Hard Bitten - Capítulo XXIV y XXV

CAPÍTULO VEINTICUATRO

CHERCHEZ LA FEMME*
*Cherchez la Femme- En busca de la mujer.

Soñé que era el primer día de instituto y era una incómodamente alta veintiocho añera caminando por un pasillo con un nuevo cuaderno y una lapicera en mano. De algún modo había olvidado registrarme para las clases, y a pesar de que tenía dos posgrados y medio de la Universidad, había olvidado también, aparentemente, terminar el décimo grado.

Me senté en un escritorio demasiado pequeño para mí y miré fijamente un pizarrón de tiza lleno con ecuaciones cuadráticas escritas a mano, demasiado complicadas para mí para poder resolverlas. Cuando miré alrededor del salón, todo el resto del mundo estaba muy ocupado llenando las páginas grapadas de una prueba. Uno por uno, los estudiantes levantaron la vista, me miraron y comenzaron a golpear sus puños contra los escritorios.

Thump. Thump. Thump.

Una chica con largo cabello rubio me miró.

“Abre la puerta,” ella dijo.

“Qué?”

“Dije, abre la—”

Me desperté de un salto, sentándome derecha en la cama, justo a tiempo para ver a Ethan desaparecer de la habitación.

Froté las manos en mi cara hasta que estuve en su habitación nuevamente—no una estudiante de segundo año fuera de lugar en un instituto para el cual era demasiado vieja para asistir.

Escuché la puerta abrirse y cerrarse. Traté de alisar lo que estaba segura era un severo caso de cabello-cama, y luego lancé las sábanas fuera para deslizarme hasta la otra habitación.

“Qué sucede?”

Ethan sostuvo un teléfono de línea inalámbrico.

“Es Jeff, para ti. Aparentemente, es urgente.”

Frunciendo el ceño, tomé el teléfono. “Jeff? Qué sucede?”

“Siento interrumpirte, pero fui capaz de desenterrar más información sobre Paulie Cermak y su historia criminal.”



Fruncí el ceño. “Sabes que Celina ya ha sido arrestada, cierto?”

“Y que una orden de arresto ha sido emitida contra el Sr. Cermak después de su pequeña confesión anoche. Oh—y escuché que la orden contra Ethan fue levantada, así que felicitaciones por eso. Pero ese no es el problema.”

“Entonces, qué has aprendido?”

“Encontré el reporte policial original-y está registrado el nombre de la víctima. Bueno, el apellido y la inicial, de todos modos. Un chico o chica llamado ‘P.Donaghey.’ También de Chicago—”

Sacudiendo mi cabeza, lo interrumpí. “Jeff, conozco ese nombre.” Apreté mis ojos pero no pude ubicarlo. “Puedes buscarlo en Google?”

“Oh, claro.” Escuché dedos volando a través de las teclas. “Oh, esto es malo.”

“Dime.”

“‘P.Donaghey’ significa ‘Porter Donaghey.’ Él fue el oponente de Seth Tate en su primer elección para la alcaldía.”

Ahora recordaba dónde había visto la fotografía de Paulie antes. “Paulie Cermak golpeó al oponente de Seth Tate en la cara.”

Los ojos de Ethan se agrandaron como platos.

“Espera, hay más. Tengo fotos. Eventos de campaña. Tate está en el podio, y puedes ver a Paulie en el fondo.”

“Envíale las imágenes a Luc,” le dije. “Del mismo modo que lo hiciste antes.” Algo más se me ocurrió. “Jeff, en el archivo que encontraste, decía algo sobre quién representó a Paulie? El abogado que consiguió sellar ese archivo, quiero decir?”

“Um, déjame buscar.” Quedó en silencio por un momento sin contar un nervioso silbido.

“Oh, mierda,” finalmente dijo.

Únicamente un abogado tenía sentido. “Fue Tate, cierto?”

“Fue Tate,” Jeff confirmó. “Cermak golpeó al oponente de Tate, y Tate lo sacó. Paulie Cermak y Tate se conocen.”

Con el teléfono todavía presionado en mi oído, miré a Ethan. “No creo que ese sea el final de todo, Jeff. Si Paulie está involucrado con las drogas, las raves y Celina, y Paulie y Tate se conocen, entonces cuánto está involucrado con las drogas, las raves y Celina?”
“Cuál es la teoría?” Ethan silenciosamente moduló.

“Tate está bajo presión para asegurar a los ciudadanos de Chicago sobre los vampiros. Decide ser proactivo—ayuda a crear un problema; ayuda a solucionar el problema. Wham, bam, gracias ma’am, y los números de sus encuestas subieron en un veinte por ciento.”

“Oh, tengo que decirle a Chuck sobre esto,” Jeff dijo.

“Puedes conseguir una orden de arresto contra Tate?”

“Con tan poca evidencia? No. No tienes nada que una a Tate como dijiste, a las drogas, las raves o a Celina. No es suficiente con que Paulie lo conozca.”

“No es suficiente? Qué más quieres?”

“Tú eres la Centinela. Encuentra algo.”

Colgué el teléfono y miré a Ethan, una disculpa en mi expresión.

“Sabía que no había terminado,” él dijo. “Lo sabía tan bien como tú ayer. Sólo quería momentáneamente disfrutar de la posibilidad de que pudiéramos encontrar unas pocas horas de paz.”

“Tuvimos unas pocas horas,” Señalé con una sonrisa. “De otro modo no estaría de pie en tu apartamento en una remera y con un serio problema de cabello-cama.”

“Eso es verdad. Tu problema de cabello-cama es bastante grave.”

“Eres gracioso al atardecer, Sullivan.”

“Y tú eres adorable. Supongo que es hora de sembrar el caos otra vez?”

“Mi archivo ya está anotado. Es mejor tener más deméritos en mi archivo que tener más presión sobre la Casa.” Avancé en puntas de pie y presioné mis labios en su mejilla. “Llama a Luc y a Malik y tenlos preparados para la tormenta. Voy a regresar a la casa de Paulie.”

“Un momento,” dijo, y antes de que pudiera preguntarle por qué, estaba tirando de mi remera para acercarme. Me besó brutalmente, y luego me apartó tan abruptamente que casi me tropiezo.

“Qué fue eso?” Pregunté, mi voz repentinamente ronca.

Me guiñó. “Ese era el beso que me debías. Ahora ve a atrapar a tu hombre, Centinela.”

Veinte minutos más tarde estaba vestida, con la katana y en mi camino a Garfield Park. Ethan, Luc y Malik estaban en la Sala de Operaciones, listos para enviar tropas, pero esperando evitar que la Casa se involucrara más de lo necesario. También tenían a Jeff en conferencia en caso de que necesitaran asistencia informática.

Desafortunadamente, supe que algo iba mal cuando aparqué en la entrada de Cermak. La puerta del garage estaba abierta y el Mustang se había ido. La casa estaba oscura y vacía, incluso las baratas cortinas habían sido arrancadas de las ventanas.

Saqué mi coche de la acera y me dirigí a la curva pasando la casa. “Estuve malditamente cerca,” Maldije, sacando mi celular y llamando a la tripulación. “Se ha ido,” le dije tan pronto como Luc me contestó. “El Mustang se ha ido, y la casa está vacía.”

Pero entonces, mi suerte cambió.

“Espera,” dije apagando el coche y deslizándome abajo en el asiento, mis ojos en el espejo retrovisor. El Mustang aparcó en la curva. Paulie saltó fuera del auto y entró al garage.

“Qué está sucediendo, Centinela?” Ethan preguntó.

“Ha regresado. Corrió dentro del garage. Quizá olvidó algo.”

Efectivamente, menos de diez segundos después, Paulie salió del garage con. . . un volante en mano.

“Olvidó un volante,” informé secamente al equipo, preguntándome si Paulie tendría alguna idea de que pronto sería derribado por culpa de un accesorio de auto. Ah, bueno. Su pérdida, mi ganancia.

Después de un momento, regresó el Mustang a la calle. Esperé hasta que me pasó, luego encendí el auto y avancé detrás de él.

“Se está yendo nuevamente, lo estoy siguiendo,” les dije. “Estoy casi dos cuadras por detrás, así que con un poco de suerte no podrá verme.”

“En qué dirección?”

“Un, este por ahora. Tal vez hacia el Loop?”

Oí la voz de Malik. “Tal vez está tratando de acabar con Celina?”

“Si él y Tate son amigos, no necesitará hacer nada de eso. De cualquier modo, los mantendré al tanto.”

Colgué y bajé el teléfono nuevamente, luego me concentré en seguir a Paulie a través de la ciudad. Era el tipo de conductor que conseguía volverme loca de la irritación: tenía un elegante coche con un indudablemente sólido motor, pero conducía como si su licencia estuviera vencida. Demasiado lento. Demasiado cuidadoso. Por supuesto, había una orden de arresto sobre él, así que tenía sentido de que evitara darles a los policías cualquier razón para detenerlo.

Le tomó veinte minutos llegar al Loop, pero no se detuvo allí. Continuó avanzando hacia el sur, y ahí fue cuando me puse nerviosa de nuevo.

Llamé al equipo.

“Estamos aquí,” Luc dijo.

“Envíen refuerzos,” dije. “Se está dirigiendo a Creeley Creek.”

No me molesté en entrar a Creeley Creek a través de la verja frontal; no le quería dar al alcalde y a su probable compinche una advertencia.

En cambio, estacioné a unas cuantas cuadras de distancia, tomé mi katana, salté la cerca y me escabullí a través del jardín. Estaba segura que debía haber seguridad en alguna parte, pero no vi ningún guardia, así que me moví alrededor de la casa, asomándome por las bajas y horizontales ventanas hasta que los vi—Tate detrás de su escritorio mientras Paulie hablaba animadamente desde el otro lado.

Pero no estaban solos. Quién estaba sentada en el borde del escritorio de Tate?

Celina Desaulniers.

Cerré los ojos, maldiciendo mi ingenuidad. Por qué Celina había confesado sus horribles actos en frente de humanos? Porque ella tenía una relación con el alcalde que le aseguraba que saldría limpia de esto.

Eso debía haber sido parte de su gran plan.

Seducir al alcalde, hacerse amiga de un distribuidor de drogas, y crear una droga destinada a recordarle a los vampiros sus raíces predatorias. Cuando la mierda golpeara el ventilador, ella podría tomar el crédito de haberle dado a los vampiros el momento de sus vidas, e invitar a los humanos a unirse a la fiesta. Y podría hacer todo eso con impunidad.

No me sorprendería enterarme de que había encantado a Tate para que lo hiciera. Era un político, seguro, pero había parecido genuinamente preocupado sobre la ciudad.

Había Celina creado toda esta artimaña y lo sedujo con los resultados de las encuestas?

Realmente, realmente la odiaba.

Irritación dejando de lado mi miedo, regresé a un patio cercano, lo crucé tan subrepticiamente como pude y empujé la puerta. Manteniendo mi suerte—ésta estaba sin llave. Avancé en silencio por el pasillo hasta la habitación donde los había visto, luego entré.

Todos miraron la puerta.

Paulie fue el primero en moverse. Retrocedió unos cuantos pasos, moviéndose más cerca de la esquina de la habitación—y más lejos de un rabioso vampiro.

Entré y golpeé la puerta detrás de mí.

“Parece una agradable reunión.”

Tate sonrió perezosamente. “Estos jóvenes vampiros no tienen modales en estos días. Ni siquiera esperaste por una invitación, no es cierto?”

La falsa alegría me preocupó—e hizo que me preguntara si él estaba todavía bajo la influencia del glamour de Celina. Solté el seguro de mi espada, la desenvainé, y me acerqué. No tenía sentido pretender que estábamos aquí para divertirnos.

Apunté a Celina con la katana. “Nos tendiste una trampa.”

Celina se observó una uña. “Hice lo correcto, como el PG te ha dejado claro una y otra vez. Por qué incluso estás aquí?” Rodó sus hombros, como si estuviera irritada.

La miré sospechosa de su humor ligero. “Levanta tu cabeza, Celina y mírame.”

Sorprendentemente, ella hizo lo que le pedí. Finalmente pude ver sus ojos—los cuales estaban anchos, sus irises casi completamente plateados. Ella no conducía el show—ella había sido drogada.

Me había equivocado. De nuevo.

Levanté la vista hacia Tate. “La estás controlando con V?”

“Sólo parcialmente. Asumí que vendrías corriendo cuando descubrieras la conexión entre el Sr. Cermak y yo. Cuando el archivo policial fue accesible, recibí una alerta. Mientras tanto, pensé que podríamos amplificar el drama un poco. Entiendo que la Srta. Desaulniers es toda una guerrera; decidí probar los efectos de V en una mujer que ya es conocida por ser habilidosa. La hace una mejor luchadora? Una peor? Como una ex-investigadora, debes apreciar mi enfoque.”

“Estás loco.”

Tate frunció el ceño. “Ni un poquito, desafortunadamente.”
Celina saltó fuera de la esquina del escritorio y caminó a lo largo de su longitud, pasando un dedo sobre su superficie. Mantuve mi espada apuntada a ella, y un ojo en Tate. “Dijiste que la estabas controlando sólo parcialmente con V. De qué otro modo la estás controlando?”

Él simplemente se quedó allí sentado y me sonrió—y en ese momento sentí el cosquilleo revelador de la magia en el aire. Pero no el ligeramente irritante que desprendían Mallory y Catcher. Este era más pesado-más grasoso, en la forma que impregnaba la habitación.

