah, el capitán de los guardias Grey, la noche del fiasco en el Temple Bar." Larga historia corta, vampiros Cadogan drogados habían causado un revuelo que llamó ampliamente la atención de la ciudad. Jonah había dejado la Casa Grey para chequear la pelea, y esa fue nuestra primer reunión falsa. "Ya que estamos cortos de personal, y este no es un problema específicamente de Cadogan, podría ver si él puede prescindir de un guardia."

Por supuesto que prescindiría de un guardia—él mismo.

"Oh," dijo Kelley. "Esa es una buena idea. No la había considerado, pero definitivamente tiene un mérito. Sin juego de palabras."

Sonreí educadamente, pero atrapé la expresión nada dismulada de curiosidad de Lindsey. Definitivamente tendría preguntas sobre Jonah luego.

"Hazlo," dijo Kelley. "Ve al lago y descubre qué demonio está sucediendo allí—y qué necesitamos hacer con ello."

Prometí que lo haría. A pesar de la reticencia, para eso estaban las Centinelas.

Con una misión en mente, regresé a mi habitación en la segunda planta y me cambié a mis pantalones de cuero y chaqueta, con una remera gris debajo, me coloqué las botas y enganché el beeper. Ya llevaba mi medalla de oro de la Casa—la tarjeta oficial de membresía de la mayoría de las Casas vampiras de América.

Desenvainé mi katana, el arma oficial de los vampiros del PG, y comprobé sus bordes. Era filosa y todavía inmaculada de su última limpieza con papel de arroz.

Abrí el primer cajón de mi cómoda, donde una daga de doble filo descansaba sobre camisetas dobladas, demasiado finas para el otoño en Chicago. No era un lugar exactamente glamuroso para un arma, pero era uno íntimo y parecía adecuado las circunstancias.

Una daga era tradicionalmente presentada a la Centinela de la Casa por su Maestro; la mayoría de las Casas de América no tienen a una Centinela desde hace tiempo, así que Ethan nombrándome como tal—y dándome la daga—era una tradición olvidada.

El arma brillaba como cromo; el mago era perleado y sedoso, suave al tacto. Y al final del mango había un disco de oro que combinaba con mi medalla Cadogan, inscripta con mi posición.

La levanté y pasé el pulgar sobre las protuberancias creadas por el grabado. Era uno de los pocos recuerdos físicos que tenía de Ethan, junto con la medalla y una pelota de baseball firmada de los Cub que me dio para reemplazar la que yo había perdido. Era una cosa muy extraña—estar en una Casa rodeada por vampiros que él hizo y por la decoración que eligió, tener sueños vibrantes y recuerdos suyos, haber estado en el borde de una relación cuando lo mataron—pero tener tan pocos recuerdos de nuestro tiempo juntos.

Podría ser inmortal, mi vida era eterna en teoría, pero no tenía más control sobre el pasaje del tiempo que cualquier mortal. Suponía que mis recuerdos se desvanecerían en algún momento, así que saboreé los recordatorios tangibles de quién había sido.

Kelley me había dado tiempo de luto, pero era tiempo de regresar a trabjar. Presioné mis labios sobre el grabado, luego deslicé la daga dentro de la bota. Até mi cabello en una cola de caballo alta y agarré mi celular, marando el número de Jonah.

“El Lago Michigan?” Contestó.

“Sip. Te molestaría ser el respaldo de una Centinela esta noche?”

Jonah hizo un sonido sarcástico. “Soy el vampiro más sabio y mayor. Eso te hace a ti un respaldo.”

“Soy mejor con una katana.”

“Eso está por verse. Y yo tengo más títulos.”

Él tenía razón; me había vencido en eso. Mi cambio a vampiro habìa interrumpido mis propios estudios terciarios; Jonah había conseguido cuatro títulos incluso con sus colmillos. Yo era lo suficientemente mujer para admitir que sentía cierta envidia académica.

“Bien,” dije, poniendo mis ojos en blanco. “Nadie es el respaldo. Igualdad de derechos, etcétera. Dónde nos encontramos?”

“Tengo un amigo con un bote, pero ya está en dique seco por la temporada. Navy Pier. En media hora. Oh—y Centinela?”

“Sí?”

“Si el portó está cerrado, recuerda que eres lo suficientemente fuerte para escalarlo.”

Excelente, ahora podía agregar “allanamiento de morada” a la sección de habilidades de mi curriculum.

Con la daga en la bota y en la mano, me dirigí por la escalera principal de la Casa a la primer planta—y unos metros más cerca de mi frío coche.

Estaba en el vestíbulo con las llaves en la mano, cuando Luc y Lindsey bajaron sosteniéndose las manos, ambos luciendo enamorados. Su floreciente relación no hacía que mi propio dolor fuera más facil de soportar, pero actuando como una inocente optimista, al menos algo bueno había surgido de la pérdida de Ethan.

