Drink Deep - Capítulo Seis

CAPÍTULO SEIS
NINGÚN HOMBRE (O MUJER) ES UNA ISLA


El mensaje de mi abuelo llegó en algún momento durante el día mientras yo estaba profundamente dormida y, afortunadamente, libre de pesadillas. Abrí el teléfono tan pronto como el sol se puso y leí el mensaje:

HELIPUERTO DE STREETERVILLE, 21:00 CST.

Como era de esperar, mi abuelo había conseguido un helicóptero, y también había desarrollado un gusto por el uso del horario militar.

Siendo finales de otoño, el sol se ponía más temprano y se mantenía así más tiempo. Eso nos daba un poco más de tiempo para estar despiertos y dispuestos, y eso significaba que tenía tiempo para vestirme y ocuparme de los negocios secundarios antes de mi viaje a la isla. Primer ítem de la lista—hablar con las personas que podrían hacer posible mi idea.

Marqué la oficina del Ombud, Jeff contestó el teléfono en el primer tono.

“Merit!”

“Ey, Jeff. El lago no se arregló por arte de magia, no es cierto?”

“En verdad, no, ya que luce exactamente igual y todavía absorbe magia como una aspiradora Hoover.”

“Increíble.” Si no éramos cuidadosos, y rápidos, no quedaría magia en Chicago.

“Cómo lo están llevando las ninfas?”

“No muy bien, pero podría ser peor. Las movimos hasta que encontramos un lugar relativamente equilibrado—no las podíamos llevar muy lejos de lago o se debilitarían debido a la distancia. Si las llevábamos demasiado cerca al lago, se debilitarían debido a la aspiradora. Eventualmente las movimos a unos apartamentos que tu padre está manejando; tu abuelo hizo los arreglos.”

Eso era horriblemente agradable de mi padre, pero indudablemente un truco de algún tipo—ya sea para ganar el favor de un grupo supernatural que era nuevo para él… o para ganar un favor de mi parte. Todavía no lo perdonaba por sobornar a Ethan para que me convirtiera en vampiro; Ethan no había aceptado el soborno, pero eso no aliviaba el escozor de la traición.

“Encontraron algo en su investigación?”

Jeff bostezó. “No lo hicimos. Nos quedamos despiertos gran parte del día investigando, también. Nuestra mejor teoría es que éste es un nuevo tipo de hechizo.”

“Sabemos que Catcher no está involucrado, y Mallory está enloqueciendo con sus exámenes. Simon es el único otro hechicero en la ciudad. Crees que pueda tener algo que ver con esto?”

“Simon? No lo sé. No parece ser el tipo. Catcher investigó sus antecedentes cuando comenzó la tutoría de Mal. Por lo que oí, tuvo un duro comienzo como niño, pero se encaminó cuando se hizo aprendiz de la Orden. No creo que haya encontrado nada sospechoso, pero eso realmente no ayudó. A Catcher no le gusta Simon.”

“Lo noté,” dije.

“Así que, de todos modos, en resumidas cuentas, estamos en un callejón sin salida. Tal vez tu charla con Lorelei aclaré las cosas. Estás mentalizada para el viaje?”

“Estaría más mentalizada si fuera una visita casual, y no un viaje a una sila desierta para solucionar un problema mágico que ella puede haber causado.”

“Eh, pan comido,” Jeff dijo.

“Ya lo veremos. Pero esa no es la razón por la que estoy llamando. Necesito un favor.”

“Además del viaje en helicóptero?”

“Además de eso. Necesito hablar con Tate.”

Silencio.

“Estás segura de que eso es una buena idea?”

Podía oír la pregunta que no estaba haciendo—estás segura que es una buena idea visitar al hombre responsable de la muerte de tu amante?

Pero yo ya había pensado en eso.

“Por supuesto que no es una buena idea,” dije. “Pero él ha hablado con el PG, y está esparciendo rumores sobre lo que sucedió esa noche. No es del tipo que gasta energías a menos que gane algo haciéndolo, y quiero saber lo que es.”

“Probablemente sólo te está provocando para que lo visites.”

“Probablemente sea cierto. Pero eso no hace que mi visita sea menos necesaria.”

“Bien. Hablaré con Catcher y Chuck. Hay protocolos, imagino.”

“Entiendo. Pero está causándole problemas a la Casa, así que no lo puedo dejar pasar. Haz todo lo que puedas.”

Nos despedimos y colgué, pero la llamada me dejó una preocupación persistente. No me enloquecía la idea de visitar a Tate. Estaba muy segura de que no era humano, y ya me estaba enfrentando a una desconocida criatura mágica esta noche. Dos era realmente demasiado.

“Eres una chica grande,” me recordé en voz baja. “Una chica grande.”

Y ya que estaba jugando a ser adulta, marqué el número de Mallory.

Ella había sido un poco gruñona cuando hablamos antes, pero como una BFF (mejor amiga por siempre) era mi trabajo ver como estaba. Como no había reclamado mi propio dinero familiar (dejando de lado el hecho de que tomé prestado el apellido, el cual realmente me gustaba), Mallory había sido mi familia primaria. Demonios, nosotras éramos la familia de la otra. Y haber perdido a Ethan me recordaba cuánto la necesitaba.

Por supuesto no estaba particularmente sorprendida cuando el teléfono me envió directamente al correo de voz.

"Ey, soy yo," le dije. "Simplemente quería llamarte y desearte suerte en tus exámenes. Patea traseros, e impresiona a Simon, y conviértete en una verdadera bruja y toda esa mierda inspiracional. Tú puedes Mallory! Y con eso soné igual que una alegre adolescente, lo que definitivamente no soy. Voy a colgar ahora. Llámame cuando puedas."

Cerré el teléfono y silenciosamente le deseé suerte.

Había visto a Mallory estresada hasta las entrañas unas semanas atrás, llorando del estrés por el trabajo que estaba haciendo—y por el dolor físico.

Aparentemente, conducir el poder del universo a través de tu cuerpo era un trabajo duro. Sin duda no era algo de lo que quisiera formar parte.

Lidiar con vampiros era más que suficiente para mí.

Tareas completadas, me bañé y vestí. No estaba completamente segura sobre que vestir para acusar a una sirena de arruinar el agua de Chicago, pero decidí que el conjunto completo de cuero era demasiado agresivo. Me puse la chaqueta de cuero, pero la combiné con jeans y una fina remera de manga larga. La medalla Cadogan y las botas eran mis accesorios, al igual que mi daga. Pensé que descender de un helicóptero con una espada de treinta y dos pulgadas no sería la entrada más diplomática.

Cuando estuve vestida, me dirigí a la Sala de Operaciones para poner al día a Kelley. Ella estaba sentada en la mesa de conferencias, revisando información en una computadora tablet. Lindsey estaba sentada en una de las estaciones de computadoras contra la pared; Juliet no estaba a la vista.

"Qué hay de nuevo, señoritas?"

Kelley levantó la vista de su juguete. "Buenas noches, Merit. Frank te encontró?"

"Desafortunadamente, sí," dije, comprobando mi archivo de información en la pared.