Tragué una ráfaga de miedo, pero resolví otra parte del puzzle. “Tu agregaste la magia al V.”

“Muy bien. Me preguntaba si tú y los tuyos descubrirían eso. Llámalo una firme, o algo parecido.”

“Qué eres?” Pregunté, aunque sabía parte de la respuesta: no era humano. No sabía por qué nunca había sido capaz de sentirlo antes, pero ahora sabía que era cierto. La magia pesada que estaba arrojando no era nada parecida a la de Mallory o Catcher.

Frunciendo el ceño, se inclinó hacia delante y unió sus manos sobre el escritorio. “A riesgo de sonar increíblemente ególatra, soy la mejor cosa que le ha pasado a esta ciudad en un largo tiempo.”

No había fin para el ego de este hombre?

“Realmente? Creando caos? Drogando a los vampiros y poniendo a los humanos en riesgo?” Apunté a Celina. “Liberando a una delincuente?”

Tate se recostó nuevamente y rodó sus ojos. “No seas melodramática. Y recordarás que Celina se hizo cargo de la culpa por las drogas. Todo funcionó muy limpiamente. Lo menos que podía hacer era recompensarla un poco—aquí en la privacidad de mi propia casa, de todos modos.”

Suponía que había estado al tanto del engaño a Celina para que acudiera a la reunión en el Festival Callejero—y para que confesara. Ella confesó porque sabía que Tate la dejaría fuera de la horca; la confesión le servía a Tate para “resolver” el problema de V. Dirigí mi mirada hacia ella. Parecía estar completamente inconsciente de que Tate hablaba suyo. Dejó de moverse al lado del escritorio de Tate y comenzó a golpear sus dedos nerviosamente encima de él. Parecía que V comenzaba a surtir efecto, a darle ese zumbido molesto.

“Francamente, Merit. Me sorprende que no aprecies el tremendo favor que V le ofrece a los vampiros.”

“Te hace sentir como un vampiro,” Celina entonó.

“Ella tiene razón,” Tate dijo, atrayendo mi mirada. “V reduce las inhibiciones. Puedes pensar que soy cruel, pero creo que V ayudaría a eliminar la parte menos agradable de la población vampírica. Esos a favor de usar V merecen ser encarcelados.”

“Así que ahora estás entrampando vampiros.”

“No es entrampamiento. Es buena planificación urbana. Es una auto-selección para el control de población. Entiendo que no eres susceptible al glamour. Eso no te hace diferente? Mejor? No tienes la misma debilidad. Eres más fuerte, con mejor control.”

Levanté la katana en la dirección de Celina.

“Ve al grano, Tate.”

“Sabes el tipo de equipo que podríamos hacer? Eres la representante de los vampiros buenos. Salvas humanos, incluso cuando el PG busca derrotarte, castigarte por tus actos. Ellos te aman por eso. Ayudas a mantener a la ciudad en equilibrio. Y eso es lo que necesitamos, si hay alguna esperanza para los vampiros y los humanos de sobrevivir juntos.”

“No hay modo de que trabaje contigo. Crees que saldrás de esto? Después de engañar a los vampiros y contribuir a las muertes—al daño—de humanos?”

Su mirada fue helada. “No seas ingenua.”

“No,” dije. “No justifiques tu maldad con algo fingido y trillado como, ‘este es el modo en que el mundo funciona.’ Este no es el modo en el que el mundo funciona, y mi abuelo es prueba de ello. Eres egocéntrico y estás completamente loco.”

La percusión de los dedos de Celina aumentó en ritmo, pero cual fuera el control mágico que Tate tenía en ella, era efectivo. No actuaría sin su permiso. “Puedo matarla ahora, por favor?”

Tate alzó una mano de silenciamiento. “Espera tu turno, querida. Y qué sobre tu padre?” Me preguntó. “Él no está loco, cierto?”

Sacudí mi cabeza, confundida por la incongruencia. “Esto no es sobre mi padre.”

Con sus ojos grandes por la sorpresa, Tate dejó salir una estridente risa sin alegría. “No es sobre tu padre? Merit, todo en tu vida desde que te convertiste en una colmilluda ha sido sobre tu padre.”

“Qué se supone que signifique eso?”

Me dio una mirada mejor guardada para un niño inocente. “Por qué crees que tú, de todas las personas de Chicago, fuiste convertida en vampiro?”
“No por culpa de mi padre. Celina trató de matarme. Ethan salvó mi vida.” Pero incluso mientras decía las palabras en voz alta, mi estómago se apretó por el miedo.

Confundida, dejé caer la espada a mi lado.

“Sí, me has dicho eso antes. Repetir las mentiras no las convierte en verdad, Merit. Fue una tremenda coincidencia, que Ethan estuviera en el campus cuando tú lo estabas, no es cierto?”

“Fue una coincidencia.”

Tate chasqueó su lengua. “Eres más inteligente que eso. Quiero decir, verdaderamente—cuáles son las probabilidades? No crees que hubiera sido beneficioso para tu padre el tener a un vampiro en su bolsillo—su hija—cuando los disturbios terminaran? Cuando los humanos se acostumbraran a la idea de los colmilludos viviendo entre ellos?”

Tate sonrió forzosamente. Y luego las palabras se deslizaron de su boca como veneno.

“Y si te dijera, Merit, que Ethan y tu padre tenían un cierto, digamos, acuerdo de negocios?”

La sangre rugía en mis oídos, mis nudillos blancos alrededor del mango de mi katana. “Cállate.”

“Oh, vamos, querida. Si el gato estuviera fuera de la bolsa, no querrías saber todos los detalles? No quieres saber cuánto le pagó tu padre? Cuánto, Ethan, el compañero de crimen de tu padre, tomó de él para hacerte inmortal?”

Mi visión atenuada a negro, recuerdos abrumándome: el hecho de que Ethan y Malik estaban en el campus de la Universidad de Chicago en el preciso momento en que yo había sido atacada. El hecho de que Ethan había conocido a mi padre antes de que los presentara. El hecho de que Ethan me había dado drogas para aliviar la transición biológica a vampiro.

Pensé que me había drogado porque se sentía culpable de que no había sido capaz de consentir el Cambio.

Se sentía en verdad culpable porque me había cambiado a pedido de mi padre? No. Eso no podía ser cierto. Como si lo hubiera convocado, Ethan irrumpió repentinamente en la habitación, furia en sus ojos.

Había venido a apoyarme.

Tate se encontraba todavía en la habitación, pero casi había desaparecido de la vista. Mi mirada cayó en Ethan, el miedo poderoso, cegándome, ensordeciéndome mientras la sangre rugía a través de mis venas.

Ethan se movió hacia mí, escaneó mis ojos, pero yo todavía no podía encontrar las palabras para darle voz a la pregunta.

“Te encuentras bien?” Preguntó. “Tus ojos están plateados.” Regresó su Mirada a Tate, probablemente sospechando que mi hambre había sido provocada. “Qué le hiciste?”

Agarré el mango de mi espada más fuerte, el cordón mordiendo la piel de mi palma, y me forcé a decir las palabras.

“Tate dijo que te reuniste con mi padre. Que te pagó para que me convirtieras en vampiro.” Quería que me dijera que era mentira, sólo más falsedades expulsadas de la boca de un político como clavos ardiendo.

Pero las palabras que él dijo rompieron mi corazón en millones de pedazos.

“Merit, lo puedo explicar.”

Lágrimas comenzaron a deslizarse por mis mejillas mientras gritaba mi dolor. “Confié en ti.”

En cambio el tartamudeó, “Así no fue cómo sucedió—”

Pero antes de que pudiera terminar su excusa, sus ojos saltaron a un lado.

Celina se estaba moviendo de nuevo, con una afilada estaca en su mano. “Necesito moverme,” dijo lastimosamente. “Necesito terminar esto ahora.”

“Tranquila, Celina,” Tate advirtió. “Esta lucha todavía no es tuya.”

Pero ella no sería disuadida. “Ella ha arruinado suficiente para mí,” Celina dijo. “No arruinará esto.” Antes de que pudiera contrarrestar el argumento, echó hacia atrás su brazo y la estaca estaba en el aire—dirigida directamente hacia mí.

Sin una pausa, y con la velocidad de un vampiro de siglos de edad, Ethan se lanzó hacia delante, su torso frente al mío, bloqueando la estaca, evitando que golpeara mi cuerpo.

Tomó el golpe de lleno, la estaca estallando a través de su pecho.

Y a través de su corazón.

Por un momento, el tiempo se detuvo, y Ethan me miró, sus ojos verdes apretados por el dolor. Y luego se había ido, la estaca repiqueteó en el suelo frente a mí. Ethan remplazado por—transformado en—nada más que una pila de cenizas en el suelo.

No tuve tiempo de detenerme o pensar.

Celina, ahora sintiendo completamente los efectos de V, se estaba moviendo nuevamente, una segunda estaca en mano. Agarré la estaca que había lanzado, y rezando por un objetivo, la lancé.

Mi objetivo fue alcanzado.

Golpeó su corazón, y antes de que un segundo hubiera pasado, ella se había ido, también. Al igual que Ethan cuando cayó, no quedó nada más de ella que una pila de cenizas en la alfombra. Con mi instinto de preservación reemplazado por el shock, miré hacia abajo.

Dos ordenados conos de cenizas yacían en la alfombra.

Todo lo que quedaba de ellos.

Ella estaba muerta.

Él estaba muerto.

La realización me golpeó. Incluso mientras otros acudían a la habitación, yo cubrí mi boca para contener el grito y caí sobre mis rodillas, sin fuerzas.

Porque él se había ido.

Malik, Catcher, mi abuelo, y dos oficiales uniformados irrumpieron en la oficina. Luc debía haberlos llamado. Regresé mi mirada a Tate, todavía detrás de su escritorio, magia picante en el aire pero sin ningún otro signo de que él estuviera vagamente preocupado por lo que había sucedido en su casa.

No había modo de que dejara que quedara impune. “Tate estaba distribuyendo V,” dije, todavía en el suelo. “Drogó a Celina, la dejó salir de la cárcel. Ella se ha ido.” Bajé la mirada a la ceniza nuevamente. “Ella mató a Ethan—él saltó frente a mí. Y luego yo la maté.”

La habitación quedó en silencio.

“Merit está afligida,” Tate dijo. “Confundió los hechos.” Apuntó a Paulie, quien ahora estaba corriendo hacia una ventana al otro lado de la habitación. “Como supongo que ya saben, ese hombre es el responsable por distribuir V. Él ya lo ha confesado.”

Paulie farfulló mientras los oficiales lo alejaban de la ventana. “Tú, hijo de puta. Crees que puedes salirte con la tuya? Crees que puedes usarme de este modo?” Se alejó de los uniformados, quienes lograron sostenerlo en el suelo antes de que saltara sobre Tate.

“Esto es su culpa,” Paulie dijo, con el pecho contra el suelo, levantando su cabeza lo suficiente para mirar a Tate. “Todo esto fue obra suya. Él organizó todo—encontró una propiedad abandonada por la ciudad para utilizarla de almacén, encontró a alguien para mezclar los químicos, y estableció la red de distribución.”

Tate suspiró cansado. “No se avergüences a si mismo, Sr. Cermak.” Miró a mi abuelo, simpatía en su expresión. “Debe haber estado probando su propia mercancía.”

“Crees que soy estúpido?” Cermak preguntó, ojos salvajes. “Tengo cintas, idiota. Grabé cada conversación que hemos tenido porque sabía—simplemente sabía—que si lo peor sucedía, me lanzarías a los lobos.”

Tate empalideció, y todo el mundo en la habitación se congeló, inseguros sobre qué hacer.

“Tiene cintas, Sr. Cermak?” Mi abuelo preguntó.

“Docenas,” dijo con aire de suficiencia. “Todas en una caja fuerte. La llave está alrededor de mi cuello.”

Uno de los uniformados pescó dentro de la camisa de Cermak, luego sacó una pequeña llave en una cadena.

“Encontrada,” dijo, sosteniéndola en alto.

Y allí estaba la evidencia que necesitábamos.

Todos los ojos giraron hacia Tate, quien se ajustó el cuello de su camisa.

“Estoy seguro de que podemos aclarar esto.”

Mi abuelo asintió hacia Catcher, y ambos avanzaron hacia Tate. “Por qué no lo discutimos en el centro?”

Cuatro oficiales más aparecieron en la puerta de la oficina.

Tate fue tomado y asintió hacia mi abuelo.

“Por qué no?” dijo educadamente, ojos hacia delante mientras era sacado de la habitación, un hechicero, un defensor del pueblo y cuatro oficiales del Departamento de Policía de Chicago detrás de él.

Los primeros dos uniformados condujeron a Paulie fuera.

El silencio descendió.

Probablemente, sólo unos minutos habían pasado desde que había arrojado la estaca. Pero los minutos se sentían como horas, las cuales se sentían como días. El tiempo se volvió un borrón que se movía a mí alrededor, mientras yo—finalmente—me quedaba inmóvil.

Me quedé de rodillas sobre la alfombra, manos flojas sobre mi falda, completamente indefensa ante los restos de dos vampiros. Era vagamente conciente de la tristeza y el odio que inundaban mi piel en alternadas olas, pero ninguna podía penetrar el grueso escudo de shock que me mantenía derecha.

“Merit.” Esta voz era más fuerte. Más dura. Las palabras—la base, inexpresiva, el sonido desesperanzado de las palabras de Malik—buscaron mis ojos. Los suyos estaban vidriosos, cubiertos con un obvio brillo de tristeza, de desesperación.