“Centinela,” Luc dijo. “Te diriges a comprobar este problema del agua?”

“Sí.”

“Primera vez en las calles en un tiempo.”

“Pimer misión relacionada con la Casa en un tiempo, en realidad.”

“Estás nerviosa?”

Pensé mi respuesta por unos cuantos segundos. “No tan nerviosa como incómoda. Sé que Ethan no era alguien fácil con quien estar a veces. Era un maestro duro, y habían días en los que me sentía como un trozo de arcilla que estaba tratando de moldear en algo más.”

“Como que todo los viajes eran un punto de enseñanza?”

“Como eso, sí,” dije asintiendo. “Pero creo que estaba entendiéndome. Aprendiendo quien era yo, y aprendiendo que podía ser de ayuda para la Casa por cuenta propia y sin modificaciones.” Sonreí un poco a pesar de mí misma. “Él era un gran y pretencioso dolor en el trasero. Pero era mi dolor en el trasero, sabes? Y esta noche, no estaré con él. Eso definitivamente se siente extraño.”

Sin previo aviso, Luc avanzó y me arrastró en un gran abrazo de oso destrozahuesos. “Tú puedes hacerlo, Centinela.”

Contuve mi respiración y lo golpeé en la espalda hasta que me liberó. “Gracias, Luc. Aprecio eso.”

“Tienes apoyo?” Lindsey preguntó.

“Jonah—el capitán de los guardias de Grey—se ofreció a participar. Nos encontraremos en el centro. Y siempre puedo llamar a mi abuelo, por supuesto.”

Luc puso un brazo sobre los hombros de Lindsey. “Sabes que estamos aquí para ti, por supuesto.”

“Lo sé. Ustedes dos son mis vampiros favoritos.”

“Apenas toleras a la mayoría de los vampiros,” Lindsey dijo guiñando. “Así que no estoy segura de que eso signifique mucho.”

Le saqué la lengua pero hice un gesto hacia la puerta. “Quieres acompañarme fuera?”

“Por supuesto. Me dirijo a hacer un recorrido por el terreno de todos modos.” Se inclinó sobre Luc y lo besó en la mejilla. “Te buscaré después del turno.”

“Tú lo sabes, Rubiecita,” Dijo. Le dio una palmada en el trasero por si acaso, luego me ofreció un saludo. “Bon chance, Centinela.”

Lindsey tomó mi mano y prácticamente me arrastró a la puerta. Pero logró esperar hasta que estuvimos afuera sobre la acera para comenzar el interrogatorio.

“Así que, estás pasando tiempo con Jonah de nuevo?”

“De nuevoo?” Pregunté en voz alta, no queriendo responder antes de saber cuánto sabía ella.

“Cariño, dame algo de crédito. He estado viva un largo tiempo, y soy una de las mejores guardias que la Casa tiene para ofrecer.”

“Es un pequeño grupo,” bufé, pero me golpeó en el hombro.

“Concéntrate. Estoy bastante segura de que él es la razón por la que tú estabas un poco resplandeciente anoche.”

“No estaba resplandeciente.” Había estado resplandeciente? Y cómo sabía ella que había visto a Jonah? Cuando me había vuelto un tema de conversación en la Casa?

“Estabas resplandeciente.” Colocó una mano en mi brazo. “Y eso está bien. Está bien que tengas un amigo, o un amante…?”

Realmente había esperanza en su voz; decidí no tomar eso como un cumplido.

“Él es un amigo. Un colega. Solamente un colega.”

“Él sabe eso?” Al ver mis cejas levantadas, sacudió su cabeza. “Quiero decir, Merti, que por lo que oí, el chico está pasando tiempo contigo. Llámalo trabajo o lo que sea, pero los chicos no invierten tiempo si no están interesados.”

“Confía en mi,” dije. “Esto es negocios.” Incluso aunque estuviera vagamente interesado, Jonah todavía era mi reclutador de ka GR. Tenía interés en mantenerme a salvo.

“Se mantendrá de ese modo?”

Aparté la vista, avergonzada por la pregunta. Ethan había muerto hacia solo dos meses. Sabía que Lindsey queria verme regresar a la vida, pero el pensamiento de salir con alguien parecía apresurado, una falta de respeto a la memoria de Ethan.

“No estás lista para hablar sobre ello, no es cierto?”

“Qué respuesta creerás?”

Lindsey suspiró y envolvió un brazo alrededor de mis hombros. “Sabes lo que necesitamos? Necesitamos endurecerte un poco. Endurecer tus bordes. Encontrarás que ser un vampiro sin corazón es malditamente más fácil cuando el sol no está.”

“Claro,” dije sin entusiasmo, haciendo girar mis dedos. “Lo estoy ansiando.”

“Deberías. Obtendrás una tarjeta de membresía y una suscripción de por vida en Vampiros Sin Corazón.”

