Drink Deep - Capítulo Ocho

CAPÍTULO OCHO
PEQUEÑA MISS SUNSHINE


Soñé en la oscuridad. Estaba en la cima del John Hancock del Centro de Chicago, el viento arremolinándose a mi alrededor. Una luna amarilla colgaba baja en el cielo, enorme como si se balanceara justo por encima del horizonte, como si fuera demasiado pesada para elevarse más alto.

Ethan estaba de pie detrás de mí en su Armani negro, su cabello dorado atado en su nuca, sus ojos verdes brillando. “Mira,” dijo. “Está desapareciendo.”

Seguí la dirección de su mano extendida y miré el cielo. La luna estaba más alto ahora—pequeña y blanca en el medio del cielo—y una porción creciente de ella se había vuelto negra.

“Un eclipse lunar,” dije observando como se arrastraba la sombra de la tierra sobre la luna. “Qué significa?”

“Oscuridad,” dijo Ethan. “Caos. Destrucción.” Me miró de nuevo y apretó mi mano hasta que dolió. “El mundo está cambiando. No sé cómo. No sé por qué. Todavía soy…débil. Tienes que encontrar la causa.”

Lo apacigüé, ofreciéndole una sonrisa. “No es nada. Sólo un eclipse. Pasan todo el tiempo.” Pero cuando miré de nuevo, la luna ya no estaba desapareciendo detrás de un círculo de sombra. El círculo se había transformado, sus bordes difuminándose en formas más parecidas a tentáculos que a la suave curva de la Tierra. Ellos ondulaban a través de luna como un monstruo hambriento intentando devorarla.

Mi pecho se apretó con pánico, y apreté la mano de Ethan tan fuerte como él había apretado la mía. “Es éste el final del mundo?” Le pregunté, incapaz de apartar la vista de las sombras danzantes.

Que no me contestara no me reconfortaba en lo absoluto.

Juntos, con los dedos unidos, observamos a la luna desaparecer detrás de la sombra monstruosa. Y mientras sucedía, un frío viento comenzó a soplar, la temperatura cayendo precipitadamente.

“Tienes que detener esto,” él dijo en el silencio.

“No sé cómo.”

“Entonces tienes que encontrar a alguien que sepa.”

Lo miré, allí a mi lado, con el cabello ondeando en el viento. Y a medida que el viento aumentaba, cada ráfaga más fuerte que la última, lo vi desaparecer detrás de la sombra del monstruo, hasta que nada de él quedó.

Hasta que quedé de pie sola en el frío viento debajo del cielo vacío.

No había otro sonido más que el del viento aullando en mis oídos, y Ethan gritando mi nombre.

“Merit!”

Mis ojos se abrieron bruscamente. Todavía estaba en la cama, caliente debajo de las mantas en mi frío cuarto.

Puse una almohada sobre mi cara y grité en ella, la frustración alterando tanto mis nervios que me sentía lista para romperme. Estos sueños me estaban matando.

Siempre fui fan de arrancar la bandita—lidiar con el dolor todo de una en vez de sufrir a muerte por miles de pinchazos. Estos sueños era ser torturada por miles de recuerdos: ver los ojos verdes de Ethan, su rostro, todo el tiempo sabiendo que Ethan en mis sueños era una débil representación del hombre que conocí.

Tal vez necesitaba dormir más. Más vegetales. Más ejercicio. Tal vez necesitaba más Mallory y menos vampiros, más Wicker Park y menos Hyde Park.

Sin importar la razón, necesitaba un cambio. Aparté las mantas y salté fuera de la cama, agarré una remera de manga larga y mis pantalones de yoga. Até mi cabello y me dirigí abajo por una sesión de entrenamiento tan larga y brutal como pudiera ser. Una sesión que, esperaba, quitara el dolor de mi interior.

Los vampiros tenían una larga historia de trabajo de artes marciales en un estilo que mezclaba arte de espadas, posturas defensivas, y ataques ofensivos. Los practicábamos en la sala de combate, un espacio gigante en el sótano que estaba equipado para el combate. Las paredes estaban cubiertas con paneles de madera y armas antiguas, y un tatami cubría el suelo.

Me quité las zapatillas que había agarrado para el viaje hasta el sótano y salté dentro de la estera. La habitación era grande y silenciosa, y me sentí extraña estando de pie allí sola. Había perdido a mi compañero de entrenamiento, Ethan, y no había entrenado con Catcher desde que Ethan había comenzado el trabajo a principios del año. Ocasionalmente, entrenaba con los guardias de la Casa, pero estábamos tan cortos de personal que las oportunidades de largos entrenamientos no sucedían muy a menudo.