“Él se ha ido,” dije inconsolable. “Él se ha ido.”

Malik me sostuvo mientras las cenizas de mi enemiga y de mi amante eran recogidas en urnas negras, mientras ellos eran sellados y cuidadosamente escoltados fuera de la oficina de Tate.

Me sostuvo mientras la habitación se vació nuevamente.

“Merit. Necesitamos irnos. No hay nada más que puedas hacer aquí.”

Me tomó un momento darme cuenta por qué él estaba aquí. Por qué Malik estaba en el suelo a mi lado, esperando acompañarme a casa.

Él había sido el Segundo de Ethan.

Pero ya no era más Segundo.

Porque Ethan se había ido.

Dolor y rabia sobrepasaron el shock. Hubiera golpeado el suelo si Malik no hubiera puesto sus brazos a mí alrededor, manteniéndome derecha.

“Ethan.”

Luché, lágrimas comenzando a bajar por mi rostro, y empujé para huir.

“Déjame ir! Déjame ir! Déjame ir!” Gemí, lloré, hice sonidos más adecuados para un depredador que una chica, y los golpeé, piel ardiendo dónde sus manos apretaban mis brazos. “Déjame ir!”

“Merit, para. Quédate quieta,” dijo, este nuevo Maestro, pero todo lo que podía oír era la voz de Ethan.








CAPÍTULO VEINTICINO

DEJANDO IR



Esa noche lloramos públicamente: ocho enormes tambores taiko japoneses se alineaban en la acera fuera de la Casa, sus músicos golpeando un canto de percusión mientras las cenizas de Ethan eran movidas dentro de la Casa.

Observé la progresión desde el vestíbulo. Por respeto, y para proteger la progresión de Ethan a la otra vida, Scott y Morgan tomaron la delantera, Malik detrás de ellos, un nuevo Maestro comprometido en su primer acto oficial—transportar los restos de su predecesor a una bóveda de seguridad en el sótano de Cadogan.

Cuando la urna fue colocada dentro y la bóveda fue cerrada y sellada nuevamente, el ritmo de los tambores cambió de rápido y furioso, a lento y triste, cubriendo la gama de emociones por las que me deslizaba en lo que avanzaba de la noche.

El dolor era intenso y agotador, pero era acompañado igualitariamente por la rabia y el miedo. Por mucho que me doliera la pérdida de Ethan, tenía miedo de que se hubiera unido con mi padre, vendido en una vida de vampirismo para aliviar alguna preocupación financiera.

Quería golpearlo. Gritarle. Llorar, gritar y golpear mis puños contra su pecho, demandarle que se exonerara, que se retractara, que me probara su inocencia.

No podía, porque se había ido.

La vida—y el duelo—continuaban sin él.

La Casa fue envuelta en largas hojas de seda negra, como una escultura de Cristo. Se encontraba en Hyde Park como un monumento al duelo, a Ethan, a la pérdida.

También lloramos en privado, en una ceremonia sólo para la Casa en la orilla del Lago Michigan.

Había círculos de piedras a lo largo del sendero junto al lago. Nos reunimos en uno de ellos, todos llevando el negro del luto. Lindsey y yo nos quedamos de pie una al lado de la otra, sosteniéndonos las manos mientras mirábamos fijamente el agua vidriosa. Luc estaba de pie de su otro lado, sus dedos unidos, el dolor tirando abajo las paredes que Lindsey había construido entre ellos.

Un hombre que no conocía habló de las alegrías de la inmortalidad y de la larga vida que Ethan había sido lo suficientemente afortunado para vivir. Independientemente de su duración, la vida nunca parecía lo suficientemente larga. Especialmente cuando el final fue seleccionado—perpetrado—por otra persona.

Malik, vistiendo un manto de dolor, llevó el amaranto rojo a la orilla. Dejó caer las flores al agua, luego nos miró. “Milton nos dice en el Paraíso Perdido que el amaranto florecía en el árbol de la vida. Pero cuando el hombre cometió su error mortal, fue removido al cielo, donde continuó creciendo por el resto de la eternidad. Ethan condujo esta Casa sabiamente, y con amor. Sólo podemos esperar que Ethan viva ahora dónde el amaranto florece eternamente.”

Las palabras dichas, regresó a su esposa, quien agarró su mano con la suya. Lindsey sollozó, liberando mi mano y moviéndose al abrazo de Luc. Sus ojos se cerraron con alivio, y colocó sus brazos alrededor de ella.

Me quedé sola, alegre por su afecto. El amor florecía como el amaranto, pensé, encontrando un nuevo lugar donde ser plantado, mientras otro era llevado lejos.

***

Una semana pasó, y la Casa y sus vampiros todavía sentían dolor. Pero incluso con dolor, la vida continuaba.

Malik se instaló en la oficina de Ethan. No cambió la decoración, pero si se estableció detrás del escritorio de Ethan. Oí rumores en los pasillos sobre la elección, pero no le envidiaba la oficina. Después de todo, la Casa era un negocio que necesitaba dirigir, al menos hasta que el receptor llegara.

Luc fue promovido de Capitán de la Guardia a Segundo. Parecía más adecuado para la seguridad que para ser un funcionario ejecutivo o aspirante a vicepresidente, pero manejó la promoción con dignidad.

El mayor diputado de Tate se hizo cargo de la caída del playboy de la ciudad, quien se enfrentaba a las acusaciones por su implicación con las drogas, las raves y Celina.

La Casa Navarro lloraba su pérdida. La muerte de Celina, como anterior Maestro y el homónimo de la Casa, fue tratada con similar pompa y circunstancias.

No recibí un reproche específico del PG por ser la herramienta de su fallecimiento, pero asumí que el receptor tendría su opinión sobre eso, también.

El drama no tenía fin aparente.

A través de todo ello, me quedé en mi habitación. La Casa estaba virtualmente silenciosa; no había oído una risa en una semana. Éramos una familia sin su padre. Malik era indudablemente competente y capaz, pero Ethan, como Maestro, nos había convertido a la mayoría de nosotros. Estábamos biológicamente atados a él.

Unidos a él.

Exhaustos por él.

Pasé mis noches haciendo poco más que flotar en el mar de emociones conflictivas. Sin apetito por sangre o amistad, sin apetito por política o estrategia, sin interés en nada que sucediera en la Casa más allá de mis propias emociones y los recuerdos que las alimentaban.

Mis días eran incluso peores.

Al salir el sol, mi mente dolía en busca de olvido y mi cuerpo en busca de descanso. Pero no podía detener los pensamientos que circulaban, una y otra vez, por mi mente. No podía parar de pensar en él. Y sufría, y lloraba, pero no quería. Eventos y momentos se repitieron en mi mente—desde mi primera vista de él en el primer piso de la Casa Cadogan a la primera vez que me derrotó en una pelea; desde las expresiones en su rostro cuando tomé sangre de él a la furia en su expresión cuando casi lucha con un cambia-formas para evitar que yo saliera dañada.

Los momentos se repitieron como un filme. Un filme que no podía, sin importar cuan agotada estuviera, apagar.

No podía enfrentar a Malik. No estaba segura sobre lo que él supo antes de seguir a Ethan al campus esa noche, pero no podía imaginar que no se hubiera preguntado sobre le extrañeza de la tarea—o su origen. No le negaría el derecho de dirigir la Casa a su antojo, pero no estaba lista para hacer declaraciones de su autoridad sobre mí. No sin más información. No sin alguna garantía de que él no había sido parte del equipo que me había vendido al mejor postor. Mi rabia se convirtió en consuelo, porque al menos no era dolor.

Durante siete noches, Mallory durmió en el suelo de mi habitación, poco dispuesta a dejarme sola. Era apenas capaz de reconocer su existencia, mucho menos cualquier otra cosa. Pero en la octava noche, ella aparentemente se hartó.

Cuando el sol se hundió detrás del horizonte, encendió las luces y arrancó las sábanas de la cama.

Me senté, pestañeando para alejar los puntos negros. “Qué demonios?”

“Has tenido tu semana para quedarte acostada. Es tiempo de regresar a tu vida.”

Me recosté nuevamente y miré a la pared. “No estoy lista.”

La cama se hundió a mi lado, y ella puso una mano sobre mi hombro. “Estás lista. Estás triste y estás enojada, pero estás lista. Lindsey dijo que la Casa perdió a otro guardia ya que Luc asumió el cargo de Segundo. Deberías estar allí abajo ayudando.”

“No estoy lista,” Protesté, ignorando su lógica. “Y no estoy enojada.”

Hizo un sonido de incredulidad. “No lo estás? Deberías. Deberías estar enojadísima en este momento. Enojada porque Ethan estaba confabulado con tu padre.”

“Tú no sabes eso.” Dije las palabras por hábito. A esta altura, estaba demasiado aturdida y exhausta por la tristeza y la rabia para que me importara.

“Y tú sí?” Eras humana, Merit. Y abandonaste esa vida por qué? Así algún vampiro podría poner un poco de dinero extra en su cofre?”

Levanté la vista cuando saltó fuera de la cama, levantando sus brazos. “Luce como si fuera de los que lastiman por dinero?”

“Detente.”

“No. Tú para de llorar por el chico que tomó tu humanidad. Quien trabajó con tu padre—tu padre Merit—para matarte y rehacerte a su imagen.”

La ira comenzó a picar bajo mi piel, a calentar mi cuerpo desde dentro hacia fuera. Sabía lo que ella estaba haciendo—tratando de traerme de regreso a la vida—pero eso no me hacía más feliz.

“Él no lo hizo.”

“Si creyeras eso, estarías allí afuera, no en esta húmeda habitación atrapada en una especie de éxtasis. Si creyeras que es inocente, estarías llorando como una persona normal con el resto de tus compañeros de Casa en vez de estar aquí temiendo la posible verdad—que tu padre le pagó a Ethan para convertirte en vampiro.”

Me calmé. “No quiero saber. No quiero saber porque es posible que sea verdad.”

“Lo sé, cariño. Pero no puedes vivir así para siempre. Esto no es una vida. Y Ethan estaría muy enojado si creyera que estás gastando tu vida en esta habitación, por miedo a algo que no estás ni siquiera segura de que haya hecho.”

Suspiré y arañé una marca de pintura en la pared. “Entonces qué debo hacer?”

Mallory se sentó a mi lado nuevamente. “Encuentra a tu padre, y pregúntale.”
Las lágrimas comenzaron de nuevo. “Y si es verdad?”

Se encogió de hombros. “Entonces, al menos lo sabrás.”




Era apenas después del anochecer, así que llamé para asegurarme de que estuviera en casa antes de que saliera. . .y luego conduje como un murciélago salido del infierno para llegar allí.

No me molesté en golpear, pero entré por la puerta principal con el mismo nivel de energía que había aplicado a mi semana de negación. Incluso superé a Pennebaker, el mayordomo de mi padre, en la carrera para llegar a la puerta corrediza de su oficina.

“Está ocupado,” Pennebaker dijo, mirándome duramente desde su altura esquelética cuando puse una mano en la puerta.

Levanté la vista hacia él. “Me verá,” le aseguré y empujé la puerta.

Mi madre estaba sentada en una silla de cuero; mi padre detrás de su escritorio. Ambos se pusieron de pie cuando entré.

“Merit, cariño, está todo bien?”

“Estoy bien, Mamá. Danos un minuto.”

Ella miró a mi padre, y después de un momento de calibrar mi ira, él asintió. “Por qué no buscas un poco de té, Meredith?”

Mi madre asintió, luego caminó hacia mí, puso una mano en mi brazo y presionó un beso en mi mejilla.

“Lamentamos oír sobre Ethan, cariño.”

Ofrecí toda la gratitud que pude. A esta altura, no era mucha.

Cuando cerró la puerta, mi padre me miró. “Conseguiste que arrestaran al alcalde.”

Su voz era petulante. Él había estado apoyando a Tate por años; ahora tendría que construir una relación con el nuevo alcalde. Imaginé que no estaba alegre por ello.

Caminé más cerca de su escritorio. “El alcalde consiguió que lo arrestaran sólo,” aclaré. “Yo simplemente lo atrapé en el acto.”

Mi padre hizo un sonido, evidentemente, no aplacado por la explicación.

“En cualquier caso,” dije, “no es por eso que estoy aquí.”

“Entonces, qué es lo que te trae por aquí?”

Tragué un bulto de miedo, finalmente levantando mi mirada a la suya. “Tate me dijo que le ofreciste dinero a Ethan para que me convirtiera en vampiro. Que Ethan aceptó, y es por eso que fui cambiada.”

Mi padre se congeló. El miedo me embargó, y tuve que agarrarme al respaldo de la silla para mantenerme derecha.

“Entonces, es cierto?” pregunté con voz ronca. “Le pagaste para hacerme un vampiro?”

Mi padre humedeció sus labios. “Le ofrecí dinero.”

Me deshice, cayendo a mis rodillas abrumada por el dolor.

Mi padre no hizo ningún movimiento para consolarme, pero continuó. “Ethan dijo que no. Que no lo haría.”

Cerré mis ojos, lágrimas de alivio deslizándose por mis mejillas, y agradecí a Dios en silencio.