“Viene con una bolsa gratis?”

“Y una tostadora.” Señaló hacia la parte trasera de la Casa. “Iré a trabajar y a dar un vistazo alrededor del terreno. Buena suerte esta noche.”

Si solo fuera una cuestión de suerte.


CAPÍTULO TRES

MUERTO EN EL AGUA


Algunos aspectos de esta ciudad eran espectaculares. Un crucero por el río al atardecer. El Museo Field en un día lluvioso. El Campo Wringley prácticamente en cualquier momento. Habían incluso treinta cursos de gastronomía molecular, si estabas interesado en ella (no, gracias), o los caramelos red-hots, si te gustaban (sí, por favor!). Otras partes eran menos fabulosas. Los inviernos en Chicago tenían todo el encanto de una tarde en la cama a las siete a.m. La política era un desastre inflamable. Y luego estaba quizás la más grande ironía de todo:

A pesar del transporte público, a pesar del tráfico, a pesar de la construcción, a pesar del fiasco que era el aparcamiento en la calle, la mayoría de nosotros teníamos autos. Incluso el estacionamiento residencial requería de un permiso y ni hablar de dinero.

Debido a que el estacionamiento era generalmente un desastre, estaba preparada para mensajear a Jonah y avisarle que me tomaría una hora encontrarlo en Navy Pier—veinte minutos para llegar y cuarenta minutos para encontrar un lugar donde estacionar y hacer la caminata.

Afortunadamente, aunque Chicago era una ciudad ocupada a cualquier hora del día, lo era un poco menos en las horas que los vampiros deambulaban. Los negocios en el Loop estaban llegando a su fin mientras buscaba un lugar donde estacionar, así que encontré un lugar en la calle y fui corriendo hasta la entrada del muelle, una mano en mi espada para evitar que rebotara contra mi costado.

Había evitado el Lake Shore Drive, pensando que estaría inundado con curiosos. Por lo tanto, no obtuve un vistazo del agua hasta que me acerqué a Navy Pier. Mi primer mirada podría haber sido retrasada pero eso no amortiguó el impacto. Seguro, el lago de noche siempre había sido oscuro. Algunas veces, era tan oscuro que parecía que la orilla del lago era el precipicio del mundo, y que Chicago era el punto final antes del olvido. Pero podrías ser testigo de una ola blanca rompiendo o del destello de la luna en el agua, y sabías que el sol saldría y el lago aparecería de nuevo.

Pero este oscuro era algo completamente diferente. No había movimiento, ni vida, ni reflejo. No había olas y la luna se reflejaba en la manchada y negra superficie como si fuera un vacío lacado en la Tierra.

Y no sólo lucía extraño—se sentía extraño.

Los vampiros no eran criaturas mágicas por sí mismas. Éramos el resultado de una mutación genética que nos hacía un poco más poderosos que los humanos, pero con profundas debilidades—incluyendo estacas de álamo y la luz del sol. Pero podíamos sentir la magia a nuestro alrededor, usualmente un leve, picante y energizante zumbido en el aire.

Esta noche no era solamente una ausencia de magia—el lago se sentía en realidad, como un vacío mágico que chupó la magia que allí había con sus fauces. Podía sentir la magia más allá de mí, como un helado viento invernal que absorbe la humedad. La sensación era incómoda, una brisa irritante debajo de mi piel, y era aún más raro debido a que el aire estaba inmóvil.

“Quién puede convertir al Lago Michigan en una especie de disipador de magia?” Pregunté en voz baja.

“Esa parece ser la principal pregunta.”

Salté con las palabras, luego miré detrás de mí. Jonah usaba jeans, botas y una remera gris de manga larga que decía en el frente ESCUELA MEDIANOCHE. La escuela era falsa, una cubierta usada por los miembros de la GR para señalar su membresía en caso de que las cosas se torcieran.

Que usara una ahora probablemente no presagiaba nada bueno.

“Puedes sentirlo también?” Pregunté.

“Puedo ahora. No podía en la Casa. No me gusta,” agregó, escaneando el lago. “Pero caminemos por el muelle. Quiero acercarme al agua.”

Asentí y lo seguí, dándome cuenta que una multitud de personas se estaban moviendo hacia el lago. Supuse que todo el mundo quería echar un vistazo. Desafortunadamente, filas de ciudadanos de Chicago moviéndose en masa a través de la oscuridad se asemejaban incómodamente al estilo zombie. Me estremecí involuntariamente, y seguí a Jonah.

Tenía razón sobre el muelle. El portón de diez pies estaba cerrado. Después de esperar evitar a un par de guardias que pasaban por allí, saltó por encima de la valla con un mínimo esfuerzo. Regresó su mirada a mí e hizo una seña con la mano.