El silencio, decidí rápidamente, no funcionaría esta noche. Había un sistema de sonido en una esquina de la habitación, y cambié a través de las estaciones hasta que encontré una furiosa canción alternativa (cortesía de Rage Against the Machine) y subí el volumen.

Y luego volví al medio de la estera, sacudí mis hombros, cerré los ojos y regresé al trabajo.

Las Katas eran los pilares de nuestras artes marciales, cortas combinaciones de puñetazos, golpes, patadas, etc. Únelos y tendrás una demostración de nuestras habilidades de aspecto bastante feroz. Con la música resonando a mis espaldas, usé golpes, giros y volteretas para sacar el dolor.

Los entrenamientos eran complicados. Algunos días eran más fáciles que otros. Algunos días te sentías tan ligera como el aire y otros días te sentías tan pesada como el plomo. Esta noche me encontraba en el medio. Moverse se sentía bien, pero podía sentir la picazón de la sed royendo bajo mi piel.

Luché contra ella. Una Centinela fuera de forma no le haría bien a nadie. Teniendo en cuenta los problemas en los que a menudo conseguía involucrarme, necesitaba asegurarme de que mis músculos estuviera en perfectas condiciones y que mis habilidades estuvieran afinadas.

Después de veinte minutos más o menos, la puerta se abrió y Luc entró. Aparté los mechones sudados de mi rostro.

“Oí la música por el pasillo,” dijo. “Haciendo algo de ejercicio?”

“cuando asentí, Luc caminó hasta el borde de la estera y bajó la vista al tatami. “Hay noches en las que parece más ausente que otras.”

El dolor en su voz trajo inmediatamente lágrimas a mis ojos. Aparté la vista para evitar que cayeran, pero no estuve en desacuerdo con la sensación que nos apretaba el corazón.

“Hay noches en las que el mundo está completamente torcido porque él se ha ido,” estuve de acuerdo.

Luc cruzó los brazos sobre su pecho y miró alrededor de la habitación a los objetos expuestos en las paredes. Asintió hacia un escudo que tenía imágenes de bellotas.

“Eso era de Ethan cuando estaba en Suecia.”

Hace más de cuatrocientos años atrás, Ethan había sido un soldado sueco, convertido en vampiro durante una feroz batalla.

“Es el escudo de armas de su familia?”

Luc asintió. “Eso creo. Fue un soldado valiente, al menos hasta que lo atraparon. Dos vidas en vez de una, supongo.” Río con amargura, luego regresó su vista al suelo, como si estuviera avergonzado por haber hecho un chiste. “Bueno, te dejaré hacer lo tuyo.”

“Todos lo extrañamos,” le aseguré.

Me miró nuevamente. “Lo sé Centinela.” Se volteó y caminó fuera, y yo me quedé en el medio del tatami, con los ojos cerrados, dejando que la música fluyera a través de mí. Tanto para escapar del dolor.

Una sesión de entrenamiento, una ducha caliente y una demasiada pequeña caja de Tipo A después, decidí que otra manera de salir de mi rutina era enfocarme en otra cosa que no fuera yo. Este caso, Mallory—quien estaba ahora en el medio de sus exámenes de aprendiz—parecía una opción bastante buena.

Cuando estuve vestida, conduje a una rara tienda de comida en el distrito comercial de Hyde Park y me llevé de allí una bolsa marrón de papel llena de golosinas. Una adorable vela. Una taza con una “M” escrita en ella. Algunas nueces mezcladas y fruta seca. Una botella de agua y unas cuantas barras de chocolate.

Seguro, el chocolate en sí mismo era innecesario; había dejado un cajón entero de la cocina lleno de chocolates en su casa cuando me mudé. Parecía poco probable que ya hubiera terminado con todo. Pero estas tenían tocino en ellas. Tocino, gente.

Con la bolsa con todas las chucherías en mano, coloqué las compras en la encimera.

Cuando el cajero me atendió, decidí entrevistar al público. “Así que, estás bastante cerca de la Casa Cadogan. Los vampiros vienen seguido?”

La registradora sonaba mientras pasaba las barras de chocolate frente al scanner. Sí, ocasionalmente.“

“Son tan malos como dicen?”

“Los vampiros? Nah. No son malos. Bastante agradables. Alguna de las chicas son agradables de mirar, sabes a lo que me refiero?” Sonrió ampliamente.

“Gracias,” dije entregándole algo de efectivo y agarrando mi bolsa. “Le diré que dijiste eso al resto de mis amigos en la Casa Cadogan.” Le guiñé y lo dejé en la tienda con las mejillas completamente coloradas.