“Tú y yo no nos llevamos bien,” mi padre dijo. “No he hecho siempre las mejores decisiones en lo que a ti respecta. No me disculpo por ello—tenía grandes expectativas para ti y tu hermano y hermanas. . .” Aclaró su garganta. “Cuando tu hermana murió, estaba en shock, Merit. Amortiguado por el dolor. Todo lo que he hecho por ti, yo no fui capaz de hacerlo por ella.” Levantó su mirada, sus ojos tan parecidos a los míos. “No fui capaz de salvar a Caroline. Así que te di su nombre, y traté de salvarte a ti.”

Comprendía el dolor de primera mano, pero no su volunta de jugar a ser Dios. “Haciéndome un vampiro sin mi consentimiento? Pagándole a alguien más para que me atacara?”

“Nunca hice un pago,” aclaró, como si la intención no fuera suficiente en si sola. “Y estaba tratando de darte inmortalidad.”

“Estabas tratando de forzar la inmortalidad en mí. Dijiste que no le pagaste a nadie—pero fue el vampiro de Celina quien me atacó. Por qué a mi?”

Apartó la mirada.

La realización me golpeó. “Cuando Ethan dijo que no, hablaste con Celina. Ofreciste pagarle a Celina para convertirme en vampiro.” Ella debe haberle dicho a Ethan sobre la oferta, por lo que él sabía que yo estaría en la Universidad de California.

Ethan había estado manteniendo un ojo en mí. Él había salvado mi vida. . . dos veces. El dolor perforó mi corazón nuevamente.

Mi padre me miró. “No le pagué a Celina. Aunque entendí después que descubrió sobre mi oferta a Ethan. Estaba. . .disgustada de que no le hubiera hecho la misma oferta a ella.”

Mi sangre se congeló. “Celina envió un vampiro a matarme, y arregló las muertes de otras chicas que lucían como yo.”

Las piezas del puzzle encajaron en su lugar. Celina había sido reprendida por un humano, y ella había descargado su vergüenza en su hija—y en aquellas que lucía como ella. Sacudí mi cabeza con tristeza. La arrogancia de un hombre y tantas vidas arruinadas.

“Hice lo correcto para mi familia,” mi padre dijo, como si hubiera leído mis pensamientos.

No estaba segura si debía enojarme o sentir lástima de él, si era esa su idea del amor. “Puedo apreciar el amor incondicional. El amor que está basado en el compañerismo, no en el control. Eso no es amor.”

Giré sobre mis talones y caminé hacia la puerta.

“No hemos terminado,” dijo, pero su voz era débil, y no había mucho impulso detrás de ella.

Volví mi mirada hacia él. “Por esta noche, sin duda hemos terminado.”

El tiempo diría si había algún otro perdón que dar.





El sol brillaba, así que supe que era un sueño. Yacía en el fresco y grueso césped, en una remera y jeans, un cielo azul cristal sobre mi cabeza, el sol cálido y dorado sobre mí. Cerré los ojos, me desperecé, deleitándome en la calidez del sol sobre mi largo y negado cuerpo. Habían pasado meses sin la luz del sol, y la sensación de él empapando mi piel, calentando mis huesos, era tan buena como cualquier lánguido orgasmo.

“Así de bueno?” Preguntó una voz detrás de mí, riendo.

Giré mi cabeza a un lado y encontré ojos verdes sonriéndome en respuesta.

“Hola, Centinela.”

Incluso en el sueño, mis ojos se llenaron de la vista de él. “Hola, Sullivan.”

Ethan medio se sentó y apoyó su cabeza en un codo. Llevaba su habitual traje, y me llevó un momento disfrutar de la vista de la larga y esbelta línea de su cuerpo a mi lado.

Cuando finalmente regresé a su rostro, le sonreí.

“Es esto un sueño?” Pregunté.

“Ya que no nos hemos quemado hasta ser cenizas, eso asumiría.”

Aparté un mechón de cabello rubio de su rostro.

“La Casa está solitaria sin ti.”

Su sonrisa vaciló. “Lo está?”

“La Casa está vacía sin ti.”

“Hmm.” Asintió, recostó su cabeza en el césped, una mano debajo de ella y miró el cielo.

“Pero tú, por supuesto, no me extrañas en lo absoluto?”

“No especialmente,” contesté en voz baja, pero dejé que tomara mi mano con la suya, y entrelazara nuestros dedos juntos.

“Bueno, creo que si estuviera vivo, estaría dolido por eso.”

“Creo, que si estuvieras vivo, lo superarías Sullivan.”

Soltó una risita, y sonreí por el sonido de su risa. Cerré mis ojos nuevamente mientras yacíamos en el césped, manos unidas entre nosotros, el sol sobre nosotros, calentándonos con la calidez de la tarde.

Mis ojos estaban todavía cerrados cuando él gritó mi nombre.

Merit!

Desperté jadeando, el trueno retumbando mientras la lluvia repiqueteaba en mi ventana. Salté fuera de la cama y encendí la luz, segura de que la voz que había oído—su voz—había venido desde dentro de mi habitación.

Había parecido tan real. Él había parecido tan real.

Pero mi habitación estaba vacía.

El atardecer había caído nuevamente y él se había ido. Caí de regreso en la cama, mi corazón golpeando contra mi pecho y fijé mi mirada en el techo, mi cuerpo doliendo con el recuerdo de la pérdida.

Pero incluso el dolor del recuerdo era mucho mejor que el vacío del dolor. Él se había ido. Pero ahora sabía que había sido el hombre en el que había llegado a creer. Tenía sus recuerdos, y si los sueños eran el único modo en el que podía recordarlo, estar con él, entonces que así sea.

Luego de limpiar mi cara y recoger mi cabello en una cola de caballo, me vestí con ropa limpia y me dirigí escaleras abajo. La Casa estaba tranquila, como lo había estado por dos semanas. El humor era sombrío, los vampiros todavía de luto por su capitán perdido.

Pero por primera vez en dos semanas, caminé a través de la Casa como una guerrera vampiro y no como un zombie. Caminé con un propósito, mi corazón todavía desgarrado por el dolor, pero al menos ahora el sentimiento era claro, sin las adiciones confusas de la rabia o el odio.

La puerta de la oficina estaba cerrada.

Ahora, de la oficina de Malik.

Por primera vez, levanté mi mano y golpeé.

Era tiempo de regresar al trabajo.



THE END.


Traducidos por Luu

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Perdonen por los días que me demoré! Al fin está terminado :( Y ahora no queda otra que esperar hasta Noviembre, ya pensaré en algo para que se nos haga más llevadera la espera, no se preocupen!! Mientras, esta semana me encargaré de la recopilación de los capítulos, y los revisaré para poder hacer el pdf, así queda pronto para descargar.


Muchas gracias a todas las traductoras que nos dieron una mano♥ A todas, que están incondicionalmente dándonos ánimo y obviamente con el látigo en la mano, y gracias por cada comentario!

No se preocupen, que pronto volveré con más, de qué? todavía no sé, pero más en fin. Y en noviembre los esperamos a todos con Drink Deep, para el regreso de Merit! Y esperemos que una solución del catastrófico final :(

Au Revoir

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Hard Bitten - Capítulo XXIII

CAPÍTULO VEINTITRÉS

DEMÉRITOS


No estaba enteramente segura de cómo darle las noticias a Ethan. Cómo le dices a tu jefe que sin razón aparente tu enemigo decide confesar sus maldades y se entrega complacientemente a las manos del Departamento de Policía de Chicago?

Sin embargo, no necesité hacerlo. Después de recorrer a través de los manifestantes para llegar a la Casa, encontré a la mitad de los vampiros de la Casa en el salón frontal, con los ojos pegados a la televisión de pantalla de plasma cernida sobre la chimenea.

Tate estaba de pie en frete de un podio, con un traje gris carboncillo, cada pelo en su lugar, y una sonrisa de foto en su cara.

“Hoy hemos descubierto que Celina Desaulniers, la cual se creía que estaba en custodia de los oficiales de Reino Unido, volvió a Chicago. Mientras aquí, continuó creando el caos que comenzó antes de su primera captura. También hemos sabido que ella fue la responsable del aumento de violencia que hemos visto en la ciudad. Ahora, finalmente, la ciudad de Chicago puede tomar un respiro de alivio. La vida puede volver a la normalidad, y los vampiros pueden volver a ser parte de la ciudad, no antagonistas. Descanso asegurado, la Srta. Desaulniers estará bajo custodia del Departamento de Policía de Chicago, en un centro que hemos creado con el propósito de mantener la seguridad publica frente a amenazas sobrenaturales. También tengo que darle crédito a Merit, Centinela de la Casa Cadogan.”

“Oh, mierda” Dije en voz alta, media docena de vampiros se tornaron a mirarme, dándose cuenta finalmente de que yo había entrado en la habitación tras ellos, probablemente oliendo a carne de kebab y a barras de dulce muy fritos.

“Ella fue una parte crucial”. Continuaba Tate. “de los intentos de encontrar y arrestar a Celina Desaulniers. Sea cual sea su opinión sobre los vampiros, pido—en representación de la ciudad—que no juzgue a los individuos por las acciones de unos pocos.”

Mi buscapersonas empezó a vibrar. Lo desbloqueé y miré la pantalla. Se leía, simplemente, “OFICINA”.

Dejé escapar un suspiro, después miré a los vampiros en la sala y ofrecí un pequeño gesto de despedida. “Fue bonito conocerles”. Les aseguré. Después giré sobre mis talones.

Me apresuré por el pasillo, la puerta de la oficina estaba rota, asi que la empujé y encontré a Darius, Ethan y Malik dentro. Estaban todos sentados en la mesa de conferencias—Darius a la cabeza, Malik y Ethan en el lado de la ventana. No me gustaba el simbolismo ahí, y mi ya maltrecho estómago comenzó a agitarse de nuevo.

“Entra Mérit,” Dijo Darius. “Y cierra la puerta”

Hice como se me había dicho y tomé el asiento opuesto a Ethan y Malik. La expresión de Ethan estaba completamente en blanco. Mi estómago se apretó, pero ya había decido que no iba a estar asustada nunca más. Era hora de hablar.

“Señor,” dije “Puedo hablar con franqueza?”

Escuché la advertencia de Ethan en mi cabeza, pero la ignoré. Había tiempo de ser sumiso, y tiempo de tomar posición. En este punto, yo no tenía nada que perder.

Darius me consideró por un momento. “Habla”.

“V se estaba moviendo por la ciudad. Estaba dañando a nuestros vampiros, estaba dañando a humanos, y estaba dañando nuestra relación con la ciudad. Con el debido respeto a los miembros del PG, nosotros tenemos que vivir aquí. No tenemos el lujo de volver a otro continente, y no podemos simplemente ignorar el problema. Cambiaformas y humanos se han vuelto en contra de nosotros. Si nosotros no actuábamos, estaríamos en medio de la guerra que los hechiceros han predicho. Soy Centinela de esta Casa, y actúo de forma adecuada para el mejor interés de la Casa, incluso si ese interés, en su opinión, no coincide con el del PG.”

Cuando hube acabado, Darius miró a Ethan.

“Los sucesos de esta noche no reflejan bien las Casas de Norte América o al Presidio de Greenwich. Nosotros no deberíamos estar involucrados en altercados en un festival público en una de las ciudad más grandes de EEUU”. Levantó la cabeza hacia mí. “No necesitamos la publicidad, ni los héroes. Lo que necesitamos en respeto a la autoridad, a la jerarquía, a la cadena de mando. Asimilar es lo que hemos hecho durante siglos, y asimilar es lo que continuaremos haciendo.”

Su mirada se volvió helada, como la sangre de mis venas.

“Merit, considérate a ti misma reprendida por el PG. Tu archivo será anotado para reflejar lo que has hecho hoy. Espero que aprecies la seriedad de la acción.”

Realmente no tenía ni una pista de lo serio que era, pero eso no importaba. Se sentía como si hubiera sido abofeteada en la cara, cada sacrificio y decisión que había tomado desde que me había convertido en vampiro eran cuestionadas.

Traté de obedecer la mirada de advertencia que Ethan me echó a través de la mesa, pero yo había terminado de ser el felpudo e imán de culpa del PG.

Me levanté y eché los hombros hacia atrás.

“Se anotará en mi archivo que seguí las pistas de Celina, y que ella admitió haber distribuido V a través de la ciudad? Reflejará el hecho de que ella ayudó a organizar las raves para poder instituir su nuevo orden del mundo—el cual suena como si ella planeara instituirse sin el PG? Reflejará el hecho de que hoy la apresamos y salvamos al a ciudad y al PG de un montón de problemas en camino?”

Darius estaba sin emoción. “Celina es miembro del PG, y debe dársele el debido respeto como miembro del PG.”

“Celina puso drogas peligrosas en manos de vampiros, drogas que solo podían dirigirles a su destrucción o encarcelación. Ella es una asesina, ayudante y cómplice de asesinato. Miembro del PG o no, ella necesitaba ser parada. Yo fui Chicagoense antes de ser vampiro, y cuando tengo la oportunidad de ayudar a esta ciudad—de hacer los correcto para esta ciudad—lo haré. Que le den al PG.”

Silencio.

“Tu archivo será anotado, tus deméritos apuntados. Y mientras yo encuentro tu bravuconería intrigante”—deslizó la mirada a Ethan—“Te recomiendo fuertemente que aprendas a controlar tu Casa y a tus vampiros.”

Cuando miré de nuevo a Ethan, su expresión era pétrea, su mirada en Darius.