Usualmente recibíamos "Diarios," actualizaciones de los visitantes de la Casa, noticias y sucesos. Ya que estábamos cortos de personal, se asemejaban más a "Semanarios," y Kelley nos informaba si algo necesitaba ser transmitido inmediatamente.

"Él cuestionó mi habilidad para servir, la decisión de Ethan de nombrarme Centinela, y todas las decisiones que tomó mientras estuvo a cargo de la Casa."

"Oh," dijo con una sonrisa falsa. "Así que lo de siempre."

"Más o menos," Tomé asiento en la mesa. "También me preguntó sobre la noche en que Ethan fue asesinado."

Vi, desde la esquina de mi ojo, los hombros rígidos de Lindsey.

Ella me miró, preocupación en su expresión, y asentí dándole las gracias.

"Pues resulta," dije, "que Tate le dio al PG una versión diferente de los acontecimientos."

"Por qué, en nombre de Dios, el PG hablaría con Tate sobre esa noche? Quiero decir, había grabaciones de la participación de Tate con las drogas. Por qué tomarían su palabra sobre la tuya?"

"Porque él no es yo. Y por la razón que sea, ellos no confían en mí."

"Apesta," Lindsey murmuró.

"Estoy de acuerdo. Pero hemos escuchado de Darius, Charlie y ahora de Frank que el PG realmente cree que estamos creando problemas. Ellos tienen esta idea de que nosotros somos vaqueros en la América virgen, provocando aleatoriamente problemas con los humanos."

"En lugar de dejarle la culpa por eso en la puerta de Celina?" preguntó Kelley.

"Eso es exactamente lo que pienso. La asimilación silenciosa sólo es una estrategia viable cuando no has sido arrastrado fuera del closet pateando y gritando."

Kelley suspiró y golpeó sus uñas rojas contra la mesa.

"Y aún, que podemos hacer sobre ello? Cada vez que el PG tiene información bajo sus narices, la ignoran."

"Desertamos," Lindsey dijo.

La mirada de Kelley saltó a Lindsey. "No digas eso en voz alta," advirtió. "Sólo Dios sabe cuán segura es la Casa con él aquí."

"Es esa siquiera una opción?" Pregunté en voz baja. Tengo la versión corta del Canon —las leyes que unen a los vampiros norteamericanos—pero no recuerdo haber visto nada sobre deserción. No es que el PG publicitaría ese tipo de cosas.

"Solamente sucedió dos veces en la historia del PG," Kelley dijo, "y nunca por parte de una Casa Americana."

"Nunca digas nunca," Lindsey murmuró.

"Lindsey," Kelley advirtió nuevamente, esta vez con un tono de autoridad en su voz.

Lindsey miró hacia atrás desde su computadora con las cejas elevadas. "Qué? No tengo miedo de decirlo en voz alta. Esta Casa es gobernada por el PG. El PG se supone debería mantener las cosas estables y proteger la Casa. Está eso sucediendo ahora? Infiernos que no. En cambio, están criticando e investigando a nuestros vampiros cuando deberían estar trabajando para mantener a estos locos humanos lejos nuestro."

Señaló a uno de los monitores frente a ella, y ambas, Kelley y yo nos acercamos para obtener una mejor vista. La pantalla mostraba la acera fuera de la Casa, donde el número de manifestantes parecía haberse triplicado desde el amanecer. Marchaban de un lado a otro con carteles que culpaban a la Casa Cadogan de la todavía quieta y oscura agua del lago. Como si nosotros hubiéramos creado el problema, en vez de tratar de detenerlo.

"Ellos nos culpan," concluí. "No tienen ninguna prueba de que tengamos algo que ver con el lago; simplemente no tienen a nadie más para culpar. Esa es la única razón de que estén aquí."

"Oh, no," Kelley dijo. "Esa no es la única razón." Ella caminó de regreso a la mesa, tipeo en la tablet, y me la entregó.

La pantalla mostraba un video de la Alcaldesa Kowalczyk, usando un traje rojo poderoso y abultado cabello marrón, de pie frente a un podio.

"Conferencia de prensa?" Pregunté.

"Oh, sí," Kelley dijo, luego tocó la pantalla para comenzar el video.

"Saben qué?" La alcaldesa preguntó, inclinándose sobre el podio. "No me importa. Ustedes no me eligieron para que pudiera pasar mi tiempo en una oficina doblegándome ante los grupos de intereses especiales. Y estén seguros, mis compatriotas de Chicago, que éstos vampiros son grupos de intereses especiales. Ellos quieren ser tratados diferente. Quieren que las reglas que se aplican a nosotros no se apliquen a ellos."

"Fue eso siquiera Inglés?" Pregunté en voz baja. A pesar de sus habilidades lingüísticas, continuó.

“Hay más en esta ciudad que un puñado de canallas colmilludos—gente buena, anticuada y trabajadora que sabe que no todo es sobre vampiros. Esta es una de esas cosas. El lago es nuestro. El río es nuestro. Tienen que ver con el turismo, con la pesca. No permitiré que esta ciudad sea cooptada. Y les diré una cosa—la ley de registro es la mejor cosa que le ocurrirá a esta ciudad.”

“Bla, bla, bla,” Lindsey murmuró. “Culpa a los vampiros en vez de realmente trabajar para resolver el problema.”

Kelley detuvo el video. “La alcaldesa tiene una circunscripción diferente,” ella dijo. “Y una visión de las cosas muy distinta.”

Lindsey hizo un sonido de acuerdo. “Una visión muy ingenua.”

“Como sea,” dije, “es la visión que le está dando a la ciudad. Y ellos le creen, ese es el por qué necesitamos encargarnos de esto.” Pero mientras miraba fijamente la imagen de nuestra nueva enemiga política ví algo incluso más perturbador. “Kelley agranda la imagen.”

Su expresión era de confusión, pero lo hizo. Y allí, detrás de Diane Kowalczyk, en toda su negra y fatigada gloria, estaba McKetrick.

“Ese es McKetrick,” dije señalándolo.

“Estás segura?” Kelley preguntó, inclinando su cabeza.

“Muy segura. Es difícil olvidar al hombre que te apuntó con un arma en la cara. Bueno, al hombre que lo ordenó a su matón que te apuntara en la cara, de todos modos.”

“Mierda,” dijo Kelley extrañamente. “Así que nuestro enemigo paramilitar se hizo amigo de un político.”

“Eso debería explicar de dónde salieron algunas de sus peores ideas,” Sugerí, mi estómago se congeló ante la idea, McKetrick y su odio tendrían legitimidad política en Chicago.

“Agrega eso a su hoja de información,” Kelley le dijo a Lindsey. “Kowalczyk tiene un aliado político, y él tiene suficiente poder para estar de pie en un podio a su lado.”

“Esta noche se pone aún mejor,” dije, luego miré a Kelley. “Y hablando de ideas horribles, veré a Tate, y tendremos una pequeña charla sobre el PG y lo que sucedió en Creeley Creek.”

“Está la posibilidad de que eso sea parte de su plan—que le haya mentido al PG para llevarte hasta allí.”

Eso reflejaba la preocupación de Jeff, y decidí que ambos tenían razón. “Estoy contando con eso,” dije. “Pero supongo que cuanto antes vaya, más rápido sabremos que se trae entre manos.”