Llegué a la casa de Mallory justo a tiempo para ver a su tutor, Simon, salir de la puerta frontal. Caminó por la acera con un paso alegre, lo cual combinaba bastante bien con su apariencia de vecinito de al lado. Su cabello rubio oscuro estaba muy recortado, sus ojos eran de un azul brillante. No era muy alto, pero lucía como el amigable y sociable chico que podría haber sido el presidente de la clase.

“Hola,” dijo, entrecerrando los ojos un poco. “Merit, cierto? Tú eres amiga de Mallory?”

“Sip,” levanté con cuidado el paquete. “Sólo vengo a traerle algunas cosas. Está en el medio de una prueba?”

“Oh, no. No esta noche. Sólo estudiando. Vine para ayudarla con una posición complicada.”

“Ya veo.” Mallory pensaba que Simon tenía una vibra extraña, y Catcher claramente no era su admirador. No tenía una mala sensación, pero sí me parecía extraño que estuviera enfocado en los exámenes de Mallory y no en el agua. Después de todo, él era el representante oficial de la Orden en Chicago.

“Qué piensa la Orden sobre los problemas con el lago y el río? Tienen alguna hipótesis?”

Él parpadeó, como si la pregunta no tuviera sentido. “El lago y el agua? Eso ya está solucionado ahora, no es cierto?”

“Sí, es cierto, pero todavía es raro, no crees?”

Miró nerviosamente su reloj. “Siento ser maleducado, pero debo irme. Tengo una cita. Es bueno verte de nuevo.”

Caminó a toda prisa por la acera hasta un coche deportivo alemán estacionado en la calle.

Lo observé hasta que el auto desapareció a lo lejos, preguntándome sobre su reacción, sobre su falta de preocupación porque el problema había sido “solucionado.” Él era un hechicero, y bajo todo concepto éste era un problema mágico. No sentía curiosidad acerca de por qué había sucedido?

Tal vez solamente estaba contento porque había sido arreglado, y lo suficientemente concentrado en conseguir que Mallory pase los exámenes.

O tal vez él sabía exactamente lo que estaba sucediendo, y no decía nada sobre ello.

De todos modos, su reacción me pareció sospechosa, por lo que la archivé y me dirigí al porche para llamar a la puerta. Catcher la abrió con pantuflas marrones en sus pies, anteojos en su nariz y una Guía de TV en la mano. Quizás se estaba tomando muy seriamente su repentino retiro.

“Gran noche?”

“He pasado las últimas 48 hs. tropezándome a través de los libros tratando de encontrarle una explicación al agua. He buscado en todos los foros de Internet que pensé podían tener referencias de hechizos o criaturas o profecías que podrían explicar lo que está sucediendo. Y qué conseguí a cambio? Nada. No he dormido. Apenas he comido. Mallory es un manojo de nervios y Simon llama a mi casa cada cinco malditos minutos. Necesito un descanso o voy a enloquecer.”
No había duda de la actitud defensiva en su voz o de los círculos oscuros debajo de sus ojos.

Traté de alivianar el ambiente y señalé sus zapatos de entre-casa—la última cosa que esperaría ver a Catcher Bell usar. “Y esos zapatos?” Pregunté con una sonrisa.

“Mi casa, mis reglas. Estos zapatos resultan ser cómodos,” él dijo. “Si ustedes dos corrían por la casa desnudas y cargando arcos y flechas antes de que me mudara, no era de mi incumbencia.”

A pesar del comentario sarcástico, se movió a un lado para dejarme entrar.

“Cómo es la vida en la era post-Defensor del Pueblo?” Pregunté mientras cerraba la puerta detrás de mí.

Él esbozó una sonrisa. “Como dije, cansadora, pero sorprendentemente bien organizada. Conoces la habitación en la parte trasera de la casa de Chuck que usa como depósito?”

La conocía. Esa había sido la habitación de los tesoros de mi abuela. Ella amaba las ventas de garaje, y ella encontraba inevitablemente cosa que pensaba que uno de nosotros necesitaba. Un juguete de madera para arrastrar para la hija de Charlotte, Olivia. Un secante de antigüedades para Robert. Un libro de poesía para mí. Ella los guardaba en cajas o bolsas de papel en pilas ordenadas y nos los daba en visitas como si fuera Papá Noel. Cuando mi abuela murió, mi abuelo dejó la habitación y su cofre de tesoros intactos. Al menos, lo había hecho…

“Bueno,” Catcher continuó, “ha sido re-organizada. Es ahora el hogar de la Escuela de Diplomacia de Supernaturales de Chuck Merit.”