“Con todo el debido respeto, Señor,” dijo “Yo no controlo mis vampiros, yo les dirijo. Merit ha actuado con mi permiso y en el modo propio de un vampiro Cadogan y Centinela de esta Casa. Ella ha actuado honorablemente para defender Cadogan, a su Maestro, y a sus vampiros. Ha actuado para defender esta ciudad de los criminales que el PG ha tenido a bien dejar vagar libremente. Si tiene algún problema con sus acciones, entonces es mi archivo, no el suyo, el que debería ser anotado. Yo confio en ella, total y completamente. Cualquier acción que lleve a cabo bajo mi liderazgo, no sus habilidades como Centinela, ni su lealtad al Presidio."

Me miró, con ojos que eran radiantemente verdes. Ese hombre que se acababa de alzar por mi, desafiado a su propio maestro por mi, confiaba en mi.

Yo estaba sorprendida. Sin palabras. Conmovida hasta las lágrimas, y de repente, muy, muy nerviosa, por ambos, el sentimiento y el coste político.

Pero a pesar de la sorpresa de las palabras de Ethan, su generosidad, su defensa de mis actos, Darius no lo estaba comprando. Mantenia la línea de partido, y la Casa sufriría por ello.

"El nombramiento de un receptor es claramaente inevitable", dijo, "No hay manera de evitar que el PG supervise la Casa Cadogan en este momento. Espero que le des al receptor el mismo acceso y respeto que me darías a mí. ¿Entendido?"

Ethan escupió las palabras. "Sí, Señor."

"En ese caso, Charlie tiene un coche esperando afuera, y necesito llegar al aeropuerto." Apartó la silla y se levantó, después se encaminó hacia la puerta. "Puedo guiarme yo mismo."

La habitación estuvo silenciosa mientras la cruzaba, pero a pocos pasos de la puerta se detuvo y miró hacia atrás.

"De una manera u otra, con su aprovación o no, el receptor pondrá esta Casa en orden. Les sugiero que se acostumbren a la idea."

Entonces se volvió y atravesó la puerta, cerrándola firmemente trás él.

Ethan puso sus codos en sus rodillas y pasó sus manos por su pelo. "Hicimos lo que teníamos que hacer. El PG actuará como estime conveniente."

"Están actuando como niños ingenuos." Ambos miramos a Malik, su expresión era fiera. "Entiendo tu acuerdo a su debido respeto, Ethan, pero esto es completamente irracional. Ellos deberian estar agradeciendole a Merit por lo que ha hecho. Darius debería estar agradeciendole a la Casa por sacar una amenaza de las calles. Y en su lugar, ¿Están mandando un receptor? ¿Están castigando a esta Casa por los actos de Celina?"

"No por sus actos," dijo Ethan. "Sino por la publicación de esos actos. Es menos la acción que la vergüenza que él aparentemente piensa que le hemos causado al PG." Dejó escapar un suspiro. "Ojalá la hubieras estacado cuando tuviste la oportunidad."

La había estacado, pensé para mi misma. Solo que no acerté en su corazón.

"Este no es el final de esto." Advertí, "Celina confesó muy fácilmente, y Paulie sigue en las calles. Estoy segura de que ella se lo ha entregado a la policía en este punto—normalmente le encanta un chivo expiatorio—de todos modos, esto no ha terminado."

"Ha acabado lo suficiente." dijo Ethan. "Hemos hecho todo lo que podemos por esta ciudad en este asunto en particular. Tate está satisfecho, y ese es el punto."

Casi discutí con él, pero podia ver el cansancio y la decepción en sus ojos, y no quise aumentar su carga.

"Toménse el resto de la noche libre." Dijo, levantandose de la mesa de conferencias sin hacer contacto visual. "Duerman, y mañana nos reagruparemos para crear un plan para afrontar la recepción"

Asentimos obedientemente, mirando como se movia por la habitación y a través de la puerta.

Yo había hecho nada más y nada menos que lo que mi trabajo me había requerido. Pero, ¿Por qué me sentía tan miserable?

Traté de encontrar espacio. Me uní a Lindsey en su habitación para una ronda de tv sin sentido. Eso ayudó a completar la noche, pero no había calmado los nervios en mi estómago, ni el aleteo en mi pecho.

Dos horas más tarde, silenciosamente, me levanté, recorrí la multitud de vampiros que llenaba el piso y fui a la puerta.

"¿Vas a alguna parte?" Dijo ella, la cabeza inclinada con curiosidad.

"Voy a encontrar a un chico" dije.

Estaba nerviosa mientras recorria el camino hacia su cuarto, asustada de que si entraba—ambos emocionalmente agotados—él fuera capaz de deslizarse através de las defensas que yo debía mantener intactas. Y peor—que nosotros nunca fuéramos los mismo por ellos. Que la Casa nunca fuera la misma por ello.

Me detuve fuera de su puerta durante cinco minutos enteros, abriendo y cerrando mis manos, tratando de reunir el valor para tocar.

Finalmente, cuando no podía soportar más la anticipación, dejé escapar un suspiro, cerré mis dedos en un puño, y volví mis nudillos contra la puerta, el sonido hizo eco através del pasillo, extrañamente alto en el silencio.

Ethan abrió la puerta, su expresión demacrada. "Estaba a punto de irme a la cama. ¿Necesitabas algo?"

Me llevo un par de segundos hablar, encontrar el coraje para hacer la pregunta. "¿Puedo quedarme contigo?"

Él estaba aturdido por eso, claramente. "¿Puedes quedarte conmigo?"

"Esta noche, nada físico, solo..."

Ethan deslizó sus manos dentro de los bolsillos. "¿Sólo?"

Levanté la vista hacia él, y dejé que todo el miedo, la frustración y el cansancio se mostraran en mis ojos. Estaba tan cansada para discutir, tan cansada para importarme lo que la petición pudiera significar mañana. Tan cansada para luchar con el PG y contra él.

Yo necesitaba compañerismo, afecto. Necesitaba confiar y recibir confianza en respuesta.

Y lo necesitaba de él.

"Entra, Merit."

Caminé hacia dentro, cerró las puertas de sus apartamentos y apagó las luces, sus lámparas de lectura brillaban a través de las puertas de su dormitorio.

Sin otra palabra, puso sus manos en mis brazos, y presionó sus labios en mi frente.

"Si "solo" es todo lo que puedes darme ahora, "solo" es lo que tendremos."

Cerré los ojos y envolví mis brazos alrededor suyo, y dejé las lágrimas fluir.

"¿Si él decide que soy su enemigo?" Pregunté. "¿Si él decide que acabar conmigo—o dejar que Celina acabe conmigo—es cómo mantendrá el control sobre las Casas? ¿Y si Darius intenta derribarte por algo que yo hice?"

Ethan suspiró. "Entonces Darius está ciego y el PG no es la organización que se ha propuesto ser. No es el protector de vampiros que imagina ser."

Olfateé y volvi mi mejilla hacia el frescor de su camisa. Su colonia era limpia y jabonosa, como toallas frescas o sábanas calientes. Más reconfortante de lo que debería haber sido, dado el nudo de miedo en mi corazón.

Ethan se alejó y se movió hasta el bar al otro lado de la habitación, después vertió un líquido ambar de una botella de cristal a dos vasos anchos.

Dejó la botella de nuevo, caminó de vuelta y me tendió uno de los vasos. Tomé un sorbo y me estremecí involuntariamente. El lícor podría haber sido bueno, pero sabía como gasolina y quemaba como fuego seco.

"Sigue bebiendo," Dijo Ethan "Te darás cuenta de que mejora con cada sorbo."

Sacudí mi cabeza y le tendí el vaso de vuelta. "¿Así que finalmente sabe bien cuando estás completamente borracho?"

"Algo así." Ethan acabó su vaso y depositó ambos en la mesa más cercana.

Tomó mi mano y enlazó nuestros dedos, entonces me guió hacia el dormitorio, donde cerró las puertas. Dos pares de puertas, de finamente pulida y artesonada madera, entre nosotros y los humanos, y cambiaformas, y el PG y vampiros aturdidos por las drogas.

Por lo que parecia la primera vez en días, exhalé.

Ethan se quitó la chaqueta y la colocó en el lateral de una silla. Me quité los zapatos y me detuve allí un momento. Dandome cuenta de que en mi prisa por encontrale no me había molestado en pensar sobre ropa.

"¿Te gustaría una camiseta?" Preguntó.

Sonreí un poco. "Eso sería genial."

Él sonrió en respuesta, desabotonando su camisa mientras caminaba através de la habitación, hasta una alta cómoda. Abrió un cajón y rebuscó en él antes de sacar una camiseta impresa y arrojarmela. La desenrrollé y comprobé el diseño, sonriendo.

"No deberías haberte molestado."

Era una camiseta de "Salva Nuestro Nombre", impresa como parte de una campaña para asegurar que Wrigley Field mantuviera ese nombre. Y también era mucho más mi estilo.

Ethan se rió entre dientes, luego desapareció en su vestidor. Me deslicé fuera de mi ropa y dentro de la camiseta, que cayó casi hasta mis rodillas. Tiré las almohadas decorativas de su enorme cama, después me deslicé en el fresco algodón y cerré mis ojos con satisfacción.

Podían haber pasado minutos u horas antes de que él volviera a la habitación y apagara la luz. Yo estaba dentro y fuera del sueño, solo vagamente conciente de la presión de su cuerpo detrás del mio. Sus brazos serpentearon por mi cintura, apretándome más contra él, sus labios en mi oreja. "Relájate, mi Centinela. Y duerme bien."

Me había prometido que sería paciente, que esperaría por mí, que no sería él quién me besaría de nuevo.

Él mantuvo su promesa.

Me desperté en medio del día, los cierres metálicos conteniendo cualquier rayo de luz de las ventanas, pero inusualmente consciente de su cuerpo a mi lado... Y del deseo que la cercanía inspiraba.

Nos habíamos apartado mientras dormíamos, pero me hizé un ovillo hacia él otra vez, vagamente expectante de su reacción ante un beso.

Pasó un dedo por mi cabello, el gesto más reconfortante que erótico. Y no era suficiente.

"Ethan" susurré. Mi corazón de repente acelerándose, mientras el sol miraba hacia abajo desde su cuna en el cielo. Pero tanto com yo le quería, no podía dar el siguiente paso. No podía obligarme a moverme, a besarle. Algo de la duda nació del cansancio, por el hecho de que yo debería haber estado inconsciente hasta que el sol se hundiera de nuevo. Pero el resto era puro, no mitigado, miedo. Miedo a que si hacia el movimiento, a que si le besaba, le estaría ofreciendo mi corazón de nuevo, arriesgandome a que se rompiera otra vez.

El instinto luchaba, lo que era igual de poderoso era la urgencia de caminar hacia adelante, tomar lo que quería, de aprovechar al máximo el beso, aunque no fuera la cosa más inteligente que alguna vez había hecho.

Como si conociera mi lucha, aplanó la mano sobre mi pelo. "Duerme, Centinela. El momento llegará cuando estés preparada. Hasta entonces, relájate y duerme."

TRADUCIDO POR BECKA

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Hard Bitten - Capítulo XXII

CAPÍTULO VEINTIDÓS

EL DIABLO VESTIDO DE AZUL


Celina lentamente se volvió para enfrentarme. Llevaba un vestido azul real, de una sola pieza, con botas hasta el tobillo, su cabello recogido en una cola de caballo. Sus ojos se agrandaron con evidente shock.

Bien, ahora estaba confundida. Por qué lucía sorprendida de verme?

Con su brazo todavía en mi mano, se movió un paso más cerca. “Si eres inteligente, niña, dejarás libre mi mano mientras que todavía puedas usar la tuya.”

“Me dijeron que querías verme,” Le informé. “Por un amigo en común.”

Casi instantáneamente, su expresión cambió. Sus ojos se redujeron, sus fosas nasales se ensancharon, y su magia se elevó en una enojada y picante nube.

Los humanos todavía se movían pasando con comida y tazas de plástico de cerveza en la mano, completamente ajenos al reactor mágico que estaba lanzando suficiente poder para iluminar el Loop.

“Esa pequeña mierda,” murmuró, seguido de unas cuántas precisas maldiciones.

Asumí que se refería a Paulie, pero si ella no me había estado esperando. . .

“Con quién creías que te reunirías?”

Su expresión fue soberbia. “Como bien sabes, y como el PG te ha recordado, mi vida no es asunto tuyo.”

“Chicago es asunto mío. La Casa Cadogan es asunto mío.”

Ella se burló. “Eres una vampiro en una Casa de cuarta categoría. Y dormir con su Maestro no es exactamente el logro más brillante.”

Resistí el impulso de hacer los tirones de cabello y clavadas de uña de las que me había quejado unos días atrás. En cambio, le dí la misma mirada pretenciosa que me había dado. No es que fuera ingenua sobre Celina o su poder-o del daño que podía hacerme. Pero estaba cansada de tener miedo.

Y si el PG actuaría como si no fuera una amenaza, entonces yo también lo haría.

“Mi vida tampoco es asunto tuyo,” repliqué. “Y no me importa cuán bien has logrado convencer al PG de que eres una buena ciudadana y no tienes nada que ver con el caos en esta ciudad ahora mismo. Sé que es mentira, y no te tengo miedo. No más. Y tampoco le tengo miedo al PG, así que te daré la oportunidad de responder esta pregunta.” Presioné mis uñas en la carne de su brazo.

“Pusiste V en las calles?”

Celina miró alrededor, pareciendo darse cuenta de que la gente a nuestro alrededor nos miraba fijamente.

Y de todas las reacciones que podría haber imaginado, la que ella devolvió ni siquiera estaba en la lista.