Yo había saltado una verja antes, pero no estaba emocionada por tratar nuevamente frente a esta audiencia en particular. Mis nervios se intensificaron, dejé salir una respiración, retrocedí unos cuantos metros y salté. Lo hicé unos cuantos metros por encima pero justo cuando pasé las piernas por un lado, me vi atrapada en una maraña de postes y bolsillos.

Con los brazos y piernas dobladas, golpeé el suelo con el trasero, magullando ambos, mi trasero y mi orgullo.

“Tanto para caer con gracia,” Jonah bufó, ofreciéndome una mano. Gruñí unos cuantos comentarios específicos pero tomé su mano y dejé que me levantara.

Me pusé de pie y limpié el polvo de mi trasero. “Puedo escalar una verja. Lo he hecho antes.”

“Entonces cuál fue el problema?”

El público, pensé, pero mantuve el pensamiento para mí. “Los nervios, supongo.”

Jonah asintió. “Para verdaderamente utilizar tus habilidades, deberás dejar ir a tus preconcepciones humanas y confiar en tu cuerpo.”

Antes de que pudiera hacer una respuesta ágil, Jonah agarró mi mano y me llevó alrededor de la esquina de un edificio justo antes de que un guardia pasara, su walkie-talkie zumbando con conversaciones sobre el lago.

Cuando pasó, Jonah se asomó por la esquina. “Se ha ido. Vamos.”

Nos dirigimos por el muelle en la dirección opuesta. Estaba desierto, las taquillas, los restaurantes, las tiendas de aperitivas cerradas por la noche, los barcos de excursión en el dique seco por el invierno. Bordeamos los edificios para mantener un perfil bajo y corrimos la longitud del muelle—casi una milla—hasta el final.

Había un área abierta al final del muelle, así que comprobamos que no hubiera guardias y luego nos apresuramos más allá de las banderas que salpicaban el borde de concreto. Me arrodillé y observé el agua.

Tal como habíamos visto antes, el lago era negro y estaba absolutamente inmóvil. El agua lucía como una hoja de hielo negro, perfectamente congelada y plana. No tenía ningún olor, y estaba completamente silenciosa. No había signos de vida, y ningún sonido de ella, tampoco. Sin olas. Sin graznidos de gaviotas. El lago estaba extrañamente quieto y extrañamente silencioso.

También era extrañamente antimágico. El vacío era mayor aquí, como también lo era la sensación de que la magia estaba siendo arrastrada hacia el lago. Los ciudadanos de Chicago siempre han tenido una relación amor-odio con el lago. Acudíamos a él en el verano y lamentábamos los vientos helados que provenían de aquí en invierno. Pero las reacciones humanas a esto serían de diferente magnitud. Antes, los humanos nos temían por quienes éramos. Ahora, nos temerían por lo que podemos hacer.

No era la primera vez que deseaba que Ethan estuviera aquí, aunque sea solo para hacer una lluvia de ideas con él. Ya estaría en medio del territorio de estrategia, pensando la manera de evitar que los humanos culparan a los vampiros por lo que sea que estuviera sucediendo.

Miré detrás de mí y de regreso a Jonah. “Esto va a ser malo.”

“Eso es lo que pienso. Y estoy completamente en blanco. Cuatro títulos,” agregó, con una sonrisa maliciosa, “y todavía completamente en blanco.”

Como era de esperar, puse mis ojos en blanco. “Bueno, hagamos lo que podemos con lo que tenemos. Quizás podamos encontrar alguna pista sobre el origen.”

El primer paso en esa tarea, supuse, era bajar allí y obtener una idea del agua. Miré a mí alrededor y divisé una escalera de acceso que conducía al lago, luego busqué por el muelle algo para poder hundir. Después de todo, no había manera de que yo hudiera un dedo dentro un mágico agujero negro.

Después de unos cuantos segundos de búsqueda infructuosa, Jonah me entregó lo que parecía ser un palo de bengala.

“Turistas,” sugirió blandamente cuando lo miré con curiosidad.

“Probablemente,” Estuve de acuerdo. “Pero funcionará.” Desabroché mi katana y se la entregué a él, luego bajé por la escalera. Cuando estuve lo suficientemente cerca al agua, hundí la bengala en ella.

El agua era tan opaca que medio esperé que el palo rebotara en la supericie. En cambio, no ofreció ninguna resistencia. Cuando levanté la bengala del agua, no había ondas—las pocas gotas errantes de tinta regresaron al agua sin efecto.

“Estás viendo esto?” Pregunté, mirando al muelle.

“Sí, aunque todavía no tengo idea de que es.” Extendió una mano. “Sube. Me estás poniendo nervioso.”

Aviniendo, sacrifiqué la bengala en el lago y salté de regreso. Jonah me entregó mi katana y me la volví a colocar, nos quedamos allí de pie por un momento en silencio contemplando el agua.

“Para repasar,” dije, “tenemos un lago y aparentemente un río que se han vuelto negros, absorben magia y ya no obedecen las leyes de la física. Y eso es sólo lo que podemos ver. Podría haber más debajo de la superficie.”