“Dime que no la llamaran realmente así.”

“Es solamente un nombre temporal,” aseguró. “El punto es, todavía estamos en el mapa para las personas que necesiten ayuda.”

“Y a las personas que necesiten su ayuda probablemente no les importará si están trabajando en una elegante oficina o en un cuarto trasero.”

“Precisamente,” Catcher asumió su posición en el sofá—tobillos cruzados sobre la mesa de la sala, la Guía de Tv en una mano, el control remoto en la otra y su mirada en la televisión por encima de sus anteojos. Sobre la mesa frente a él estaban colocados una soda de lima limón y un plato de rebanadas de naranja. Este era un hombre listo para un descanso, ininterrumpido por viajes a la cocina.

Supuse que esa era mi señal. “Supongo que Mallory está en casa?”

“Ella está en el sótano.”
Eso me sorprendió. Eso era una trampa de la araña Amityville. No podía imaginarla bajando allí a propósito, mucho menos estudiando.

“En serio?•

“Hoy es noche de química. Necesitaba tranquilidad y lugar para hacer desastres. No estaba dispuesto a renunciar a la cocina.”

“Entonces, sótano será,” dije y caminé a la parte trasera de la casa.

La puerta del sótano sucio estaba en la cocina, la cual albergaba también las frías sodas diet que Mallory usualmente mantenía a mano. Agarré dos de refrigerador y abrí la puerta del sótano.

El olor a vinagre que ascendía a través de las escaleras hizo que mis ojos se aguaran instantáneamente.

“Mal?” Llamé. Las escaleras del sótano estaban oscuras, pero algo de luz se deslizaba alrededor de la esquina desde la parte principal.

“Está todo bien allí abajo?”

Oí el golpeteo de lo que sonaban como ollas y sartenes—y luego ella comenzó a cantar la letra de una canción de hip-hop con mucho entusiasmo.

Consideré eso como la señal de que todo estaba despejado y comencé a descender por las escaleras.

Nunca fui una entusiasta de los sótanos. Antes de que mis padres se mudaran a su moderna caja de concreto llamada casa en el Parque Oak, vivimos en una casa gótica en Elgin, Illinois. La casa había tenido un siglo de antigüedad y lucía—y sentía—como el escenario de una película de terror. Era hermosa pero inquietante. Lujosa, como debía ser, pero solitaria.

La casa tenía un sótano en el cual mi madre había almacenado el horno de cerámica que había comprado cuando las cerámicas se volvieron su obsesión temporaria. Ella mantuvo el horno inmaculadamente limpio, pero era el único objeto limpio en el sótano; el resto de él era oscuro, frío, húmedo y propicio a las arañas.

“No muy diferente de éste,” murmuré, finalmente alcanzando el suelo de concreto y echando un vistazo alrededor de la esquina.

Una sola bombilla incandescente colgaba en la habitación. No había señal de la fuente de olor a vinagre, pero era definitivamente más fuerte aquí abajo. Mallory estaba sentada frente a una gigante mesa de trabajo hecha de caballetes y láminas de madera. Libros y cuencos de trozos inidentificables estaban apilados en grandes cantidades, como también una gran variedad de plantas en tarros. Algunas parecían plantas ordinarias; otras tenían hojas puntiagudas con manchas rojo sangre, o tenían exuberantes hojas que parecían estar a punto de reventar con el agua.

El cabello azul hielo de Mallory—ahora mostrando un poco de rubio en las raíces—estaba atado en una cola de caballo, y unos auriculares negros cubrían sus oídos. Había círculos oscuros debajo de sus ojos, y sus mejillas parecían un poco más delgadas que lo normal. Los exámenes debían estar cobrando su precio.

Ella escupía la letra velozmente mientras examinaba un pesado libro colocado abierto en la mesa frente a ella. Estaba ajena mientras recorría el laberinto de cajas de cartón, muebles sin usar, y bolsas que cubrían el suelo del sótano…y saltó cuando puse una lata de soda en la mesa.

“Jesús H. Roosevelt, Merit!” exclamó, sacándose los auriculares. “Qué estás haciendo aquí? Casi te frío.”

“Lo siento. Estabas ocupada en comunión con Kanye. Qué es ese olor?”

Mallory señaló una serie de estantes de madera hechos a mano escondidos en un rincón al oro lado de la mesa. Estaban probablemente a dos metros y medio de alto, y cada uno estaba alineado con filas de frutas y verduras enlatadas. Podía identificar pepinillos, manzanas y salsa de tomate. El resto de los frascos eran un misterio. Pero el olor a vinagre no lo era—había un lugar vacío en la fila de los pepinillos.