“Quizás lo hice,” dijo, lo suficientemente fuerte para que todos oyeran. “Quizás ayudé a poner V en las calles. Y qué?”

Mi boca cayó abierta por la sorpresa. Celina acababa de anunciarles a unos cientos de humanos que había puesto V en las calles. Era un golpe, pero no había modo de que hiciera ese tipo de anuncio si no creía que tuviera una salida.

Cuál era su juego?

Los humanos alrededor nuestro se detuvieron, ahora mirándonos sin vergüenza. Un par de ellos sacaron sus teléfonos y comenzaron a grabar la escena.

“Cuál es tu conexión con Paulie Cermak? Sé que hablaste con él en la Casa Navarro.”

Ladró una risa. “Paulie Cermak es un pequeño gusano. Tiene un almacén en Greektown que alberga V, y ha estado encargándose de la distribución desde allí. Ese es el por qué no había V en su casa.” Ella me dio una mirada apreciativa. “Lo que es más interesante es cómo lo supiste. Morgan te lo dijo, no?” Me miró de arriba a abajo. “Te ofreciste a ti misma por un poco de información?”

Además de sentirme enferma por la sugerencia, sentí un poco de simpatía por Morgan.

La locura de Celina no excusaba el hecho de que Morgan no seguro, pero sí explicaba por qué no era confiable. Si había aprendido a ser un Maestro siguiendo los pasos de Celina, probablemente no había ninguna esperanza para él.

“Y las raves?”

“Las raves fueron la piaza clave,” ella dijo. “La clave de todo el sistema. Eran medios para poner V—y humanos—en las manos de los vampiros.”

Celina miró alrededor, se dio cuenta de que había captado público humano que había reconocido quién era ella-y el hecho de que se suponía que debía estar encerrada en Inglaterra, y no de pie en el medio del Festival Callejero confesando sus crímenes contra los ciudadanos de Chicago.

Si hubiera estado en su lugar, hubiera negado todo. Hubiera bajado mi cabeza y zambullido en la multitud, buscando un escape. Pero Celina no era el típico vampiro. Con nada cerca de arrepentimiento o miedo en sus ojos-y mientras la miraba fijamente, asombrada por su audacia-comenzó a dirigirse a la multitud.

“Por demasiado tiempo, compré la idea de que los humanos y los vampiros podían simplemente coexistir. Que ser un vampiro significaba aprisionar ciertos impulsos, trabajar en comunión con los humanos, liderarlos.”

Comenzó a girar en círculo, ofreciéndole su sermón a la multitud. “Estaba equivocada. Vampiros deberían ser vampiros. Verdaderamente, completamente vampiros. Somos la siguiente evolución de los humanos. V nos recuerda quienes somos. Y ustedes, también-todos ustedes-podrían tener nuestra fuerza. Nuestros poderes. Nuestra inmortalidad!”

“Mataste humanos!” Gritó uno de los humanos. “Mereces morir.”

La sonrisa de Celina vaciló. Ella había cambiado posiciones en un segundo intento de integrarse con los humanos, pero sin embargo no había funcionado. Abrió su boca para hacer frente a la afirmación, pero las siguientes palabras no fueron suyas.

Cuatro oficiales del Departamento Policial de Chicago la rodearon. Tres la apuntaron con armas; el cuarto agarró sus muñecas y las esposó detrás de su espalda.

“Celina Desaulniers,” él dijo, “tiene el derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra en un tribunal de justicia. Tiene derecho a un abogado. Si no puede pagar uno, uno será designado a usted. Entiende los derechos que le he leído?”

Celina forcejeó una vez, y era lo suficientemente fuerte que el hombre que la había esposado y la retenía tuvo que luchar para mantenerla en el suelo. Pero después de un momento ella se detuvo, su expresión volviéndose gratamente en blanco.

Ese no era un buen signo.

“Ella tratará de encantarlo,” le advertí. “Mantente concentrado y combátela. No puede hacer que haga nada; tratará solamente de reducir sus inhibiciones. Podrás querer que el Defensor del Pueblo lo encuentre en la estación. Tiene personal que lo puede ayudar.”

Tres de los policías me ignoraron, pero el cuarto asintió con apreciación. No podría ser fácil recibir un discurso de una delgada vampira con cola de caballo.

“No hay necesidad de encantarlos,” Celina dijo, su mirada azul en la mía. “Estaré fuera antes de que puedas advertirle a tu amante que me encontraste aquí. Oh, y disfruta tu conversación con Darius. Estoy segura de que estará emocionado al saber esto.”

Se fue voluntariamente. Después de un momento, la multitud se disipó completamente, sin dejar evidencia de la recaptura de Celina o del discurso proselitista que había dado.

Eso me dio un minuto para centrarme en la pregunta más importante: Qué demonios acababa de pasar?

Me quedé de pie allí por un momento, todavía tratando de envolver mi mente alrededor de la confesión de Celina y su arresto.

En pocas palabras: algo se me tenía que estar escapando. La cosa entera había sido demasiado fácil y se sentía totalmente armada. Celina claramente no sabía que iba a reunirse conmigo, pero sin embargo había confesado a la multitud entera de que había estado ayudando a Paulie a distribuir drogas y armar las raves. Y luego trató de convencerlos de que se unieran al carro de vampiros.

Cómo eso tenía sentido?

Simplemente no lo tenía. Mientras no era infeliz porque Celina estaba fuera de las calles y de regreso a las manos del Departamento Policial de Chicago, no podía entender su ángulo. Ella tenía que tener uno.

No había forma de que una mujer tan ególatra como Celina hiciera una confesión sin pensar que obtendría algo de ello. Quizás eso era. Pensaba que podría salir de esto?

Pensaba ella que era inmune a los problemas porque tenía la protección del PG?

Desafortunadamente, esa posibilidad no era totalmente irreal.

No sabía que juego ella estaba jugando, pero sabía que este no era el final de la historia. El drama vampírico raramente terminaba tan fácilmente.

Suspiré y saqué mi teléfono, preparándome para darle a Ethan una rápida actualización antes de buscar un taxi. No estoy segura qué me hizo levantar la vista, pero allí estaba él-justo frente a mí.

Paulie estaba sentado en una pequeña y plástica mesa de café dentro de una carpa de cerveza. Dos vasos vacíos frente a él y un tercero a medio llenar, en su mano.

Lo levantó hacia mí, un brindis por mi participación en lo que sea que estaba dirigiendo.
Al menos para Paulie, esto había sido un juego. Había engañado a Celina, pero por qué? Para sacarla del camino? Así perdería al vampiro intermediario-la mujer trayendo drama indeseado a la entera operación-y para tener acceso a su participación en las ganancias?

Cambié mi peso corporal hacia delante para lanzarme hacia él. Pero antes de que pudiera moverme, fui detenida por la misma cosa que había apartado de mí a McKetrick-humanos.

Esta vez, una familia se movió frente a mí.

Una madre y un cochecito doble con niños durmiendo a la cabeza; un padre con un infante durmiendo en su cadera tirando de un carro rojo que llevaba a un tercer pequeño dormilón.

La familia entera estaba atada con una cinta. Era un vagón familiar de un tren.

Para el momento que la caravana estuvo fuera de mi camino y levanté la vista nuevamente, Paulie se había ido.

TRADUCIDO POR LUU

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Hard Bitten - Capítulo XXI

CAPÍTULO VEINTIUNO

NEGACIÓN PAUSIBLE REFRITA SOBRE PALILLO



Necesitaba un descanso de los vampiros. Además tampoco había sabido de Mallory ya hacía rato, y eso definitivamente necesitaba ser remediado. De modo que cuando me desperté y me vestí, le envié un mensaje de texto para ponernos al día y me enteré de que ella y Catcher estaban entrenando en el gimnasio de él. Traducción: tenía la oportunidad de ver a Catcher torturar a otro que no sea yo; y observar a Mallory trabajar en su magia.

Una decisión sencilla. Dejé la Casa y me dirigí hacia el Near North Side, donde estaba metido, adentro de otro viejo almacén, el espacio de trabajo de Catcher. (Convertir viejos almacenes en espacios de esparcimiento para los vampiros y otros sobrenaturales aparentemente era la nueva tendencia en Chicago).

Difícilmente necesité escabullirme fuera de la Casa. Darius nos había sacado de la investigación de V, así que no había mucha necesidad de que me quedara por allí. Y mi conversación con Ethan anoche había despertado incómodas preguntas acerca de mí y mi hipocresía, que no estaba ansiosa por enfrentar. Sabía que eventualmente hablaríamos; no había probabilidades de evitarlo. Pero no tenía por qué ser ya.

Pero aunque fuera a evadirlo, no era tan inmadura como para no llevar mi beeper; también puse mi daga y la espada en el auto. Aún si estaba en un hiatus investigativo, no era imposible que Paulie haya pasado mi mensaje a ‘Marie’, quien planeaba hacerme una visita no planificada. Por ese lado, mejor estar preparada.

Había echo bastante rápido para los estándares de conducción de Chicago – un paseo a una velocidad sorprendente por Lake Shore Drive – pero me dio unos minutos para reflexionar y ganar un poco de perspectiva. No que fuera a encontrar mucha resolución en un paseo de quince minutos o hasta en un par de horas fuera de la Casa, pero el especio era necesario. Necesitaba recargarme alrededor de la gente que me conocía sólo como Merit…no como Centinela.

Aparentemente había agotado mi suerte en estacionamientos; un nuevo bar había abierto frente al gimnasio de Catcher, así que el vecindario estaba repleto de chicas de largas piernas y muchachos bañados excesivamente en colonia, listos para entrar al bar por un poco de coqueteo y martinis de manzana sobrevaluados. Encontré un espacio a tres cuadras, caminé de regreso al gimnasio, y entré.

El interior del edificio estaba moldeado como una gigantesca T, y el gimnasio – el lugar donde Catcher me había enseñado a usar una espada – estaba por el pasillo central. Sentí la chispa de electricidad en el aire tan pronto como alcancé la puerta. Frotándome el desconfortable cosquilleo por los brazos, eché un vistazo al interior.

Catcher estaba usando sus elegantes lentes nuevos, jogging, y una camiseta; Mallory estaba con pantalones de yoga y sostén deportivo, lo cual era en realidad más ropa de la que él me dejaba usar cuando me entrenaba. Vaya suertuda.

Dicho eso, su entrenamiento era otro cantar por completo. Había sabido que Catcher era impresionante con una espada, y había conocido hechiceros – además de poder curvar el universo a su voluntad – podían tirar bolas de lo que parecía ser fuego mágico. Pero nunca había visto algo como esto.

Era como un juego mágico de Handball. Los dos estaban parados en extremos opuestos de la habitación, lanzando y esquivando esferas coloreadas y brillantes el uno al otro. Catcher levantaba una bola mágica hacia Mallory, y Mallory la evadía o lanzaba la suya propia. En ocasiones los tiros se pegarían el uno al otro y combustionarían cayendo chispas, en otras ocasiones le errarían y explotarían contra las paredes con un chasquido.

Eso explicaba el cosquilleo en el aire – cada vez que un balón explotaba, enviaba una nube de magia pulsando por la habitación. Supongo que ése era el riesgo de observar a hechiceros practicar.

Mallory echó un vistazo y ofreció un rápido saludo a la distancia antes de lanzarle una bola azul de regreso a Catcher.

“Ey, tú!”

Miré. Jeff estaba sentado en una silla plástica al otro lado de la puerta, con un balde de palomitas de maíz sobre su regazo.

“Toma asiento,” dijo, dándole palmaditas a la silla detrás de él. “Estaba en realidad por llamarte.”

“No hay necesidad de llamar ahora,” dije, tomando asiento y agarrando algunos pochoclos. Eran los de olla, los cuales adoraba. Un poco salados, un poco dulces, y probablemente mucho mejores para mí que una caja de Mallocakes.

“Entonces, excavé un poco más sobre el prontuario de nuestro amigo Paulie Cermak.”

“Pensé que dijiste que su expediente estaba sellado.”

Jeff lanzó un trozo de pochoclo, luego la agarró con los dientes. “Oh, lo dije. Pero ‘sellado’ y ‘ya no se encuentra en el sistema’ son dos cosas diferentes.”

“Es este el momento apropiado para lecciones de piratería informática?”

“No si quieres que te dé la información que hallé.”

Estaba dejando de ser una purista de las reglas.

“Lánzamela.”

“Así que, para ponerlo en términos simples, mientras que el expediente había sido oficialmente sellado por orden judicial, una copia de los contenidos del archivo fue almacenada antes de ser sellada, de modo que toda la información aún está allí. Ahora, resultó ser, que había sólo un ítem en el archivo del tipo – tuvo una citación por golpear a alguien en la cara. Algo así como asalto simple.”

Traté de retroceder mi memoria. Pensé que había visto a Paulie Cermak antes. Había sido en televisión? Un reporte del ataque en las noticias de la noche? Pero no podía recordar nada en específico. “Quién fue la víctima?”

“No tengo idea. El tipo jamás presentó cargos, y su nombre fue redactado del archivo previo a ser escaneado.”

Solté un suspiro. “Entonces Paulie Cermak le pega a un tipo. Llaman a la policía, pero la víctima no presenta cargos, y el expediente termina sellado de todas formas.”

“Eso lo resume.”

“Es extraño. Por qué sellar un expediente si nadie presentó cargos?”