“Las preguntas ahora son, ‘por qué’ y ‘cómo’.”

“Viste la foto de la ninfa del río sobre el puente? Lucía como si estuviera lanzando algún tipo de hechizo.”

“La ví,” dijo, “pero éste no puede ser un trabajo de las ninfas. Incluso si pelean unas contra otras, aman el agua. No harían nada para destruír el lago o el río.”

“No a propósito,” sugerí. “Pero como sabemos, hay formas en que las poblaciones supernaturales pueden ser controladas.” Después de todo, Tate había hecho V, una droga que hacía a los vampiros más agresivos y más sanguinarios que lo usual. La usó para controlar a Celina. Quizás él no había sido el único en la ciudad con el control sobrenatural en mente.”

“Eso es cierto,” Jonah dijo. “Pero si quieres controlar a una población, por qué a las ninfas? Ellas manejan los lagos y los ríos. Esa no es exactamente una gran magia. E incluso si ellas hayan sido señaladas, por qué matar el lago? Cuál es el punto?”

“Tal vez el punto era golpear a la ciudad,” sugerí. “Parte del agua de la ciudad proviene del lago, así que tal vez querían reducir el suministro de agua?”

“Deshidratarnos hasta la muerte?”

“O incitar disturbios.”

Nos quedamos en silencio por un momento.

“Entonces tenemos dos teorías,” dijo. “Esto tiene algo que ver con las ninfas, las cuales explicarán la foto, o esto tiene algo que ver con el lago. Desafortunadamente, ninguna de esas dos teorías nos dice algo realmente.”

“En verdad nos da al menos un lugar donde empezar.” Saqué mi celular. Había conocido a las ninfas antes, y conocía a dos personas que tenían una relación con ellas. Mi abuelo y Jeff Christopher, el empleado de mi abuelo. El chico tenía un don.

Convenientemente, Jeff contestó la llamada. “Dime, Merit.”

“Estamos en el lago. Lo has visto?”

“Sí. Estamos en el Puerto DuSable. Queríamos verlo por nosotros mismos. Y ahora que estamos aquí…” Se detuvo. “Es una locura, no es cierto?”

“Ni que lo digas. Alguna idea de cómo sucedió?”

“Hemos estado investigando, pero esto es completamente sin precedentes. Incluso Catcher está sorprendido, y Catcher no se sorprende con poca cosa.” Pude oír la preocupación en su voz, como un niño que por primera vez veía a sus padres confundidos. No envidiaba ese sentimiento.

“Jeff, hay una imagen flotando a través de la Internet de una ninfa de pie sobre el río, y luce como si estuviera lanzando un hechizo o algo. Es posible que estén involucradas—o que alguien quiera que pensemos que están involucradas?”

“Las ninfas no lanzan hechizos, así que lo que sea que estuviera haciendo, eso no era.”

“Así que tal vez fue trucada?”

“O un turista sacó la foto en el momento equivocado.”

“Esa es una posibilidad,” Estuve de acuerdo. “Pero de todos modos, pagaría por hablar con las ninfas y saber su perspectiva. Estamos en el Navy Pier. Podemos encontrarnos en algún lado?”

Hubo una pausa, probablemente mientras discutía logística con Catcher y mi abuelo.

“Te encontraremos frente al muelle,” dijo. “En diez minutos.”

Ese era tiempo suficiente para que Jonah y yo camináramos de regreso por el muelle… y con suerte sin ser atrapados por un guardia de seguridad.

“Estaremos allí,” le prometí, y nos dirigimos a tierra otra vez. Caminamos en silencio al punto de encuentro. No había señal de los guardias, quienes probablemente abandonaron sus recorridos para mirar el lago. Los problemas surgieron solamente después de que Jonah hubiera saltado la verja. Estaba a unos pocos pies detrás de él, preparándome mentalmente para hacer el salto otra vez. Para mi sorpresa, hice el salto con mucha más gracia y estaba de camino al suelo cuando los gritos comenzaron. El ruido fue suficiente para quebrar mi concentración. Perdí la compostura en el aire, y golpeé el suelo tropezando torpemente. Me tomó unos cuantos pasos, pero finalmente terminé sobre mis pies y comencé a explorar el terreno en busca de la fuente de los gritos.

Era más facil decirlo que hacerlo. El ruido se hizo eco extrañamente fuera de los edificios del muelle y de la Torre Lake Pointe, la torre en forma de trébol que estaba ubicada entre el Navy Pier y el resto de Streeterville.

Jonah se centró primero en el drama, señalando a un espacio verde frente al muelle. Una maraña de personas—tal vez una docena—estaban gritando en la noche tranquila. Por el cosquilleo en el aire—un cosquilleo que estaba siendo succionado dentro del vacío detrás de nosotros—estaba claro que el altercado era mágico.