“Falta un frasco?”

“Rompí uno de los frascos de pepinillos de la tía Rose,” Mallory dijo, mirando de nuevo su libro. Ella había heredado la casa, y su contenido, cuando su tía murió unos años atrás. Dado que los frascos seguían en el mismo lugar sin uso, aparentemente Mal no era una fan de la comida enlatada de su tía.

“Ni siquiera sabía que estas cosas estaban aquí abajo.”

“Nunca subí ningún frasco,” dijo tajante. “No saben muy bien. Probé una vez manzanas saborizadas con ajo.”

Arrugué mi labio. “Ouch.”

“Diablos ouch. Después de eso, nunca abrí otro frasco. Hasta anoche. Y no fue a propósito.”

“Es gracioso que los pepinillos no olieran como eneldo.”

“No eneldo,” Mallory dijo. “Sólo a vinagre. Creo que el sentido del sabor de la tía Rose estaba un poco apagado. Que mal que no le haya puesto al menos algo de ajo. Y ni siquiera te hubiera molestado, ya que no eres ese tipo de vampiro.”

Ella estaba en lo cierto que el ajo no era el repelente vampiro como en el mito; por otra parte, el pensamiento de un sótano rociado con ajo y vinagre no me hacía exactamente ansiosa de una visita, tampoco.

“Eso es cierto.” Dejé caer el paquete sobre un espacio vacío de la mesa. “Y hablando de bocadillos, esto es para ti.”

Sin más palabras, ella cerró el libro, luego miró dentro de la bolsa y sacó el paquete de nueces y frutas, el cual abrió con sus dientes. Después de colocar algunas en su mano—que estaba seriamente agrietada—me lo ofreció, y lo revolví hasta que encontré un par de castañas de cajú.

“Gracias,” dije, disfrutando el satisfactorio crujido cuando los rompía a la mitad con mis dientes. “Cómo están esos exámenes?”

“Complicados. Tienen un montón de matemática. No son como los exámenes que Catcher tomó,” dijo, con un poco de belicosidad. “Ha estado fuera de la Orden por unos cuantos años. No está exactamente al día sobre los procedimientos de las pruebas de hechiceros.”

Supuse que ella y Catcher habían tenido un intercambio de palabras sobre las pruebas. “Ya veo,” dije en forma neutral.

Un bajo sonido repentinamente llenó el aire. Oí algo arrastrándose en el suelo y casi salto sobre la mesa, imaginando que era una araña del tamaño de una pelota.

Sin embargo, un pequeño gato negro con un collar rosa con diamantes de imitación apareció desde debajo de la mesa. Se sentó sobre sus patas traseras en el suelo al lado de Mallory y me miró, sus ojos verde pálido.

“Es tu familiar?” *(seres mágicos unidos al alma de la persona que lo hizo) pregunté y Mallory asintió. Como sugerencia de Siomon, ella adoptó un gatito negro para ayudarla a realizar sus deberes de hechicería.

“Ese es Wayne Newton, sí.”

“Nombraste a tu familiar ‘Wayne Newton’?”

“Ellos tienen el mismo corte de pelo,” contestó secamente. Moví mi mano. Efectivamente, el pequeño gato tenía esponjado el cabello entre sus oídos.

“Huh. Parece mucho más tranquilo que la última vez que lo mencionaste,” dije. Me agaché para acariciar a Wayne Newton entre sus orejas. Él se frotó contra mi mano, pero se balanceó un poco mientras lo hacía, como si estuviera borracho.

Regresé mi mirada a Mallory. “Qué está mal con él?”

Ella bajó la vista, luego le frunció el ceño al gatito. “Ella, no él. Y es el jugo fermentado de los pepinillos. No llegué a tiempo y ella lo estaba lamiendo.”

“Pobre chiquilla.”

“Lo sé. Y esa es otra cosa contra la tía Rose. Ni siquiera pienso que a ella le gustaran los pepinillos, de todos modos.”

Aburrida aparentemente de Mal y de mí, la gata se alejó. Pero había un extraño y vertiginoso balanceo en su paso.

“Estás sintiéndote mejor sobre el tipo de cosas que estás haciendo?”

Mallory había expresado previamente, preocupación sobre su introducción a la magia negra por parte de Simon. Aunque un hechizo le impedía dar los detalles, ella tenía claramente algunos reparos éticos sobre ello. Yo la había animado a hablar con Catcher. Supe que hablaron, pero quizás la conversación—o lo que siguió—no había salido bien.