“No creo que vaya a contarte su plan por las buenas,” dijo Lindsey.

“Lo sé,” estuve de acuerdo. “Después de eso, asumiendo que no use su poder para convertirme en una zombie descerebrada, iré a ver a la sirena.”

Kelley asintió. “Ve con Dios, Centinela.”

No estaba segura si Dios, en caso de que Él o Ella existiera, estaba enterado del drama en Chicago. Pero sólo por si acaso, recé. Eso no le haría daño a nadie.

Encontré un correo de voz esperándome cuando me dirigí arriba y en dirección a mi auto.

Era Jeff, con instrucciones. Debía encontrarme con Catcher y mi abuelo en el centro de policía cerca del lago, en una parte industrial de la ciudad llena de torres oxidadas y fábricas de ladrillo desmoronándose. No era exactamente un lugar acogedor para charlar con Tate, pero planteaba sin duda una amenaza menor que si hubiera sido encarcelado en el centro de la ciudad. Yo les había advertido a los oficiales de la policía que lo habían arrestado, que debían ser cuidadosos cuando lo llevaran a interrogar. No había oído ninguna historia sobre policías o guardias siendo engañados para cumplir su voluntad; tal vez ése era el por qué.

Tate definitivamente no era humano; él prácticamente lo había confesado. Aunque había drogado parcialmente a Celina Desaulniers para someterla, también había usado algún tipo de poder propio para logar su objetivo. Pero qué poderes? Y qué cantidad de ellos manejaba? Francamente, no teníamos idea. Eso no era exactamente reconfortante, pero qué podíamos hacer?

Cuando salí a la fría noche de otoño, fui asaltada por el sonido de los manifestantes. Había un montón de ellos afuera, llevando carteles prometiendo mi condenación eterna y gritando epítetos. Qué hacía que tales conductas humanas fueran aceptables?

Pero yo ya no era humana, así que la etiqueta vampira ganó. Incluso cuando me gritaban, conseguí no ofrecerles ningún gesto obsceno de camino al auto. La auto-satisfacción no disminuía el dolor.

Conduje en dirección al sureste, la dirección que Jeff me había dado me llevó a una camino de grava que terminaba en un portón de diez pies de altura y unido por cadenas.

Una ráfaga de aviso llenó repentinamente el aire, y una parte del portón comenzó a abrirse.

Dejando de lado el miedo y deseando que Ethan hubiera estado a mi lado, caminé dentro.

El portón rodeaba una serie de edificios de ladrillo—seis, de tamaños variados, establecidos sin patrón aparente. Supuse que comprendían una vieja planta de producción. Cualquiera que fuese su propósito, llevaban evidentemente vacíos por un tiempo.

Yo había visitado anteriormente a la oficina del Departamento de Policía de Chicago en el Loop. Los perpetradores que estaban allí no podrían tener mucha suerte, pero el lugar estaba bastante bien. Era nuevo, limpio y eficiente en la manera que un departamento de policía debía ser. Este lugar por otra parte, tenía un aire de desesperanza. Me recordaba a una foto que había visto de un edificio abandonado en Rusia, una estructura diseñada y construida para un tipo de régimen diferente, dejado sólo para pudrirse cuando la filosofía fue abandonada.

No podía imaginarme a Tate—acostumbrado a cosas lujosas y a comida de gourmet—entusiasmado por estar aquí.

Me volví con el crujido de las rocas a mi izquierda. Catcher y mi abuelo aparecieron en un carrito de golf. Catcher, de acuerdo con su personalidad agresiva, estaba conduciendo, aunque lucía como si no hubiera dormido desde la noche anterior. Mi abuelo se sostenía a la barra sobre su cabeza, con los nudillos blancos de la fuerza. Suponía que no estaba impresionado por la manera de conducir de Catcher.

“Aquí es dónde tienen a Tate?” Pregunté, saltando al asiento trasero del carrito. Catcher arrancó casi inmediatamente, girando en un círculo lo suficientemente cerrado que casi me caigo.

Lección aprendida, también agarré la barra.

“Hasta que sepamos más sobre qué o quién es,” mi abuelo dijo sobre el sonido chirriante del motor del auto de juguete y la grava, “tomaremos todas las precauciones.”

Estudié el paisaje a medida que avanzábamos, había desde basura y escombros hasta pilas de ladrillos caídos y carcasas de metal oxidadas que alguna vez debieron haber sido maquinaria de fábrica. “No pudieron encontrar un lugar más apartado del camino que éste?”

“Es la tercera ciudad más grande del país,” Catcher dijo. “Tomamos lo que podemos conseguir.”

“Lo cual es?”

“Un pedazo de tierra que la ciudad asumió cuando los antiguos dueños la abandonaron. Es una vieja fábrica de cerámicas,” mi abuelo dijo. “Solían formar y cocer los ladrillos y tejas aquí fuera.”

“Lo cual involucra un montó de edificios gruesos, aislados y a prueba de fuego,” Supuse.

“Precisamente,” mi abuelo dijo.

Condujimos (dos veces más rápido de lo que debe estar recomendado) alrededor del compuesto, dando vueltas hasta que hicimos una rápida y muy bacheada parada en un edificio con una larga fila de puertas amarillas que llevaban grandes números negros.

“Éstos eran los hornos a leña,” mi abuelo explicó mientras salíamos del carro.

“Interesante,” dije. Aunque ‘espeluznante’ fue lo que pensé.

Silenciosamente, los seguí por un estrecho camino al lado del edificio del horno, deteniéndome frente a un pequeño pero lindo edificio de ladrillo que estaba solo en el centro de un círculo hecho por el resto de los edificios.

El más pequeño no podía tener más de cuarenta metros cuadrados.

Guardias hadas estaban de pie en la puerta y en cada esquina, dejando pocas dudas sobre sus propósitos.

Mi estómago comenzó a revolverse a medida que la anticipación crecía. Miré a mi abuelo. “Él está allí?”

“Lo está. Ésta solía ser la oficina principal de la fábrica. Está dividida en dos habitaciones. Él está en una.”

El teléfono de Catcher sonó, lo sacó, lo miró y sonrió.

“No es momento para mensajes sexys, no es cierto?”

Puso sus ojos en blanco y me mostró la pantalla de su teléfono. Mostraba la foto de una habitación de ladrillos, vacía a no ser por una cama en el suelo y un pequeño fregadero a un lado.

“Es la celda de Tate,” explicó. “Ya que está fuera de su habitación, hice que la registraran.”

“Inteligente,” mi abuelo dijo.

“Lo hubiera sido si hubiera habido algo en ella,” Catcher dijo, guardando su teléfono de nuevo. “La habitación está vacía. Puede que no tenga una navaja, pero eso no significa que no tenga poder. Querrás entregar tus armas. No queremos que caigan en las manos equivocadas,” explicó. “Y si necesitas ayuda, estaremos justo afuera.”

Dudé, pero levanté la pernera de mi pantalón y saqué la daga de mi bota. La idea de jugar al gato y al ratón con Tate sin mis armas no me entusiasmaba, pero entendía el punto de Catcher. Si Tate conseguía desarmarme y tomaba mi daga, sería una amenaza más grande para mí, para las hadas o cualquier otro que intentara doblegar.