Jeff se encogió de hombros y lanzó otro trozo de pochoclo al aire. Este último rebotó en su labio y cayó al piso – o habría caído al piso, si no hubiera rebotado justo cuando un pulso de magia atravesó la habitación. Quedó suspendido por encima del suelo por unos momentos, y luego explotó en pequeños trocitos de pochoclo.

Jeff y yo nos agachamos, luego miramos a Catcher. Estaba en pie con sus manos sobre las caderas, mirándonos por encima. “Pochoclos? En serio?”

“Qué?” Dijo Jeff astutamente. “Es como el mejor partido de tenis de la historia. Necesitamos un aperitivo.”

El labio de Catcher se curvó, y lanzó una bola azul que hizo que nos lanzáramos de nuestras sillas. Pegó contra la pared que estaba detrás de nosotros y explotó en una lluvia de chispas. Me senté nuevamente, frenéticamente removiendo las chispas de mi cabello.

“Hola! Estoy aquí para darle apoyo. Evitemos el pegarme con magia.”

“Sí, Catch,” dijo Mallory. “Ella está tratando de ofrecer apoyo.” Lanzó una bola de magia que lo tuvo saltando para evitar los chispazos y soltando una seguidilla de maldiciones.

“Buenos tiempos,” dije, dándole a Mallory mi aprobación con los pulgares arriba.

“Entonces, antes de que fuéramos tan rudamente interrumpidos,” dijo Jeff, “estaba por decir que no es exactamente algo común de hacerse – el sellar un expediente cuando no hay cargos presentados o lo que sea – pero podría haber montones de razones. La más probable, Paulie Cermark tiene amigos en las altas esferas.” Se echó a reír.

Hice una mueca sarcástica. “Paulie no parece precisamente como si fuera alguien que se la pasa con traje. Tal vez Celina mandó a presionar a alguien.”

“Es una idea. Seguiré excavando.”

“Estás haciendo un gran trabajo,” le dije, golpeándole con mi hombro. “Aprecio el trabajo duro.”

Jeff se sonrojó un poco. “Hasta Catcher dijo que estaba haciendo una muy buena investigación en ésta.”

“Bueno, Catcher jamás se mete en un asunto sobre el cual no tenga una opinión. Hablando de eso, algún avance con lo de V? Asumo que el Departamento de Policía de Chicago está haciendo pruebas y todo eso.”

“Seeh – las hacen, e hicieron. Resultó ser que, la estructura química de V es similar a la de la adrenalina.”

“Eso explica por qué hace que los vampiros estén tan hiperactivos.”

Jeff asintió. “Exacto. Pero eso no es lo más interesante. Catcher anduvo olfateando con un poco de magia por su parte, y piensa que hay otro componente en la droga más allá de lo químico – magia.”

Fruncí el ceño. “Quién más pudo haber incorporado la magia?”

“Eso es lo que lo tiene preocupado.”

Me tenía a mí preocupada también. Aún si podíamos atribuir V a Paulie y Celina, ahora teníamos a una fuente desconocida que estaba lanzando magia gratuitamente por ahí. Y hablando de desconocidos. “Por casualidad has recogido algo más de información acerca del ataque que el Sr. Jackson vio?”

“Sólo la información que ya conocíamos. No ha habido avances hasta donde sé. El caso se está enfriando.”

No estaba segura de si era mejor o peor que los cuerpos que hayan sido hallados. Con esa pregunta en mente, mi teléfono vibró, así que lo saqué de mi bolsillo, esperando sea una pregunta de Ethan: Centinela, dónde estás? O algo parecido.

No reconocí el número, pero contesté de todas formas. “Habla Merit.”

“Niña, tengo algo en lo que creo estarás interesada.”

El acento neoyorquino era inconfundible.

“Paulie. Qué es lo que quieres?”

“Una cierta persona quiere encontrarse contigo.”

“Una cierta persona?”

“Marie,” dijo. “Tú pediste el encuentro, y resulta ser que ella es accesible.”

Por supuesto que lo era. Sabíamos que Celina no dejaría pasar la oportunidad, e incluso si esta ‘Marie’ no era Celina, un encuentro casi con certeza que respondería algunas de nuestras preguntas. “Dónde y cuándo?”

“En el Festival Callejero. Encuéntrame junto al puesto Town.”

Town era un café importante en el Bucle que a diario rankeaba primero en las listas anuales de ‘lo mejor de’. Era un lugar para que los de la alta sociedad vean y sean vistos, un lugar que requería reservas con semanas de anticipación – a menos que conocieras a alguien….o fueras la hija de Joshua Merit. Carne de cerdo a la saltimbocca?. Sí, por favor.

Aunque no imaginaba a Celina como una concurrente al Festival Callejero, Town era justo la clase de lugar que ella eligiría.

“A qué hora?”

“A las once en punto.”

Miré mi reloj. Faltaba un cuarto para las diez. El Festival Callejero terminaba a la una de la madrugada, de modo que la hora de encuentro pegaría en el horario de incremento de bandas, comidas y bebedores de Chicago.

“Presumo que no necesitaré llevar un clavel en la solapa para que me reconozca?”

Paulie dejó salir una risa. “Ella te encontrará. Once PM en punto.”

La línea quedó muda, así que metí nuevamente el teléfono en mi bolsillo y mordisqueé mi pulgar mientras lo analizaba detenidamente.

Celina – bueno, alguien que pensaba debía ser Celina – quería una reunión en un lugar público. Y no sólo un lugar público – un lugar público donde miles de humanos se estarían apilando.

Tendría ella la esperanza de que la multitud le diera el anonimato, o estaba planeando causar problemas en medio de todos ellos?

Tenía que tener algún otro motivo, algo que quisiera llevar a cabo. Tal vez alguna trampa que quisiera armar. Era sólo cuestión de tiempo el averiguarlo – o planear contra toda contingencia.

Cuando finalmente alcé la vista otra vez, encontré a Catcher, Jeff y Mallory mirándome fijo.

“Paulie Cermak,” expliqué. “‘Marie’ quiere encontrarse conmigo en el Festival Callejero, esta noche.”

Catcher y Mallory caminaron hacia nosotros.

“Entonces irás?”

“Acaso tengo otra opción? Darius está furioso, y también Tate”. Hice rodar mis hombros, los músculos doloridos en las articulaciones por la mezcla de magia y tensión.

“Podríamos pretender que esto no es nuestro problema, pero eso no va a hacer desaparecer a V, y no va a ayudar a mantener en pie a la Casa.”

“Así que, cuál es el lado malo de encontrarte con ella?” preguntó Mallory.

“Además de la posibilidad de que me mate? Que Darius me ordenó a mí y a Ethan cortar la investigación.”

La expresión de Catcher fue de incredulidad. “Sobre qué base? Los vampiros están peleando en público. Cómo podría él negar que existe un problema?”

“Oh, él sabe que está sucediendo algo.” Los puse al tanto de la escapada a la Casa Grey. “Darius simplemente cree que es problema de Tate resolverlo. Él aparentemente también piensa que somos nosotros los que creamos el problema – que Celina está reaccionando porque le seguimos dando atención.”

“No estoy impresionada con Darius hasta el momento,” dijo Mallory.

“Ni que lo menciones,” acordé.

“Estoy interrumpiendo?”

Todas las cabezas giraron hacia la puerta. Un lindo chico en camiseta y vaqueros nos sonrió.

“Quién es él?” susurré.

“Ése,” dijo Mallory cansada, “es Simon. Mi tutor.”

Les seré honesta – cuando Mallory dijo que tenía un tutor, esperaba uno algo nerd. Alguien con alguna inclinación académica y tal vez protectores de bolsillo.

Simon estaba tan lejos del estereotipo como era posible: pulido y bonito en la forma del típico ‘vecinito de al lado’, con apenas un lápiz para ser visto. Su cabello estaba bien corto, con ojos azules asomando bajo fuertes cejas.

“Bien hecho,” le murmuré.

“No dirías eso si te estuviera haciendo levitar un peso de doscientas libras en plomo por sexagésima séptima vez consecutiva.” Pero le sonrió cortésmente. “Hola Simon.”

“Mallory,” dijo Simon, luego miró a Catcher.

“Ha pasado tiempo.”

La expresión de Catcher se mantuvo en blanco. Aparentemente no estaba interesado en darle calidez a la reunión con un miembro de la Orden. “Simon, qué te trae a la Ciudad?”

Simon gesticuló hacia Mallory. “Vamos a tomar un tour fantasma.”

Eché un vistazo a Mallory. “Tú vas a un tour fantasma?” No es que Mallory no estuviese interesada en lo oculto. Era la chica con una fijación por Buffy, después de todo. Pero siempre se había negado cuando yo le había pedido de ir, llamando a la idea de un tour fantasma un ‘falso-culto’.

“Simon,” dijo Mallory con una ausente desestimada de mano, “éstos son Merit y Jeff. Ella es un vampiro, pero aún soy su amiga porque soy así de asombrosa, y él es un geniecillo extraordinario de la informática que trabaja para Catcher.”

Simon me sonrió, pero el efecto no fue ni remotamente tan cálido como podrías haberlo imaginado.

“Así que tú eres la Centinela de Sullivan.”

“Soy la Centinela de la Casa Cadogan,” le corregí cortésmente.

“Por supuesto,” dijo, en un tono que sugería que no creía del todo mi aclaratoria.

“Entonces van a ir a un tour fantasma?” preguntó Jeff. “Es alguna clase de investigación mágica?”

“De cierta forma,” dijo Simon. “Los embrujos no son todas viejas patrañas. Algunos de los locales están legítimamente infestados. La tarea de Mallory esta noche será separar hechos de la ficción. Es parte de su práctica.”

Mallory frunció el ceño. “Es eso hoy? Pensé que era mañana.”

“Necesitas reagendarlo? Hay algunas otras cosas de las que me podría hacer cargo mientras estoy en la ciudad.”

Mallory le cortó. “No, hoy está bien. Va a estar en el examen, así que mejor hagámoslo.”

“Oh, Dios mío, eres Harry Potter,” dije, señalándola con el dedo. “Lo sabía!”

Hizo rodar sus ojos, luego miró a Catcher. “Supongo que necesito bañarme e irme?”

Catcher frunció el ceño, claramente incómodo con enviar a Mallory a la ciudad con Simon. No podría decir si la animosidad estaba toda relacionada a la Orden o no.

Catcher miró a Simon. “Podrías darnos un minuto?”

“Por supuesto,” dijo Simon luego de un momento. “Esperaré en el auto. Jeff, gusto en conocerte. Merit, hablaremos en otro momento. Me encantaría escuchar más acerca de la Casa Cadogan.”

Le dí una sonrisa evasiva.

Simon salió nuevamente. Miré a Mallory y Catcher. “Él parece bastante amable.”

“Es un miembro de la Orden,” dijo Catcher sombríamente. “Ellos siempre son ‘bastante amables’ hasta que te llaman alborotador y te despojan de tu membresía.”

“Suena como que la Orden y el PG tienen cosas en común,” dije.

Catcher gruñó en acuerdo.

“Simon es….bueno,” dijo Mallory. “Pero hablando del PG, tú necesitas salir y entremezclarte.” Extendió sus brazos, y di un paso adelante hacia su abrazo. “Como tú me dijiste,” dijo ella, “tú sólo haz lo que debas hacer. Sabes distinguir lo bueno de lo malo, y tus instintos son buenos. Confía en ellos.”

“Y si aún así no lo logro?”

Se echó para atrás, su expresión determinada.

“No hay nada que te propongas que no puedas hacer. Sólo tienes que decidir que puedes lograrlo. Tú ve y encuentra a Celina Desaulniers, y patéale el trasero esta vez.”

Esperemos que termine de esa forma.

Había una limo estacionada fuera de la Casa cuando regresé, así como la usual bandada de manifestantes. Reconocía a dos o tres – los mismos manifestantes estaban acampando noche tras noche, aparentemente su odio hacia nosotros tomando prioridad por sobre cualquiera de sus otras actividades.

Supuse que la limo pertenecía a Tate o a Darius, lo cual no me emocionaba. Ninguno de ellos iba a hacer mi tarea actual más sencilla. Paré en doble fila frente a la Casa y me moví cuidadosamente hacia el interior, en puntas de pie hacia la oficina de Ethan.

Nada de Ethan. Pero Malik estaba parado en medio de la habitación, revisando papeles. Darius estaba en el área de espera, hablando por teléfono.

Le sonreí con cortesía a Darius y caminé hacia Malik. Su mirada se elevó mientras me acercaba, y debe de haber notado mi expresión de agotamiento.

“Y ahora qué?”

Deslicé mi mirada hacia Darius. “En vista del directivo del PG, pensé que podía tomarme la noche libre. Ir hacia el Festival Callejero. A encontrarme con algunos amigos.”

La expresión de Malik quedó en blanco sólo por algunos segundos antes de que cayera en la cuenta.

“Pensé en ver a Ethan por si quiere que le traiga algo. Ya sabes cuánto ama la comida grasienta. El hombre nunca tiene suficiente de fritos y refritos.”

Malik sonrió socarronamente. “Eso hace, Centinela. Creo que lo encontrarás en su apartamento. Él y Darius planean encontrarse en unos minutos, pero tal vez pueda entretenerlo mientras discuten el menú?”

Ante mi asentimiento, Malik caminó hacia Darius. Yo me dirigí hacia la puerta nuevamente. Darius debió haber finalizado su llamada telefónica, a lo que oí a Malik preguntar, “Señor, tuvo usted la oportunidad de ver los terrenos? Los jardines son espectaculares a fines del verano.”