Corrimos otra vez, y casi tropiezo con Jonah cuandos e detuvo abruptamente, con los ojos muy abiertos debido a la escena frente a él. Apenas logró balbucear una respuesta. “He visto fotos, pero nunca en persona. Ellas son—Wow. Hay tantas de ellas. Y son tan—con los vestidos y el cabello—”

Jonah estaba en lo cierto. Había tantas de ellas, y los vestidos y su cabello definitivamente las hacían notables. Eran pequeñas y con curvas, todas con largos cabellos, todas con vestidos cortos. Cada vestido era de un color diferente, correspondiente a la parte del Río Chicago del cual ellas eran responsables.

Una sóla ninfa—la pelirroja de la foto que Kelley me había mostrado—estaba rodeada por diez o doce más. Ellas estaban solamente gritándole obscenidades, pero lucían ansiosas por comenzar a golpearla.

Había visto antes ninfas del río pelear, y no me gustaba ninguna parte de ello. Usaban las uñas y tiraban de su cabello. Prefería mil veces una patada voladora a la cabeza.

“Esas son las ninfas del Río,” le dije a Jonah, luego lo empujé hacia delante. “Vamos.”

Llegamos al círculo de las ninfas en cuestión de segundos, pero no les pudo importar menos. Estaban demasiado ocupadas a criticar a la ninfa pelirroja en el medio del círculo. Y aunque pudieran ser pequeñas y lindas, femeninas y con las uñas arregladas, tenían unas pequeñas bocas viciosas. Incluso Jonah se estremeció cuando una ninfa rubia una comparación bastante poco halagadora entre la madre de la pelirroja y una perra.

“Eso no es propio de una dama,” murmuró.

“Bienvenido al mundo de las ninfas,” dije y avancé, del mismo modo en que vi a Jeff hacerlo una vez, “Señoritas, quizás podriamos calmarnos un poco?”

Ya sea porque estaban demasiado concentradas para notar la sugerencia o demasiado indiferentes para que les importara, me ignoraron. En un esfuerzo por acentuar su insulto con una amenaza física, el tacón aguja de una morocha quedó atascado en el césped, ella tropezó, pero el resto de las ninfas pensaron que el movimiento era una amenaza. Con chillidos agudos como de delfines y con los sonidos de tela rompiéndose y tacones pisoteando, el círculo entero estalló en violencia.

Desafortunadamente, me acerqué demasiado y quedé atrapada en el embrollo.

Me cubrí la cabeza con un brazo y me abrí paso hacia el medio del círculo, tratando de llegar hasta la pelirroja y sacarla del lío. Entorné los ojos para protegerme de las uñas voladoras y me estremecí ante la fuerza de los pequeños pero puntiagudos codos. Me había entrometido dentro de su pelea, por lo que dejarlas inconciente no era un movimiento políticamente viable. Pero tampoco perdería un ojo por una pelea de ninfas.

Justo cuando había conseguido poner una mano en el vestido de la pelirroja un taco me golpeó en una sien. Solté una maldición, cayendo sobre mis rodillas en el medio de la pelea mientras el dolor cantaba a través de mi cabeza. Cautelosamente toqué el lugar y aparté los dedos cubiertos de sangre.

Desafortunadamente, no era la única sangrando. Las ninfas se estaban rebanando unas a otras con uñas a la francesita y caros tacones, y cada corte provocaba que el aire se llenara con el olor astringente de la sangre de ninfas.

Como tenía el control de un vampiro bebé, sentí a mis colmillos descender y supuse que mis ojos—normalmente azules—se habían vuelto plateados por la sed de sangre.

Estaba considerando si arrastrarme hacia la seguridad o pararme y hacer otro intento de separar la nube de cuerpos cuando un agudo silbido partió el aire.

Todas dejaron de pelear. Las ninfas soltaron sus agarres y se voltearon hacia el sonido.

Jeff Christopher entró en el altercado como James Bond, con fría arrogancia y una confianza inquebrantable, y tenía la atención de hasta la última de ellas.

No estaba segura de si se debía a que era una cambia-formas, o porque era Jeff, pero esta era la segunda vez que lo veía intervenir con las ninfas, y no era menos impresionante aunque fuera la segunda vez. Jeff pasaba gran parte de su tiempo jugando a ser el compinche joven, delgado y Frisi de Catcher, pero no había duda de que se estaba convirtiendo en un gran hombre.

Jeff me tendió una mano y me ayudó a ponerme de pie, haciendo una mueca a lo que se sentía como un gran corte. “Te encuentras bien?” Preguntó.

“Estaré bien,” confirmé, deslizando la palma de mi mano por el hilillo de sangre. “Estaban metiéndose con la pelirroja. Me metí para sacarla, y ese fue el final. Estoy fuera. Tú dentro.”