Catcher tomó la daga asintiendo, su mirada deslizándose sobre el grabado en el extremo.

“Vas a estar bien allí dentro, bebé? Estás segura de que necesitas hacer esto?” Mi abuelo preguntó. Había inquietud en su voz, pero no creía que estuviera preocupado por mí, más bien por Tate. Después de todo, si no hubiera sido por las maquinaciones de Tate, Ethan todavía estaría vivo.

Me llevó un momento considerar su pregunta. Honestamente, no sabía si él iba a estar bien. Sabía que necesitaba que habláramos. También sabía que él era peligroso. Aunque se había hecho pasar por un político preocupado por los intereses de Chicago, él había sido un capo de la droga y un manipulador. Había prácticamente guionado el drama que ocurrió en su oficina dos meses atrás.

El miedo y la ira se enfrentaban. Yo era lo suficientemente inteligente para tener miedo de quien Tate era y lo que era capaz de hacer. Sus motivaciones eran opacas pero sin duda egoístas, y no tenía duda de que me dejaría fuera de combate por diversión si le apetecía. Ese pensamiento provocaba un nudo de tensión en mi estómago.

Pero debajo del miedo había un centro de furia.

Furia provocada por el hecho de que Ethan había sido alejado de mí debido a la necedad de Tate de jugar a algún juego infantil. Furia debido a que Ethan se había ido y Tate todavía estaba vivo, a pesar de estar metido en esta prisión anacrónica. Furia debido a que no fui capaz de detener el juego de Tate antes de que hiciera su jugada final, y que incluso ahora estuviera tratando de socavar mi posición en la Casa.

Pero yo no era una niña, y no era Celina. No lo asesinaría por venganza, o para vengar la muerte de Ethan, o porque estaba enojada debido a que me lo había quitado. De qué serviría la violencia más que para ponerme a mí y a los míos bajo agua caliente?

No. Tate había causado drama suficiente, y no le daría la satisfacción de llevarme a la violencia. Esta noche, hablaríamos sobre el PG, y la tramoya que estaba haciendo. Si Dios quiere, cuando atravesara la puerta y mirara sus ojos de nuevo—era la primera vez que lo veía desde la noche de la muerte de Ethan—me mantendría amable, correcta y con ese lógico pensamiento en mente.

“Sí, necesito hacer esto,” Le dije a mi abuelo. “Tate no le mentiría al PG sin un plan, y quiero saber cuál es. La última vez fue demasiado tarde. No seré engañada por él de nuevo. Estaré bien,” agregué, cruzando mis dedos mostrándole que no le estaba mintiendo a él—o a mi misma.

Con una sonrisa de disculpa, sacó un paquete de seda color añil del bolsillo de su chaleco. “Esto podría ayudar un poco,” él dijo, sosteniéndolo en la palma de su mano y desenvolviendo la seda con la otra. Con tanto preludio—cuidadosa envoltura, forro de seda—me imaginé una chuchería más elegante que la que me mostró. Sobre el montón de seda había un rectángulo de tres pulgadas de largo de pesada madera granulada, el acabado tan pulido que brillaba. La mitad de la madera era de un tono más oscuro que la otra, como si las dos piezas hubieran sido fundidas y los bordes redondeados con cuidado en una forma fluida y orgánica.

“Qué es?”

“La llamamos ‘madera de prevención’” mi abuelo dijo. “Es una especie de bloqueador mágico. No estamos totalmente seguros de qué tipo de magia maneja Tate. Pero sumado a tu inmunidad al glamour, debería mantenerte a salvo de cualquier truco que trate de hacer.”

“Las hadas también lo llevan,” Catcher dijo.

Mi abuelo extendió su mano y sacó la madera de la seda. Era más cálida de lo que esperaba que fuera, y más suave al tacto. La madera había sido lijada cuidadosamente, dejándola lo suficientemente áspera para que todavía se sintiera como madera y no plástico. Cabía perfectamente en la palma de mi mano, las curvas situadas de tal modo que dejaban una suave depresión para mi pulgar.

En un extraño modo, era tranquilizadora, tangiblemente reconfortante del mismo modo que los rezos antes de dormir debían ser. Deslicé la madera en mi bolsillo, pensando que era mi deber mantener a Tate inadvertido de ella el mayor tiempo posible.

Mi abuelo asintió ante el gesto, luego volvió a doblar y guardar el rectángulo de seda. Con una mano en mi espalda, me acompañó hasta la puerta, desde donde las hadas me miraban.

“Estaremos justo afuera si nos necesitas,” mi abuelo me recordó.

“Bien,” dije, dejando salir un suspiro. “Estoy lista.”

Solamente el primer paso apestará, me recordé y me dirigí dentro.

Había un montón de personas hermosas que habían sido exitosas—actores, estrellas de rock, modelos. Pero había probablemente otro tanto que había derrochado sus dotes genéticos en drogas, crimen, lujuria, avaricia y otros pecados capitales.

Tate, desafortunadamente, correspondía a la última categoría.

Él había estado ascendiendo rápidamente la escala política, su inquietante buen aspecto ayudándolo a atraer a los votantes de Chicago. Pero no estuvo satisfecho con una carrera política meteórica. Cambió todo por la posibilidad de controlar a los vampiros de la ciudad, terminó en un traje naranja que no era ni cerca tan favorecedor como lo había sido su traje Armani.

Pero a pesar de todo, Seth Tate todavía lucía bien.

Estaba sentado en una mesa de aluminio, con una pierna cruzada sobre la otra, un codo apoyado en la silla, sus ojos alertas y examinando la habitación…y a mí cuando entré.

Parecía un poco más delgado desde la última vez que lo vi, sus pómulos eran un poco más prominentes. Pero su cabello era todavía oscuro y estaba perfectamente arreglado, sus ojos eran de un azul penetrante, su cuerpo delgado y malvado. Tate tenía la hermosura que venía acompañada e un golpe, y era una lástima que toda esa hermosa fuera a ser desperdiciada en esta solitaria parte de la ciudad.

Excepto por la parte de él siendo un bastardo asesino.

Había también un ligero aroma a limón y azúcar en el aire, el cual parecía estar siempre alrededor de Tate. No era desagradable—todo lo contrario. Simplemente no era el tipo de aroma que esperabas que un hombre de sangre fría como Tate.

El cosquilleo de magia en el aire, sin embargo, parecía ser muy apropiado. Ésta era solamente la segunda vez que era capaz de detectar la magia de Tate: él había hecho un gran trabajo escondiéndolo anteriormente. Odiaba su sensación: aceitoso, pesado, y antiguo, como el incienso que encontrarías en el santuario de una iglesia Gótica.

“Bailarina,” Tate dijo.

Yo había bailado cuando era más joven, y Tate me había visto en zapatos de punta y tutús. Tomó como sobrenombre, “Bailarina.” Por supuesto, ya que él era el hombre responsable de la muerte de mi amante y Maestro, no me entusiasmaba su uso de lo familiar.

“Prefiero Merit,” dije, tomando asiento frente a él. La silla de aluminio era fría y crucé los brazos sobre mi pecho, como forma de protegerme del frío pero también para protegerme de la magia en el aire.