Dio unos golpecitos con su dedo sobre la tapa de cuero roja del libro que había estado leyendo, el cual estaba inscrito con texto dorado. Francamente, lucía exactamente como el tipo de libro que una hechicera leería.

“El mundo es lo que es,” ella dijo. “Sólo porque algo me hace sentir incómoda no significa que sea malo, sabes? Algunas veces se necesita un poco de exposición para entenderlo. Estaba un poco paranoica antes.”

Esperé más elaboración, pero eso fue todo lo que dijo. Para ser honesta, esa respuesta no me entusiasmaba. Llegar a aceptar algo desagradable era una cosa. Pero decidir que no era tan desagradable después de todo era algo completamente diferente.

“Sólo un poco paranoica?” Sus manos—agrietadas y en carne viva—eran un efecto secundario de la magia que había estado practicando. Eso no me parecía paranoia; parecía como causa y efecto.

“Está bien,” dijo bajando una mano sobre la mesa lo suficientemente fuerte para hacerla sacudir. Salté un poco con el sonido, pero si estaba tratando de callarme, lo logró. “Necesito al gato para ayudarme a direccionar la magia. Y lo que todavía necesito son tres más para lograr conseguir todo esto hecho. Hay demasiado para hacer, demasiado para aprender, para una sola persona.”

Esta no era Mallory—no con esta actitud. Hacia a Simon responsable de esto; ella lo había visto a él más que a nadie últimamente. Pero aquí sólo éramos ella y yo, y no conduciría nuestra amistad al precipicio por el estrés temporal.

“Bien,” dije. “Sabes que si necesitas hablar, puedes llamarme a cualquier hora. Día o noche.”

“Contestarás tu teléfono durante la luz del día?” ella bufó.

No sin no pierdes esa actitud, pensé, pero mantuve ese pensamiento para mí. Ella ha estado allí para mí, repetí mentalmente, y lo seguí repitiendo hasta que calmé la rabia.

“Cualquier cosa que necesites,” le dije.

Hizo un sonido de acuerdo y volteó una página del libro. “Debería regresar a trabajar. Gracias por la comida.”

Fruncí el ceño, luchando vanamente con el sentimiento de que había sido despachada de lleno. “De nada. Cuídate, bien?”

“Estoy bien. Incluso aunque me enferme, puedo simplemente hacer que recupere la salud.”

Cuando estuvo claro que había perdido su atención, la dejé con sus libros y plantas y el paquete y una súplica secreta para que supere esta tormenta en particular.

No me gustaba la sensación de que escondía cosas, pero entendía que estuviera enfocada en un solo propósito. Yo había tenido docenas de exámenes en la universidad y la escuela de post-grado, y prepararlos significaba ese tipo de concentración. Tenía que recordar los personajes, la trama, los detalles, como también las tendencias, metáforas y similitudes. Tenía que sumergirme completamente en los libros para tener la familiaridad suficiente para pasar horas contestando las preguntas de los ensayos. Asumí, dada su actitud hoy, que los exámenes mágicos requerían una inmersión similar.

En el camino de regreso, hice una rápida parada en la cocina de la casa, abrí el largo y plano cajón que contenía mi colección de chocolate. Me entristeció un poco descubrir que la mayor parte—sino todo—seguía allí. Quería saber que Mallory todavía comía chocolate a hurtadillas después de regresar del bar o de una sesión de gimnasia, o que había usado las barras de cocoa para hacer sus famosos pastelitos de trufa. En cambio, el cajón estaba congelado en el tiempo, un poco de mí que ella y Catcher todavía no habían conseguido incluir en sus vidas.

Bueno, si ellos no lo iban a comer, yo lo haría. Revolví hasta encontrar unas cuantas delicias especiales—famosos pasteles especialmente encargados de una pastelería de Nueva York, una mini-barra de chocolate negro, y una nueva barra rellena con uno de mis cereales favoritos—y los metí en los bolsillos de mi chaqueta. Teniendo en cuenta la prohibición de Frank en la casa de todas las cosas deliciosas, las necesitaría.

Con los bolsillos llenos, cerré el cajón nuevamente y caminé de regreso a la puerta frontal. Catcher todavía estaba en el sofá, frunciendo el ceño a lo que lucía como otra película Lifetime.

“Cuál es el atractivo?” Pregunté en voz alta, viendo el montaje de una mujer consiguiendo un cambio de imagen con sus amigas, probablemente luego de alguna ruptura ridículamente mala.