“Ve a curarte,” dijo, su voz una octava más profunda que lo normal al actuar como el macho pacificador. “Yo me encargaré de esto.”

Perfectamente contenta con eso, me aparté del camino y me quedé quieta mientras Jonah presionaba un pañuelo de algodón en mi frente. Pero mantuve mis ojos en Jeff y las ninfas, ya que no había forma que me perdiera ver como trabajaba su magia.

Yo no era la única interesada en el espectáculo. Catcher atravesó el césped con mi abuelo detrás. Catcher, había nacido con una actitud hosca, aunque los músculos y los ojos verdes—y el hecho de que amaba y respetaba a mi mejor amiga en el mundo—usualmente compensaba eso. En su estilo común, Catcher llevaba una camiseta ceñida con la palabra LAMESAUCE escrita a través de ella en letras mayúsculas, pantalones oscuros sobre botas. Los gruesos lentes negros estilo Buddy Holly eran una desviación relativamente nueva, pero se los quitó.

Mi abuelo estaba vestido con un atuendo típico de un abuelo—pantalones de algodón y una camisa a cuadros debajo de una chaqueta de aspecto cómodo con elástico en las mangas y en la cintura. Su cara se arrugó con preocupación cuando me vio, pero la despedí con la mano.

“Te encuentras bien?” Preguntó.

“Lo estoy ahora que el salvador ha llegado.” Dije, haciendo un gesto hacia Jeff, quien tenía los brazos cruzados sobre su pecho y estaba mirando por turno a cada una de las ninfas. Se veían arrugadas y disgustadas—como si estuvieran avergozadas porque él las había visto luchar y porque no lucían lo mejor que podían. Unas cuantas de ellas esponjaron su cabello y enderezaron sus vestidos, aparentemente sin saber que Jeff estaba completamente enganchado con Fallon, una cambia-formas con una actitud y las habilidades que la respaldaban.

“Cuántas veces tengo que decirte que no te acerques demasiado?”

Levanté la vista hasta Catcher, quien me miraba con su típica combinación de entretenimiento e irritación, y le saqué la lengua. “Traté de ayudar. Estaban acechando a una de las chicas. Y conseguí un golpe en la cabeza.”

“Con un tacón,” Jonah amablemente agregó. “La golpearon en la cabeza con un taco.”

Sonreí ampliamente. “Oh, y este es Jonah,” le dije a mi abuelo. “El capitán de los guardias de la Casa Grey. Ya que estamos cortos de personal, se ofreció a darme un paseo. Jonah, él es mi abuelo y el Defensor del Pueblo, Chuck Merit, y él es Catcher Bell.” Ellos sabían quien era el otro, pero hice la presentación formal por si acaso.

Jonah y Catcher intercambiaron uno de esos gestos, ‘Es agradable conocerte, pero apenas voy a reconocer tu extistencia con un pequeño asentimiento porque esa es la cosa más varonil para hacer’.

Mi abuelo, en cambio, me miró con curiosidad.

“Merit, conozco a Jonah, obviamente.”

“Obciamente?” Pregunté, mirándolos a los dos.

Mi abuelo y Jonah intercambiaron una mirada que sugería que Jonah no había sido completamente sincero sobre su historia—o yo había olvidado algo importante.

Mi pecho se agitó un poco con la posibilidad que me golpeó, y señalé a Jonah. “Tu eres la fuente vampírica! El empleado vampiro secreto de mi abuelo.”

“No recuerdo ser un empleado secreto vampiro,” Jonah dijo lentamente, “y siento que hubiera recordado eso. “Seguramente hubiera visto un formulario de impuestos o algo.” Miró a mi abuelo. “Estás contratando?”

“No actualmente,” contestó él. “Y aunque es una suposición interesante, estás equivocada. No lo recuerdas?”

Fruncí el ceño. “Recordarlo? De dónde?”

Pero antes de que el misterio pudiera ser resuelto, se desarrollaron los acontecimientos en la población de las ninfas.

“Qué, en el nombre de Dios,” Jeff dijo, “las hizo pensar que pelear en el medio del Parque del Navy Pier era una buena idea? Es un lugar público! La ciudad apenas se mantiene unida, y ustedes están peleando como niños. Creen que esto ayudará a su causa?

Las ninfas parecían adecuadamente avergonzadas. Miré a mi alredeor, preguntándome qué pensaba la gente. Jonah y yo habíamos oído los gritos a unos cuantos metros de distancia, y dado el estado del río, nosotros no éramos los únicos fuera de casa.

Jeff las miró fijamente desde arriba como un general desconforme con sus tropas.

“Está bien,” dijo. “Cuéntenme.”

“Alanna nos maldijo,” proclamó una ninfa llamada Melaina, a quien conocí la última vez que las ninfas habían estado peleando. Ella señaló a la pelirroja. “Has visto su foto? Hemos sido maldecidas!”
“Entonces era magia?” Pregunté en voz alta. “Alanna hizo algún tipo de hechizo?” Aunque no me emocionaba la posibilidad de que las ninfas del Río estuvieran jugando al abracadabra con la ciudad, al menos nos daba una respuesta. Me gustaban las respuestas.