Mientras tomaba asiento, la puerta de acero de la habitación se cerró con un retumbante thunk que sacudió un poco el lugar. Mi estómago se revolvió debido a los nervios.

Nos quedamos en silencio por un momento, Tate mirándome con concentración.

La presión en la habitación creció repentinamente, y el aroma se hizo más fuerte, suficientemente empalagoso y amargo como para hacer agua mi boca. La habitación parecía balancearse de un lado a otro. No era como cualquier otra magia que haya sentido. Ésta era una magia de otro calibre. De diferente época, tal vez. Como magia nacida en otro tiempo. En una antigua era.

Puse una mano en la silla debajo de mí para evitar caer y otra en el pedazo de madera en mi bolsillo. Mantuve la mirada fija en Tate, como una bailarina que lo hace durante una pirueta, para evitar marearse, y apreté la madera tan fuerte que temí que se convirtiera en astillas bajo mis dedos.

Después de unos cuantos segundos, el balanceo se detuvo y la habitación se quedó quieta otra vez.

Tate se dejó caer en la silla de nuevo y me frunció el ceño.

Ahí fue cuando me di cuenta de lo que estaba intentando hacer. “Acabas de intentar usar el glamour en mi?”

“Ineficazmente, por lo visto. Madera de prevención?”

Sonreí recatadamente y me concentré en mantenerme tranquila. No estaba segura si se debía a la madera o a mi resistencia natural al glamour, pero eso no se lo iba a decir. Deslicé la mano fuera de mi bolsillo nuevamente. “Una señorita nunca revela sus secretos.”

“Mmm,” dijo, removiéndose en su asiento. Cruzó sus brazos sobre su pecho y volvió a mirarme, con la cabeza inclinada a un lado, estudiándome. Cada vez que se movía, un poco de magia se cernía en el aire. A pesar de haberla ocultado en el paso, no parecía molestarse ahora. No estaba segura de si eso me hacía sentir mejor o peor.

“Me preguntaba cuándo me harías una visita.”

“Ya lo creo. Pero para ser honesta, he tenido un tiempo difícil decidiendo que hacer contigo.” Me incliné hacia delante y crucé mis manos sobre la mesa. “Debería comenzar culpándote por la muerte de Ethan? O por vos culpándome a mí por la muerte de Ethan y decirle al PG que mi intención era convertirme en la cabeza de la Casa Cadogan? O quizás debería empezar con tu mentira sobre mi padre? Tu me dijiste que él le pagó a Ethan para que me convirtiera en vampiro.”

“Obtuve eso de una muy buena fuente.”

Levanté mis cejas en forma de pregunta.

“Por supuesto,” contestó, “ella estaba bajo la influencia en ese momento…”

“Celina era difícilmente una fuente confiable de información. Especialmente cuando tú la estabas manipulando con magia.”

Tate puso sus ojos en blanco. “Tenemos que hablar de esto? Qué te parece preguntarme cómo he estado? O cómo es la vida aquí dentro? Somos tan frecuentes que no nos molestamos con las formalidades?”

“Tú fabricaste drogas, volviste a vampiros adictos a ellas, y provocaste las muertes de dos vampiros. Sin mencionar que me culpaste a mí por todo lo anterior. Por qué debería ser educada contigo?”

“Esa fue una muy mala semana,” fue todo lo que dijo.

El comentario era cruel, pero su tono era sincero. Tenía la sensación de que no estaba bromeando. Quizás él también tenía su propio drama mágico.

“Le dijiste al PG que yo orquesté la muerte de Celina y de Ethan así podría apoderarme de la Casa,” dije. “Ellos están buscando una excusa para echarme, y tú les estás dando las municiones.”

“No te has preguntado nunca cómo sería la Casa Cadogan si estuvieras a cargo? Y yo no dije que orquestaste sus muertes,” Tate dijo con gran naturalidad. “Dije que fuiste responsable de sus muertes. Y lo eres. Si Celina no te hubiera odiado, no habría lanzado la estaca. Si Ethan no hubiera tratado de salvarte, todavía estaría vivo. Y si tú no hubieras lanzado la estaca, Celina todavía estaría viva. Por lo tanto, eres responsable de sus muertes.”

Su voz sonaba tan natural, que era difícil saber si él creía lo que estaba diciendo o estaba tratando de provocar mi rabia. Pero me obligué a mantener la calma.

“Ese análisis omite tu papel, por supuesto. Si no hubiera sido por tus maquinaciones, nada de eso hubiera sucedido.”

Él levantó u hombro. “Tú tienes tu verdad; yo tengo la mía.”

“Sólo hay una verdad.”

“Eso es ingenuo, no es así? Merit, no pierdo nada insinuando que estuviste involucrada en sus muertes. Y si eso crea una duda razonable que apoya mi liberación, entonces que así sea.” Tate se inclinó hacia delante. “La pregunta real es, por supuesto, por qué estás aquí. Ya que no puedo imaginar que hayas viajado a esta parte de la ciudad en el medio de la noche para expresar tu desacuerdo con mi visión de los hechos.”
Él tenía razón. No era como si pudiera convencerlo de llamar al PG y se retractara de su historia; no lo haría, y ellos no le creerían de todos modos. Así que por qué estaba aquí? Qué esperaba lograr? Quería enfrentarlo sobre esa noche?

Quizás esto no tenía nada que ver con el PG. Quizás esto era sobre mí. Quizás temía que Tate estuviera en lo cierto, que la culpa de sus muertes no era atribuible por completo sobre él.

“Puedo oírte pensar desde el otro lado de la mesa,” Tate dijo. “Si la silenciosa mea culpa es lo mejor que puedes hacer, entonces no eres ni cerca tan interesante como imaginaba.”

“Dos vampiros están muertos.”

“Sabes cuántos seres han vivido y muerto desde los orígenes del mundo, Merit? Billones. Muchos billones. Y sin embargo, no tienes en cuenta la preciosidad de sus vidas, solamente porque no los conociste. Pero dos vampiros que han vivido más de su parte de años mueren, y los lloras hasta el suelo, por así decirlo?” Chasqueó su lengua. “Quién está siendo ilógico ahora?”

Me puse de pie y empujé hacia atrás mi silla. “Estás en lo cierto,” dije. “Tal vez sea egoísta llorar. Pero no me disculparé por ello.”

“Sabias palabras,” dijo.

Caminé hasta la puerta, luego me volteé y lo miré, el playboy en el naranja de convicto. “Tal vez, muy en el fondo, quería que me admitieras lo que has hecho y que le has mentido al PG. Tal vez quería que tomaras la responsabilidad de sus muertes.”

“No puede obtener la absolución de mí.”

“Lo sé.” Y lo sabía. Sabía que hablar con Tate no cambiaría nada, y no calmaría mi miedo secreto de que yo había sido la causa de la muerte de Ethan. Después de todo, si no hubiera sido por mí…

Había muchas verdades sobre los sucesos de esa noche, y Tate no podía aliviarme de la carga de mi propia culpa. Pero sabía—tan segura como de cualquier otra cosa—que yo había ido a su oficina para detener la propagación de las drogas, para ayudar a las Casas, y para ayudar a los vampiros de la ciudad. Cualquiera que fuera en última instancia la decisión del PG, yo sabía lo que había sucedido en esa habitación, y no sería juzgada por un crimen que no había cometido.