Buen hombre, pensé, tomando las escaleras a dos escalones por vez hasta llegar al tercer piso. Ethan estaba justo caminando por el pasillo cuando lo alcancé. Sin molestarme en pedir permiso, me moví por delante suyo hacia su habitación.

Cuando me volteé nuevamente, él aún estaba en la puerta, con una ceja levantada.

“Malik se está ocupando de Darius. Necesito cinco minutos.”

“Tengo el claro presentimiento que no voy a disfrutar de esos cinco minutos.”

“Muy posiblemente no.”

De cualquier forma, entró y cerró la puerta tras nosotros, luego cruzó los brazos sobre su pecho.

“Esta noche será complicada,” dije.

“Porque…?”

“Porque puede que ella cause estragos en un lugar muy público.”

Dejó caer sus brazos, alarma en su expresión. “Cuán público?”

“El Festival Callejero.”

Ethan cerró sus ojos por un momento. “Tenemos defensas?”

“Quien le habla.”

Los ojos de Ethan se abrieron de golpe. Abrió la boca para objetar, luego la cerró otra vez.

“Sabia elección,” le complimenté, “dado que soy la única defensa que tienes hasta el momento.”

“Es una trampa?”

“Muy probablemente. Y puede que sea la clase de trampa que nos ponga directo en el ojo público. Pero voy a hacer todo lo posible para prevenirlo – o al menos asegurarnos la clase correcta de publicidad.”

Nos quedamos allí parados en silencio mientras él llegaba a su veredicto.

“Asumo que eso es todo lo que vas a decirme?”

“Por tu bien y el mío. Dos palabras, Sullivan: Negación Pausible.”

“Creo que me gustabas más cuando eras una estudiante nerd de posgrado.”

“Tú no me conociste como una estudiante nerd de posgrado,” le recordé. “Bueno, de todas formas, no mientras estuve conciente.” Técnicamente, me conoció como una inconsciente estudiante de posgrado, dado que me cuidó durante los tres días posteriores a mi transición a vampiro, pero yo no lo recordaba. “Como sea, si tienes una mejor idea, estoy completamente dispuesta.”

Me miró por un momento, esa línea de preocupación entre sus ojos. “Desafortunadamente, no la tengo.”

“Tu confianza es inspiradora, Sullivan.”

Me dio una mirada seria. “Lo sabes. Confío en ti, Merit – implícitamente – aún si no me lo dices todo. No te dejaría salir de la Casa si no lo hiciera – hay mucho en juego.”

“En juego, jaja.” Ante su fruncida de ceño, di un respingo. “Lo siento. Bromeo cuando estoy nerviosa.”

“Estás nerviosa?”

Suspiré y me crucé de brazos. “Estamos hablando de Celina. Soy más fuerte que antes? Sí. Pero aún así ella es cientos de años mayor que yo, y apenas he visto de lo que es capaz. Además, estaremos en público. Aún si puedo ocuparme de mí misma, cómo me voy a hacer cargo de todo el resto que estará allí?”

“Podríamos darte guardias perimetrales alrededor del festival,” sugirió Ethan.

“No,” dije, negando con la cabeza. “Eso es demasiado arriesgado para la Casa. Si Darius se entera que estuve allí, puedes decir que actué por cuenta propia, que me escapé en un capricho. Y yo sí tengo un plan en mente.”

Había llamado a Jonah antes; si la Casa Cadogan estaba impedida de actuar, tal vez Noah estuviese dispuesto a plantar unos cuantos Guardias Rojos entre la multitud.

“Algo que puedas compartir?”

Alcé la vista hacia Ethan. Había curiosidad en sus ojos, pero no censura. Quería saber qué tenía en mente, pero me dejaba la decisión a mí.

“Negación Pausible,” le recordé. “Tú maneja la Casa desde aquí. Déjame protegernos allí fuera.”

Ethan suspiró, luego puso una mano sobre mi mejilla. “No te digo esto lo suficiente, pero estoy increíblemente orgulloso de la vampiro en que te has convertido. Quiero que sepas eso.” Reclinó su frente contra la mía. Cerré mis ojos y me embebí en la esencia de algodón de su colonia. “Sé cuidadosa.”

“Lo seré. Lo prometo.” Me alejé y vi una ráfaga de culpa pasar por sus ojos, pero negué con la cabeza. “Tú estás haciendo tu trabajo,” le aseguré. “Ahora déjame a mí hacer el mío.”

Recé por que tuviera la oportunidad de hacerlo bien en esta ocasión.

Era poco realista pensar que encontraría un lugar para aparcar cercano a la Feria Callejera, y no tenía tiempo para esperar por él. Mientras le di a Luc el resumen de cinco minutos, Lindsey llamó un taxi y prometió mover mi auto de lugar. Todos habían oído acerca de Darius prohibiéndome toda actividad; todos acordaron en ayudarme de todas formas. Había momentos cuando se necesitaba que el trabajo esté hecho, y al demonio con las consecuencias. Éste era uno de esos momentos, y estaban todos a bordo.

Una vez en el auto, envié un mensaje a Noah y le pedí refuerzos. Noah accedió casi al instante y me dijo que una tropa de guardias serían reconocibles por su vestimenta: irían vistiendo falsas remeras retro de SECUNDARIA DE LA MEDIANOCHE.

Chico astuto.

Consideré llamar a Jonah, pero esto era un evento público. Eso arriesgaría exponer su membresía a la GR y lo pondría en la misma posición que a mí – soportando la ira de Darius West. No, gracias.

El taxista no dejó de echarme vistazos, sus ojos marrones apareciendo por el espejo retrovisor cada unos pocos segundos como si estuviera esperando a que rompiera la pared plástica que separaba nuestros asientos y le saltara al cuello.

Lo admitiré, la idea de burlarme de él se pasó por mi mente. Pero yo no era como Celina. Tenía conciencia, y un trabajo que hacer, y hacerle una broma colmilluda al taxista no era parte de ese trabajo.

“Aquí está bien,” le dije, deslizando el efectivo por la pequeña compuerta plástica cuando llegó al límite sureste del Grand Park. Me salí del taxi, despidiendo al taxista cuando continuó mirándome fijo por la ventanilla.

“Humanos,” murmuré, y me lancé hacia las tiendas y la multitud. Esta parte del parque estaba vacía, lo cual me daba la oportunidad de prepararme…y entrar en pánico.

Estaba lo suficientemente bien entrenada como para fingir bravuconería frente a Ethan, Luc, y Malik. Pero asumámoslo: estaba asustada. Celina era más poderosa que yo, y accedí a encontrarme con ella en un lugar y hora que ella misma seleccionó. Éste era su juego, y había buenas posibilidades de que yo no fuera a ganarlo….o a salir en una sola pieza.

Caminé por entre los árboles, con la daga en mi bota, mi estómago retorciéndose con los nervios, incluso al tiempo que el olor a comida se acercaba.

Llegué a una cerca naranja de vinilo que rodeaba el festival. La salté, y me metí entre un grupo de borrachas y juerguistas solteras mientras iban de camino hacia la calle principal de la Feria. Eso me dio un primer vistazo del campo de batalla. Columbus Drive estaba con una alineación de carpas blancas. La gente caminaba por la amplia calle entre las mismas, con comida y bebida en mano. El aire estaba espeso con el olor a mezcla para rebozar y cerveza, a gente, sudor y basura, al sonido de miles de conversaciones, alimentos calientes y a la banda de música country en el escenario casero, lo cuales eran casi suficientes como para abrumar mis sentidos.

Me salí de la calle transitada y paré frente a un puesto, cerrando mis ojos hasta que el mundo se acomodara nuevamente en un suave sonido de fondo.

“Cupones?”

Abrí un ojo.

Una mujer meciendo un quejoso pequeñito de mejillas rosadas sobre una de sus caderas, extendió una pila de cupones de comida. “Tenemos de sobra, y se está haciendo tarde, y Kyle se está asustando, así que necesitamos irnos.” Sonrió tímidamente. “Por casualidad querrías comprarlos? Todavía sirven.”

“Lo siento,” dije amablemente. “No necesito nada.” Obviamente decepcionada, suspiró cansinamente y se alejó torpemente, el bebé ahora comenzando a chillar. “Buena suerte,” grité, pero ella ya estaba en busca de alguien más a quien tentar.

No siempre me tocaba interpretar a la heroína.

Caminé alrededor de la tienda y de regreso a la correntada de gente; y estaba casi exhausta otra vez. Mi estómago gruñó ante los olores; había un límite a lo que podía bloquear un vampiro. Silenciosamente me prometí a mí misma una barrita de refrito y una bandejita de papel de tocino envuelto en Tater Tots si lograba atravesar la noche ilesa. No era un combo muy nutritivo, pero supuse que las chances eran bajas de todas formas.

Caminé hacia un cartel que identificaba la locación de las tiendas, encontré el puesto de Town, y verifiqué en mi reloj. Faltaban diez minutos para las once. Diez minutos hasta que empiece el show.

Una mano repentinamente tomó mi brazo. Pegué un salto, esperando hallar a Celina. Para bien o para mal, tuve una clase diferente de sorpresa.

“Hola,” dijo el hombre a mi lado. Era McKetrick, quien cambió su uniforme por jeans y una ceñida camiseta negra. Lo mejor para entremezclarse con los humanos, asumí. Me sonrió grandilocuentemente. Puede que haya sido apuesto, pero el efecto aún así era espeluznante.

Retiré mi brazo. “Si eres inteligente, te alejarás en este instante y te meterás en tus propios asuntos.”

“Merit, tú eres mi asunto. Eres un vampiro, y estaría dispuesto a apostar que estás portando un arma aquí, en espacio público. Sería irresponsable de mi parte dejarte seguir por tu feliz camino, no lo crees?”

Me ahorraría de un montón de líos, pensé, porque no había forma de que pudiera explicar por qué necesitaba que me dejara en paz. Se pondría como loco si supiera que yo estaba aquí para entretener a Celina. Y hablando de eso, se estaba acabando el tiempo, y necesitaba llegar a la tienda de Town.

“Si tú eres inteligente,” le dije, “te estarás yendo por tu propio caminito feliz.”

Ladeó su cabeza. “Pareces algo preocupada. No estarás pensando en iniciar problemas, no? Eso sería de lo más desafortunado.”

“Nunca creo problemas,” le aseguré. Sólo que usualmente parecer aparecer en mis proximidades. Este caso en cuestión: “Dado que yo estaba metida en mis propios asuntos antes de que usted me agarrara, usted es el que está causando problemas.”

“Si te metieras en tus propios asuntos,” McKendrick replicó, “tú estarías en casa entre los de tu clase.”

Me ahorré el problema de responder a su prejuiciosa idiotez por el sonido de una discusión que se desplazaba hacia nosotros. Alcé la vista. Un hombre y una mujer discutían mientras caminaban, cada uno claramente irritado con el otro.

“En serio Bob?, en serio?” preguntó la mujer. “Tú piensas que el mejor curso de acción es gastar el salario completo de la semana en vales de comida? Eso es lo que piensas? Porque tú quieres comer gyros y tartas de queso refritas por el resto de la semana? No que debería sorprenderme. Es la clase de cosa descabellada que tú harías.”

“Oh, sí Sharon. Síguele. Sácalo todo fuera. Aquí en público donde todo el mundo pueda verlo!” El hombre, que estaba a sólo unos metros de mí, alzó sus brazos y los movió en círculos. “Acaso alguien no escuchó a mi amada esposa retándome? Alguno?”

La gente alrededor nuestro se reía nerviosamente, no muy segura de si debieran meterse y terminar con el dramatismo, o solo ignorarlo.

Tenía la misma duda – hasta que el hombre dio un giro completo y pude ver la remera colorada debajo de su chaqueta: SECUNDARIA DE LA MEDIANOCHE estaba escrito en letras blancas desgastadas a lo largo del frente. Estos eran ayudantes de la GR. El tipo me guiñó un ojo, luego se puso directo entre McKendrick y yo. “En serio señor, es ésta la clase de comportamiento que usted esperaría de su mujer? Qué pasó con el ‘en la riqueza y en la pobreza’ y todo eso?

La mujer dio un paso al frente y le clavó un dedo sobre el pecho del muchacho. “Oh, sólo otra cosa por la cual criticarme, eh? Bob? Estoy sorprendida. Realmente sorprendida. Sabes? Debería haber escuchado a mi madre!”

“Oh, seeh, Sharon. Mete a tu madre en esto. Tu pobre, y desconsolada madre!”

Una multitud comenzó a juntarse en torno a la pareja, creando una espesa barrera de hombres entre McKendrick y yo. Dos guardias de seguridad también se aproximaron, adicionando dos humanos más – y dos armas más – a la disputa.

Me fui mientras la oportunidad se dio.

Encontré el puesto de Town y acampé a su lado, pero pasaron quince minutos, luego media hora, y nada de acción. Maldije a McKendrick, segurísima de que él había espantado a Celina.

Por vigésima segunda vez, me paré en puntas de pie para echar un mejor vistazo a los alrededores, casi cayéndome cuando una mujer de cabello oscuro me rozó al pasar. Distraídamente, observé su coleta rebotar mientras caminaba, pero no fue hasta que casi se hubo ido que sentí el cosquilleo de la magia en el aire. No la había reconocido – y no podría haberlo hecho, sino fuera por el poder que despedía tras de sí. Mi corazón comenzó a palpitar con anticipación.

Antes de que ella pudiera huir, la tomé de su muñeca.


TRADUCIDO POR CHLOE

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