“Normalidad,” dijo. “Las historias son melodramáticas, seguro, pero los problemas son profanos. Tratan sobre amor y enfermedad, dinero y desagradables vecinos y espeluznantes ex novios.”

“No tratan sobre magia e irritantes vampiros y políticos terribles?”

“Precisamente.”

Asentí comprendiendo. “Saqué algunas cosas del cajón de chocolate. Pero no creo que las vayan a extrañar. Ey, has notado algo extraño en Mallory? Ella parece, no sé, realmente concentrada. Y no realmente en el buen sentido.”

“Ella está bien,” fue todo lo que dijo. Esperé por más, pero no obtuve nada más que una gruesa tensión y un poco de magia picante. Podía estar verbalmente en desacuerdo conmigo, pero no había nada en su lenguaje corporal que dijera que estaba bien con su comportamiento.

“Estás seguro sobre ello? Has hablado con Mallory sobre Simon? Sobre lo que está hacienda que haga? Tengo la sensación de que está haciendo cosas con las que no se siente cómoda.”

“Esta no es exactamente tu área de especialización.”

Había un filo en su voz que no esperaba oír.

Catcher podía ser gruñón, pero también era generalmente paciente sobre los problemas supernaturales.

“Cierto,” dije. “Pero sí conozco a Mallory. Y sé cuando está evitando algo.”

“Crees que no la conozco?”

“Por supuesto que la conoces. Yo sólo la conozco en un modo diferente que tú.”

Muy lentamente, me deslizó una mirada asesina. “Lo que pasa en esta casa entre nosotros dos no es exactamente tu problema, no es cierto?”

Parpadeé debido al golpe, pero decidí darle el beneficio de la duda. Después de todo, acababa de perder su trabajo y su novia era una bola gigante de estrés.

“Bien,” dije con la mano en el pestillo de la puerta. “Bien. Que tengan una buena noche.”


“Merit.”

Miré atrás.

“Antes que te vayas…” comenzó, luego humedeció sus labios y apartó la mirada. No muy a menudo lo veía incómodo dando una opinión y eso me puso nerviosa. “He oído que has estado pasando tiempo con Jonah últimamente. Tengo que admitir: no estoy entusiasmado con eso.”

Cómo viajaban las noticias tan rápido? Era como estar en la secundaria otra vez. “Estamos trabajando juntos,” dije. “Él es mi respaldo.”

“Eso es todo?”

Le dí la misma expresión dudosa que él me había dado. “Eso es todo?”

“Sé que no siempre era obvio, pero Ethan y yo éramos cercanos.”

“Podría decir lo mismo.”

“Y estás respetando su memoria?”

La pregunta era tan brutal como un bofetón, y tan sorprendente como dura. “No es que sea de tu incumbencia, pero sí, lo estoy. E independientemente, tengo derecho de vivir mi vida incluso si él no está aquí.”

Mi corazón latía con la adrenalina, la irritación y el… dolor.

Este era Catcher, el novio de mi mejor amiga. Él era básicamente un cuñado, y me estaba acusando de faltarle el respeto a la memoria de Ethan?

“Eso que dijiste fue realmente una mierda,” agregué, mientras la rabia crecía.

Silencio.

“Él era un dolor en el trasero,” Catcher dijo. “Pero me había acostumbrado a él, sabes?”

El dolor se suavizó un poco. “Lo sé.”

Pasó otro minuto antes de que hablara de nuevo. “Alguna vez te dije cómo nos conocimos Sullivan y yo?”

Sacudí mi cabeza.

“La Orden estaba convencida de que no deberían haber hechiceros en Chicago. Pero yo sabía—todos nosotros sabíamos—que los problemas supernaturales vendrían aquí primero antes que cualquier otro lado. Siempre pensé que al orden no quería ensuciarse las manos. Ahora pienso que tienen miedo. En cualquier caso, hice una profecía, y les conté sobre ella. Les dije que necesitábamos hechiceros aquí. Que era imperativo el tener hechiceros aquí.”

“Ellos te creyeron?”

“O se encontraron en negación. Y cuando vine a Chicago de todos modos, ellos vieron eso como una violación a la cadena de comando y me echaron. Me dejaron sin un patrocinador, y me acusaron de ser arrogante y de tratarle de usurparle la autoridad a la unión. Como un acto de cortesía, llamé a las Casas y les dejé saber que estaba viniendo. No quería que mi llegada agitara las plumas. Scott no hablaría conmigo; no quería involucrarse en los problemas de la Orden. Celina me ofreció una reunión, pero ese era en gran medida un ejercicio de egocentrismo.”