Miré a Tate, y sentí como se aliviaba un poco del peso en mi pecho.

Él sonrió. “Ahí estamos,” dijo, su voz un poco más profunda, sus fríos ojos azules brillando con placer. “Ahora volviste a ser interesante. Viniste porque no tienes miedo. Porque por más que creas que dependías de Sullivan, tú eres tu propia persona. Siempre supe eso de ti. Para mejor o peor, tu padre te convirtió en la mujer que eres hoy. Quizá fue frío. Pero eres independiente gracias a eso.”

Una ola de magia espesó el aire mientras hablaba, sonando como un mentor impartiendo sabiduría a su estudiante. Eso sólo me confundió aún más.

“Qué quieres de mí?”

Sus ojos brillaron. “Nada en lo absoluto, Merit, excepto que seas quien eres.”

“Lo cuál es?”

“Un adversario digno.” Quizás debido a la fría expresión de mi rostro, se recostó en su silla, una expresión de suficiencia en el suyo. “Y creo que disfrutaré de esta ronda en particular.”

Tenía la clara impresión de que yo no lo haría.

“No participaré de tus juegos, Tate.”

Él chasqueó su lengua. “No lo ves Merit? Los juegos ya comenzaron. Y creo que es mi turno de mover.”


Había algo reconfortante en la grava áspera bajo mis pies y el frío aire de otoño. El aire en la habitación había sido pesado, y la magia de Tate desconcertante. Tomé un par de respiraciones profundas y traté de apaciguar mi acelerado corazón.

Catcher y mi abuelo estaban de pie a unos cuantos metros del edificio y caminaron hacia mí.

“Te encuentras bien?” Preguntó mi abuelo.

Nos quedamos a treinta pies del edificio. Miré hacia él. Desde la distancia, lucía completamente inocuo—sólo un simple edificio de ladrillo que tiempo atrás había albergado tarjetas y facturas. Y ahora—contenía a un ser supernatural de origen desconocido.

“Estoy bien,” le dije. “Contenta de estar fuera de nuevo. Había un montón de magia allí.”

“Magia insidiosa,” Catcher explicó. “Rara vez la sientes hasta que es demasiado tarde. Averiguaste algo útil?”

“No. Jugó a ser tímido, aunque parecía creer realmente que yo era responsable por lo sucedido esa noche.”

Eso pareció ser suficiente para satisfacerlos a ambos. Silenciosamente, nos subimos al carro de golf y regresamos al portón. La brisa aumentando. Me acurruqué dentro de mi chaqueta, sin estar segura si se debía al invierno aproximándose o a la experiencia que me había enfriado hasta los huesos.

Como estaba dispuesto, fuimos al helipuerto donde mi abuelo me dirigió hacia el helicóptero para volar a la isla de Lorelei.

Mi abuelo, un miembro del Consejo de Crecimiento de Chicago, había luchado durante dos años para conseguir que instalaran un helipuerto en Streeterville, un área al norte de Chicago a lo largo de la orilla del lago, a pesar de las preocupaciones de que esa parte de la ciudad estaba demasiado ocupada con rascacielos para poder proveer un servicio de helicóptero seguro. Ese helipuerto fue últimas noticias durante los cuatro meses que les llevó a los políticos decidir si era un riesgo electoral vetar el helipuerto o permitirlo. Como era a menudo el caso cuando dinero estaba involucrado, el Consejo de Crecimiento de Chicago ganó, y el helipuerto fue instalado.

Estacioné en la calle frente al elegante edificio plateado que contenía la pista de aterrizaje y entré. Un guardia de seguridad tomó mi nombre y luego me envió a un ascensor.

Las puertas se abrieron en la última planta del edificio, un gigante círculo de asfalto con una “H” marcada en el centro. La piloto me saludó con una mano—la única forma en que podía comunicarse debido a los vientos fuertes y el ruido del pequeño helicóptero cuyos rotores ya estaban girando.

Me hizo una seña hacia la puerta, indicando que consiguiera los auriculares cuando entré. Asentí y corrí hacia ellos, agachándome más de lo que era probablemente necesario para evitar los rotores, pero para qué arriesgarse? Cuando ya me hube abrochado el cinturón de seguridad, y tuve los auriculares puestos, nos elevamos y la ciudad desapareció bajo nosotras.

Cuarenta y dos rugientes minutos más tarde, nos acercamos a la isla. No espere que fuera visible hasta que tocáramos la tierra, pero las luces del helicóptero rebotaron sobre algo blanco—las cáscaras de los barcos que habían sido conducidos a la orilla de la isla de la sirena.

Gracias a Dios que no vinimos en bote.

La isla estaba cubierta de árboles menos dos pequeños claros—uno que tenía una estructura, probablemente la casa de Lorelei y una pequeña área cerca de la orilla. Aterrizamos allí. La piloto apagó los rotores, y se quitó los auriculares.

“Esto es escalofriante,” ella dijo, mirando a través de la oscuridad, luego me miró. “Tengo que hacer otro vuelo en un par de horas. Crees que ese es tiempo suficiente para que hagas lo que necesites hacer?”

“Ciertamente lo espero,” dije, luego salté fuera del helicóptero. Regresé mi mirada a ella. “Si no regreso a tiempo para que te vayas, llama a mi abuelo y trae a las tropas.”

Ella rió como si estuviera bromeando.

Desafortunadamente, no lo estaba haciendo.

Un camino conducía a los bosques, y no pude evitar pensar sobre Dorothy y Caperucita Roja y todos aquellos quienes temieron esa caminata. Pero la piloto tenía un horario que cumplir, así que necesitaba ponerme en acción.

Dí un paso, luego otro, hasta que el claro desapareció detrás de mí y me vi rodeada por el bosque vivo y ruidoso. Toda clase de animales aún no dormidos para el invierno se arrastraron entre los arbustos y los árboles de encima del camino creaban un calado de luz de luna en el suelo.

Recordando que era una vampiro— y una depredadora con sentidos afilados—dejé que mis sentidos se liberaran. Mi visión nocturna se afiló. Pude oler la humedad del suelo y el débil almizcle de los animales en los árboles.

El humo acre y el olor de la verde y fresca resina se elevaba del camino hacia la que asumí era la casa de Lorelei. Alguien había estado cortando madera, tal vez.

La noche estaba viva con cosas que los humanos raramente verían o considerarían, un mundo entero que vivía mientras ellos eran inconscientes. Los asustaría, me pregunté, imaginar cuánto sucedía mientras ellos lo ignoraban?

Caminé por un poco menos de diez minutos. El camino se movió cuesta arriba, y emergí en una meseta que, durante el día, debía proveer probablemente una hermosa vista del lago. Consideré una buena cosa que mi padre no supiera que la propiedad existía; hubiera arrasado con la casa de Lorelei para crear un establecimiento de lujo.