Alanna saltó hacia delante, su vestido verde apenas conteniendo sus bienes mientras se movía. “Yo no hice tal cosa!”

Jeffe me miró. “Melaina dice ‘malditas’ metafóriamente.”

Jonah se inclinó sobre mí. “Te lo dije,” susurró.

Levanté una mano, luego señalé a Alana. “Qué le estabas haciendo al río?”

Alanna cerró sus ojos, ahora llenos de lágrimas. “Estaba abrazándolo. Podía sentirlo cambiar, morir. Me necesitaba.”

Como entristecidas por el recuerdo, las ninfas comenzaron a cantar en voz baja con sus agudas voces, un lamento por el agua enferma.

A pesar de su dolor, no estaban dispuestas a perdonar a Alanna.

“Nos hizo quedar mal,” protestó la ninfa morocha. “Ella lo hizo lucir como si hubiéramos hecho gran magia mala. Y ahora la ciudad nos culpa por lo sucedido.”

“Quién tomó la foto?” Le pregunté a Alanna.

Ella se encogió de hombros. “No lo sé. Habían chicos humanos del otro lado del puente.” Ella sonrió un poco. “Dijeron que era linda.”

Y tienen la fotografía para probarlo, pensé.

“Duele ahora,” lloró una vestida de rojo con una perfecta manicura roja.

“Duele?” Preguntó Jeff.

“Podemos sentir la magia dejándonos,” dijo, frotando sus brazos como si se protegiera de un repentino escalofrío. “Algo está tomando la magia, y nos hace sentir… vacías.”

Ahora que lo mencionaba, las ninfas lucían un poco más cansadas que lo usual. Estaba oscuro en el parque, pero podía ver las débiles sombras debajo de sus ojos y la delgadez de sus rasgos.

“Puedes hacer algo sobre esto?” Preguntó Catcher. Él sacudió su cabeza.

“Hay magia trabajando aquí. No es del tipo que pueda controlar. Puedo trabajar con el universo,” agregó al ver mi expresión confundida. “Esto no es el universo. Es magia—la magia de alguien más—y eso está fuera de mi alcance.”

“Es magia que reconozcas?” Pregunté, agarrándome de lo que fuera. “Hay alguna firma en ella? Quizás un hechizo que hayas visto antes o un zumbido familiar? Algo?”

“No es familiar para mí. He visto el hechizo de préstamo ocasional. Es básicamente un modo de ‘prestarle’ a alguien más, magia. Pero en este hechizco, el vacío fluye desde quien lanzó el hechizco. Aquí, el lago es el vacío. Y no es como si el lago pudiera lanzar su propio hechizo.”

Ambos miramos el lago en silencio.

“Puedo sentir mi fuerza disminuyendo mientras estoy aquí de pie,” agregó en voz baja. “Supongo que bajó en un ochenta porciento? Pero no tengo una maldita idea de qué hacer al respecto.”

“Y si no solucionamos esto?” Le pregunté.

La mirada que me regresó no ofrecía mucha esperanza. “Supongo que es posible,” dijo en voz baja, “que la magia de las ninfas se disipe completamente y que pierdan su conexión con el agua por completo. Supongo que con más información podré estar más seguro, pero sólo pueden alejarse del agua por un tiempo.”

Catcher habló en voz baja, pero las ninfas debían haberlo oído. Hubo más llanto, y su dolor lo decía: Lo que sea que le haya sucedido al agua, estas chicas no eran responsables.

“Éstas son todas las ninfas?” Le pregunté a Catcher, quien hizo una rápida cuenta con la vista, luego asintió.

“Están todas aquí.”

“Ninguna de estas chicas hechizó el lago,” dije. “No con este tipo de tristeza. Realmente creo que podemos descartar la participación de las ninfas.”

“Estoy de acuerdo. Desafortunadamente, eso también nos conduce a un callejón sin salida,” Jonah dijo.

“Quizás no,” Sugerí, luego avancé. “Señoritas, está claro que ustedes no hirieron al río o al lago.” El canto se detuvo, reemplazado por un suave, satisfecho zumbido.

“Pero algo está sucediendo allí. Alguien ha convertido al lago en una aspiradora de magia. Quizás para herir al lago. Quizás para herir a la ciudad. Quizás para herirlas a ustedes. Si las ninfas del Río no están involucradas, saben quién puede estarlo?”

Una a una, las ninfas se detuvieron y me miraron, sus ojos estrechos con malicia.

“Lorelei,” dijo la ninfa rubia con una seria seguridad. “La sirena.”


Traducidos por Luu

FELIZ NAVIDAAAAAAAAAAAAD!

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