“No me sorprende.”

Hizo un sonido de acuerdo. “Llamé a Ethan y lo puso al tanto. Él me invito a la Casa. Hablamos sobre Chicago, la Orden, sobre las Casas. Hablamos por horas. Y al final de esa conversación, me ofreció quedarme en la Casa Cadogan hasta que consiguiera ubicación en Chicago.

Catcher se quedó en silencio por un momento, tal vez dejando que tomara conciencia sobre lo dicho.

Excepto que eso realmente no me sorprendió. Ethan era estratégico, pero también era leal. Había recompensado a Catcher por seguir la etiqueta y tuvo después, la gracia de ofrecerle la Casa.

“Eso fue años antes,” dijo finalmente. “Años antes de que te convirtieras en vampiro, años antes de que conocieras a Mallory. Años antes de que te mudaras de regreso a Chicago. Años antes de que ésta ciudad se pusiera en contra de los suyos.”

“Años antes de que perdiéramos a Ethan. Pero lo perdimos.”

“Lo sé,” Catcher dijo. “Sé que se ha ido, y sé que su relación era rocosa hasta el final. Pero muy en el fondo, él era una buena persona.”

“Sé que lo era.”

Catcher asintió y el silencio reinó por un instante.

Pero antes de que pudiera hablar, mi celular sonó. Lo saqué de mi bolsillo y comprobé la pantalla. Era Jonah.

“Hola?”

“Recientemente has mirado fuera?”

“No en un par de horas. Por qué?”

“Ve y mira.”

“Es un chiste?” Le pregunté. “Estoy en el medio de algo.”

“Es jodidamente en serio. Ve a mirar afuera. Comprueba el cielo y la luna.”

“Te llamaré,” le dije. Cerrando el teléfono y guardándolo. “Discúlpame por un momento,” dije abriendo la puerta y echando un vistazo.

Me congelé. “Oh, Dios mío,” murmuré y oí a Catcher arrastrándose detrás de mí.

El cielo estaba rojo rubí. No como el rosado del amanecer o el atardecer, rojo. Un rico rojo oscuro, como la cola de cereza o caoba muy gastada. Una brillante luna rojo sangre colgaba bajo en el cielo, y truenos blancos lo cruzaban con una frecuencia alarmante.

Mallory había hecho una vez una profecía sobre una luna roja, algo sobre la caída de los “Reyes Blancos de la Ciudad.” Tiempo atrás, partes de Chicago habían sido llamadas “La ciudad Blanca.” Era ésta la luna de la que ella hablaba? Si era así, quiénes eran los “reyes” que se suponía, caerían?”

Mi estómago se revolvió en advertencia. Había soñado sobre una luna, pero debía ser coincidencia. Porque si no lo era, y el resto del sueño no había sido una coincidencia tampoco…

Sacudí mi cabeza. Era un pensamiento y una ilusión impulsados por el dolor y una ridícula pérdida de tiempo que sólo me haría peor—o estúpida—en el largo plazo.

“Jesús Cristo,” Catcher murmuró, de pie a mi lado en la puerta. “Qué, en el nombre Dios, sucedió?”

“Yo te diré lo que sucedió,” dije sacando mi teléfono para llamar a Jonah. “Nuestra segunda crisis de la semana.”

Lago muerto. Cielo rojo.

Al menos había sólo una crisis a la vez.

Traducido por Luu

Anónimo –   – (10 de enero de 2012, 17:09)  

Una pregunta, cuantos capitulos tiene el libro? Muchas gracias por la traduccion! Un beso

kika  – (10 de enero de 2012, 20:35)  

ohhh Wow!!... q capi!!..
Gracias x el capi, me encanto!!...
XOXO...

Lucía  – (11 de enero de 2012, 7:16)  

veintipocos! en este momento no me acuerdo :( jajaj

andrea_fenix  – (11 de enero de 2012, 7:32)  

gracias por los capis.. hay que ver si Ethan regresa de alguna forma :D

Reverie Books  – (11 de enero de 2012, 11:22)  

Oh Dios, quiero que Ethan vuelva lo extra;o muchisimo :(

Muchas gracias por el capi, Luu!

Eres la mejor, de verdad.

-Andre

Reverie Books  – (11 de enero de 2012, 11:23)  

Oh, y son 19 capítulos + Epilogo :)

-Andre

gisselle  – (12 de enero de 2012, 10:31)  

ahora si me puse al día!!! gracias po la ayudita ;), está muy bueno....

Anne Polet  – (16 de enero de 2012, 12:58)  

genial mil gracias!!!! mucha suerttee

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