La casa brillaba en el medio del claro. Era baja, con paredes que alternaban entre vidrio y largas franjas de madera. La casa se propagaba por la tierra como si simplemente hubiera crecido allí, como si pudiera desaparecer si simplemente te dabas vuelta el tiempo suficiente. Un camino de tierra apisonada llevaba a una gigante puerta de madera y asumí que ésa era la entrada principal.

Me quedé en el borde del bosque por un momento y saboreé la ironía. Minutos atrás tenía miedo de entrar a ellos. Ahora, temía salir. Seguro, yo era supuestamente inmune a la llamada de sirena de Lorelei, pero eso no calmaba exactamente mis nervios. Había visto los botes en la orilla. Qué había sucedido con sus capitanes?

En el silencio mientras esperaba, oí el canto por primera vez. Sonaba como un bajo canto de luto, cantado por una mujer con afinación perfecta y un tono sensual.

La sirena.

Cerré mis ojos y esperé un momento… pero nada sucedió. No me sentí obligada a acecharla, o de vivir el resto de mis noches inmortales en su isla. Aparte de sentirme un poco aturdida por la falta de sangre—debido al oportunismo de Frank—todo estaba bien.

Dejé salir un suspiro, caminé hacia la puerta y golpeé.

No más de un segundo después, una mujer robusta de unos cincuenta o sesenta años abrió la puerta, sus ojos se estrecharon. “Qué?”

Seguramente esta mujer, quien llevaba una remera y pantalones de corte estrecho que sostenía un plumero en una mano, no era la sirena del lago. Pero el canto continuó desde alguna parte de la casa, así que ésta no podía ser ella.

“Soy Merit. Estoy aquí para ver a Lorelei.”

Parecía indiferente a mis intereses, mirándome inexpresivamente.

“Soy una vampiro de Chicago,” le dije. “Necesito hablar con Lorelei sobre el lago.”

Sin más palabra, cerró la puerta en mi cara. Pestañeé sorprendida, luego me mordí el labio por un segundo, considerando mis opciones. Podía irrumpir en la casa, pero era una regla de etiqueta esperar a tener una invitación antes de entrar a la casa de alguien. No haría ningún bien si enojaba al espíritu del lago por romper el protocolo.

Alternativamente, podía hacer mi camino de regreso al helicóptero y decirle a la piloto que tenía gran cantidad de tiempo para llegar a su próxima cita.

Ya que ninguna de esas opciones solucionaría mi actual problema, decidí ir por la opción tres—tratar de reunir información.

Silenciosamente, crucé en puntas de pie el pequeño porche y miré a escondidas a través de una ventana.

Obtuve un breve vistazo de madera y piedra antes de oír una voz a mis espaldas.

“Ejem.”

Di un salto y me volteé para encontrar a la mujer que había abierto la puerta de pie detrás de mí con una expresión sospechosa y un alzado plumero amenazante.

“Hermosa casa,” le dije, enderezándome. “Solamente estaba curiosa sobre el diseño interior. Con la madera. Y el mobiliario.”

Me aclaré la garganta culpablemente. “Y eso.”

La mujer puso sus ojos en blanco, y ondeó el plumero como si fuera un compositor dirigiendo una orquesta. “He sido autorizada para invitarte a la morada de Lorelei, la sirena del lago. Bienvenida a su casa.”

Su invitación era seca, pero directa. La seguí dentro.

El interior de la casa había sido diseñado orgánicamente como el exterior. La ventana daba hacia una sala de dos plantas. Una de las paredes estaba hecha de redondas piedras del río, y un hilo de agua se escurría entre las rocas y dentro de un estrecho canal que atravesaba el medio de la sala, donde desaparecía del otro lado.

Una mujer con curvas estaba sentada en el suelo junto al canal de agua, metiendo sus dedos en él. Su cabello era oscuro y estaba atado en un moño, estaba vestida de manera sencilla en una reluciente remera gris y jeans, sus pies estaban desnudos. Sus ojos estaban cerrados, mientras cantaba bajo y claro.

Regresé mi mirada a la mujer con el plumero, pero habiendo hecho su deber ella se había ido.

“Eres Lorelei?” Pregunté en voz baja.

Ella dejó de cantar, abrió sus ojos y levantó su mirada hasta mí con ojos del color del chocolate. “Cariño, si estás en mi isla, sabes que sólo puedo ser una persona. Por supuesto, soy Lorelei.”

Su voz tenía el dejo de un acento español, y un montón de sarcasmo.

Reprimí una sonrisa. “Hola Lorelei. Soy Merit.”

“Hola, tú misma. Qué te trae por aquí?”

“Necesito hacerte algunas preguntas.”

“Sobre?”

“El lago.”

Sus ojos se estrecharon. “Crees que tuve algo que ver con el agua?”

“No sé lo hiciste o no,” admití arrodillándome al lado del canal así podría hablar al nivel de sus ojos. “Estoy tratando de descubrir que sucedió, y parecías un buen lugar dónde comenzar. No es sólo el lago, sabes. El río, también.”
Su cabeza se enderezó inmediatamente. “El río? Está muerto, también?”

Ni la pregunta ni la mirada de derrota en sus ojos me confortaron.

“Lo está,” dije. “Y el río y el lago están succionando todo el poder de Chicago. Las ninfas se están debilitando.”

Haciendo una mueca como si le doliera, Lorelei presionó sus dedos en sus sienes.

“No son las únicas. Siento como si hubiera terminado un turno de cuatro días y como si me hubieran golpeado por dos más. Débil. Exhausta. Mareada.” Ella levantó la vista hacia mí. “Yo no causé esto. Esperaba que las ninfas tuvieran la respuesta, que ellas se hubieran involucrado demasiado en algún tipo de magia desconocida, pero que la magia pudiera ser revertida.”

“Ellas pensaron lo mismo sobre ti.”

“Eso no me sorprende,” dijo secamente.

“No se llevan bien cierto?”

Ella ladró una risa. “Crecí cerca de Paseo Boricua. Nací y fui criada en Chicago por padres de Puerto Rico. Las ninfas no son exactamente un grupo sobre la diversidad. Ellas me ven como la extraña. Una intrusa en su lindo y pequeño mundo de magia.”

“Cómo es eso?”

Me miró con curiosidad. “Realmente no lo sabes, cierto?”

Sacudí mi cabeza y ella murmuró algo en español. “El lago se vuelve negro y la vampiro sale de su línea de seguridad,” ella dijo, luego me lanzó su propia mirada de disculpa. “No quise ofender.”

“No lo hiciste.”

Lorelei suspiró y hundió una mano de nuevo en el agua. Su expresión se relajó un poco, como si tocar el agua la calmara.

“Ser una sirena no es como ser una ninfa,” ella dijo. “Ellas nacen en sus roles; sus madres son ninfas, también. El poder de una sirena no funciona de ese modo.”

Señaló a la mesa al otro lado de la sala. Apoyado en ella había un oscuro disco de hierro, de seis pulgadas de diámetro. Había una escritura en él, pero estaba muy lejos para poder leerla.

“Piedra de Agua,” ella dijo. “La piedra de agua. La magia de la sirena se encuentra allí.”

Fruncí el ceño. “No entiendo.”

“Ser dueña de la piedra te convierte en la sirena del lago,” ella dijo. “Para activar su magia, debes solicitar la piedra, pero sólo acepta ciertos dueños. Una vez que es tuya, es tuya hasta que el próximo dueño aparezca.”

“Así que escogiste ser una sirena?”

Lorelei apartó la vista, mirando fijamente el agua. “Técnicamente, tenía la opción de aceptar la piedra y sus cargas, aunque mis opciones eran limitadas.”

“Y los botes en la orilla?”

Ella regresó su mirada con orgullo en sus ojos. “Elegí aceptar la piedra, pero trabajo las cosas de manera un poco diferente. Soy la sirena del lago, y tengo que cantar, pero elegí el lugar más aislado que pude encontrar. Rosa e Ian, mi esposo—ellos me ayudan a dirigir a los marineros de regreso a la tierra firme. No puedo hacer mucho sobre el daño de los barcos.” Ella sonrió un poco. “Pero todo el mundo tiene seguro.”

No me pude quejar de esa lógica. “Por cuánto tiempo has servido como sirena?”

“La Lorelei anterior a mí—todas tomamos el nombre para mantener el mito con vida—vivió por noventa y seis años. Por supuesto,” ella dijo con una creciente sonrisa, “ella tenía cuarenta y dos cuando se convirtió en sirena, así que ese no es un mal beneficio.”

Ya que creí que ayudaría, le ofrecí mi propia historia. “Fui convertida en vampiro sin mi consentimiento. Para salvar mi vida, pero no fue algo que planeé. Eso vino como sorpresa.”

Ella me miró con interés. “Así que sabes lo que es reescribir tu vida. Sopesar quien eras en contraposición con lo que te debes convertir.”

Pensé en todas las cosas que había hecho y visto en el último año—la muerte, el dolor, la dicha. Los comienzos… y los finales.

“Sí,” acordé en voz baja. “Sé lo que se siente.” Ese pensamiento me recordó mi propósito. “Lorelei, si tú no causaste esto, sabes quién lo pudo haber hecho?”

“Si las ninfas no están involucradas—si esto no fue causado por un espíritu del agua—entonces pienso que debes buscar en otros lados.”

“Tales cómo?”

Ella apartó la vista, culpa en su expresión.

“Lorelei, necesito saber. Esto no se trata sólo sobre las ninfas. Nuestras Casas están en peligro. Los humanos ya están culpando a los vampiros, y si esto empeora, puedo garantizar que se aprobará la ley de registración.”

“Sólo hay un grupo tan conectado como nosotros al mundo natural,” ella dijo finalmente. “Admiramos y reverenciamos el agua. El flujo de ella, el poder, su habilidad de limpiar y destruir.” Ella cerró sus ojos. “Ellos encuentran su poder en la tierra. Ellos la atesoran—los bosques, lo salvaje,”

Mi estómago se hundió. “Estás hablando de los cambia-formas?”

“La Manada está en Chicago, no es cierto?”

“Porque les pedimos que se quedaran. Ellos no harían esto.”

“Pensaste que atacarían tu Casa?”

Técnicamente, sólo un puñado de cambia-formas vengadores había atacado la Casa, pero entendí el punto. “Por supuesto que no.”

“No puedes hacer la vista gorda debido a quienes son o de lo que son capaz de hacer. Eres conciente de la química entre las ninfas y los cambia-formas?”

“Es difícil de pasar por alto.”

“Es debido a la química entre la tierra y el agua,” ella dijo. “Un tipo de unión elemental. Tal vez la enfermedad del agua se deba a que hay demasiados cambia-formas y ninfas en una ciudad.”

No es que tuviera una teoría mejor, pero parecía demasiado conveniente culpar a los cambia-formas, un grupo con el cual las ninfas y las sirenas tenían claramente una relación tempestuosa.

Repentinamente, un hombre caminó a través de la puerta principal, un puñado de leños cortados en sus manos.

A pesar del frío en el aire, llevaba jeans sucios pero estaba desnudo de la cintura para arriba, su torso mojado por el sudor. Sonrió y se mantuvo caminando a través de la sala hasta el otro lado de la casa.

Ropas sucias o no, era innegablemente hermoso. Era alto, y bien formado, con corto y ondulado cabello y barba de un día a lo largo de su cuadrada mandíbula. Tenía largas y oscuras cejas, y ojos profundos, labios redondos sobre una barbilla con hoyuelos.

Cuando desapareció a través de la puerta del lado opuesto de la habitación, regresé mi mirada a Lorelei. Ella sonrió conciente.

Ese por supuesto, es Ian. Hemos estado casados por cuatro años. Él me conocía antes de que me convirtiera en sirena, por lo que es inmune a las canciones. Fue lo suficientemente considerado para seguirme aquí al medio de la nada. Trato de aceptar mi destino con gracia.”

Tan pronto como dejó salir las palabras, puso sus manos en su frente y se inclinó, claramente dolorida. La mujer que había atendido la puerta entró apresurada a la habitación, murmurando palabras en español. Ella se inclinó al lado de Lorelei, y envolvió un brazo alrededor de sus hombros.

“Esté bien, niña,” ella dijo, y luego susurró más palabras en español que no pude entender.

Me puse de pie, tomando la pista. “Gracias por tu tiempo. No quiero ser más molestia.”

“Merit.” Regresé mi mirada. Lorelei había levantado su cabeza de nuevo, rastros de lágrimas visibles en sus mejillas. “Si esto no es solucionado pronto, será demasiado tarde.

Le prometí que haría todo lo que pudiera… y luego deseé haber hecho una promesa que pudiera mantener.

Salí fuera y caminé alrededor de la casa hasta el camino. Ian estaba fuera también, y el aire estaba lleno del aroma a resina fresca.

Con el hacha en mano, se puso de pie frente a un leño vuelto hacia arriba. Un segundo leño estaba puesto verticalmente sobre él. Llevó el hacha sobre su cabeza, los músculos saltando, luego lanzó el hacha hacia abajo. El leño se separó limpiamente, sus mitades idénticas cayendo al suelo. Ian puso otro leño sobre el tronco, luego levantó la vista. Su aliento era una nube debido al frío.

“Estás aquí por lo del lago?” preguntó, limpiando el sudor de su frente.

“Sí, de hecho.”

“Esto no es su culpa, sabes. Nada de esto. Ella lleva la carga de otra persona, y ahora está enferma—o peor—debido a esa carga.”

Balanceó su hacha nuevamente, luego partió el segundo leño en dos. “No la acusé de nada,” dije. “Solamente estoy tratando de descubrir que sucedió.”

Enderezó otro leño. “Entonces descúbrelo. Y si no lo haces, estaremos aquí en el fin del mundo.”

Sin ninguna buena respuesta a eso, regresé al helicóptero.

Traducido por Luu

Tabaen  – (5 de enero de 2012, 17:43)  

gracias por traducir el libros, en serio que si, me encanta.
simplemente mil y un gracias.

kika  – (5 de enero de 2012, 21:16)  

Mil Gracias x el capi!! ñ.ñ

Lucía  – (6 de enero de 2012, 9:30)  

Por naaaaaaaada! Me alegro que les guste :D

Siyara  – (6 de enero de 2012, 21:11)  

gracias por las traducciones!

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